ECA, Julio-Agosto, Nº 585-586

  

Solidaridad y violencia 

Los jóvenes pandilleros en el gran San Salvador

 

Instituto Universitario de Opinión Pública

Resumen

 

El presente artículo es un resumen de los hallazgos de una investigación que buscaba recoger la forma de vida, las problemáticas y las expectativas hacia el futuro de los jóvenes pandilleros que habitan en el Área Metropolitana de San Salvador. El estudio, realizado por un grupo de jóvenes de distintas pandillas a otros 1,025 pandilleros, revela que éstos encuentran apoyo, respeto y solidaridad con su integración a las pandillas; sin embargo, los mismos están conscientes de las desventajas de pertenecer a ellas y la mayoría quisiera dejar algunos aspectos de ese tipo de vida. El estudio encontró también que los jóvenes pandilleros ansían por encontrar oportunidades que les permitan trabajar y educarse.

  

 1. Introducción

  Las pandillas juveniles constituyen uno de los fenómenos sociales más particulares en la historia reciente salvadoreña. Según datos de la Policía Nacional Civil, para finales de 1996 en El Salvador existían al menos 20 mil jóvenes integrados a las pandillas. La particularidad de este fenómeno no sólo estriba en su rápido crecimiento, sobre todo a partir del fin de la guerra, sino también en las características que este fenómeno ha ido adquiriendo en el país. El fenómeno de las pandillas juveniles, conocidas popularmente como "maras", no es nuevo; ya antes de la firma de los Acuerdos de Paz, existía un buen número de estos grupos no sólo en el área metropolitana de San Salvador, sino también en algunas ciudades del país. Sin embargo, no es sino hasta después del fin de la guerra cuando este fenómeno adquiere las características actuales.

 

Existen varios aspectos que caracterizan al fenómeno de las pandillas juveniles en la actualidad. La transculturación de normas, valores y formas de vida originarios de las calles de las ciudades norteamericanas; la conformación de grandes pandillas que exceden el simple criterio de territorialidad, pero que lo mantienen a través de la configuración de diversos subgrupos (llamados "clikas") pertenecientes a esas pandillas; el uso recurrente de la violencia, no sólo como forma de defensa sino también como manera de autoafirmación; actividades de orden delincuencial y el elevado nivel de solidaridad y de compromiso que existe entre los miembros de las pandillas.

 

No obstante, lo que ha hecho más visible y preocupante el fenómeno de las pandillas es precisamente el uso de la violencia y las actividades de orden delincuencial. Para muchos ciudadanos, las pandillas juveniles son, antes que nada, un problema criminal que debería ser erradicado drásticamente; para muchos otros son sólo una expresión de la descomposición social del país en la posguerra y para otros tantos son un grupo de jóvenes en busca de identidad. Con todo, las diversas visiones sobre la problemática han carecido hasta ahora de un esfuerzo profundo y sistemático por estudiar el fenómeno. Todas las perspectivas sobre el fenómeno se han alimentado de las percepciones de quienes, por lo general, están fuera del problema y, en tal sentido, los veredictos han resultado, por un lado, en la "demonización" de las pandillas o, por el otro lado, en la idealización de los motivos de los pandilleros.

 

Frente a lo anterior, la necesidad de investigar sistemáticamente el fenómeno de las pandillas es fundamental y más importante aún es hacerlo desde la perspectiva de quienes constituyen "la problemática", esto es, los mismos pandilleros. Por ello, tres instituciones -Save the Children, Rädda Barnen y el IUDOP-, más un grupo de pandilleros (que luego se convertirían en "Homies Unidos"), reunieron esfuerzos para estudiar el fenómeno de las pandillas juveniles a partir de los mismos jóvenes que las integran y desde una investigación con la que se pudiese generalizar sus resultados a todo el fenómeno de la capital del país. El resultado constituyó el primer sondeo sistemático en el gran San Salvador realizado a pandilleros, cuyos datos principales se presentan en este pequeño artículo. Vale la pena decir, antes de continuar, que este esfuerzo fue muy singular. Estudiar a un grupo tan especial como los pandilleros implicó pedirles a ellos mismos que trabajaran como coinvestigadores y encuestadores, esto representó un esfuerzo de parte de todos los participantes para que aquéllos dejaran sus diferencias en pro de la consecución del objetivo de la investigación

  

2. Encuesta y población encuestada

 

Entre los días 21 de octubre y 30 de noviembre de 1996, las organizaciones Save the Children de Estados Unidos (representación en El Salvador), Rädda Barnen de Suecia, el Instituto Universitario de Opinión Pública y la naciente organización "Homies Unidos" realizaron una encuesta de opinión pública con el objeto de conocer las actitudes, problemáticas y necesidades de los jóvenes organizados en pandillas.

 

El sondeo se basó en un cuestionario diseñado por el equipo de investigación en conjunto con algunos integrantes de pandillas. Dicho cuestionario se componía básicamente de cuatro partes. El primer apartado estaba constituido por una serie de preguntas censales que recogían la información sobre cada uno de los jóvenes (sexo, edad, educación, ocupación y religión); se preguntaba además si la persona entrevistada tenía un lugar donde vivir y cómo estaba constituido su hogar; también se solicitó el nombre de la pandilla y la clika (subgrupos dentro de una pandilla) a la que pertenecía el entrevistado y si era miembro de alguna "mara" estudiantil. La segunda sección del cuestionario recopiló información general sobre la pandilla tal como la cantidad de integrantes, la ciudad en donde ingresó el encuestado a la "mara", la edad que tenía cuando entró por vez primera al grupo pandillero, entre otras cosas. En las preguntas que constituían el apartado siguiente se inquirió sobre las razones y las opiniones para pertenecer a la pandilla, tanto como los juicios de lo negativo de ser un pandillero. La cuarta parte del cuestionario trataba de recoger datos de la historia personal de cada homeboy (pandillero): los problemas con la ley, experiencias de reclusión, experiencias de agresión o victimización a causa de la violencia, etcétera. La última parte del cuestionario incluyó preguntas sobre las expectativas y necesidades de los pandilleros de cara al futuro, su percepción sobre las condiciones del país y las demandas que hacen a la sociedad.

 

La muestra se hizo de manera dirigida a grupos de jóvenes pertenecientes a diferentes pandillas; no se establecieron cuotas muestrales por la carencia de información suficientemente confiable sobre el grupo en estudio. Originalmente se pretendió entrevistar sólo a los miembros de las dos pandillas más grandes: mara salvatrucha (MS) y la pandilla de la calle dieciocho (la 18), pero a medida que se avanzó en la investigación se fueron incluyendo pandilleros provenientes de otras agrupaciones.

 

La aplicación del cuestionario se hizo de forma sistemática y estuvo a cargo de jóvenes pandilleros activos pertenecientes a distintas clikas, los cuales fueron capacitados previamente por el equipo del Instituto Universitario de Opinión Pública; esto facilitó el trabajo de campo ya que los encuestadores conocían perfectamente el lenguaje, los lugares de permanencia y, sobre todo, tenían la aceptación del grupo entrevistado, dado que los pandilleros son muy circunspectos para contestar cualquier tipo de entrevista y sólo proporcionan información a personas de su confianza. Los encuestadores acudían a los lugares de reunión de los miembros de las pandillas, se escogía al entrevistado y se separaba del grupo para evitar respuestas influenciadas por los demás; luego se explicaba la temática y los objetivos de la encuesta. Una vez realizado el abordaje se procedía a la entrevista que se realizó únicamente con aquellos pandilleros que quisieron colaborar en el estudio.

 

La muestra final obtenida fue de 1,025 encuestas válidas. El 78.0 por ciento de los encuestados pertenece al sexo masculino, mientras que el 22.0 por ciento corresponde al sexo femenino. La edad promedio es de 18.78 años con una desviación típica de 3.5 años. A continuación, se presentan los resultados esenciales.

  

3. Las características sociales de los pandilleros

  La mayor parte de los pandilleros pertenece al sexo masculino. Como se ha dicho anteriormente, la encuesta arrojó que casi ocho de cada diez consultados son hombres, mientras que el resto son mujeres. Aunque no se conoce con exactitud la proporción de jóvenes pandilleros de cada sexo, se puede decir que la proporción real estaría cerca de la estimación lograda por la encuesta. Por otro lado, los pandilleros, en su mayoría, son personas muy jóvenes. Según los resultados del estudio, el 72 por ciento de ellos oscila entre los 16 y 21 años, siendo la edad promedio la de 18.7 años. Sin embargo, es posible hacer una diferenciación que resulta interesante: la mayoría de quienes alguna vez han estado en Estados Unidos es un poco mayor que el resto, de hecho, la edad promedio de este grupo es de 22.08 años y se concentra entre los de 19 años o más.

 

Un dato que resultó inesperado tiene relación con el nivel de educación de los jóvenes que integran las pandillas en el gran San Salvador, los resultados mostraron que casi todos (96.3 por ciento) son alfabetizados y poseen un nivel educativo medio, pues el 46.8 por ciento ha estudiado hasta tercer ciclo y otra buena parte (32.5 por ciento) tiene estudios de bachillerato o más. En general, el promedio de años de estudio formal es de 8.4 años, pero para quienes han residido en Estados Unidos es de aproximadamente 10.21 años; es decir, poseen más años de educación formal. Sin embargo, el mismo sondeo encontró que en la actualidad el 75.9 por ciento del total de los encuestados no se encuentra estudiando; estos datos sugieren que los jóvenes pandilleros han entrado en el sistema educativo, se han desarrollado buena parte en él y, llegado a cierto nivel lo abandonan. En tal sentido, la tasa de deserción escolar dentro de los pandilleros es muy alta.

 

De acuerdo con el sondeo, casi tres cuartas partes de los jóvenes dicen no tener empleo, y de los pocos que poseen trabajo sólo el 52.5 por ciento cuenta con un contrato; lo cual quiere decir, que aproximadamente sólo uno de cada diez jóvenes tiene trabajo. Una comparación válida es la que muestra que los que han residido en Estados Unidos poseen porcentajes un poco más altos de empleo. Las razones de este hecho podrían ser varias, por ejemplo, que son personas con un nivel educativo relativamente más elevado, mayores de edad y muchos de ellos poseen hijos bajo su responsabilidad y, por ende, con mayor necesidad de percibir ingresos.

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La mayor parte de los pandilleros pertenece al sexo masculino. El 72 por ciento de pandilleros oscila entre los 16 y 21 años.

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El 28.4 por ciento de los que trabajan se desempeña en algún tipo de oficios especializados (zapatero, corte y confección, panadero, etc.); el 18.0 por ciento se dedica a oficios no especializados (ordenanza, empleada doméstica, etc.); y el 13.0 por ciento labora como mecánico automotriz. Otros, en menores porcentajes, son comerciantes, transportistas, empleados de oficina, empleados de servicio y carpinteros. Hay que añadir que las mujeres se desempeñan en mayor medida que los hombres como empleadas de oficina, generalmente trabajando como secretarias y comerciantes. Si se examinan en forma detenida estos datos, la clase de trabajos señalados no son tan cualificados. Las razones pueden ser varias: por un lado, se puede decir que es debido a la corta edad de los sujetos en cuestión; por otro lado, hay que considerar los niveles de educación formal alcanzados y el poco acceso a otros tipos de instrucción; finalmente, hay que considerar las pocas oportunidades de empleo que el medio en sí mismo les ofrece y que no les permite optar a trabajos hasta cierto punto mejor remunerados.

 

  Cuadro 1

Distribución de la población entrevistada

según distintas variables

 Variables

N

%

Sexo

 

 

Masculino

799

78.0

Femenino

226

22.0

Edad

 

 

15 años o menos

 

127

12.4

16 a 18 años

443

43.2

19 a 21 años

295

28.8

22 años o más

160

15.6

Nivel de alfabetismo

 

 

No sabe leer ni escribir

38

3.7

Sí sabe leer y escribir

987

96.3

Situación académica

 

 

No estudian

749

75.9

Sí estudian

238

24.1

Nivel de estudios

 

 

Primaria o menos

204

20.7

Tercer ciclo

462

46.8

Bachillerato o más

321

32.5

Situación laboral

 

 

No tienen empleo

764

74.5

Sí tienen empleo

261

25.5

Ocupación

 

 

Oficios especializados

74

28.4

Oficios no especializados

47

18.0

Mecánica automotriz

34

13.0

Comerciante

24

9.2

Transportista (cobrador)

18

6.9

Empleado de oficina

18

6.9

Empleado de servicio

13

5.0

Carpintería

12

4.6

Otra ocupación

21

8.0

 

 

 

 

 

 

Un dato muy revelador acerca de la vida de los pandilleros, tiene que ver con la "práctica religiosa": más de dos terceras partes de la población abordada dice no practicar confesión religiosa alguna (69.1 por ciento); es decir, por cada diez pandilleros activos, siete no poseen ninguna confesión religiosa. Por tanto, el porcentaje de quienes practican religión es muy reducido: el 17.9 por ciento son católicos, el 12.1 por ciento serían evangélicos y casi el 1 por ciento afirma pertenecer a otras religiones. Como dato interesante, la proporción de los que son parte de la religión evangélica es mayor entre las mujeres que entre los hombres.

   

En otra línea, el sondeo indagó sobre las condiciones de vida de los jóvenes pandilleros. Existe una idea generalizada de que este tipo de jóvenes fueron niños de la calle y que, por tanto, llegados a las pandillas, siguen sin poseer un lugar fijo de vivienda. Los resultados parecen mostrar lo contrario: el 90 por ciento de los consultados manifestó disponer de un lugar de vivienda. De éstos, una cuarta parte vive solamente con la madre; una cantidad similar, con ambos padres, y otros con porcentajes menores pero significativos viven con amigos (13.7 por ciento) o con abuelos o tíos (12.4 por ciento). Un dato curioso es que el porcentaje de los que no tienen donde vivir sea más alto, aunque sea una diferencia pequeña, entre las jóvenes. Lo anterior muestra que, en su mayoría, los entrevistados proceden de familias disgregadas, el cual es uno de los factores que influye en la decisión de ingresar en una pandilla, pero eso no significa que los jóvenes carezcan de un sitio que consideran su vivienda. En realidad, los jóvenes son parte de familias disgregadas pero en su mayoría, parecen vivir siempre acompañados de algún familiar.

 

Sin embargo, el dato más sorprendente respecto al entorno vital de los pandilleros tiene relación con los hijos de los mismos. Casi una tercera parte de los jóvenes entrevistados aseguró tener hijos, mientras que las dos terceras partes restantes dijeron no tener descendencia (ver Cuadro 2). Sin embargo, la proporción de quienes tienen hijos puede ser aún mayor; por ejemplo, el 38 por ciento de las mujeres pandilleras son madres, en comparación con los hombres que tienen hijos en un porcentaje menor; otro grupo que acusa también un elevado nivel de paternidad es el formado por los migrantes, los que han regresado de Norteamérica, cuyo porcentaje es de 62.3 por ciento. Esto último podría explicarse por el hecho de que, en general, son personas con mayor edad y muchos con hogares establecidos. Pero ante todo, la elevada tasa de paternidad entre los pandilleros estaría sugiriendo un serio problema de educación sexual, sobre todo en el caso de las mujeres.

 

 

 Cuadro 2

Distribución de la población entrevistada

según condiciones de vida

 Variables

N

%

¿Tienen donde vivir?

 

 

No tienen lugar donde vivir

103

10.0

Sí tienen lugar donde vivir

922

90.0

¿Con quien viven?

 

 

Sólo madre

254

24.8

Padre y madre

248

24.2

Amigos

140

13.7

Abuelos o tíos

127

12.4

Con compañero

89

8.7

Con nadie

63

6.1

Sólo padre

38

3.7

Con hijos

17

1.7

Otros

49

4.8

¿Tiene hijos?

 

 

No tiene hijos

691

67.4

Sí tiene hijos

330

32.2

No responde

4

 

0.4

 

 

 

 

 

4. La vida en las pandillas

 

Según el sondeo multicoordinado por el IUDOP, Save the Children y Rädda Barnen, casi la mitad de los jóvenes encuestados se inició en una pandilla en la ciudad de San Salvador y sólo el 9.7 por ciento lo hizo en la ciudad norteamericana de Los Angeles. Otros entraron en Ilopango, Soyapango, Ciudad Delgado, Apopa, San Marcos y Quezaltepeque, entre otras ciudades. En realidad, el área metropolitana de San Salvador es el lugar donde se da la mayor parte de incorporaciones a las pandillas, sobre todo en los municipios, con un buen porcentaje de población obrera y marginal.

 

La edad promedio que poseen los jóvenes en el momento de entrar a las pandillas es de 14.58 años. Este promedio parece no variar de acuerdo con el sexo, el nivel educativo o la pandilla a la que pertenecen, pero sí un poco en función de los años que posee, pues entre mayor es la edad actual del entrevistado la edad promedio a la que se iniciaron en una pandilla experimenta un breve ascenso y viceversa. Esto podría estar indicando que a medida que pasa el tiempo, los ingresos a las pandillas se hacen con menor edad; es decir, los nuevos pandilleros son más jóvenes a la hora de ingresar a la pandilla en comparación con la edad de ingreso de aquéllos que lo hicieron anteriormente. Con todo, estos datos indican que los jóvenes pandilleros se inician en una organización pandillera a una edad bastante temprana y más si se toma en cuenta que hay un buen segmento de la población juvenil que ingresa con menos de los 14 años promedio.

 

Una pregunta muy frecuente respecto al fenómeno de las pandillas tiene que ver con las razones que llevan a los jóvenes a integrarse a estas agrupaciones. El sondeo de los pandilleros abordó esta interrogante y se las trasladó a los mismos "mareros". El 42.5 por ciento de los jóvenes, esto es, la mayoría, afirmó que lo que más les gusta de su pandilla es "el vacil" (término del caló pandillero que expresa diversas cosas que van desde el compañerismo hasta ciertas actividades propias de las pandillas que exceden el límite de lo legal); en segundo lugar, un 17.9 por ciento sostuvo que lo que más le agrada es "llevarse bien con los homeboys" (ver Cuadro 3). El gusto por algo específico de su pandilla parece estar asociado más a la edad que a cualquier otra condición, pues a medida que aumentan los años de vida van desplazando el gusto por "el vacil" hacia "el llevarse bien", "la comprensión" y otras respuestas; en otras palabras, entre más edad poseen tienden a valorar más otro elemento que configura a la pandilla y ya no la diversión por sí sola que esta ofrece. En todo caso, el hecho de que los pandilleros señalen "el vacil" como lo que más les gusta, lo cual puede ser muchas cosas, sugiere un significativo nivel de ambigüedad en el tipo de vida que implica la pandilla. Ingresar y pertenecer a una pandilla puede estar motivado por el tipo de relaciones que se crean dentro de la misma, pero al mismo tiempo puede estar motivado por la facilitación de un estilo de vida de orden criminal, frente a la incapacidad de encontrar otras formas de ganarse la vida.

 

  Cuadro 3

Lo que más les gusta a los entrevistados de su pandilla

(En porcentajes)

 

Respuesta

No

 Variables

Los vaciles

Llevarse bien

Comprensión

Las

hainas

Los

pleitos

El

desvergue

Las

drogas

Todo

La

ropa

Otras

respuestas

responde

Sexo

 

 

 

 

 

 

 

 

 

Masculino

42.9

17.5

5.9

6.6

6.0

5.3

3.4

3.1

1.6

5.3

2.4

Femenino

41.2

19.0

8.8

3.1

4.4

1.8

2.7

3.1

7.5

7.5

0.9

 

 

 

 

 

 

 

 

 

Edad

 

 

 

 

 

 

 

 

15 o menos

49.6

11.0

1.6

6.3

7.1

3.1

6.3

1.6

2.4

7.1

3.9

De 16 a 18

46.3

17.6

7.0

3.8

4.7

5.4

2.7

3.2

3.2

4.1

2.0

De 19 a 21

37.6

19.3

7.8

7.1

6.1

3.7

2.7

4.1

3.7

6.4

1.4

22 o más

35.6

21.3

6.9

8.8

6.3

4.4

3.1

2.5

1.3

8.1

1.9

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 TODOS

42.5

17.9

6.5

5.9

5.7

4.5

3.2

3.1

2.9

5.8

2.0

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 ¿Qué es lo que más te gusta de tu pandilla?

 

 

En el otro lado de la moneda, la opinión sobre lo que menos les gusta de la pandilla tiende a ser menos consistente y a dispersarse un poco, lo cual sugiere una diversidad mayor de puntos de vista (ver Cuadro 3). Entre las cosas que menos gustan de la pandilla se encuentran: los pleitos (18.3 por ciento); las drogas (13.6 por ciento) y los chambres (12.4 por ciento). Entre otras cosas mencionadas como no gratas de su pandilla se encuentra "el trencito"; la cual, aunque sea una respuesta mencionada en menor proporción que las anteriores vale la pena enfatizarla, pues, la cuarta parte de la población femenina abordada la señaló como algo que le desagrada de la pandilla. Esto puede deberse a que "el trencito", en definitiva, sea una práctica más utilizada para las mujeres que para los hombres.

 

 

 Cuadro 4

Lo que menos le gusta a los entrevistados de su pandilla

(En porcentajes)

 

RESPUESTA

No

 VARIABLES

Los pleitos

Las drogas

Los chambres

Todo

gusta

Los

cortes

Discrimi-nación

El trencito

Robar

La

policía

Las

bromas

Nada

gusta

Otras

responde

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

Sexo

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

Masculino

18.6

14.3

13.3

11.3

9.1

7.1

0.4

4.5

4.4

3.6

2.1

8.9

2.4

Femenino

17.3

11.1

9.3

6.2

5.8

3.5

25.7

2.7

3.1

4.0

3.1

6.6

1.8

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

Edad

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

15 o menos

16.5

13.4

8.7

13.4

8.7

5.5

5.5

6.3

2.4

7.1

3.1

6.3

3.1

De 16 a 18

19.9

16.0

13.1

9.3

6.5

5.4

7.7

3.4

3.2

4.5

2.3

7.0

1.8

De 19 a 21

16.3

11.9

12.9

8.5

9.8

7.8

6.1

4.4

5.8

1.0

2.0

11.2

2.4

22 o más

19.4

10.0

12.5

13.1

10.6

6.9

1.3

3.8

5.0

3.8

2.5

8.8

2.5

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

TODOS

18.3

13.6

12.4

10.1

8.4

6.3

6.0

4.1

4.1

3.7

2.3

8.4

2.2

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 ¿Qué es lo que menos te gusta de tu pandilla?

 

 

Aparte de consultar sobre las cosas que más gustan o disgustan de la pandilla, a los jóvenes se les preguntó concretamente sobre las razones que los llevaron a integrarse a la misma. Los resultados muestran que casi la mitad de los entrevistados (46 por ciento) manifiesta haber ingresado a las organizaciones pandilleras porque les gustó "el vacil"; un 12.3 por ciento dijo que entró a la pandilla por problemas con los padres; un 10.3 por ciento señaló que "los amigos lo invitaron"; un 9.3 por ciento adujo "falta de comprensión" y un 5.8 por ciento mencionó que ingresó a la pandilla por protección. Sin embargo, un cruce por distintos grupos sugiere ciertas diferencias en las razones de ingreso a las pandillas; por ejemplo, "el vacil" es una respuesta mucho más frecuente entre los hombres, los que tienen estudios de primaria o tercer ciclo; por el otro lado, entre las mujeres son más comunes las razones de "problemas con los padres" y la "falta de comprensión".

 

Estos datos ratifican lo encontrado anteriormente: el gusto por esa diversidad de cosas que representa la pandilla y que se expresa en "el vacil"; pero hacen reflexionar sobre un punto. Desde los jóvenes, la razón principal para convertirse en pandillero no son los problemas familiares como suele creerse desde fuera. Sin negar el peso de las condiciones familiares en la incorporación a las pandillas, la encuesta muestra que los jóvenes que se integran a las pandillas no parecen tener presente tanto las condiciones de las cuales escapan como las condiciones a las cuales ingresan. Es decir, aparentemente los jóvenes llegan a las pandillas atraídos por éstas y no tanto como forma de escape consciente de sus hogares.

 

Por ello y siempre sobre la misma línea, se preguntó a los jóvenes pandilleros sobre los beneficios y las desventajas de pertenecer a alguna pandilla. Los resultados son muy interesantes. Por ejemplo, uno de cada cinco jóvenes (19.1 por ciento) manifestó que el pertenecer a la pandilla no le ha traído ningún beneficio; sin embargo, un 16.3 por ciento dijo que el respeto constituye una de las ventajas principales de formar parte de una pandilla; un 15.6 por ciento mencionó la amistad como una ventaja de la integración y el 13.4 por ciento mencionó el apoyo mutuo entre pandilleros. Otros beneficios mencionados fueron dinero (7.9 por ciento), "hainas"(5.4 por ciento), libertad (4.3 por ciento), entre otras cosas. Es interesante reflexionar que, aparte de la gente que afirmó que pertenecer a pandilla alguna no trae beneficio alguno, las primeras ventajas aludidas tienen que ver con ciertos valores de índole psicológico -como la amistad, el respeto y el apoyo- y no con valores "prácticos" -como el dinero y las "mujeres". En tal sentido, podría pensarse que varios pandilleros se incorporan a este tipo de organizaciones con tal de llenar un espacio o necesidad psicológica fundamental en esa edad. Buena parte de los jóvenes no ve las pandillas como un espacio de libertinaje o de ausencia de normas sociales como muchas veces suele pensarse; más bien, parece que las pandillas son vistas como una oportunidad para llenar sentimientos que en otros lugares no son obtenidos normalmente.

 

Cuadro 5

Ventajas y desventajas de pertenecer a una pandilla

 Opinión

%

Ventajas

 

Ninguna

19.1

Respeto

16.3

Amistad

15.6

Apoyo

13.4

Dinero

7.9

"Hainas" (mujeres)

5.4

Libertad

4.3

"Vaciles"

4.0

Drogas

3.1

Otras ventajas

5.2

No sabe

5.8

 

 

Desventajas

 

Morir,ser asesinado

31.8

Ir a la cárcel

14.1

Perseguido por la policía

13.2

Discriminación social

5.2

Ser herido, lastimado

5.2

Tener enemigos

4.5

Discriminación familiar

4.2

Andar con miedo

3.7

Consumo de drogas

3.2

Ninguna

2.0

No encontrar trabajo

1.8

Todas

1.4

No tener vivienda

1.0

Perder a seres queridos

1.0

Otras razones

5.7

No sabe

2.0

 

 

 

 

 

Por el otro lado, los jóvenes también identificaron las desventajas de pertenecer a las pandillas; de acuerdo con los resultados de la investigación, casi un tercio de los jóvenes piensa que la principal desventaja de ser parte de las llamadas "maras" es "morir asesinado", un 14.1 por ciento considera el peligro de ir a la cárcel y un 13.2 por ciento menciona la persecución policial como otra desventaja. Sin embargo, los inconvenientes de pertenecer a las pandillas no se resumen en esos tres -que ciertamente son los más citados-; otros jóvenes mencionaron la discriminación social, los enemigos creados, la falta de oportunidades, como otras desventajas de la vida pandillera (ver Cuadro 5). Ahora bien, la encuesta reveló que aspectos como "ir a la cárcel" y la persecución policial son más mencionados por los hombres que por las mujeres. Esto puede deberse al hecho de que los hombres están más expuestos, por sus condiciones y actividades, a una mayor confrontación con los agentes de seguridad y, por lo mismo, poseen mayor probabilidad de terminar en un reclusorio. Por ello, también, entre más avanzan en la edad temen más a la policía e ir a la cárcel.

 

 

 Figura 1

 

 

En la misma línea de conocer los aspectos que hacen atractivas a las pandillas, se pidió a los jóvenes que definieran aquellas cosas que se pueden considerar "ganadas" o "perdidas" dentro de estos grupos. Para ello, se listaron una serie de elementos y se preguntó si éstos se podían considerar ganados o se podían considerar perdidos por la incorporación del joven a las llamadas "maras" (ver Figura 1). Los datos resultan ser muy interesantes. Existe prácticamente una opinión unánime entre los pandilleros de que han ganado "respeto" y amigos con su incorporación a este tipo de organización; más aún, hay otra serie de aspectos que se consideran obtenidos en los grupos pandilleros, los mencionados en orden descendente de frecuencia fueron: poder, protección, unión, confianza interpersonal, dinero y libertad de los padres. Sin embargo, así como los jóvenes señalan las cosas que han ganado, también aceptan con un buen grado de consenso las cosas que perciben perdidas como producto de su integración a la vida pandillera, éstas son: la tranquilidad, las oportunidades de trabajo y de educación y la confianza de la sociedad en ellos. En términos comparativos existen más cosas que son clasificadas dentro del ámbito positivo (ganancia) que dentro del ámbito de lo negativo y eso es lógico considerando la vinculación con las "maras". Lo que, de nuevo, resulta interesante es que los aspectos que los jóvenes pandilleros valoran más dentro de las pandillas, son aquéllos valores de orden psicológico. El respeto, tener amigos, la unión, la protección y el poder son cosas intangibles pero que llenan necesidades anímicas muy propias de la persona humana en esa etapa de la vida (adolescencia y juventud). En tal sentido, podría decirse que buena parte de las razones de los muchachos para integrarse a las pandillas juveniles hay que buscarla en esos afectos. Estos valores son de tal manera importantes para estos adolescentes, que son sobrepuestos a otros elementos más prácticos que sin embargo son conscientemente sacrificados, como las oportunidades de empleo y educación y la confianza de la sociedad. Al final, los jóvenes parecen saber lo que pierden y aún así reiteran su vida a la pandilla.

 

Por otro lado, los datos antes expuestos también parecen indicar una tendencia a valorar positivamente aquellos elementos que dependen básicamente de la interacción entre los miembros de la pandilla o que forman parte de las características internas de este tipo de organización; mientras que todos aquellos elementos que no son controlados por ellos y, más bien, son conducidos desde el exterior, por la sociedad, son evaluados como perdidos (o innecesarios). En fin, en toda consideración que los jóvenes hacen sobre su pertenencia a las pandillas, están conscientes de que lo ganado en un espacio significa también una oportunidad perdida en el otro lado. Quizás esto explique, de alguna manera, lo contradictorias que parecen ser, en algunas ocasiones, las respuestas de los jóvenes sobre su vida en las pandillas porque, después de todo, los beneficios que obtienen del grupo pandillero -y que no los encuentran en el exterior- de una u otra forma llenan sus necesidades y compensan cualquier dificultad producida por el tipo de vida.

 

Como corolario de esta parte, sólo resta decir que los resultados del sondeo mostraron que, en general, las jóvenes pandilleras -las niñas y adolescentes que están integradas a estos grupos- tienen una visión más negativa de la mayor parte de aspectos; es decir, piensan que han perdido más que lo que han ganado. Esto se debe posiblemente a su misma condición de mujer en un ambiente definitivamente masculino y, en tal sentido, las condiciones de una pandilla constituyen más un lugar de desventaja que de reivindicación.

 

 

5. Historia personal

 

Entrando un poco más en las experiencias de vida de los jóvenes pandilleros, la encuesta multicoordinada encontró que el 41.6 por ciento de los llamados "mareros" estuvo internado en un centro de re-educación juvenil. Esto significa un número importante de jóvenes que han comenzado acciones de tipo delictivo antes de cumplir los 18 años de edad y que han pasado por una experiencia de reclusión a una temprana edad. Sin embargo, esto no es todo. También se consultó a los jóvenes por experiencias de encarcelamiento en una prisión "de adultos". Los resultados son aún más sorprendentes. La cantidad de respuestas afirmativas aumenta a un 66.6 por ciento; es decir, dos de cada tres pandilleros han estado recluidos en una penitenciaría. Esto significa que los jóvenes han estado con más frecuencia en la cárcel que en un centro de corrección. Ahora bien, la probabilidad de ser encarcelado obviamente se incrementa con la edad: en la medida en que aumentan los años de vida de los consultados, el porcentaje de los que han estado al menos una vez tras las rejas asciende dramáticamente. Hay que agregar un dato que resulta llamativo: los jóvenes pandilleros que han vivido en Estados Unidos presentan el porcentaje más alto de historias de reclusión, ya sea en un reformatorio juvenil como en una prisión; las razones más usuales por las que se han encontrado en dicha situación pueden considerarse de gravedad: asesinato, robo y tenencia de dogas, entre otras.

 

Cuadro 6

Razones por las cuales los pandilleros han estado en prisión

 Razón

%

Por robo

19.3

Por riña

17.7

Agresión y riña

11.4

Por agredir a otra persona

9.2

Tenencia de drogas

8.8

Por robo y riña

8.8

Robo, agresión y riña

7.3

Por asesinato

5.3

Por calumnia

3.7

Por "todos" los delitos

2.6

Sin razón

2.3

Otras razones

2.3

No responde

1.2

 

 

De acuerdo con los resultados del Cuadro 6, las razones más comunes por las que los pandilleros manifestaron haber sido encarcelados son: los delitos de robo, riña y agresión. Los que han sido encarcelados por robo se concentran de nuevo entre los mayores de edad y, por el otro lado, entre menor edad tienen los entrevistados han sido en mayor medida detenidos por agresión y riña, y se reduce considerablemente entre los de 22 años o más. Lo que induce a pensar que los más jovencitos al contar con una edad avanzada mayor, tienen mayor posibilidad de ser encarcelados por el delito de robo. En todo caso, lo que revelan estos datos en su conjunto es la alta ocurrencia de actos violentos y comportamiento delictivo que prevalece entre los jóvenes pandilleros. La reclusión viene como producto de tales comportamientos, los cuales no sólo originan problemas con la justicia sino también una elevada tasa de violencia entre los mismos jóvenes.

 

 

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las jóvenes pandilleras -las niñas y adolescentes que están integradas a estos grupos- piensan que han perdido más que lo que han ganado.

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Efectivamente, el sondeo de los pandilleros reveló que un importante número de jóvenes -el 36.2 por ciento- dijo que ha sido herido físicamente en los últimos seis meses. Eso significa que uno de cada tres pandilleros ha requerido asistencia médica como producto de la violencia. Los muchachos del sexo masculino, los de menor nivel educativo y quienes dicen pertenecer a la religión evangélica, han sido heridos con más frecuencia. La encuesta encontró, además, que los pandilleros son lesionados con diversas armas u objetos: el 38.3 por ciento dijo haber sido lesionado con arma blanca, un 17.5 por ciento con arma de fuego y un 14 por ciento con garrote, entre las respuestas más frecuentes; no obstante, existe otro porcentaje de jóvenes que habría sido agredido con granadas o varios instrumentos simultáneamente.

 

En la encuesta, el nivel de violencia existente entre las pandillas no sólo se expresa por el porcentaje de personas que han sido heridas en los últimos seis meses, sino también por la proporción de jóvenes que han estado ingresados en un hospital a causa de las agresiones sufridas. Un poco más de la mitad de los jóvenes pandilleros ha estado en un hospital o visitado alguna clínica por causa de las agresiones sufridas a manos de otras personas. Aunque no parece haber una diferencia muy significativa en la proporción de agresiones sufridas entre hombres y mujeres, sí la hay cuando se trata de la edad: los pandilleros con mayor edad presentan un porcentaje más alto de ingreso hospitalario a causa de lesiones provocadas por terceros (ver Cuadro 7).

 

 

 Cuadro 7

¿Has estado en el hospital o visitado una clínica por causa de agresiones?

(En porcentajes)

 

Respuesta

No

 Variables

No

responde

 

 

 

Sexo

 

 

Masculino

44.1

52.1

3.9

Femenino

46.0

50.9

3.1

 

 

 

 

Edad

 

 

 

15 años o menos

51.2

46.5

2.4

De 16 a 18 años

48.1

47.6

4.3

De 19 a 21 años

40.3

56.3

3.4

22 años o más

36.9

59.4

3.8

 

 

 

 

 Todos

44.5

51.8

3.7

 

 

 

 

 

 

El sondeo reveló que la mayor parte de la violencia ejercida contra los jóvenes es provocada por otros pandilleros -también de corta edad-, aunque también existe una parte de responsabilidad de los agentes de la policía. Casi la mitad de los pandilleros víctima de un daño físico en los últimos seis meses fue herido por otro joven vinculado a una pandilla rival; en segundo lugar, el 19.1 por ciento de los jóvenes ha sido agredido por agentes de la Policía Nacional Civil y por miembros de otra pandilla, y el 10.8 por ciento ha sido víctima exclusivamente de un agente policial. El resto de agresiones son atribuidas a particulares, jóvenes de la misma pandilla del entrevistado y otras personas.

 

El nivel de violencia que impera en el entorno pandillero es también perceptible por la cantidad de jóvenes que dicen haber perdido a una persona querida. Un poco más de dos terceras partes de los miembros de pandillas (69.3 por ciento) se han visto afectados por el asesinato de alguna persona muy querida para ellos (ver Figura 2). Este tipo de hechos es generalizado, es decir, afecta a la mayoría de los pandilleros, pero los más afectados aún resultan ser las mujeres integrantes de "maras" y los sujetos que tienen más años de edad. En otras palabras, los jóvenes integrantes de las pandillas poseen una vivencia de la muerte a causa de la violencia extremadamente fuerte y frecuente.

 

 

 Figura 2

 

 

 

Con todo, los datos anteriores sugieren que el medio en que se desenvuelven cotidianamente los jóvenes organizados en pandillas, tanto como su vida misma, es bastante violento. La vivencia de la agresión, la violencia y la muerte constituye un elemento cotidiano. En tal sentido, buena parte de la convivencia interpersonal, de las normas que rigen la conducta de los jóvenes en las pandillas y del comportamiento hacia los demás está regido por el uso de la violencia. Los llamados "mareros" son parte de una subcultura que privilegia la violencia como manera de relación con los demás; ello les convierte no sólo en agresores sino que también en agredidos, y multiplica esta dialéctica de una manera cíclica que, en varios casos, sólo concluye con la muerte.

 

Este nivel de violencia habitual y el deseo de muchos jóvenes que, sin embargo, quieren abandonarla, sugieren que la misma está tan institucionalizada en la vida pandillera que viene impuesta prácticamente por las circunstancias construidas. En el sondeo, muchos jóvenes lamentaban tener que acudir a la agresión y la mayoría expresó el temor de ser asesinado, pero en la práctica ninguno de ellos dudaba a la hora de responder a la violencia originada por otros compañeros.

En otro ámbito, la historia personal de los pandilleros está llena de faltas de oportunidades. Por ejemplo, los datos revelan que casi la mitad de los entrevistados manifestó que durante el último mes buscó trabajo sin poder encontrarlo; mientras que la otra mitad afirmó que sí había encontrado trabajo. A medida que se escala en los años de vida y en el nivel de escolaridad, el porcentaje de quienes no han hallado empleo es mayor. Si bien es cierto que el nivel de los que han buscado un trabajo sin obtener resultados positivos es alto, hay que recordar que la baja oferta de empleo es un problema que afecta a la población, en general, de El Salvador y no específicamente al grupo en cuestión. Lo que no niega, sin embargo, el hecho de que pertenecer a una pandilla -con todas sus expresiones en la forma de vestir de los jóvenes- se convierte en una limitante más para obtener la oportunidad de empleo.

 

Sin embargo, los mismos jóvenes aducen tener las habilidades necesarias para desempeñarse en un trabajo formal. Casi la cuarta parte de los consultados (el 22.3 por ciento) afirmó conocer de mecánica automotriz; el 12.9 por ciento dijo tener ciertas habilidades para oficios especializados, como zapatero o sastre y el 8.3 por ciento mencionó ser carpintero, entre las habilidades más citadas. Sólo el 13.4 por ciento adujo no tener habilidad alguna para trabajar, mientras que el resto citó algún oficio en el que se podría desempeñar. Esto concuerda, en buena medida, con las áreas en las que les gustaría laborar a los jóvenes pandilleros. Si se les brindara la oportunidad de trabajar, casi a una cuarta parte de los del sexo masculino (22.8 por ciento) les gustaría ser mecánicos y a un 16.9 por ciento les gustaría trabajar como: zapatero, operario, albañil, etc.; en cambio, un 27.4 por ciento de las jóvenes desearían trabajar en algún oficio especializado como: costurera, artes manuales, en maquila, etc. y a una quinta parte de ellas les agradaría desempeñarse como empleada de oficina. Los menores de edad, los menos estudiados y las mujeres son los que menos definen una actividad laboral en la cual les gustaría desempeñarse en "cualquier cosa". Estos representan un 12.2 por ciento. Sin embargo, los que alguna vez han residido en Estados Unidos parecen estar más definidos en lo que les gustaría desempeñarse y declaran en mayor medida que los demás, que desearían ser empleados de oficina. Los mayores de 22 años son los que más se dispersan en diversos tipos específicos de trabajo.

 

 

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el medio en que se desenvuelven cotidianamente los jóvenes organizados en pandillas, tanto como su vida misma, es bastante violento.

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Reflexionando sobre los datos anteriores, algunos entrevistados no tienen muy claro la clase de habilidades que poseen o no tienen bien definido en lo que les gustaría trabajar. Hasta cierto punto son entendibles estas respuestas en las cuales afirman de trabajar en "cualquier cosa", pues como ya se mencionaba son los más jóvenes y los de un nivel de escolaridad bastante bajo los que se expresan con mayor frecuencia de esa manera. Por un lado, podría decirse que los jovencitos por la corta edad que poseen no han descubierto aún sus habilidades laborales y tampoco se han proyectado con firmeza hacia el futuro. Ahora bien, los que no han estudiado mucho, precisamente por su poca formación, la cual es determinante para el desempeño de un tipo específico de trabajo, no les permite inclinarse por una u otra labor. Aunque resulta curioso el hecho que casi ninguno mencionó un tipo de ocupación profesional, ni siquiera los mayores con un nivel educativo avanzado, y las aspiraciones laborales en general se quedan algo cortas. Estas ambiciones tan modestas, por decirlo de alguna manera, de los pandilleros, también son producto de las pocas oportunidades que ofrece nuestro medio en cuanto a educación y formación laboral.

 

Otro de los resultados interesantes es el que se refiere a unas circunstancias muy particulares de las mujeres que se integran a las pandillas. Muchas jóvenes que son pandilleras deben enfrentar el problema de quedar embarazadas y ser madres mientras son integrantes activas de las llamadas "maras". En concreto, los datos revelaron que más de la mitad de las mujeres entrevistadas ha estado embarazada alguna vez (ver Figura 3) y los porcentajes aumentan a medida se asciende en los años de vida y de estudio de las pandilleras. Sin embargo, cuando en su momento se les preguntó si eran madres de familia, sólo el 35 por ciento aceptó tener hijos. Esto significa un nivel importante de muchachas que, por diversas razones, han perdido al producto del embarazo; lo cual tiene una implicación seria en términos de salud reproductiva. Más aún, en la misma línea, más de la tercera parte de las entrevistadas, es decir, 38.5 por ciento afirmó haber abortado alguna vez. Esta afirmación es más frecuente entre las menores de 15 años, las que poseen menor nivel educativo y las que no poseen religión. Lo anterior significa que casi cuatro de cada diez jóvenes que integran las pandillas han abortado alguna vez. El dato es aún más impresionante si se considera que el promedio de edad de estas personas es de 18 años.

 

Si bien es cierto, el índice de natalidad a nivel nacional es alto, no deja de ser alarmante el nivel de embarazo existente entre estas jóvenes y, por supuesto, el considerable porcentaje de abortos. Claro está que las más propensas a esta práctica abortiva son las menores, lo que hasta cierto punto es explicable si se toma en cuenta que son las que cuentan con menos recursos (no han terminado su formación escolar y mucho menos poseen un trabajo asalariado) para poder sostener una nueva vida. A esto hay que agregar las condiciones aún más desfavorables en que se encuentran en esta sociedad por el hecho de ser pandilleras.

 

 

 Figura 3

 

 

 

 

 

    1. Las expectativas de los pandilleros para el futuro

 

El sondeo reveló un dato impresionante: el 84.8 por ciento quisiera "calmarse" en su vida pandillera (ver Cuadro 8). Acá es necesario explicar lo que significa "calmarse". Según los mismos jóvenes, existe un compromiso relativamente tácito de que, al ingresar a la pandilla, nadie puede salirse ya "sino hasta morir", y mucho menos alguien puede afirmar que desea salirse de las pandillas; sin embargo, en la realidad, llegados a cierta edad, varios jóvenes en la práctica abandonan la vida pandillera para dedicarse a una vida relativamente normal pero al hacerlo no lo entienden como un alejamiento sino que es entendido como "calmarse". Es decir, bajo sus normas y su modo de ver las cosas, no es posible que un "homeboy" se salga de la pandilla, pero sí es factible y frecuente que "se calme". Esto quiere decir que a la mayoría de "mareros" les gustaría dejar la vida pandillera o, al menos, dejar los aspectos más negativos.

 

 

 

 Cuadro 8

¿Te gustaría calmarte en tu vida con las pandillas?

(En porcentajes)

 

Respuesta

No

 Variables

No

responde

 

 

 

 

Sexo

 

 

 

Masculino

13.9

84.7

1.4

Femenino

14.2

85.4

0.4

 

 

 

 

Edad

 

 

 

15 años o menos

21.3

74.8

3.9

De 16 a 18 años

17.8

81.5

0.7

De 19 a 21 años

8.5

90.8

0.7

22 años o más

7.5

91.3

1.3

 

 

 

 

Estudios

 

 

 

Primaria o menos

19.1

80.4

0.5

Tercer ciclo

14.7

83.1

2.2

Bachille-rato o más

6.2

93.5

0.3

 

 

 

 

 

Todos

14.0

84.9

1.2

 

 

 

 

 

 

 

Y es que además, en el sondeo se preguntó a los pandilleros sobre las cosas que mantendrían o dejarían de los grupos. De acuerdo con los resultados, el 24.4 por ciento de los pandilleros dijo que lo que más le gustaría mantener de las pandillas es "la amistad"; el 21.1 por ciento opinó que "la unión" y un 16.8 por ciento se inclinó por los tatuajes, como las respuestas más citadas. Otros elementos que les gustaría conservar son: los "vaciles", los recuerdos, el respeto, etcétera. De nuevo, si se examinan las cosas más apreciadas por los pandilleros, se puede encontrar que en la cabeza de la lista de aspectos por mantener se encuentran los de índole interpersonal que llenan una necesidad anímica. Los jóvenes de las pandillas, con más frecuencia, desean conservar la amistad y la unión características dentro de las organizaciones pandilleras; en segundo lugar, mantendrían los tatuajes, los vaciles y otras cosas. Con todo, es posible ver diferencias en las opiniones de los encuestados; por ejemplo, el deseo de mantener la amistad fue más mencionado por las mujeres; mientras que la unión fue más citada por los hombres y por los adolescentes de 16 a 18 años.

 

 

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ellos quieren lo mismo que cualquiera de las personas de su edad; esto es, trabajo, familia y educación.

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En el otro lado de la moneda, parece existir un elevado nivel de acuerdo entre los pandilleros, respecto a las cosas que quieren abandonar de la vida pandillera. Casi la mitad de la población entrevistada -el 46.8 por ciento- afirmó que lo que más le gustaría dejar de las pandillas es el uso de drogas; un 13.7 por ciento dijo que "los pleitos" (violencia) y 11 de cada 100 señalaron que "nada" les gustaría dejar de las pandillas. Los jóvenes de 16 a 18 años, con mayor formación y que pertenecen a otras religiones, son los que se inclinan por dejar el uso de drogas. El dejar los pleitos es más frecuentemente mencionado a medida se asciende en el nivel de estudios, entre los que se encuentran en edades de 19 a 21 años y; mientras que los que prefieren no dejar "nada" se caracterizan por pertenecer al grupo de edad más joven.

 

Así, los aspectos positivos o aquéllos elementos que se desean conservar son parte, con más frecuencia, de las interrelaciones que se crean dentro de la organización pandillera; mientras que las cosas que son vistas de forma negativa y que se busca dejarlas de lado son, la mayor parte de las veces, el consumo de drogas y la violencia.

 

Lo anterior es, en parte coherente, con los principales problemas que según los propios jóvenes les afectan directamente. Según, la pesquisa realizada con el apoyo mismo de los pandilleros, el 26.6 por ciento opina que las drogas es la principal dificultad de los jóvenes en la actualidad; el 12.7 por ciento considera que es la falta de trabajo; un 11.8 por ciento sostiene que es la falta de comprensión y el 10.1 por ciento piensa que es el andar en pandillas, entre otros problemas mencionados. Las drogas es un problema aún más mencionado por las mujeres; mientras que los jóvenes del sexo masculino suelen señalar con más frecuencia la falta de trabajo. Estos datos sugieren que los pandilleros no son ajenos a las problemáticas de su sector en tanto que jóvenes. Otras investigaciones del IUDOP con adolescentes que se encuentran enrolados en el sistema escolar han señalado que ellos también ven a las drogas y la falta de trabajo como unas de sus problemáticas principales. Esto quiere decir que, en cierta medida, los pandilleros son conscientes de sus dificultades, muchas veces exacerbadas por su pertenencia a la misma pandilla.

 

Con todo, la encuesta de los pandilleros buscó también establecer las expectativas de los jóvenes de cara a su futuro. Los resultados muestran que ellos quieren lo mismo que cualquiera de las personas de su edad; esto es, trabajo, familia y educación. Tres de cada diez salvadoreños pandilleros dijo que lo que más desea para su futuro es un trabajo estable; el 25 por ciento, es decir, uno de cada cuatro dijo que lo que más aspiraba era tener una familia y un 16.7 por ciento mencionó la oportunidad de educarse. En el transcurso de la investigación, los mismos jóvenes encuestadores encontraron respuestas emotivas a esta pregunta. Algunos de los entrevistados afirmaban que lo único que deseaban para su futuro era "vivir para ver a mis hijos crecer"; otros, más acuciados por la falta de trabajo decían "que me den la oportunidad de ganarme el pan decentemente". Este tipo de respuestas, marcadas por la madurez, eran más frecuentes en los jóvenes que poseían más años de edad y que, por tanto, han pasado por más experiencias de vida.

 

 

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Paradójicamente parece que lo que les atrae de las pandillas es lo mismo que ellos quisieran dejar.

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Relacionado con lo anterior, se preguntó a los jóvenes pandilleros sobre lo que le pedirían a la sociedad; las respuestas reiteraron el deseo de los jóvenes por tener una oportunidad de empleo y expusieron las necesidades afectivas de los mismos. Una quinta parte de los consultados, es decir, un 20.7 por ciento dijo que lo que le pedirían a la sociedad es empleo, oportunidades de trabajo; dieciocho de cada cien solicitaron no ser discriminados a causa de su apariencia de pandilleros; el resto de jóvenes encuestados exigió de la sociedad comprensión, apoyo, ayuda, respeto, oportunidades, entre otras respuestas (ver Cuadro 9).

 

  Cuadro 9

¿Qué es lo que le pedirías a la sociedad como joven que sos?

(En porcentajes)

 

RESPUESTA

No

 

VARIABLE

Empleo

No ser

discriminado

Comprensión

Apoyo

Ayuda

No les

teman

Respeto

Educación

Una

oportunidad

Otras

sabe

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

Sexo

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

Masculino

21.7

18.9

11.6

11.1

8.9

6.9

5.0

4.5

4.5

6.0

0.9

Femenino

17.3

14.6

11.1

12.4

8.8

6.6

5.8

5.3

11.1

6.2

0.9

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

Edad

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

15 años o menos

27.6

6.3

9.4

12.6

7.1

6.3

5.5

11.0

5.5

7.1

1.6

De 16 a 18 años

21.0

17.6

10.4

9.7

9.9

7.2

5.2

4.5

6.5

7.7

0.2

De 19 a 21 años

20.3

20.0

12.5

11.5

8.8

7.1

5.1

2.7

5.4

5.1

1.4

22 años o más

15.0

24.4

14.4

15.0

7.5

5.6

5.0

3.8

5.6

2.5

1.3

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

TODOS

20.7

18.0

11.5

11.4

8.9

6.8

5.2

4.7

6.0

6.0

0.9

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

6. Resumen

 

Todos los resultados de la primera investigación sobre los pandilleros, realizada por los mismos jóvenes que las integran, con el apoyo de Rädda Barnen de Suecia, Save the Children de Estados Unidos y el IUDOP de la UCA, revelan cuestiones interesantes. La mayor parte de jóvenes se integra a las pandillas desde muy temprana edad y, desde su perspectiva, lo hace impulsado por una serie de atractivos que perciben de las mismas. Sin embargo, más allá de los simples datos se puede encontrar que el ser parte de una pandilla es una respuesta a la falta de alternativas para ellos. Al no haber otras posibilidades, optan entrar a una pandilla para llenar ciertas necesidades psicológicas, fundamentadas en las interrelaciones personales y muy propias de la adolescencia y la juventud. El ingreso a la vida pandillera en busca de tales necesidades lo hacen aún estando conscientes de los grandes costos y sacrificios que ello implica.

 

Por ello la pertenencia a las pandillas viene como resultado de la combinación de una serie de factores entre los que se encuentran: problemas familiares, falta de apoyo social, comprensión y orientación, la necesidad de ser valorado, tomado en cuenta, de "sentirse identificado con" o "ser parte de". En tal sentido, la pertenencia de la pandilla se explica de la siguiente manera: es mejor ser importante, ser valorado en unas condiciones peligrosas, en un mundo violento y viciado (y probablemente tener el poder que se les ha sido negado en otros ámbitos), a no ser "nada o nadie". La vida pandillera, por tanto, es una forma alternativa de vida que busca recuperar un espacio social perdido o contemplado como inalcanzable a través de la convivencia con los pares.

 

Por otro lado, la percepción de la falta de oportunidades o espacios sociales como causante del ingreso de los jóvenes a las pandillas explica, al mismo tiempo, los resultados aparentemente contradictorios de la investigación. Por un lado, casi la mitad de los pandilleros afirmó haber entrado a la pandilla porque "le gustó el vacile" y además la mayoría de los jóvenes de estos grupos consume drogas; pero, por otro lado, hay una aspiración muy fuerte y casi unánime de calmarse o, lo que es lo mismo, dejar "la vida loca"; esto es, dejar las drogas, tener una vida más estable, no estar expuestos a la muerte ni terminar en la cárcel. Ello explica también que los jóvenes pandilleros se vean a sí mismos como uno de los principales problemas del país y de la juventud. Paradójicamente parece que lo que les atrae de las pandillas es lo mismo que ellos quisieran dejar.

 

Con todo, los resultados muestran que los jóvenes pandilleros en el fondo desean ser incorporados a la sociedad y que se les den las oportunidades que merecen. De hecho, los jóvenes parecen estar conscientes de que su futuro no está en las pandillas. Más bien, se ven incorporados totalmente a la sociedad: tener familia, trabajo, estudio, en fin, recursos para mejorar su calidad de vida. Sin embargo, el sondeo revela que la mayoría de los pandilleros juveniles del gran San Salvador tiene actitudes y sentimientos ambivalentes hacia su misma situación; muchos se ven frente a un torbellino del cual no están seguros si podrán salir o no; pero al mismo tiempo tienen la esperanza de poder sobrevivir para ser parte de la sociedad y cumplir con sus proyectos de vida como cualquier otro joven salvadoreño.

 

Como corolario, sólo queda documentar uno de los logros inesperados del proceso de investigación que reporta este pequeño artículo. Con la realización del sondeo sobre los pandilleros, se posibilitó -sin proponérselo directamente- que los jóvenes de distintas pandillas que participaron como encuestadores y coinvestigadores, decidieran pasar por alto sus rivalidades de grupo para constituir por su cuenta una organización llamada "Homies Unidos", que busca disminuir el uso de la violencia en las pandillas y contribuir a reinsertar a los compañeros en procesos de formación educativa que les sean útiles para "dejar la vida loca".