PROCESO — INFORMATIVO SEMANAL EL SALVADOR, C.A.

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    El informativo semanal Proceso sintetiza y selecciona los principales hechos que semanalmente se producen en El Salvador. Asimismo, recoge aquellos hechos de carácter internacional que resultan más significativos para nuestra realidad. El objetivo de Proceso es describir las coyunturas del país y apuntar posibles direcciones para su interpretación.

    Su producción y publicación está a cargo del Centro de Información, Documentación y Apoyo a la Investigación (CIDAI) de la Universidad Centroamericana “José Simeón Cañas” de El Salvador. Por favor, asegúrese de mencionar Proceso al utilizar porciones de esta publicación en sus trabajos.

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Año 24
número 1099
Mayo 26, 2004
ISSN 0259-9864
 
 
 
 

ÍNDICE



Editorial: ¿Qué sucede en el FMLN?

Política: El legado político de Flores

Economía: El alza en los precios del petróleo y la espiral inflacionaria

Sociedad: Cuestionado aval a la Ley Antimaras

Regional: Torrijos y Ortega, dos casos diferentes

Derechos Humanos: Las niñas y niños no van a Ginebra

 
 
Editorial


¿Qué sucede en el FMLN?

 

Tres meses después de los comicios que dejaron a Elías Antonio Saca al mando del Ejecutivo, el FMLN no sale de la crisis que se generó en su interior como consecuencia del desenlace de las elecciones. El partido de izquierda fue derrotado y la rendición de cuentas por ese fracaso no se hizo esperar. Los que exigen esa rendición de cuentas, de la cual debe derivarse un reajuste en las estructuras de dirección del partido, son quienes se opusieron a que Schafik Handal se erigiera como candidato a la presidencia, por considerar que era una figura poco competitiva y, en consecuencia, un rival fácil de vencer por el entonces candidato de ARENA, Elías Antonio Saca. Desde la óptica de los detractores de Handal, no hay más realidad que la de su derrota electoral; esa realidad obliga a hacer cambios al interior del FMLN, mismos que pasan por una redefinición de las estructuras de dirección del partido de izquierda. En palabras simples, de lo que se trata es que Handal y Salvador Sánchez Cerén se hagan a un lado, para que otros líderes efemelenistas —entre quienes se encuentra Óscar Ortiz— asuman las riendas de la institución partidaria en la coyuntura postelectoral y de inicio de un cuarto gobierno de ARENA.
Desde el círculo que rodea a Handal, la lectura de lo sucedido en las elecciones es bien distinta. Para los voceros de este sector del FMLN, si bien es cierto que las elecciones fueron ganadas por ARENA, esa victoria no fue legítima. El miedo, el chantaje y la manipulación fueron los factores que inclinaron la balanza a favor de ARENA; y, de no haber sido por esos factores anómalos, el FMLN se hubiera alzado con el triunfo. Para rematar su argumento, los seguidores de Handal se remiten al crecimiento electoral del partido, en más de ochocientos mil votos, el cual es atribuido a los méritos de su candidato.


Es decir, que el FMLN haya perdido las elecciones significa poco, dado el carácter ilegal y sucio de las mismas. Lo verdaderamente significativo es el aumento de sus votantes; ese es el éxito real del partido. Y ese éxito se debe a Schafik Handal, quien, lejos de haber sido un rival poco competitivo para ARENA, fue alguien que hizo temblar a la derecha, la cual no tuvo más remedio, para derrotarlo, que recurrir a la calumnia, la manipulación y al chantaje. La consecuencia práctica que se desprende de ello, en esta lectura, es que Handal, Sánchez Cerén y sus seguidores cercanos deben seguir regentando los destinos del FMLN, porque son los mejor preparados para hacer del partido un instituto político de éxito y con una identidad propia.


Así las cosas, en el FMLN se han perfilado dos posturas bastante nítidas acerca del desempeño del partido en las elecciones recién pasadas. Los unos apelan a ese desempeño para exigir la renovación de la máxima dirigencia; los otros se remiten a ese mismo desempeño para legitimar su permanencia en los máximos niveles de decisión partidaria. Sin embargo, ni los partidarios de la renovación, ni los que se resisten a ella han elaborado —porque no han tenido tiempo o porque no tienen capacidad— propuestas consistentes acerca de lo que puede (o debería) ser un proyecto de izquierda capaz de hacer frente a los grandes desafíos que tiene El Salvador en los momentos actuales.


Desde marzo pasado hasta ahora, los debates, polémicas, diferencias y conflictos al interior del FMLN se han centrado en torno a quiénes serán los que controlarán las estructuras de dirección del partido. Lo sustantivo, la definición de una proyecto partidario capaz de convertirse en una alternativa viable y realista a la hegemonía de ARENA, no ha aparecido por ninguna parte. Por ahora, en el FMLN todo se ha reducido a un conflicto entre personas, sus trayectorias y sus credenciales particulares. No se ha tratado ni se trata de un conflicto de proyectos, sino de dejar en claro si los que tienen el control del partido son capaces de conservarlo o si, por el contrario, sus detractores van a tener la determinación y habilidad suficientes para desplazarlos del mismo. Se trata, pues, de un juego de poder; un juego en el que lo que se disputa es el control del partido, no su orientación institucional, su identidad o su posicionamiento socio-político.


Por eso, pese a lo prolongado y a lo intenso de las polémicas entre los efemelenistas, lo característico del debate interno en el partido de izquierda es la pobreza de contenidos ideológicos y políticos. Y es que tales contenidos brillan por su ausencia. Lo que pesa, al igual que en anteriores situaciones de crisis en el FMLN, es la ambición desmedida por conservar el poder de decisión o por hacerse del mismo a cualquier precio. Esta es la historia de siempre en el FMLN. Todavía no se ha modernizado y, peor aun, ahora parece estar funcionando como un partido comunista de viejo cuño, donde el Secretario General decide, por su cuenta y riesgo, los destinos de la organización. No es causal que las cosas sucedan así en el FMLN; al fin y al cabo, el Partido Comunista (PCS) y las FPL —organización fundada por ex miembros del PCS —, terminaron por quedarse con sus estructuras fundamentales.


La crisis del FMLN no tiene visos de solución. En estos momentos, Schafik Handal y los suyos tienen asegurado el control del partido. No será fácil desplazarlos de ese control. Quienes lo pretenden, podrán forcejear todo lo que quieran, pero eso no es garantía de nada. Quizás terminen, tras nadar contra corriente, por acomodarse y aceptar las reglas de juego impuestas desde arriba. Quizás insistan en su rebeldía y terminen fuera del partido, como les sucedió a otros antes que a ellos. Mientras tanto, el FMLN seguirá divorciándose de la sociedad, sobre todo de aquellos sectores suyos insatisfechos con un ejercicio de poder de la derecha que nos les ha dejado más que marginación y deterioro en sus condiciones de vida.


Un desafío grave que tiene la sociedad salvadoreña en la actualidad es la consolidación de un bloque hegemónico de derecha que aspira a controlarlo todo, en los planos económico, político y social. El FMLN no está haciendo nada para contrarrestar esta hegemonía de la derecha. Al contrario, su dilatada crisis interna facilita la embestida de la derecha sobre el conjunto de la sociedad. Al parecer, sus principales figuras no se dan cuenta de lo que sucede fuera del partido, que se ha convertido en un mundo cerrado para ellos. Para el FMLN puede ser costoso, en términos electorales, dar la espalda a la sociedad. Para la sociedad puede ser costoso, en términos económicos, no tener más opciones que las planteadas por la derecha. Ambas cosas, merecen la atención de las mentes más lúcidas y de los miembros más honestos del FMLN. Es a estos a los que habría que darles un espacio en el partido.

G

 

Política


El legado político de Flores

 

Se va Francisco Flores. El 1º de junio pasará la banda presidencial a Elías Antonio Saca. Lo primero que puede decirse de este traspaso es que simboliza la consolidación del control de ARENA sobre el país. El sueño del desaparecido mayor Roberto D´Aubuisson, fundador del partido y conocido, entre otras cosas, por su responsabilidad en sonados casos de asesinatos y violación de los derechos humanos durante la guerra, sigue haciéndose realidad.

G

 

Economía


El alza en los precios del petróleo y la espiral inflacionaria

 

El fenómeno del alza de los precios del petróleo tiene su raíz fuera de las fronteras salvadoreñas e incluso latinoamericanas. Los titulares de los periódicos a escala mundial destacan el impacto de esta alza de precios en las economías, principalmente aquellas que no son productoras de este insumo, lo cual tiene consecuencias directas en las relaciones de todos los sectores económicos y el costo de la vida. ¿A qué se debe esta alza generalizada en los precios del crudo y cuáles son sus consecuencias para países como El Salvador?

G

 

Sociedad


Cuestionado aval a la Ley Antimaras

 


Los defensores de la Ley Antimaras en El Salvador creyeron —o, lo que es más grave, pretendieron hacer creer— que las Naciones Unidas había acreditado su artilugio jurídico. La afirmación de El Diario de Hoy, según la cual una comisión de expertos de la ONU había “avalado” la ley antipandillas que se aplica en el país desde el año pasado, es falsa. La nota periodística ya levantaba sospechas. En su edición del miércoles 19 de mayo, ese matutino sostenía que “los funcionarios salvadoreños, encabezados por la licenciada Marisol Argueta, representante de la Cancillería, y el ministro de Salud, Herbert Betancourt, emprendieron una ofensiva contra sus detractores [18 expertos] que silenció los argumentos en contra de la ley”. Según el rotativo, la comisión internacional de notables enmudeció y únicamente hizo algunas recomendaciones al gobierno salvadoreño: privilegiar la aplicación de la Ley del Menor Infractor, aprobar pronto el Código de la Niñez y contribuir a la búsqueda de unos quinientos niños desaparecidos durante el conflicto armado. La certificación de la normativa antipandillas la daban por descontada.

G

 

Regional


Torrijos y Ortega, dos casos diferentes

 

El dirigente sandinista Daniel Ortega, de Nicaragua y el político socialdemócrata Martín Torrijos, de Panamá, son dos casos diferentes en lo que respecta al modo en que han conducido sus respectivas candidaturas presidenciales. En estas líneas, daremos un vistazo a sus trayectorias.

G

 

Derechos Humanos


Las niñas y niños no van a Ginebra

 

Desde este espacio hemos insistido en la capacidad del bloque hegemónico empresarial salvadoreño para difundir, mediante una plataforma de voceros y comunicadores, sus mensajes. Hoy esa situación alcanza su nivel más alto al asumir la Presidencia de la República, el próximo martes 1º de junio, uno de estos difusores. Cuando faltan escasos días para el traspaso del cargo, son muchas las personas e instituciones que analizan y valoran los cinco años de la administración saliente. Lo variado y abundante de las opiniones, no ha alcanzado lo suficiente para dejar establecida con claridad la relación entre los tres gobiernos sucesivos del Partido Alianza Republicana Nacionalista (ARENA) y los resultados obtenidos durante esos quince largos años. Porque en realidad han sido tres lustros de un modelo exclusivo y excluyente que, no obstante y como sea, recibió en las urnas el refrendo para su continuidad el pasado domingo 21 de marzo.


Una de las consecuencias más visibles del fracaso del modelo en cuestión, son los serios problemas que enfrentan los jóvenes para insertarse en la sociedad. Los obstáculos son innumerables y van desde la falta de oportunidades laborales hasta tener que ser objetivos prioritarios de la violencia que padecemos. Basta observar con detenimiento las estadísticas de las muertes violentas en el país, para identificar que este sector de la población —mayoritario, por cierto— es el que padece con mayor brutalidad los efectos de una realidad nacional bastante negativa para las mayorías populares.


Este no es un asunto exclusivo de la “administración Flores”. No. En todo caso, se trata de una situación grave que se hace totalmente visible en la década de los noventa —en el siglo pasado— y al que ningún gobierno “arenero” hasta la fecha se ha querido enfrentar con rigor y seriedad. Si el todavía Presidente de la República tiene un considerable grado de responsabilidad en la problemática que afecta a adolescentes y jóvenes, es por haber mantenido y agudizado las condiciones que impiden un normal desarrollo humano en general y, sobre todo, para la juventud.


El ejemplo más evidente y que queremos ilustrar en este comentario es, sin duda, el de las pandillas juveniles o “maras”. Además de la permanente expulsión salvadoreñas y salvadoreñas hacia el norte del continente, la proliferación por todos los rincones del país de estos grupos y su accionar violento es la muestra más singular y palpable de que el modelo ha fracasado irremediablemente. No obstante, provoca mayor sorpresa ver cómo —ante unas consecuencias tan dañinas para la sociedad en su conjunto— no sólo no se quiere encarar la situación sino que —para colmo de males— los “esfuerzos” oficiales realizados tienden más a agravar que a solucionar las cosas. Peor aún, ni siquiera se observa la mínima intención de reconocer que este fenómeno es producto de un esquema pensado y ejecutado para beneficiar a unos pocos.


Por ello, es necesario reprobar ciertas actitudes observadas por parte de algunas de estas empresas de la comunicación a las que nos referimos al inicio. Como han demostrado en numerosas ocasiones, su papel no es el de hacer país. Si ya han quedado evidenciadas las dificultades que tienen para ofrecernos noticias de verdad, es más preocupante que gasten tinta y espacio en criticar y estigmatizar las consecuencias de este modelo al que hacemos referencia, sin poner el dedo en la llaga sobre sus causas más profundas.


La última polémica pública en este ámbito se originó cuando el Comité de los Derechos del Niño de las Naciones Unidas recibió, hace unos días, el informe que El Salvador presentó sobre el grado de cumplimiento que nuestro país observa de la normativa internacional relativa a la protección de los derechos de las niñas y los niños.


La semana pasada uno de los titulares que ocupó uno de estos medios de prensa escrita anunciaba con “bombo y platillo” que Naciones Unidas daba el visto bueno y casi hasta aplaudía la llamada “ley antimaras”. La noticia de primera plana mostró más los deseos del enviado especial, que su rigor profesional por ofrecer la verdad de los hechos. Si el periodista estaba allí, al parecer bebió de otras fuentes. En todo caso, hasta el 4 de junio sabremos qué opina oficialmente el máximo organismo internacional sobre esta ley; ello, sin perjuicio que algunos de sus funcionarios ya expresaron su parecer. Mientras, el espectáculo seguirá vigente en ciertos medios que más que desnudar la realidad se desnudan ante ella, dejando de ser vehículos de comunicación para ser medios de confusión.


Por esa tergiversación de los hechos, es necesario referirnos a ciertos hechos bastante “anecdóticos” que ocurrieron la semana anterior en Ginebra, Suiza. Es necesario y obligatorio para desenmascarar las falsas informaciones que infundadamente notificaban el éxito de la delegación salvadoreña en ese foro internacional. Y porque es necesario que trascienda públicamente la triste imagen que algunos altos funcionarios del gobierno, poco o nada acostumbrados a rendir cuentas, están transmitiendo en el exterior.


La representación del gobierno que agoniza, cumplió con el guión de costumbre cada vez que acuden ante organismos internacionales de derechos humanos para dar explicaciones sobre sus actos realizados, como sucedió recientemente en la audiencia ante la Comisión Interamericana de Derechos Humanos por el caso de la ejecución de Ramón Mauricio García Prieto Giralt. Así, en Ginebra, la representación oficial inició su incoherente intervención repitiendo textualmente información que ya había sido enviada al citado organismo de Naciones Unidas. Por las contradicciones observadas, precisamente, los funcionarios de Naciones Unidas solicitaron “a la ilustrada representación del gobierno de El Salvador” que rindiera las explicaciones pertinentes.


Si el incidente anterior causó sorpresa, indignación y vergüenza para los salvadoreños y salvadoreñas pertenecientes a las organizaciones sociales presentes en dicha audiencia, lo que siguió reveló el grado de cinismo que poseen algunos funcionarios salvadoreños: el Director del Instituto Salvadoreño de la Niñez y Adolescencia (ISNA), defendió la decisión del Ejecutivo de reducirle el presupuesto en perjuicio de la niñez y adolescencia. Tampoco la jefa de misión tuvo vergüenza en mencionar, como un logro del gobierno, la existencia y el trabajo de la Asociación Pro-Búsqueda de Niñas y Niños Desaparecidos. Precisamente a ésta no sólo se le ha negado apoyo oficial, sino que además se ha obstaculizado y menospreciado el trabajo que realiza. Pese a ello, su esfuerzo valiente y valioso ha permitido ubicar a centenares de niños y niñas desaparecidos durante la guerra.


Asimismo, sobre la delincuencia juvenil, varios miembros del Comité de Naciones Unidas expresaron su preocupación por la aplicación a los menores de edad de la “ley antimaras”, la cual niega la Convención Internacional de los Derechos del Niño. En ese marco, interrogaron a los delegados oficiales sobre el grado de efectividad que —durante los últimos meses— ha tenido dicha normativa que fue declarada como inconstitucional por la Corte Suprema de Justicia. De nuevo, la misión gubernamental quedó en evidencia al no manejar cifras concretas para responder a esos cuestionamientos.


Finalmente, se abordaron otros temas tales como la evidente ausencia en los informes oficiales de datos sobre la población indígena en nuestro país o sobre el impacto de las medidas de privatización en el goce de los derechos económicos y sociales de la niñez y adolescencia, entre otros. Concluido el interrogatorio, uno de los funcionarios internacionales le preguntó directamente a la delegación: “¿Tiene el gobierno la voluntad política de cumplir la Convención hasta sus últimas consecuencias?” Esa interpelación la volvemos a formular hoy, entre otras razones, porque los niños y niñas no estuvieron ni presentes, ni mucho menos representados en Ginebra, debido a la deplorable actuación de las personas que integraban la delegación gubernamental. Más aún, estuvieron tan ausentes como lo han estado en la mayoría de políticas públicas que en su nombre anuncian en nuestra vida sumergida casi permanentemente en campañas electorales.


Los niños y las niñas de El Salvador necesitan funcionarios y funcionarias que den soluciones a sus problemas de vivienda, salud y educación. Gente profesional que les permitan reencontrarse con sus familiares que sobrevivieron a la guerra y, principalmente, que tengan voz y voto cuando se discuta su destino: Porque en esos debates, la niñez se convierte en una estadística tan fácil de maquillar según los intereses oficiales. Es éste y no la presencia de mercenarios de la palabra que mienten desde sus columnas periodísticas, el tipo de compañía que necesitan las delegaciones oficiales cuando comparece en foros internacionales.

G

 


 


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