PROCESO — INFORMATIVO SEMANAL EL SALVADOR, C.A.

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    Su producción y publicación está a cargo del Centro de Información, Documentación y Apoyo a la Investigación (CIDAI) de la Universidad Centroamericana “José Simeón Cañas” de El Salvador. Por favor, asegúrese de mencionar Proceso al utilizar porciones de esta publicación en sus trabajos.

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Año 25
número 1113
Septiembre 15, 2004
ISSN 0259-9864
 
 
 
 

ÍNDICE



Editorial: Dos países en uno

Política: Acerca de las reformas electorales

Sociedad: Lo social como mito

Regional: En lucha contra la corrupción

Derechos Humanos: ¿Cien días de “sentido humano”? (II)

Reporte IUDOP: Los salvadoreños evalúan los cien días de gobierno de Elías Antonio Saca

 
 
Editorial


Dos países en uno

 

El gobierno y sus aliadas incondicionales, las empresas mediáticas, celebran con gran alborozo la aceptación que aquél ha encontrado en la opinión pública, cien días después de haber comenzado su gestión. En particular, se deshacen en elogios del mismo presidente Saca. Éste tampoco se queda atrás y también valora su gestión de forma muy positiva. Pareciera que no ha habido otro presidente como él —lo mismo dijeron del anterior, a quien pretendieron hacer pasar como el mejor mandatario de El Salvador—. Los resultados de la encuesta del Instituto Universitario de Opinión Pública, en cambio, denotan dos realidades paralelas, que coexisten sin tocarse: la virtual, creada por la propaganda gubernamental, y la de la vida cotidiana de la mayoría de la población.


La primera es la que explica la evaluación tan positiva que la opinión pública hace del gobierno y del presidente Saca. Las opiniones favorables son asombrosamente elevadas. La mayoría ve bien al gobierno, cumplidor de sus promesas de campaña, atento a lo que la gente dice e interesado en resolver la corrupción. La inmensa mayoría piensa que es un gobierno de cambio. Sus logros principales son la disminución de la delincuencia y las mesas de diálogo. Casi la mitad no encuentra ningún fallo. La mitad ve la imagen del presidente igual y un poco menos, la encuentra mejor. Estas valoraciones se sintetizan en una nota de 7.27.


La otra realidad es la de la gente. Aquí las opiniones son contrarias al gobierno o están más divididas, pero nada de esto afecta la valoración anterior. Por eso, se habla de dos realidades que no se influyen mutuamente. Por el momento, se ha impuesto la realidad virtual sobre la vida cotidiana de la mayoría de la población. La gente quiere cambio en la economía, es decir, quiere aumentar sus ingresos. Este es el problema principal. Una gran mayoría piensa que la situación económica con el nuevo gobierno sigue igual o empeora. Sólo casi una cuarta parte piensa que mejorará. Esta gran mayoría aumenta aún más cuando se trata de la economía familiar. Entre los principales fracasos de este gobierno, la gente coloca la inflación y el precio del combustible. En consecuencia, una gran mayoría pide cambiar la política económica y no seguir con la heredada de los gobiernos anteriores.


La opinión pública se divide en bloques similares cuando se pregunta si la situación del país mejorará o empeorará con el gobierno de Saca, si éste está preocupado por eliminar la pobreza, si será o no capaz de resolver el problema del transporte público, si habrá justicia en la corrupción de ANDA, si el presidente controla o no sus decisiones. No es mucha la diferencia entre los que opinan que la reforma a las leyes penales disminuye la delincuencia, ni si hay menos pandillas ahora que antes. Hay un desacuerdo mayoritario con la participación en Irak, aun cuando fue una promesa de campaña. Irak es mencionado como uno de los fracasos del gobierno, lo cual es curioso en una evaluación donde predominan las opiniones que no encuentran ninguno. Es claro que es una promesa que la opinión pública no ha aceptado, pues considera que se pone en riesgo la seguridad del país, por una cuestión que no le concierne. Más de la mitad piensa que el agro no va a ser reactivado. Tampoco se dan muchas posibilidades a una mejor democracia, aunque hay consenso en cuanto a las llamadas mesas de concertación y su potencial para resolver los problemas ahí planteados.


Mientras estas realidades no se conecten, la gente sigue pensando en irse del país. Casi la mitad desea emigrar. Si los primeros cien días fueran la muestra de lo que espera al país, en los próximos cinco años, y en ellos lo mejor estuviera llegando, ese deseo de emigrar habría disminuido. Más de la mitad de la opinión pública no comparte el optimismo del gobierno de Saca. Tampoco encuentra en el FMLN la alternativa que éste debiera representar, puesto que casi la mitad considera que éste lo habría hecho peor. De todas maneras, la cuestión que se plantea al gobierno es cuánto tiempo durará la desconexión entre la realidad virtual y la de la vida de la gente. Sin cambios palpables, el encanto puede romperse y, en ese caso, sobrevendrá una nueva decepción.


La inversión en el área social es la piedra angular del gobierno de Saca. Pero éste ahora se encuentra con que no tiene dinero. Ni siquiera tiene para cubrir los gastos ordinarios del gobierno. Este ya ha anunciado una nueva alza en el saldo rojo del presupuesto nacional del próximo año. Tampoco parece dispuesto a tomarse en serio esta cuestión y recortar, por ejemplo, los dispendiosos gastos de propaganda de Casa Presidencial, los viajes, los viáticos, los vehículos, los festejos y un largo etcétera. El gobierno y sus funcionarios viven como si no hubiera crisis fiscal.


El financiamiento de la inversión social depende de una reforma fiscal. El mismo presidente Saca ha subrayado la urgencia de esta última, la cual debe estar aprobada antes de que finalice este año. Pero sus elementos más novedosos ya fueron descartados, porque el gran capital no los acepta. No está dispuesto a declarar su patrimonio, ni a pagar más impuestos, de acuerdo a sus abultadas ganancias y tampoco desea una fiscalización rigurosa por parte de Hacienda. El presidente Saca asegura que no gobierna para un determinado grupo de poder, lo cual es difícil de aceptar. Aun concediéndole el beneficio de la duda, es claro que sin la aprobación del gran capital no hay reforma fiscal. Y sin reforma fiscal no hay más inversión social. Es decir, sin él, el presidente Saca no puede gobernar.


No se puede negar el nuevo estilo del gobierno, pero eso no significa que la realidad vaya a cambiar como para que las condiciones de vida de la mayoría de la población mejoren de manera sustancial. No todo es, pues, color azul bandera, tal como lo presenta la propaganda gubernamental y la prensa. El gobierno de Saca ha llegado a sus primeros tres meses en medio de un forcejeo con el gran capital, el mismo que prometió ayudarlo, cuando lo escogió como su candidato. Este desea todas las ventajas para él y no está dispuesto a ceder lo que consideran un derecho adquirido.

G

 

Política


Acerca de las reformas electorales

 

Saca acaba de cumplir cien días de gestión. Los diversos sondeos de opinión pública que se han publicado revelan el estado de gracia del que goza el presidente. Cerca del 80% por ciento de los salvadoreños avalan la gestión gubernamental. Destacan unos y otros su postura concertadora y sus acciones en contra de la delincuencia juvenil en el país. La encuesta del Instituto de Opinión Pública de la UCA (IUDOP) lo resume en estas palabras: “Los salvadoreños calificaron con una nota de 7.27 al gobierno de Antonio Saca por su desempeño hasta la fecha. Más de la mitad de la gente cree que el gobierno está cumpliendo las promesas. El combate a la delincuencia y la actitud de apertura constituyen los puntos más positivos de la gestión del nuevo gobierno según los salvadoreños”. Aunque, por otro lado, sigue presente una insatisfacción con la situación económica y, de manera más general, con el rendimiento del sistema político.

G

 

Sociedad


Lo social como mito

 


Cien días de labor no son suficientes para arriesgar conclusiones definitivas sobre el rumbo que el gobierno de Antonio Saca ha impreso a la gestión social del país, sobre todo si se toman como punto de partida los ingentes desafíos sociales de El Salvador. Éstos rebasan, con creces, lo que se ha hecho en tan corto periodo y lo que se haría, incluso, en un solo periodo presidencial. Sin embargo, sí ha sido posible observar algunas tendencias que, a juzgar por la estrecha capacidad de maniobra del actual gobierno, terminarían por moderar el talante optimista con el que iniciara su mandato el gobernante salvadoreño. Lo anterior permiten concluir que, al menos durante los primeros meses de vigencia del actual gobierno, la reforma social, más que una realidad, ha sido un mito.

G

 

Regional


En lucha contra la corrupción

 

El combate a la corrupción en las esferas gubernamentales ha sido tradicionalmente una reivindicación de las sociedades latinoamericanas, cansadas de los privilegios de ciertos grupos sociales, políticos y económicos, conseguidos a costa de los fondos públicos.


La misma corrupción que parece haberse convertido en una forma de vida cotidiana en el ámbito político de los países de Latinoamérica también es un factor de inestabilidad. Hay experiencias que confirman que las denuncias contra la corrupción pueden derribar gobiernos. O cambiar profundamente las relaciones entre las fuerzas políticas de un país.

G

 

Derechos Humanos


¿Cien días de “sentido humano”? (II)

 

Los salvadoreños calificaron con una nota promedio de 7.27, sobre una escala de 0 a 10, al gobierno de Elías Antonio Saca por su desempeño en los primeros cien días de gestión, según revela la más reciente encuesta del Instituto Universitario de Opinión Pública (IUDOP) de la Universidad Centroamericana “José Simeón Cañas” (UCA). El sondeo, realizado, entre otros propósitos, con el objeto de conocer lo que piensan los salvadoreños sobre el trabajo que está realizando la administración Saca en sus primeros cien días de gobierno, se llevó a cabo del 27 de Agosto al primero de Septiembre del año en curso con una muestra nacional de 1,272 personas adultas, y con un error muestral de más/menos 2.8 por ciento. Una comparación de los sondeos realizados por el IUDOP en las presidencias anteriores revela que el actual mandatario ha obtenido la mejor nota en las evaluaciones ciudadanas que se han hecho en los primeros cien días de los gobiernos presidenciales de ARENA. En 1994, Armando Calderón Sol obtuvo una nota promedio de 6.04; en 1999, Francisco Flores fue evaluado con un 5.76.


Y es que más de la mitad de los consultados, el 58.2 por ciento, señaló que el gobierno de Saca está gobernando bien al país, mientras que el 25.6 por ciento dijo que no está gobernando bien, pero que tampoco está gobernando mal, y solamente el 16.2 por ciento sostuvo que el nuevo gobierno está conduciendo mal al país.


Por otro lado, como comparación, a los salvadoreños se les preguntó cómo piensan que hubiese gobernado el FMLN, en caso de haber ganado las elecciones. Las respuestas resultaron ser diversas, pero la mayor parte fue más bien crítica hacia el Frente: el 46.5 por ciento de los salvadoreños cree que el FMLN hubiera gobernado peor al país, el 14.1 por ciento dijo que el Frente gobernaría igual y otro porcentaje parecido ( el 14.6 por ciento) dijo que el FMLN hubiera gobernado mejor. Sin embargo, una cuarta parte de los encuestados no quiso o no supo responder a la pregunta.


De vuelta a las opiniones sobre el gobierno de Saca, el 58.8 por ciento de los salvadoreños ha notado cambios positivos en el país desde que comenzó su gestión en junio del presente año, en tanto que el 41.2 por ciento restante no ha percibido cambios positivos. También se preguntó a los ciudadanos sobre la percepción de cambios negativos en el país desde que asumió Saca la presidencia: las respuestas revelan que casi tres cuartas partes de la población (73.8 por ciento) no han visto cambios negativos, mientras que el 26.2 por ciento restante sí los ha visto.

Los logros
A los encuestados se les pidió que identificaran los logros más destacados del gobierno en los pasados cien días de gestión. Los resultados muestran que básicamente los salvadoreños identifican dos logros: el primero, vinculado con el tema de la seguridad ciudadana, más del 30 por ciento de la gente dijo que el principal logro era la disminución de la criminalidad; el segundo, en un porcentaje mucho menor (8.4 por ciento), con el tema de la apertura de los espacios de diálogo y el establecimiento de mecanismos de concertación que ha impulsado el actual gobierno. Hubo quienes opinaron que era muy temprano para evaluar, mientras otras personas apuntaron diversos otros logros. Sin embargo, casi la cuarta parte de la gente (24.6 por ciento) no supo identificar un éxito en la gestión gubernamental.


Por el lado del combate a la criminalidad, la fuente de las opiniones positivas parece ser el plan en contra de las pandillas juveniles. Más de la mitad de los salvadoreños (52.1 por ciento) piensa que el problema de las pandillas está disminuyendo con el actual gobierno, el 34.5 por ciento considera que sigue igual y el 12.3 por ciento cree que está aumentando. Resultados parecidos se obtuvieron cuando se preguntó a los ciudadanos si la delincuencia habría de disminuir con la reforma de los códigos impulsada por el gobierno a través de las mesas técnicas. Más de la mitad (53.3 por ciento) dijo que la delincuencia de las pandillas disminuirá con dichas reformas.


Un tema de este mismo ámbito que la población ha recibido especialmente bien es la creación de la Policía Rural. El 84.1 por ciento de la gente dijo estar de acuerdo con la creación de esa policía y solamente el 11.5 por ciento la rechazó.


El otro tema positivo en la evaluación del gobierno es la creación de las mesas de concertación y el diálogo con distintos sectores del país. Cerca del 80 por ciento de la gente está de acuerdo con las mesas de concertación y solamente el 15.2 por ciento se expresó en contra. Al preguntar si las mesas de concertación contribuirán a resolver los problemas del país se obtuvieron porcentajes similares: el 76.1 por ciento de los salvadoreños dijo que sí, mientras que el 17.2 por ciento dijo que no, que las mesas no contribuirán a la resolución de los problemas nacionales. El resto de la gente no respondió a la pregunta.


Por otro lado, un poco más de la tercera parte de la gente consultada (el 35 por ciento) dijo que el gobierno de Saca está escuchando mucho a la población, un 29.3 por ciento dijo que la estaba escuchando “algo” y un 33.8 por ciento sostuvo que la está escuchando poco o nada. Una comparación de estos resultados con los que obtuvo la administración de Flores hacia el mismo período revela una valoración más alta de la actitud de escucha por parte de Saca.

Los fracasos
Preguntados por los fracasos del nuevo gobierno luego de cien días, las opiniones resultaron ser muy diversas pero con muy bajo nivel de acuerdo en general, con excepción de dos temas: lo económico e Iraq. Vale decir, sin embargo, que casi el 46 por ciento de la gente no identificó fracasos en la gestión de Saca; luego, entre quienes sí identificaron fracasos se destacan las siguientes respuestas: el envío de tropas a Iraq (7.4 por ciento), el alto costo de la vida (7.2 por ciento), el alza en los precios del combustible (5.2 por ciento), el desempleo (4.9 por ciento) y el incremento de la criminalidad.


Con todo, parece que lo económico se convertirá en el tema más sensible de la gestión de Saca. Varios de los fracasos mencionados se refieren a ese tema y cuando se preguntó a la población si el nuevo gobierno debería continuar con la misma política económica del gobierno anterior, las respuestas de la gente se concentraron en decir que no. Efectivamente, alrededor de 77 de cada 100 salvadoreños señaló que Saca debería cambiar la política económica; solamente 18 de cada 100 dijo que debería continuarla y el resto se abstuvo de responder a la pregunta. De hecho, cuando se preguntó por la situación económica del país en estos primeros tres meses de administración de Saca, el 45.3 por ciento dijo que se encuentra igual, que ha mejorado pero tampoco ha empeorado; el 27.8 por ciento sostuvo que está empeorando y el 24.3 por ciento señaló que está mejorando.


Además, el 44.9 por ciento de la gente dijo que las nuevas políticas ayudarán poco o nada a reactivar la economía salvadoreña; frente a un 29.5 por ciento que dijo “algo” y un 23.4 por ciento que señaló que las nuevas medidas ayudarán mucho.


Por otro lado, un elemento que ha sido particularmente criticado en los primeros cien días de la gestión gubernamental es la decisión de continuar con el envío de tropas a Irak. El 71.7 por ciento de la gente se mostró en desacuerdo con enviar nuevas tropas al país de Oriente Medio; el 22.3 por ciento dijo estar de acuerdo y el resto de la gente se mostró indecisa. Es más, casi el 80 por ciento de los salvadoreños piensa que la seguridad del país está en riesgo con la decisión de enviar las tropas hacia Irak, solamente el 16.5 por ciento cree lo contrario, que el país no está en riesgo.


Sin embargo, en términos generales, al ver la nota general asignada al nuevo gobierno, la evaluación que los salvadoreños hacen de la administración de Antonio Saca luego de cien días es positiva. De hecho, es la mejor evaluación que ha obtenido un gobierno en los últimos quince años.


Casi un 70 por ciento de la gente piensa que el nuevo gobierno representa un cambio positivo para el país, mientras que sólo el 17.3 por ciento cree que es un cambio negativo. Más de la mitad de los salvadoreños (54.7 por ciento) considera que el nuevo gobierno está cumpliendo las promesas y el 23.3 por ciento cree que solo está cumpliendo con algunas, frente a un 20.9 por ciento que considera que no está cumpliendo.


A pesar de esas opiniones, permanece una opinión entre los salvadoreños en el sentido de que el país necesita cambios: alrededor del 60 por ciento opina de esta manera.


En resumen, los resultados de la encuesta de la UCA revelan que los ciudadanos han evaluado de forma muy positiva los primeros cien días de gobierno de Antonio Saca.


Este juicio se debe fundamentalmente a la percepción de que el nuevo gobierno está combatiendo la criminalidad producida por las pandillas y a la percepción de que el nuevo gobierno ha abierto espacios de diálogo y concertación. Sin embargo, los salvadoreños siguen expresando alguna reserva sobre los alcances de las medidas económicas impulsadas por el gobierno y son especialmente críticos de la decisión del presidente de mantener las tropas en Irak.

G

 

Reporte IUDOP


Los salvadoreños evalúan los cien días de gobierno de Elías Antonio Saca

 

Los resultados de la última encuesta del Instituto Universitario de Opinión Pública de la UCA (IUDOP) sobre el desempeño del presidente Elías Antonio Saca, coincidieron con otros que se dieron a conocer en el marco de los primeros cien días de su gestión. No hay donde perderse entonces: la percepción de la población consultada, en clara mayoría, le da un espaldarazo a la gestión de éste. Nosotros queremos ir más allá de los sondeos de opinión pública y analizar con mayor detenimiento el “arrancón” de la nueva administración. La semana anterior nos referimos a la “mesa” para enfrentar el fenómeno de las pandillas —o “maras”— y a las políticas de seguridad pública del presidente de la República. Ahora vamos a abordar otros asuntos de interés.


En su discurso inaugural, Saca ofreció que iba a “multiplicar el empleo como el principal desafío nacional”; a este eje vital ya le entró, convocando a una “mesa por el empleo”, en la línea de su tan publicitada voluntad concertadora y negociadora. Pero acá se detecta algo muy importante: los “comensales” de la misma son sólo de la empresa privada dividida en sectores económicos que en el corto plazo —según FUSADES— son los únicos que pueden generar nuevos empleos; hablamos de la construcción, el turismo, la maquila, el agrícola y la pequeña empresa. ¿Y las trabajadoras y trabajadores? ¿Y el resto de actores sociales? Tal parece que únicamente cuenta las opinión del capital. Parece, además, que no se quiere emprender un esfuerzo real hacia la armonía económica y social; que lo que se busca es hacer sólo algunos cambios de “fachada”, sin impactar negativamente a los jugosos beneficios de las grandes empresas privadas. Con este inicio excluyente, son más las dudas que las esperanzas para la multiplicación de empleos.


La única oferta visible de Saca en esta área depende del Tratado de Libre Comercio con Estados Unidos de América. Entonces, si la creación de nuevos puestos de trabajo depende de este acuerdo, no de la voluntad y capacidad del empresariado vernáculo, ¿qué y para qué “concertar” con éste? Estamos, pues, ante otra gran contradicción en las políticas iniciales de este gobierno.


Resulta muy interesante que las mismas encuestas que encumbran a Saca con una calificación bastante buena, también mencionen que la mayoría de la gente consultada piense en que su futuro se encuentra fuera del país y que además perciba la situación económica sin mejoría o —peor aún— en franco deterioro. Aquí es cuando nos adentramos en los verdaderos problemas de la gente y la carencia de soluciones efectivas del gobierno para los mismos.


Pero hay más. La “voluntad concertadora” del Saca no alcanza para muchas cosas ni es tan abundante como se ha querido presentar. Por ejemplo: no fue suficiente o no la quiso utilizar para considerar las penas y sufrimientos de las y los afectados por la reforma de la Ley del Sistema de Ahorro para Pensiones; de una sola vez, sin escuchar sus opiniones, veintiséis mil personas perdieron su derecho a pensionarse por haber trabajado durante treinta años. Y lanzó esta medida junto al anuncio de una contraprestación: el aumento de catorce dólares en la pensión mínima. Sin embargo, pese a ese incremento de por sí minúsculo, el monto de las pensiones sigue siendo de hambre.


También conviene opinar sobre la gobernabilidad. A diferencia de Francisco Flores, Saca creó una “mesa de gobernabilidad” con el objeto de “concertar” con la oposición política algunos temas trascendentales para el país. Para participar en ésta, logró levantar de sus curules a diputados y diputadas; además se jaló a varios dirigentes políticos. Los llevó a Casa Presidencial y los sentó a discutir sobre ciertos temas, de forma paralela a la propia deliberación parlamentaria. Esto es peligroso si las decisiones se terminan tomando en el Ejecutivo y no en el Legislativo, cual debe ser en un sistema que tenga bien clara la división de poderes. Lo peor es que este “esfuerzo” tampoco ha dado resultados, pues en una clara afrenta a la gobernabilidad se produjo una amañada elección de magistrados para el Tribunal Supremo Electoral. Ahí no le importó a Saca que se violara la Constitución, con tal de integrar tan importante institución con una clara influencia de su administración.


Pero menos concertadora fue la decisión del presidente acerca de un nuevo envío de tropas a Irak, para sumarse a la agresión militar en dicho país. Esta medida carece de total legitimidad, dado que las mismas encuestas de opinión que mencionamos establecen el manifiesto rechazo de la ciudadanía a semejante “orden” del comandante general de la Fuerza Armada de El Salvador. ¿Adónde queda entonces el mandatario que escucha a su gente? ¿Habrá tomado esta decisión “con sentido humano” o más obedecerá a su interés por ser el “consentido” de la Casa Blanca, como su predecesor?


Así las cosas, al examinar con más calma y profundidad la gestión de Saca, no parece ser igual la imagen a la realidad. Y eso es más evidente cuando nos metemos en el campo de las víctimas que buscan justicia. Acá, ya sacó las uñas y marcó su senda: mantener sin juzgar a los grandes criminales, dejando vigente la ley de amnistía e incumpliendo las recomendaciones hechas al Estado salvadoreño por la Comisión Interamericana de Derechos Humanos. Sinceramente, esto es desalentador pues se suma a sus tres antecesores que impidieron la llegada de la justicia al país y no dejaron cerrar las heridas abiertas por quienes violaron los derechos humanos de tanta gente. Para estos casos, Saca ya reveló su enemistad con la dignidad de las víctimas. ¿Cuándo les consultó, como lo hizo con “La Tandona”, antes de decirle sí a la impunidad y no a la justicia?¿Por qué no amplía su papel de “mesero” y convoca a una discusión seria sobre estos asuntos tan humanos? ¿O para él no tienen sentido? ¿O tendrá miedo a que no sea ésta la “mesa” donde más le aplaudan?


Lo comentado la semana anterior y hoy nos interroga: ¿Con qué nos quedamos tras los primeros cien días de Saca en la silla presidencial? Primero, que enfrenta el problema generalizado de violencia e inseguridad con un “plan súper mano dura”, clara continuación de las políticas “areneras” que ya demostraron su ineficacia para enfrentar una situación tan grave. Por cierto, le demandamos que nos excluya al afirmar que esa iniciativa cuenta con el apoyo de todos los sectores sociales. Con el nuestro, al menos, no. El IDHUCA participó aportando ideas en la discusión sobre las reformas legales y las medidas sociales, en el marco de una solución inteligente e integral; las primeras se aprobaron y de las segundas, hasta el momento, nadie sabe qué pasó.


Segundo, que la reactivación económica y la generación de empleos va a depender de un Tratado de Libre Comercio —casi secreto e inconsulto— con Estados Unidos de América. Igual que el (mal) gobierno de Flores. Tercero, que en materia de gobernabilidad siguen destacando la trampa, la componenda turbia y la violación a la Constitución. Igual que siempre. A eso podemos agregar que la opinión pública no le interesa al presidente cuando no coincide con su propia agenda publicitaria o gubernamental, como se le quiera llamar; esto también es reiterar los esquemas autoritarios de los últimos quince años. Por último, ofende la tolerancia —cargada de complicidad— al mantener la impunidad para los criminales y ultrajar la dignidad de las víctimas; eso tampoco es nuevo y seguirá con cualquier “arenero” que se instale en esa silla.


¿Cuál es entonces la conclusión? Que en realidad sólo se produjo un cambio de gerente en la administración de un modelo económico, político y social injusto que excluye; que no opta por la vida ni defiende la justicia; que ha generado pobreza, desesperanza y migración. Por eso, con tanto cambio de forma y tan pocos o ninguno de fondo, desde el lugar de las víctimas no hablamos de los cien días de un nuevo gobierno sino de los quince años con cien días de lo mismo: un mal gobierno para la mayoría de la población.

G

 


 


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