PROCESO — INFORMATIVO SEMANAL EL SALVADOR, C.A.

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    El informativo semanal Proceso sintetiza y selecciona los principales hechos que semanalmente se producen en El Salvador. Asimismo, recoge aquellos hechos de carácter internacional que resultan más significativos para nuestra realidad. El objetivo de Proceso es describir las coyunturas del país y apuntar posibles direcciones para su interpretación.

    Su producción y publicación está a cargo del Centro de Información, Documentación y Apoyo a la Investigación (CIDAI) de la Universidad Centroamericana “José Simeón Cañas” de El Salvador. Por favor, asegúrese de mencionar Proceso al utilizar porciones de esta publicación en sus trabajos.

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Año 24
número 1064
septiembre 10, 2003
ISSN 0259-9864
 
 
 
 

ÍNDICE



Editorial: Tony Saca: ¿otro Flores?

Política: La ONU en cuestión

Economía: El TLC con EEUU y Canadá: costos y beneficio

Sociedad: Debate educativo: ¿hasta cuándo?

Regional: El conflicto de nunca acabar

Derechos Humanos: “Valores éticos” de violadores de DDHH

Documento: Comunicado público

 
 
Editorial


Tony Saca: ¿otro Flores?

 

Como se ha sostenido en el editorial anterior de este semanario (Proceso, No. 1063), el partido ARENA tiene dos caras: una, la cara autoritaria, de la que hace gala con cada vez mayor frecuencia el presidente Francisco Flores; y la otra, la de la simpatía, del diálogo y la tolerancia, de la cual se ufana Elías Antonio Saca. Aquélla es la de quien se cree en posesión absoluta del poder, es decir, la de quien no tolera las críticas ni los cuestionamientos de nadie, por más prudentes y razonables que sean. La segunda —la cara bondadosa y risueña—, es la de quien busca denodadamente ganarse las simpatías populares en vistas a un proceso electoral, cuyo desenlace es sumamente incierto. Flores ya está en el poder y, sabedor de eso, ya no se preocupa por su imagen: no quiere ser (ni parecer) simpático, agradable o condescendiente. Saca ambiciona convertirse en presidente de la República y para eso necesita crearse una imagen atractiva, simpática y popular, pues sin ella difícilmente conseguirá los votos suficientes para lograr su propósito y el de su partido.


Ahora bien, nadie dice que Saca, de ganar la presidencia de la República, va a dejar de ser esa persona cercana a los salvadoreños —a sus necesidades, urgencias y problemas— que la propaganda de ARENA y uno que otro medio de comunicación de derecha le atribuyen. Nadie dice tampoco que el candidato de ARENA va a ser el hombre que lleve a buen puerto la siempre postergada modernización del partido, la cual pasa no sólo por el fortalecimiento institucional, sino por la superación del maridaje existente entre los grandes empresarios vinculados al sector financiero, ARENA y el Estado. Se trata, indudablemente, de tareas de envergadura, que deberían ser asumidas con determinación por quien se está perfilando como el nuevo delfín en el partido de derecha. Hay que insistir: no es imposible que Saca haga suyos esos desafíos y, en consecuencia, que se convierta en el gran reformador de la derecha. Pero puede suceder todo lo contrario, esto es, que el candidato estrella de ARENA no haga nada fuera de lo esperado, o, peor aún, que, de ganar la presidencia, su bondad, cercanía y amabilidad se trasmuten en desmanes y comportamientos autoritarios, en la mejor tradición de Francisco Flores.


Hay que recordar que Flores, cuando irrumpió como candidato para la presidencia por ARENA, era, en imagen, lo que es Elías Antonio Saca ahora: simpático —al grado de ser llamado “Paquito”, incluso por quienes no sentían ningún afecto por la derecha—, cercano a la gente y preocupado por los problemas sociales más graves. Al igual que sucede ahora con Saca, en Flores se depositó el reto mayúsculo de sacar adelante la modernización de ARENA, así como de desarticular los vínculos existentes entre los empresarios, el partido y el Estado. En su campaña, Flores alentó esas y otras expectativas, lo cual le permitió, no sólo ganar las elecciones, sino iniciar su mandato con un clima de opinión que, en general, le era favorable y que le hubiera servido de soporte para llevar a buen término los desafíos que tenía ante sí, venciendo las resistencias que surgieran dentro y fuera de ARENA.


Ahora que el mandato de Flores está por expirar, es claro que traicionó todas las expectativas que se pusieron en él cuando era candidato y cuando recién iniciaba su ejercicio como presidente de la República. Lenta e irremediablemente, su perfil autoritario fue opacando la imagen de tolerancia, apertura y compromiso público construida durante la campaña electoral que desembocó en los comicios de marzo de 1999. Ni cruzó el puente para dialogar con la oposición política —todo lo contrario: sus actitudes sembraron la discordia y polarizaron los ánimos—, ni hizo de los problemas sociales más acuciantes —pobreza, marginalidad, deterioro medioambiental e integración social— los temas prioritarios de su agenda de gobierno, ni desmontó el maridaje existente entre su partido, los empresarios del sector financiero y el Estado —antes bien, ese maridaje se fortaleció y si no llegó a más, por ejemplo, con la privatización del ISSS, fue por la resistencia de importantes organizaciones de la sociedad civil—. Uno de sus últimos desmanes autoritarios es el Plan “Mano dura”, en el cual saltan a la vista no sólo la ineptitud conceptual —que lleva a criminalizar opciones y estilo de vida totalmente legítimos—, sino la intolerancia y la predisposición a resolver por la fuerza problemas sociales que requieren soluciones estructurales.


En suma, el presidente Flores es el vivo ejemplo de que, en aras de conseguir una cuota de poder, se vale aparentar lo que no se es. Precisamente, ese es el trabajo de los asesores de imagen y los especialistas en marketing político: dotar a sus clientes de un rostro que sea políticamente rentable. Después, poco importa que ese rostro se desdibuje y aparezca el verdadero; a lo mejor, y si los electores tienen suerte, el rostro verdadero guardará algún parecido con el de la imagen. Si no, mala suerte. Esto último se puede decir de los miles de salvadoreños que, confiados en la imagen de bondad y capacidad del candidato Flores, votaron por él, y a lo largo de su gobierno tuvieron que soportar su incompetencia, alardes autoritarios e intolerancia.


Muchos de los que votaron por Flores —así como muchos de los que analizaron su perfil como candidato— creyeron que el de él iba a ser el mejor de los tres gobiernos de ARENA, es decir, que él iba a resarcir al país de los yerros cometidos por las administraciones de Alfredo Cristiani y Armando Calderón Sol. Es de imaginar su frustración o desencanto cuando caen en la cuenta de que, por sólidos motivos, el gobierno de Flores ha sido el peor de los tres. El presidente Flores lo sabe y también lo saben los principales jerarcas del partido.

 

¿Cómo “encantar” de nuevo a esos electores frustrados con el desempeño del tercer gobierno de ARENA? La respuesta a esa pregunta es bastante simple: perfilar a un candidato que ofrezca lo que Flores ofreció, un candidato joven, simpático, reflexivo, moderado y dispuesto a asumir el reto del cambio. Elías Antonio Saca parece cumplir con los requisitos para asumir ese perfil. La maquinaria publicitaria de ARENA ya ha puesto manos a la obra: Saca será el nuevo Flores, el que cumpla lo que este último prometió pero no realizó. Pero hay que estar alertas, porque, así como Flores traicionó las expectativas ciudadanas y se encarriló por la senda autoritaria, no sería extraño que Saca, además de emularle su estilo de campaña, le herede la propensión a la prepotencia, a la autosuficiencia y al abuso de poder.

G

 

Política


La ONU en cuestión

 

Desde hace cierto tiempo, la expresión “salvar a las Naciones Unidas” se ha puesto de moda. George W. Bush, el presidente de los Estados Unidos, la usó para justificar su guerra en contra del Iraq de Sadam Hussein. Para él, la credibilidad de la ONU estaba en juego si no intervenía militarmente en ese conflicto para hacer cumplir sus resoluciones. Ahora, cuando la guerra ha terminado y las tropas estadounidenses encuentran una resistencia (¿inesperada?) sobre el terreno, Bush llama de nuevo a las puertas de las Naciones Unidas. Insiste en que el organismo multinacional no puede sustraerse de su responsabilidad, si quiere seguir siendo relevante en el debate internacional.

G

 

Economía


El TLC con EEUU y Canadá: costos y beneficio

 

Actualmente existen en El Salvador alrededor de 520,000 micro y pequeñas empresas esperando el desenlace del futuro tratado de libre comercio (TLC) con Estados Unidos y Canadá. Las expectativas son enormes, puesto que el futuro inmediato de dichas empresas no está en sus ellas, sino en las del gobierno.


Como en otras ocasiones, las apariencias engañan. El móvil detrás de los TLC no es humanista, solidario ni participativo, sino que resulta restrictivo y excluyente: en él, sólo se benefician quienes tienen los medios de capital, mano de obra cualificada y tecnología de punta necesarios para poder competir exitosamente en los mercados, con lo cual aseguran sus intereses de búsqueda de ganancias crecientes.

G

 

Sociedad


Debate educativo: ¿hasta cuándo?

 


Hace algunos meses, dos asuntos captaron el interés de la opinión pública nacional: la huelga en el Seguro Social y las pasadas elecciones legislativas y municipales. Ahora, la coyuntura apunta a los preparativos de los comicios presidenciales. En contraste, algunos temas de innegable interés nacional se han diluido en las acaloradas discusiones de los políticos y de diversos actores nacionales. El tema educativo, que no se ha discutido con seriedad desde que Armando Calderón Sol cedió el despacho presidencial a su sucesor, ha sido uno de ellos. En esa línea, se mantendrán dos ideas básicas en las siguientes líneas: en primer lugar, que la discusión y publicación de estudios en torno al tema es muestra —aunque no suficiente— del interés gubernamental y nacional sobre la educación; en segundo lugar, que el estatus de la educación en la agenda nacional se hace manifiesto en sus avances —o retrocesos— concretos (infraestructura, matrícula, inversión pública, preparación magisterial, resultados de evaluaciones, entre otros).

G

 

Regional


El conflicto de nunca acabar

 

Como si se tratara de una gran novedad, las primeras páginas de algunos periódicos se consagran a dar pormenores sobre el enésimo capítulo del litigio fronterizo entre Honduras y El Salvador: la audiencia abierta en la Corte Internacional de La Haya, para dirimir el diferendo sobre el bolsón fronterizo Goascorán.


Es risible que un rotativo nacional haya publicado una nota titulada “Hondureños imprimen nacionalismo”, para aludir al manejo de los medios de Honduras, cuando los rotativos matutinos de El Salvador colocan el viaje de la delegación del gobierno salvadoreño a Holanda —encabezada por la Canciller María Eugenia Brizuela de Ávila y por el ex presidente de la Corte Suprema de Justicia, Mauricio Gutiérrez Castro—, al mismo nivel del envío de tropas nacionales a Iraq: como un acontecimiento en el que está en juego el destino nacional. Claro, hay en la actualidad cosas más importantes en juego: la posibilidad de una involución autoritaria bajo el pretexto del combate a la delincuencia común.

G

 

Derechos Humanos


“Valores éticos” de violadores de DDHH

 

“Podrán avasallarnos, pero no se detienen
los procesos sociales con el crimen ni con la fuerza.
La historia es nuestra y la hacen los pueblos”
(Salvador Allende, 11 de septiembre de 1973)

Reza un dicho popular que “la cabra tira p’al monte”; para desgracia nuestra, éste se cumplió de manera negativa el martes pasado. Ese día fue presentada al público la Asociación de Veteranos Militares de El Salvador “General Manuel José Arce” (ASVEM). Al mencionado acto asistió en masa, como fundadores, la plana mayor de la cúpula militar del país durante la guerra. Eso sí, como el discurso de inauguración estaba preparado, lo primero que aseguraron frente a micrófonos y cámaras fue su supuesta apoliticidad. “Nunca formaremos parte de partidos políticos de izquierda, centro o derecha” dijo su presidente fundador, tratando con ello de enviarnos un mensaje de calma.


Sin embargo, pese a estas aparentemente mesuradas palabras, no se debe dejar de lado la trascendencia que han tenido los actos oficiales y declaraciones públicas de las altas cúpulas militares en la reciente historia del país. Dicen sus fundadores que la ASVEM pretende respetar la “memoria histórica de los salvadoreños”; así lo afirmó su presidente, el general René Emilio Ponce, quien además anunció que entre sus objetivos se encuentran: “velar por la permanencia, prestigio, dignidad y honor de la Fuerza Armada, y fortalecer los valores éticos de las nuevas generaciones”. Pero, como era de esperarse, el mencionado militar y ex Ministro de la Defensa Nacional dejó muy bien establecidas —en el mismo discurso oficial— las aspiraciones reales de la Asociación. Según Ponce, existe una “amenaza real a este sistema”; por tanto, él y todos su compañeros en la Asociación se sienten llamados a “mantener al país en el camino correcto”. Todo eso porque, tal como ellos mismos justifican, “la agresión comunista es totalitarista y busca introducir un sistema como el cubano”


Pronunciamientos de este estilo hablan del franco retroceso en los escasos avances democráticos ocurridos desde el fin de la guerra, hace ya más de once años. En especial porque entre los miembros constituyentes de la ASVEM —además de Ponce— se encuentran militares graduados junto con él en 1966; se trata del grupo conocido popularmente como “la Tandona”. Ellos son el general Juan Orlando Zepeda y los coroneles Francisco Helena Fuentes e Inocente Orlando Montano. Éstos que ahora pretenden fortalecer valores éticos entre la juventud, son los mismos que aparecieron señalados dentro del Informe de la Comisión de la Verdad como los autores intelectuales de la masacre de los sacerdotes jesuitas y sus dos colaboradoras, el 16 de noviembre de 1989.


¿Cómo van entonces a defender el honor de la Fuerza Armada, precisamente, quienes la deshonraron con sus horrendos crímenes contra personas inocentes e indefensas, incluidas entre éstas una adolescente? ¿Cómo van a hablar de defender este “sistema” cuando, desde su perversidad, han hecho todo para burlar la justicia —fundamental para la vivencia democrática— y mantenerse impunes?


No se debe dejar de mencionar algo muy importante: que al acto oficial para el lanzamiento de esta nueva asociación “apolítica” haya asistido —como invitado especial— el ex presidente Alfredo Cristiani, quien también ha sido denunciado por los familiares de los jesuitas masacrados aquella terrible madrugada como uno de los responsables del múltiple asesinato; peor aún, que el evento lo haya presidido Francisco Flores —el presidente de todos los… areneros— y que junto a él haya se haya sentado el actual Ministro de la Defensa Nacional: Además acompañaron a Flores, “¡presentes por la Patria!”, algunos de los “pesos pesados” del Consejo Ejecutivo Nacional de su Partido. Todo ello parece indicar, que el gran poder económico agrupado en la Alianza Republicana Nacionalista (ARENA), quiere llamar a su antiguo y fiel guardián ante el peligro de una eventual derrota electoral.


Es preciso recordarle a los ahora miembros de ASVEM que durante la guerra civil que sufrimos —unos más, otros menos— el bloque de derecha y la Fuerza Armada de El Salvador (FAES) que comandaron, le reprochaban a la oposición política su pertenencia a la insurgencia. Además, a esta última le exigían la entrega de sus armas para admitir su participación política en unas elecciones “democráticas”. Más aún, Roberto D’Abuisson padre llegó a afirmar que “el arma de los hombres libres es el voto”. Hoy, tras once años del fin de la guerra, el Frente Farabundo Martí para la Liberación Nacional (FMLN) no sólo culminó su particular proceso de transformación en partido político, sino que —por vez primera— tiene serias posibilidades de aspirar ocupar el Poder Ejecutivo. Por esta última razón, diferentes agrupaciones y colectivos —que según ellos mismos aseguran, actúan en defensa de la “libertad”— presionan públicamente para que eso no ocurra en marzo del 2004.


En este escenario, las preguntas surgen de inmediato: ¿Están dispuestos el partido oficial, el bloque hegemónico empresarial que lo sustenta y la “vieja guardia” de la FAES que los protege, a dejar el poder y aceptar una posible derrota? ¿Se encuentran estos sectores dispuestos a perder los privilegios de los que todavía disfrutan? ¿O aceptarán los hechos, en caso de ocurrir, y la FAES seguirá siendo —como establece la Constitución salvadoreña— una institución al servicio de la nación, obediente, profesional, apolítica y no deliberante? Eso es lo que parecen haber olvidado los militares de “la Tandona”.


Tras lo que pudimos observar ese día queda, además, otra interrogante: ¿Cuál ha sido entonces la utilidad y efectividad del monitoreo de Naciones Unidas durante diez años, realizado sobre el llamado proceso de paz salvadoreño, si tan sólo unos meses después de cerrada esta misión internacional la antigua plana mayor castrense se presenta —otra vez— como la encargada de salvar al país de las garras del comunismo?

 
Actos como éstos revelan el muy limitado éxito en lo relativo a la democratización en El Salvador y el nulo compromiso gubernamental por querer cumplir lo firmado en Chapultepec hace más de once años. En especial, porque ante una posible alternancia política —algo normal y sustancial en toda democracia— esta Asociación y otros grupos como las hasta ahora anónimas “Mujeres por la libertad”, la consideran como una gran amenaza. Por eso, mientras en nuestro país no se consiga la subordinación plena del poder militar al civil y los antiguos jefes castrenses aún con enorme poder dejen de sentirse llamados a “mantener al país en el camino de las naciones modernas”, poco o nada se habrá avanzado en la construcción de ese nuevo El Salvador que nos prometieron.


El artículo 85 de nuestra Constitución es claro ante situaciones como éstas, cuando proclama lo siguiente: “La existencia de un partido único oficial es incompatible con el sistema democrático y con el sistema de gobierno establecidos”. Esta es la base de una verdadera convivencia en democracia; pero también es la que en estos momentos cuestiona la antigua cúpula militar salvadoreña, ahora bajo el nombre de ASVEM. Al parecer, sus integrantes —que cuentan con un pasado muy cuestionable por su participación en la violación sistemática de derechos humanos durante más de una década— no están dispuestos a que la transición democrática en nuestro país se concrete de manera pacífica; si el FMLN va logrando en el camino más posibilidades de llegar al Ejecutivo, quién sabe hasta dónde estarán dispuestos a llegar aquéllos para impedir eso.


Eso se inscribe en la tradición de los otros militares que, hace exactamente treinta años, derrocaron por la fuerza al gobierno legítimo de Salvador Allende en Chile; no les importó irrespetar la voluntad popular, la Constitución y la democracia. Instauraron su régimen del terror y mantuvieron a ese país, durante años, sumido en la represión política más grande de su historia.


Con la aparición pomposa de “la Tandona”, no cabe duda que se manda una señal de alerta al pueblo. La sociedad entera debe estar pendiente; estas manifestaciones, sin duda, representan un serio peligro para la gobernabilidad del país y evidencian que esos grupos sólo esperaban que el somnífero de la amnistía y la impunidad les diera la oportunidad de acechar de nuevo. Eso, pese a que aún está pendiente la acción de la justicia sobre ellos; de resolverse conforme a Derecho el Amparo presentado en la Sala de lo Constitucional de la Corte Suprema de Justicia desde hace casi dos años, el próximo evento de la ASVEM quizás deba realizarse en las bartolinas de la cárcel de “máxima seguridad” en Zacatecoluca.

 

G

 

Documento


Comunicado público

 

Comunicado público de la Universidad Centroamericana “José Simeón Cañas”


La Universidad Centroamericana “José Simeón Cañas” (UCA) denuncia, ante el pueblo salvadoreño y la comunidad internacional, que en días recientes ha sido objeto de actos graves que afectan a determinados miembros de la institución. Destaca entre éstos las amenazas a muerte contra dos locutores de la Radio YSUCA; la primera fue recibida el domingo 24 de agosto y la segunda el lunes 25. De inmediato, el martes 26 de agosto, apareció publicado un campo pagado en El Diario de Hoy —firmado por el “Instituto Pro Libertad y Derecho”— con fuertes señalamientos a “los locutorcitos de YSUCA”, a raíz de un comentario editorial transmitido en el noticiero del medio día y de la noche del martes 12 de agosto, y el siguiente día en el noticiero matutino; copia de este comentario editorial había sido solicitada antes por el Ministerio de Gobernación.


También se deben mencionar diversos acciones contra el Instituto de Derechos Humanos de la UCA (IDHUCA), luego de conocerse su oposición pública a la propuesta presidencial para combatir a las pandillas juveniles o “maras”, bautizado como el plan “Mano dura”.


El viernes 1º de agosto del presente año apareció publicado en El Diario de Hoy un campo pagado, firmado siempre por el “Instituto Pro Libertad y Derecho”, con insultos dirigidos al director del IDHUCA —Benjamín Cuéllar— y recriminaciones también ofensivas contra el gobierno de Francia por haberle entregado a nuestro Instituto una condecoración, en el marco de los “Premios de Derechos Humanos de la República Francesa: Libertad, Igualdad, Fraternidad” de 2002.


A lo anterior, es necesario agregar que mediante una carta recibida en la Procuraduría para la Defensa de los Derechos Humanos el miércoles 20 de agosto del 2003, se amenazaba a muerte a la titular de la misma —Beatrice Alamanni de Carrillo— y a Victoria Marina Velázquez de Avilés, primera magistrada de la Sala de lo Constitucional de la Corte Suprema de Justicia; dentro del texto, también se aludía en los mismos términos al director del IDHUCA.


Por último, ha circulado un panfleto anónimo en el que se acusa falsamente al director del IDHUCA —junto a otras personas— de defender a la delincuencia y no a la población honrada, en un acto que denota con claridad el ataque a la posición asumida por nuestro Instituto ante la llamada “Ley Antimaras” y un malicioso interés por desprestigiarlo ante la sociedad salvadoreña.


Los hechos señalados hoy forman parte de una arremetida más amplia para intimidar a personas naturales o jurídicas que promueven y protegen los derechos humanos en El Salvador. Esos actos preocupan, pues la historia reciente del país revela que ese tipo de campañas son el preámbulo de agresiones más graves contra quienes no comparten la visión gubernamental sobre diversos aspectos de la realidad. Por eso los denunciamos con energía y exigimos a las autoridades correspondientes que investiguen su origen y sancionen a sus responsables; a la vez, dejamos constancia que en El Salvador actual —a casi doce años del fin de la guerra— aún sigue siendo un sueño lejano el que las ideas se combatan con ideas.

San Salvador, 9 de septiembre de 2003.

G

 


 


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