PROCESO — INFORMATIVO SEMANAL EL SALVADOR, C.A.

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    El informativo semanal Proceso sintetiza y selecciona los principales hechos que semanalmente se producen en El Salvador. Asimismo, recoge aquellos hechos de carácter internacional que resultan más significativos para nuestra realidad. El objetivo de Proceso es describir las coyunturas del país y apuntar posibles direcciones para su interpretación.

    Su producción y publicación está a cargo del Centro de Información, Documentación y Apoyo a la Investigación (CIDAI) de la Universidad Centroamericana “José Simeón Cañas” de El Salvador. Por favor, asegúrese de mencionar Proceso al utilizar porciones de esta publicación en sus trabajos.

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Año 23
número 1043
abril 3, 2003
ISSN 0259-9864
 
 
 
 

ÍNDICE



Editorial: El cinismo de los señores de la guerra

Política: Autoflagelación en ARENA

Política: Resultados electorales definitivos: ¿victorias pírricas?

Comentario: El fracaso de Evelyn y el dilema de ARENA

Regional: Costa Rica se moviliza en contra de la guerra

Derechos Humanos: Voto de castigo

 

 
 
Editorial


El cinismo de los señores de la guerra

 

La guerra en contra de Irak, declarada por la alianza militar anglonorteamericana, está dejando muerte, dolor y destrucción en el pueblo iraquí. Pero el dolor, la muerte y la destrucción humana y material no están solas; junto a ellas se está gestando un deterioro moral de incalculables consecuencias entre quienes la han promovido y tolerado. Expresión de este deterioro moral es el cinismo con el que los voceros de los gobiernos británico y estadounidense están abordando temas graves de la guerra, como lo son sus mismos objetivos, las violaciones a los derechos fundamentales de la población civil y el rol de los medios de comunicación. En estos y en otros apartados —por ejemplo, el papel de las Naciones Unidas— el cinismo más burdo clama por sus fueros, en abierto contraste con el dolor y la humillación padecidos por la población más vulnerable —mujeres, niños y ancianos— de Irak.


Ese cinismo aparece en todas partes, especialmente en los espacios mediáticos en los que se reproducen los discursos, evaluaciones y tomas de posición de los señores de la guerra occidentales. Para el caso, desde el estallido de la guerra, los dos matutinos salvadoreños —La Prensa Gráfica y El Diario de Hoy— han venido recogiendo esos discursos, evaluaciones y tomas de posición, en los cuales se refleja con una claridad asombrosa el poco respeto que les merece a los líderes británico y estadounidense —al igual que a sus portavoces de aquí y de allá— la verdad, la dignidad humana y la justicia.


El cinismo comienza con la utilización del nombre de Dios para legitimar las barbaridades cometidas en suelo iraquí. Tal como informó El Diario de Hoy del 27 de marzo de 2003, George W. Bush dijo, a propósito de los soldados de su país caídos en combate, que los estadounidenses oraban a Dios “para que bendiga y reciba en su seno a cada uno de los caídos, y le agradecemos que la libertad haya encontrado defensores tan valientes”. Para Bush, pues, los soldados de su país han sido elegidos por Dios para defender una causa que está dejando dolor y muerte entre sus preferidos: los pobres, las viudas, los niños y los ancianos.


Sobre los objetivos de la guerra, La Prensa Gráfica, en su edición del jueves 27 de marzo, recoge las siguientes palabras del presidente de Estados Unidos: “no tenemos otra ambición en Irak que la liberación de su pueblo. El mundo tiene ahora una visión clara del régimen iraquí y del mal que representa (…) Sin embargo, esta guerra está lejos de terminar”. Resulta, entonces, que en la óptica de Bush “liberar” al pueblo iraquí —que, hasta donde se sabe, jamás pidió ser liberado por Estados Unidos y Gran Bretaña— supone arrojar toneladas de bombas y misiles sobre sus lugares de residencia y trabajo; resulta que, por representar al “bien”, al gobierno de Estados Unidos y a su aliado, el gobierno británico, todo les está permitido. Un día después, el 28 de marzo, el mismo periódico reproduce unas palabras de Bush y del Primer Ministro británico, Tony Blair, que vuelven a enfatizar el pretendido carácter liberador de la destrucción que sus ejércitos están provocando en Irak. Dice Blair: “Sadam Husein y su régimen de odio serán removidos del poder, Irak será desarmada y el pueblo iraquí será libre”.


Por supuesto que esa “liberación” no será tan pronta como inicialmente creyeron ambos líderes y sus asesores militares. Y no lo será porque la severidad de los ataques anglonorteamericanos sobre la población civil de Irak está generando un doble efecto, contrario a las previsiones más optimistas de Bush y Blair: por un lado, el pueblo iraquí está tomando a sus presuntos liberadores como sus enemigos; y, por otro, Sadam Husein está ganando simpatía entre amplios sectores sociales de su país y del mundo árabe. Precisamente, es por ello que la guerra en Irak no terminará tan pronto como inicialmente previeron los estrategas militares británicos y estadounidenses. Es por ello, además, que esa guerra será más costosa para Gran Bretaña y Estados Unidos, en términos económicos y en términos de pérdidas humanas, de lo que sus estrategas pudieron haber vaticinado antes de promoverla.


También el cinismo se ha hecho presente en el tema del respeto a los convenios internacionales, sobre todo a propósito del trato dado por el gobierno iraquí a los prisioneros de guerra estadounidenses. Voceros del gobierno de Estados Unidos denunciaron al régimen de Husein por haber mostrado públicamente a varios soldados capturados en combate, obviando que en esta guerra se han violado prácticamente todos los convenios internacionales y las normas humanitarias —y no precisamente por el régimen iraquí—. El cinismo estriba no en defender los derechos de los prisioneros de guerra estadounidenses, sino en rasgarse las vestiduras por la violación de los derechos de éstos, cuando se están pisoteando los derechos fundamentales de miles de civiles indefensos.


Expresión máxima, pero no última, de este cinismo de los señores de la guerra, es la afirmación, recogida en cuantos espacios mediáticos ha sido necesario, de que los civiles iraquíes asesinados y lesionados en la guerra actualmente en curso lo son por culpa de Sadam Husein. Como muestra, un botón: La Prensa Gráfica del jueves 27 de marzo está plagada de noticias relacionadas con el impacto de los bombardeos anglonorteamericanos sobre civiles iraquíes, pero, justo bajo un titular que dice “Mueren catorce civiles por bombardeo”, se recogen las declaraciones de la portavoz del Pentágono, Victoria Clark, quien sostiene sin tapujos lo siguiente: “hacemos esfuerzos extraordinarios para reducir la probabilidad de víctimas civiles. Cualquier muerte que ocurre es resultado directo de las políticas de Saddam Husein”. Es decir, las bombas y los misiles son arrojados por los aviones, helicópteros y barcos británicos y estadounidenses —bombas y misiles que caen sobre ciudades y poblados habitados por civiles—, pero, para la vocero del Pentágono, Husein es el responsable directo de quienes mueren o quedan mutilados por las explosiones de esas bombas y esos misiles.


Estamos ante una guerra en la que no sólo se están destruyendo vidas humanas en nombre de la libertad, sino en la que la verdad y la decencia están siendo violentadas como en los momentos más oscuros del siglo XX. Ciertamente, no todo es bajeza moral: quienes protestan contra la guerra alrededor del mundo y quienes, desde medios de comunicación como TV Azteca, intentan romper el cerco de desinformación montado por Estados Unidos y Gran Bretaña, rescatan algo de la reserva moral que aun le queda a la humanidad.

G

 

Política


Autoflagelación en ARENA

 

A raíz de los ya conocidos resultados de las elecciones celebradas el 16 de marzo pasado se ha iniciado un proceso de discusión al interior de ARENA. Se dice buscar comprender el significado de los resultados electorales para aportar las correcciones pertinentes. Es difícil augurar en qué va a terminar este proceso —recuérdese que no es la primera vez que se habla de ejercicio de interpretación de la voluntad popular en este partido—. Pero ello no obsta para que se inicie un análisis sobre el viento de pánico que sopla sobre el partido de los empresarios.

G

 

Política


Resultados electorales definitivos: ¿victorias pírricas?

 

Los resultados finales ratificados por el Tribunal Supremo Electoral (TSE) han llevado a confirmar, en gran medida, las tendencias generales bosquejadas a partir del escrutinio preliminar, pero también han permitido corregir, con diferentes matices, las interpretaciones que se derivaban de este último. En un contexto en donde todos los partidos políticos reclaman su victoria en el dominio de municipalidades o de la Asamblea Legislativa, analizar el pulso de las cuotas de poder precisa de mucha cautela. Esto se da en respuesta a que las supuestas victorias numéricas no se traducen necesariamente en victorias políticas y, aún más, pueden esconder procesos intrínsecos de declive en nichos de carácter estratégico.

G

 

Comentario


El fracaso de Evelyn y el dilema de ARENA


Uno de los resultados más significativos de las pasadas elecciones municipales y legislativas fue la victoria del FMLN y de su candidato, Carlos Rivas Zamora, en la competencia por la alcaldía de San Salvador. Esta victoria no sólo significa que el principal partido de izquierda se queda en el control del gobierno local más importante del país, con todas sus implicaciones, sino que además significa la más sensible —aunque quizás no la más importante— derrota del partido ARENA en el proceso electoral del año 2003.

G

 

Regional


Costa Rica se moviliza en contra de la guerra

 

La guerra contra el pueblo iraquí encontró en el presidente salvadoreño un defensor incondicional. Esto ya se preveía. Lo que sí sorprendió fue el cambio en la postura del gobierno costarricense que, de abstenerse a suscribir la declaración de apoyo a los EEUU por parte de los mandatarios centroamericanos, pasó a adherirse a la guerra impulsada por George W. Bush. El presidente Abel Pacheco, al exhortar a Sadam Husein a desarmarse o a retirarse de su cargo, se alineó de esta manera con los Estados Unidos. Pacheco llegó, incluso, a responsabilizar al dictador iraquí por cuanto puedan hacer las tropas anglonorteamericanas en su territorio.

G

 

Derechos Humanos


Voto de castigo

 

En un país normal, las valoraciones posteriores a la celebración de cualquier evento electoral provocan lecturas críticas al interior de los partidos contendientes, tanto por el acierto de los vencedores como por el fracaso de los vencidos. Éstas, además, se traducen en serias reflexiones sobre la realidad y en cambios en la dirección política de aquéllos, cuando resulta evidente su necesidad. Sin embargo, en un país como el nuestro —tan habituado a los extremos— reacciones de este tipo siguen siendo aspiraciones. Al menos, en lo relativo al llamado Partido oficial. En nuestro terruño, la respuesta cupular de Alianza Republicana Nacionalista (ARENA) tras su revés durante el pasado domingo 16 de marzo, no ha sido la de realizar un análisis de coyuntura —como sería lógico— sino la del miedo. El solo plantearse la pérdida de la silla presidencial el próximo año ha provocado, entre sus filas, una gran sacudida al punto de llegar a exigir el establecimiento de responsabilidades directas con nombres y apellidos. De esa conmoción interna, todavía hoy estamos esperando conocer el impacto completo de sus efectos.


Ese miedo ha provocado, además, la vuelta de los “dinosaurios” areneros. Regresaron con todo los “presidentes honorarios” del Partido a la palestra pública, para tensar las riendas de la dirección política ante la falta de una conducción clara y eficiente que —durante los casi cuatro años de la gestión de Francisco Flores— ha afectado las decisiones dentro de esta organización y en el gobierno. Para ello, ambos han conducido una especie de auditoría interna que incluyó la consulta a las bases en todo el país y finalizó señalando como el máximo responsable de la crisis al mismo Flores.


¿Qué cargos le imputa su gente? Intolerancia política, rechazo al consenso, incapacidad para concertar y servilismo hacia la gran empresa. ¡Ironías del destino! Ha sido necesaria una derrota electoral para que por fin estallara el “motín” en el “castillo de arena”: el construido por Flores y los integrantes de su gabinete. Acosados por la oposición y por su propio partido, éstos —que al inicio fueron conocidos como la “Sub 20”, por su novatez— se han apresurado a declarar a los cuatro vientos que “el pueblo ha hablado” y que “han escuchado el mensaje”. Llueve sobre mojado, señorito Presidente. ¿Acaso no escuchó antes a los empleados públicos despedidos? ¿No tiene bastante con siete meses de huelga y seis marchas blancas contra la privatización del Seguro Social? ¿Era necesario que le dieran a su partido “hasta por debajo de la lengua”, para escuchar la voz de un pueblo que sufre en casi todos los ámbitos?


No obstante, se debe recordar que este descalabro de ARENA en las urnas no es el primero. Ya hubieron otros peores, que por cierto le sacaron lágrimas a sus responsables. Pero la convulsión de hoy tiene su origen en la proximidad de las elecciones presidenciales en marzo del 2004. ¡Apenas falta menos de un año! Perder una elección presidencial puede llevar a la clase política salvadoreña a hacer cualquier cosa; ganarla, también. Pero en el caso que nos ocupa, es evidente que el Órgano Ejecutivo junto a ARENA y la gran empresa privada, están metidos en un gran lío; apresurados y desesperados se encuentran ante la posibilidad real de no ganar en marzo del 2004 y tener que entregar el poder a su más acérrimo adversario: Frente Farabundo Martí para la Liberación Nacional (FMLN). Por eso le ofrecen “cambios” a la población; por eso intentan mostrarse con una actitud distinta; por eso anuncian medidas de última hora y con un evidente matiz propagandístico. Todo eso lo hacen con la clara intención de redimirse ante un pueblo que los castigó en las urnas, no votando o votando en su contra el pasado 16 de marzo.


En ese marco ya se aplicó la primera medida disciplinaria: la salida del equipo gubernamental —“voluntariamente a la fuerza”, como dicen en México— del Viceministro de Transporte. Este funcionario se desgastó impulsando la supuesta “modernización” del transporte público, diseñada por Flores y sus asesores. Las medidas adoptadas generaron un enfrentamiento grave entre empresarios del sector y el Órgano Ejecutivo; ahora, únicamente le cobran la factura al funcionario de abajo que dio la cara en un conflicto cuyo resultado no fue, precisamente, la superación de la problemática. Con la “renuncia” de este subalterno queda claro que el gobierno no obró adecuadamente en esta área, al igual que en muchas otras. La pregunta es obvia: ¿Se resolverán los problemas del transporte público de una manera racional, considerando los intereses del público usuario y tomando en cuenta a los empresarios actuales, o sólo se esperará un tiempo —mientras pasan las elecciones del 2004— para volver a la carga en favor de la gran empresa privada?


De igual forma, el Presidente Flores quiere que la gente olvide todas las otras medidas inconsultas que ha impulsado; que no recuerde a los más de diez mil despedidos de la administración pública en los últimos dos años; que no haga memoria acerca de la “dolarización”, las mentiras de la “integración monetaria” y las consecuencias negativas de todo eso. Quizás se creyó el cuento del ”perdón y el olvido” con el cual él y su Partido pretendieron favorecer a los criminales del pasado, castigando a sus víctimas. Pero ya comienza a descubrir que no es tan “popular”, como le han dicho, y ha comprobado —parafraseando a Lanssiers— que cuando uno aserrucha con perseverancia las patas de la silla en que está sentado, se expone a experimentar en carne propia la dureza del suelo. Las principales críticas que han escuchado en estos días los “dinosaurios areneros”, tienen que ver con los desatinos y la prepotencia de Flores.


No deja de sorprender el grado de desesperación que se observa, en este momento crítico, dentro de ARENA. Al interior del Partido se escuchan voces que exigen un cambio dramático en las políticas del Órgano Ejecutivo; éstas, hasta ahora sólo han favorecido a los de siempre —unos pocos privilegiados— y golpeado también a los de siempre: las y los salvadoreños de la llamada “clase media” y de los sectores más pobres. Es tan grave la situación para ARENA que ante el reclamo de transformaciones integrales y urgentes, se terminan aplicando fórmulas inusuales en un intento por superar de tajo el grave apuro en que se encuentra. ¡Vueltas que da la vida! Uno de los partidos por excelencia más antidemocráticos necesita realizar ahora, a toda prisa, reformas democráticas internas; y lo hace para mantener su imagen pública y conservar el poder político.


Ahora aparece Flores anunciando –como si de ventas de corredor se tratase– que bajará las tarifas eléctricas y apoyará al sector cafetalero, cuando tuvo cuatro largos años para hacerlo y no lo hizo. Esto no llama la atención, sino que genera indignación, pues en estos casi catorce años de gobiernos “areneros” han sido numerosos los llamados y señalamientos de diversos sectores para reorientar la política económica del país; llamados que nunca fueron atendidos por Cristiani, Calderón Sol y —en especial— por Flores. Tras lo ocurrido el domingo 16 de marzo, el propio Vicepresidente de la República, Carlos Quintanilla, ha dicho que “aceptará las críticas de ARENA y del COENA (Consejo Ejecutivo de ARENA) para tomarlas en cuenta en su plan de último año de gobierno”.


Las recomendaciones de la cúpula “arenera” no han sido tomadas por Flores y Quintanilla como “cualquier otra recomendación”, que fue lo que hizo el primero de ellos cuando la Comisión Interamericana de Derechos Humanos recomendó investigar y sancionar a los autores intelectuales de la masacre de los jesuitas y sus colaboradoras; también recomendó derogar la Ley de Amnistía. ¿Por qué estas últimas no pueden ser consideradas y las del COENA sí? Eso ocurre, no obstante la solvencia moral que a la Comisión Interamericana le abunda y a la alta dirigencia del partido en el poder le falta.


Es precisamente por esto último que la actual posición de Flores no es creíble; por el contrario molesta, cuando no ofende. Porque tuvo casi cuatro años en los que debió gobernar “para la gente” y no lo hizo; él mismo lo reconoce. Este aparente giro en las políticas gubernamentales, entonces, no es más que otro cambio cosmetológico en función de seguir gobernando para sus patronos: el reducido círculo de los grupos empresariales que lo colocaron en la silla presidencial y que ahora ya no lo aguantan.


La experiencia de anteriores crisis “areneras”, nos indica que los cambios que se anuncian hoy como “vitales”, son para salvar el Partido en función de esos grupos y no del pueblo. Lo que en realidad están dispuestos a modificar es sólo un poco, pero lo suficiente para intentar confundir a la población sin arriesgar que las cosas cambien de fondo; es decir, sin superar la injusticia de la situación económica y social que afecta a la gran mayoría de la gente en el país y sin combatir la impunidad. Mucho menos cuando uno de los principales sospechosos de haber intervenido como autor intelectual en la masacre en la UCA es Cristiani, uno de los actuales impulsores de la “reforma arenera”.

G

 


 


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