UCA

Universidad Centroamericana José Simeón Cañas



Revista ECA

© 1996 UCA Editores



Globalización... ¨y nada más?

Aquiles Montoya



  

Introducción



     En todo el mundo se habla de globalización aunque no

todo el mundo tenga muy claro de qué se trata y ello es

así, porque si algo se ha globalizado, efectivamente, eso

son las comunicaciones, aunque no podemos decir lo mismo de la

información, en razón de que no se informa de todo,

ni se comunica todo lo que debería de comunicarse.



     Vivimos la era de las empresas trasnacionales, entre ellas,

las de la comunicación, las cuales deciden, obviamente,

qué decir y cuánto decir. La información

parece inócua. Sin embargo tan sólo lo parece. La

información parece objetiva e imparcial y procura

parecerla, pero es tan sólo su apariencia. Tras su forma,

se esconde una realidad que es necesario desvelar, pero para ello

es preciso entender, precisamente, de qué trata la

globalización, cuál es su realidad esencial y

cuáles sus manifestaciones fenoménicas.

   

1. ¨Un mundo capitalista?



     El sistema capitalista, ya lo sabemos, está

fundamentado en la lógica de la ganancia y en la

explotación del trabajo asalariado.

Fenoménicamente, esto último es así. Y

aunque el capitalismo no es el único sistema que se

caracteriza por la explotación, lo que marca su diferencia

con otros sistemas que lo precedieron, radica en que el

capitalismo encubre su carácter explotador bajo las

relaciones salariales. Al presentar el salario como precio del

trabajo, no se ve cómo es que los capitalistas pueden

explotar a los trabajadores. Por eso, al buscar evidencia de la

explotación, se señalan fenómenos

empíricos tales como la jornada de trabajo prolongada

más allá de lo que permiten las leyes, los salarios

insuficientes para satisfacer las necesidades del trabajador y

su familia, el empleo de menores de edad, las condiciones

insalubres de trabajo, el no pago de vacaciones, la inexistencia

de seguridad social, etc. Estas y otras prácticas, que

hasta hace pocos años eran exclusivas del tercer mundo,

son evidencia de la explotación. Pero la cuestión

es que aun no existiendo tales prácticas -que caracterizan

la sobre explotación-, no por ello el sistema capitalista

deja de estar fundamentado en la explotación del

trabajador asalariado. 



      Antes de derrumbarse el "campo" socialista -así se

le llamaba- era evidente que el mundo no era capitalista.

Seguramente, por ello se hablaba del tercer mundo, esto es, del

cúmulo de países subdesarrollados, entre los cuales

nos encontramos nosotros; del segundo, el cual estaba conformado

por los países socialistas, algunos de los cuales, buscan

en la actualidad -no sin autorecriminarse por su ingenuidad o

estupidez- un espacio en el tercer mundo y, finalmente, del

primer mundo, que incluía al resto de países. 

 

     Actualmente siguen existiendo países como China,

Vietnam, Corea del Norte, Cuba, etc., que no pueden ser

considerados como capitalistas. Sin embargo, gracias a las

trasnacionales de la información es como si no existieran

o, a lo sumo, en el caso de Cuba, nos quieren hacer creer que

bastará con deponer a Fidel Castro -el mayor estadista

mundial de la segunda mitad de este siglo- para que los cubanos

se olviden de su proyecto de sociedad, el cual, con algunos

vericuetos históricos y con muchos sacrificios por parte

de su pueblo, causados por el ignominioso bloqueo yanki, sigue

adelante.



     Pero además de esos países excepcionales,

existe una realidad en el interior de los países

capitalistas, muchas veces ignorada, mal conocida y muy a menudo

mal interpretada,: las formas de trabajo no mercantiles y

mercantiles no capitalistas. Entre las manifestaciones

empíricas de esas realidades cabe señalar a los

llamados informales urbanos, los campesinos, los cooperativistas

urbanos y rurales, las comunidades organizadas, ciertas

organizaciones no gubernamentales, etc. Ninguno de ellos opera

con la lógica capitalista ni se fundamenta en la

explotación del trabajo asalariado, lo cual no significa

que sean ajenos o independientes de la racionalidad capitalista.

Tradicionalmente se ha sostenido que algunos de esos sujetos

empíricos -los informales urbanos, por ejemplo- son

funcionales al capital genérico. Desde una perspectiva

analítica se puede decir que más bien han sido

subsumidos por el capital y que sus relaciones con él se

caracterizan por la expoliación, posibilitando de esta

manera la valorización extraordinaria del capital. Esto

es, así como cuando median relaciones salariales, el

proceso de trabajo se convierte en un instrumento de

valorización directa del capital por medio de la

explotación; cuando no existen tales relaciones, los

procesos de trabajo se convierten en instrumentos de

valorización indirecta del capital por medio de la

expoliación.



     Con esto queremos decir que el mundo es más

heterogéneo de lo que parece, en razón de que en

el mundo capitalista existe una realidad diferente a la

capitalista y con ella, algunos nuevos sujetos históricos,

reales y potenciales, de los cuales, por ahora, no pasaremos a

ocuparnos, ya que previamente deseamos mostrar, aunque sea de

manera muy somera, la evolución del capitalismo y sus

tendencias, lo cual nos permitirá llegar a comprender

mejor en qué consiste la tan cacareada

globalización y los límites y posibilidades que se

les presentan a los nuevos sujetos históricos de lo que

hemos dado en llamar nueva economía popular.



2. ¨Globalización del capital y fin del capitalismo?

     

     Independientemente de los modelos particulares que ha

asumido el modo de producción capitalista en las

diferentes formaciones económico-sociales, es posible

detectar cuatro grandes fases en su desarrollo histórico,

excluyendo su fase primigenia, la denominada acumulación

originaria. Nos referimos, pues, al capitalismo que ya "se ha

parado sobre su propios pies y ha echado a andar por la historia

y el globo".



     La modalidad de la producción identifica a cualquier

sistema. Así, el sistema capitalista deriva su naturaleza

de su forma peculiar para producir. En ese sentido, su primera

capitalismo está signada por la hegemonía del

capital industrial. Aunque lo de industrial no debe entenderse

como sinónimo de manufacturero, sino como cualquier

actividad productiva en la cual se genera plusvalía. En

consecuencia, tan industrial puede ser la actividad manufacturera

o fabril, como la agricultura, la minería, las

comunicaciones, los espectáculos o el transporte, etc.

Ahora bien, la producción vista de manera continua, esto

es, como reproducción, determina o genera formas

particulares de distribución, de circulación y de

consumo de lo producido, que le son correspondientes o adecuadas.

En consecuencia, al generalizarse, la producción

capitalista condujo a la generalización de la

circulación también capitalista: el mundo fue

invadido por una nueva modalidad de producir mercancías:

la forma capitalista. Pero lo interesante de este hecho es que

la producción y la circulación capitalistas exigen

no sólo el desarrollo del capital industrial, sino

también del capital comercial y capital bancario, pero

subordinados y en función del primero.



     Concluida esta primera fase a la que denominaremos de

consolidación del capitalismo a nivel mundial, lo cual no

implica una absolutización de las formas capitalistas de

producción, pero sí una generalización de

las mismas, nos encontramos ante la primera globalización

del capital, en razón de que el modo de producción

capitalista se ha tornado hegemónico a nivel mundial.



     Por otra parte, cabe señalar que esta fase lleva

aparejada una división internacional del trabajo, mediante

la cual los países capitalistas más avanzados -en

ellos ha ocurrido la primera revolución industrial-

concentran su actividad en la gran producción fabril, en

la gran industria -en el sentido usual del término-,

mientras que el resto de países se convierten: algunos en

proveedores de ciertos productos agrícolas de naturaleza

tropical y otros, la gran mayoría, en suministradores de

alimentos y materias primas, a veces incluso a costa de eliminar

su propia producción manufacturera.



     Ello da paso a la segunda fase del capitalismo, aquella que

se caracteriza por la preponderancia del capital comercial a

nivel mundial. En efecto, el comercio mundial adquiere

volúmenes nunca antes conocidos. Esta fase, aunque en su

momento no se detectó, marca el inicio de lo que luego se

llamó el fenómeno del intercambio desigual, el cual

lleva al fenómeno empírico de la dependencia. En

ese momento, es claro que existen ya dos mundos: el desarrollado

y el subdesarrollado, o el submundo capitalista, el cual se

encuentra en función del primero; pero nosotros

diríamos que se encuentra subsumido indirectamente en el

capital como un todo. Esta es la segunda globalización del

capital.







     Al expandirse los capitales industrial y comercial se

expande, consecuentemente, el capital bancario. Y el mundo no

sólo conoce la presencia de mercancías importadas,

sino que también se ve invadido por las inversiones

directas e indirectas. Es la época del capital financiero,

la cual profundiza la expoliación del submundo

capitalista, iniciada por el capital industrial y comercial,

fortalece la dependencia y profundiza su condición de

atraso. Esta es la tercera globalización del capital.

 

     Durante esta fase histórica, de la cual se

ocupó Lenin y a la cual calificó como fase

imperialista, ocurre la primera revolución socialista.

Andando el tiempo, se llegó a conformar "el bloque

socialista", bajo la hegemonía de la desaparecida

Unión Soviética. A mediados de esta época

se comenzó a hablar del primer, segundo y tercer mundos.



     Como se puede apreciar, la globalización no es un

fenómeno nuevo. Aunque se dirá que en las fases

anteriores lo que ocurrió fue una

internacionalización del capital, pero que la

globalización es algo novedoso. Efectivamente, la realidad

que llamaremos cuarta globalización presenta elementos

novedosos. Y curiosamente, se comienza a hablar de la

globalización a partir del derrumbe del socialismo en la

antigua Unión Soviética y los países de

Europa oriental. Países sobre los cuales las empresas

transnacionales están cayendo como buitres, ante el

desconcierto de sus pueblos para quienes se acabó la

seguridad social, que les permitió, si bien no vivir como

ricos, al menos, tampoco miserablemente.



     Ahora bien, cada una de las fases anteriores presenta

elementos novedosos y, precisamente, por eso, son diferenciables.

Ciertamente, sólo se han destacado algunos de sus

elementos más importantes, pero, lógicamente, esto

no quiere decir que el resto no haya experimentado modificaciones

importantes. Los capitales industrial y comercial continuaron

desarrollándose. Resulta obvio que no permanecieron, ni

podían permanecer, estáticos, siendo como son

elementos de una totalidad estructurada y cambiante, para decirlo

siguiendo a Kosik. 



     Del motor a vapor ya no quedan ni huellas, estamos en la era

de la robótica, la informática y la

biogenética. De las cartas de crédito hemos pasado

a las tarjetas de crédito y a la transferencia

internacional de fondos desde o hacia los países

más distantes y remotos, en cuestión de segundos.

Basta con que los países estén articulados a la red

mundial de computadoras para que puedan anochecer con grandes

reservas internacionales y amanecer casi quebrados. Y

adicionalmente, los procesos productivos no sólo

están mucho más fragmentados -división

técnica- sino que, además, están

deslocalizados geográficamente por este mundo "ancho y

ajeno".



     Cabe aquí hacer referencia crítica a otras

concepciones de inspiración marxista. La primera es la de

J. Arriola y V. Aguilar, para quienes

 

     la globalización económica es la

     creación de un mercado mundial en el que circulen

     libremente los capitales financiero, comercial y

     productivo. Se trata de la eliminación de todas las

     trabas que los diferentes países ponen a la entrada

     de los capitales financiero, comercial y productivo

     provenientes del extranjero. 



     En este planteamiento falta el carácter procesual de

la dinámica del capital y su concepción de la

globalización es inexacta, al considerar que ésta

consiste en la eliminación de todas las trabas que los

diferentes países ponen a la entrada del capital bajo las

tres modalidades apuntadas. Esta inexactitud tiene su origen en

no haber captado suficientemente quiénes son los

auténticos sujetos de la globalización. Para

entender la globalización es preciso tener clara la

lógica y la tendencia del capitalismo y, consecuentemente,

saber que el proceso de acumulación de capital conduce a

su concentración y centralización, esto es, a las

empresas transnacionales como realidad empírica. Las

empresas transnacionales, o si se prefiere, el capital

transnacionalizado, es el que está llevando a cabo la

globalización por sí y para sí. En

consecuencia, estas empresas no son meros agentes al lado de "los

bancos multinacionales, los gobiernos conservadores y neo-

liberales, los y las tecnócratas internacionales y los

organismos financieros internacionales", como parecen pensar

los autores en cuestión. Por otra parte, las

transnacionales pueden dedicarse a la industria, el comercio o

las finanzas, de manera diferenciada o combinada. Por lo tando,

no hay razón para considerar como "otro agente" a los

bancos multinacionales. 



     De lo anterior se deriva que la tan cacareada

globalización no es ni podrá ser nunca un proceso

que beneficie indistintamente a todos los capitales o a sus

personificaciones, los capitalistas. Más bien cabe esperar

todo lo contrario, esto es, que muchos capitales perezcan o sean

absorbidos por los grandes consorcios transnacionales, con su

secuela de grandes contingentes de desempleados y una mayor

concentración de la riqueza mundial. 





     Por otra parte, José María Vidal, en su libro

Hacia una economía mundial, afirma que la

globalización consiste fundamentalmente en un nuevo

período en la progresiva



     internacionalización del capital. A diferencia de la

     etapa anterior, en la que se internacionalizaba el capital-

     mercancía y el capital-dinero (a través de la

     inversión en el extranjero), en esta nueva etapa se

     internacionaliza todo el ciclo del capital. Es decir,

     además del capital-mercancía y el capital-

     dinero, se internacionaliza también el capital

     productivo. Ello se realiza a través de un agente

     activo: las empresas transnacionales.



     Se trata de una nueva fase del desarrollo del sistema

capitalista o de la "internacionalización del capital",

en la cual las empresas transnacionales desempeñan el

papel activo; pero es preciso aclarar que el capital-

mercancía, el capital-dinero y el capital-productivo son

tres modalidades del capital industrial, las cuales no deben

confundirse con el capital comercial, el capital financiero y el

capital industrial, respectivamente -precisión que

sí hacen Arriola y Aguilar.  



     Ahora bien, para captar mejor el fenómeno es preciso

profundizar un poco más en las fases de desarrollo del

capital. Como ya lo señalamos, en la segunda fase se

internacionalizó el capital comercial. En la tercera, a

la que Lenin llamó imperialismo o fase superior -o a

juicio de otros, la fase suprema del imperialismo- a la

internacionalización del capital comercial se sumó

la del capital financiero, comprendido por Lenin como la

fusión de los capitales bancario e industrial. Esta

fusión se manifestó en la inversión directa

e indirecta, en distintos países del mundo. La fase actual

se caracteriza por la profundización de las fases

anteriores y la deslocalización de los procesos

productivos industriales ya fragmentados, para disminuir los

costos de las materias primas y auxiliares y la mano de obra,

sacrificando a su vez la menor ganancia posible vía

impuestos. Todo ello, acompañado por un proceso

revolucionario colosal y veloz en la composición

orgánica del capital y los medios de comunicación.

Resulta claro que estamos hablando casi de lo mismo que

José María Vidal, pero sin reducir nuestra

interpretación a las categorías del segundo tomo

de El Capital de Marx.

     Las consecuencias de la globalización, entendida,

como un proceso que profundiza las fases anteriores del

desarrollo capitalista y que, adicionalmente, deslocaliza y

simplifica los procesos productivos, no son otras que aquellas

que ya Marx veía como consecuencia de la la ley general

de acumulación capitalista. Por una parte, la

concentración y centralización del capital y, por

la otra, la proliferación de quienes viven en la

más abyecta miseria material y espiritual, lo único

que a nivel planetario y con un descomunal deterioro del

ecosistema, algo que Marx no podía siquiera imaginar. 



     La cuarta globalización -que aún está

en proceso- es claro que supera y asume a las tres anteriores.

Y se trata, precisamente, de una globalización del

capital, en sus tres modalidades particulares: la industrial, la

comercial y la financiera. Pero lo importante es que no todos los

capitales participan en el proceso de globalización,

sólo el capital concentrado y centralizado a nivel

mundial, cuya expresión empírica son las empresas

transnacionales. Estas últimas son las que están

impulsando la globalización.



     Para vencer la resistencia de los sectores populares y de

unos cuantos gobiernos, temerosos del impacto negativo de la

globalización sobre sus condiciones socio

económicas y de sus consecuencias políticas, las

empresas transnacionales se ayudan de organismos internacionales

como el Fondo Monetario Internacional y el Banco Mundial o de

instituciones regionales, aparentemente inofensivas, como el

Banco Interamericano de Desarrollo y la Agencia Internacional

para el Desarrollo. Estos organismos condicionan sus

préstamos o sus "ayudas" a la introducción de una

serie de cambios en los distintos países, los cuales se

han dado en llamar ajuste estructural.



     Una de las finalidades implícitas del ajuste

estructural es, primero, contrarrestar la tendencia decreciente

de la tasa de ganancia, la cual responde a una exagerada

desproporción entre el trabajo objetivado y el vivo o, si

se prefiere, en la descomunal elevación de la

composición orgánica del capital, nos referimos,

obviamente, a las empresas transnacionales. Ejemplo claro de este

fenómeno es la proliferación de las empresas

maquiladoras, las cuales hacen el "trabajo sucio" de las grandes

empresas transnacionales, pagando salarios bajos y negando la

seguridad social. La industria de la maquila está

conformada por todos aquellos otros elementos que caracterizan

la sobre-explotación del trabajador asalariado, a los

cuales ya hicimos referencia antes.



     Otra finalidad es ampliar los espacios de realización

de las mercancías, por ejemplo, mediante la

eliminación de las barreras arancelarias y no

arancelarias. Finalmente, el ajuste también pretende

ampliar la órbita de valorización del capital,

acudiendo a la privatización y a la denominada

modernización del Estado. En pocas palabras, se trata

de readecuar los estados nacionales a nivel mundial en

función de los intereses de las empresas transnacionales.







     Ahora bien, este proceso exige estabilizar las

economías nacionales -controlar la inflación y el

tipo de cambio- para lo cual se implementan, en lo fundamental,

medidas monetarias, las cuales tienen un claro impacto recesivo,

particularmente, en las actividades productivas. O bien, se busca

reducir el déficit fiscal, incrementando los impuestos

indirectos, que recaen sobre el consumidor, tal es el caso del

impuesto al valor agregado, y reduciendo los gastos del gobierno,

privatizando los servicios públicos y despiendo a

trabajadores estatales.



     Adicionalmente, se adoptan medidas tendientes a que las

economías nacionales se adapten al nuevo rol, determinado

por los requerimientos o el desinterés, de las empresas

transnacionales. De ahí la necesidad de recalificar la

fuerza de trabajo, la tendencia a preferir al empleo femenino al

masculino, la modificación de la estructura productiva

agropecuaria -privilegiando nuevos productos-, el abandono de la

industria sustitutiva de importaciones, la modernización

del sistema financiero, la proliferación de los centros

comerciales y la masificación del crédito, etc.



     Al hablar de globalización es preciso tener en mente

todos estos elementos. Por eso tiene poco sentido que los

gobiernos y las gremiales empresariales afirmen que þdebemos

buscar la forma de insertarnos en la globalizaciónþ. Las

empresas transnacionales son las que deciden realmente si un

país se inserta o no en la globalización; permiten

la articulación de una economía nacional a su

globalización si encuentran que ésta tiene

algún interés para sus planes mundiales.



3. Algunos datos para comprender la realidad mundial y nacional



     El impacto del proceso de globalización ya se ha

hecho sentir a nivel mundial. Las 300 empresas transnacionales

más grandes del mundo tienen activos equivalentes al 25

por ciento de los activos productivos mundiales. Y en 1994,

según la Cumbre mundial sobre desarrollo social, se

calcula que el 30 por ciento de la mano de obra -más de

800 millones de personas- no está empleado

productivamente, es decir, está buscando trabajo en vano

o está subempleado, ocupando empleos que apenas

proporcionan lo suficiente para vivir. Esto conduce,

necesariamente, a la pauperización relativa o absoluta de

la población, dependiendo de una serie de factores que no

es del caso entrar a considerar aquí.



     Pero se podría pensar que esos son los males

crónicos del submundo capitalista. De allí que sea

necesario recoger alguna información sobre la clase

trabajadora del primer mundo:



     en el Reino Unido, por ejemplo, el 20 por ciento del total

     de la población empleada ahora trabaja a tiempo

     parcial, y en Francia, Alemania, los Países Bajos,

     Luxemburgo y España, la mitad o más de la

     oferta de empleo generada en el decenio de los 80 era para

     trabajadores contratados a tiempo parcial... en los

     países industrializados las mujeres constituyen del

     40 al 50 por ciento de la fuerza de trabajo... En Europa,

     el pago a las mujeres en empleos no agrícolas es

     solamente entre el 70 y el 80 por ciento de lo que se les

     paga a los hombres, y en Japón es sólo el 50

     por ciento. 



     Además del desempleo estructural, fenómeno

desconocido en los llamados países desarrollados que, en

algunos de ellos como España, ya alcanza los dos

dígitos, también existe otro tipo de

fenómenos nuevos tales como la desproporción

notable entre la economía real y el mundo financiero:



     El volumen diario de intercambios de divisas en el mercado

     interbancario supera los 2000 millardos de

     dólares... mientras que el valor global anual de las

     exportaciones representa aproximadamente 4000 millardos de

     dólares.



     Y se han magnificado fenómenos viejos como la

repartición muy desigual de la riqueza:



     250 personas tienen un ingreso anual de más de 45

     millardos, globalmente eso equivale a los ingresos del 25

     por ciento de la población mundial (China más

     Indonesia). El volumen de negocios global de General

     Motors, Royal Dutch-Shell y Exxon es superior al PNB de

     China.



     En lo que a la subregión de Centroamérica y

el Caribe se refiere:



     El grado de apertura, medido como la relación entre

     las exportaciones y el PIB, representa arriba del 35 por

     ciento, lo cual nos ubica muy por arriba de Sur

     América, e inclusive de Africa,

     constituyéndonos en la región con mayor

     apertura.



     El grado de dependencia, estimado a partir de la

     relación importaciones-PIB, supera el 45 por ciento,

     lo cual nos ubica como más dependientes que Africa,

     Sur América y Asia. 



     El PIB de Centroamérica apenas representa el 0.14

     por ciento del PIB mundial, la actividad comercial es

     equivalente al 0.24 por ciento de las exportaciones

     mundiales y al 0.36 por ciento de las importaciones.



     ¨Y quiénes son los mayores exportadores? Estados

Unidos con el 11.37 por ciento, Alemania con el 10.91 por ciento

y Japón con el 8.63 por ciento. Ahora bien, solamente

Europa occidental y Estados Unidos controlan el 59.4 por ciento

de las exportaciones mundiales. En cuanto al producto interno

bruto mundial, cuatro países -Estados Unidos,

Japón, Alemania y Francia- controlan el 54.1 por ciento. 



     O para decirlo, más rápidamente, tres bloques

-el tratado de libre comercio de América de Norte, la

unión europea y Japón-sudeste asiático-

representas más del 75 por ciento del producto interno

bruto del mundo, más del 70 por ciento de las

exportaciones y más del 70 por ciento de las

importaciones, pero representan menos del 22 por ciento de la

población mundial.



     Por su parte, otros organismos internacionales, vinculados

a Naciones Unidas, señalan que



     ...las empresas transnacionales... han tenido un

     crecimiento notable en los últimos años:

     entre 1980 y 1992, el volumen de las operaciones de venta

     de las empresas transnacionales se incrementó a

     más del doble, pasando de 2.4 billones de

     dólares a 5.5 billones, y para 1994 había 37

     mil empresas matrices con más de 200 mil empresas

     filiales por todo el mundo. Acualmente, las empresas

     transnacionales controlan más del 33 por ciento de

     los bienes productivos del mundo, aunque, puesto que

     tienden a concentrarse en las industrias intensivas en

     capital, aquéllas sólo emplean directa o

     indirectamente a cerca del 5 por ciento de la fuerza de

     trabajo mundial.



     Pero el problema no se reduce a una simple

concentración y centralización del capital, sino

que, como muy bien lo señala el documento citado antes,



     se ha llegado a criticar a las empresas transnacionales en

     varios aspectos. Por ejemplo, se las ha acusado de explotar

     la fuerza de trabajo barata de los países en

     desarrollo, de comercializar productos que son peligrosos

     para la salud de la población, de evitar el pago de

     impuestos y de causar un deterioro grave al medio

     ambiente.



     Pero nada se hace al respecto, sino todo lo contrario:



     el GATT ha ofrecido a las empresas una mayor libertad y ha

     establecido normas que pueden penalizar a los gobiernos que

     traten de ejercer un mayor control sobre las empresas

     transnacionales.



     Y es que el poder comercial de estas empresas es

incontrolable:



     las 37 mil matrices de empresas transnacionales...

     controlan casi el 75 por ciento de todo el comercio mundial

     de mercancías, productos manufacturados y servicios.

     Una tercera parte de este comercio se realiza al interior

     de las empresas... En estas circustancias, es menos

     probable que la liberalización del comercio genere

     mercados libres y competitivos....



     Una última cita para concluir este apartado, referida

a las empresas transnacionales y el medio ambiente:



     ...puesto que las empresas transnacionales están

     involucradas en un volumen tan grande de las actividades

     productivas mundiales, también contribuyen a formas

     más generales de deterioro ambiental: por ejemplo,

     son las productoras y consumidoras primordiales de las

     sustancias CFC que aniquilan el ozono, y también

     generan el 50 por ciento de las emisiones que se supone

     causan el efecto invernadero.







     Sin pretender ser adivinos, pero deseando poder ser

predictivos, podemos afirmar que el capitalismo como modo de

producción ha cumplido su ciclo histórico, ya dio

de sí todo lo que podía dar, sin acabar con la vida

misma. En consecuencia, más que el fin de la historia, lo

que parece llegar a su fin es, o será, la historia del

capitalismo.



4. ¨Qué espacios deja el capitalismo globalizado? ¨Y a

quiénes?



     En el corto plazo, para el submundo capitalista está

la maquila, con sus distintas modalidades; pero en la medida que

continúe incrementándose el desempleo estructural,

fenómeno novedoso, en los países de mayor

desarrollo, aquélla no podrá mantenerse, porque no

existirá una demanda solvente para ella. Eso además

de los problemas particulares de carácter social de los

países con maquila. Otros podrán continuar con su

ritmo de crecimiento gracias a las exportaciones tradicionales

y no tradicionales, ya sea articulados o no a las redes de las

empresas transnacionales. Recordemos que la importancia

económica del submundo capitalista es poco significativa.

De allí que aun creciendo a una tasa promedio anual de

entre el 5 y el 7 por ciento, ello no altera la realidad

económica mundial.



     Por otra parte, mucha de la producción nacional -

tanto manufacturera como agrícola- no tendrá

capacidad para competir con los bienes importados y, por lo

tanto, deberá cesar, generando un mayor contingente de

desempleados, los cuales, para poder sobrevivir, tendrán

que ubicarse en el sector no capitalista de la economía.

En la actualidad, en el submundo capitalista, más del 50

por ciento de la población económicamente activa

se encuentra en el llamdo sector informal de la economía.



     Mientras tanto, en el corto plazo, la generación de

empleo en términos relativos y, consecuentemente, de

ingresos y demanda solvente en el submundo capitalista urbano,

animará a los gobiernos a proseguir con sus programas de

ajuste estructural, sin percatarse que los indicadores

macroeconómicos positivos tienen una base artificial e

inclusive artificiosa. Pero esa visión optimista

podría inducir a que los inversionistas se formen muy

buenas expectativas de mediano plazo, se animen a contraer deudas

para invertir y cuando venga el crack, sean arrastrados en la

voragine de las quiebras mundiales.

     El fenómeno crack indica un quiebre económico

suficientemente importante en cualesquiera de los eslabones de

la actividad económica, ya sea real o financiera, el cual

puede generar una reacción en cadena imposible de contener

por ningún gobierno, dada la importancia mundial

adquiridas por las empresas transnacionales. Esto se explica por

la concentración de la actividad económica en unos

pocos países y por la fuerte interrelación

existente entre las empresas transnacionales, así como

entre unos pocos países. Todo ello, en el marco de la

desproporción existente entre las actividades reales y

monetarias de la economía.



      Lo más probable es que el crack se origine en las

actividades especulativas financieras. Una mala "apuesta"

podría desencadenar una desconfianza tal que ni siquiera

el Fondo Monetario Internacional pudiera contrarrestar. Pero a

su vez, esa mala "apuesta" puede originarse en las reacciones

impredecibles de la clase trabajadora europea o norteamericana.

En estos países, el control sindical sobre las masas

trabajadoras ha perdido peso, lo cual podría llevar a

reacciones espontáneas e incontrolables. Fenómenos

como el "caracazo" podrían presentarse en estos

países, pero en una escala muchísmo mayor.



     A mediano plazo, el resultado de la globalización

únicamente puede ser ampliar el sector no capitalista de

la economía a nivel mundial. A corto plazo, la

globalización produce un efecto paradójico: abre

espacios a los sectores capitalistas de la economía pero,

a la larga, acaba con ellos. Al mismo tiempo, parece cerrar el

espacio a los sectores populares de la economía pero, a

la larga, terminará dejándoles mucho margen.



     Ahora bien, para que este sector no sea arrastrado por la

crisis general de la economía capitalista, la cual no es

tan descabellado pensar que ocurra a nivel mundial, es necesario

que los trabajadores no mercantiles y mercantiles simples, se

transformen en sujetos reales de la nueva economía

popular, lo cual exige a su vez que, a la mayor brevedad posible,

implementen las que hemos denominado premisas de la nueva

economía popular. Es importante repetir estas premisas

porque, quizás así, aquellos sectores que conforma

la nueva economía popular las asumen.



     La primera premisa es que cualquier unidad económica

genere un excedente neto. La razón es simple y obvia: la

generación del excedente neto posibilita la

reproducción en escala ampliada y, al hacerlo, es posible

cumplir los objetivos primarios de la nueva economía

popular, generar nuevos puestos de trabajo, incrementar el nivel

de ingresos y satisfacer las necesidades sociales de sus

miembros. Esto es de suma importancia, ya que, de no ser

así, no tendría ninguna viabilidad y tampoco

razón de ser. Una estrategia económico social

incapaz de generar excedentes netos no es una estrategia

económica. Ello no implica que, en su primera fase, los

nuevos proyectos permitieran la mera sobrevivencia para las

mayorías populares; incluso las empresas capitalistas, en

un primer momento, pueden operar con pérdidas. La

cuestión es que ese momento debe de ser tan sólo

una fase transitoria y cuanto más corta,

mejor.    Además, cuando haya excedente, su mayor

proporción, si no su totalidad, debe ser reinvertido

más que dedicado al consumo, ya que ello

posibilitará un ritmo de crecimiento más

rápido a las unidades económicas. A futuro, esto

es más ventajoso para los integrantes de la comunidad.



     La segunda premisa es que la gestión económica

debe ser eficiente, presupuesto elemental para generar el

excedente neto. En el ámbito de la producción, ello

implicaría generar mayor cantidad de valores de uso con

el menor costo posible, esto es, optimizar los recursos.

Obviamente, esto no significa, como en la producción

capitalista, comprimir la remuneración de los

trabajadores. La eficiencia en la actividad económica

está vinculada al empleo de las técnicas apropiadas

conforme a la disponibilidad de los recursos humanos y

materiales, a la capacitación formal y tecno-

administrativo y a la obtención y manejo de los recursos

financieros y de las técnicas de comercialización

adecuadas. Es indispensable cuidar el control de calidad de los

productos y los servicios, porque como diría Marx, las

mercancías, para realizarse como valores de uso, primero

deben realizarse como valores y para realizarse como tales deben

acreditarse como valores de uso.

     

     En términos generales, las unidades económicas

de la nueva economía popular deben operar como empresas

auténticas, aunque su carácter sea autogestionario.

Esto no puede ni debe ser excusa para la ineficiencia o el

despilfarro de los ingresos. El lujo y el despilfarro son los

gastos de representación del capital, pero la nueva

economía popular no tiene por qué emular las

prácticas de un sistema que le es ajeno.

 

     La integración inter e intrasectorial es otra premisa

básica para la nueva economía popular. Esta

integración no implica pretensiones de autarquía,

pero es obvio que cuanto más integradas se encuentren las

diferentes unidades de la nueva economía popular, mayor

posibilidad tendrá ésta para lograr un crecimiento

autogenerado y dinámico. El aumento y el desarrollo de las

unidades económicas incrementa los ingresos, lo cual, a

su vez, aumenta la demanda de bienes y servicios de consumo. Esto

generará una demanda mayor de medios de producción,

lo cual, a su vez, se traducirá en un aumento de la

producción de esos productos y así sucesivamente.



     El dinamismo de la nueva economía popular se

encuentra en ella misma, lo cual asegura un crecimiento sostenido

y sostenible. Esto se comprende mejor si consideramos que la

nueva economía popular presupone implícitamente la

imposibilidad de la concentración de los ingresos en manos

de los sujetos individuales. Ahora bien, como no pretende la

autarquía económica, tampoco buscará

autoabastecerse ni se cerrará a la realización de

sus mercancías en el sector capitalista. Pero esto es un

medio para lograr un funcionamiento mejor y no un fin en

sí mismo, ya que, de lo contrario, colocaría el

motor de su crecimiento fuera de sí y con ello

perdería su propia dinámica.



     Sin embargo, esta integración no es posible si la

asignación de recursos se deja al mercado. Por eso, al

menos en su primera fase de desarrollo, la nueva economía

popular debe contar con algunas instancias de coordinación

y planificación.



     Aquellas organizaciones que, de una u otra manera, promueven

proyectos económicos en los sectores populares, deben

estar coordinadas. Esta es la única manera para evitar el

desperdicio de los esfuerzos y los recursos así como

también posibilita generar los eslabones necesarios para

integrar a las diferentes unidades económicas que integran

la nueva economía popular. Las empresas existente bajo la

forma de economía popular con gran potencial para

transformarse y formar parte de la nueva economía popular

también deben estar coordinadas. Para comprender la

importancia y la necesidad de la coordinación basta con

pensar en la cantidad de instituciones gubernamentales y no

gubernamentales comprometidas con los sectores populares que si

no realizan un esfuerzo coordinado podrían incluso llegar

a entorpecer sus propios trabajos, además de imposibilitar

cualquier esfuerzo planificador.



     La planificación, por otra parte, es el complemento

de la coordinación, puesto que no sólo posibilita

la integración de la nueva economía popular, sino

que también concretiza los esfuerzos de

coordinación. La planificación ofrece la ventaja

de posibilitar un crecimiento armónico y proporcionado de

las diferentes ramas y sectores de la nueva economía

popular, evitando los costos de efectuar correcciones a

posteriori, tal como lo hace el mercado. Es preciso revalorar la

planificación en el interior de las unidades

económicas como en el conjunto de la nueva economía

popular con vistas a obtener la eficiencia social máxima.

No es un sustituto del mercado, sino un correctivo o regulador.

En este sentido, la planificación es compatible con el

mercado, pues lo complementa. La planificación

vendría ser como el lazarillo de la ceguera del mercado,

el cual le evita caer en el despeñadero.





 

     La última premisa básica de la nueva

economía popular es la organización de las unidades

económicas, las comunidades, las actividades y los

sectores. La organización es tan necesaria e importante

a nivel de una unidad productiva -la cooperativa, por ejemplo-

como a nivel de las demás unidades dedicadas a la misma

actividad. Esta organización es muy importante para hacer

posible las premisas anteriores de la nueva economía

popular y para transformar en fortaleza la debilidad individual

de las unidades económicas. Un pequeño productor

de granos básicos, por ejemplo, individualmente

considerado, es débil por su incapacidad para influir en

las decisiones económicas que le atañen; sin

embargo, si existiera una asociación nacional de

productores de granos básicos, tendría la fuerza

económica y política necesaria no sólo para

vetar la implementación de cualquier medida

económica que le fuera desfavorable, sino que

también para exigir aquellas acciones que le favorecen a

él y a los demás asociados.

 

     Sólo a través de la organización es

posible ir avanzando hacia la novedad en las formas

económicas, acordes con las necesidades de los diferentes

agentes económicos. La organización, al potenciar

al individuo, crea las bases para asimilar las ventajas de las

formas asociativas en materia económica, en tanto que la

fortaleza del individuo no proviene de su individualidad, sino

de su unidad, con lo cual el sujeto colectivo va desplazando al

individual y el nosotros va reemplazando al yo. No se niega al

individuo, pero sí se cuestiona el individualismo, por su

carácter dispersor y debilitante.



          La nueva economía popular es y ha surgido de,

en y para los sectores populares, aunque no se hayan ocupado de

darle un nombre, ni una sistematización teórica.

Los sujetos teóricos e históricos de esta realidad

fluyente son las mayorías populares o los "pobres con

espíritu" a que se refería I. Ellacuría, los

cuales pueden ser reales o potenciales. Sujetos reales son las

comunidades de repobladores y repatriados, incluyendo a los

desmovilizados del FMLN y algunos de la Fuerza Armada; el sector

cooperativo, el tradicional y el surgido a raíz de la

reforma agraria; un segmento del denominado sector informal

urbano, que ha logrado organizarse y está sustituyendo el

yo por el nosotros y algunos marginales urbanos, quienes con el

auxilio de las iglesias o las organizaciones no gubernamentales,

han conformado sus propias organizaciones para hacer frente a sus

problemas sociales, pero lo que es más importante

aún, a sus problemas económicos.



     Los sujetos potenciales los campesinos, los empleados

públicos y privados de bajos ingresos, los informales

urbanos no organizados, los desempleados y toda la

población que sufre los efectos del sistema, pero que

aún no logra articular su propia alternativa, ni

articularse a la estrategia popular. Son sujetos potenciales

porque pueden ser absorbidos por este proyecto en marcha y porque

necesitan de él, dadas las tendencias excluyentes del

sistema capitalista.



     Para tener una idea de la magnitud de estos sujetos reales

y potenciales, excluyendo a los trabajadores del sector

público y privado, baste con señalar que en los

últimos años las encuestas de hogares registran que

más del 50 por ciento de la población

económicamente activa se encuentra en el sector no formal

de la economía. La actuación distinta de los

sujetos de esta nueva economía popular frente a la

tradicional de los sindicatos y las asociaciones de trabajadores

vinculados al serctos público y privado dar razones para

el optimismo. Luis Razeto califica a esta actuación como

solidaria alternativa.

 

     1. Se parte de la vivencia de necesidades que deben ser

     enfrentadas colectiva y organizativamente. Las necesidades

     identificadas y asumidas por la organización son no

     sólo las necesidades básicas sino

     también otras necesidades humanas, como las de

     participación, de afecto, de conocimiento, de

     convivencia, de cultura, etc. Predomina un concepto de

     necesidades integrales, que son asumidas no sólo

     como carencias, sino también como potencialidades a

     ser desarrolladas.



     2. Las necesidades básicas insatisfechas (carencias)

     son vividas y asumidas como derechos económico-

     sociales que han sido conculcados. Estos tienden a ser

     comprendidos como derechos que tienen las personas por

     igual y que la sociedad debe satisfacer, independientemente

     de los méritos y esfuerzos de las personas

     afectadas.



     3. Así entendidos, los problemas y los derechos dan

     lugar a la búsqueda de los recursos necesarios para

     satisfacerlos.



     4. La búsqueda de los recursos da lugar a la

     formulación de proyectos, que anticipan las acciones

     necesarias para enfrentar las necesidades. Los proyectos

     suelen ser presentados ante instancias de las que se espera

     el aporte de los recursos que faltan.



     5. Acción directamente orientada a la

     solución de los problemas con el propio esfuerzo.



     6. Tipo de organización: asociación de

     sujetos, pequeños grupos donde es importante que los

     integrantes se conozcan personalmente.



     7. Acciones pequeñas y continuadas, cotidianas, que

     van constituyendo, en conjunto, un proceso vital con

     sentido de conjunto.

     8. Valores fundamentales para el éxito: la

     cooperación y ayuda mutua, la eficiencia, la

     laboriosidad.



     9. Tipo de conducción: participativa,

     descentralizada, técnica.



     10. Modo de la transformación esperada:

     acción sobre las realidades sobre las que se tiene

     influencia actual. Ser alternativo en lo chico y avanzar

     hacia la transformación de lo grande en

     términos de þexpansión de lo microalternativo

     en lo macroestablecidoþ.



     11. Modo de coordinación entre las organizaciones de

     base: horizontal, por coordinación entre iguales,

     sin delegación de poder, articulando las instancias

     superiores por vínculos de información y no

     de poder. Formación de þredes socialesþ.



     12. Agentes externos importantes: las instituciones de

     apoyo, especialmente las organizaciones no gubernamentales.



     13. Problema ideológico-político: la

     relación entre las instituciones de apoyo, las

     organizaciones de base y las redes de coordinación.



     14. La solución de los problemas y la

     satisfacción de las necesidades se espera del

     autodesarrollo de los propios sujetos organizados.







      Los pueblos que avancen en esta línea se

encontrarán en mejores condiciones para despegar y

articular un nuevo proyecto de sociedad alternativo a la

organización social capitalista cuando llegue la crisis

del sistema, ya sea a nivel del submundo o del mundo capitalista.

Con todo, pudiera ser que la crisis anunciada no se presentara;

sin embargo, una cosa es clara: el capitalismo no puede ofrecer

alternativas a los sectores populares, ya que de suyo genera

pobreza y marginación social. Por eso, la nueva

economía popular es una auténtica estrategia de

vida, pese a que, en la actualidad, para muchos políticos,

investigadores y académicos no resulte muy convincente.

A nivel de la realidad empírica, en cambio, los pobres y

marginados marchan por esta senda y somos cada vez más

aquellos que apostamos por esta realidad nueva, aunque

germinal.

 

5. Factores e instituciones que pueden incidir en el desarrollo

de una estrategia popular



     Ciertamente, las organizaciones económicas

populares se desarrollan en un tiempo y espacio determinados,

en los cuales, así como existen factores cuya incidencia

puede ser positiva, también puede ser negativa. Igual

ocurre con las instituciones, dentro de las cuales, incluimos por

facilidad de exposición a las organizaciones no

gubernamentales. De allí que se imponga la necesidad de

analizar, al menos, los factores más relevantes.



     Entre los factores de carácter exógeno de

mayor impacto está el fenómeno de la

globalización y las acciones de los programas de ajuste

estructural que lo preceden, las cuales, si bien dejan como

resultado un incremento en términos absolutos del

número de pobres, también generan un espacio

económico y social para el surgimiento y desarrollo de las

organizaciones económicas populares en los Estado

naciones. Pero en la medida en que el fenómeno es mundial,

también se abren posibilidades para una

globalización de dichas organizaciones, lo cual, visto de

manera optimista, podría conducir, en un futuro mediato,

a una economía mundial de carácter dual. Por un

lado, estaría el mundo de las empresas transnacionales,

los sujetos reales de la globalización tradicional y, por

el otro, el mundo de las organizaciones económicas

populares, donde los ex pobres serían los sujetos de la

globalización alternativa. Aunque esto puede parecer poco

serio, existe ya entre los países del mundo capitalista

y del subdmundo capitalista, de manera embrionaria, lo que se ha

denominado "comercio alternativo". En el primer mundo, esta

modalidad se fundamenta en el llamdo þconsumidor conscienteþ, que 

privilegia los productos þlimpiosþ, es decir, aquellos que no

contaminan el medio ambiente y son producidos por organizaciones

económicas populares.



     En este respecto, se abre un nuevo espacio para las

actividades de nuestro Comité de Defensa del Consumidor,

ya que así como cuestiona el uso y consumo de ciertos

productos, también podría promover entre los

consumidores el concepto del "consumidor consciente" y luego

promocionar el consumo de aquellos productos de las

organizaciones económicas populares. Así, por

ejemplo, debería de promocionar productos tales como el

café Chambita, las confecciones Jaraguá de la

Comunidad Segundo Montes, los camarones y la sal de Sisiguayo,

los zapatos de San Antonio Los Ranchos, las artesanías de

Guarjila, etc.



     Desde la perspectiva de la filosofía moral se

presenta también como una responsabilidad ciudadana: el

qué, el cómo y el cuánto consumir, lo

cual potencia a las organizaciones económicas populares,

pues ofrece un fundamento ético filosófico para un

consumo alternativo, el cual exige a su vez una producción

alternativa. O dicho en otros términos, la mejor forma

para solidarizarnos con los pobres es optar preferentemente por

aquellos productos de las organizaciones económicas

populares. Repárese que hablamos de una opción

preferente, suponer otra cosa no sólo sería un

absurdo, sino también imposible, dados los límites

de la oferta de la producción popular.



     Entre los factores endógenos cabría mencionar

dos. El primero hace referencia a la competencia capitalista y

el segundo a la crisis económico financiera por la que

atraviesan en la actualidad las organizaciones económicas

populares, en particular las agrarias.



     A estas alturas es obligado preguntarse por los problemas

que presenta la competencia capitalista. La pregunta es

más importante en cuanto que la competencia se considera

más una solución que un problema. Aparentemente

resuelve la ineficiencia de las empresas, al punto que el mercado

pareciera decir -por boca de sus apóstoles- "dejen que las

mercancías vengan a mí". Pese a ello, la

competencia es un problema por una razón simple: la

competencia capitalista podría acabar con los

gérmenes de la nueva economía popular como

estrategia económica alternativa, reduciéndola a

una modalidad del sector informal (no organizado) y ya sabemos

lo que éste da de sí. En este momento, los

esfuerzos productivos de las comunidades son incipientes, algunos

están en gestación o capacitan a su personal, otros

ya han superado las debilidades de la producción pero

aún no dominan las técnicas de la

comercialización, otros en cambio se encuentran en fase

de consolidación. Es evidente, pues, que se encuentran en

condiciones de extrema desigualdad. Por lo tanto, pretender

competir en estas circunstancias sería ilusorio y, si se

llegara a intentar, los proyectos estarían condenados al

fracaso.



     Cuando El Salvador lanzó su procedo de

industrialización en base a la sustitución de

importaciones, usó una consigna que decía: "Consuma

y use lo que El Salvador produce". Independientemente de los

efectos que pudo haber tenido tal campaña de

concientización, lo cierto es que evidenciaba la necesidad

sentida por la emergente fracción industrial de que se

consumieran aquellas manufacturas producidas nacionalmente. La

necesidad que se presenta a la producción de los sujetos

de la nueva economía popular es similar, ya que la

realización de la producción, o sea, su venta, es

condición necesaria para continuar con el ciclo

productivo. De no realizarse lo producido, no tiene ningún

sentido seguir produciendo y si no se sigue produciendo, no es

posible conservar los puestos de trabajo, ni los ingresos de los

trabajadores. En consecuencia, que los miembros de la comunidades

consuman o demanden aquellos productos que ofrecen las mismas

comunidades es de su propio interés, ya que de esa manera

posibilitan vender lo que producen, que continúe el ciclo

productivo, que se conserven sus empleos y, consecuentemente, sus

ingresos. 



     Comprender este argumento sencillo es la primera

condición para hacer frente a la competencia capitalista.

Este debiera ser el punto de partida para motivar a los miembros

de las comunidades por parte de sus dirigentes, de los promotores

de las organizaciones no gubernamentales y de todos aquellos cuya

voz incide en ellos. Evidentemente, esto no basta, pero es

importante, en cuanto que consumir es un acto cultural. Las

prácticas de consumo en el sistema capitalista

están determinadas por la manipulación de la

conciencia a través de la publicidad. En las comunidades,

por lo tanto, se debe realizar un trabajo concientizador similar,

aunque con fines diferentes. Se trata de una

concientización liberadora, mientras que en el capitalismo

se trata de una concientización alienante, o si prefiere,

de una deformación de la conciencia.



     El otro factor endógeno es la crisis económica

financiera de las organizaciones económicas populares en

el agro. Al escribir estas líneas el tema es debatido por

los integrantes del Foro para la Defensa y Recuperación

del Sector Agropecuario y el gobierno. Si el gobierno tuviera una

visión de largo plazo, comprendería

fácilemente que resulta menos costoso para la sociedad

como un todo asumir las deudas bancaria y agraria de los

beneficiarios de las distintas fases de la reforma agraria y de

los del programa de transferencia de tierra, que cargar con los

costos sociales, políticos y económicos futuros.

Estos costos provendrían del hundimiento en la miseria de

estos sectores, al ser despojados de la tierra o al negarles

acceso al financiamiento.



     Dado que las las organizaciones económicas populares

tienen relaciones muy estrechas con las organizaciones no

gubernamentales, es preciso reflexionar sobre las actitudes, las

visiones y los compromisos de éstas últimas con las

primeras.



     El asistencialismo y el paternalismo de los promotores ante

los sujetos pobres bloquea el desarrollo de éstos como

sujetos y genera dependencia. Otra actitud perjudicial es la

sustitución, que menosprecia la capacidad real y potencial

de los pobres. Cuando el promotor los sustituye, los pobres dejan

de ser sujetos de sus proyectos. El oportunismo convierte a los

beneficiarios en mero pretexto del cual se aprovechan algunos

miembros de las organizaciones no gubernamentales.



     Estas actitudes, obviamente, imposibilitan una real

estrategia anti-pobreza. ¨Cuál debe de ser, entonces, la

actitud apropiada? La solidaridad y el acompañamiento, que

reconocen la sujetualidad de los pobres, estimulan la

participación y la auto-gestión, utilizan los

recursos de manera eficiente, posibilitan recuperar la dignidad

y la auto-estima de los pobres, propician el desarrollo de sus

capacidades potenciales y estimulan y potencian nuevos valores,

tales como la unidad, la cooperación, etc.



     Ciertamente, dependiendo de cuál sea la visión

que tengan las organizaciones no gubernamentales, así

serán los resultados que buscarán obtener. Si se

trata de una visión conservadora, es obvio que,

sencillamente, buscará legitimar el status quo y los

resultados benéficos para los pobres, de existir,

serían ínfimos. Si visión predominante es

anti-modelo, habrá conciencia de los impactos negativos

del neoliberalismo en el empleo y, por lo tanto, buscará

promover proyectos que lo generen. Aunque se puede conseguir

algo, esta no es una alternativa eficaz, eficiente y sostenible.



     Los resultados de estas dos visiones son limitados, debido

a la estrechez de su enfoque. Otra alternativa es partir de las

experiencias exitosas de los pobres, rescatando la novedad: su

organización, su concepción de las carencias -como

los derechos humanos que les han sido negados-, la

gestación de valores nuevos -la solidaridad y la

cooperación activas- y una mayor conciencia de su dignidad

y autoestima. Los pobres, por medio de sus organizaciones

económicas populares, no sólo han disminuido su

nivel de pobresa, sino que también han potenciado sus

capacidades, consiguiendo satisfacer otras necesidades. La

sistematización de estas experiencias y la visión

de totalidad permiten una promoción humana transformativa,

la cual va de lo microestablecido a lo macroalternativo.



     Un tercer elemento clave para que el trabajo de las

organizaciones no gubernamnetales sea fructífero tiene que

ver con el tipo de compromiso contraído con los sujetos.

Los compromisos pueden ser políticos, religiosos o

puramente humanos (solidarios). Los dos primeros, obviamente, son

interesados y, en consecuencia, podrían condicionar su

apoyo y su trabajo a la consecución de determinados fines

políticos o religiosos. De allí que el tipo de

compromiso requerido por una auténtica estrategia anti-

pobreza debe privilegiar lo solidario.





     ¨Por qué acompañar y apoyar los esfuerzos, las

iniciativas y los proyectos de los pobres? Sencillamente, porque

ellos también son seres humanos a quienes les han sido

negados sus derechos. Por lo tanto, la mejor forma de

humanizarnos es posibilitar la humanización de los pobres.

Este planteamiento no excluye o descalifica a las organizaciones

no gubernamentales comprometidas política o

religiosamente, pero destaca que su compromiso con los pobres no

debe de ser mediatizado por lo político partidario o por

lo religioso confesional. 



     En consecuencia, las organizaciones no gubernamentales u

otras instituciones contribuirán a resolver los problemas

de la pobreza en la medida en que apoyen y acompañen, que

asuman las realidades exitosas de los pobres y busquen, a partir

de ellas, contribuir a desarrollar una experiencia alternativa

y, finalmente, que su compromiso sea eminentemente humano,

solidario.



6. Reflexión final



     La preocupación fundamental de estas páginas

no es buscar la forma para þmejor insertarnosþ o þparticipar con

ventaja en la globalización. De ello se ocupan quienes

piensan que eso es posible. El propósito de este

artículo es desvelar la realidad esencial de la

globalización para comprender mejor sus manifestaciones

fenoménicas y, a partir de allí, señalar que

si bien la globalización promete a quienes creen en ella,

no es irremediable ser sus víctimas. Se quiere afirmar

confiadamente que no todo es negro en el horizonte para los

sectores populares tal como pudiera parecer a primera vista.

Apariencia que ha llevado a más de alguno de los antiguos

señores de los antiguos soñadores combativos a

perder la esperanza, sucumbiendo ante las þtentacionesþ del

sistema.



     La preocupación se centra en la pobreza y la

marginación social de las mayorías populares. De

ahí el interés por mostrar la existencia de

alternativas, incluso en el interior del sistema. Esas

alternativas podrían convertirse en solución

permanente para los pobres de este mundo. Claro está, para

ello es preciso empujar el carro de la historia por el sendero

que lleva hacia la construcción de un proyecto

económico alternativo que beneficie a los sectores

populares. 



     Este proyecto no podrá ser realidad a base de

voluntarismos, pero requiere de mucha voluntad, sobre todo cuando

parece que sólo convence a unos cuantos y es más

rentable -al menos la rentabilidad política parece mayor-

propugnar por un proyecto de nación, fundamentado en el

interés nacional y cuyos ejes serían la

concertación y la "reconciliación" nacional.



     Un proyecto de esta naturaleza es atractivo y si no fuera

porque existen las clases sociales antagónicas -las que

poseen difentes intereses económicos, que se traducen en

visiones de la sociedad y del mundo y en acciones

políticas diferentes-, todo estaría bien. El gran

problema radica en que no es posible concertar mejores

condiciones de vida para la mayoría de la

población, para los pobres por ejemplo, a costa de

disminuir las ganancias de los empresarios capitalistas, ya que

éstas no son negociables. Los acuerdos de paz son un buen

ejemplo. Se negociaron muchos aspectos supraestructurales,

incluso la Fuerza Armada, pero a duras penas se habló del

tema económico. Por eso es preferible no hacerse ilusiones

y ser realistas auténticos, algo muy distinto del falso

realismo pragmático.



     Si se persiste en un proyecto de nación fundamentado

en el desarrollo con equidad, los dueños del capital

dirán que es preciso tener paciencia, que el desarrollo

provendrá como fruto del "rebalse" y mientras éste

llega, es necesaria la reconciliación social, porque la

economía para crecer necesita de un clima de tranquilidad

y de estabilidad política y social. ¨Y mientras tanto? Aun

suponiendo que tal afirmación tuviera alguna dosis de

verdad, ­que se mueran los pobres! 



     Siendo así las cosas, ¨por qué no enfocar

nuestra atención y nuestros esfuerzos en las experiencias

populares ya existentes y tratar de colaborar para que

éstas se consoliden y desarrollen, de modo que exista una

alternativa real y concreta, a partir de la cual avanzar hacia

un proyecto alternativo de sociedad?