PROCESO — INFORMATIVO SEMANAL EL SALVADOR, C.A.

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    El informativo semanal Proceso sintetiza y selecciona los principales hechos que semanalmente se producen en El Salvador. Asimismo, recoge aquellos hechos de carácter internacional que resultan más significativos para nuestra realidad. El objetivo de Proceso es describir las coyunturas del país y apuntar posibles direcciones para su interpretación.

    Su producción y publicación está a cargo del Centro de Información, Documentación y Apoyo a la Investigación (CIDAI) de la Universidad Centroamericana “José Simeón Cañas” de El Salvador. Por favor, asegúrese de mencionar Proceso al utilizar porciones de esta publicación en sus trabajos.

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Año 23
número 1018
octubre 2, 2002
ISSN 0259-9864
 
 
 
 

ÍNDICE



Editorial: Dinamismos pre electorales

Política: ¿Qué está pasando en ARENA?

Economía: Primacía financiera

Sociedad: Progreso educativo en El Salvador

Regional: La transición centroamericana

Derechos Humanos: Las cuentas del PCN

 
 
Editorial


Dinamismos pre electorales

 

Los partidos políticos salvadoreños se están preparando para encarar, con sus mejores recursos, las elecciones legislativas y municipales del próximo año. Es de prever que los meses que restan de 2002 se van a caracterizar por el calentamiento del debate político, la saturación de propaganda electoral, la descalificación de los oponentes y la manipulación de la opinión pública. No son necesarias las dotes proféticas para adelantar lo que les espera a los salvadoreños desde estos momentos hasta la realización de las elecciones del 2003. Más aún, como el calendario político ha fijado el 2004 para el relevo presidencial, la saturación publicitaria, la descalificación de los rivales y la manipulación de la ciudadanía no van a disminuir, sino hasta que la silla presidencial haya sido ocupada por un nuevo jerarca de la política nacional.

En otras palabras, nada nuevo se vislumbra en el horizonte político salvadoreño de los próximos meses. Pocas novedades se pueden esperar de los mismos actores, las mismas prácticas y las mismas ambiciones. De hecho, el oportunismo de muchos de los políticos criollos ya ha salido a relucir, en la competencia por ocupar un puesto en la lista de candidatos de los partidos con más posibilidades de atraer votos para su causa. Es claro que, cuando se trata de la posibilidad de acceder a un cargo público —junto con las ventajas que el mismo trae consigo—, las convicciones salen sobrando. De esto dejan constancia permanentemente los políticos salvadoreños, sin que ello les quite el sueño o los ruborice en lo más mínimo.

De la propaganda política no cabe esperar sorpresas. ARENA, con enormes recursos a su disposición, hará lo de siempre: saturar los espacios mediáticos con sus planteamientos antiizquierdistas tradicionales. Obviamente, el colorido, la música y los bonitos rostros (y cuerpos) de sus modelos van a ser el aderezo de sus mensajes a favor de la libertad de mercado y la defensa de los intereses empresariales. Ya se perfila con bastante claridad uno de los principales objetivos de la propaganda de ARENA en los próximos meses: denigrar a Héctor Silva y resaltar las virtudes de su candidata a la alcaldía capitalina, la ex ministra de educación Evelyn Jacir de Lovo. En esto el partido de derecha no estará solo; de hecho, la gran prensa de derecha —concretamente, El Diario de Hoy— ha puesto en la agenda de sus comentaristas y periodistas la tarea de desacreditar al alcalde Silva.

Así las cosas, el FMLN tiene una dura batalla por delante. No sólo tiene que hacer frente a los estrategas publicitarios de ARENA, sino también a los grandes medios de comunicación, cuyas simpatías con este último partido se hacen más abiertas en coyunturas en las que se pone en juego el poder de la derecha. Como siempre, el FMLN tendrá que ingeniárselas para usar sus escasos recursos —escasos, en comparación con los que puede movilizar ARENA— del modo más eficiente. Hasta qué punto el partido de izquierda tendrá la capacidad de jugar su propia estrategia publicitaria, introduciendo sus propios temas en la lucha de imágenes es algo que todavía está por verse. A juzgar por experiencias pasadas, el FMLN ha tenido enormes dificultades para venderse como un producto político atractivo. Ojalá que sus asesores de campaña hayan aprendido de las lecciones del pasado reciente en materia de propaganda electoral.

De los partidos “viejos”, el PCN ha asumido en serio la disputa por el control de la comuna capitalina. Obviamente, para que su candidata pueda aspirar a convertirse en alcaldesa de San Salvador, el partido tiene que trabajar por hacerla parecer una mejor opción que Silva y Jacir de Lovo, lo cual no es para nada fácil. En otros municipios importantes en manos del FMLN, tanto el PCN como ARENA harán todo lo que esté a su alcance para desplazar al partido de izquierda. En fin, todo parece indicar que San Salvador se convertirá en el principal campo de batalla en la competencia por el control municipal. Ello no quiere decir que otros municipios no cuenten; lo que sucede es que una nueva victoria de la izquierda en San Salvador estaría enviando una clara señal —peligrosa a los ojos de derecha— no sólo de la aceptación ciudadana a la gestión de Silva y de los ideales que la sostienen, sino de su capacidad para desafiar el enquistamiento de los hombres de ARENA en la silla presidencial.

El otro partido “viejo”, el PDC, tiene poco que ofrecer en la actual coyuntura. Su aceptación pública ha ido en declive, hasta el punto que su misma supervivencia está en cuestión. Por consiguiente, no le queda más que luchar por conseguir el mínimo de votos que le permitan mantenerse inscrito en el registro electoral. Si lo logra, sus líderes y los pocos seguidores que aun le quedan podrán darse por satisfechos. Como ganancia adicional, los más avezados de entre los primeros seguirán gozando de los beneficios que deja su colaboración con el partido ARENA.

¿Y el centro político? Poco se ha sabido de sus preparativos y ofertas políticas. No es que sus portavoces no hayan dicho nada, sino que su palabra se ha diluido en medio del ruido ensordecedor de los vituperios antiizquierdistas de la derecha y de los empeños socialistas del FMLN. Una vez más, al centro le cuesta ser centro, es decir, le cuesta ofrecer algo que en verdad sea una alternativa —en programas y candidatos— a lo ofrecido por ARENA y el FMLN. Los partidos de centro están desaprovechando la oportunidad que les ofrece la polarización ideológica que caracteriza a los partidos más fuertes, prácticamente desde el 11 de septiembre del año pasado. La alternativa entre dos extremos —esto es, la propuesta de centro— no aparece por ninguna parte; cuando la dinámica política se “despolarice” —lo cual ya ha sucedido en el pasado, tras el cierre de una coyuntura electoral— va a ser muy tarde para definir el proyecto político de centro.

Para los partidos y los políticos salvadoreños vale aquello de mucho ruido y pocas nueces. Quizás si unos y otros hicieran menos ruido —denigraran menos a los oponentes, hicieran menos ofrecimientos y se prestaran menos a la manipulación mediática— y se preocuparan más por los graves problemas del país, la política tendría más sentido para los salvadoreños.

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Política


¿Qué está pasando en ARENA?
 

El pasado domingo 31 de septiembre, Alianza Republicana Nacionalista (ARENA) organizó una Asamblea General Ordinaria en la que designó a buena parte de los candidatos que competirán bajo su bandera en las próximas elecciones municipales. Aparte de las curiosidades y discusiones propias del encuentro, conviene fijarse en un elemento muy importante: se trata de la anunciada candidatura para las principales ciudades de varios personajes ajenos a la militancia tradicional del partido en el gobierno. Más aún, llama la atención el hecho de que ARENA haya designado candidatos provenientes de las filas del FMLN, en algunos casos (San Francisco Gotera y Santa Ana) y, en otro caso —para disputar la alcaldía de San Salvador—, a una persona vinculada al movimiento revolucionario en la pasada guerra civil.

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Economía


Primacía financiera

 

El sistema financiero está llamado a ser un importante sostén de iniciativas de crecimiento económico. Se supone que debe jugar un papel de intermediario entre ahorrantes e inversionistas, captando recursos de los primeros para prestarlos a los segundos, apoyando de esa forma iniciativas de desarrollo. La posibilidad de obtener lucro está abierta y es legítima, pero —dado el carácter estratégico del sector— no puede anteponerse a los grandes objetivos de intermediación financiera. Ello puede poner en peligro las oportunidades de crecimiento o, incluso, puede llevar a tomar decisiones de política económica hechas exclusivamente a la medida de este sector y en desmedro de otros.

G

 

Sociedad


Progreso educativo en El Salvador

 

En el año 2001, el Programa de Promoción de la Reforma Educativa en América Latina y el Caribe (PREAL) auspició la publicación del documento Quedándonos atrás: progreso educativo en América Latina, una de cuyos temas centrales era el rezago educativo del subcontinente, respecto de otras regiones del planeta. El informe recomendaba, entre otras cosas, establecer estándares educativos, otorgar mayor autonomía local, fortalecer la profesión docente y aumentar la inversión por alumno en la educación básica (Ver Proceso, 997 y 998). PREAL recomendó, adicionalmente, la preparación de informes nacionales para seguir midiéndole el pulso a la reforma educativa en cada país. En septiembre de este año, en coordinación con el Centro Alfa, se presentó en el país el informe nacional que recoge, desde una perspectiva independiente, importantes evaluaciones en torno al estado actual y el progreso de la reforma educativa en El Salvador, que, más que satisfacción, deja planteados obstáculos, retos y compromisos para los diferentes actores que intervienen en la labor educativa nacional.

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Regional


La transición centroamericana

 

El Diccionario define la palabra palimpsesto como "Manuscrito antiguo que conserva huellas de una escritura anterior borrada artificialmente". En un sentido bastante amplio, este vocablo podría aplicarse al libro El Salvador: La transición y sus problemas (UCA Editores, 2002). No porque haya tachones sobre lo que se dijo en el pasado, sino, precisamente, porque este texto recopila los diferentes análisis que la UCA propuso para comprender la transición de posguerra. Las interpretaciones de la realidad salvadoreña que la mencionada universidad hizo durante los años noventa se han compilado en este volumen, ofreciendo una suerte de "plano general" sobre el tránsito histórico del país hasta la actualidad.

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Derechos Humanos


Las cuentas del PCN

 

La situación actual del país dista mucho de ser la que oficialmente se presenta, sobre todo en el exterior. En primer lugar, las condiciones económicas y sociales de las mayorías resultan ya intolerables, sin que se adviertan para ellas luces alentadoras al final del túnel; en segundo término, no cesan los graves hechos de violencia en diversos ámbitos y la sensación de inseguridad ciudadana crece. Asimismo, es muy alto el nivel de los cuestionamientos que —desde hace un buen rato y de forma creciente— se lanzan contra la institucionalidad del Estado; no es de extrañar que, cada vez más, surjan voces críticas provenientes de sectores que en algún momento se entusiasmaron con el proyecto político y económico impulsado, desde hace más de trece años, por la gran cúpula empresarial y el partido Alianza Republicana Nacionalista (ARENA).

Sin duda, el nuestro no es un Estado de Derecho; más bien, vivimos en un “Estado calamitoso de deshecho” que sólo favorece a quienes más tienen; es decir, los menos. Ante ese “desorden en el hogar”, sus “propietarios” se han visto obligados a conseguir “utensilios de limpieza” y mucho “detergente” para que el titular del Ejecutivo y su equipo se dediquen —en lo posible— a tratar de medio arreglar o al menos disimular semejante desbarajuste.

Hoy no nos referiremos a la pobreza y la inseguridad que constituyen los problemas más agudos para la mayoría de la gente; en esta oportunidad, nuestra reflexión girará alrededor de la institucionalidad. Y para ello, antes que nada debemos tener presente que un verdadero Estado democrático y social de Derecho está siempre en permanente construcción. Sin embargo, en nuestro caso —tras diez años viviendo en esta “paz”— el “liderazgo” económico y político nacional parece actuar en sentido contrario: destruyendo lo poco o mucho que se pudo haber logrado durante los primeros años de la posguerra. Para sostener lo anterior, partimos de algo básico: esa constante evaluación y remodelación de las instituciones, cuando de un real proceso democrático se trata, sólo será efectiva si existen dentro y fuera del Estado organismos que controlen su actividad. Por supuesto hablamos de entidades realmente independientes, como una condición fundamental para garantizar su desempeño adecuado y el logro de sus fines.

Lo anterior explica que existan —en nuestra administración— la Fiscalía General de la República (FGR), la Procuraduría para la Defensa de los Derechos Humanos (PDDH) y la Corte de Cuentas de la República. El problema está en que, al examinar la condición presente de éstas, fácilmente se detectan acciones claras tendientes a desnaturalizar su funcionamiento y las consecuencias de dichas acciones.

En el caso de la PDDH mucho hemos opinado sobre el nada disimulado intento por aniquilarla en julio de 1998, cuando se nombró a una persona del todo inepta y sin la solvencia moral para ocupar la titularidad dentro de la institución. Gracias a la acción decidida de algunas entidades sociales, de los medios de difusión y la cooperación internacional, se logró evitar el descalabro total y en la actualidad se hacen esfuerzos por encauzar positivamente su actividad. Sin embargo, en la práctica, la institución continúa enfrentando dificultades serias en materia de presupuesto y en lo referente al deliberado menosprecio del resto de la administración pública —sobre todo, de las autoridades superiores— ante sus recomendaciones al ignorar o evadir el cumplimiento de las mismas; también se ve afectada por la falta de un presupuesto adecuado.

En lo relativo a la Fiscalía y la Corte de Cuentas, en lugar de mejorar, las cosas van de mal en peor. Tanto la entidad dirigida por Belisario Artiga, como la que preside Hernán Contreras, cuentan con más recursos económicos y sin embargo no cumplen con el mandato constitucional legal para el que fueron creadas. Es posible que existan diversas causas para ello. Desde nuestra perspectiva, detectamos una que debe destacarse: un poder económico concentrado, voraz y sin mayores escrúpulos que “moldea” a su favor las instituciones claves del Estado para mantener vigentes la corrupción y la impunidad que le beneficia. En tal sentido, de manera premeditada se nombran personas inadecuadas para conducirlas —como ocurrió en la PDDH con el tristemente célebre Eduardo Peñate Polanco— y cambian las “reglas del juego” en cualquier momento.

Así las cosas, resulta paradójico que los máximos responsables de luchar desde las instituciones estatales contra las lacras antes mencionadas —corrupción e impunidad— resulten ser obstáculos y encubridores de actos contrarios a la normativa legal. ¿Cuáles son los elementos coincidentes que han provocado la desnaturalización de estas dos instituciones? Son varios los que tendríamos que destacar, no obstante uno sobresale entre todos los demás: el Partido de Coalición Nacional, PCN.
Más allá de cualquier consideración política partidaria en el marco de una anticipada campaña proselitista de facto, de cara a las elecciones a realizarse en marzo del 2003, nuestro interés apunta a evaluar el quehacer personal o institucional que promueve o violenta los derechos humanos de la población salvadoreña. Desde ese punto de vista, al hacer un balance de lo ocurrido durante los últimos meses anteriores, es posible determinar que buena parte de las actuaciones del PCN han afectado negativamente a la colectividad. De eso, nos centraremos en dos de los casos de más reciente actualidad.

En primer lugar, están las recientes pero sobre todo indignantes declaraciones del diputado Alejandro Dagoberto Marroquín, que se regaron por el país como la pólvora. Así, entre otras cosas, el legislador dijo que “las mujeres no deberían de estar en política” pues no tenían “la capacidad (para ello) y ni periodistas deberían ser”. El diputado “pecenista” culminó su intervención con una sentencia categórica: “una mujer debe estar en su hogar cuidando de sus hijos”. La oleada de reacciones en contra no tardó, especialmente, aquéllas provenientes de las organizaciones sociales feministas que tan arduamente trabajan en este campo. Pero, asimismo, tales ofensas provocaron una curiosa reacción entre los partidos políticos que en esos momentos daban a conocer sus candidatos para las próximas elecciones, intentando justificar —de forma apresurada y poco consistente— la reducida cantidad de mujeres que aspiran a los cargos que entrarán en disputa.

El autocalificado “antifemenino” Marroquín tuvo que presentar repetidas “explicaciones” y disculpas, más por cálculo electoral que por convicción. Sin duda, metió al partido en serios problemas cuando reveló públicamente lo que parece ser a tradicional concepción de la mujer por parte de la veterana organización política. No hace falta mencionar la larga lista de normas nacionales e internacionales atropelladas con tan pocas palabras. Lo que sí debemos evidenciar es la situación provocada por este legislador, al demostrar de nuevo el actual nivel de la “clase política” salvadoreña. Al parecer, para ocupar un escaño en el Órgano Legislativo no es necesario haber leído —no hablemos de haber estudiado y entendido— la Constitución, ni la legislación secundaria, como tampoco lo es el conocer la legislación internacional suscrita por nuestro país, vigente y de efectivo cumplimiento en la actualidad.

Lo que además denotan lo dicho por este diputado es su desconocimiento total de la grave situación de la mujer en nuestro país. “Sacralizar” el derecho a la “disciplina doméstica” en una intervención pública, es un error imperdonable que legitima ?aún más? críticas situaciones como las de la violencia intrafamiliar, transformadas hoy en auténticos actos de terror.

El otro hecho a destacar de la reciente actuación “pecenista” tiene que ver con el “amordazado” presidente de la Corte de Cuentas, Hernán Contreras. Conocida popularmente como la “casa del PCN”, dicha institución permanece siempre en el “ojo del huracán” por la clara obstrucción para el despliegue de sus capacidades por parte de la conducción de la misma, en aras del ocultamiento de la corrupción en el país. Pero la noticia, esta vez, no tiene que ver con la irregularidad en el manejo de la Corte. No; en esta ocasión, lo que mueve a la crítica es el “arreglo político” entre los partidos de la bancada derechista —ARENA, PCN y la Democracia Cristiana— mediante el cual se reformó la Ley Orgánica del ente contralor, destacando lo ocurrido con el controvertido artículo 46 de la misma. Así, a partir de ahora, se impedirá que los informes de auditoría no sean públicos hasta que —en un juicio de cuentas— se emita una resolución que exonere o condene al funcionario público objeto de investigación. Dicho en palabras más sencillas: nadie conocerá los actos de corrupción, pues las investigaciones de los mismos tardarán años en ver la luz pública.

Con esta medida, no sólo se desnaturaliza por completo la labor de la Corte de Cuentas que, según el artículo 195 de la Constitución, se encarga de la “fiscalización de la Hacienda Pública”; además, queda “sellada” por completo la “cloaca” de la corrupción. Hasta hoy, se “tapaba” con la elección de su presidente escogido —durante los últimos veinte años— de las filas del PCN. Ahora, con esta medida, el gran capital del país —el auténtico primer poder en El Salvador— avanza en sus aspiraciones encaminadas a su proyecto económico. No es casual, entonces, la “mordaza” puesta a la Corte de Cuentas, ya que de su “silencio adulterado” depende el éxito de los negocios de aquél.

Como ya es tradición, sólo habrá observaciones del Ejecutivo a estas reformas del Legislativo si los grandes medios de difusión del país así se lo exigen; si no, Francisco Flores no moverá un dedo para enmendar este atropello a la razón y a la democracia. De nada servirán los reclamos de otras organizaciones sociales al respecto.

Para colmo de males, a Hernán Contreras, no le salen las cuentas y le “llueven palos” por todos lados. Además de tener que “dar la cara” ante los medios para comentar las reformas legislativas, el Fiscal Especial para el tema de los “títulos fraudulentos” de abogados señaló al funcionario como uno de los rectores de las universidades involucradas en tales hechos ilícitos. Semejante imputación serviría, en cualquier otro país medianamente decente, para su cese fulminante; acá, en cambio, se le premia colocándolo al frente de la Corte de Cuentas para que “combata” la corrupción. ¡Por favor!

En definitiva, si tal reforma se consolida, estará en juego la transparencia del Estado; pero más importante aún, se estará dando otro golpe bajo a la confianza de la ciudadanía para evitar —con premeditación, alevosía y ventaja— su involucramiento en la necesaria contraloría social. No estamos ante una simple medida para proteger a “presuntos imputados”. Nos encontramos frente a reformas autoritarias que deliberadamente perpetúan el beneficio de unos pocos, en perjuicio de la mayoría. De las reacciones y propuestas que ante estos cambios se produzcan desde la sociedad salvadoreña, depende la posibilidad de construir en el país un verdadero Estado de Derecho, respetuoso de la dignidad de sus habitantes.

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