PROCESO — INFORMATIVO SEMANAL EL SALVADOR, C.A.

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El informativo semanal Proceso sintetiza y selecciona los principales hechos que semanalmente se producen en El Salvador. Asimismo, recoge aquellos hechos de carácter internacional que resultan más significativos para nuestra realidad. El objetivo de Proceso es describir las coyunturas del país y apuntar posibles direcciones para su interpretación.

 

Su producción y publicación está a cargo del Centro de Información, Documentación y Apoyo a la Investigación (CIDAI) de la Universidad Centroamericana “José Simeón Cañas” de El Salvador. Por favor, asegúrese de mencionar Proceso al utilizar porciones de esta publicación en sus trabajos.

 

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Año 25
número 1140
Abril 13, 2005
ISSN 0259-9864

 

 

Índice


 

Editorial: Dos reveses internacionales

Política: Derrota de la diplomacia salvadoreña

Reporte IUDOP: La transparencia en el Estado salvadoreño. La perspectiva de los empresarios (I)

Regional: ¿Premio?

Derechos Humanos: Verdad, justicia y paz para Mesoamérica

Documento: Reflexiones

 

 

Editorial


Dos reveses internacionales

 

El gobierno salvadoreño todavía no ha comprendido los alcances del derecho internacional y le costará mucho comprenderlo, porque ha estado acostumbrado a proceder de forma arbitraria. El fallo del Tribunal Interamericano de Derechos Humanos en contra del Estado salvadoreño por violar el derecho a la garantía y protección judicial de dos diñas desaparecidas durante el conflicto lo ha puesto otra vez en evidencia. El gobierno de ARENA habla mucho de globalización e integración a las grandes corrientes mundiales, pero desconoce sus responsabilidades. El Salvador no se puede abrir al mundo sin respetar el derecho internacional, lo cual tiene repercusiones internas trascendentales. Antes, podía violar los derechos fundamentales con impunidad. Ahora, se expone a ser condenado, puesto que las víctimas pueden acudir a los tribunales internacionales para reclamar sus derechos.


Eso es, precisamente, lo que han hecho los familiares de las dos niñas desaparecidas durante a guerra, en una operación del ejército. Si el Estado salvadoreño hubiera respetado sus derechos, la demanda no habría tenido lugar. La actuación del Órgano Judicial, en este caso, ha sido reprobada por jueces independientes. También la ha sido la del ejecutivo, puesto que el Órgano Judicial no es independiente de éste, ni tampoco de los partidos. Negar la existencia de las dos niñas, tal como hizo el gobierno de ARENA, es una simple estupidez. Argumentar que se trata de un fallo político partidista es otra insensatez del gobierno actual.


La sentencia no es una simple recomendación. El Estado salvadoreño está obligado a cumplirla muy a su pesar, como ya lo han hecho el hondureño y el guatemalteco, en situaciones similares. Por lo tanto, debe pedir disculpas públicas, por no investigar la desaparición de las dos niñas y por no administrar justicia; debe acelerar la investigación para determinar el paradero de las dos hermanas; debe dedicar un día al año a la memoria de todas las niñas que corrieron la misma suerte, abrir un sitio electrónico para ayudar a localizar a los que aún se encuentran desaparecidos y pagar más de 700 mil dólares. No faltará quien considere que la cantidad a pagar es excesiva para un gobierno con recursos escasos. Tampoco faltará quien alegue que pedir disculpas en público, ante los familiares y los funcionarios gubernamentales, es una humillación para el presidente Saca, o que dedicar un día a la memoria de los niños desaparecidos es abrir una herida. A estos hay que responderles que sería mucho más económico y, ciertamente, mucho menos humillante que el gobierno de ARENA cumpliera con su deber estatal de garantizar y proteger el derecho a la justicia de la población.


Ha sido su tenaz negativa a cumplir con este deber lo que lo ha llevado a tener que pedir disculpas y a indemnizar por daños y perjuicios. Pero, el gobierno de ARENA prefiere pasar por ello a que una investigación ponga en evidencia la violación de los derechos fundamentales de la población, porque entonces tendría que identificar a los responsables æciviles, políticos y militaresæ, incrustados en la estructura del poder. Resulta, pues, que sobre los impuestos de la ciudadanía recae el peso de la impunidad de estos poderosos personajes de la vida nacional. Sería más equitativo que ellos mismos asumieran sus responsabilidades y no el Estado, es decir, la ciudadanía que paga impuesto y que está tan urgida de mejores y más amplios servicios sociales.


El Estado salvadoreño sufrió otro revés internacional, por su rechazo a firmar algunos tratados de la Organización Internacional del Trabajo (OIT). El gobierno de ARENA pretendía gozar del sistema general de preferencias de la Unión Europea, que le otorgaría unas ventajas comerciales importantes a la producción salvadoreña, sin cumplir los requisitos. La Unión Europea ya había advertido a los representantes salvadoreños que debían firmar dichos tratados, pero éstos se escudaron en que eso supondría violentar la Constitución. Pensaron que podrían gozar de las ventajas comerciales sin hacer concesiones. De nuevo, calcularon mal. Si no cumplen, no hay concesiones. La negativa no es definitiva. El gobierno salvadoreño tiene poco más de un año para reformar su legislación interna y firmar los tratados en cuestión.


La reacción del gobierno de Saca a este revés ha sido confusa y contradictoria, con lo cual demuestra lo poco preparado que se encuentra para enfrentar los desafíos de la integración en el mundo. La verdad es que los gobiernos de ARENA no están acostumbrados a verse ante posturas tan tajantes como la europea. Sus reacciones suelen ser bastante rudimentarias, suelen dar largas y prefieren las componendas. El presidente Saca reaccionó de inmediato y anunció una nueva mesa para dialogar sobre la libertad sindical, la negociación colectiva y el régimen de aprendizaje. Para salvar la cara de ARENA y sus gobiernos, aclaró que su decisión respondía a las obligaciones contraídas en el tratado de libre comercio con Estados Unidos. Es probable que así sea y que el rechazo de la Unión Europea sea una mera coincidencia. Pareciera que para ARENA es más aceptable ceder ante Estados Unidos que ante Europa. La reacción de la Ministra de Economía fue diferente. Según ella, no hubo tiempo para tratar la cuestión. En realidad, la Unión Europea postergó su decisión, para dar una segunda y última oportunidad al gobierno salvadoreño. El Viceministro de Trabajo fue más allá y negó la existencia de presiones externas y el compromiso de reformar la legislación interna para poder firmar los tratados, con lo cual no sólo contradijo la postura oficial de su gobierno, sino que puso de manifiesto su falta de consistencia interna. Según él, la mesa convocada es para conversar sobre algunos temas laborales.


La decisión de la Unión Europea fue postergada por intermediación de España, la cual consiguió un principio de acuerdo. Intervino, no tanto por solidaridad con los intereses salvadoreños como para favorecer a una empresa atunera española, establecida en el oriente salvadoreño, muy interesada en los beneficios del sistema general de preferencias arancelarias. El principio de acuerdo permite a El Salvador gozar de las ventajas comerciales si firma los dos tratados relacionados con la libertad sindical y la negociación colectiva antes que finalice el año 2006. Por lo tanto, la legislatura que termina deberá aprobar la reforma constitucional antes de disolverse y la nueva, deberá ratificarla, en sus primeras sesiones. Está visto que el Estado salvadoreño actualiza su legislación por presiones externas y a trompicones. Esta situación incómoda, por no decir violenta, es producto de la falta de interés, de voluntad política y de visión de largo plazo de sus políticos y gobernantes.

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Política


Derrota de la diplomacia salvadoreña

 

Se truncó el sueño de grandeza de Francisco Flores Pérez. Con ello, se fue al pique la política exterior de El Salvador. De momento, se trata de la primera cosecha negativa de la apuesta absurda y acrítica que ha hecho Elías Antonio Saca, de asumir sin inmutarse, el legado de su predecesor en materia de las relaciones internacionales. Después de dejar Casa Presidencial, valiéndose de su amistad con Bush, en el contexto que todos ya saben de acefalía en la Organización de los Estados Americanos (OEA), el ex presidente se impuso como “candidato centroamericano” para ocupar el cargo. Pensó que habría sido suficiente el espectáculo montado en la sede del organismo regional, flanqueado del responsable por la Casa Blanca de los asuntos hemisféricos, Roger Noriega, para asegurarse la simpatía de los demás países miembros.

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Reporte IUDOP


La transparencia en el Estado salvadoreño.
La perspectiva de los empresarios (I)

 

Los empresarios salvadoreños evaluaron desfavorablemente a las instituciones fiscalizadoras y contraloras del Estado, como la Corte de Cuentas y las superintendencias, según revela un estudio publicado hoy por el Instituto Universitario de Opinión Pública de la Universidad Centroamericana “José Simeón Cañas” (UCA) de El Salvador. El estudio en cuestión recoge las opiniones de una muestra de 350 empresarios pertenecientes a diversos segmentos y sectores de la actividad económica, acerca de la situación de la transparencia y la corrupción en el Estado. La encuesta fue llevada a cabo en noviembre y diciembre de 2004 y constituye la continuación de una serie de investigaciones sobre corrupción y transparencia financiada por la Agencia para el Desarrollo Internacional de los Estados Unidos (USAID), a través del Proyecto de Participación Ciudadana y Gobernabilidad de CREA Internacional.


La investigación se centró fundamentalmente en la percepción de los empresarios en cuanto a sus relaciones con el Estado salvadoreño, en términos de trasparencia. Se indagó sobre el concepto y la percepción de la transparencia y se pidió que evaluaran cada uno de sus componentes, es decir, la existencia de reglas claras y acceso a la información, los mecanismos de rendición de cuentas e instituciones de control y fiscalización, la participación ciudadana (empresarial) y los criterios para la toma de decisiones de política pública y, finalmente, su percepción sobre la victimización y combate a la corrupción.


Asimismo, se preguntó sobre la percepción que los empresarios tenían acerca de la eficiencia del gobierno en la prestación de servicios públicos vinculados al sector empresarial y la facilitación del ambiente de negocios. El principal señalamiento que hacen los empresarios salvadoreños a las instituciones contraloras, en especial, a la Corte de Cuentas es su falta de independencia, dado que, según éstos, se ha vuelto un ente politizado que responde a intereses partidarios, lo cual provoca que no se investigue todas las instituciones y funcionarios por igual.


Además, el sistema judicial salvadoreño, desde la visión empresarial, es lento y burocrático y no está ayudando a resolver los conflictos de manera eficaz. Uno de los hallazgos más importantes del estudio es que los empresarios que pertenecen al sector de la construcción, son los que más manifestaron ser víctimas de la corrupción y también son los que más dicen recurrir a regalos y pagos extraoficiales para la agilización de trámites o para la adjudicación de contratos.


Esto es particularmente grave en este sector económico (construcción) que coincidentemente es el sector que más se relaciona con el Estado como proveedor de bienes y servicios. En el lado contrario, aquel sector que menos se relaciona con el gobierno, la agroindustria, es la que menos reporta verse afectada por situaciones de corrupción.


Uno de los hallazgos más reveladores es que la mayoría de los empresarios no se sienten beneficiados de las políticas y programas emprendidos por los gobiernos. Más aún, estos manifiestan que sólo “un grupo pequeño” se beneficia de éstas y que esto se debe a sus vínculos estrechos con altos funcionarios públicos, lo cual habría permitido que este grupo controle la mayor parte del mercado nacional.


En ese sentido, más del 80% de los empresarios manifestaron que los funcionarios públicos que también son empresarios generan favoritismo para sectores particulares ligados a la gran empresa salvadoreña. Además, la mitad de los empresarios expresó que quienes deciden la política del país son justamente los “grandes empresarios”. Aunado a lo anterior, casi el 90% de los encuestados manifestaron que existen argollas de poder en el país. Cuando se preguntó sobre los sectores que más se relacionan con esas argollas, casi una cuarta parte de los empresarios señaló al sector financiero.

Definición de la transparencia
Al preguntársele a los empresarios: “¿para usted, ¿qué es transparencia?”, una tercera parte de las pequeñas empresas y una cuarta de las medianas relacionó la transparencia con su significado etimológico. En tal sentido, la definieron con un sinónimo de la palabra, de tal manera que encontramos respuestas como “claridad”, “algo visible”, “cristalino”, “que se puede ver a través de”. A diferencia de las anteriores, la mayor parte de las grandes empresas definieron la transparencia como honestidad, honradez, ética, tanto de los funcionarios públicos como de quienes se relacionan con ellos. Asimismo, una cuarta parte de los pequeños empresarios se refirieron a la trasparencia como una actitud más personal de honestidad y de “hacer lo correcto”.


En tercer lugar, los pequeños y medianos empresarios definieron la trasparencia en términos de la existencia de reglas claras, del conocimiento y de la aplicación de la ley o, en su defecto, hicieron referencia a no quebrantar o transgredir las leyes. En general, las dos terceras partes de los empresarios tienen una percepción bastante acertada sobre las implicaciones que tiene este concepto.


En general, los empresarios tienen una visión relativamente positiva acerca de sus relaciones con el Estado, en términos de transparencia. Sin embargo, cuando se examinan detalladamente cada uno de los elementos integradores de la transparencia (rendición de cuentas, existencia de reglas claras, acceso y oportunidad a la información, y participación y escrutinio ciudadano) se observa una percepción mucho menos favorable.

Rendición de cuentas
La rendición de cuentas, entendida como la obligación periódica e institucionalizada que tienen los funcionarios públicos de informar sobre las decisiones adoptadas, las razones de dichas decisiones y costos generados, es un aspecto fundamental para el fortalecimiento de las instituciones democráticas. No puede existir un real Estado de derecho sin un efectivo sistema global de rendición de cuentas.


En cuanto a la gestión y manejo de los recursos públicos se indagó sobre la percepción que tiene los empresarios sobre la frecuencia que se pueden detectar enriquecimientos ilícitos de los funcionarios públicos a través de sus declaraciones de patrimonio. La mitad de los empresarios perciben que nunca o casi nunca se pueden detectar estos enriquecimientos, casi tres de cada diez dijeron que algunas veces, mientras que alrededor del 20% dijo que siempre o casi siempre era posible detectarlo.


En el caso de la rendición de cuentas relacionada con el Presupuesto General de la Nación, los empresarios perciben que la frecuencia con que la preparación y los criterios de asignación del presupuesto se hacen públicos es limitada. En cuanto a la ejecución del presupuesto, un poco más de la tercera parte de las pequeñas y medianas empresas opinan que nunca o casi nunca se informa sobre este rubro. Mientras que cuatro de cada diez empresarios pertenecientes al segmento de la gran empresa tienden a pensar que nunca o casi nunca se informa sobre la ejecución de los recursos públicos asignados al presupuesto.


En el caso de la deuda pública contraída por el gobierno, se pidió a los empresarios que evaluaran con qué frecuencia se informa sobre los plazos y el destino de esos recursos. Seis de cada diez empresarios dijeron que nunca o casi nunca se informa al respecto. Una cuarta parte dijo que se hacía solo algunas veces y alrededor del 15% manifestó que se hacía siempre o casi siempre.


En cuanto a la rendición de cuentas de las instituciones públicas, se analizó la frecuencia con que éstas publican sus presupuestos respectivos, además de la gestión y el uso que hacen de los recursos que se les asignan. Ante esto, las respuestas fueron contundentes y bastante homogéneas. Siete de cada diez empresarios dijeron que nunca o casi nunca se publica esta información, casi el 20% dijo que algunas veces, mientras que solo uno de cada diez empresarios dijo que siempre o casi siempre se tiene acceso a esta información.


Se calculó un índice de rendición de cuentas que reunió todas estas variables en un solo dato. El resultado de nuestro “índice” fue de 37.18, lo cual indica la poca frecuencia con que las instituciones públicas rinden cuentas sobre los fondos del Estado.


Lógicamente, mientras mayor es la percepción de que hay poca o ninguna transparencia en las relaciones entre el gobierno y la empresa privada, menor es la frecuencia de la rendición de cuentas sobre los fondos públicos que hace el gobierno. A tal punto que aquellos que respondieron que no existe ninguna trasparencia en las relaciones gobierno–empresa privada, arrojaron un índice de 15.38 en una escala de cero a cien, en la que cero significa que nunca se rinden cuentas. Aun quienes dijeron que existía mucha transparencia obtuvieron un índice de 48.71, en la misma escala. Por lo tanto, la rendición de cuentas es uno de los talones de Aquiles de la transparencia en El Salvador.


En cuanto a la rendición de cuentas de los fondos que utilizan los partidos políticos para sus campañas, se les preguntó a los empresarios si, de acuerdo a su criterio, los partidos políticos debían precisar de dónde provienen los fondos, tanto públicos como privados, de sus campañas electorales. La respuesta fue abrumadora y no tuvo diferencias marcadas por tamaño de la empresa. Más del 90% de los empresarios respondió que los partidos debían hacerlo.


Cuando se preguntó por las razones por las que debían rendir cuentas, la mayor parte de las respuestas se referían a que debían hacerlo por transparencia y honestidad. En segundo lugar, para determinar si no provenían de actividades ilícitas, como lavado de dinero o narcotráfico. En tercer lugar, para saber con quienes se “comprometían” los partidos. Siempre en la misma línea de la financiación de las campañas políticas, se preguntó a los empresarios si sabían o habían oído si los partidos políticos pagan “favores” a quienes han financiado sus campañas. Aquí la respuesta fue contundente: nueve de cada diez empresarios respondió afirmativamente.


Para concluir el apartado de la rendición de cuentas, se indagó sobre las instituciones públicas encargadas de la fiscalización y regulación, específicamente se preguntó sobre el desempeño de la Corte de Cuentas de la República, de las superintendencias y del sistema judicial.
Se preguntó si las investigaciones y recomendaciones que hace la Corte de Cuentas son tomadas en cuenta y contribuyen a generar un clima de transparencia en el Estado. Sólo un porcentaje inferior al 10% respondió que las investigaciones de la Corte contribuyen mucho a generar un clima transparente, una tercera parte dijo que contribuye algo, mientras que casi cuatro de cada diez empresarios opinaron que contribuye poco; el resto aseguró que no contribuye en nada.


Además, se les preguntó a los empresarios qué tan de acuerdo estaban en cuanto a que la Corte siga en manos de los representantes de partidos políticos. Los resultados obtenidos muestran que alrededor del 85% de los empresarios estuvieron totalmente o algo en desacuerdo con que esa situación se mantenga, ya que podría provocar conflicto de intereses al momento de investigar a los funcionarios e instituciones. Esto se confirmó cuando se le preguntó a los empresarios si la Corte investigaba a todos los funcionarios e instituciones por igual. Las tres cuartas partes dijeron estar totalmente o algo en desacuerdo.


Finalmente, al preguntarle a los empresarios si la Corte era lenta para detectar las prácticas de corrupción, la respuesta fue contundente: casi ocho de cada diez empresarios dijeron que estaban totalmente o muy de acuerdo con esta afirmación.


En cuanto al desempeño de las superintendencias, se les pidió a los empresarios que calificaran, en una escala del cero al diez, tres aspectos importantes: la eficiencia, la independencia o autonomía en la toma de decisiones y su vinculación en el cumplimiento de sus recomendaciones.
La Superintendencia de Electricidad y Telecomunicaciones es la que peor perciben los empresarios, tanto en su desempeño técnico, como en su autonomía y efectivo cumplimiento de sus recomendaciones, obteniendo una calificación menor al seis. Aunque, en general, estas entidades obtienen calificaciones bastante cercanas al seis, esto es, apenas logran “pasar el examen”.


Esto representa un obstáculo para la regulación efectiva de los sectores pertinentes, en los cuales las condiciones de libre competencia son difíciles de alcanzar y, al mismo tiempo, son más sensitivos para la mayoría de la población. Por lo tanto, si una empresa percibe que estas instituciones reguladoras son débiles, esto motivará a cometer infracciones, ya sea a través de trasgresiones a las normas o atropellos a los consumidores. Esta situación tiene una doble implicación: por una parte, daña, por lo general, a los sectores más vulnerables y desprotegidos (en términos de consumo) y perjudica, además, la competitividad y el clima de negocios.

Evaluación del sistema judicial
Según el documento del Encuentro Nacional de la Empresa Privada, ENADE 2003, la base fundamental de la armonía social en un Estado es la aplicación de un ordenamiento legal, el cual establece lo que debe entenderse por derecho, en un momento dado, y lo que previsiblemente será en el futuro. En ese sentido, se les preguntó a los empresarios que si se encontraran en un litigio comercial, qué tanto confiaban en que el sistema judicial haría valer sus derechos contractuales y de propiedad, la tendencia mostrada fue que a mayor el tamaño de la empresa, mayor es la confianza en que el sistema judicial hará valer sus derechos en una disputa comercial.


Otro problema serio o grave, señalado por más de la mitad de los empresarios, fue la incompetencia y poca credibilidad de los jueces. Además, se observó que los empresarios perciben que la excesiva duración de los procesos judiciales representa un problema grave o serio. Por otra parte, más de la mitad de los empresarios reconocen que el sistema judicial es seriamente manipulado por presiones económicas, lo cual tendría repercusiones en términos de la independencia y credibilidad de las resoluciones que emite.


Se calculó un índice de ineficacia judicial, donde cero representaba ningún problema y 100 representaba un problema grave. El índice general fue de 59.9.

Acceso y oportunidad a la información y existencia de reglas claras
Es necesario hacer una distinción entre tres aspectos que tienden a ser confundidos. Por un lado, está el programa, el plan o la política de publicidad de la institución; por el otro, está la política con la prensa y los medios de comunicación, en general, que incluye comunicados, boletines y revistas; y en tercer lugar, está la política de información pública con los mecanismos de acceso a la información pública de la unidad. En este sentido, se les preguntó a los empresarios la frecuencia en que el Órgano Ejecutivo proporciona indicadores para evaluar el impacto del gasto público e información necesaria para evaluar el avance en el cumplimiento de sus programas.


En los resultados, se observó que sólo dos de cada diez empresarios perciben que se hace siempre o casi siempre; la tercera parte dijo que algunas veces, y casi la mitad dijo que nunca o casi nunca se tiene acceso a este tipo de información.


Lo mismo sucedió cuando se preguntó la frecuencia en que el ejecutivo publica información necesaria para evaluar el presupuesto nacional. El resultado fue que seis de cada diez empresarios dijeron que esto no se hace nunca o casi nunca y casi la cuarta parte dijo que algunas veces.
Por otro lado, en cuanto a las licitaciones públicas, éstas deben incluir criterios de adjudicación, objetivos y divulgación pública de todo el proceso; las excepciones a la contratación directa deben mantenerse al mínimo, explicarse y registrarse, dado que las licitaciones limitadas y las contrataciones directas son más propensas a la manipulación y corrupción.


En este sentido, se quiso conocer la percepción de los empresarios al respecto. Se preguntó si los criterios de adjudicación eran accesibles a todas las personas interesadas por participar, y si, en su opinión, existían reglas claras para los procesos de licitaciones. En más de la mitad de los casos, los empresarios manifestaron que los criterios para participar en las licitaciones se entregan siempre o casi siempre. Dos de cada diez manifestaron que algunas veces y un poco más de la cuarta parte dijo que los criterios nunca o casi nunca se hacían públicos.


La Ley de Adquisiciones y Contrataciones Públicas (LACAP) contempla que un ofertante debe ser informado, de manera oportuna, sobre las resoluciones que se tomen en el proceso, entre ellas, la adjudicación, y tener acceso a las ofertas de los demás competidores. A pesar de ello, casi la mitad de los empresarios manifestaron que nunca o casi nunca se tiene acceso a esta información; menos de la cuarta parte dijo que sólo algunas veces, mientras que una tercera parte expresó que siempre o casi siempre es posible saber los motivos por los que se adjudicó o no una licitación.
También se indagó con las empresas la frecuencia en que es posible verificar el cumplimiento de los contratos adjudicados en las licitaciones, la mitad de los encuestados afirmó que nunca o casi nunca era posible hacerlo.

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Regional


¿Premio?

 

La Secretaria de Estado norteamericana Condoleezza Rice incluirá en su primera gira por Latinoamérica a países como Brasil, Chile y El Salvador. La funcionaria tendrá en su agenda puntos tales como el libre comercio y el combate a la delincuencia y el narcotráfico. Por el mero hecho de que El Salvador es su único destino en Centroamérica, el presidente Elías Antonio Saca ha expresado su complacencia por la visita de Rice, la cual tendrá lugar el día 29 de los corrientes.

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Derechos Humanos


Verdad, justicia y paz para Mesoamérica

 

Verdad, justicia y paz son palabras que representan los anhelos más grandes de la humanidad. Más allá de algunos dirigentes que los desprecian, sus significados éticos, jurídicos y políticos convergen al momento de concebirse la indudable necesidad de su concreción para lograr una vida mejor para todos y todas. Sin embargo, su vivencia real y cotidiana aún parece muy lejana en nuestros países. Diversos obstáculos y ataques a estos tres importantes valores nos hacen percibirlos extraños y con poco significado práctico. De ahí surge la necesidad de estudiarlos, comentarlos e impulsar en serio su comprensión para que sean parte normal de nuestras vidas. En esa línea de pensamiento, desde hace varios años la UCA organiza el Festival Verdad.


Dicho evento se ha consolidado, tras ocho ediciones a partir de marzo de 1998, como un espacio para el encuentro de las víctimas en su lucha contra la intolerancia y la exclusión mediante la realización de actividades académicas, literarias, musicales y de convivencia. Año tras año ha servido para reanimar a las y los incansables luchadores en favor de la verdad, la justicia y la paz, así como para sumar a más personas interesadas en comprometerse con la realización de estas aspiraciones y transmitir a otras el entusiasmo por lo mismo. Así se han generando interesantes dinámicas que han permitido el surgimiento de ideas e iniciativas hacia adelante.


En ese marco, el Festival del 2003 fue decisivo para crecer con un novedoso ingrediente. En aquella ocasión, se cumplían diez años del informe de la Comisión de la Verdad y veinte del asesinato de Marianella García Villas, Presidenta de la Comisión de Derechos Humanos de El Salvador; estos dos hechos motivaron la organización del Encuentro Mesoamericano “VERDAD, JUSTICIA Y PAZ” que contó con la participación de víctimas y personalidades nacionales e internacionales involucradas en estos ámbitos. Las y los participantes se comprometieron a crear un espacio de diálogo, reflexión y acción en aras de descubrir la verdad, exigir justicia y construir la paz.


Uno de los principales acuerdos del citado Encuentro fue la creación del Foro de San Salvador —también denominado Verdad, justicia y paz— que se celebraría dos años después, en medio de la conmemoración del vigésimo quinto aniversario del martirio de Monseñor Óscar Arnulfo Romero. De esta forma, quienes trabajaron en marzo del 2003 y otras personas e instituciones que se sumaron en el camino, se reunieron en nuestro país hace unos días; del 29 de marzo al 1º de abril reflexionaron sobre los temas mencionados y analizaron estrategias comunes de trabajo al respecto.


Provenientes de Colombia, Costa Rica, El Salvador, España, Estados Unidos, Guatemala, Honduras, México, Nicaragua y Perú, estos hombres y mujeres generadoras de verdad, defensores de derechos humanos, luchadores por la justicia y constructores de paz —junto a víctimas y personas que sueñan con sociedades distintas, más justas y dignas en Mesoamérica— se congregaron en el Foro de San Salvador. Esa feliz cita permitió actualizar el diagnóstico sobre la situación regional y por país mediante la discusión en mesas de trabajo, así como delinear los principales retos y acordar las acciones más urgentes para hacer vigentes estos valores en función del bien común.


Fruto de ese diálogo y de una reflexión histórica, quedó claro que en Mesoamérica lo común no es el bien sino el mal. Nuestros países comparten un pasado reciente caracterizado por dictaduras, violencia política y guerras. En la región son cientos de miles las personas muertas y desaparecidas, sin que a la fecha se hayan podido sanar las heridas provocadas por estos hechos.


También se resiente el discurso falaz de gobiernos e instituciones que causaron o heredaron la infamia del pasado y que ahora pretenden hacernos creer que –de la noche a la mañana- vivimos en sistemas democráticos, prósperos y pacíficos. Eso sólo refleja la mentira en función de perpetuar los beneficios, tanto de los pocos que detentan el dinero y el poder como de los que han matado en su nombre. La situación se agrava por la falta de verdaderos procesos democratizadores e institucionalidades débiles en la mayoría de los países donde, además, se mantienen modelos económicos excluyentes que ahogan al más pobre y necesitado.


Se suman a lo antes dicho las posturas autoritarias y violentas adoptadas por los gobernantes ante los problemas sociales, dejando en evidencia que los llamados “procesos de pacificación” en algunos de estos países penden de un hilo, pues el uso de la fuerza sigue siendo un recurso privilegiado de los gobiernos al momento de enfrentar momentos de crisis.


Sin embargo, algunos vientos en el sur de América generan esperanza. Allá se han producido importantes acciones judiciales que, sumadas a sentencias de la Corte Interamericana de Derechos Humanos y a procesos de enjuiciamiento y extradición en Estados Unidos de América y Europa, están inaugurando el principio del fin para tanto encubrimiento e injusticia. También anima el que algunos pueblos estén optado -vía elecciones- por alternativas esperanzadoras frente al deshumanizado y deshumanizante neoliberalismo.


Al final del Foro, luego de las reflexiones apuntadas, las y los participantes acordaron lo siguiente:
1. Impulsar en nuestras sociedades el estudio de la verdad, la justicia y la paz partiendo de una óptica integral y armoniosa, sin delimitar o restringir alguno de los valores antes mencionados, incluyendo el análisis de los hechos históricos sobre todo entre las nuevas generaciones y con el testimonio de las víctimas sobrevivientes.
2. Establecer una lucha permanente, junto a las víctimas de violaciones a sus derechos humanos, encaminada a eliminar el miedo a la denuncia y a desterrar la política institucional del “olvido”; ello, con el fin de superar la impunidad.
3. Impulsar la intervención de todos los sectores sociales en el montaje de una verdadera democracia participativa y equitativa, distinta a la que ahora determinan las fuerzas políticas partidarias.
4. Demandar a la Organización de las Naciones Unidas decrete el veinticuatro de marzo como “Día mundial de las víctimas de violaciones a los derechos humanos” y a la Organización de Estado Americanos que lo declare “Día latinoamericano por la paz con justicia y dignidad”.
5. Fomentar la creación de espacios que permitan intercambiar información sobre casos de violación a derechos humanos, tanto los resueltos favorablemente como los que tengan justicia pendiente, para mejorar las técnicas en su preparación y sus resultados, además de estimular nuevas denuncias en aras de que se conozca la verdadera situación de América Latina.
6. Animarnos mutuamente y unirnos para presionar a los gobiernos y otras entidades oficiales, a fin de obtener justicia y construir sociedades en paz.
7. Continuar con la reelaboración y actualización de los conceptos de verdad, justicia y paz a través del intercambio de documentación, en aras de rescatarlos del lenguaje vacío y falso del poder hasta convertirlos en herramientas válidas y eficaces en manos de las víctimas de la exclusión, la impunidad y la violencia que buscan transformar la realidad actual.
8. Elaborar diagnósticos que identifiquen más a fondo temas como el terrorismo, los movimientos sociales, la participación ciudadana y los tratados de libre comercio, entre otros, teniendo como base los análisis y estudios realizados por universidades e institutos de investigación, así como el aporte de las víctimas, las comunidades de base y otros grupos sociales.
9. Elaborar un libro sobre la impunidad y los intentos de pacificación en la región, con los datos generales de las víctimas así como los hechos y circunstancias en que se produjeron las violaciones a los derechos humanos.
10. Incluir a nuestras hermanas y hermanos que abandonaron sus países por las situaciones de violencia, exclusión e impunidad, en todos los esfuerzos por descubrir la verdad, alcanzar justicia y construir la paz.
11. Contribuir a la proyección continental del pensamiento de Monseñor Romero, impulsando diversas iniciativas tales como el “Llamado Romero por la Paz” surgido de este Foro y con el cual nos comprometimos las y los participantes en el mismo.
12. Nombrar en el acto de cierre del Foro de San Salvador una comisión que planifique y dé seguimiento al cumplimiento de los presentes acuerdos; asimismo, que sirva de enlace para la comunicación operativa entre las y los participantes.
13. Celebrar la segunda edición del Foro de San Salvador “Verdad, justicia y paz”, en marzo del 2007.

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Documento


Reflexiones

 

A continuación, presentamos la intervención de Luis Armando González, director del CIDAI, en la presentación del documento La cultura de la democracia en El Salvador, efectuada el 31 de marzo de 2005

Reflexiones sobre el documento: “La cultura política de la democracia enEl Salvador, (2004)” 31 de marzo de 2005


Para comenzar quiero decir dos palabras acerca del sentido de los estudios sobre la cultura política en El Salvador. Desde mi punto de vista, el análisis de la cultura política de los salvadoreños y salvadoreñas no es un asunto primariamente académico, sino un asunto de carácter práctico. Y es que la práctica política de los salvadoreños y salvadoreñas –medida si se quiere en términos de comportamiento electoral—es en sí misma un problema.


Ciertamente, no es un problema mayor constatar los ritmos de ese comportamiento político. Tampoco lo es constatar que electoralmente la mayor parte de la población se inclina por ARENA, un partido de derecha que sistemáticamente ha implementado políticas económicas que no han mejorado en quince años la vida de las mayorías.


Distintos análisis y reflexiones realizados a lo largo de la postguerra arrojan una conclusión preocupante: la mayor parte de la población en edad de votar lo hace por un partido que ha propiciado un modelo económico excluyente y marginalizador, es decir, por un partido que ha tomado decisiones contrarias a sus intereses fundamentales. Identificada esa situación, sin duda grave para quienes creen que los salvadoreños y salvadoreñas merecen una vida más digna, el desafío subsiguiente ha consistido en indagar acerca de los factores que puedan ayudar a explicarla.


Así las cosas, la interrogante básica ha sido la siguiente: ¿por qué los salvadoreños y salvadoreñas se comportan políticamente (esto es, electoralmente) del modo en que lo hacen? Y de esta pregunta se ha derivado otra más analítica: ¿cuáles son los factores que explican ese comportamiento político?


Es este contexto que se enmarcan las preocupaciones y análisis sobre al cultura política prevaleciente en El Salvador.
Mientras no asumió el problema del comportamiento político de los salvadoreños y salvadoreñas como un problema de cultura política sus factores explicativos se buscaron en fenómenos de tipo coyuntural como la manipulación publicitaria, el engaño o los intereses clientelares. Enfocado el problema desde la cultura política, la perspectiva coyuntural comenzó a ceder su lugar a una reflexión sobre los valores, las creencias y las actitudes políticas, desde las cuales se alimentan los comportamientos electorales. Fue claro que si identificaban esos valores, creencias y actitudes se estaría en una mejor posición para comprender el comportamiento político de los salvadoreños y salvadoreñas.


Derivadamente, se estaría en condiciones de juzgar si esos valores, creencias y actitudes hacen parte de una cultura política democrática o más bien son expresión de una cultura política de tipo autoritario.


Pues bien, el estudio La cultura política de la democracia, 2004 es el fruto más reciente de una agenda de investigación, indudablemente novedosa, en torno a la cultura política enraizada en el país desde antes del fin de la guerra civil. Se trata de un fruto maduro, científicamente riguroso, en el cual no sólo se da cuenta de esa cultura política –y de los principales factores que la alimentan—, sino que se juzga su mayor o menor anclaje democrático.


Entre otros resultados del estudio, llama la atención que —pese a la preferencia que la mayoría de los entrevistados dice tener por la democracia como forma de gobierno (63.3%)—, al interrelacionar las variables “apoyo al sistema” y “tolerancia”, sólo el 32% de ellos apoya la democracia estable, mientras que el resto apoya la estabilidad autoritaria (35%), la democracia inestable (17%) y el rompimiento democrático (16%).


También es de destacar lo afirmada que está la desconfianza en las instituciones y en los partidos políticos, la marcada satisfacción con el sistema actual de gobierno –lo cual no puede ser leído sin más como un apoyo a la democracia—, el incremento de la intolerancia política (entre 1995 y 1999) y los bajos niveles de participación ciudadana.


Aunque el estudio no lo dice expresamente, lo sugiere: la cultura política predominante en El Salvador tiene severas limitaciones para convertirse en una cultura política democrática y, en consecuencia, para propiciar comportamientos políticos que sean acordes con las exigencias de la democracia.


Se trata, a modo de ver, de una conclusión que –de ser cierta— debe llevarnos a discutir con seriedad los mecanismos posibles para propiciar una cultura política distinta (más aun, opuesta) a la cultura política predominante. Está claro que la democracia no llega por decreto. Que para que ella arraigue y perviva debe ser asumida intersubjetivamente por los ciudadanos y sostenida día a día por la confianza en las instituciones, el respeto a las leyes, la tolerancia y la participación de todos y todas.


En definitiva, el estudio elaborado por Miguel Cruz y Ricardo Córdova nos hace caer en la cuenta de lo mucho que hay que caminar todavía para que la incipiente democracia salvadoreña se convierta en una democracia viable, es decir, una democracia vivida en la cotidianidad de los salvadoreños y salvadoreñas.

G

 

 


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