Aquiles Montoya

Ya habían transcurrido siete días desde el primer terremoto, cuando en el hospital de maternidad nació Miguelito. Fue el nacimiento número 666. La noticia de su natalicio se regó cual incendio en pradera veraniega azotada por el viento. Todo el mundo hablaba de su existencia y de sus características. Así como de su mensaje al nacer.

Miguelito nació con la piel arrugada, en verdad no parecía un bebé, sino un ancianito que se había ido encogiendo por el paso de los años. Tenía dientes y el pelo cano. Y al nomás abrir los ojos, como quien despierta de una larga pesadilla, manifestó:

"Siete males ha dispuesto Jehová para nuestro pueblo. El tiene la esperanza de que se ablande el corazón de piedra de los ricos y tengan por fin misericordia de los pobres. Pero de no ser así, todos pereceremos luego de sufrir larga y amargamente."

Ese fue el mensaje de Miguelito. No dijo ni una palabra mas. Luego de haber hablado, volvió a dormir. Eso parecía en un principio, pero la verdad es que yacía muerto en el lecho materno. Y ella, su madre, respiró tranquila, porque nadie había visto, lo que ella contempló con terror en la nuca de su hijo, claramente dibujada estaba la cifra cabalística: 666.

Todo lo que se dijo después son puras invenciones de la gente. El mago Manci, fue el primero que intentó descifrar el claro mensaje de Miguelito y haciendo cuentas no muy claras, luego de consultar la posición de los astros, declaró: De los siete males, ya padecimos, al menos tres, el dengue hemorrágico, el rota virus y el terremoto. Lo que nos falta, hasta donde yo alcanzo a leer, es otro terremoto, un maremoto, la erupción de uno o dos volcanes y el hundimiento de parte de Centro América.