Rafael Rodríguez Díaz

Si algo ha identificado de modo notorio a este medio que va desde 1930 a 1979 es su carácter explosivo: prácticamente, en cada una de las décadas ahí comprendidas, han acaecido verdaderas explosiones (de índole económica, social y aún cultural) que han removido los cimientos mismos de las sociedades centroamericanas. Así, durante la década de los 30 se dieron levantamientos y huelgas en varios países del área; los 40 fueron testigos de la Segunda Guerra Mundial; a finales de los 50 ocurrió la victoria de Fidel Castro en Cuba, y sus repercusiones se sintieron en la región durante las décadas siguientes. Finalizando los 60, se enfrentaron los ejércitos de Honduras y de El Salvador. A lo largo de los 70 se incrementa el accionar guerrillero en algunos países centroamericanos, y termina la década con el triunfo de los sandinistas en Nicaragua.

Las ondas explosivas de tales eventos han removido las bases de la sociedad centroamericana entera: las élites dominantes han debido revisar sus métodos de dominación, y hasta en los estratos de la población más marginados y extraños se han hecho sentir los efectos de tales sacudidas: unas veces, para sumirlos más hondamente en su situación de marginalidad; otras, para lanzarlos a una participación más protagónica en la vida social, política y cultural. Los sectores medios, por su parte, también se han visto afectados: su deseo de contribuir a la solución de los problemas sociales los ha llevado algunas veces a lanzar propuestas verdaderamente originales e innovadoras en los ámbitos de la política y la cultura; aunque, claro, estas iniciativas han debido, por lo general, estrellarse contra los intereses de los sectores más poderosos de la sociedad.