PROCESO — INFORMATIVO SEMANAL EL SALVADOR, C.A.

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    El informativo semanal Proceso sintetiza y selecciona los principales hechos que semanalmente se producen en El Salvador. Asimismo, recoge aquellos hechos de carácter internacional que resultan más significativos para nuestra realidad. El objetivo de Proceso es describir las coyunturas del país y apuntar posibles direcciones para su interpretación.

    Su producción y publicación está a cargo del Centro de Información, Documentación y Apoyo a la Investigación (CIDAI) de la Universidad Centroamericana “José Simeón Cañas” de El Salvador. Por favor, asegúrese de mencionar Proceso al utilizar porciones de esta publicación en sus trabajos.

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Año 23
número 1004
junio 19, 2002
ISSN 0259-9864
 
 
 
 

ÍNDICE



Editorial : Once tesis sobre la gobernabilidad en El Salvador

Política : Corte de Cuentas, coto privado del PCN

Economía: ¿Privatización, igual a alza de tarifas?

Comentario: Narraciones de muerte

Derechos Humanos: El dengue abate al sistema de salud

Documento: Compromiso de Madrid (II)

 
 
Editorial


Once tesis sobre la gobernabilidad en El Salvador

 

Son tan graves los problemas sociales en nuestro país, que diversos analistas se preguntan insistentemente si no se estará arribando a una situación de ingobernabilidad. Haciendo eco de esa preocupación, a continuación se proponen once tesis acerca de la gobernabilidad en El Salvador, con la finalidad de dar pistas para la comprensión del proceso político salvadoreño en la actualidad.


Primera tesis: en el tema de la gobernabilidad, lo que se juega es la capacidad del sistema institucional de una sociedad para procesar las demandas de los ciudadanos, de modo que éstas se expresen y canalicen al interior del sistema de instituciones vigente, y no al margen del mismo.
Segunda tesis: una sociedad es gobernable cuando las demandas sociales —en toda la diversidad que las caracteriza— encuentran cauce en las instituciones vigentes. Es decir, cuando éstas hacen eco de aquellas demandas, las asimilan y les dan una respuesta oportuna.


Tercera tesis: la gobernabilidad democrática se sostiene en tres ejes: las instituciones del Estado, el sistema político y la sociedad civil organizada. En esta tríada de instancias, el sistema político tiene como una de sus principales funciones el ser intermediario entre las demandas sociales y las instancias estatales encargadas de darles respuesta.


Cuarta tesis: cuando el sistema político falla en su función de intermediación y las instituciones del Estado se muestran incapaces de atender las demandas de la sociedad, esta última busca cauces ajenos a la institucionalidad vigente para hallarles respuesta. Cuando la sociedad se sitúa al borde de la legalidad para expresar sus demandas, se está a las puertas de la ingobernabilidad.
Quinta tesis: sociológicamente, una situación de ingobernabilidad se genera cuando la sociedad desborda, con sus demandas, la capacidad estatal para atenderlas y darles respuesta. Los síntomas de que una situación de esta naturaleza se ha generado son, por un lado, las movilizaciones sociales violentas, la anarquía y el desorden social; por otro, la paralización gubernamental, la improvisación y las medidas de hecho.


Sexta tesis: en una situación de ingobernabilidad se genera una pérdida de confianza pública en la capacidad del Estado para resolver los problemas sociales, así como una crisis de legitimidad del mismo, en tanto que deja de cumplir sus tareas fundamentales de cara a mantener el orden social y garantizar la seguridad y bienestar ciudadanos.


Séptima tesis: El Salvador vivió una intensa crisis de gobernabilidad a lo largo de la década de los años setenta, la cual se volvió más dramática a finales de esa década. En aquellos años, la violencia, el caos y el desorden marcaron el carácter de la vida política social y económica.


Octava tesis: después de la firma de los Acuerdos de Paz, en 1992, se logró una importante estabilidad política. Sin embargo, la amenaza de una situación de ingobernabilidad ha estado presente desde el fin de la guerra civil.


Novena tesis: la amenaza de la ingobernabilidad tiene que ver, por un lado, con la indiscutible fragilidad institucional que impide al Estado responder a demandas sociales urgentes, en materia de seguridad social, empleo, salud, vivienda y educación. Por otro lado, con la creciente desconfianza ciudadana en el desempeño político y con la apuesta de muchos salvadoreños por mecanismos extra legales y extra institucionales para resolver sus necesidades más urgentes.


Décima tesis: decir que El Salvador vive en la actualidad una crisis de gobernabilidad es algo sobre lo que se tiene que debatir más a fondo. Sin embargo, ello no obsta para reconocer que la amenaza de una situación de ingobernabilidad es real y que no asumir tal amenaza con toda seriedad puede impedir tomar las decisiones pertinentes para evitarla.


Onceava tesis: hoy por hoy, un país puede ser gobernable de una forma democrática o de una forma autoritaria. En El Salvador debe trabajarse por una gobernabilidad democrática, es decir, por una gobernabilidad en la que el sistema político sea un intermediario efectivo entre el Estado y la sociedad, y en la que tengan una plena vigencia la separación de poderes y el respeto irrestricto a las leyes, a la dignidad humana y a la justicia.


En definitiva, en El Salvador, como en el resto de países latinoamericanos, el problema de la gobernabilidad se inserta en un contexto más amplio, caracterizado por la exclusión social, la pobreza y el deterioro de las condiciones de vida de la mayor parte de la población. No es fácil gobernar democráticamente unas sociedades en las que las mayorías están fuera de los circuitos de producción y consumo; tampoco es fácil crear unas instituciones sólidas ahí donde las urgencias de la sociedad están orientadas hacia la sobrevivencia.


Sobran quienes sostienen que, mientras persistan la pobreza y la marginalidad, las sociedades latinoamericanas ni van a ser gobernables democráticamente ni van a poder contar con entramados institucionales firmes. Es posible que quienes opinan de esta forma estén en lo cierto. Pero, de todos modos, no es del todo descabellado pensar que unas instituciones débiles y unos gobiernos autoritarios, lejos de aligerar la carga de la pobreza y la exclusión, la hacen más pesada para las víctimas de siempre. De lo que se trata, entonces, es de construir una sociedad más justa y equitativa, pero también una sociedad en la que no tengan cabida los abusos de poder y la exclusión política. Una lucha es complemento de la otra. La conquista de una gobernabilidad democrática es sólo el primer paso en la ardua tarea por construir una sociedad más justa y solidaria, en la que las lacerantes desigualdades socioeconómicas prevalecientes en la actualidad sean superadas.


Ya es tiempo que en El Salvador los responsables de tomar las decisiones políticas más relevantes entiendan que, como señala el sociólogo boliviano Fernando Calderón, “si no hay capacidad política para procesar conflictos, no hay gobernabilidad democrática. Si no hay capacidad de gerencia política, no hay gobernabilidad probable. Si no hay democracia, si no hay manejo de medios, si no hay inteligencia, eficacia, si no hay estructura de alianzas, no hay gobernabilidad”.

G

 

Política


Corte de Cuentas, coto privado del PCN

 

Lo único que falta para que la Corte de Cuentas sea declarada como propiedad privada del derechista Partido de Conciliación Nacional (PCN) es un decreto que oficialice lo que desde hace años ha sido una práctica inveterada: el reparto de las instituciones del Estado entre los partidos políticos, en virtud del cual, la entidad contralora es, desde hace mucho, el coto privado del PCN. El inesperado reemplazo de Rutilio Aguilera por Hernán Contreras, cuando todo hacía prever la reelección de aquél, sólo confirma que en la Corte de Cuentas no se mueve ni una hoja si la dirigencia del PCN no lo quiere.

G

 

Economía


¿Privatización igual a alza de tarifas?

 

Dos de las noticias más infaustas para los consumidores han sido los incrementos en las tarifas de los servicios de energía eléctrica y de telefonía, algo que viene sucediendo desde años atrás, aún a despecho de las minúsculas tasas de inflación que las cifras oficiales reflejan (1.4% para el año 2001 y 2.5% para el pasado mes de abril). En los últimos tres o cuatro años, la dotación de servicios básicos puede haberse ampliado, tal y como alegan los partidarios de la privatización, pero son los consumidores quienes pagan por ello, en tanto que no ha surgido de la simple intervención de empresas privadas transnacionales como se ha querido hacer creer. Así lo demuestra, por ejemplo, el que en el contrato que rige las operaciones de la compañía privada de telefonía se justifiquen los incrementos en la tarifa al consumidor por las inversiones en la ampliación de la cobertura.

G

 

Comentario


Narraciones de muerte

 

“Podríamos llenar todos los informativos con muertes televisadas”. A esa conclusión llegó el director de la Fundación Olof Palme, Jorge Escoto, al cerrar su participación en un foro donde se discutió, entre otras cosas, la transmisión que hizo Cuatrovisión de la agonía y muerte de un niño que adolecía de hidrocefalia. Por dos días en abril pasado, ese fue el plato fuerte de este programa televisivo, el de los más altos niveles de audiencia en la rama de ‘noticieros’, según muchas encuestas.


Escoto participaba en un debate organizado por la Asociación de Periodistas de El Salvador (APES) para explorar el tema de la responsabilidad periodística en la cobertura de información relacionada con la niñez salvadoreña. La APES aspiraba a poner el tema en discusión, pero lamentablemente no tuvo mucho éxito debido a la exigua asistencia de periodistas. Por otro lado, la decisión de Cuatrovisión de ‘televisar’ los últimos minutos de vida del niño con hidrocefalia fue apenas comentada en los medios de comunicación.


El periodista Mauricio Funes reflexionó sobre ello en el editorial del noticiero Hechos el 10 de abril. Funes reprodujo el mensaje de una televidente que había visto la transmisión de Cuatrovisión: “A ese salvadoreño (al niño fallecido) se le negó de forma brutal su derecho a morir, pobre y enfermo, pero con dignidad en su rincón. A esa humilde madre se le negó de forma horrible su derecho a hacer lo que le diera la gana en tan duros momentos. Y a los que desgraciadamente, como yo, nos tocó presenciar tanta ignominia, nos atropellaron nuestro derecho a conservar la ya tan estropeada salud mental”.


Según Funes, la decisión editorial de transmitir esta tragedia refleja la falta de sensibilidad de algunos medios de comunicación que se lucran de la pauta publicitaria sin valorar los efectos de sus decisiones, “con tal de mantener cautivos a los consumidores potenciales de sus productos o servicios”.


Ciertamente el hecho de “televisar” una muerte no fue una decisión ‘periodística’ que sorprendiera a nadie que conozca la labor del ‘noticiero’ en discusión; en general, su programación es de ese tipo, aunque nunca se había visto tal extremo. Y eso hace que surja la pregunta de siempre: ¿es esa una forma legítima y profesional de buscar noticias que realmente informe? Podría decirse que todo depende de qué entendamos por ‘informar’. No lo será, si entendemos que la actividad de informar ha sobrepasado ya la visión de la supuesta presentación ‘objetiva’ de los hechos, visión característica hasta antes de los años veinte del siglo pasado.


Hoy abarca más que eso: entraña también explicar, dar elementos para que la realidad sea más entendible. Se trata de ir más allá de una llana apelación a los sentimientos, las emociones y las impresiones. Se trata de suministrar los elementos necesarios para que la gente entienda lo que acontece a su alrededor y lo racionalice, pero, obviamente, eso no se logra a través de la presentación de hechos que nos hacen ponernos a llorar de impotencia frente a las pantallas de televisión. Los medios de comunicación están llamados a hacer algo más que eso y es bueno que lo recuerden.


En el caso de Cuatrovisión, estamos ante un programa acostumbrado ya a una forma de informar que desemboca en el típico efecto de “desplazamiento de las causas a las consecuencias”. El profesor argentino Damián Fernández, hablando, sobre todo, de la cobertura periodística de la violencia, el sensacionalismo y la falta de recursos narrativos en la prensa, ha sostenido que los medios construyen una “provincia finita de significado” para los lectores, un terreno igual al del espectáculo, no problemático, “a pesar de que los casos tendrían que llevar a la racionalización”. Ciertos medios noticiosos se quedan en el terreno de las sensaciones y no fomentan en sus audiencias esquemas que les permitan racionalizar lo que ven, leen u oyen.
Aquí está involucrado también el plano de la ética, tantas veces ausente en las mentes de los editores y periodistas sin iniciativas para la investigación, atribulados por las horas de cierre o por conseguir las primicias y publicarlas antes de la competencia. En un análisis del discurso noticioso de la televisión mexicana (perfectamente aplicable a la salvadoreña), los profesores Álvaro De Gasperín y Armando Torres, observaron que “la apuesta a lo impredecible, al shock, a lo que nadie pueda creer, entre más novedoso —y si es en vivo o en exclusiva, mejor— ha generado en muchos casos la falta de una apreciación moral sobre los asuntos presentados”.


Esta valoración es necesaria tanto desde el punto de vista del emisor como del receptor, dicen estos académicos mexicanos, aún cuando no exista ninguna exigencia de calidad de parte de las audiencias, acostumbradas a pensar en la televisión como “completamente irreflexiva”.


Haciendo eco de la idea de que la televisión ha desplazado las explicaciones a un segundo plano, De Gasperín y Torres añaden que los hechos se presentan en la pantalla chica como “simple y pura representación visual para un espectador que, satisfecho de ver, presumiblemente creyó entender, y sobre todo confirmar, que se le informó, aunque de hecho sólo recibió nociones bajo la ‘autoridad de la imagen’”.


Cuánto hay de cierto en estas palabras cuando vemos que se pone al aire la muerte y agonía de una persona, se explotan sus atractivos visuales, se sobreponen los intereses laborales (del reportero y el camarógrafo, en este caso), y se abusa de la necesidad de una familia pobre, de su ignorancia o de su ingenuidad. Estos elementos conjugados no revelan ninguna motivación profesional de parte de los periodistas, sino más bien su afán por sacarle provecho al morbo que rodea este tipo de acontecimientos.


No estaba tan alejado de la realidad el director de Olof Palme cuando hablaba de lo fácil que sería para los medios noticiosos llenar sus espacios con descripciones de muerte. Dos semanas después de la transmisión de Cuatrovisión, un reportero de El Diario de Hoy escribió una crónica sobre los últimos minutos de vida de un conductor de un pick up, que quedó atrapado entre los hierros de su vehículo después de un accidente provocado por un autobús, conducido por un motorista ebrio. “La imagen era patética: condenado a una muerte injusta, el hombre se desvanecía con cada respiro”, decía el texto publicado el 18 de abril. “Su rostro, cada vez más pálido, tenía golpes por todos lados... Con el mentón sobre su pecho, ensangrentado, apenas movía su cabeza de un lado a otro”.


El redactor hizo la salvedad de que “todos los que lo rodearon querían ayudarle, pero nadie podía hacer nada sin las herramientas necesarias” (en el caso de Cuatrovisión, aparentemente nadie se movió para pedir ayuda inmediata e intentar así salvar la vida del niño moribundo). Luego el reportero de El Diario de Hoy continuaba con más detalles: “Cada minuto que pasaba los movimientos de la víctima se hacían más lentos, esporádicos. Su expresión ya no era de sufrimiento ni de dolor, sino de abandono. Agonizaba”.


Fue interesante que se usara en este texto un género periodístico que se ve muy poco en los medios salvadoreños: el de la crónica. Formalmente era muy buena: redacción fluida, buen ritmo, tono, coherencia, etc. Otro mérito era que no recurría a la clásica frialdad de los textos informativos que responden al qué, quién, cuándo, cómo y dónde en el primer párrafo. De forma, la crónica cumplía todos los requisitos, pero no convence del todo el tema escogido (la decisión editorial que la respaldaba) y la discutible necesidad de narrar tanto detalle, suspiro a suspiro, para “contarle a los salvadoreños cómo en este sistema, que propicia el desorden y la violencia, se pierden valiosas vidas en pocos segundos”.


Eso explicó el redactor del texto el 23 de abril en su columna de opinión ante los cuestionamientos que le hizo una “maestra” universitaria (las comillas son del autor del artículo de El Diario de Hoy), disgustada por la presunta irresponsabilidad y falta de ética del periodista. La profesora terminó la discusión bruscamente, luego de ofender al periodista y al medio para el que trabaja. El autor de la crónica, por su lado, puso en duda la “sapiencia” de la catedrática y la calidad de los futuros profesionales educados por “tan prestigiosa universidad”.


Si el redactor intentó reflexionar sobre la inoperancia de nuestro sistema de transporte y de las leyes de tránsito, es loable el propósito, pero no pasó de ser eso, una intención. Difícilmente el lector promedio salvadoreño iba a llegar a la supuesta reflexión a partir del texto publicado. La crónica no estaba acompañada de ningún análisis de las posibles implicaciones de un accidente como el presenciado por el periodista de El Diario de Hoy.
La narración de una muerte por sí sola (sin los elementos explicativos pertinentes) se acerca más a una variante del pseudoperiodismo del que hablan los académicos. Revestido de recursos cercanos a los usados en la labor informativa profesional, el pseudoperiodismo tiende a convertir la noticia en espectáculo, el anzuelo de los medios de comunicación para ubicarse en los primeros lugares de preferencia de las audiencias. El periodista español Carlos González Reigosa opina que la confusión que se ha creado entre la información periodística y el espectáculo ha desdibujado las fronteras entre ellos y fomentado una “burda y continuada mezcla”.
Otro periodista español, Alex Grijelmo, asegura que el sensacionalismo no debería ser condenado “sin más, de plano”. Según este editor de El País, de España, “se trata sólo de una manera más de trabajar, próxima a la exageración en las valoraciones y en la presentación y a la elección de terrenos informativos que repugnan al buen gusto, pero no por ello inveraz”. Más adelante, plantea: “Sí debemos condenar, en cambio, que se utilicen sus técnicas [las del sensacionalismo] en periódicos que se presentan como serios y rigurosos, porque eso acarrea un engaño para el lector”.


El periodismo serio, por tanto, debe alejarse del tipo de informaciones que aquí se han comentado. La cobertura periodística de los hechos de violencia, crímenes brutales y otros es inevitable en nuestros días y no debe ser considerada “grave”. Lo cuestionable, según el profesor Fernández, es “el estilo de la espectacularización que nos impide quebrar nuestras certezas sobre el tema, salir de nuestro sentido común para buscar una comprensión de aquello que se nos presenta como extraño”.

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Colaboración de Xiomara Peraza, Departamento de Letras y Comunicaciones de la UCA

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Derechos Humanos


El dengue abate al sistema de salud

 

No es necesario ser un genio para deducir algunas cosas. Basta con un poco de sentido común para saber, por ejemplo, que cuando un carro se acerca a gran velocidad hacia nosotros, seguramente nos golpeará y, quizás, hasta nos cause la muerte. De igual forma, no es necesario estudiar medicina durante casi diez años para darse cuenta que, si los casos de dengue aumentan progresivamente, seguro se desencadenará una epidemia que provocará cientos de enfermos y pondrá en crisis el sistema de salud “pública”. Hechas esas consideraciones, vamos al grano: el gobierno ha vuelto a responder con torpeza —en lo que no puede menos que considerarse un nuevo y gravísimo error— al avance letal del dengue, como si fuera la primera vez que éste se pasea a gusto por todo el país.


Ya son seis los niños que, por desgracia e incapacidad, han fallecido a causa de esta enfermedad; y a ellos se deben sumar más de mil trescientas personas que, “oficialmente” se les ha diagnosticado dengue —en alguna de sus dos modalidades, clásico o hemorrágico— y se encuentran bajo tratamiento médico. Detrás de estos números aterradores se encuentra la responsabilidad gubernamental. La mala administración del país no quiso decretar la epidemia a tiempo, obviamente por motivos políticos y de imagen. Según declaraciones oficiales, cinco niños muertos es lo que se necesitaba para decretar el “estado de calamidad”, aunque mucho tiempo atrás las camas ya estuviesen llenas, los hospitales hubiesen sobrepasado su capacidad, estuviesen detectados criaderos de zancudos y se supiese que los casos aumentaban rápidamente.


Desde el comienzo del invierno, con la llegada de las lluvias, las unidades de salud y hospitales se fueron abarrotando de gente afectada con síntomas de dengue. Pero, curiosamente, hace apenas tres semanas Francisco Flores —en su discurso de tercer año de gobierno— nada dijo al respecto y pregonó, con gran orgullo y vanidad, las bondades y beneficios de las que gozamos todas y todos al vivir en este nuestro “terruño”. Ese día, caminábamos hacia el desarrollo —escalando su “montaña mágica”— y escasamente una semana después, cuando las fotos del acto todavía estaban en los periódicos, se desencadenó la alarma por el dengue y la situación, con cada gota de lluvia que cayó, se puso cada vez peor.


El maquillaje “desarrollista” se le ha corrido a Flores y la realidad nos ha devuelto la cara más amarga de El Salvador. Una enfermedad propia de países subdesarrollados —como es el nuestro— se ha desencadenado con virulencia, afectando de nuevo a los más pobres. El dengue nos está mostrando lo mismo que los terremotos: nuestra sociedad, tal y como es de injusta, excluyente y deshumanizante. Así, la incidencia de los focos infecciosos y la tendencia de casos que se han presentado, no hacen sino confirmar que este mal está asociado a la calidad de vida de las personas. La fuerza destructora del dengue está en las zonas más populosas de San Salvador y en las comunidades marginales con precarias condiciones de drenaje. Ha sido suficiente con un minúsculo insecto como el zancudo para destapar el paquete de mentiras presentado por Flores en su discurso oficial, según el cual las enfermedades se iban a atender mejor y más personas recibirían un servicio médico de calidad.


No hace mucho tiempo que el gobierno implementó una novedosa reforma en el sistema de salud. Se trataba de hacer llegar hasta las comunidades la atención sanitaria, y para ello se ideó el Sistema Básico de Salud Integral (SIBASI); a través de éste, se pretendía reforzar la ya de por sí débil sanidad pública. Pero el dengue ha puesto en evidencia que “recarpetear” la salud con más centros no basta, precisamente cuando éstos se encuentran descoordinados y brindan únicamente una atención clínica. La actual epidemia exige, además del tratamiento clínico de choque, implementar medidas de salud ambiental que escapan o van más allá del recinto propio de la unidad para la atención primaria. Ese enfoque compromete, en definitiva, al equipo médico de éstas para que salga de sus cubículos y conozca de cerca las condiciones de vida y de salubridad de la población a la que asisten.


Entre los males que afectan en profundidad al sistema de salud se encuentra la centralización del mismo, lo que está llevando a varios de los hospitales más importantes —en medio de esta crisis epidemiológica— al borde del colapso. Los nosocomios están abarrotados y ya no quedan recursos suficientes para contener la masiva afluencia de gente a estos centros. Enfocar en el “Gran San Salvador” la atención hospitalaria especializada es un error político y práctico, que nos coloca a un paso de la tragedia.
El Ministro de Salud, José López Beltrán, un día acepta y otro se desdice. Afirma que se ha llevado un seguimiento de la enfermedad desde los primeros meses del año; asimismo, reconoce la creación de una guía técnica para el manejo de pacientes contagiados de dengue, con el fin de lograr mayor precisión en los diagnósticos y tratamientos. Y es que, entre paréntesis, uno de los contratiempos más graves que presenta la enfermedad es la dificultad para su diagnóstico, lo que provoca errores en los mismos. Sin embargo, no existe un protocolo oficial por parte del Ministerio de Salud que marque con claridad las pautas y prioridades de la enfermedad. Además, la masificación hospitalaria y el ritmo de trabajo del personal médico durante veinticuatro horas al día —que evidencia su escasez en situaciones como ésta— está provocando imprecisiones en los diagnósticos.


La población no está informada con claridad sobre los síntomas que deben observar; mucho menos se le ha formado mínimamente en ello. Pretender trasladar la responsabilidad a quien no tiene medios ni recursos para enfrentar situaciones como éstas, es temerario e inútil. Pero esa es la cínica estrategia, ya que el principal argumento es que la población no colabora. Precisamente, es lo que ha hecho el Viceministro de Salud, Herbert Betancourt, al señalar que “la falta de educación, cultura y concientización en la población ha incidido en la propagación” de la mortal enfermedad. Tal vez, Betancourt no se dio cuenta que hablaba en calidad de representante gubernamental o, quizás, fue un acto de contrición, pues estaba reconociendo la raíz del problema del sistema de salud, para el cual él trabaja.


El dengue es una enfermedad de pobres y al discurso de la derecha —desarrollista y empresarial— no le conviene reconocerlo, sobre todo porque siempre está más preocupada en la imagen para el exterior. Estamos ante una enfermedad con causas estructurales. ¿Cómo se puede, entonces, afrontar con seriedad una epidemia de dengue? Las fumigaciones pueden dejar cierta tranquilidad a la población, pero no son lo más conveniente ya que su acción se limita al mosquito que vuela, haciéndolo más resistente; pero así, también se eliminan los enemigos naturales del zancudo. Sin embargo, ¿cómo eliminar los desechos que son lugar de infección si el servicio de recogida de basura no llega a zonas marginales? ¿Por qué recomendar la “untadita de lejía”, si no existe una red de agua —y menos de alcantarillado— en condiciones óptimas? ¿Acaso no saben que para la mayoría de familias el agua es un líquido escaso, caro y no pueden darse el lujo de vaciar las pilas a cada rato para lavarlas?


Con bolsitas de abate, las “untaditas de lejía” y fumigaciones de humo se frena el aumento de casos de dengue pero no se controla la epidemia. Para esto último hacen falta medidas más serias y de fondo —como las antes apuntadas— y también campañas de prevención a tiempo, no como ésta, tardía y costosa, que lo que hace es reconocer “oficiosamente” la epidemia en el ámbito nacional al destinar semejante monto de millones en publicidad.


Algunos médicos señalan que lo que se viene haciendo desde hace unas semanas, bien podría haber comenzado unos meses atrás. La campaña de emergencia nacional “Todos contra el dengue”, ha comenzado al más puro estilo “hollywoodesco”, al sacar de los cuarteles al ejército. Más de cuatrocientos efectivos se van a dedicar a repartir abate, en una intento más por lavar su imagen, pues esta labor la podrían desempeñar con más eficacia las “hermanitas de la caridad”.


En la mente de todos está presente el legado que dejó la epidemia de 2000. Pero parece que la lección no se aprendió, pues estos “gobernantes” únicamente actúan cuando el daño o la crisis es de dominio público y afecta a un gran número de personas; así se constata aquel dicho de que si algo va mal, puede ir a peor. No obstante el aprovechamiento político que está sacando Flores con las inauguraciones de edificios reconstruidos, todavía existen voces que “piden” no politizar la epidemia. Obviamente, bastante tienen los enfermos. Pero sí que hay “rascar” y buscar las verdaderas causas de los problemas, más allá de la “politización”, entre otras —además de las presentadas en este espacio— se encuentran las asignaciones presupuestarias con las que cuenta el Ministerio de Salud para este año.


La Fundación Salvadoreña para el Desarrollo (FUSADES), al analizar el presupuesto de 2002, reconoce que el gasto destinado a promoción, fomento, restauración de la salud y saneamiento ambiental disminuyó en un 2% en términos reales. Esta partida, esencial para desarrollar las campañas de prevención, se ha visto reducida; la capacidad de operativizar un verdadero Plan Nacional a mediano o largo plazo se reducen drásticamente. Igual porcentaje de disminución experimenta el apoyo a los hospitales y otras entidades. Esta disminución —advierte el propio informe— “de los recursos destinados a la prevención, curación y rehabilitación de la salud levanta las dudas sobre la capacidad del sector de responder a las necesidades de salud de una población creciente”.
Si nos fijamos en la manera en que se distribuye el gasto, veremos que los salarios absorben el 58% del presupuesto anual de salud, mientras que los bienes y servicios —que incluyen los insumos médicos y las medicinas— únicamente reciben el 25% del presupuesto en este ramo. Esta relación es preocupante, ya que, si bien son necesarios los médicos y por lo tanto el pago de sus salarios para llevar servicios de salud a la población, son igual de importantes los materiales necesarios para hacer efectivos los tratamientos, puesto que sin ellos poco se puede hacer para curar y restablecer la salud de las personas.


Con ese escenario, ahora es urgente la asistencia de médicos extranjeros —mexicanos y cubanos— que, además de conocer más detalladamente el desarrollo y combate de la enfermedad, cuentan con una mejor asignación de los recursos económicos para hacer frente a semejante epidemia. Pese a todo lo anterior, el Presidente Flores se atreve a decir cosas como la siguiente: “¡Tenemos que aprender a vivir con el dengue!”. Ni modo. Habrá que aguantar, porque por ahora nos queda esperar a que los cubanos afincados en Miami, Angola y Venezuela junto a la Brigada de Saneamiento Mexicana, nos solucionen el problema como lo hicieron hace dos años los cubanos que la isla envió. Pero ya es hora que le exijamos a este gobierno una política de prevención y mitigación de riesgos y enfermedades, para evitar que más personas mueran por causas que, enfrentadas con tiempo, se pueden evitar. Porque la salud, señor Flores y compañía, es una derecho que en El Salvador no se respeta.

G

 

Documento


Compromiso de Madrid (II)

 

Enfatizamos nuestro compromiso con las negociaciones en curso entre la UE y MERCOSUR y resaltamos en este contexto que los capítulos político, institucional y de cooperación están virtualmente concluidos. Acogemos con satisfacción los progresos realizados hasta ahora en los capítulos comercial y de intercambios y la adopción del paquete de medidas relativas a la facilitación del comercio, y confiamos en que ambas partes continuaremos realizando progresos sustantivos con miras a concluir exitosamente, lo más pronto posible, el proceso negociador.


17. Acogemos con satisfacción la decisión de los Estados del Caribe, junto con los demás Estados miembros del Grupo de los Estados de África, del Caribe y del Pacífico, de iniciar formalmente, en septiembre de 2002, las negociaciones del Acuerdo de Asociación Económica con la Unión Europea, en el marco del Acuerdo de Cotonú.


Acogemos con satisfacción las nuevas iniciativas de negociación de Acuerdos políticos y de cooperación entre la UE y Centroamérica y entre la UE y la Comunidad Andina, así como la decisión de fortalecer la cooperación en materia de comercio, inversiones y relaciones económicas. El logro de los objetivos de dichos acuerdos y el refuerzo de la cooperación deberían establecer las condiciones con arreglo a las cuales, construyendo sobre los resultados del Programa de Trabajo de Doha que nos hemos comprometido a concluir a más tardar a final de 2004, pudieran negociarse Acuerdos de Asociación viables y mutuamente beneficiosos, entre la UE y América Central y entre la UE y la Comunidad Andina respectivamente, que incluyan áreas de libre comercio.


18. Acogemos con satisfacción y apoyamos los actuales esfuerzos de las autoridades argentinas por completar un programa económico sólido y amplio, que permitirá el éxito en las negociaciones con el Fondo Monetario Internacional y otras instituciones financieras. Las autoridades argentinas cuentan con nuestro apoyo para lograr dicho objetivo, con el fin de superar la situación por la que atraviesa en estos momentos ese país.


19. Trabajar con celeridad en el Programa de Trabajo de Doha con el objeto de lograr una mayor liberalización del comercio para la clarificación, mejora y fortalecimiento de las normas multilaterales aplicables, y para garantizar que la V Conferencia Ministerial de México allane el camino para la conclusión exitosa de las negociaciones previstas en la Declaración de Doha, antes del final de 2004. En este sentido, subrayamos la importancia de las disposiciones sobre desarrollo de la Declaración de Doha, incluida la aplicación del programa de trabajo sobre trato especial y diferenciado para favorecer la integración de los países en desarrollo en la economía mundial.


20. Trabajar juntos para contribuir al éxito de la Cumbre Mundial sobre Desarrollo Sostenible que se celebrará en Johannesburgo en agosto de 2002. Esperamos que el resultado de la misma incluya orientaciones para la acción que contengan compromisos globales en materia de desarrollo sostenible y asociación entre los gobiernos, la sociedad civil y el sector privado, y que reafirme los compromisos adquiridos en la Conferencia de Río de 1992 y la aplicación de la Agenda 21.


21. Trabajar conjuntamente para proteger el medio ambiente, con énfasis especial en la modificación de los modelos no sostenibles de producción y consumo, la conservación de la diversidad biológica, del ecosistema mundial y el uso sostenible de los recursos naturales. Trabajaremos para obtener la ratificación universal y la pronta entrada en vigor del Protocolo de Kyoto.


22. Cumplir los compromisos adquiridos en la Conferencia Internacional sobre la Financiación para el Desarrollo de Monterrey, en particular movilizando recursos internacionales e internos y creando a nivel nacional e internacional entornos que favorezcan la reducción de la pobreza, incrementando de manera sustancial la cooperación para el desarrollo, y buscando medidas de alivio para el problema de la insostenible deuda externa de los países en desarrollo. Propugnaremos el pleno cumplimiento del consenso de Monterrey.


23. Mejorar el funcionamiento del sistema financiero mundial teniendo en cuenta las preocupaciones de los países en desarrollo y participar activamente en los esfuerzos internacionales en curso para reformar el sistema financiero internacional.


24. Promover la rápida y efectiva aplicación de la reforzada Iniciativa para los Países Pobres Altamente Endeudados, haciendo notar que algunos países en desarrollo son también acreedores.


25. Acoger con satisfacción la introducción del euro, cuya contribución a la mayor transparencia en nuestras relaciones económicas es reconocida ampliamente; reconocer la potencial contribución del euro a un mayor estímulo del crecimiento del comercio y las inversiones entre las dos regiones.


26. Rechazar con firmeza todas las medidas de carácter unilateral y efecto extraterritorial que son contrarias al Derecho Internacional y a las reglas de libre comercio comúnmente aceptadas. Concordamos en que este tipo de práctica constituye una seria amenaza contra el multilateralismo.


27. Trabajar conjuntamente en el desarrollo de la Sociedad de la Información mediante un mayor acceso a las tecnologías de la información y la comunicación y aprovechar las oportunidades que ofrecen dichas tecnologías en sectores prioritarios, tales como su aplicación a los servicios gubernamentales.

Cooperación en los ámbitos cultural, educativo, científico, tecnológico, social y humano.
28. Preservar nuestras capacidades para desarrollar, promover y respetar la diversidad cultural.


29. Crear más oportunidades en nuestras regiones para la educación, la cultura y el acceso al conocimiento como claves para el éxito en el siglo XXI. Exhortamos al reforzamiento del Programa Alfa en curso para la cooperación institucional en el ámbito de la educación superior. También acogemos con satisfacción el programa @LIS para el desarrollo de la Sociedad de la Información, así como un nuevo programa interrelacionado similar para el Caribe, y el nuevo Programa de Becas de la UE con América Latina.


30. Recomendar el desarrollo, aprobación y promoción del Plan de Acción 2002-2004 para construir un Espacio Común de Educación Superior Unión Europea-América Latina y el Caribe.


31. Llevar a cabo un análisis integrado de las distintas cuestiones en materia de migración entre nuestras regiones, que ha sido y sigue siendo de gran provecho para ambas partes, aplicar soluciones y garantizar el pleno respeto de los derechos fundamentales de los trabajadores migrantes y de sus familias, de conformidad con el Derecho Internacional y las legislaciones nacionales.


32. Combatir el VIH/SIDA mediante programas de prevención, tratamiento y apoyo, en particular en los países más afectados, teniendo presente el derecho a niveles adecuados de asistencia en salud y la necesidad de promover un mayor acceso a los medicamentos.


33. Cooperar en el fomento de la capacidad de respuesta a los desastres naturales y a la mitigación de sus consecuencias.
Acogemos favorablemente los satisfactorios resultados y propuestas de las reuniones ministeriales entre la UE y ALC sobre Educación Superior (París, 3 y 4 de noviembre de 2000), Ciencia y Tecnología (Brasilia, 21 y 22 de marzo de 2002), Sociedad de la Información (Sevilla, 26 y 27 de abril de 2002) y Seguridad Social (Valencia, 14 y 15 de mayo de 2002) que representan una significativa contribución al impulso de una asociación estratégica birregional.


Aprobamos el Informe de Evaluación y adoptamos el Documento sobre Valores y Posiciones Comunes.
Damos mandato a los mecanismos birregionales para que continúen dando seguimiento a las Cumbres con el apoyo, cuando proceda, de las instituciones financieras internacionales que participen en los programas de cooperación birregional. En este contexto, se celebrará una reunión del Grupo de Altos Funcionarios durante el segundo semestre de 2002 para dar seguimiento a la Cumbre de Madrid. La reunión deberá incluir, entre otros asuntos, un diálogo sobre los objetivos y resultados que se espera obtener de la reunión birregional en materia de cooperación que se celebrará en Costa Rica antes de finales de 2002.


Aceptamos con agradecimiento la invitación para celebrar la Tercera Cumbre UE- ALC en México, en 2004.
Expresamos nuestra profunda gratitud al Gobierno y al pueblo de España por todas sus atenciones y apoyo, que han garantizado la culminación exitosa de la Cumbre de Madrid.

CUMBRE UE-AMÉRICA LATINA Y CARIBE
Madrid, 17 de mayo de 2002..

G

 


 


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