Proceso 1238
Abril 25, 2007

Francisco Javier Ibisate (1930-2007),
universitario cabal In Memorian

    La muerte de un ser querido siempre es difícil de asimilar. Sabemos que esa persona ya nunca va estar con nosotros; que el espacio que ocupaba quedará vacío, aunque poblado de sus recuerdos y memoria. Ese vacío, recuerdos y memoria serán más significativos –más sentido el primero y más intensos los segundos y la tercera—  cuánto más rica e intensa haya sido la vida de la persona que ha muerto. Y es que la muerte no puede separarse de la vida, no sólo porque aquélla culmina biológicamente a esta última, sino porque en la muerte se valora el significado total y pleno de la vida de una persona.
    La pérdida irreparable del P. Francisco Javier Ibisate, el 24 de abril de 2007, casi obliga a una reflexión como la anterior. Porque su muerte nos confronta con su vida. Y ciertamente la vida del P. Ibisate fue sumamente rica. Vamos a centrarnos aquí en lo que mejor expresa la riqueza vital del P. Ibisate: su talante universitario. Hay muchas formas de ser universitario y hay quienes asumen bien una de esas formas. Sin embargo, ser universitario integral es algo que cuesta y que, en realidad, no está al alcance de cualquiera. Son muchos los requisitos que se necesitan para ello. No sólo se trata –aunque eso no puede faltar— de conocimientos o de habilidades, sino de algo más profundo: se requiere de vocación, la cual sólo es auténtica si está alimentada por una enorme sensibilidad hacia las necesidades de los demás.
    Francisco Javier Ibisate fue un universitario integral. Su saber económico era amplio y sólido. Sus escritos son la mejor prueba de ello. En su producción hay rigor académico, pero hay también pasión por el conocimiento. Afán por conocer más y mejor los problemas económicos de El Salvador –su compromiso fundamental— y por cómo esos problemas se imbrican con los intereses políticos; afán por leer e interpretar la situación de la economía salvadoreña y sus perspectivas a la luz de un entorno económico-político mundial globalizado; afán por aprender las grandes lecciones de la historia mundial reciente, sobre todo del colapso del socialismo real, a partir de las frustradas reformas de Mijail Gorbachov. Estos fueron los campos de batalla intelectual del P. Ibisate. No hubo en estos empeños ni provincianismo ni reduccionismo, sino una elaboración crítica del saber económico. El saber por el saber le fue ajeno, porque era conciente de que el conocimiento debe incidir en la realidad, para transformarla y humanizarla. Esta es una clave de lectura de su producción escrita. Quienes lean sus textos y quieran aprender de ellos se encontrarán con un saber comprometido, pero no por eso carente de rigor científico y conceptual.
    Un saber transformador no sólo debe ser un saber bien fundamentado, sino un saber compartido, socializado. La producción escrita del P. Ibisate –ciertamente abundante— responde a este interés suyo por compartir el saber. Con todo, donde mejor se concretó esa intención fue en su labor docente. En efecto, una de las principales actividades académicas a las que se dedicó el P. Ibisate fue la docencia universitaria. Tantas energías y tanto tiempo dedicados a la enseñanza en la UCA van a hacer que a él se le recuerde básicamente como profesor. Y ello porque él tenía la capacidad de comunicar saber. Obviamente, si sólo hubiera comunicado contenidos intelectuales —conceptos, teorías, métodos— se hubiera quedado sólo con ser un buen (o incluso un excelente) profesor. Pero en él había algo más: la docencia lo apasionaba, al igual que lo apasionaba el saber, y él sabía contagiar esa pasión a quienes lo escuchaban. Apasionar a otros por el conocimiento nunca ha sido tarea fácil. Es algo que sólo los maestros pueden hacer.
    Francisco Javier Ibisate fue un maestro, en el sentido más profundo de la expresión. Lo fue porque supo contagiar su pasión por el conocimiento y su pasión por enseñar —no sólo transmitir— ese conocimiento a otros y otras. Nadie que pasara por sus clases se podía sustraer a ese apasionamiento. Nadie que lea sus escritos puede quedar indiferente ante sus formulaciones. Apasionado del saber, apasionado de la enseñanza. Eso fue el P. Ibisate. Y pudo serlo porque la suya era una vocación universitaria auténtica, no nacida de una opción escogida entre varias igualmente aceptables, sino de una opción que estuvo por encima de cualquier otra. No hay otro modo de entender su dedicación a la universidad, no hay otra forma de entender su empeño porque su trabajo universitario, principalmente docente e investigativo, fuera de la mejor calidad. 
    La vocación universitaria del P. Ibisate estuvo alimentada por un compromiso ético indiscutible. Un compromiso con las víctimas de ordenamientos económicos injustos, ordenamientos que no sólo había que explicar, sino transformar. Como intelectual, el P. Ibisate se situó en la línea de los grandes economistas críticos, para los cuales la ciencia económica es más que una mera técnica —o un mero conjunto de fórmulas neutras—.  Es un saber al que no le son ajenos ni los conflictos de poder ni los intereses grupales o de clase. Es decir, es un saber que puede ser puesto al servicio de procesos deshumanizadores o, por el contrario, al servicio de cambios que vayan en la línea de construir sociedades más justas y equitativas. Él se situó en este último horizonte y se mantuvo en él, dando una lección de decencia a otros profesionales de la economía que, en la primera oportunidad, renunciaron al ejercicio crítico de la disciplina en la que se habían formado. 
    Otro modo de decir lo anterior es que el P. Ibisate fue un universitario cabal. Lo mejor de la UCA es inseparable de su contribución intelectual y moral. Su partida definitiva duele en lo más profundo. Pero su recuerdo —todo el bien que hizo como hombre de saber— es acicate para continuar con la tarea que él dejó avanzada, pero no terminada: elaborar conocimientos —en su caso conocimientos económicos— que respondan a las necesidades e intereses de los sectores sociales más desprotegidos y vulnerables.

 

P. Francisco Javier Ibisate, S.J., 1930-2007

    El Padre Ibisate acaba de morir hace media hora. Era previsible, pero mucha gente está llorando. Ante todo fue un hombre bueno y muy querido. Dios nuestro Señor le está diciendo: “Muy bien, siervo bueno. Entra en el gozo de tu Señor” (Mateo 25, 23). 
    Murió con la serenidad y dulzura con que había vivido. Se despidió de los presentes, el Padre Chema Tojeira y la Dra. Miny Ester Romero, y les pidió que le despidieran de su familia en España. Manifestó que iba a unirse con Mons. Romero y con sus Hermanos Mártires. Y quedó en la paz del Señor.  Verdad es lo que decían nuestros hermanos mayores desde el principio: “Dichosos los que mueren en el Señor”.
    Javier Ibisate, el padre Ibis, llenó los 76 años de su vida de fidelidad a Dios. La hizo transparente de muchas maneras, y cualquiera que le viese celebrar la eucaristía y predicar homilías, quedaba convencido de que Dios fue una realidad muy real y muy cercana para él. Escuchó la llamada de Dios y entró de jesuita en Loyola. Un año después escuchó otra llamada y se vino a El Salvador. Aquí se encontró con Dios de muchas formas, y se dedicó todos los fines de semana a celebrar eucaristías en varias parroquias, en San José del Pino, en El Calvario, sin ninguna rutina, sino con la alegría de juntarse con sus hermanos y hermanas ante Dios.
    Como muchos otros, su devoción a Monseñor Romero fue total, cariñosa y agradecida. Y en él veía a Dios, como bien lo dijo un compañero suyo, Ignacio Ellacuría: “Con Monseñor Romero Dios pasó por El Salvador”.
    Fue también hombre de Iglesia, con sencillez y naturalidad. Citaba con frecuencia a Medellín y Puebla, y las encíclicas sociales de Juan Pablo II. Le ponía contento que la Iglesia hablase bien de estos temas importantes para la gente: la justicia, la verdad y la vida para las mayorías pobres. Gozaba cuando la Iglesia se entregaba de verdad a los pobres. Amó a los mártires, hombres y mujeres. Y en los últimos días mencionó con frecuencia a María Julia Hernández, totalmente dedicada a los derechos humanos de los pobres y de las víctimas.
    Le gustaba mucho la expresión “Iglesia de los pobres”, a veces atacada cuando era llamada “Iglesia popular”. Con su humor característico salió en su defensa: “Si la Iglesia “popular” no es verdadera Iglesia, ¿cuál será? ¿La “impopular”?” No era irrespeto, sino veneración y agradecimiento a esos miles de pobres y oprimidos, víctimas y mártires, que forman las iglesias de nuestro país. Por ellos sintió gran compasión.
    Sufrió mucho cuando veía que algunos –en ocasiones antiguos alumnos o discípulos— no tomaban partido por los pobres, sino por los opulentos. Su profecía, de acuerdo a su temperamento, podía parecer suave, pero era firme y certera. Al presidente de Estados Unidos y a la plana mayor de su gobierno los zahirió sin remilgos. Cuando sus manifestaciones en los periódicos le sacaban de quicio, desenfundaba el bolígrafo, dibujaba un círculo alrededor de los párrafos más irritantes y decía en voz alta: “mentirosos”.
    Creyente en Dios, creyó también en el potencial de los seres humanos, de todos.  Por Gorbachov –y la perestroika—   sentía debilidad. La última vez que hablé con él, hace cinco días, me dijo: “Gorbachov es un gran creyente. Para él lo más importante es la persona humana”.
    En los últimos años escribió innumerables artículos sobre la economía mundial desde la perspectiva de los pobres. Era la opción por los pobres de un intelectual. En ECA y en la revista Realidad publicaba artículos científicos. En Carta a las Iglesias y en Orientación publicaba artículos más comprensibles y al alcance de todos. No podía ocultar el gozo con que escribía estas cosas y la alegría cuando se las publicaban. Su ilusión era aportar un grano de arena para que prosperase la verdad y la vida. En Davos no vio solución, ni arrepentimiento ni propósito de enmienda. Porto Alegre, Mumbay, Nairobi le animaban a la esperanza. Llegará el día en que “otro mundo será posible”.
    Como economista, a veces hablaba con mucha verdad y también con mucho gracejo. “El problema del país no es el salario mínimo, sino el salario máximo. Sobre éste hay que legislar y ponerle límite”.Y con gracejo enmendaba la plana a  economistas sesudos que inventan nuevos lenguajes como si con ello se arreglasen las cosas. Han inventado, por ejemplo, los “petrodólares”. Pero el Padre Ibisate inventó un lenguaje más certero y más humano: “los pobredólares”. Que las remesas no hagan olvidar el sudor y la sangre de tantos salvadoreños y salvadoreñas.
Creo que el Padre Ibisate ha sido el jesuita más conocido y más querido dentro de la Universidad. Enfrascarnos en una discusión sobre este punto sería absurdo, y ningún compañero suyo lo pondrá en duda. Por sus cuarenta años en la UCA, por el gran número de estudiantes que pasaron por sus aulas y por su decanato de Economía, muchos y muchos le recuerdan como el Padre Ibis, gozando en darles clase, animándoles –“hijita”—, rompiéndose la cabeza en buscar aulas para todos en años de precariedad de locales.  Con las secretarias, las señoras de la limpieza, los trabajadores más sencillos fue especialmente atento. La gente pobre se le daba bien. Eran como de la familia.
    Y como si no tuviese pocas cosas que hacer, aceptó  ser párroco de la Capilla de la UCA. Su nombre oficial es la de “Jesucristo Liberador”, aunque se le solía conocer como “Capilla Monseñor Romero”. Allí están enterrados sus seis compañeros mártires, y desde hace año y medio el Padre Jon Cortina. Con todos ellos vivió y trabajó.
    Lilia, “la buena de Lilia” como él solía decir, estaba llorando esta mañana. “Cuántas veces he preparado la capilla para que el Padre Ibisate dijese la misa para un difunto. Y ahora le vamos a recibir a él”. Nos cuenta también que, por más ocupado que estuviese, siempre encontraba un tiempo para un bautizo o entierro. Lilia no olvidará cuando su hija cumplió quince años. El Padre Ibisate le dijo: “tengo una reunión, pero igual salgo antes”. Salió y celebró la misa. Y también tenía tiempo –y paciencia— para hacer matrimonios de estudiantes de la UCA. Un día, bajo la lluvia, esperó a la novia, que llegó con cuarenta minutos de retraso.
    Quiero terminar con un recuerdo personal, que comprenderán los de mi generación, los jesuitas sobre todo. En los años setenta, después de Medellín, no todos los jesuitas pensábamos igual. A Ibisate le asustaba un poco la radicalidad de Ellacuría con las nuevas ideas sobre la misión de la Iglesia, la denuncia profética, y todo lo que iba dejando Medellín, en 1968, y la Congregación General XXXII, en 1975. En lo sustancial estaba de acuerdo, pero le hacían sufrir las tensiones internas que eso generaba entre nosotros. Todo cambió el 12 de marzo de 1977, cuando asesinaron a Rutilio. El amor de Rutilio Grande por los campesinos y su sangre derramada nos dio a todos más luz, también a Ibisate, y nos hizo a todos los jesuitas más hermanos. La tensión se tornó en una amistad más profunda. La persecución no distinguía entre jesuitas y las bombas cayeron sobre todas nuestras casas.
    El 16 de noviembre Ibisate lloró a sus hermanos muy queridos, y a las dos mujeres. Ahora descansan en la misma capilla de la UCA. De distinto temperamento, unos más radicales, otros más afables; de distintos conocimientos, unos más filosóficos, otros más económicos; de distintos apostolados, unos ejerciendo más el ministerio sacerdotal, otros reflexionando más sobre la palabra de Dios, todos fueron hermanos. Esa es la herencia que nos dejan a todos. Y creo que es una herencia muy especial para los jesuitas de El Salvador.
    Cuando asesinaron a las ocho personas de la UCA, hubo que buscar una bienaventuranza para cada una de ellas. Me acaban de pedir una cita bíblica para la esquela del Padre Ibisate. Valdría cualquiera de las ocho bienaventuranzas, pero como ya tienen dueño me he decidido por las siguientes palabras de Jesús con las que he comenzado:

    “Muy bien, siervo bueno. Entra en el gozo de tu Señor”  (Mateo 25, 23).

 

 

 

 

El legado del Padre Ibisate:
economía con rostro humano

    Este martes 24 de abril falleció el padre Francisco Javier Ibisate. El padre arribó al país en 1966 –a sus 36 años de edad– y fue, en diferentes periodos, rector, decano de la Facultad de Economía y Ciencias Sociales, jefe y docente del Departamento de Economía de la UCA. Durante todos estos años educó a varias generaciones de abogados, administradores de empresa, contadores y, especialmente, economistas. Estos últimos tuvieron el privilegio de cursar un mayor número de materias con él, pues muchos de sus cursos fueron materias especializadas de la carrera de economía.
    El P. Ibisate fue una persona noble, un sacerdote muy espiritual y un economista preocupado por la dignidad humana. Con su forma tan particular de tratar a sus alumnos e instructores se ganó el aprecio de ellos; incluso la de aquellos que más de alguna vez recibieron un reclamo por la falta de atención en clase o por leer “suavemente y sin buena dicción” algún párrafo de su libro Sistemas económicos comparados: apuntes-guías para el curso.
    En la última década, Ibisate fue catedrático de los cursos de “Introducción a la economía (I y II)”, “Sistema económicos comparados”, “Entorno económico mundial” e “Historia económica”. Sus clases eran singulares porque el P. Ibisate podía moverse con facilidad entre la teoría económica y la realidad socio-política con el fin de aclarar los conceptos y las teorías. Así, sus clases de “Introducción a la economía” no fueron cursos tediosos en los que sólo se escuchaban teorías y conceptos, sino que tomaba una serie de ejemplos de la realidad del país para afianzar el conocimiento en sus alumnos y alumnas. Por esa razón, muchos estudiantes de economía anhelaron ser sus instructores; y, aquellos que lo fueron, tuvieron la bonita experiencia de ver nuevamente lo que habían aprendido años atrás, pero aplicado a un nuevo entorno económico y social. Es más, varios estudiantes de cuarto y quinto año de economía –ya no como instructores– tuvieron cierta debilidad por entrar de oyentes a sus clases, porque parecía que el P. Ibisate siempre tenía algo nuevo que decir, aún cuando explicaba las mismas teorías y conceptos que se habían aprendido años atrás.
    Como buen académico, el P. Ibisate combinó la enseñanza y la investigación. Fue así cómo muchas de sus investigaciones sirvieron de texto en algunos temas específicos en sus clases. Por ejemplo, en el tema de las matrices intersectoriales el documento guía de la clase fue, por varios años, su investigación sobre “El Modelo Económico Salvadoreño en la Matriz Insumo-Producto 1978”. Constantemente, decía que en ellas estaba la “receta de cocina de la tía María”, dando a entender que allí estaba la forma adecuada de combinar los factores de producción para reactivar la economía. Explicaba como él y otros colegas habían pasado mucho tiempo trabajando en hacer esas “grandes sábanas” para que después el gobierno las dejara empolvarse en la biblioteca del Banco Central de Reserva.
    En 1997, el padre Ibisate estuvo muy ocupado, pues fue rector y decano del Departamento de Economía y Ciencias Sociales. En esa época periodistas de distintos medios de prensa deseaban una entrevista para que les explicara la situación económica del país. Entre tanta ocupación, él siempre tuvo una oportunidad para ellos. Una vez, explicando la naturaleza científica de la ciencia económica, dijo que, a diferencia de las ciencias naturales, la economía no tenía otro laboratorio que no fuera la misma realidad. Por esa razón, decía a los periodistas que si querían conocer mejor la situación económica del país, también tenían que entrevistar a los trabajadores y a las amas de casa sobre los salarios y la economía familiar.
    De sus cursos, el de “Sistemas económicos comparados” fue uno de los más interesantes. En él mostró su amplio conocimiento sobre el funcionamiento de los socialismos reales y el capitalismo. Destacó cómo ambos sistemas atropellan la dignidad de los seres humanos, por lo que se hacía necesaria la búsqueda de una especie de “tercera vía”. Es decir, una “economía con rostro humano”. En esta búsqueda tuvo como referentes a aquellos que lucharon por reformas al interior del sistema socialista, principalmente a Ota Sik y Mikhail Gorbachov. Ambos, pensaba, hacían una autocrítica al sistema socialista, algo que ni de lejos se vislumbraba en los teóricos y apologetas del capitalismo.
    El debate acerca de los sistemas económicos lo llevó a escribir sobre el dilema entre planificación estatal y mercado. Con lucidez supo superar la contradicción que otros veían en el tema, diciendo que tanto los excesos del Estado como del mercado dañan la dignidad humana. Por esa razón, sostenía, la teoría económica debía superar ese dilema poniendo en primer lugar a los seres humanos, ya que, antes de preocuparse por las instituciones sociales –Estado o mercado–, la economía debía tener como eje de sus reflexiones a hombres y mujeres concretos.
    En los años noventa, y después de la firma de los Acuerdos de Paz, el P. Ibisate dedicó gran parte de su tiempo a reflexionar sobre el modelo económico más adecuado para alcanzar el crecimiento, y, sobre todo, la cohesión social en El Salvador. En el marco del Foro de Concertación Económico y Social esa preocupación fue mayor, pues notaba que las reformas económicas de principios de la década no estaban beneficiando a los más pobres. En clases, de una manera amena y detallada, explicó como el IVA impactaba con mayor fuerza en los sectores de escasos recursos, mientras que la reducción de la carga en el impuesto sobre la renta beneficiaba a los grupos de altos ingresos.
    En la búsqueda por un modelo económico diferente, no dejó de sentir cierta afinidad por la planificación indicativa francesa. De ese modelo le gustó la forma como los sectores empresariales, gobierno y representantes de la sociedad civil se pusieron de acuerdo sobre los temas económicos más importantes. Ibisate decía que ese modelo no podía verse como una economía de planificación centralizada porque el ordenamiento económico no fue impuesto por el Estado –“desde arriba”, como él decía–, sino que fue objeto de un consenso entre los distintos sectores sociales, económicos y políticos. Al igual que Francia, sostenía, el país necesita que todos los sectores participen para delinear los nuevos rumbos de la economía.
    Debido a su inclinación por la planificación indicativa, resintió el cierre del MIPLAN, pero también albergo esperanzas con los documentos del Plan de Nación. De igual forma, celebró el primer informe del PNUD para El Salvador Estado de la Nación en Desarrollo Humano, pero con el tiempo vio como las políticas económicas no estaban en sintonía con los resultados de estos informes.
    En los últimos años, quizás por la entrada del país en el proceso de globalización y la designación como profesor de una nueva materia –“Entorno económico mundial”–, se dedicó a la investigación de la política económica internacional. La mayor parte de sus últimos escritos hablan del Foro de Davos, la OMC, el FMI, el BM y la reforma de la ONU. La preocupación por la economía mundial también le llevó a reflexionar sobre los problemas del Medio Ambiente. En 2001, su discurso de aceptación del doctorado Honoris Causa que le fue otorgado por la UCA versó sobre la política económica internacional y la importancia de no perder la esperanza de que “otro mundo es posible”.
    En esta última etapa, aparentemente el P. Ibisate se interesó más por la política económica internacional que la nacional, pero lo cierto es que sabía que el país había concedido, poco a poco, parte de su política económica a poderes internacionales mediante los TLC y la dolarización. Por esa razón, sus escritos se enfocaban a luchar por cambios no sólo a nivel nacional, sino también en los organismos coordinadores del proceso de globalización. Una lectura de sus últimos escritos revela su capacidad en establecer vínculos entre la política económica internacional y la situación del país. En otras palabras, debido a que en el nuevo siglo el país había entrado de lleno en el proceso de globalización, él amplió su campo de investigación porque vio cómo los sectores más pobres eran afectados por los intereses de algunos empresarios y entidades internacionales.
    La muerte del P. Ibisate tiene una relevancia muy particular en la actualidad. Desde los años noventa a la fecha, la mayor parte de economistas latinoamericanos se han vuelto “tecnócratas” que han olvidado la dimensión social de la economía. Preocupados únicamente por los problemas de eficiencia y eficacia, han olvidado que la disciplina también debe servir para hacer valer la dignidad humana. En medio de estos cambios en el paradigma económico, el padre Ibisate siempre tuvo como centro de sus reflexiones al ser humano. Ojalá que las nuevas generaciones de economistas puedan recobrar este espíritu, de forma que el saber económico contribuya a los cambios que el país necesita.
Una evaluación al RNPN

    En 1995, el Estado salvadoreño acordó, mediante decreto legislativo, la creación del Registro Nacional de las Personas Naturales (RNPN), que incluía un nuevo sistema del manejo de información. Según el gobierno, la puesta en marcha de esta nueva institución traería mayores beneficios, tanto para la población como para el Estado mismo. Por un lado, con el RNPN se centralizaba la administración y registro de datos, al tiempo que se creaba una nueva herramienta para el manejo de la información. Por el otro, traería facilidades para sistematizar y actualizar el padrón electoral utilizado en los comicios, lo cual a su vez garantizaba mayor transparencia y exactitud en el manejo de los datos.
    Una de las funciones de esta nueva entidad sería la de administrar la información relativa al estado jurídico y civil de los ciudadanos. Para ello, en 2001, el gobierno de El Salvador adoptó el Documento Único de Identidad (DUI) como principal fuente de identificación personal para los salvadoreños y salvadoreñas. Ello supuso, de manera inmediata, la invalidez de la antigua cédula de identidad personal, cuya emisión era una competencia ejercida, hasta ese año, por las alcaldías municipales; así como la nulidad del carné electoral extendido a los ciudadanos para que ejercieran el sufragio, atribución del Tribunal Supremo Electoral.
    Tras un proceso de licitación, el RNPN, bajo la tutela inmediata del Ejecutivo, contrató a una empresa particular -—DOCUSAL, fundada con capital mexicano y salvadoreño— para la implementación del nuevo mecanismo.
    Así, lo que antes era una responsabilidad del Estado —la identificación, administración y emisión de datos de la ciudadanía— pasó a formar parte de los servicios públicos otorgados a manos privadas, en el marco de la puesta en marcha de medidas económicas neoliberales de los gobiernos de ARENA.
    Lo anterior es, pues, una muestra más del afán del partido gobernante por reducir el papel del Estado, al eliminar o reducir algunas de sus funciones, hasta convertirlo sólo en un ente regulador del intercambio comercial.
    Si bien el RNPN vigila el desempeño de DOCUSAL, desde el inicio del contrato, la población y los medios de comunicación han señalado, una y otra vez, las deficiencias en el servicio prestado por la empresa, sin que el Estado haya ejercido, hasta el momento, un control firme y eficiente. No obstante, como más adelante se señala, el RNPN no ha estado exento del manejo arbitrario y a discreción de parte del gobierno y, mucho menos, de señalamientos sobre la calidad de su desempeño.

Deplorable servicio
    La necesidad de un sistema mejorado de registro de información ciudadana nunca ha sido cuestionada, al igual que existe un consenso sobre las ventajas que este trae para el país. Sin embargo, sí es cuestionable que el Estado haya renunciado a la distribución del nuevo documento de identidad personal, y decidiera conceder esta tarea a una empresa privada.
    Para justificar este hecho, los dirigentes del gobierno suelen atribuir que el servicio prestado por manos privadas es mucho más eficiente que aquel facilitado por el Estado. No obstante, esta aseveración pierde valor al comprobar que la prestación de servicios o la emisión de bienes públicos con lógicas empresariales, en nuestro país, muchas veces es ineficiente.
    La reciente controversia entre el RNPN y DOCUSAL por el incumplimiento de contrato de parte de la última es un buen ejemplo de la ineficacia de la empresa privada. Entre los señalamientos contra DOCUSAL destacan, entre otros, el deplorable servicio al usuario; la falta de cobertura territorial, tal como lo estipulaba el contrato; y la pésima calidad del documento, lo cual produce gastos onerosos para los ciudadanos.
    Al examinar con detalle el desempeño de DOCUSAL salta a la vista que la empresa ha sido más que beneficiada durante el periodo del contrato, pues recibe $10 de parte del Estado por cada DUI emitido. Por otro lado, mucho se ha criticado la falta de gratuidad en la emisión del documento, pues la reposición de este tiene un costo elevado.
    En vista de estas irregularidades, el RNPN ha demandado por un monto de $100 millones a DOCUSAL, debido al incumplimiento de contrato. Por su lado, DOCUSAL también demanda se le pague $16 millones en concepto de pérdidas debido a la extensión de la vigencia del documento. Sin embargo, ya un juzgado falló a favor de la empresa, al señalar que esta controversia debe dirimirse, en primera instancia, a través del arbitraje y no mediante la vía judicial.

Ausencia de control efectivo
    La demanda interpuesta por el RNPN es una respuesta aceptable y esperada ante el incumplimiento de la empresa. No obstante, es sospechoso que la entidad gubernamental haya decidido actuar hasta este año, pues las denuncias e irregularidades han sido una constante durante el periodo de gestión de la empresa.
    De lo anterior, podría deducirse que, durante la vigencia del contrato, la empresa ha obtenido facilidades de parte del gobierno para obtener la mayor cantidad posible de ingresos económicos. En ese sentido, cabe preguntarse ¿por qué es tan extenso el periodo de contrato entre la empresa y el RNPN? ¿Por qué no se incluyeron mecanismos de evaluación constante al desempeño de la empresa, con periodos temporales más cortos? ¿Por qué la vía judicial debe ser la última medida a tomar en contra de la empresa? ¿Por qué las condiciones del contrato parecieran ser tan ventajosas para la referida compañía? En definitiva, ¿qué relación existe entre los inversionistas de la empresa y el partido gobernante?
    Así las cosas, la controversia actual deja a la vista el reducido papel del Estado frente a las empresas privadas. Aun cuando existan mecanismos legales de mediación, las condiciones del contrato tienden a ser muy flexibles y favorecen a las empresas en detrimento del interés general, pues se trata de un servicio público, que debe ser cumplido a cabalidad por el Estado. Por tanto, esta institución debe ser revisada a profundidad en su funcionamiento, potestades y capacidades de control.

Servilismo partidista
    Por otro lado, el RNPN también ha sido acusado de falta de transparencia, ya que su principal función es mantener un registro fiel y actualizado de la información sobre los ciudadanos, mismo que es usado en las coyunturas electorales, a fin de organizar el padrón electoral.
    En primer lugar, es necesario destacar que la jefatura del RNPN depende de manera directa del Ejecutivo, es decir, personal de confianza de casa presidencial está al frente de la institución y es responsable del manejo de la información de los ciudadanos. Por ser esta una tarea delicada, y que se puede prestar a manipulación para fines políticos, sociales y económicos en general, debe existir una fuerte independencia entre esta entidad y cualquier otra institución gubernamental, ya sea el Ejecutivo o, incluso, intereses partidistas.
    En ese sentido, tal y como la anterior gestión a cargo de Félix Safie, actual Fiscal General de la República, demostró, el RNPN es una vía abierta para la manipulación electoral de los datos, tal como en su momento denunciaron algunos partidos políticos y otros sectores sociales.
    Estos señalamientos, además de empañar la imagen de la institución, son una muestra de la falta de transparencia e independencia de estas entidades autónomas, ya sea de intereses político-partidistas o de los intereses económicos de algunos cuantos involucrados en el negocio del documento único de identidad.

Costa Rica: Expectativas sobre  posible
referéndum contra el CAFTA

    Antes de iniciar este análisis, es prudente mencionar que la figura del referéndum puede ser entendida como una institución política mediante la cual el cuerpo electoral opina, aprueba o rechaza una decisión de sus representantes elegidos para asambleas constituyentes o legislativas. (Pérez Pérez, Alberto, 1987). En la academia es considerada como una manifestación de la democracia constitucional en la cual el pueblo organizado en cuerpo electoral participa en el proceso de ejercicio del poder de forma directa.
    Todavía se discute la naturaleza jurídica de esta participación popular en la formación de la ley y se considera como un acto de ratificación, desaprobación o de decisión. La doctrina se inclina a considerarlo como “un acto de decisión autónomo” del pueblo. Porque, la decisión tomada del proyecto que ha sido consultado da origen a la ley que se pretende instaurar y solo adquiere validez cuando ha sido aprobada.
    Hay que mencionar también que el término reféndum todavía se utiliza y confunde con la categoría del plebiscito, que consiste en una consulta directa al electorado, pero no sobre una decisión legislativa, sino sobre algún asunto de excepcional importancia para el pueblo, sobre materias estrictamente políticas. En el siglo XIX, la popularidad del referéndum decreció, seguramente por su desprestigio al ser usado por fuerzas dictatoriales y ser relacionado con los plebiscitos. Sin embargo, no hay unanimidad de criterios para definir uno y otro.

El posible referéndum     
    El pasado 24 de abril el Tribunal Supremo de Elecciones de Costa Rica, aprobó la autorización de la recolección de firmas para convocar a referéndum vinculante para la ratificación del CAFTA. Ahora faltará recoger en un plazo de 9 meses las firmas del 5% de personas inscritas en el padrón electoral. Y, posteriormente, lograr en  la votación del referéndum al menos el 40% de votos de los ciudadanos inscritos en el padrón para que sus resultados sean vinculantes, es decir, de acatamiento obligatorio para la Asamblea Legislativa. El referéndum fue incluido en la Constitución de Costa Rica, el 16 de mayo de 2002, y la ley que permite su aplicación, fue aprobada en 2006. A la fecha, no se ha realizado una consulta popular de este tipo.
    La iniciativa de someter a consulta popular el CAFTA ha llevado a algunos sectores, como el partido Movimiento Libertario, a sostener que el referéndum no puede ser aplicado al TLC, debido a que la Ley Reguladora del Referéndum, en su artículo 2, dice que “no podrán someterse a este tipo de consultas proyectos de ley sobre materias presupuestaria, tributaria, fiscal, monetaria, crediticia, de pensiones, seguridad, aprobación de empréstitos y contratos ni actos de naturaleza administrativa”. Y voceros de ese partido han argumentado que  el CAFTA, al tener una sección de desgravación arancelaria, entraría en el ámbito “tributaria”, por lo cual no debería ser sometido a un referéndum.
    No obstante, Jorge Enrique Romero, Director del Instituto de Investigaciones Jurídicas de la Universidad de Costa Rica, afirma que el contenido del tratado es muy amplio y “no sólo contempla aranceles sino seguros, inversiones, servicios profesionales, salud, educación”. En ese sentido, el Rector del Instituto Tecnológico de Costa Rica (ITCR), Eugenio Trejos, ve en el referéndum “una salida respetuosa de la institucionalidad democrática que evitaría una confrontación social en el país en torno al TLC”.
    Por otra parte, y en sintonía con esas discusiones, el Departamento de Servicios Técnicos de la Asamblea Legislativa indicó, en junio del 2006, que la consulta sobre el tratado a los pueblos indígenas de Costa Rica es de carácter obligatorio. Esa consulta a los indígenas implicaría traducir las casi 4.000 páginas del CAFTA  a las lenguas autóctonas costarricenses y debe  llevarse a cabo antes de convocar a un referéndum.
    Lo cierto es que, en Costa Rica, el tema es coyuntural y está sujeto, según analistas, a varias circunstancias, que llevan a muchos sectores a  desconfiar del referéndum, argumentado que “el gran capital nacional y extranjero y los medios de comunicación podrían manipular la consulta” por lo cual es considerado “un arma de doble filo”. Por eso –y por otras razones—  todavía no existe  consenso entre los y las costarricenses sobre la forma de llevar a cabo esa propuesta de una manera transparente y democrática.Algunos sectores proponen ir a las urnas para realizar la consulta; otros sugieren que debe ser definido en las calles, pues la opción electoral presenta una serie de riesgos –especialmente por la manipulación que podría generarse a través de la propaganda previa a la elección—. Además está el problema de las posibles amenazas a los trabajadores por parte de los empresarios, para que voten por una determinada manera.
    En ese contexto, el panorama suscitado ante la posibilidad de un referéndum si bien arroja esperanzas para no ratificar el CAFTA,  también lleva aparejada la posibilidad de legitimar su ratificación. Y ello, evidentemente, provoca cierto temor tanto a quienes no desean que se ratifique como a los que insisten en su ratificación. Con todo,  aunque el referéndum goza de crédito en ciertos círculos de poder, porque el procedimiento es fácilmente distorsionable, conserva su intrínseco carácter democrático  y es un medio de participación política dirigida a influir en la formación de la política económica  del gobierno costarricense.

 

Crecimiento económico sí,
pero los ciudadanos no lo perciben...

    El año 2006 cerró con una noticia positiva sobre la economía del país, por lo menos visto desde los ojos del gobierno y algunos sectores empresariales. Las autoridades anunciaron que en el año 2006, la economía del país creció 4.2 por ciento, lo que supera al 2.8 por ciento con el que cerró el año 2005. Esto fue celebrado como un gran logro y también fue interpretado como una evidencia indisputable del éxito del modelo económico salvadoreño. No obstante, otros sectores de la economía y analistas han tratado los datos oficiales con más sobriedad. Mientras algunos cuestionan la confiabilidad de las cifras, otros nos recuerdan las debilidades de la economía salvadoreña, tal como el hecho de que el crecimiento no es resultado de una mayor productividad, sino que se debe principalmente a un incremento de las remesas, lo que a su vez aumenta el consumo. Así, la economía no es sostenible, y al contrario es vulnerable a diferentes tipos de “shocks”.
    Tampoco los ciudadanos comparten el optimismo de las autoridades. Al contrario, al cerrarse el 2006, el 52.8 por ciento de la población opinó que la situación económica del país había empeorado ese año, y sólo el 7.1 por ciento pensó que había mejorado. También la percepción negativa sobre la economía del país ha tendido a incrementarse los últimos años, ya que en el 2003, el 41.9 por ciento opinó que había empeorado, contra un 13 por ciento que había percibido algún mejora ese mismo año. Estas percepciones reflejan por un lado el estancamiento económico, lo cual sin duda alguna ha tenido un impacto sensible para la población. Por otro lado, también refleja que a pesar de ser considerable, el crecimiento del año pasado no fue tangible para los ciudadanos, quienes al contrario percibieron nuevas bajas de la economía nacional.
    No solo el año pasado fue malo económicamente para los ciudadanos, sino que además pocos tienen esperanza de que este año sea mejor. A finales de 2006, el 53.9 por ciento de los salvadoreños pensó que el país estaría peor el próximo año en términos económicos, el 34.2 por ciento opinó que estaría igual, y sólo el 9.7 por ciento expresó esperanzas de que la economía mejoraría. Si comparamos estas cifras con años anteriores, período en el cual el estancamiento económico fue muy fuerte, encontramos que el pesimismo de la situación económica del país es cada vez peor. Por ejemplo, a finales de 2003, el 21.7 por ciento creyó que la economía empeoraría el siguiente año, y el mismo porcentaje (22) creyó que mejoraría. Es interesante notar que el pesimismo sobre la economía está tan  generalizado en la sociedad que no hay un grupo social en donde se observe un optimismo o pesimismo mayor. Esto indica que la crisis económica ha alcanzado un nivel donde es visible por toda la población, y que son muy pocos los que ven señales de un cambio positivo.
    A nivel latinoamericano, los salvadoreños son los más pesimistas respecto a la situación económica del país en el futuro. De acuerdo con datos de Latinobarómetro, en el año 2006, sólo el 15 por ciento de los salvadoreños creía que la situación económica sería mucho o un poco mejor en los próximos meses, ubicándonos al último nivel y bastante atrás los países vecinos como Guatemala (29 por ciento), Costa Rica (31), Honduras (32) y Nicaragua (35). Estos datos también tienen relación con la percepción de la situación económica en los últimos 12 meses, donde otra vez los salvadoreños son los que peor evalúan la situación económica en toda Latinoamérica.
    Este pesimismo está relacionado con el hecho de que los ciudadanos creen cada vez menos en que las principales medidas económicas implementadas les traerán algún beneficio. Ejemplo de ello es la evaluación cada vez más negativa que hace la gente sobre el Tratado de Libre Comercio con los Estados Unidos (TLC). A finales de 2006, la mitad de la población (49.6 por ciento) opinó que generaría más pobreza, lo cual representa un aumento desde 2005 cuando el 42.8 por ciento expresó la misma opinión. Asimismo, el porcentaje de la población que cree que el TLC ayudará a combatir la pobreza se ha reducido del 28.6 por ciento en 2005 al 24.5 en 2006. Al contrario, el 52.1 por ciento pensó que el TLC perjudicará a personas como ellos, que también representó un aumento del año anterior cuando el 44.5 por ciento compartió esa opinión. Tampoco el aumento del salario mínimo parece haber generado más optimismo, ya que el 74.1 por ciento opinó que la medida contribuirá nada o poco a mejorar la economía familiar de los salvadoreños.
    Y la verdad es que ni las medidas implementadas, ni las tendencias de los últimos años, han dado la razón de porqué estar optimista. La dolarización por ejemplo, que fue presentada como la medida de salvación para la economía salvadoreña no ha mejorado la economía personal de los salvadoreños. Al contrario, a juicio de los ciudadanos, la dolarización es la principal causa del incremento del costo de la vida en El Salvador según las encuestas del IUDOP. Tampoco ha impulsado un crecimiento económico, ya que después del fuerte crecimiento de los primeros años de posguerra, la economía salvadoreña ha tenido un desempeño bastante mediocre los últimos 10 años. Ejemplo de ello son los bajos niveles de crecimiento reportados por el Banco Central de Reserva, y un salario mínimo real con un crecimiento negativo casi constante desde 1999, según los datos de la CEPAL. Asimismo, de acuerdo con datos del PNUD, el salario promedio a nivel nacional en 2004 era inferior al salario reportado en el 2001. Si bien es cierto El Salvador ha logrado mantener una tasa de desempleo relativamente baja comparado con el nivel promedio de la región latinoamericana, el subempleo se ha incrementado desde 2000 cuando el 26.4 por ciento de las personas ocupadas fueron caracterizadas como subempleadas, comparado con el 35.4 por ciento en 2004. Al mismo tiempo, por muy controlada que sea la inflación, los precios siguen subiendo.
    Por ello, no es de extrañar que uno de cada tres salvadoreños opinen que su economía personal ha empeorado el último año, percepción que se ha mantenido más o menos al mismo nivel los últimos cinco años. Por otro lado, el 13.2 por ciento dijo que su economía familiar había mejorado durante el año 2006, un porcentaje que tampoco ha experimentado grandes variaciones los últimos años, y que de hecho ha tenido una pequeña reducción desde 2003. Estos datos indican que una importante parte de la población se percibe perjudicada por la misma situación económica que, por otro lado, beneficia a una pequeña parte de la población. También es muy preocupante que los más afectados por la situación económica son los grupos menos favorecidos de la sociedad salvadoreña; es decir las personas que pertenecen a los estratos más bajos de la sociedad (obrero, marginal o rural) y las personas que tienen nula o poca educación. Y estos resultados no son tan alejados de la desigual distribución de ingresos, que de acuerdo con el PNUD ha empeorado los últimos años. Mientras que en el 1998, el 10 por ciento más rico recibió 33.5 veces más que el 10 por ciento más pobre, la diferencia entre estos dos grupos hizo un salto para el 2002, cuando el decil más privilegiado recibió 57.5 veces más que el decil menos privilegiado en el país.
    Lo último refleja otra debilidad del modelo económico salvadoreño: que hasta la fecha ha beneficiado a unos pocos. Por ello, el crecimiento de la economía no es razón suficiente para proclamar éxito. Más bien, existen otros indicadores como la distribución de la riqueza, o los pocos efectos positivos percibidos por la población, lo cual tendría que llamar a una revisión urgente del modelo económico y de sus medidas implementadas, de tal manera que permitan que una mayor parte de la población pueda beneficiarse de ellos y no sólo una minoría privilegiada.

 

La Economía humanista

    Fue uno de los jesuitas que sobrevivieron a la masacre en la UCA. Era del grupo que fundó la Universidad y formaba parte de esos sacerdotes brillantes que iluminaron el camino por el cual debía transitar El Salvador. Hizo pensar, obligó a reflexionar a generaciones de salvadoreñas y salvadoreños. Los gobernantes no siempre, casi nunca, escucharon sus señalamientos. Francisco Javier Ibisate −el padre Ibis− fue un profesional humano y eso lo hizo diferente. A diferencia de muchos de sus colegas, el espacio privilegiado que ocupó en la academia no le impidió ver bien la realidad nacional. Su especialidad, la economía, no le impidió abordar atinadamente otros temas como los derechos humanos y el medio ambiente. Sus planteamientos económicos fueron profundamente reales y humanos.
    Recientemente, en el marco del Festival Verdad, el padre Ibis participó en la inauguración de la segunda edición del Foro de San Salvador denominada “El Salvador, quince años después: otra lectura”. El miércoles 21 de marzo en la mañana, llamó al IDHUCA para ofrecer disculpas porque no podría asistir al evento. “Pasé muy mala noche. Lo siento, estoy muy apenado pero creo que no podré asistir”, nos dijo. Sin embargo, ahí estuvo. Alguien lo convenció de la importancia de su aporte y se fue al Aula “Elba y Celina” del Edificio del ICAS, cuarenta y cinco minutos antes de iniciar la actividad, a subir lentamente las gradas haciendo varias pausas en el trayecto para ofrecer − generoso como siempre, hasta el final aun en esas condiciones− su última disertación pública que vale la pena recordar, pues sirve como ejemplo para ilustrar su figura del economista humano. A continuación sin editar, sus palabras.
    “Personalmente, en mi lectura de la historia de la economía hubo dos fechas que me han ayudado a entender esa marcha de la economía. Me refiero en primer lugar a 1989: la caída del muro de Berlín; y dos años después, se firma la disolución de la Unión Soviética (Unión de Repúblicas Socialistas Soviéticas, URSS) y el fin de la guerra fría. En el año 1989, vía democrática, ARENA (Alianza Republicana Nacionalista) adquiere el poder y en mayo de ese año los técnicos de FUSADES (Fundación Salvadoreña para el Desarrollo Económico y Social) de esa época nos presentaron ese folleto: La economía de mercado en El Salvador: bases para una nueva estrategia de desarrollo económico y social, en el que habían una serie de lineamientos que aparecen también en el primer ‘plan de desarrollo’ de la época de Cristiani –desde 1989 a 1994–, entonces supimos muy brevemente que los grandes parámetros económicos eran: La propiedad privada, que es condición necesaria para la eficiencia de la producción; el mercado libre, que asegura la mejor asimilación de los recursos; la competencia, que asegura el funcionamiento del mercado y el  Estado toma un papel subsidiario. Salimos totalmente debilitados en toda nuestra estructura económica. Yo creo que esa fue una política mala de los gobiernos de ARENA, porque lo peor que puede hacer un gobierno es no querer remodelarse –y los modelos económicos están hechos para remodelarse– y negarse a decir la verdad, a dialogar.
    Pero hay otra cosa también muy importante, y es que al cerrarse con esos documentos, las unidades ejecutivas de este país se estaban aislando de la verdadera problemática económica mundial. Naciones Unidas fue organizando y convocando a toda la serie de cumbres que nos iluminan por dónde iba la problemática mundial.
    En 1992, se convoca a esa cumbre de desarrollo sostenible. Ya el problema venía desde 1973: las degradaciones ambientales, y se repite ese punto en la cumbre en el año 2002. Uno de los temas que se acaban de tratar este año, en enero, es la amenaza mayor de la degradación ambiental. Es un tema que hemos dejado de lado, y aquí el Ministerio de Medio Ambiente y Recursos Naturales apenas tiene recursos, en él hay personas completamente incompetentes en esta temática. Los economistas sabemos que el costo de esa degradación es el 5% del IVA, es decir desde 1996 hemos dejado de crecer.
    En 1993, las Naciones Unidas convoca a la Cumbre de Derechos Humanos en Viena, porque salíamos de una guerra y aquí se había irrespetado la mayoría de derechos humanos. En 1994, la Cumbre del Crecimiento Demográfico, un problema que se estaba poniendo serio porque los países pagaban un servicio de la deuda que no podían invertir en educación, en preparación de la mano de obra, en salud, en vivienda, etcétera, que cada vez más población demandaba. Entonces, se fortalece el proceso de emigración, la gente emigra primero por razones políticas, de seguridad, y luego por razones económicas, ahí hay una falla en el consenso del modelo. En 1995 se convoca una Cumbre de Desarrollo Social y nos decían que hay tres grandes problemas mundiales: el desarrollo de la pobreza, el crecimiento con desempleo y, quizás lo peor, la atomización social. Este documento realmente da unas estadísticas que golpean. Es una especie de crecimiento frenado.
    En 1996, se va a convocar a la Cumbre de los Derechos de la Mujer. Interesante problemática desde todos los puntos de vista, y que ha vuelto aparecer en el Foro Social del 2004. En 1997 y 1998 se da la crisis financiera mundial. Uno de los ejes del capitalismo liberal de la globalización se quiebra y sacude todas las bolsas de valores; golpea países tan distintos y distantes como Rusia o Brasil. Por eso, en 1999 hay una reunión en Estados Unidos. Aparecen cuarenta mil manifestantes y le dicen a la OMC (Organización Mundial del Comercio) usted es la babel del siglo XX, y otros de los ejes claves del modelo neoliberal de globalización se quiebra. Los representantes de países emergentes o de países pobres se niegan a firmar un documento que ni siquiera han tenido tiempo de leer.
    Dos años más tarde, en noviembre, se apuntan para ver si se organiza la Organización Mundial del Comercio del Desarrollo, se llega a una serie de promesas, etcétera, y entre otras cosas se firma un compromiso de que los países desarrollados tratarán de ir reduciendo las masivas subvenciones de doscientos mil millones al año. Dos años más tarde en Cancún, México, hay tres manifestaciones interesantes porque Estados Unidos hacía que países pequeños no pudieran exportar.
    Dos años después, en el año 2005, entre noviembre y diciembre, en la reunión de la Organización Mundial del Comercio, en Hong Kong, no se llega a nada; de toda la agenda no queda más que un punto a discutir: si los países pobres quieren que los países ricos vayan reduciendo sus subvenciones masivas a sus exportaciones, entonces que los países emergentes bajen sus aranceles y abran sus fronteras a las exportaciones industriales de los países ricos. Así se demuestra que a nivel mundial no hay una organización que funcione, que norme o que diga cuáles son las operaciones lícitas y las operaciones ilícitas en el mundo del comercio internacional, sino que tenemos los contratos bilaterales y los tratados bilaterales de comercio internacional que son como David y Goliat. El problema con los Tratados de Libre Comercio es que el capital extranjero se mete dentro del país, derecho de propiedad intelectual, lo mismo que las privatizaciones.
    En 1999, se reúnen los directores de las grandes empresas y con el lema de esa cumbre, la globalización es irresponsable, porque ha sido incapaz de dar respuesta sobre ese conjunto de problemas económicos, sociales y políticos incluso también del medio ambiente, no es el modelo. Y segundo nadie se hace responsable de sus problemas, es decir que este mundo de globalización es una especie de sociedades anónimas de capital variable.
    En el 2000, los de la ANEP (Asociación Nacional de la Empresa Privada) estaban contentos diciendo este modelo, que se creó hace diez años, etcétera, se ha ido solidificando. No se dieron cuenta al redactar eso, que el señor presidente, Francisco Flores, había dicho al presentar la dolarización: ‘todos en el país sabemos que nuestra economía, después de lograr éxitos muy marcados, está experimentando un entrampamiento que ha generado un negativismo muy nocivo para el desarrollo del país, no puede culparse a los sectores productivos de este entrampamiento son nuestras fuerzas económicas los obreros, los empresarios, los hermanos en el extranjero, los agricultores, que han dejado muy clara su dedicación al trabajo y al desarrollo’, y la pregunta que nos hacíamos ese veinte de noviembre es: si todos se han comportado bien los empresarios y los agricultores, etcétera, entonces ¿quién puso la trampa, quién empujo la economía hacia la trampa del modelo económico? Es en ese sentido, que este gobierno de ARENA se ha quedado encerrado en su ideología y no en ir viendo de donde viene la gran problemática mundial, que es también nuestra problemática”.