PROCESO — INFORMATIVO SEMANAL EL SALVADOR, C.A.

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    El informativo semanal Proceso sintetiza y selecciona los principales hechos que semanalmente se producen en El Salvador. Asimismo, recoge aquellos hechos de carácter internacional que resultan más significativos para nuestra realidad. El objetivo de Proceso es describir las coyunturas del país y apuntar posibles direcciones para su interpretación.

    Su producción y publicación está a cargo del Centro de Información, Documentación y Apoyo a la Investigación (CIDAI) de la Universidad Centroamericana “José Simeón Cañas” de El Salvador. Por favor, asegúrese de mencionar Proceso al utilizar porciones de esta publicación en sus trabajos.

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Año 24
número 1097
Mayo 12, 2004
ISSN 0259-9864
 
 
 
 

ÍNDICE



Editorial: La ilegítima presencia salvadoreña en Irak

Política: Crímenes de guerra

Economía: El diagnóstico económico del país como arma para mantener el statu quo

Sociedad: Municipalidades: primer aniversario y pocos frutos

Regional: Se pospone la entrada en vigor del CAFTA

Derechos Humanos: El inoportuno criterio del Fiscal

 
 
Editorial


La ilegítima presencia salvadoreña en Irak

 

Las autoridades salvadoreñas y, principalmente, el presidente Francisco Flores, no han escatimado esfuerzos para convencer a la población de la legitimidad del envío de soldados a Irak. Con ese propósito, se han divulgado los más diversos argumentos, sin aportar las pruebas mínimas que les den algún sostén y los doten de una mínima dosis de racionalidad. El argumento usado en un principio fue que las tropas salvadoreñas iban a Irak a apoyar las tareas de reconstrucción que se iniciarían una vez que Sadam Husein fuera desalojado del poder. Se obviaba que lo que en verdad harían esos soldados era apoyar a un ejército de ocupación —el ejército de Estados Unidos—, al que aún le quedaban por librar duras batallas para someter al país invadido. Estados Unidos capturó a Husein, pero Irak se encuentra en un virtual estado de guerra civil, siendo sus soldados, así como los miembros de los ejércitos aliados —entre quienes se encuentran los soldados salvadoreños—, objetivos militares de los grupos rebeldes iraquíes que se resisten a la ocupación militar norteamericana.


El argumento de la “reconstrucción” de Irak no resistió en lo absoluto la prueba de la realidad. Siendo así las cosas, había que probar otros argumentos igualmente contundentes. En este punto, se defendió la tesis de la lucha contra el terrorismo, lucha a la cual el gobierno salvadoreño —tal como se dijo en los círculos gubernamentales— no podía dejar de contribuir con su cuota de esfuerzo y sacrificio. Es decir, los soldados salvadoreños estaban en Irak, no para contribuir en las tareas de reconstrucción de ese país, sino para combatir el terrorismo. Nunca se ha aclarado, sin embargo, ni quiénes eran los terroristas que se iban a combatir, ni en qué consistía el presunto terrorismo de sus acciones.


Las evidencias indican, por un lado, que no se trata de seguidores de Husein —quien era, según la propaganda estadounidense, uno de los jerarcas del terrorismo internacional—, sino de grupos que incluso fueron acosados por el dictador iraquí. Es decir, quienes han sido “liberados” por Estados Unidos ahora se revelan en su contra y, aunque son acusados de terrorismo, no puede ocultarse que su rebelión tiene mucho de reivindicación nacionalista y de deseo de dotarse de una forma de gobierno no impuesta por el ejército invasor. Por otro lado, también las evidencias muestran que muchas de las acciones militares de los rebeldes iraquíes son acciones inscritas en la lógica de una guerra civil, uno de cuyos focos de ataque lo constituyen las tropas de Estados Unidos y sus aliados. Si terrorismo es usar la fuerza con el fin de atemorizar a personas indefensas, los ataques a las tropas que han ocupado Irak no caen dentro de esa categoría.


Así pues, el argumento de la lucha contra el terrorismo ha servido de poco para legitimar el envío de soldados salvadoreños en Irak. Es por ello que se ha buscado uno distinto, igualmente contundente: la Resolución 1483(2003) de la Organización de las Naciones Unidas (ONU) que presuntamente pide a sus países miembros apoyar a Estados Unidos en sus tareas de pacificación en Irak. Abusando de la buena fe de los salvadoreños, desde los círculos oficiales, se vendió la idea de que la presencia de tropas salvadoreñas en Irak era requerida por las Naciones Unidas, cuando la verdad es muy otra. Y es que la Resolución de la ONU lo que solicita a los Estados miembros es, entre otras cosas, que ayuden al pueblo de Irak a la labor de reformar sus instituciones, reconstruir su país, darle asistencia humanitaria y promover su bienestar. A medida que el contenido de este documento se ha ido haciendo público, el gobierno salvadoreño —al igual que otros gobiernos que lo manosearon y tergiversaron— se ha ido quedando sin un instrumento que fue útil para legitimar su presencia militar en Irak.


Por lo dicho, el gobierno salvadoreño se ha quedado sin argumentos para legitimar su apoyo militar al ejército de Estados Unidos en Irak. Ni apoyo a la reconstrucción de ese país ni lucha contra el terrorismo ni cumplimiento de un mandato de las Naciones Unidas: simple y llanamente, El Salvador se ha prestado al juego de respaldar la violenta ocupación militar de Irak por parte de Estados Unidos. La violencia ejercida por militares británicos y estadounidenses sobre prisioneros de guerra iraquíes –una violencia que recuerda las prácticas de terror ejercidas en un pasado no tan lejano por los militares y paramilitares latinoamericanos a comunistas presuntos o confesos— no sólo borra cualquier atisbo de legitimidad que pudiera quedar, sino que hace al gobierno salvadoreño cómplice de semejante canallada.


Las torturas y vejaciones a las que han sido sometidos esos prisioneros de guerra son, sin lugar a dudas, terrorismo en el sentido más puro y duro de la palabra. ¿Quién condena ese terrorismo? ¿Quién lo denuncia? ¿Quién deduce las responsabilidades? Por el momento, en El Salvador sólo unas cuantas voces —ahogadas en el mar del amarillismo mediático— se han pronunciado al respecto. Los más poderosos e influyentes en el país —las grandes empresas mediáticas, los políticos, los amos de las finanzas— han aplaudido la decisión del presidente Flores de mantener a los soldados salvadoreños en Irak. Por supuesto que se han rasgado las vestiduras al ver las imágenes de humillación y dolor de los prisioneros iraquíes. Sin embargo, no se les ha cruzado por la mente algo que es obvio: que el gobierno salvadoreño es cómplice de ese dolor y esa humillación.

G

 

Política


Crímenes de guerra

 

Las últimas imágenes en torno al tratamiento denigrante que los soldados estadounidenses reservan a sus prisioneros iraquíes han hecho caer el último punto de apoyo de la guerra de Bush en ese país: la defensa de la libertad y la democracia, en contra de la barbarie y la violación sistemática de los derechos humanos. El presidente de los Estados Unidos y sus principales lugartenientes, desde hace algún tiempo, se refugiaban en la pretendida superioridad moral de sus principios para avalar su campaña belicista en Irak. Habiéndose esfumado la coartada de las armas de destrucción masiva, imposible de probar que el ex dictador iraquí mantenía contactos con Al Qaeda, los defensores de la guerra contra Sadam se refugiaban en los altos valores occidentales para tener buena conciencia y justificar su guerra “humanitaria”.

G

 

Economía


El diagnóstico económico del país como arma para mantener el statu quo

 

El primer informe trimestral de coyuntura de la Fundación Salvadoreña para el Desarrollo Económico y Social (FUSADES) del año refleja una economía en recesión o estancamiento, lo cual se entiende como un “período durante el cual la tasa de crecimiento de las actividades económicas es siempre menor que su tendencia de largo plazo.” En otras palabras, la economía salvadoreña se encuentra en un estadio previo a un “coma económico”, donde todos los sectores económicos del país podrían entrar en un período de crecimiento nulo o, peor aún, de decrecimiento, con el consiguiente aumento del desempleo y de la pobreza de la población.

G

 

Sociedad


Municipalidades: primer aniversario y pocos frutos

 


El pasado primero de mayo, Día Internacional del Trabajo, los 262 concejos municipales del país cumplían un primer año al frente de sus comunas. Sobra decir que ese año ha sido marcadamente electoral, por lo cual es posible sostener que la actividad municipal desarrollada a lo largo de esos doce meses estuvo condicionada por el desenlace de la campaña que llevó a que los salvadoreños eligieran al presidente y vicepresidente de la República. Es de suponer, en ese sentido, que las estructuras municipales se volcaron a sus comunidades para atrapar el apoyo político para sus respectivos partidos. En el mejor de los casos, intentaron convencer a los pobladores con obras realizadas. En todo caso, un año es poco tiempo como para desarrollar proyectos de desarrollo a largo plazo en los municipios del país.

G

 

Regional


Se pospone la entrada en vigor del CAFTA

 

Las negociaciones apresuradas del Tratado de Libre Comercio entre Centroamérica y los Estados Unidos (conocido como CAFTA, por sus siglas en inglés), demostraron, en su momento, la imprudencia de no detenerse a afinar los puntos sensibles de ese tratado comercial. Ahora, se está a las vísperas del acto en que se firmará el CAFTA, el cual tendrá lugar el próximo 28 de mayo, en la sede de la Organización de los Estados Americanos (OEA), en la ciudad de Washington. El histórico tratado no será firmado por los mandatarios de las naciones participantes, sino por los ministros de economía de estos. El traspaso de mando en El Salvador, que tendrá lugar el primero de junio próximo y la Cumbre entre la Unión Europea y los países de América Latina, a celebrarse en la ciudad mexicana de Guadalajara —en la cual participarán los gobernantes centroamericanos—, fueron las razones por la que los socios del CAFTA optaron por tal decisión.

G

 

Derechos Humanos


El inoportuno criterio del Fiscal

 

Después de meses sin ocupar las primeras páginas de los diarios, el Fiscal General de la República ha vuelto a aparecer. Pero no para anunciar la resolución en las investigaciones de uno de los múltiples casos pendientes que tiene. No. En esta ocasión, trae consigo bajo el brazo el que —según se deduce de sus últimas comparecencias públicas— es su nuevo caso estrella: el del escándalo de corrupción y lavado de dinero en la Administración Nacional de Acueductos y Alcantarillados (ANDA).


Dicen que el hombre es el único animal que tropieza dos veces con la misma piedra. Por ello, no deja de ser sorprendente este nuevo propósito de Belisario Artiga por intentar resurgir de sus propias cenizas. Este lunes ha querido ofrecernos una nueva cara en su combate al crimen organizado de saco y “cuello blanco”. Cambio que, pese a la expectación que ha suscitado, todavía no ha supuesto ningún avance serio respecto a aquél “guante de seda” que le lanzó a “Perla y compañía” semanas atrás. Es más, su rostro sigue estando igual de duro y los problemas persisten: los fugitivos lo siguen siendo y la Fiscalía continúa sin recabar pruebas concluyentes para sostener una acusación judicial con garantías.


No es necesario recurrir a las hemerotecas para conocer en qué puede acabar toda esta trama publicitaria. Los antecedentes por parte de este funcionario cuando ha querido figurar ante los medios como un implacable “sheriff” han quedado siempre, no ya en el olvido, sino en el más absoluto de los ridículos y la ignominia. Si por algo destaca su gestión es por que la lista de casos asumidos por la institución que dirige es extensa; el número de expedientes resueltos breve y escasos los que han seguido un debido procedimiento.


De ahí que, aunque se proponga —una vez más— “enmendar la plana”, mientras continúe ocupando los mismos métodos que siempre le han caracterizado, seguirá obteniendo resultados que tristemente ya han padecido numerosas víctimas. Gente que, además de sufrir la desgracia de vivir en un país tan violento como el nuestro, le toca enfrentarse —en su búsqueda por conocer qué fue lo que pasó y pedir que se haga justicia— con funcionarios como Artiga: un tipo de empleados seleccionados más que para tomar decisiones independientes, para recibir órdenes y cumplirlas cabalmente.


Como señalábamos al inicio, el caso que ahora parece inquietar a Artiga es el de “las aguas negras” de ANDA. Sin embargo, sus intenciones tan sólo se quedan en una burda imitación del que podría ser un auténtico combate sin cuartel a la corrupción en el país. Pese a esta nueva oportunidad profesional que se le presenta, Belisario tan sólo se ha dedicado a explicar “a todo color” cuál fue la trama financiera diseñada para el presunto robo millonario y quiénes eran los implicados en esta. Es decir, que de presentar avances en la investigación ni hablar, pero de comparecer ante los medios masivos de comunicación para pretender justificar su salario, todo.


De ahí que, cuando parecía que la burbuja publicitaria por el caso había reventado tras las elecciones presidenciales, el lunes compareció públicamente el Fiscal General con una nueva noticia: anunciaba la disposición del “cerebro” del fraude, Mario Orellana, ex gerente de ANDA, a colaborar en la resolución del caso, que no con la justicia. Al momento de hacerse pública esta oferta testimonial, el acuerdo para el imputado ya tenía resultados efectivos: seis de sus familiares implicados han visto suspendidas las órdenes de captura en su contra, siéndoles concedidas medidas sustitutivas a la detención exigida y dos más fueron puestos en libertad.


Este nuevo giro de tuerca al caso se sustenta en la concesión del criterio de oportunidad. Este consiste en premiar la confesión de uno de los presuntos implicados en un delito para acumular cargos contra el resto y asegurar así sus condenas. A cambio, el “criteriado” resulta sobreseído definitivamente de los cargos que se le imputaban. Es decir, que se le absuelve por no haberse conseguido pruebas suficientes como para sostener una acusación penal en su contra.


Las justificaciones, que no los fundamentos, para argumentar tal decisión por parte del responsable de la investigación de los delitos en El Salvador cuelgan de un hilo. Sin embargo, tan incierto es su resultado que bien pudiera “patearlo”. Orellana podría apuntar su dedo hacia arriba “a personas de alto nivel”, asegura Artiga. Para éste esas cabezas son los responsables por todos conocidos y que, incansablemente, aparecen día tras día en los noticieros. De esto se deducen dos conclusiones inmediatas:


La primera, que el anuncio no representa ningún avance, ya que los principales imputados siguen siendo los mismos. En todo caso, la estrategia fiscal ha cobrado nuevo rumbo, optando por la de echar “balones fuera”. El objetivo es cargar con toda la responsabilidad a quienes en este momento no se encuentran en el país, desviando así la atención pública y otras posibles líneas investigativas. Y la segunda, la manipulación del lenguaje ofrecida. De tal forma que se quiere presentar a los ladrones como víctimas, asegurando que Perla fue comprado. Cuando todo el mundo sabe que para que esto suceda es necesario venderse previamente. Junto a esta, el intento de darnos atol con el dedo, presentando como “altas cabezas” a quienes sólo fungen como mandos medios de la administración pública.


En todo caso, la decisión de criteriar a Orellana denota la falta de acusaciones, sospechosos e indicios tras varios meses de estar abierta la investigación. Pese a que el Fiscal General asegure que sus “declaraciones serán pruebas contundentes”, la práctica enseña que quien confiesa con veracidad, por la razón que fuere, introduce elementos falsos para atenuar su responsabilidad. No basta la sola confesión —por muy criteriada que esta sea— para sostener una condena. En todo caso, esto demuestra las graves deficiencias que está presentando la Fiscalía, aún con sus casos estrella. De ser beneficiado por la Jueza Novena de Instrucción que conoce el caso, el gerente de la autónoma se convertirá de acusado en testigo de cargo. Pero con su declaración descargará de la responsabilidad que, según la ley, le corresponde al Ministerio Público en la investigación del delito.


La lista de casos pendientes con la justicia que aglutina este funcionario es tan larga, que hace ya tiempo que sobrepasó los límites de la indignación. En todo caso, lo mejor que puede hacer es retirarse discretamente para no seguir hundiendo —más aún, si es posible— al agónico sistema de justicia salvadoreño.


Si la persecución de los ladrones de ANDA “al parecer” le está ocupando largos meses de trabajo, no ocurre lo mismo con esa otra serie de expedientes que impunemente aguantan el polvo de las gavetas de su escritorio. El “caso Katya” fue el que anunció como su compromiso personal al inicio de su primera gestión. Hoy, pasados ya más de cinco años, continúa sin presentar resultados ni avance alguno en las investigaciones. Hilda María Jiménez, madre de la pequeña Katya, tiene duras palabras en su contra, en la carta que dedica a su hija fallecida por el quinto aniversario de su muerte:


“Él y otros funcionarios siguen sordos y ciegos, sin investigar como es debido, ocultando y callando para terminar siendo cómplices de hechos abominables como tu violación y asesinato, sin importarles el inmenso dolor que desgarra nuestras almas al no poder ver más con vida a nuestras hijas e hijos”.


Como es lógico deducir la credibilidad de este funcionario es más que cuestionable, cuando anuncia a la luz de las cámaras de televisión que está trabajando con rigor. Señor Fiscal General de su gestión queremos hechos, pruebas, diligencia y profesionalismo. Ya nos cansamos de sus desacertadas comparecencias públicas, sus acusaciones basadas únicamente en indicios, su falta de rigor profesional y reiteradas negligencias. Usted es uno de los principales responsables de la crítica situación por la que atraviesa el sistema de justicia en nuestro país. Ante esta situación tiene dos opciones: o reacciona diligentemente tal y como la Constitución y las leyes le ordenan o mejor renuncia de inmediato. El sufrido pueblo salvadoreño se lo agradecerá.

G

 


 


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