PROCESO — INFORMATIVO SEMANAL EL SALVADOR, C.A.

Centro de Información, Documentación y Apoyo a la Investigación (CIDAI)
E-mail: cidai@cidai.uca.edu.sv

Universidad Centroamericana (UCA)
Apdo. Postal 01-168 Boulevard Los Próceres
San Salvador, El Salvador, Centro América
Tel: +(503) 210-6600 ext. 407
Fax: +(503) 210-6655
 

    El informativo semanal Proceso sintetiza y selecciona los principales hechos que semanalmente se producen en El Salvador. Asimismo, recoge aquellos hechos de carácter internacional que resultan más significativos para nuestra realidad. El objetivo de Proceso es describir las coyunturas del país y apuntar posibles direcciones para su interpretación.

    Su producción y publicación está a cargo del Centro de Información, Documentación y Apoyo a la Investigación (CIDAI) de la Universidad Centroamericana “José Simeón Cañas” de El Salvador. Por favor, asegúrese de mencionar Proceso al utilizar porciones de esta publicación en sus trabajos.

     Los interesados en suscribirse a este boletín pueden dirigirse a la Oficina de Distribución de Publicaciones de la UCA. Cualquier donativo será muy bien recibido por el CIDAI. Esta publicación se puede consultar parcialmente en la página electrónica de la UCA: http://www.uca.edu.sv

 Suscripción


Año 23
número 1007
julio 9, 2002
ISSN 0259-9864
 
 
 
 

ÍNDICE



Editorial: Premio de buena conducta

Política: Sobre los cambios estatutarios en el FMLN

Economía: La maquila nuevamente en la polémica

Regional: La crisis del café en Centroamérica

Documento: Centroamérica: el impacto de la caída de los precios del café

Derechos humanos: Maquilas, dengue y diarrea: ¡salud!

 
 
Editorial


Premio de buena conducta

 

El gobierno de Flores comienza a ser premiado por el de Estados Unidos por su buen comportamiento, es decir, por su colaboración incondicional con las políticas estadounidenses, incluso en los foros internacionales. Dos reconocimientos muy apreciados han sido recibidos por el gobierno salvadoreño casi de forma simultánea, una promesa de más dinero y la prolongación del permiso para que los emigrantes puedan seguir residiendo en Estados Unidos por un nuevo periodo.


Según el Subsecretario del Tesoro estadounidense, El Salvador califica para beneficiarse del reparto de 5 mil millones de dólares que hará el gobierno de Bush, en los próximos tres años. Los requisitos que El Salvador cumpliría, de acuerdo a este alto funcionario, son los siguientes: aplicación de las políticas sociales y económicas adecuadas, esfuerzos para eliminar la corrupción, respeto de los derechos humanos, fortalecimiento de las políticas de educación y salud y fomento de mercados más abiertos. Al cumplir con estos requisitos, según este funcionario, El Salvador califica para ser parte de la llamada Cuenta del reto del milenio. Es evidente que la evaluación que se ha hecho sobre cómo el país cumple con todas esas condiciones es más política que real.


Aunque el gobierno invierte más en salud y educación, estos programas, orientados a aliviar la pobreza, han demostrado ser poco eficaces. Han sido concebidos como una política social compensatoria y, por lo tanto, temporal, cuando la pobreza es estructural. Mientras estos programas no sean parte de una estrategia global, seguirán siendo ineficaces. Es más, la disminución de la pobreza que muestran las estadísticas se explica por la emigración y las remesas familiares, un factor ajeno a la política y a la actividad económica. No es, pues, mérito del gobierno, ni de la gran empresa privada, sino de los emigrantes. El nombramiento de la dirección de la Corte de Cuentas y la renuencia a examinar las operaciones del ejecutivo muestra cuán débiles son los esfuerzos para poner fin a la corrupción. Los continuos abusos de autoridad y el poco apego a los procedimientos por parte de la Policía Nacional Civil, la debilidad del Órgano Judicial y el desconocimiento de las resoluciones de la Procuraduría para la Defensa de los Derechos Humanos por parte del gobierno son otra muestra del bajo nivel de respeto a los derechos humanos. El único requisito que El Salvador cumple con creces es la apertura de su mercado, puesto que cree ciegamente que ahí encontrará el crecimiento y el desarrollo económico.


Esta somera revisión del cumplimiento de los requisitos establecidos por Washington demuestra que el motivo para aumentar la ayuda económica a El Salvador es otro. Es más, el juicio del Subsecretario del Tesoro contradice las conclusiones del informe sobre derechos humanos del año 2001 del Departamento de Estado. La falta de consistencia de las políticas del gobierno estadounidense no es ninguna novedad. Ella le permite una flexibilidad muy útil, en una política exterior que se mueve según las conveniencias del momento.


Si lo que Washington premia es el esfuerzo para reducir la pobreza, la verdad es que la reducción que ésta ha podido experimentar en los años recientes no se debe a las políticas oficiales, sino al profundo sentido de solidaridad de los emigrantes y a otras variables independientes del gobierno salvadoreño. Si a alguien debieran premiar, por lo tanto, es a los emigrantes por el dinero que envían, por la ayuda que prestan no sólo a sus familias, sino también a su comunidad de origen, y por su hondo sentido de responsabilidad familiar y social. El mejor premio que pudieran recibir estos salvadoreños en el exilio es la estabilidad migratoria. En cambio, lo que se está premiando es la sumisión a las disposiciones del gobierno de Washington.


El gobierno salvadoreño no ha perdido el tiempo y ha llamado la atención sobre la distinción de la cual es objeto. Según el Ministro de Hacienda, la visita del Subsecretario del Tesoro pretende informar al presidente Bush sobre “una experiencia vivida y no contada de cómo El Salvador está progresando y en que áreas debe trabajar más”. Si este es el propósito, el informe que le llevan es parcial, porque la delegación estadounidense no se ha reunido con quienes sufren las consecuencias directas de esas políticas. El gobierno y el sector financiero y bancario sólo pueden decir que El Salvador avanza con paso firme hacia el desarrollo. Aunque la delegación visitó una escuela, un infocentro y una maquiladora para constatar la veracidad de los informes que recibió, con toda seguridad ni la escuela ni la maquiladora visitadas son representativas de la realidad educativa e industrial del país. Es obvio que confirmaron los informes recibidos. Es una pena que el Subsecretario del Tesoro no haya hablado con la gente. La violencia en los centros educativos de San Salvador y la intoxicación masiva de las trabajadoras de una maquiladora hablan más de la realidad salvadoreña que las impresiones que esta comisión estadounidense se lleva.


En realidad, para verificar los índices macroeconómicos, las políticas sociales, y la participación del sector privado no era necesario visitar El Salvador por veinticuatro horas. Todo apunta, pues, a que el reconocimiento es de orden político y que es la respuesta a la colaboración cada vez más estrecha del gobierno de ARENA con el gobierno de Washington. En este contexto se comprende, entonces, que el presidente Bush haya llamado amigo a su colega salvadoreño. Pero la relación siempre es de la potencia al satélite. En consecuencia, es muy dudoso que aquélla vaya a concederle a éste la oportunidad para patrullar la costa salvadoreña de manera conjunta. Lo que se premia es la colaboración del gobierno salvadoreño al permitir al ejército estadounidense operar con toda libertad para combatir el tráfico de droga. Estados Unidos es reacio a aceptar, en pie de igualdad, la participación de sus colaboradores, en esta clase de operaciones. Si no se lo permitió a sus aliados europeos, mucho menos se lo permitirá a su satélite centroamericano. No es, pues, una relación entre iguales, sino de subordinación. En consecuencia, se premia la buena disposición a ocupar la posición subordinada asignada.

G

 

Política


Sobre los cambios estatutarios en el FMLN

 

Desde el punto de vista de los Estatutos, el Frente Farabundo Martí para la Liberación Nacional (FMLN) es el partido político más democrático del país. Es el único que elige a sus dirigentes por medio de sufragio universal, directo y voto secreto de sus militantes. En este sentido, si se define a los partidos en términos de «formas de socialización», en el sentido "de un proceso en el que la gente adquiere ciertos patrones y valores de comportamiento político", se puede decir del instituto político de izquierda que «socializa» a sus miembros a partir del máximo criterio democrático occidental: la elección libre de sus dirigentes.

G

 

Economía


La maquila nuevamente en la polémica

 

Para nadie es un secreto que las condiciones de trabajo en la maquila textil no se caracterizan precisamente por favorecer la dignidad de sus trabajadoras o el respeto a los derechos laborales. Con alguna frecuencia, se presentan casos de cierres intempestivos de empresas que se largan sin pagar lo que deben a las trabajadoras o bien de empresas en las cuales se observa una férrea disciplina de corte militar que no pocas veces se traduce en maltratos de todo tipo a las empleadas.

G

 

Regional


La crisis del café en Centroamérica

 

La caída de los precios internacionales del café ha repercutido enormemente en las economías centroamericanas. El que otrora fuera pilar central de un modelo eminentemente agroexportador y monocultivista atraviesa actualmente su peor momento. Los caficultores han recurrido a distintas medidas para sortear la crisis, desde una reducción drástica en los costos de producción —afectando los salarios, ya bajos de por sí— hasta gestiones políticas ante el Parlamento Centroamericano (PARLACEN). Esta entidad dirigió una misiva a los mandatarios del istmo pidiéndoles que trataran el problema con el presidente estadounidense George W. Bush, durante la visita de éste último a San Salvador, el pasado 24 de marzo.

G

 

Documento


Centroamérica: el impacto de la caída de los precios del café

 

A continuación transcribimos el resumen del informe de la Comisión Económica para América Latina y el Caribe (CEPAL) de las Naciones Unidas (marzo de 2002), sobre la actual crisis de los precios internacionales del café y sus repercusiones en las economías de América Central.

 

A continuación transcribimos el resumen del informe de la Comisión Económica para América Latina y el Caribe (CEPAL) de las Naciones Unidas (marzo de 2002), sobre la actual crisis de los precios internacionales del café y sus repercusiones en las economías de América Central.


Centroamérica: el impacto de la caída de los precios del café

El sector cafetalero de Centroamérica atraviesa por una crisis sin precedentes. El exceso de producción mundial de café respecto de su consumo aumentó considerablemente el nivel de las existencias en los últimos cuatro años, situación que determinó el desplome de los precios en el mercado internacional. En 2001 la producción mundial superó de nuevo al consumo mundial, que creció sólo 1%, en línea con la tendencia observada en el último quinquenio. Debido a la sobreoferta de alrededor de 10 millones de sacos de 60 kg, y al volumen récord de exportaciones (88.7 millones de sacos), los inventarios en los países importadores alcanzaron 25.5 millones de sacos, casi tres veces más que el nivel deseable para obtener un precio remunerativo. En consecuencia, el precio compuesto se mantuvo por debajo de los 50 dólares el quintal (46 kg), el más bajo en términos reales en más de 50 años. Considerando la magnitud de la sobreoferta, es previsible que las cotizaciones del café no se recuperarán de manera significativa en los siguientes tres años.


La crisis del café se sumó a un panorama económico regional poco halagüeño en 2001, caracterizado por el debilitamiento de la demanda externa, en especial por la desaceleración de la economía estadounidense y el persistente deterioro de los términos del intercambio. La información sobre la evolución económica de los países centroamericanos indica que las dificultades por las que atraviesa el sector cafetalero acentuaron sensiblemente la tendencia a la desaceleración del ritmo de actividad económica de la región. Los bajos precios internacionales ocasionaron importantes pérdidas de ingresos de divisas que afectaron la balanza comercial, profundizando las necesidades de financiamiento externo. Sólo en 2001 se dejaron de percibir 713 millones de dólares, si se comparan las ventas externas de café de ese año con los ingresos promedio por exportaciones de café en el quinquenio 1984-1988. Esa pérdida representa el 1.2% del producto interno bruto (PIB) regional en 2001. Mientras que las exportaciones de café aportaron el 16.4% promedio anual de las divisas por exportaciones de bienes en el quinquenio citado, en el último año sólo significaron el 7.2%.


Por el peso específico de la cafeticultura (que representa 1.3% del PIB en Costa Rica, 2.5% en El Salvador, 4.2% en Guatemala, 7.2% en Nicaragua y 8.2% en Honduras), la crisis del sector ha tenido repercusiones de consideración en las economías del área; diversas actividades conexas a la producción del grano (el comercio, el transporte, el almacenaje y el sistema financiero) resintieron sus efectos. En el ámbito macroeconómico, todo ello se tradujo también en menores ingresos fiscales, que a veces determinaron ajustes en los gastos públicos.


Más grave aún fue el impacto económico y social en las zonas de producción. Para los cerca de 300 000 productores de café de la región, la caída del precio internacional por cuarto año consecutivo determinó una marcada reducción de los precios obtenidos por la venta de su grano. Su situación financiera se fue deteriorando en condiciones en que el acceso a nuevos préstamos bancarios se vio severamente limitado en algunos países. Por lo tanto, un importante número de productores, tanto pequeños como medianos y grandes, registró pérdidas económicas que vinieron a sumarse a la menor rentabilidad registrada en los ciclos precedentes y que impidieron pagar sus deudas con los bancos y los exportadores.


A fin de compensar los menores precios obtenidos, los productores redujeron costos de producción, limitando al máximo la inversión en insumos y en labores, incluido el corte. Eliminaron algunas prácticas culturales, bajaron salarios o pagaron en especie. Aun así, con costos de producción promedio en torno a los 60-86 dólares por quintal, las pérdidas se estiman en alrededor de 12 a 29 dólares por cada quintal producido en 2001; es decir, alrededor de 385 millones de dólares, que equivalen a 0.6% del PIB de la región. Muchas fincas fueron abandonadas o desatendidas, lo que provocó un considerable aumento del desempleo en el campo y menores ingresos para un masivo número de trabajadores rurales del contingente de alrededor de 1.6 millones de personas que, se estima, se emplean en las fincas cafetaleras en forma permanente o temporal, y que se sitúan entre los estratos de la población de mayor pobreza.


Tomando como base las estructuras de costos de producción de los institutos nacionales del café, y observaciones de campo de los propios institutos sobre la reducción de labores con relación al promedio de tres ciclos previos, se estima, de manera conservadora, que los jornales que se dejaron de contratar en 2001 equivalen a la pérdida de 170 000 empleos permanentes en la regióni y a la no percepción de 140 millones de dólares en salarios. Ello agravó la situación de emergencia alimentaria que varios países de la región enfrentaron, determinada por una severa sequía que perjudicó principalmente a los pequeños agricultores de granos básicos de subsistencia.ii En algunas áreas cafetaleras se ha agudizado la tensión social.


Los productores y los gobiernos han tomado algunas medidas para aliviar los efectos inmediatos de la crisis. El apoyo otorgado por los gobiernos incluye la constitución de fideicomisos o fondos de entre 50 y 100 millones de dólares por país para refinanciar y reestructurar las deudas de los productores que han caído en mora. Se están promoviendo programas de reconversión productiva y se ha sugerido la creación de fondos de compensación para garantizar un precio mínimo al productor, así como mecanismos conjuntos de comercialización que promuevan la imagen de país.


Las condiciones en que se desenvuelven los distintos grupos de productores y las diferencias en calidad del café que ofertan plantean la necesidad de buscar alternativas, ya sea de reconversión a otras actividades —con la debida atención a la conservación de los servicios ambientales que proporciona la caficultura— o bien el mejoramiento de la calidad y la mayor incursión en la exportación de cafés especiales. En síntesis, se trata de identificar de manera más precisa las opciones para más de 200 000 microproductores, muchos de ellos de subsistencia, casi 50 000 pequeños productores, en su mayoría altamente endeudados, 33 000 medianos, 7 000 grandes y las relativamente poco numerosas grandes empresas. Además, hay que definir una posición con relación a la calidad del producto de la región, del cual, alrededor del 5% al 10%, según el país, se cataloga como de menor calidad.


Por su magnitud, la superación de la crisis va a requerir una revisión profunda de la inserción de la cafeticultura regional en el mercado internacional, así como la participación en negociaciones que tiendan a reconstituir el diálogo entre productores y consumidores con el fin de promover el reordenamiento del mercado.

G

 

Derechos humanos


Maquilas, dengue y diarrea: ¡salud!

 

No es la primera vez que lo comentamos, ni creemos que será la última. Cuando cada semana nos sentamos frente al teclado para reflexionar en este espacio sobre los derechos humanos en El Salvador, casi siempre tenemos el mismo problema: decidir el tema. Resulta algo muy difícil, por la diversidad de hechos que ocurren cada ocho días y por el manejo que a los mismos se le da en algunos medios de difusión masiva. La dinámica es tal que —por ejemplo— no alcanzamos a comentar la reciente y muy cuestionada elección del presidente de la Corte de Cuentas, sabedores de las consecuencias de semejante decisión en la consolidación y el encubrimiento de la corrupción; quizás más adelante lo hagamos, para establecer todos sus efectos negativos en el campo que nos desenvolvemos. Por ello, en la presente semana decidimos abordar dos asuntos que —a final de cuentas— tienen más de alguna relación.


El pasado viernes 5 de julio, casi trescientas personas que laboraban en una fábrica maquilera ubicada en la Zona Franca Internacional “El Salvador” —cerca de Olocuilta, sobre la carretera que conduce al aeropuerto de Comalapa— resultaron víctimas de fuertes dolores estomacales y de cabeza, mareos, adormecimiento del cuerpo, vómitos y dificultad para respirar. Esos fueron los síntomas más graves que presentaron. Según los médicos y los socorristas que las atendieron, la crisis se derivó de una intoxicación masiva por haber inhalado cloro. No habían pasado siquiera tres días del suceso cuando el grave problema se repitió en el mismo sitio y, de nuevo, numerosas víctimas rebasaron la capacidad instalada de las salas de emergencia en los hospitales del Seguro Social, Rosales y Maternidad. Sumadas todas las personas referidas a los citados establecimientos sanitarios en las dos ocasiones, se atendieron a más de quinientas personas que en su inmensa mayoría eran mujeres.


¿Qué hizo el gobierno ante tamaña contingencia? Muy simple: el ridículo. Al momento de escribir estas líneas, las versiones de sus distintos voceros han sido tantas y tan contradictorias que no existe otra palabra más adecuada para definir su actuación. Entre otras, en un primer momento se dijo que sí se había producido la intoxicación; luego, la comenzaron a negar. Después se comenzó a hablar de un sabotaje, como parte de un “maligno plan” ejecutado para desprestigiar al sector textil frente a los inversionistas extranjeros, aprovechando la presencia en el país de dirigentes sindicales estadounidenses; el mismo Vicepresidente de la República, Carlos Quintanilla Schmidt, sostuvo tal versión.


También Juan Mateu Llort, en representación del Comité de Emergencia Nacional, afirmó que sólo se trató de una “histeria colectiva” y no existió intoxicación alguna; según la versión de este pintoresco galeno y la del Ministerio de Salud, en el interior de la fábrica no había material tóxico y tampoco se detectó ningún químico en los diversos exámenes que se hicieron el viernes a las víctimas. El mismo Mateu Llort cambió después su declaración inicial y pasó a la de un “gas lacrimógeno” que había sido esparcido. Hasta se llegó a sostener, en el mayor de los colmos, que la Fiscalía General de la República investigaría “intereses externos en desestabilizar ese centro de trabajo por medio de acciones fingidas por parte de las trabajadoras”. De esta forma, los Ministerios de Trabajo y Salud Pública, Medicina Legal y la misma Presidencia de la República —a través de Quintanilla Schmidt— salieron en defensa de los empresarios extranjeros —en este caso, se habla de filipinos— sin acordarse de las trabajadoras salvadoreñas.
Pero, como siempre, resulta fácil detectar las irregularidades y contradicciones que cuestionan los planteamientos oficiales. En primer lugar, ante la afirmación de que no había ninguna sustancia química en el ambiente, el Cuerpo de Bomberos reportó —desde el viernes— haber encontrado tres barriles con cloro en el local; dos de éstos no estaban llenos, pero sí sellados, por lo que los bomberos presumen que hubo derrame del líquido. En segundo lugar, tanto los médicos de los hospitales que atendieron a las víctimas como los socorristas de la Cruz Roja Salvadoreña y de otros cuerpos confirmaron que los síntomas apuntaban a una intoxicación con cloro. Además, existe una queja que no pueden tapar: la del Ministro del Medio Ambiente y Recursos Naturales, a cuyos representantes se les impidió ingresar a la fábrica en un primer momento; lo mismo le ocurrió al personal de la Procuraduría para la Defensa de los Derechos Humanos. Un último hecho, de los tantos que se podrían mencionar: en la segunda emergencia —la ocurrida el lunes 8— se retuvo dentro de la maquila a las empleadas durante media hora, antes de evacuarlas, y no se permitió la entrada de la prensa.


Al margen de las distintas “explicaciones” oficiales que hoy se manejan sobre esta escandalosa situación, no es la primera vez que se critican las condiciones laborales en las maquilas. En 1997, por ejemplo, noventa trabajadoras de la empresa Dindex se intoxicaron debido al exceso de monóxido carbónico, por el hacinamiento de las empleadas en un lugar con poca ventilación y altas temperaturas. La explicación oficial fue la misma: alguien quería desprestigiar al gobierno.


En este marco, cabe preguntarse: ¿qué papel juegan las autoridades ministeriales? Porque, según el artículo 256 del Código de Trabajo, a éstas les corresponde vigilar el cumplimiento de las normas de seguridad e higiene al interior de las empresas. Estos y otros casos, algunos difundidos por los medios de comunicación y otros encubiertos por las autoridades gubernamentales, dan cuenta de la falta de interés y el poco cuidado de los patronos por garantizar la seguridad de sus empleados y empleadas. Desinterés y descuido que se esconden bajo las faldas de la protección estatal. La posición oficial es y ha sido siempre, como reflejo condicionado, ponerse del lado de los empresarios y no de las trabajadoras. Los hechos hablan por sí mismos y demuestran que la apuesta de Francisco Flores y su gabinete es una: ofrecer en el exterior a El Salvador como el espacio donde se pueden instalar maquilas que ofrezcan trabajo masivo y promocionar así —en radio, prensa y televisión— los “logros” de su administración. Y en función de eso, no les importa la inseguridad y otras condiciones laborales negativas para la gente.


Aparecer ahora diciendo que lo ocurrido es parte de un sabotaje contra el sector maquilero —sin ninguna investigación seria, científica y confiable— es una falta de respeto a las humildes mujeres que han tenido que sufrir daños a su salud; es ir contra ese pueblo que, día a día, tiene que salir a buscar la forma de ganarse su pobre sustento. Por eso, ese mismo pueblo salvadoreño no debe escatimar esfuerzos para organizarse y exigir condiciones laborales más dignas y humanas. Mientras ello no suceda, los abusos continuaran y los abusadores seguirán protegidos por la impunidad.


Pero dejemos la maquila por el momento y pasemos al otro asunto. “Hasta que se muere alguien, llegan los de Salud”, comentaba una vecina de la niña Andrea Ronquillo, una de las víctimas recientes por efecto del dengue hemorrágico. Este contundente juicio es el fiel reflejo de un viejo problema, cuyas consecuencias ya no debe seguir soportando la población: la incapacidad del gobierno para prevenir las tragedias y garantizar su salud. La atención que han recibido las personas afectadas por esta epidemia de dengue, que tanto costó ser reconocida oficialmente, es una muestra de ello. Más de la mitad de las niñas y los niños fallecidos fueron víctimas de la negligencia de los médicos, sobre la base de unas deficiencias institucionales largamente denunciadas. Los errores con consecuencias mortales, han ido desde los diagnósticos erróneos hasta la falta de atención oportuna.


En El Congo, departamento de Santa Ana, a Yoselin Ramírez se le diagnosticó una infección respiratoria cuando, en realidad, lo que tenía era dengue; cuatro días después, murió en el Hospital San Juan de Dios. Lo mismo sucedió con Nestor Romero, de siete años de edad, a quien se le dio tratamiento médico para la tifoidea y, al día siguiente, también murió por dengue. Otro niño, Erick Alvarado, perdió la vida porque los médicos pensaron que tenía una simple gripe. Pero ahí no terminan las cosas. Andrea Ronquillo dejó de existir luego de esperar durante tres días a ser atendida. Pero el colmo de la irresponsabilidad fue la muerte de Cristian Hernández, a quien presentaba el gobierno como el “símbolo” triunfal de su lucha contra el dengue. A este niño se le negó una medicina que tenían en existencia dentro del Hospital Bloom; no le fue proporcionada porque la farmacia no estaba abierta en ese momento.


¿Cómo es posible que en un estado de emergencia por esa epidemia, se cierre la farmacia del único centro hospitalario estatal para la infancia en el país y que no exista nadie que pueda abrirla? ¿Cómo es posible que se le pida a un humilde padre de familia que reúna ciento treinta mil colones —casi quince mil dólares estadounidenses— para pagar un tratamiento que lo puede brindar esa institución pública de salud? Para colmo de males, el Director de dicho Hospital ahora dice —con una cara más dura que las piedras— que lo que ocurrido fue un “error de comunicación”. En cualquier otro país del mundo, donde los funcionarios sí tienen un mínimo de decencia y el sistema de justicia funciona, ese tipo de errores —que se llevan por delante vidas inocentes— se pagan con cárcel para el responsable y su inhabilitación de por vida en el ejercicio de la profesión.


En nuestro país, el recién reelegido Fiscal General de la República —elogiado sólo por ARENA y algunos de sus empleados— ya cerró filas para impedir la posibilidad de investigar de oficio las malas prácticas médicas durante esta emergencia. Su argumento es igual de malo que su gestión: que América Latina toda ha sido estremecida por el dengue y que, por tanto, eso ocasiona estos “errores”. Señor Fiscal, por favor, no ofenda la inteligencia de la gente. El que toda la región haya sido afectada por esa enfermedad, es una razón más para mejorar el Sistema Nacional de Salud a fin de evitar que más niños y niñas mueran por la inobservancia de los procedimientos médicos adecuados.


En el marco de la actual coyuntura, a pesar de este funcionario del Ministerio Público, se deben establecer las responsabilidades correspondientes en estas trágicas defunciones para impedir que vuelvan a ocurrir otras dentro de poco. Eso se llama sentar precedentes en contra de la impunidad. También es importante una pronta actuación de las autoridades de Salud Pública para enfrentar, con seriedad, la epidemia de dengue que continúa causando daños; deben dejar de anunciar, de forma irresponsable, que “todo está bajo control”. Por si fuera poco, ahora también hay que alertar a la sociedad sobre el alto índice de enfermos y víctimas mortales por diarrea; cada día se reportan más de cien casos en el Hospital Benjamín Bloom. Frente a esta nueva emergencia que se empieza a configurar, en el gobierno hay quienes ya comenzaron a culpar a la población por la proliferación de moscas. Lo cierto es que tanto el dengue como las enfermedades gastrointestinales, están asociadas a la pobreza.


Las autoridades de Salud Pública no deben ocultar sus deficiencias. Eso, además de antiético, es irresponsable porque no contribuye en nada a encontrarle una solución real a la problemática. Tampoco deben decir que estamos condenados a vivir con el dengue y las diarreas, porque vivimos en un país tropical. Semejante barbaridad, dicha sin fundamento científico, fácilmente se cae al observar lo que ocurre en otros países de la región —como Costa Rica, por ejemplo— donde la población no es víctima de los graves males que acá padecemos. Ya basta de excusas. Comiencen a trabajar por el pueblo y para el pueblo. Eso es lo que se necesita para que en El Salvador exista un Estado democrático y social de Derecho; no lo que ahora existe: un estado permanente y calamitoso de emergencia, que sólo victimiza a los sectores sociales pobres y mayoritarios.

G

 


 


Envíenos sus comentarios y sugerencias
Mayor información:
Tel: +503-210-6600 ext. 407, Fax: +503-210-6655

 

Suscripción anual

Correo electónico  
El Salvador
    personal
    correo
Centro América y Panamá
Norte y Sur América
Europa
Otras regiones
$50.00  

¢75.00
 ¢120.00
$35.00
$60.00
$75.00
$80.00

Las suscripciones pueden hacerse en El Salvador, en la Oficina de Distribución de la UCA, o por correo. Los cheques deben emitirse a nombre de la Universidad Centroamericana y dirigirse al Centro de Distribución UCA. Apdo. Postal (01) 575, San Salvador, El Salvador, C.A.