PROCESO — INFORMATIVO SEMANAL EL SALVADOR, C.A.

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    El informativo semanal Proceso sintetiza y selecciona los principales hechos que semanalmente se producen en El Salvador. Asimismo, recoge aquellos hechos de carácter internacional que resultan más significativos para nuestra realidad. El objetivo de Proceso es describir las coyunturas del país y apuntar posibles direcciones para su interpretación.

    Su producción y publicación está a cargo del Centro de Información, Documentación y Apoyo a la Investigación (CIDAI) de la Universidad Centroamericana “José Simeón Cañas” de El Salvador. Por favor, asegúrese de mencionar Proceso al utilizar porciones de esta publicación en sus trabajos.

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Año 24
número 1108
Agosto 11, 2004
ISSN 0259-9864
 
 
 
 

ÍNDICE



Editorial: Amenaza terrorista

Política: ¿Por qué nos amenazan?

Economía: La formación profesional y su impacto en la productividad

Sociedad: Más violencia en las vacaciones

Regional: Los desafíos de la multiculturalidad (II)

Derechos Humanos: Víctimas del delito y la (in)justicia

 
 
Editorial


Amenaza terrorista

 

Estas vacaciones de agosto no han sido como otras. No porque haya habido más o menos muertos y heridos que en feriados anteriores, sino porque desde las páginas de Internet se divulgó la posibilidad de una grave amenaza terrorista contra El Salvador. Aunque los términos de la amenaza no son del todo claros —al igual que no es del todo clara la identidad de sus portavoces—, por lo que han revelado las fuentes de prensa, uno de sus propósitos principales es detener el envío de un nuevo contingente militar salvadoreño a territorio iraquí. Desde este punto de vista, la amenaza tendría sentido: el gobierno salvadoreño, al apoyar la invasión de Estados Unidos en Irak, se convierte en enemigo directo de quienes hacen resistencia a esa invasión.


Ahora bien, que la amenaza terrorista tenga sentido —es decir, que sea entendible dentro de la lógica de quienes se sienten agredidos por un ejército invasor y sus aliados— no significa que se la justifique ni mucho menos. Y es que no se la puede justificar porque, por su misma naturaleza, una amenaza terrorista, cuando se hace efectiva, está orientada a provocar dolor y sufrimiento en personas inocentes. En este caso, cualquier atentado terrorista en territorio salvadoreño —por el modus operandi de los terroristas en situaciones semejantes— golpearía a ciudadanos de nuestro país que nada tienen que ver con la decisión del gobierno de Elías Antonio Saca de mantener una línea de política internacional —sumisa a Estados Unidos— heredada de su antecesor, el ex presidente Francisco Flores. Obviamente, los terroristas no suelen hacer esas distinciones, porque su finalidad es convertir el dolor de ciudadanos inocentes —a través de su impacto mediático— en un instrumento de presión política. Que El Salvador no tiene nada que hacer en Irak: eso está fuera de discusión. Que los ciudadanos iraquíes que se oponen a la invasión de Estados Unidos en su país exijan que este último y sus aliados se retiren: eso es totalmente legítimo. Lo que no es legítimo ni justo es que para lograr ese propósito se haga uso del terrorismo. Definitivamente, el terrorismo es un medio que deslegitima cualquier fin, por muy respetable y loable que este pueda ser en sí mismo.


Como quiera que sea, la amenaza terrorista que se cierne sobre El Salvador no puede ser tomada a la ligera. Caer en el pánico y la paranoia también es un extremo que debe evitarse. Se impone la prudencia por parte de todos, sobre todo de quienes —desde el aparato de gobierno y desde los sectores de la derecha más recalcitrante— andan a la búsqueda de los “grupos locales” que presuntamente sirven de apoyo al terrorismo internacional. Lo peor que puede suceder en el país es que dé inicio a una caza de brujas —que ponga en la mira a sectores de la oposición, a sindicalistas o a sectores de la población inconformes con el modo como se gestiona la economía y la política— o que se utilice el argumento de la amenaza terrorista para endurecer las políticas judiciales y policiales. Hay quienes ya leen en las actitudes de algunos funcionarios públicos —incluido el mismo presidente Saca— la voluntad de aprovecharse de la situación para fortalecer la dimensión represiva del Estado. Esto, indudablemente, socavaría aún más la endeble democracia salvadoreña y haría más difícil la convivencia social entre los salvadoreños.


Amén de lo anterior, otro asunto preocupante es la postura asumida por algunas de las figuras públicas más importantes del país ante la amenaza terrorista. La ligereza ha sido más la norma que la excepción: esto ha llevado a sostener a algunos que se trata de una amenaza irrelevante, digna de poco crédito, pues cualquiera la pudo haber enviado sin medir bien las consecuencias de lo que hacía. No es que esto no sea posible; el problema es que la presencia de militares salvadoreños en Irak hace de El Salvador un enemigo real de quienes luchan contra Estados Unidos y sus aliados. En este mismo contexto, hay que decir algo a los que, también irreflexivamente, insisten en que la presencia de militares salvadoreños en Irak es de corte humanitario y para tareas de reconstrucción. De ninguna manera eso es cierto: las tropas salvadoreñas están envueltas, directamente, en un esfuerzo de guerra impulsado por Estados Unidos. Basta seguir la prensa internacional para darse cuenta de que en Irak se vive una situación de virtual guerra civil, en la que Estados Unidos y sus aliados —El Salvador entre los pocos que le van quedando— son protagonistas activos. Así pues, el gobierno salvadoreño está involucrado en una guerra y en una guerra hay amigos y enemigos; a estos últimos se les ataca, se les destruye y se les somete. ¿No es esto acaso lo que buscaba Estados Unidos cuando salió a la caza de Sadam Husein? ¿No es esto lo que busca ahora en su enfrentamiento con las facciones islámicas que se oponen a su presencia en Irak?


A la superficialidad de algunos se ha sumado la necedad de otros. El caso más claro es el del presidente Saca, quien tercamente ha insistido en que mantendrá la presencia de tropas salvadoreñas en territorio iraquí. Para él, la amenaza terrorista es un chantaje, no una oportunidad para volver la vista hacia las necesidades y bienestar de los salvadoreños. En la misma línea del ex presidente Flores, su mirada está puesta en Estados Unidos, en lo que este país puede necesitar y desear de sus aliados, no en lo que su propio pueblo demanda. Con una retórica digna de Flores, Saca ha dicho que los salvadoreños apoyan el envío de militares a Irak, lo cual obviamente no se sostiene bajo ningún punto de vista, pues esa decisión fue tomada a espaldas de la población. Es, pues, una decisión ilegítima que, además, compromete el bienestar y la tranquilidad de los salvadoreños. Si un mandato es imperativo para Saca, en su calidad de presidente constitucional de la República, es el de no hacer nada que ponga en peligro la paz de los salvadoreños o, dicho de otro modo, el de hacer todo lo que esté a su alcance para lograr esa paz. La decisión de enviar un nuevo contingente militar a Irak pone en peligro a todos los salvadoreños por igual. ¿Será capaz el presidente Saca de volver la vista hacia lo que conviene a su propio pueblo? ¿O seguirá con la vista puesta en lo que conviene al gobierno de Estados Unidos?

G

 

Política


¿Por qué nos amenazan?

 

Esta es la pregunta ingenua que parecen hacerse los funcionarios del actual gobierno. Las diferentes consideraciones que se hicieron anteriormente sobre el envío de tropas salvadoreñas a Irak no habían incorporado el aspecto de futuros riesgos para la seguridad nacional. En buena medida, se creía que la insignificancia de este país desde el punto de vista estratégico, podría disuadir a los supuestos miembros de Al Qaeda, de fijarse en la alianza del gobierno salvadoreño con los Estados Unidos de América. En efecto, durante mucho tiempo, más allá de las declaraciones de los opositores internos al envío de tropas a Irak, el nombre de El Salvador no parecía figurar en el conjunto de los países amenazado por el terrorismo internacional.

G

 

Economía


La formación profesional y su impacto en la productividad

 

En el contexto de una economía globalizada, la educación se ha convertido en la principal herramienta para fomentar el crecimiento económico de las naciones. El capital humano gana terreno frente al capital financiero, al menos en el discurso de los defensores de la globalización; de ahí que la capacitación de la mano de obra se vuelva un requisito indispensable para incrementar la productividad y competir en el mercado internacional.

G

 

Sociedad


Más violencia en las vacaciones

 


El día 6 de agosto es la fiesta patronal de la ciudad de San Salvador. La municipalidad capitalina, en coordinación con otros sectores, organiza los tradicionales desfiles y demás actividades alusivas a la festividad. Por el lado religioso, la población católica asiste a las ceremonias dedicadas al Divino Salvador del Mundo, patrono de la ciudad y del país. El feriado es casi general: se extiende a estudiantes, empleados, públicos y del sector privado, de todo el territorio nacional. El turismo se incrementa lo mismo que el comercio. Pero, año tras año, el aumento de muertes violentas eclipsa las celebraciones. Más que un eclipse, es una realidad que sale al paso y que se ha convertido ya en parte de la “normalidad” en El Salvador. Durante los periodos vacacionales de Semana Santa, agosto y fin de año, las cifras de fallecidos por diferentes hechos violentos tienden a aumentar.

G

 

Regional


Los desafíos de la multiculturalidad (II)

 

El documento del PNUD plantea lo siguiente: “todas las religiones tienen ideas que pueden contribuir al desarrollo y otras que pueden frenarlo. En algunas ocasiones se ha aseverado que el Islam es incompatible con la democracia, lo que ejemplificaría una vez más la forma en que la cultura determina el desarrollo. Sin embargo, el Islam contiene principios básicos que sientan las bases para la democracia, incluidas las ideas de shura (consulta) y ijithad (razonamiento independiente), ijma (consenso) y el mandamiento coránico (que ordena que, en materia de religión, no puede existir coacción)”.

G

 

Derechos Humanos


Víctimas del delito y la (in)justicia

 

Como están las cosas en nuestro país, mucha gente teme convertirse en una víctima más en medio de la inseguridad pública en que vivimos, dados los altos índices delincuenciales de la actualidad. Aunque el presidente Elías Antonio Saca haga alarde del combate a la delincuencia en la víspera de aplicar el Plan “Súper mano dura”, ofrecido y tan publicitado durante la campaña electoral, no es cierto que las propuestas legales emanadas de las mesas para analizar la violencia de las pandillas juveniles sean la solución del problema, ni tampoco legitiman las acciones que pretende impulsar Saca. El espacio generado por el Ministerio de Gobernación fue aprovechado por universidades, organizaciones sociales, instituciones estatales y más, como una forma de construir o reforzar las herramientas lícitas en la difícil tarea de enfrentar la situación. El IDHUCA participó con el afán de contribuir a solucionar una parte del problema y evitar que mediante normas descabelladas —como la maltrecha “ley antimaras”— se continuara violando la Constitución, los tratados internacionales y el Estado de Derecho. Pero más allá de las reformas normartivas, la esencia de este esfuerzo radica precisamente en la importancia que se le dé a los objetivos y cómo se impulsen las líneas de acción surgidas de la mesa donde se abordó la prevención, la rehabilitación y la inclusión; es decir, la llamada “Mesa social”.


Porque de lo que se trata es de contar con una política criminal integrada. En ese marco, la responsabilidad principal recae en el Órgano Ejecutivo más que en el Legislativo. Y ahí es donde hay vacíos que deben ser encarados para poder entrarle al fenómeno delincuencial de manera completa y exitosa. Sobre estos aspectos, no se puede dejar de lado el entorno social y económico nacional durante los últimos años, caracterizado por ser desfavorable y excluyente para las mayorías populares. Ese escenario, combinado con otros factores, ha generado condiciones para el funcionamiento de una economía sumergida o un mercado laboral “paralelo” ejercido por bandas delincuenciales y crimen organizado, como el narcotráfico. Para fortalecer sus estructuras, estos “actores” se aprovechan de una situación del país en la cual —según el Programa de Naciones Unidas para el Desarrollo (PNUD)— “la mitad de la población continúa percibiendo ingresos inferiores al costo de la canasta básica de consumo”.


Dicho de otra forma, al momento de pensar en prevenir el delito no se puede ni debe obviar —como lo señaló Segundo Montes hace años— el problema eterno de injusticia estructural que está a la base de muchas de las expresiones de violencia en nuestra historia. Por eso, aunque se hayan aprobado reformas a las leyes penales en las mesas mencionadas, si aquéllas no son correctamente aplicadas y si además no se atienden los aspectos relativos a la prevención e inclusión social de los imputados, seguiremos padeciendo a causa de la inseguridad. Es clave, por tanto, el papel que puedan desempeñar las instituciones encargadas de ejecutar la nueva normativa y que las mismas sean descontaminadas de corrupción, negligencia, prepotencia y cualquier otro tipo de malas prácticas. Si esto último no ocurre, el flagelo de la impunidad crecerá.


Lamentablemente, la realidad nos confirma a cada rato que la frágil institucionalidad salvadoreña es la plataforma para que muchos casos no se resuelvan. Las personas —tanto víctimas como testigos— se sienten inseguras ante los funcionarios que investigan los delitos y tramitan los juicios, debido a que no se les garantiza que tras su colaboración en las indagaciones —sobre todo aquellas donde deben enfrentar imputados peligrosos— no serán objeto de venganzas violentas.


Con toda razón se cuestiona a las instituciones llamadas, de acuerdo a su función, a tomar un papel protagónico en este ámbito. Si no se han desempeñado medianamente bien en la resolución de casos, ¿cómo lograrán funcionar bien para proteger a esas personas en riesgo? ¿Cómo lograrán hacer realidad los derechos de las víctimas? Hasta ahora, con los casos frustrados maliciosamente por fallas institucionales, insensibilidad o negligencia de los funcionarios ante la situación de las víctimas e intimidación hacia testigos y ofendidos, lo que se ha generado es mayor impunidad.


Analizando casos concretos, se confirman las afirmaciones anteriores. Resulta estremecedor comentar lo vivido por una niña de seis años en Ahuachapán. Además de la tragedia que la golpeó en octubre del 2003, acaba de volver a ser víctima; sólo que en esta ocasión, del sistema de justicia. Se trata de la violación y el intento de homicidio de “Brenda”, quien luego de ser abusada con saña por dos sujetos recibió varios machetazos en la cabeza; herida de gravedad fue atendida en el Hospital “Benjamín Bloom”, donde permaneció en coma durante quince días.


Recuperada, a pesar de las secuelas físicas y emocionales, “Brenda” relató a sus padres lo sucedido e identificó a los responsables de su tormento: dos tipos que, al parecer, viven cerca de la casa donde habita la pequeña víctima. Sus padres trasladaron toda la información a la Fiscalía General de la República y así detuvieron a los dos sospechosos, para llevarlos ante la justicia. Hace unos días, en plena vista pública, “Brenda” enfrentó con valentía a sus agresores; los reconoció y señaló. Pero, para sorpresa general, dos de los tres jueces que conocían el caso no quisieron darle valor probatorio al testimonio de la niña. La seguridad que ésta mostró al declarar, para esos “jueces” sólo podía ser producto de una manipulación; así, ante la “duda impune” decidieron liberar a los agresores.


Pereciera que en la dinámica de las instituciones estatales sin alma, las víctimas de un delito son arrastradas hacia una espiral de sufrimiento que en un primer momento se inicia con el hecho delincuencial, la inseguridad y el machismo, en este caso en su peor expresión; en un segundo momento, cuando las autoridades tramitan los casos, las víctimas son violentadas a causa de su maltrato, negligencia e incomprensión. El sistema de (in)justicia salvadoreño —con o sin intención— combina el binomio “impunidad-nulidad” para sostener el núcleo duro de la infamia, al permitirse errores y omisiones en las investigaciones que se suman a la ausencia total de una efectiva protección de víctimas y testigos —pocos por cierto— dispuestos a cooperar en la solución de los casos.


En el que hoy comentamos, esos “jueces” aplicaron graves criterios discriminatorios y los colocaron por encima de la propia ofendida. De hecho, el testimonio de esta valiente niña era suficiente para condenar a los violadores. Pero no, de forma ilógica y carente de ética, el carácter de la víctima hizo que para que esos “señores” alegaran la supuesta falta de “valor probatorio” de su declaración. Y el calvario de la pequeña continúa. Ahora que los agresores están libres, amenazan a la madre de “Brenda”; todo por haber tenido el coraje de haber denunciado los hechos. Así, se vuelve al mismo punto de partida; es decir, a la posibilidad cierta de volver a ser víctima pero hoy por obra y gracia del mismo Órgano Judicial.


En este caso como en otros tantos, la conclusión es la misma: más allá del Plan “Super mano dura” de Saca, la verdadera protección de las personas exige —además de reformas legales— contar con verdaderos programas preventivos del delito e instituciones eficientes en la investigación y la aplicación en las leyes; asimismo, requiere darle el lugar que corresponde a las víctimas. ¿Qué es lo que “Brenda” nos ha demostrado? Que la falsedad, la arbitrariedad y el desajuste que caracteriza a funcionarios e instituciones encargadas de proteger a las personas sólo se superarán en la medida que —de una vez por todas— reconozcan en las víctimas el camino para llegar a la verdad y la justicia. Vaya este reconocimiento a “Brenda”, quien pese a su corta edad tuvo más valor, temple y firmeza que esos dos “jueces” que resultan ser, en definitiva, la personificación de un sistema de (in)justicia nacional vergonzoso.


A continuación, presentamos el documento final del Quinto Foro Mesoamericano, celebrado en San Salvador por un grupo de organizaciones sociales y populares de la región, entre el 19 y el 21 de julio recién pasados.

 

Declaración del V Foro Mesoamericano


Los pueblos y organizaciones que integramos el movimiento social y popular de resistencia mesoamericano reunidos en San Salvador, El Salvador del 19 al 21 de julio de 2004, en el V Foro Mesoamericano, ratificamos nuestra convicción y compromiso de continuar la lucha en toda la región por la defensa de los derechos de nuestros pueblos. Por ello es nuestra voluntad avanzar en la construcción del poder popular como condición para garantizar la autodeterminación de los pueblos de la región.


Durante estos tres días de debates en distintas mesas de discusión, hemos constatado la férrea oposición popular que crece en toda Mesoamérica frente a las políticas neoliberales y sus instrumentos —el Área de Libre Comercio de las Américas (ALCA), los Tratados de Libre Comercio (TLC), el Plan Puebla-Panamá (PPP) y los acuerdos de la Organización Mundial del Comercio (OMC)—. Estas políticas han generado devastadores impactos sobre los pueblos y los recursos naturales de la región, supeditando nuestras vidas a la lógica de la ganancia y a los intereses de las empresas transnacionales.


Es evidente que la imposición de estas políticas por parte de los gobiernos corruptos del área, responde directamente a los intereses de las corporaciones transnacionales y de unas cuantas empresas nacionales, en complicidad con los organismos financieros internacionales como el Banco Interamericano de Desarrollo (BID), el Banco Centroamericano de Integración Económica (BCIE) y el Banco Mundial (BM).


Con una visión propositiva, en el V Foro Mesoamericano afirmamos la necesidad de construir un sujeto y sujeta política mesoamericano, que deberá ser multicultural e incluyente y con la responsabilidad de impulsar nuestras alternativas para el bien común de los pueblos, basadas en principios de ética, justicia, equidad y sostenibilidad; en contraposición al proyecto de muerte del capitalismo neoliberal y sus prácticas de corrupción, falta de transparencia y exclusión.


Este V Foro Mesoamericano, los Foros Temáticos y Foros Sectoriales celebrados durante el mes de julio en El Salvador, demuestran que el movimiento social y popular mesoamericano se encuentra en pie de lucha. Cada vez se fortalecen más las organizaciones de mujeres, de jóvenes, indígenas, campesinas, de trabajadores y trabajadoras y se consolida esta alianza mesoamericana por la defensa y autodeterminación de nuestros pueblos.

Por ello, ACORDAMOS:
— Impedir la ratificación del Tratado de Libre Comercio Estados Unidos/Centroamérica y la aprobación del proyecto del Área de Libre Comercio de las Américas, incrementando nuestra presión a los gobiernos, las Asambleas Legislativas y Congresos de la región.
— Mantener e incrementar la movilización de los pueblos de la región para frenar la imposición del Plan Puebla Panamá.
— Rechazar las intenciones de los gobiernos del área de negociar un TLC entre Centroamérica y la Unión Europea.
— Impulsar una reforma agraria integral orientada a garantizar la soberanía alimentaria; decirle NO a la privatización de los servicios públicos, principalmente del agua; así como defender nuestra biodiversidad y patrimonios natural y cultural.
— Defender nuestros derechos económicos, sociales, culturales y ambientales, con énfasis en los derechos laborales seriamente violentados por el modelo maquilador, especialmente a las mujeres trabajadoras.
— Movilizarnos en contra de la violencia institucionalizada expresada en los feminicidios, etnocididos, genocidios y la violencia contra la juventud; por lo que declaramos a la región mesoamericana “área de desastre humanitario”.
— Luchar por la desmilitarización y contra las prácticas de terrorismo del gobierno de los Estados Unidos y sus aliados.
— Empujar nuestros proyectos nacionales y regionales de desarrollo, estimulando la integración desde los pueblos basada en principios de participación democrática, sostenibilidad, reducción de las brechas de desigualdad —genérica, etárea, étnica, geográfica y social— y la afirmación de nuestra identidad cultural mesoamericana.
— Nos solidarizamos con el pueblo venezolano y su Revolución Bolivariana, con el pueblo cubano, el pueblo iraquí y el pueblo palestino; así como con las luchas de los pueblos de Argentina, Bolivia, Brasil, Ecuador y Colombia.
Finalmente, hacemos un llamado a mantener vivo el 12 de octubre como la fecha simbólica de resistencia y propuesta alternativa de la región.

NO AL TLC, NO AL ALCA, NO AL PPP
POR LA INTEGRACIÓN DE LOS PUEBLOS
OTRA MESOAMÉRICA ES POSIBLE

San Salvador, 21 de julio de 2004.

G

 


 


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