PROCESO — INFORMATIVO SEMANAL EL SALVADOR, C.A.

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El informativo semanal Proceso sintetiza y selecciona los principales hechos que semanalmente se producen en El Salvador. Asimismo, recoge aquellos hechos de carácter internacional que resultan más significativos para nuestra realidad. El objetivo de Proceso es describir las coyunturas del país y apuntar posibles direcciones para su interpretación.

 

Su producción y publicación está a cargo del Centro de Información, Documentación y Apoyo a la Investigación (CIDAI) de la Universidad Centroamericana “José Simeón Cañas” de El Salvador. Por favor, asegúrese de mencionar Proceso al utilizar porciones de esta publicación en sus trabajos.

 

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Año 25
número 1126
Diciembre 15, 2004
ISSN 0259-9864

 

 

Índice


 

Editorial: Un mal año para la vida de las mayorías

Política: Pleitos institucionales

Reporte IUDOP: Los salvadoreños evalúan la situación del país a finales de 2004

Regional: Política de baja ralea

Derechos Humanos: Otra testigo más asesinada

 

 

Editorial


Un mal año para la vida de las mayorías

 

El divorcio entre la situación económica y la situación social y política de la población salvadoreña ha permanecido inalterado, según lo revela la encuesta del Instituto Universitario de Opinión Pública, dedicada a evaluar el año 2004; y la oposición política, en particular el FMLN, se continúa mostrando incapaz de aprovechar esa brecha para ganar popularidad —y también elecciones. De momento, por lo tanto, este divorcio es ventajoso para el gobierno de ARENA.


En efecto, el problema principal para la inmensa mayoría de la opinión pública es el económico, mientras que el de la seguridad ciudadana ha pasado a ocupar un segundo lugar muy lejano. Casi la mitad asegura ser más pobre que antes y para un poco más de cuatro de cada diez, su situación económica no ha mejorado en este año. La mayoría afirma que esa situación es igual o peor ahora que hace un año æy sólo habría mejorado para diez de cada cien personas. La situación familiar tampoco habría mejorado para poco más de la mitad de la gente y para un tercio, habría empeorado. Las dos razones que más mencionan para explicar su estado de pobreza son el elevado costo de la vida y la dolarización, para la cual hay más rechazo ahora que cuando fue impuesta. Con todo, estas valoraciones son iguales a las de hace un año. Por lo tanto, en 2004, la percepción de la población sobre su estado económico no ha variado y el gobierno tampoco habría hecho nada significativo como para modificarla. Las perspectivas para el próximo año no son halagüeñas. Casi cuatro de cada diez piensa que empeorará, un tercio dice que seguirá igual y sólo un tercio asegura que mejorará.


No es extraño, entonces, que cuatro de cada diez personas quiera emigrar —la mitad asegura tener parientes cercanos en el exterior— y que sólo un poco menos de un tercio piense que el país va bien, mientras que casi siete de diez siga insistiendo en un cambio. Pero no hay acuerdo en cuanto a si este cambio vendrá con el tratado de libre comercio, la última propuesta del gobierno de ARENA para impulsar el crecimiento y el desarrollo económicos. Un poco más de un tercio piensa que traerá más pobreza, mientras que otra proporción similar opina que ayudará. De lo que a la gente no le cabe ninguna duda pública es que los más beneficiados por dicho tratado serán los grandes empresarios y los ricos. Sólo una reducida minoría opina que el beneficio será general. Estas opiniones acerca del tratado son más críticas ahora que hace un año. El peso específico de la emigración en la sociedad salvadoreña contribuye a su opinión pública sea decididamente republicana; la gran mayoría piensa que el triunfo de este partido, en las elecciones recién pasadas, en Estados Unidos, es positivo, tanto para los intereses nacionales como para los de los salvadoreños residentes en ese país. Es una comprobación más de que la opinión pública salvadoreña tiende mucho más a las posiciones de derecha que a las que promueven cambios —aunque, en realidad, la diferencia entre ambos partidos estadounidenses es sólo de énfasis.


Contrario a evaluaciones anteriores a la publicidad gubernamental sobre las “manos duras”, la seguridad ciudadana ha perdido relevancia. Poco más de la mitad piensa que, a finales de 2004, hay menos delincuencia —excepto homicidios— que antes, contra un poco más de un quinto que piensa lo contrario. Este es el porcentaje más bajo de los registrados por una encuesta de evaluación anual, en los últimos cinco años. Esta percepción es corroborada por otro dato de la encuesta. La inmensa mayoría dice no haber sido víctima de la delincuencia, en este año, y ve que la policía es más eficaz, en su lucha contra la delincuencia, y, además, le tiene mucha confianza —no así a la Fiscalía General de la República ni a la Corte Suprema de Justicia, ninguna de las cuales es muy apreciada por la población—. Pero, contradictoriamente, aquellas personas que han sido víctimas de un hecho delictivo, por lo general, no lo denuncian a las autoridades.


El acuerdo con “la mano súper dura”, así como con su contrapartida, “la mano amiga”, es, en lo fundamental, mayoritario, aunque se observan ciertas reservas. Hay más aceptación de la primera que de la segunda, lo cual significa que la población prefiere el recurso a la fuerza que a la política social. Sin embargo, la opinión pública no sabe explicar por qué, en este año 2004, hay más homicidios que el año pasado. De hecho, pareciera aceptar como verdadera la versión del gobierno de Saca, que explica este aumento de homicidios porque los pandilleros matan a pandilleros, los pandilleros matan a particulares, los particulares matan a pandilleros y los particulares mueren a consecuencia de riñas entre pandilleros. Es decir, la explicación siempre estaría en las pandillas. De fondo, el gobierno defiende que la respuesta adecuada es el recurso a la fuerza, sin caer en la cuenta que, al mismo tiempo, promueve su contra él y contra los demás. Esta versión de la violencia nacional carece de fundamento empírico, puesto que ninguna autoridad se ha preocupado por investigar estos homicidios. La mayoría de veces, sus circunstancias y motivos son desconocidos. Esta postura sólo puede ser calificada como una ligereza del gobierno de Saca para explicar lo inexplicable. Las estadísticas ponen en evidencia que sus planes de seguridad no están dando los resultados esperados, aun cuando haya multiplicado la captura de pandilleros y mantenga a centenares de ellos tras las rejas. El mejor ejemplo de este fracaso es el caso del departamento de Sonsonate.


No obstante lo anterior, la aceptación de este gobierno de Saca es mayoritaria. La nota otorgada por la opinión pública es superior a la obtenida por el ex presidente Flores, a finales de 2003; pero es inferior a la conseguida por Saca, en sus cien primeros días de gobierno. Así, poco más de la mitad de la población opina que Saca hace un buen gobierno, un tercio se muestra indiferente y sólo una minoría opina que su desempeño es malo. Es más, casi la mitad opina que cumple con sus promesas electorales y casi un tercio piensa que las cumple de forma parcial. Para casi la mitad de la población, ARENA significa estabilidad social y económica. Ahora bien, las opiniones están más divididas en cuanto a confiar en el gobierno central, el combate contra la corrupción, en particular, el encubrimiento del fraude en ANDA y la aplicación de justicia —de lo que no cabe ninguna duda es que no se debe dar tratamiento privilegiado a uno de sus protagonistas. Lo mismo puede decirse en cuanto a la utilidad de las mesas de diálogo y en cuanto a si la mesa de gobernabilidad impone o no sus decisiones. Sin embargo, la mayoría, seis de diez personas, opina que el FMLN hizo mal en retirarse de esta última mesa, mientras que poco más de tres de diez, piensa que hizo bien. Asimismo, la opinión está muy dividida respecto a si la reforma tributaria generará más ingresos para el fisco, pero de lo que a la gente no le queda duda alguna es de que quienes tienen más dinero debieran pagar más impuestos. Para un poco más de la mitad, la situación política sigue igual; el resto de opiniones sobre ella se divide de forma pareja entre quienes dicen que está mejor y quienes opinan lo contrario.


El divorcio entre lo económico y el verdadero estado de la seguridad ciudadana, por un lado, y la política hace que la imagen de ARENA sea mucho más positiva que la del FMLN, entre la opinión pública. Pero, por otro lado, también muestra la debilidad de este último partido, en un contexto que debiera favorecerlo, dado el deterioro experimentado en el nivel de vida de la mayoría y el deseo de un cambio de rumbo. Un tercio asegura que la imagen de ARENA ha mejorado, contra ocho que aseguran que la del FMLN ha hecho otro tanto. Mientras 17 afirman que la de ARENA ha empeorado, 41 dicen lo mismo de la del FMLN. Para el resto, poco más de la mitad, la imagen de estos dos partidos continúa invariable. Al explorar un poco más estas apreciaciones, se observa un FMLN debilitado ante la gran opinión pública, la que le debe dar los votos necesarios para llegar al poder. La mayoría opina que sus elecciones internas, recién pasadas, no lo han fortalecido contra poco más de un tercio que dice lo contrario. De todas maneras, la gran mayoría percibe que estas elecciones no han reforzado la unidad dentro del FMLN. Tampoco piensa que sus mecanismos electorales internos sean más democráticos que los de ARENA. Las elecciones internas de este último partido son percibidas como más democráticas que las del FMLN, por una diferencia apreciable. Si el FMLN desea ganar las elecciones, las opiniones mayoritarias apuntan a que cambie a su candidato, es decir, a Handal, y a la unidad partidaria. De habérselo permitido, la opinión pública no hubiera votado por éste y su grupo para dirigir el partido. Dicho de otra manera, la preferencia por ARENA es clara, aun cuando la gente percibe que es un partido dirigido, en orden descendente, por los grandes empresarios, el presidente Saca, el Consejo Ejecutivo Nacional y, en último lugar, por los representantes de sus bases.


Esta preferencia se refleja en la intención de voto. Si hubiera elecciones ahora, ARENA ganaría al FMLN por más de dos a uno, 40 contra 18 puntos porcentuales. Más de un tercio asegura que no votaría por ninguno de los dos o no responde. El PCN obtendría el 4.8 por ciento de la votación y el PDC, el 3 por ciento. En consecuencia, más de la mitad es de la opinión que las próximas elecciones las ganará ARENA, poco más de un tercio no lo sabe y sólo trece de cada cien asegura que las ganará el FMLN. No obstante, que la inmensa mayoría tiene poca o ninguna confianza en los partidos políticos, las opiniones se dividen en dos bloques similares cuando se trata de la conveniencia de formar nuevos partidos de izquierda y de derecha. Una división parecida se encuentra entre los que están a favor y en contra de la continuidad del PCN y del PDC.


En síntesis, el año 2004 ha sido un mal año para la mayoría de la población salvadoreña. Esta todavía no puede relacionar la pobreza y la violencia social con los gobiernos de ARENA, en parte, por la intensa campaña publicitaria del gobierno de Saca y por la habilidad de éste como comunicador social de masas; en parte, por la connivencia de la mayoría de los grandes medios de comunicación masivos, los cuales tampoco han contribuido a unir esas realidades, por razones obvias; y también porque el FMLN no ha sido capaz de hacerlo.

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Política


Pleitos institucionales

 

tado en discusión en los últimos días: la actitud del partido FMLN. Algunos consideran que ésta atenta gravemente contra la naciente democracia salvadoreña. La necesidad de aprobación del presupuesto general de la nación ha servido de motivo para reavivar esta discusión. A decir verdad, no es la primera vez que se aborda el tema del comportamiento de los actores políticos, particularmente del FMLN respecto del funcionamiento de la institucionalidad democrática del país. En esta materia, incluso algunos analistas, de cuya integridad no se puede dudar, han reprochado la intransigencia del partido de izquierda.

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Reporte IUDOP


Los salvadoreños evalúan la situación del país a finales de 2004

 

Al finalizar el año 2004, los problemas económicos se han constituido en las principales fuentes de preocupación para la ciudadanía salvadoreña, según revela la más reciente encuesta de opinión realizada por el Instituto Universitario de Opinión Pública (IUDOP) de la Universidad Centroamericana "José Simeón Cañas" (UCA). El sondeo, efectuado con el propósito de recoger la opinión de los ciudadanos sobre la situación general del país y sobre los sucesos acaecidos en 2004, se llevó a cabo entre el 21 y el 28 de noviembre del año en curso, con una muestra total de 1,280 entrevistas a adultos, representativa de toda la población salvadoreña de 18 años y más que vive en el país. El sondeo posee un error muestral del más/menos 2.8 por ciento.


Luego de que la opinión pública sobre los problemas del país fuera compartida entre los temas económicos y los asuntos de inseguridad y violencia a lo largo de los últimos años, la encuesta revela que, al cierre de 2004, la economía predomina decisivamente en las preocupaciones públicas de los ciudadanos salvadoreños. Casi el 70 por ciento de los encuestados señalan problemas como el desempleo, la pobreza, la situación económica particular y la inflación. Los problemas vinculados con la seguridad pública, en cambio, son señalados por una parte de la población que no sobrepasa el 20 por ciento, ubicando a este tema en un muy segundo plano dentro de la opinión pública.


Ello no significa que para muchos ciudadanos el crimen no siga siendo un problema, lo que sucede es que los temas económicos se han impuesto con más urgencia en la agenda vital de los salvadoreños que el tema de la inseguridad. De hecho, cerca de la mitad de las personas consultadas por la encuesta de la UCA —el 49.3 por ciento— dijeron que la pobreza aumentó en el país en comparación con el año pasado, mientras que una buena parte de la otra mitad sostuvo (43.6 por ciento) que los niveles de pobreza se habían mantenido igual y sólo el 7.1 por ciento dijo que la pobreza disminuyó.


Esta opinión no representa un cambio importante en la tendencia con respecto al año anterior. La pobreza sigue estando presente en las percepciones de la gente. En cambio, cuando se preguntó por el costo de la vida, la encuesta muestra que la gran mayoría de ciudadanos percibe un aumento muy grande en la misma. El 68.9 por ciento de la gente dijo que la vida se había vuelto mucho más cara durante 2004, mientras que solamente el 2.2 por ciento de los consultados dijeron que el costo de la vida no había aumentado en absoluto durante el año que termina. El resto de la gente se ubicó en opiniones intermedias.


Muchos salvadoreños atribuyen el aumento del costo de la vida, entre otras cosas, a la dolarización. Preguntados sobre si estel proceso, que comenzó en 2001, había sido beneficioso o perjudicial para la situación económica de los encuestados, ocho de cada diez salvadoreños dijeron que la dolarización había sido negativa para su economía particular, el 13.6 por ciento dijo que había sido positiva y el 6.4 por ciento restante dijo que la dolarización no le había traído efectos ni buenos ni malos. Estas opiniones críticas con respecto a la dolarización son inclusive más altas que las que prevalecieron cuando fue promulgada la ley de integración monetaria. En otras palabras, la percepción sobre la dolarización es hoy más negativa que cuando se lanzó la medida.


Otra opinión crítica que también ha aumentado —aunque en menor medida— es la que se refiere a los tratados de libre comercio. Para más de un tercio de los salvadoreños, el 37.9 por ciento, los tratados comerciales generarán más pobreza en el país; en cambio, otra tercera parte (36.8 por ciento) piensa que, por el contrario los TLC ayudarán a combatir la pobreza en el país y el resto de la gente (22.3 por ciento) cree que los tratados no tendrán ningún efecto. Cuando se preguntó sobre quiénes serán los principales beneficiarios de dichos tratados, los salvadoreños básicamente identificaron a "los ricos" (35.3 por ciento), las grandes empresas (24.2 por ciento) y los empresarios (10.8 por ciento). Sólo una minoría de los encuestados señalaron como beneficiarios de los tratados a toda la población (10.3 por ciento) o a los trabajadores (3.5 por ciento).

Crimen e inseguridad
Mientras que en el ámbito económico las opiniones de los salvadoreños son más bien críticas y parecen estar en aumento, en el ámbito de la inseguridad y de la violencia, las percepciones de los ciudadanos son relativamente positivas, a pesar de los problemas que persisten en el país. Un poco más de la mitad de la gente (el 52.3 por ciento) sostuvo que la criminalidad disminuyó en 2004, mientras que un 26 por ciento dijo que la criminalidad se ha mantenido igual y un 21.7 por ciento señaló que la misma había aumentado. A pesar de que casi la mitad de la gente no ve cambios en la situación de inseguridad o, en algunos casos, ve un empeoramiento, el porcentaje de personas que dijo que la violencia disminuyó este año es el más alto registrado por un sondeo de evaluación anual en los últimos cinco años.


Esta tendencia parece estar confirmada por el registro de personas que dijeron haber sido víctimas de un hecho delincuencial durante el año 2004. De acuerdo a la encuesta de la UCA, el 13.7 por ciento de los salvadoreños habrían sido víctimas de algún hecho delincuencial (sin tomar en cuenta a los homicidios) durante el año 2004. Este constituye el porcentaje más bajo de victimización por violencia criminal desde que se miden los niveles de victimización por delincuencia en la era de la posguerra.


Sobre este tema, a los salvadoreños se les preguntó por la efectividad del Plan Súper Mano Dura para reducir la delincuencia. Los resultados muestran que el 39.1 por ciento de los ciudadanos piensan que dicho plan está funcionando mucho, el 31 por ciento cree que el plan está reduciendo "algo" el crimen y el 29.9 por ciento dijo que el Plan Súper Mano Dura está reduciendo poco o nada la criminalidad.


Sin embargo, al comparar estas opiniones con las correspondientes al Plan Mano Dura de hace un año, los salvadoreños se muestran ahora más reservados en sus opiniones positivas.


Hace un año, más de la mitad de la gente pensaba que el Plan Mano Dura estaba combatiendo el crimen. Con todo, el Plan Súper Mano Dura sigue teniendo aceptación entre la ciudadanía, inclusive parece que levemente por encima del Plan Mano Amiga. El 63.3 por ciento de los salvadoreños se mostraron muy de acuerdo con la implementación del Plan Súper Mano Dura, mientras que el 56.8 por ciento señaló estar de acuerdo con el Plan Mano Amiga.

La evaluación de la gestión del gobierno
Estas opiniones alrededor del tema de la seguridad parecen estar, en parte, basadas en la evaluación positiva que hace la ciudadanía sobre el gobierno de turno. Como es costumbre en las evaluaciones anuales, a los salvadoreños se les pidió que asignaran una nota al desempeño del gobierno en el período transcurrido. Los salvadoreños calificaron al gobierno con una nota de 6.76, en una escala de 0 a 10. Dicha calificación es superior a la obtenida por el entonces presidente Francisco Flores al cierre de 2003, pero es inferior a la nota obtenida por el gobierno actual, cuando cumplió los primeros cien días de gestión.


Sin embargo, la valoración del trabajo gubernamental sigue siendo positiva. El 55 por ciento de los ciudadanos dijo que el presidente Saca está gobernando bien al país, mientras que casi el 15 por ciento dijo que lo está haciendo mal, y el 30.1 por ciento sostuvo que el presidente no está gobernando ni bien ni mal. A los salvadoreños se les pidió también su opinión sobre la promesa del presidente de mejorar la situación social del país: el 45.9 por ciento de la gente dijo que el gobernante está cumpliendo con su promesa, mientras que el 27.3 por ciento dijo que está cumpliendo sólo en parte; el 26.8 por ciento sostuvo que el mandatario no está cumpliendo con su promesa.


La pesquisa del IUDOP abordó también el tema de las mesas de concertación impulsadas por el gobierno en diferentes áreas sectoriales. Los resultados muestran unas opiniones divididas al respecto: el 48.9 por ciento de la gente dijo que las mesas de concertación son útiles para mejorar la situación social del país; en cambio, un porcentaje similar, el 47.2 por ciento, dijo que dichas mesas eran sólo propaganda por parte del gobierno. El resto de la gente se abstuvo de responder a la pregunta.

Confianza en las instituciones en 2004
La encuesta de la UCA recogió también los niveles de confianza que expresan los salvadoreños sobre algunas instituciones u organizaciones nacionales que tienen impacto en la vida sociopolítica del país. De acuerdo a los resultados, las instancias en las que más confían los salvadoreños son, en orden de mucha confianza: la iglesia católica, las iglesias evangélicas y la Policía Nacional Civil. Les siguen un grupo de instituciones con confianza intermedia, compuesto por el ejército, las alcaldías, el gobierno central, la Procuraduría de los Derechos Humanos, los medios de comunicación y la Procuraduría General de la República.


En el grupo de instituciones que suscitan menos confianza en la población se encuentran el Tribunal Supremo Electoral, la Corte Suprema de Justicia, la Fiscalía General de la República, la Asamblea Legislativa y los partidos políticos.

Otras opiniones
La encuesta de la UCA recogió también las opiniones de los salvadoreños sobre otros aspectos de la vida nacional. Entre ellas se preguntó sobre el trabajo de las autoridades salvadoreñas para aplicar la justicia y extraditar a Carlos Perla por el delito de corrupción en ANDA. El 54 por ciento de los salvadoreños piensa que las autoridades nacionales no han hecho lo suficiente para extraditar al ex funcionario, mientras que el 42.1 por ciento piensa lo contrario.


En la misma línea, se preguntó si el ex gerente de ANDA, Mario Orellana, debe ser protegido para que sirva como testigo de la corrupción o, por el contrario, debe ser juzgado como corresponsable del delito. La gran mayoría de los salvadoreños (el 84.5 por ciento) afirmó que Orellana debe ser juzgado y sólo el 11 por ciento dijo que debía ser protegido como testigo. Y es que sobre el caso de la corrupción en la entidad autónoma, el 53 por ciento de los salvadoreños piensan que el gobierno anterior encubrió la corrupción en ANDA, mientras que un 38.9 por ciento sostuvo que el gobierno no sabía de la corrupción dentro de la administradora del servicio de agua.


Por otro lado, se preguntó a los salvadoreños sobre el resultado de las recientes elecciones presidenciales en los Estados Unidos. De acuerdo a los resultados de la encuesta de la UCA, casi tres cuartas partes de los salvadoreños (74.4 por ciento) piensan que la reelección de George W. Bush será beneficiosa para los intereses salvadoreños, en tanto que un 21.1 por ciento sostuvo que la reelección del republicano será perjudicial para los intereses locales. Una tendencia similar se contempla cuando se preguntó en función de los compatriotas que viven en los Estados Unidos: el 65.1 por ciento de los encuestados dijo que los salvadoreños que viven en EUA se verán beneficiados por la victoria de Bush; el 12.5 por ciento dijo que los compatriotas se verán perjudicados y el 19.2 por ciento sostuvo que da lo mismo que haya ganado o no.

Opiniones políticas
A los salvadoreños se les preguntó sobre si las últimas elecciones internas dentro del FMLN fortalecerán a ese partido o, por el contrario, lo debilitarán. Las opiniones se orientan más hacia la idea de que el resultado de las últimas elecciones internas del Frente lo perjudicarán: el 58.2 por ciento opinó de esa manera; en cambio, la tercera parte de la gente, el 33.2 por ciento, dijo que los comicios internos lo fortalecerán. El resto no quiso responder a la pregunta. De hecho, la mayor parte de los salvadoreños, el 75.7 por ciento, ve al FMLN menos unido luego de su proceso electoral interno.

 

Preguntados sobre las preferencias partidarias al cierre de 2004, las simpatías electorales favorecen al partido gobernante. El 38.9 por ciento de los salvadoreños dijo que votaría por ARENA si las elecciones se celebrasen el próximo domingo; mientras que el 18.2 por ciento votaría por el FMLN y el 8 por ciento votaría por otros partidos (PCN y PDC). Cerca de un 20 por ciento de la gente no quiso revelar su partido de preferencia al término del año 2004 y el 15.8 por ciento dijo que no votaría por ninguno de los partidos.


En resumen, la encuesta de evaluación del año 2004 cursada por la UCA muestra que los salvadoreños se encuentran más preocupados que nunca por la situación económica del país. Pobreza, desempleo e inflación dominan las opiniones cotidianas de la mayor parte de la población. Esto es así, en parte, porque varios ciudadanos han dejado de preocuparse particularmente por la delincuencia y la seguridad ciudadana. De hecho, al finalizar el año 2004, el porcentaje de personas que han resultado víctimas de la violencia criminal constituye el porcentaje más bajo registrado en los años de la posguerra. Esto parece ser parte de una tendencia que se inició hacia el año 1999 y que, con excepción de 2002, ha mantenido una constante de disminución en las tasas de victimización por delitos comunes.


Por otro lado, la encuesta registra también que las opiniones hacia el gobierno central se mantienen bastante positivas. A pesar de que el nivel de opiniones favorables no es igual al expresado en el sondeo de los primeros cien días de gobierno, la administración de Antonio Saca mantiene una opinión pública mucho más favorable que la que enfrentaron sus predecesores. A la base de esta popularidad parecen estar los planes antidelincuenciales y los esfuerzos por mantener una campaña publicitaria sistemática.


En el ámbito de la confianza en las instituciones, los resultados de la encuesta de la UCA señalan que las iglesias, la policía y el ejército se constituyen en las organizaciones e instituciones que reciben mayores niveles de confianza popular. Instancias como los medios de comunicación y las procuradurías han bajado en la confianza ciudadana y han pasado al grupo de instituciones que reciben niveles medios de credibilidad.


Las instituciones más vinculadas con el ámbito político siguen estando en el sótano de la confianza ciudadana. En el área política, la opinión pública favorece, hoy por hoy, más al partido ARENA que a cualquier otro partido político. El FMLN, por su parte, no parece haberse recuperado de la derrota electoral del primer trimestre de este año y su imagen frente a la ciudadanía no se ha visto favorecida por el proceso de elecciones internas celebrado recientemente.

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Regional


Política de baja ralea

 

Primero fue el asesinato de la periodista María José Bravo, a manos de un miembro del Partido Liberal Constitucionalista (PLC); después, la excarcelación de Arnoldo Alemán, ex gobernante que guardaba prisión por sus sonados actos de corrupción. Ahora, lo que se está dando en Nicaragua es una alianza entre la facción del PLC afín a Alemán y el Frente Sandinista de Liberación Nacional (FSLN), para destituir al presidente Enrique Bolaños, quien, por cierto, también pertenece al PLC.

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Derechos Humanos


Otra testigo más asesinada

 

Según la información recién ofrecida por uno de los matutinos nacionales, dos hombres con apariencia de pandilleros asesinaron la noche del domingo a un hombre y a una mujer en Lourdes, Colón, departamento de La Libertad. Para el jefe de investigaciones de la región central de la Policía Nacional Civil (PNC) los asesinos pertenecen a la “MS” (“Mara Salvatrucha”) “se equivocaron, porque creyeron que ella era testigo en otro caso de doble homicidio”. Según este funcionario, la testigo ahora difunta habría visto a los asesinos, pero desistió de colaborar con la justicia, por temor a represalias de los delincuentes, que finalmente acabaron con su vida.


Casos como este evidencian, una vez más, la ausencia de garantías de protección y la falta de estímulos suficientes para que la población apoye el funcionamiento de las instituciones responsables de investigar delitos y castigar a sus responsables. Esta carencia ha sido constante, sobre todo durante los últimos quince años; la misma se agrava hoy con la incompetencia de la Fiscalía General de la República (FGR) y la PNC que suelen fundamentar sus investigaciones ante los jueces en pruebas personales más que en científicas. Con ello, muchas personas resultaron victimizadas al cooperar.


El conocimiento de programas en otros países destinados a proteger víctimas, testigos, peritos y cualquier otra persona que colabore con procesos penales, permite advertir las evidentes distancias entre aquellos y lo que ocurre en El Salvador.


Garantizar la seguridad de estas personas, no debe considerarse como una disposición complementaria a las establecidas en el Código Procesal Penal, porque la función esencial de este último es regular el procedimiento para sancionar la comisión de delitos y no establecer un régimen de protección. Por ésta razón, más que otra reforma a dicho Código, se requiere de una ley especial. Algunos de los elementos mínimos que este programa debe contemplar, se mencionan a continuación.


El margen de protección actual contempla como beneficiarios a los testigos, peritos y víctimas de hechos delictivos. Sin embargo, la gravedad de la situación nacional exige incluir a otras personas que por su vinculación familiar o cualquier otro tipo de asociación pueden correr algún peligro, como ocurre en la legislación norteamericana. Esto abarcaría a las familias de testigos, peritos y víctimas así como a fiscales, jueces y abogados e incluso periodistas, defensores de derechos humanos e individuos todos que por su relación directa o indirecta con el proceso también son objeto de amenazas, coacciones y atentados. En definitiva, se trata de ampliar la definición de beneficiarios a proteger.


También resulta imprescindible que se especifiquen e individualicen las competencias oficiales en la adopción de las medidas correspondientes. Con esto se superaría la percepción la nebulosa actual en la que muchos funcionarios se escudan argumentando que hoy sólo se hace referencia genéricamente a la "autoridad actuante", sin especificar a cuál se refiere. Una medida coherente sería que tanto la Fiscalía como la Policía y la autoridad judicial compartieran la competencia. Así, por ejemplo, la Fiscalía adoptaría inicialmente, de oficio o a instancia de parte, las medidas pertinentes antes de llevar la causa a la autoridad judicial; después, durante el transcurso de todo el proceso o, si una vez finalizado éste, se mantuvieran las circunstancias de peligro, la Fiscalía podría solicitar a la autoridad judicial adoptar las medidas adecuadas.


La ejecución de las medidas debería corresponder sobre todo a la PNC, la cual recibiría las directrices pertinentes directamente de la Fiscalía o de la autoridad judicial. Asimismo, sería interesante que otras entidades estatales como la Procuraduría General de la República o la Procuraduría para la Defensa de los Derechos Humanos, se comprometieran y colaboraran en este programa de protección. Actualmente la Corte Suprema de Justicia (CSJ) tiene un importante cometido a través de la Dirección de Protección Judicial, la cual brinda protección policial de los beneficiarios en coordinación con la PNC; sin embargo, podría jugar un mejor papel para la ejecución de las medidas.

En la legislación vigente, la concreción de dichas medidas requiere que la autoridad competente —generalmente el juez— constate la existencia de un peligro grave para la persona, bienes o libertad del testigo, perito o víctima o de su entorno familiar. Sin embargo, sería conveniente establecer parámetros objetivos para apreciar estas circunstancias de emergencia para reducir posibles arbitrariedades; entre éstos podrían figurar, por ejemplo, el cuantificar las amenazas recibidas —número de llamadas amenazantes que el afectado ha recibido, o seguimientos de que ha sido objeto— así como los atentados o intentos de atentado contra su persona o sus allegados. En todo caso, siempre se deben conocer las razones que fundamenten la solicitud de las medidas.

Las medidas vigentes se deberían mantener y agregar otras que alejen a las víctimas y testigos de la posible intimidación por parte del imputado. Declarar a “puerta cerrada”, podría ser una posibilidad; es decir, que el juez ordene al imputado salir de la sala de audiencia al momento de la deposición de las personas amenazadas. Paralelamente, el juez debería garantizar la presencia del defensor en ese momento para que interrogue a quien declara y comunique al imputado sobre el contenido de lo expuesto. También, se puede considerarse el sistema de circuito cerrado; esto es, rendir la declaración a través de un monitor. Con esto se disminuye el nivel de intimidación que puede provocar el imputado.

Además de las medidas anteriores, sería imprescindible incluir otras de mediano y largo plazo. Así, por ejemplo, si las circunstancias lo requieren, las personas afectadas podrían tener una nueva identidad; esto debería acompañarse de una prohibición de publicidad de los expedientes en los que se realiza tal cambio de identidad, vinculada a figuras administrativas y penales que contemplen penas como cárcel, multa e inhabilitación para los funcionarios que revelen algún dato y arriesguen la integridad de las personas protegidas. También se debería diseñar un sistema solvente de financiación.

Las reformas recientes de la legislación procesal penal establecen la creación de albergues especiales de protección, utilizables para casos que exigen el traslado inmediato de las víctimas; esto exige recursos económicos para cumplirse. Dichos fondos se incluirían en el Presupuesto General de la Nación, en la partida correspondiente a la entidad encargada de su ejecución, y se debería establecer anualmente una asignación específica de recursos dirigida a este programa.


En casos extremos, la necesidad de cambiar residencia a las personas protegidas requiere realizar coordinaciones regionales; su traslado sería más eficaz desplazándose de un país a otro. Así, pues, a partir de los sistemas nacionales de protección se deberían sumar diferentes formas de cooperación entre los países participantes o incluso impulsar un programa regional. En la práctica, cuando se plantee esta necesidad, las autoridades de un Estado determinado solicitarían ayuda a las de otro para concretar la colaboración.


Es importante incluir como posibilidad dentro del marco del programa, tanto la protección previa al inicio de la causa, si fuere necesaria, y mantenerla al finalizar el proceso o la intervención del perito o testigo, siempre que se mantuvieran las circunstancias de peligro.


Para garantizar el éxito de la protección, desde el inicio se debe firmar un convenio que establezca las medidas a ejecutar, la duración de las medidas y las obligaciones de la persona protegida. Dentro de estas dichas obligaciones se debería prohibir, por ejemplo, regresar al domicilio anterior en un radio determinado y no alejarse de los custodios asignados, entre otras. Si se incumplieran estas obligaciones, podría modificarse o finalizar —en casos extremos— la protección.


Interesante en el diseño de un programa de protección, resulta el promover la participación ciudadana. Así, podría plantearse la colaboración de organizaciones sociales en la ejecución de los planes de protección a través de sus miembros y recursos, o de voluntariado. Las autoridades, por ejemplo, podrían comunicar a éstas los casos y acordar con las mismas una línea de actuación a la hora de ejecutar las medidas de protección. La colaboración puede ser en las áreas de asistencia psicológica, legal, entre otras.


En realidad, la situación del país no permite seguir dando “palos de ciego” en esta materia. La impunidad seguirá siendo la única favorecida, de continuar así.

G

 

 


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