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Globalización... ¨y nada más? Aquiles Montoya Introducción En todo el mundo se habla de globalización aunque no todo el mundo tenga muy claro de qué se trata y ello es así, porque si algo se ha globalizado, efectivamente, eso son las comunicaciones, aunque no podemos decir lo mismo de la información, en razón de que no se informa de todo, ni se comunica todo lo que debería de comunicarse. Vivimos la era de las empresas trasnacionales, entre ellas, las de la comunicación, las cuales deciden, obviamente, qué decir y cuánto decir. La información parece inócua. Sin embargo tan sólo lo parece. La información parece objetiva e imparcial y procura parecerla, pero es tan sólo su apariencia. Tras su forma, se esconde una realidad que es necesario desvelar, pero para ello es preciso entender, precisamente, de qué trata la globalización, cuál es su realidad esencial y cuáles sus manifestaciones fenoménicas. 1. ¨Un mundo capitalista? El sistema capitalista, ya lo sabemos, está fundamentado en la lógica de la ganancia y en la explotación del trabajo asalariado. Fenoménicamente, esto último es así. Y aunque el capitalismo no es el único sistema que se caracteriza por la explotación, lo que marca su diferencia con otros sistemas que lo precedieron, radica en que el capitalismo encubre su carácter explotador bajo las relaciones salariales. Al presentar el salario como precio del trabajo, no se ve cómo es que los capitalistas pueden explotar a los trabajadores. Por eso, al buscar evidencia de la explotación, se señalan fenómenos empíricos tales como la jornada de trabajo prolongada más allá de lo que permiten las leyes, los salarios insuficientes para satisfacer las necesidades del trabajador y su familia, el empleo de menores de edad, las condiciones insalubres de trabajo, el no pago de vacaciones, la inexistencia de seguridad social, etc. Estas y otras prácticas, que hasta hace pocos años eran exclusivas del tercer mundo, son evidencia de la explotación. Pero la cuestión es que aun no existiendo tales prácticas -que caracterizan la sobre explotación-, no por ello el sistema capitalista deja de estar fundamentado en la explotación del trabajador asalariado. Antes de derrumbarse el "campo" socialista -así se le llamaba- era evidente que el mundo no era capitalista. Seguramente, por ello se hablaba del tercer mundo, esto es, del cúmulo de países subdesarrollados, entre los cuales nos encontramos nosotros; del segundo, el cual estaba conformado por los países socialistas, algunos de los cuales, buscan en la actualidad -no sin autorecriminarse por su ingenuidad o estupidez- un espacio en el tercer mundo y, finalmente, del primer mundo, que incluía al resto de países. Actualmente siguen existiendo países como China, Vietnam, Corea del Norte, Cuba, etc., que no pueden ser considerados como capitalistas. Sin embargo, gracias a las trasnacionales de la información es como si no existieran o, a lo sumo, en el caso de Cuba, nos quieren hacer creer que bastará con deponer a Fidel Castro -el mayor estadista mundial de la segunda mitad de este siglo- para que los cubanos se olviden de su proyecto de sociedad, el cual, con algunos vericuetos históricos y con muchos sacrificios por parte de su pueblo, causados por el ignominioso bloqueo yanki, sigue adelante. Pero además de esos países excepcionales, existe una realidad en el interior de los países capitalistas, muchas veces ignorada, mal conocida y muy a menudo mal interpretada,: las formas de trabajo no mercantiles y mercantiles no capitalistas. Entre las manifestaciones empíricas de esas realidades cabe señalar a los llamados informales urbanos, los campesinos, los cooperativistas urbanos y rurales, las comunidades organizadas, ciertas organizaciones no gubernamentales, etc. Ninguno de ellos opera con la lógica capitalista ni se fundamenta en la explotación del trabajo asalariado, lo cual no significa que sean ajenos o independientes de la racionalidad capitalista. Tradicionalmente se ha sostenido que algunos de esos sujetos empíricos -los informales urbanos, por ejemplo- son funcionales al capital genérico. Desde una perspectiva analítica se puede decir que más bien han sido subsumidos por el capital y que sus relaciones con él se caracterizan por la expoliación, posibilitando de esta manera la valorización extraordinaria del capital. Esto es, así como cuando median relaciones salariales, el proceso de trabajo se convierte en un instrumento de valorización directa del capital por medio de la explotación; cuando no existen tales relaciones, los procesos de trabajo se convierten en instrumentos de valorización indirecta del capital por medio de la expoliación. Con esto queremos decir que el mundo es más heterogéneo de lo que parece, en razón de que en el mundo capitalista existe una realidad diferente a la capitalista y con ella, algunos nuevos sujetos históricos, reales y potenciales, de los cuales, por ahora, no pasaremos a ocuparnos, ya que previamente deseamos mostrar, aunque sea de manera muy somera, la evolución del capitalismo y sus tendencias, lo cual nos permitirá llegar a comprender mejor en qué consiste la tan cacareada globalización y los límites y posibilidades que se les presentan a los nuevos sujetos históricos de lo que hemos dado en llamar nueva economía popular. 2. ¨Globalización del capital y fin del capitalismo? Independientemente de los modelos particulares que ha asumido el modo de producción capitalista en las diferentes formaciones económico-sociales, es posible detectar cuatro grandes fases en su desarrollo histórico, excluyendo su fase primigenia, la denominada acumulación originaria. Nos referimos, pues, al capitalismo que ya "se ha parado sobre su propios pies y ha echado a andar por la historia y el globo". La modalidad de la producción identifica a cualquier sistema. Así, el sistema capitalista deriva su naturaleza de su forma peculiar para producir. En ese sentido, su primera capitalismo está signada por la hegemonía del capital industrial. Aunque lo de industrial no debe entenderse como sinónimo de manufacturero, sino como cualquier actividad productiva en la cual se genera plusvalía. En consecuencia, tan industrial puede ser la actividad manufacturera o fabril, como la agricultura, la minería, las comunicaciones, los espectáculos o el transporte, etc. Ahora bien, la producción vista de manera continua, esto es, como reproducción, determina o genera formas particulares de distribución, de circulación y de consumo de lo producido, que le son correspondientes o adecuadas. En consecuencia, al generalizarse, la producción capitalista condujo a la generalización de la circulación también capitalista: el mundo fue invadido por una nueva modalidad de producir mercancías: la forma capitalista. Pero lo interesante de este hecho es que la producción y la circulación capitalistas exigen no sólo el desarrollo del capital industrial, sino también del capital comercial y capital bancario, pero subordinados y en función del primero. Concluida esta primera fase a la que denominaremos de consolidación del capitalismo a nivel mundial, lo cual no implica una absolutización de las formas capitalistas de producción, pero sí una generalización de las mismas, nos encontramos ante la primera globalización del capital, en razón de que el modo de producción capitalista se ha tornado hegemónico a nivel mundial. Por otra parte, cabe señalar que esta fase lleva aparejada una división internacional del trabajo, mediante la cual los países capitalistas más avanzados -en ellos ha ocurrido la primera revolución industrial- concentran su actividad en la gran producción fabril, en la gran industria -en el sentido usual del término-, mientras que el resto de países se convierten: algunos en proveedores de ciertos productos agrícolas de naturaleza tropical y otros, la gran mayoría, en suministradores de alimentos y materias primas, a veces incluso a costa de eliminar su propia producción manufacturera. Ello da paso a la segunda fase del capitalismo, aquella que se caracteriza por la preponderancia del capital comercial a nivel mundial. En efecto, el comercio mundial adquiere volúmenes nunca antes conocidos. Esta fase, aunque en su momento no se detectó, marca el inicio de lo que luego se llamó el fenómeno del intercambio desigual, el cual lleva al fenómeno empírico de la dependencia. En ese momento, es claro que existen ya dos mundos: el desarrollado y el subdesarrollado, o el submundo capitalista, el cual se encuentra en función del primero; pero nosotros diríamos que se encuentra subsumido indirectamente en el capital como un todo. Esta es la segunda globalización del capital. Al expandirse los capitales industrial y comercial se expande, consecuentemente, el capital bancario. Y el mundo no sólo conoce la presencia de mercancías importadas, sino que también se ve invadido por las inversiones directas e indirectas. Es la época del capital financiero, la cual profundiza la expoliación del submundo capitalista, iniciada por el capital industrial y comercial, fortalece la dependencia y profundiza su condición de atraso. Esta es la tercera globalización del capital. Durante esta fase histórica, de la cual se ocupó Lenin y a la cual calificó como fase imperialista, ocurre la primera revolución socialista. Andando el tiempo, se llegó a conformar "el bloque socialista", bajo la hegemonía de la desaparecida Unión Soviética. A mediados de esta época se comenzó a hablar del primer, segundo y tercer mundos. Como se puede apreciar, la globalización no es un fenómeno nuevo. Aunque se dirá que en las fases anteriores lo que ocurrió fue una internacionalización del capital, pero que la globalización es algo novedoso. Efectivamente, la realidad que llamaremos cuarta globalización presenta elementos novedosos. Y curiosamente, se comienza a hablar de la globalización a partir del derrumbe del socialismo en la antigua Unión Soviética y los países de Europa oriental. Países sobre los cuales las empresas transnacionales están cayendo como buitres, ante el desconcierto de sus pueblos para quienes se acabó la seguridad social, que les permitió, si bien no vivir como ricos, al menos, tampoco miserablemente. Ahora bien, cada una de las fases anteriores presenta elementos novedosos y, precisamente, por eso, son diferenciables. Ciertamente, sólo se han destacado algunos de sus elementos más importantes, pero, lógicamente, esto no quiere decir que el resto no haya experimentado modificaciones importantes. Los capitales industrial y comercial continuaron desarrollándose. Resulta obvio que no permanecieron, ni podían permanecer, estáticos, siendo como son elementos de una totalidad estructurada y cambiante, para decirlo siguiendo a Kosik. Del motor a vapor ya no quedan ni huellas, estamos en la era de la robótica, la informática y la biogenética. De las cartas de crédito hemos pasado a las tarjetas de crédito y a la transferencia internacional de fondos desde o hacia los países más distantes y remotos, en cuestión de segundos. Basta con que los países estén articulados a la red mundial de computadoras para que puedan anochecer con grandes reservas internacionales y amanecer casi quebrados. Y adicionalmente, los procesos productivos no sólo están mucho más fragmentados -división técnica- sino que, además, están deslocalizados geográficamente por este mundo "ancho y ajeno". Cabe aquí hacer referencia crítica a otras concepciones de inspiración marxista. La primera es la de J. Arriola y V. Aguilar, para quienes la globalización económica es la creación de un mercado mundial en el que circulen libremente los capitales financiero, comercial y productivo. Se trata de la eliminación de todas las trabas que los diferentes países ponen a la entrada de los capitales financiero, comercial y productivo provenientes del extranjero. En este planteamiento falta el carácter procesual de la dinámica del capital y su concepción de la globalización es inexacta, al considerar que ésta consiste en la eliminación de todas las trabas que los diferentes países ponen a la entrada del capital bajo las tres modalidades apuntadas. Esta inexactitud tiene su origen en no haber captado suficientemente quiénes son los auténticos sujetos de la globalización. Para entender la globalización es preciso tener clara la lógica y la tendencia del capitalismo y, consecuentemente, saber que el proceso de acumulación de capital conduce a su concentración y centralización, esto es, a las empresas transnacionales como realidad empírica. Las empresas transnacionales, o si se prefiere, el capital transnacionalizado, es el que está llevando a cabo la globalización por sí y para sí. En consecuencia, estas empresas no son meros agentes al lado de "los bancos multinacionales, los gobiernos conservadores y neo- liberales, los y las tecnócratas internacionales y los organismos financieros internacionales", como parecen pensar los autores en cuestión. Por otra parte, las transnacionales pueden dedicarse a la industria, el comercio o las finanzas, de manera diferenciada o combinada. Por lo tando, no hay razón para considerar como "otro agente" a los bancos multinacionales. De lo anterior se deriva que la tan cacareada globalización no es ni podrá ser nunca un proceso que beneficie indistintamente a todos los capitales o a sus personificaciones, los capitalistas. Más bien cabe esperar todo lo contrario, esto es, que muchos capitales perezcan o sean absorbidos por los grandes consorcios transnacionales, con su secuela de grandes contingentes de desempleados y una mayor concentración de la riqueza mundial. Por otra parte, José María Vidal, en su libro Hacia una economía mundial, afirma que la globalización consiste fundamentalmente en un nuevo período en la progresiva internacionalización del capital. A diferencia de la etapa anterior, en la que se internacionalizaba el capital- mercancía y el capital-dinero (a través de la inversión en el extranjero), en esta nueva etapa se internacionaliza todo el ciclo del capital. Es decir, además del capital-mercancía y el capital- dinero, se internacionaliza también el capital productivo. Ello se realiza a través de un agente activo: las empresas transnacionales. Se trata de una nueva fase del desarrollo del sistema capitalista o de la "internacionalización del capital", en la cual las empresas transnacionales desempeñan el papel activo; pero es preciso aclarar que el capital- mercancía, el capital-dinero y el capital-productivo son tres modalidades del capital industrial, las cuales no deben confundirse con el capital comercial, el capital financiero y el capital industrial, respectivamente -precisión que sí hacen Arriola y Aguilar. Ahora bien, para captar mejor el fenómeno es preciso profundizar un poco más en las fases de desarrollo del capital. Como ya lo señalamos, en la segunda fase se internacionalizó el capital comercial. En la tercera, a la que Lenin llamó imperialismo o fase superior -o a juicio de otros, la fase suprema del imperialismo- a la internacionalización del capital comercial se sumó la del capital financiero, comprendido por Lenin como la fusión de los capitales bancario e industrial. Esta fusión se manifestó en la inversión directa e indirecta, en distintos países del mundo. La fase actual se caracteriza por la profundización de las fases anteriores y la deslocalización de los procesos productivos industriales ya fragmentados, para disminuir los costos de las materias primas y auxiliares y la mano de obra, sacrificando a su vez la menor ganancia posible vía impuestos. Todo ello, acompañado por un proceso revolucionario colosal y veloz en la composición orgánica del capital y los medios de comunicación. Resulta claro que estamos hablando casi de lo mismo que José María Vidal, pero sin reducir nuestra interpretación a las categorías del segundo tomo de El Capital de Marx. Las consecuencias de la globalización, entendida, como un proceso que profundiza las fases anteriores del desarrollo capitalista y que, adicionalmente, deslocaliza y simplifica los procesos productivos, no son otras que aquellas que ya Marx veía como consecuencia de la la ley general de acumulación capitalista. Por una parte, la concentración y centralización del capital y, por la otra, la proliferación de quienes viven en la más abyecta miseria material y espiritual, lo único que a nivel planetario y con un descomunal deterioro del ecosistema, algo que Marx no podía siquiera imaginar. La cuarta globalización -que aún está en proceso- es claro que supera y asume a las tres anteriores. Y se trata, precisamente, de una globalización del capital, en sus tres modalidades particulares: la industrial, la comercial y la financiera. Pero lo importante es que no todos los capitales participan en el proceso de globalización, sólo el capital concentrado y centralizado a nivel mundial, cuya expresión empírica son las empresas transnacionales. Estas últimas son las que están impulsando la globalización. Para vencer la resistencia de los sectores populares y de unos cuantos gobiernos, temerosos del impacto negativo de la globalización sobre sus condiciones socio económicas y de sus consecuencias políticas, las empresas transnacionales se ayudan de organismos internacionales como el Fondo Monetario Internacional y el Banco Mundial o de instituciones regionales, aparentemente inofensivas, como el Banco Interamericano de Desarrollo y la Agencia Internacional para el Desarrollo. Estos organismos condicionan sus préstamos o sus "ayudas" a la introducción de una serie de cambios en los distintos países, los cuales se han dado en llamar ajuste estructural. Una de las finalidades implícitas del ajuste estructural es, primero, contrarrestar la tendencia decreciente de la tasa de ganancia, la cual responde a una exagerada desproporción entre el trabajo objetivado y el vivo o, si se prefiere, en la descomunal elevación de la composición orgánica del capital, nos referimos, obviamente, a las empresas transnacionales. Ejemplo claro de este fenómeno es la proliferación de las empresas maquiladoras, las cuales hacen el "trabajo sucio" de las grandes empresas transnacionales, pagando salarios bajos y negando la seguridad social. La industria de la maquila está conformada por todos aquellos otros elementos que caracterizan la sobre-explotación del trabajador asalariado, a los cuales ya hicimos referencia antes. Otra finalidad es ampliar los espacios de realización de las mercancías, por ejemplo, mediante la eliminación de las barreras arancelarias y no arancelarias. Finalmente, el ajuste también pretende ampliar la órbita de valorización del capital, acudiendo a la privatización y a la denominada modernización del Estado. En pocas palabras, se trata de readecuar los estados nacionales a nivel mundial en función de los intereses de las empresas transnacionales. Ahora bien, este proceso exige estabilizar las economías nacionales -controlar la inflación y el tipo de cambio- para lo cual se implementan, en lo fundamental, medidas monetarias, las cuales tienen un claro impacto recesivo, particularmente, en las actividades productivas. O bien, se busca reducir el déficit fiscal, incrementando los impuestos indirectos, que recaen sobre el consumidor, tal es el caso del impuesto al valor agregado, y reduciendo los gastos del gobierno, privatizando los servicios públicos y despiendo a trabajadores estatales. Adicionalmente, se adoptan medidas tendientes a que las economías nacionales se adapten al nuevo rol, determinado por los requerimientos o el desinterés, de las empresas transnacionales. De ahí la necesidad de recalificar la fuerza de trabajo, la tendencia a preferir al empleo femenino al masculino, la modificación de la estructura productiva agropecuaria -privilegiando nuevos productos-, el abandono de la industria sustitutiva de importaciones, la modernización del sistema financiero, la proliferación de los centros comerciales y la masificación del crédito, etc. Al hablar de globalización es preciso tener en mente todos estos elementos. Por eso tiene poco sentido que los gobiernos y las gremiales empresariales afirmen que þdebemos buscar la forma de insertarnos en la globalizaciónþ. Las empresas transnacionales son las que deciden realmente si un país se inserta o no en la globalización; permiten la articulación de una economía nacional a su globalización si encuentran que ésta tiene algún interés para sus planes mundiales. 3. Algunos datos para comprender la realidad mundial y nacional El impacto del proceso de globalización ya se ha hecho sentir a nivel mundial. Las 300 empresas transnacionales más grandes del mundo tienen activos equivalentes al 25 por ciento de los activos productivos mundiales. Y en 1994, según la Cumbre mundial sobre desarrollo social, se calcula que el 30 por ciento de la mano de obra -más de 800 millones de personas- no está empleado productivamente, es decir, está buscando trabajo en vano o está subempleado, ocupando empleos que apenas proporcionan lo suficiente para vivir. Esto conduce, necesariamente, a la pauperización relativa o absoluta de la población, dependiendo de una serie de factores que no es del caso entrar a considerar aquí. Pero se podría pensar que esos son los males crónicos del submundo capitalista. De allí que sea necesario recoger alguna información sobre la clase trabajadora del primer mundo: en el Reino Unido, por ejemplo, el 20 por ciento del total de la población empleada ahora trabaja a tiempo parcial, y en Francia, Alemania, los Países Bajos, Luxemburgo y España, la mitad o más de la oferta de empleo generada en el decenio de los 80 era para trabajadores contratados a tiempo parcial... en los países industrializados las mujeres constituyen del 40 al 50 por ciento de la fuerza de trabajo... En Europa, el pago a las mujeres en empleos no agrícolas es solamente entre el 70 y el 80 por ciento de lo que se les paga a los hombres, y en Japón es sólo el 50 por ciento. Además del desempleo estructural, fenómeno desconocido en los llamados países desarrollados que, en algunos de ellos como España, ya alcanza los dos dígitos, también existe otro tipo de fenómenos nuevos tales como la desproporción notable entre la economía real y el mundo financiero: El volumen diario de intercambios de divisas en el mercado interbancario supera los 2000 millardos de dólares... mientras que el valor global anual de las exportaciones representa aproximadamente 4000 millardos de dólares. Y se han magnificado fenómenos viejos como la repartición muy desigual de la riqueza: 250 personas tienen un ingreso anual de más de 45 millardos, globalmente eso equivale a los ingresos del 25 por ciento de la población mundial (China más Indonesia). El volumen de negocios global de General Motors, Royal Dutch-Shell y Exxon es superior al PNB de China. En lo que a la subregión de Centroamérica y el Caribe se refiere: El grado de apertura, medido como la relación entre las exportaciones y el PIB, representa arriba del 35 por ciento, lo cual nos ubica muy por arriba de Sur América, e inclusive de Africa, constituyéndonos en la región con mayor apertura. El grado de dependencia, estimado a partir de la relación importaciones-PIB, supera el 45 por ciento, lo cual nos ubica como más dependientes que Africa, Sur América y Asia. El PIB de Centroamérica apenas representa el 0.14 por ciento del PIB mundial, la actividad comercial es equivalente al 0.24 por ciento de las exportaciones mundiales y al 0.36 por ciento de las importaciones. ¨Y quiénes son los mayores exportadores? Estados Unidos con el 11.37 por ciento, Alemania con el 10.91 por ciento y Japón con el 8.63 por ciento. Ahora bien, solamente Europa occidental y Estados Unidos controlan el 59.4 por ciento de las exportaciones mundiales. En cuanto al producto interno bruto mundial, cuatro países -Estados Unidos, Japón, Alemania y Francia- controlan el 54.1 por ciento. O para decirlo, más rápidamente, tres bloques -el tratado de libre comercio de América de Norte, la unión europea y Japón-sudeste asiático- representas más del 75 por ciento del producto interno bruto del mundo, más del 70 por ciento de las exportaciones y más del 70 por ciento de las importaciones, pero representan menos del 22 por ciento de la población mundial. Por su parte, otros organismos internacionales, vinculados a Naciones Unidas, señalan que ...las empresas transnacionales... han tenido un crecimiento notable en los últimos años: entre 1980 y 1992, el volumen de las operaciones de venta de las empresas transnacionales se incrementó a más del doble, pasando de 2.4 billones de dólares a 5.5 billones, y para 1994 había 37 mil empresas matrices con más de 200 mil empresas filiales por todo el mundo. Acualmente, las empresas transnacionales controlan más del 33 por ciento de los bienes productivos del mundo, aunque, puesto que tienden a concentrarse en las industrias intensivas en capital, aquéllas sólo emplean directa o indirectamente a cerca del 5 por ciento de la fuerza de trabajo mundial. Pero el problema no se reduce a una simple concentración y centralización del capital, sino que, como muy bien lo señala el documento citado antes, se ha llegado a criticar a las empresas transnacionales en varios aspectos. Por ejemplo, se las ha acusado de explotar la fuerza de trabajo barata de los países en desarrollo, de comercializar productos que son peligrosos para la salud de la población, de evitar el pago de impuestos y de causar un deterioro grave al medio ambiente. Pero nada se hace al respecto, sino todo lo contrario: el GATT ha ofrecido a las empresas una mayor libertad y ha establecido normas que pueden penalizar a los gobiernos que traten de ejercer un mayor control sobre las empresas transnacionales. Y es que el poder comercial de estas empresas es incontrolable: las 37 mil matrices de empresas transnacionales... controlan casi el 75 por ciento de todo el comercio mundial de mercancías, productos manufacturados y servicios. Una tercera parte de este comercio se realiza al interior de las empresas... En estas circustancias, es menos probable que la liberalización del comercio genere mercados libres y competitivos.... Una última cita para concluir este apartado, referida a las empresas transnacionales y el medio ambiente: ...puesto que las empresas transnacionales están involucradas en un volumen tan grande de las actividades productivas mundiales, también contribuyen a formas más generales de deterioro ambiental: por ejemplo, son las productoras y consumidoras primordiales de las sustancias CFC que aniquilan el ozono, y también generan el 50 por ciento de las emisiones que se supone causan el efecto invernadero. Sin pretender ser adivinos, pero deseando poder ser predictivos, podemos afirmar que el capitalismo como modo de producción ha cumplido su ciclo histórico, ya dio de sí todo lo que podía dar, sin acabar con la vida misma. En consecuencia, más que el fin de la historia, lo que parece llegar a su fin es, o será, la historia del capitalismo. 4. ¨Qué espacios deja el capitalismo globalizado? ¨Y a quiénes? En el corto plazo, para el submundo capitalista está la maquila, con sus distintas modalidades; pero en la medida que continúe incrementándose el desempleo estructural, fenómeno novedoso, en los países de mayor desarrollo, aquélla no podrá mantenerse, porque no existirá una demanda solvente para ella. Eso además de los problemas particulares de carácter social de los países con maquila. Otros podrán continuar con su ritmo de crecimiento gracias a las exportaciones tradicionales y no tradicionales, ya sea articulados o no a las redes de las empresas transnacionales. Recordemos que la importancia económica del submundo capitalista es poco significativa. De allí que aun creciendo a una tasa promedio anual de entre el 5 y el 7 por ciento, ello no altera la realidad económica mundial. Por otra parte, mucha de la producción nacional - tanto manufacturera como agrícola- no tendrá capacidad para competir con los bienes importados y, por lo tanto, deberá cesar, generando un mayor contingente de desempleados, los cuales, para poder sobrevivir, tendrán que ubicarse en el sector no capitalista de la economía. En la actualidad, en el submundo capitalista, más del 50 por ciento de la población económicamente activa se encuentra en el llamdo sector informal de la economía. Mientras tanto, en el corto plazo, la generación de empleo en términos relativos y, consecuentemente, de ingresos y demanda solvente en el submundo capitalista urbano, animará a los gobiernos a proseguir con sus programas de ajuste estructural, sin percatarse que los indicadores macroeconómicos positivos tienen una base artificial e inclusive artificiosa. Pero esa visión optimista podría inducir a que los inversionistas se formen muy buenas expectativas de mediano plazo, se animen a contraer deudas para invertir y cuando venga el crack, sean arrastrados en la voragine de las quiebras mundiales. El fenómeno crack indica un quiebre económico suficientemente importante en cualesquiera de los eslabones de la actividad económica, ya sea real o financiera, el cual puede generar una reacción en cadena imposible de contener por ningún gobierno, dada la importancia mundial adquiridas por las empresas transnacionales. Esto se explica por la concentración de la actividad económica en unos pocos países y por la fuerte interrelación existente entre las empresas transnacionales, así como entre unos pocos países. Todo ello, en el marco de la desproporción existente entre las actividades reales y monetarias de la economía. Lo más probable es que el crack se origine en las actividades especulativas financieras. Una mala "apuesta" podría desencadenar una desconfianza tal que ni siquiera el Fondo Monetario Internacional pudiera contrarrestar. Pero a su vez, esa mala "apuesta" puede originarse en las reacciones impredecibles de la clase trabajadora europea o norteamericana. En estos países, el control sindical sobre las masas trabajadoras ha perdido peso, lo cual podría llevar a reacciones espontáneas e incontrolables. Fenómenos como el "caracazo" podrían presentarse en estos países, pero en una escala muchísmo mayor. A mediano plazo, el resultado de la globalización únicamente puede ser ampliar el sector no capitalista de la economía a nivel mundial. A corto plazo, la globalización produce un efecto paradójico: abre espacios a los sectores capitalistas de la economía pero, a la larga, acaba con ellos. Al mismo tiempo, parece cerrar el espacio a los sectores populares de la economía pero, a la larga, terminará dejándoles mucho margen. Ahora bien, para que este sector no sea arrastrado por la crisis general de la economía capitalista, la cual no es tan descabellado pensar que ocurra a nivel mundial, es necesario que los trabajadores no mercantiles y mercantiles simples, se transformen en sujetos reales de la nueva economía popular, lo cual exige a su vez que, a la mayor brevedad posible, implementen las que hemos denominado premisas de la nueva economía popular. Es importante repetir estas premisas porque, quizás así, aquellos sectores que conforma la nueva economía popular las asumen. La primera premisa es que cualquier unidad económica genere un excedente neto. La razón es simple y obvia: la generación del excedente neto posibilita la reproducción en escala ampliada y, al hacerlo, es posible cumplir los objetivos primarios de la nueva economía popular, generar nuevos puestos de trabajo, incrementar el nivel de ingresos y satisfacer las necesidades sociales de sus miembros. Esto es de suma importancia, ya que, de no ser así, no tendría ninguna viabilidad y tampoco razón de ser. Una estrategia económico social incapaz de generar excedentes netos no es una estrategia económica. Ello no implica que, en su primera fase, los nuevos proyectos permitieran la mera sobrevivencia para las mayorías populares; incluso las empresas capitalistas, en un primer momento, pueden operar con pérdidas. La cuestión es que ese momento debe de ser tan sólo una fase transitoria y cuanto más corta, mejor. Además, cuando haya excedente, su mayor proporción, si no su totalidad, debe ser reinvertido más que dedicado al consumo, ya que ello posibilitará un ritmo de crecimiento más rápido a las unidades económicas. A futuro, esto es más ventajoso para los integrantes de la comunidad. La segunda premisa es que la gestión económica debe ser eficiente, presupuesto elemental para generar el excedente neto. En el ámbito de la producción, ello implicaría generar mayor cantidad de valores de uso con el menor costo posible, esto es, optimizar los recursos. Obviamente, esto no significa, como en la producción capitalista, comprimir la remuneración de los trabajadores. La eficiencia en la actividad económica está vinculada al empleo de las técnicas apropiadas conforme a la disponibilidad de los recursos humanos y materiales, a la capacitación formal y tecno- administrativo y a la obtención y manejo de los recursos financieros y de las técnicas de comercialización adecuadas. Es indispensable cuidar el control de calidad de los productos y los servicios, porque como diría Marx, las mercancías, para realizarse como valores de uso, primero deben realizarse como valores y para realizarse como tales deben acreditarse como valores de uso. En términos generales, las unidades económicas de la nueva economía popular deben operar como empresas auténticas, aunque su carácter sea autogestionario. Esto no puede ni debe ser excusa para la ineficiencia o el despilfarro de los ingresos. El lujo y el despilfarro son los gastos de representación del capital, pero la nueva economía popular no tiene por qué emular las prácticas de un sistema que le es ajeno. La integración inter e intrasectorial es otra premisa básica para la nueva economía popular. Esta integración no implica pretensiones de autarquía, pero es obvio que cuanto más integradas se encuentren las diferentes unidades de la nueva economía popular, mayor posibilidad tendrá ésta para lograr un crecimiento autogenerado y dinámico. El aumento y el desarrollo de las unidades económicas incrementa los ingresos, lo cual, a su vez, aumenta la demanda de bienes y servicios de consumo. Esto generará una demanda mayor de medios de producción, lo cual, a su vez, se traducirá en un aumento de la producción de esos productos y así sucesivamente. El dinamismo de la nueva economía popular se encuentra en ella misma, lo cual asegura un crecimiento sostenido y sostenible. Esto se comprende mejor si consideramos que la nueva economía popular presupone implícitamente la imposibilidad de la concentración de los ingresos en manos de los sujetos individuales. Ahora bien, como no pretende la autarquía económica, tampoco buscará autoabastecerse ni se cerrará a la realización de sus mercancías en el sector capitalista. Pero esto es un medio para lograr un funcionamiento mejor y no un fin en sí mismo, ya que, de lo contrario, colocaría el motor de su crecimiento fuera de sí y con ello perdería su propia dinámica. Sin embargo, esta integración no es posible si la asignación de recursos se deja al mercado. Por eso, al menos en su primera fase de desarrollo, la nueva economía popular debe contar con algunas instancias de coordinación y planificación. Aquellas organizaciones que, de una u otra manera, promueven proyectos económicos en los sectores populares, deben estar coordinadas. Esta es la única manera para evitar el desperdicio de los esfuerzos y los recursos así como también posibilita generar los eslabones necesarios para integrar a las diferentes unidades económicas que integran la nueva economía popular. Las empresas existente bajo la forma de economía popular con gran potencial para transformarse y formar parte de la nueva economía popular también deben estar coordinadas. Para comprender la importancia y la necesidad de la coordinación basta con pensar en la cantidad de instituciones gubernamentales y no gubernamentales comprometidas con los sectores populares que si no realizan un esfuerzo coordinado podrían incluso llegar a entorpecer sus propios trabajos, además de imposibilitar cualquier esfuerzo planificador. La planificación, por otra parte, es el complemento de la coordinación, puesto que no sólo posibilita la integración de la nueva economía popular, sino que también concretiza los esfuerzos de coordinación. La planificación ofrece la ventaja de posibilitar un crecimiento armónico y proporcionado de las diferentes ramas y sectores de la nueva economía popular, evitando los costos de efectuar correcciones a posteriori, tal como lo hace el mercado. Es preciso revalorar la planificación en el interior de las unidades económicas como en el conjunto de la nueva economía popular con vistas a obtener la eficiencia social máxima. No es un sustituto del mercado, sino un correctivo o regulador. En este sentido, la planificación es compatible con el mercado, pues lo complementa. La planificación vendría ser como el lazarillo de la ceguera del mercado, el cual le evita caer en el despeñadero. La última premisa básica de la nueva economía popular es la organización de las unidades económicas, las comunidades, las actividades y los sectores. La organización es tan necesaria e importante a nivel de una unidad productiva -la cooperativa, por ejemplo- como a nivel de las demás unidades dedicadas a la misma actividad. Esta organización es muy importante para hacer posible las premisas anteriores de la nueva economía popular y para transformar en fortaleza la debilidad individual de las unidades económicas. Un pequeño productor de granos básicos, por ejemplo, individualmente considerado, es débil por su incapacidad para influir en las decisiones económicas que le atañen; sin embargo, si existiera una asociación nacional de productores de granos básicos, tendría la fuerza económica y política necesaria no sólo para vetar la implementación de cualquier medida económica que le fuera desfavorable, sino que también para exigir aquellas acciones que le favorecen a él y a los demás asociados. Sólo a través de la organización es posible ir avanzando hacia la novedad en las formas económicas, acordes con las necesidades de los diferentes agentes económicos. La organización, al potenciar al individuo, crea las bases para asimilar las ventajas de las formas asociativas en materia económica, en tanto que la fortaleza del individuo no proviene de su individualidad, sino de su unidad, con lo cual el sujeto colectivo va desplazando al individual y el nosotros va reemplazando al yo. No se niega al individuo, pero sí se cuestiona el individualismo, por su carácter dispersor y debilitante. La nueva economía popular es y ha surgido de, en y para los sectores populares, aunque no se hayan ocupado de darle un nombre, ni una sistematización teórica. Los sujetos teóricos e históricos de esta realidad fluyente son las mayorías populares o los "pobres con espíritu" a que se refería I. Ellacuría, los cuales pueden ser reales o potenciales. Sujetos reales son las comunidades de repobladores y repatriados, incluyendo a los desmovilizados del FMLN y algunos de la Fuerza Armada; el sector cooperativo, el tradicional y el surgido a raíz de la reforma agraria; un segmento del denominado sector informal urbano, que ha logrado organizarse y está sustituyendo el yo por el nosotros y algunos marginales urbanos, quienes con el auxilio de las iglesias o las organizaciones no gubernamentales, han conformado sus propias organizaciones para hacer frente a sus problemas sociales, pero lo que es más importante aún, a sus problemas económicos. Los sujetos potenciales los campesinos, los empleados públicos y privados de bajos ingresos, los informales urbanos no organizados, los desempleados y toda la población que sufre los efectos del sistema, pero que aún no logra articular su propia alternativa, ni articularse a la estrategia popular. Son sujetos potenciales porque pueden ser absorbidos por este proyecto en marcha y porque necesitan de él, dadas las tendencias excluyentes del sistema capitalista. Para tener una idea de la magnitud de estos sujetos reales y potenciales, excluyendo a los trabajadores del sector público y privado, baste con señalar que en los últimos años las encuestas de hogares registran que más del 50 por ciento de la población económicamente activa se encuentra en el sector no formal de la economía. La actuación distinta de los sujetos de esta nueva economía popular frente a la tradicional de los sindicatos y las asociaciones de trabajadores vinculados al serctos público y privado dar razones para el optimismo. Luis Razeto califica a esta actuación como solidaria alternativa. 1. Se parte de la vivencia de necesidades que deben ser enfrentadas colectiva y organizativamente. Las necesidades identificadas y asumidas por la organización son no sólo las necesidades básicas sino también otras necesidades humanas, como las de participación, de afecto, de conocimiento, de convivencia, de cultura, etc. Predomina un concepto de necesidades integrales, que son asumidas no sólo como carencias, sino también como potencialidades a ser desarrolladas. 2. Las necesidades básicas insatisfechas (carencias) son vividas y asumidas como derechos económico- sociales que han sido conculcados. Estos tienden a ser comprendidos como derechos que tienen las personas por igual y que la sociedad debe satisfacer, independientemente de los méritos y esfuerzos de las personas afectadas. 3. Así entendidos, los problemas y los derechos dan lugar a la búsqueda de los recursos necesarios para satisfacerlos. 4. La búsqueda de los recursos da lugar a la formulación de proyectos, que anticipan las acciones necesarias para enfrentar las necesidades. Los proyectos suelen ser presentados ante instancias de las que se espera el aporte de los recursos que faltan. 5. Acción directamente orientada a la solución de los problemas con el propio esfuerzo. 6. Tipo de organización: asociación de sujetos, pequeños grupos donde es importante que los integrantes se conozcan personalmente. 7. Acciones pequeñas y continuadas, cotidianas, que van constituyendo, en conjunto, un proceso vital con sentido de conjunto. 8. Valores fundamentales para el éxito: la cooperación y ayuda mutua, la eficiencia, la laboriosidad. 9. Tipo de conducción: participativa, descentralizada, técnica. 10. Modo de la transformación esperada: acción sobre las realidades sobre las que se tiene influencia actual. Ser alternativo en lo chico y avanzar hacia la transformación de lo grande en términos de þexpansión de lo microalternativo en lo macroestablecidoþ. 11. Modo de coordinación entre las organizaciones de base: horizontal, por coordinación entre iguales, sin delegación de poder, articulando las instancias superiores por vínculos de información y no de poder. Formación de þredes socialesþ. 12. Agentes externos importantes: las instituciones de apoyo, especialmente las organizaciones no gubernamentales. 13. Problema ideológico-político: la relación entre las instituciones de apoyo, las organizaciones de base y las redes de coordinación. 14. La solución de los problemas y la satisfacción de las necesidades se espera del autodesarrollo de los propios sujetos organizados. Los pueblos que avancen en esta línea se encontrarán en mejores condiciones para despegar y articular un nuevo proyecto de sociedad alternativo a la organización social capitalista cuando llegue la crisis del sistema, ya sea a nivel del submundo o del mundo capitalista. Con todo, pudiera ser que la crisis anunciada no se presentara; sin embargo, una cosa es clara: el capitalismo no puede ofrecer alternativas a los sectores populares, ya que de suyo genera pobreza y marginación social. Por eso, la nueva economía popular es una auténtica estrategia de vida, pese a que, en la actualidad, para muchos políticos, investigadores y académicos no resulte muy convincente. A nivel de la realidad empírica, en cambio, los pobres y marginados marchan por esta senda y somos cada vez más aquellos que apostamos por esta realidad nueva, aunque germinal. 5. Factores e instituciones que pueden incidir en el desarrollo de una estrategia popular Ciertamente, las organizaciones económicas populares se desarrollan en un tiempo y espacio determinados, en los cuales, así como existen factores cuya incidencia puede ser positiva, también puede ser negativa. Igual ocurre con las instituciones, dentro de las cuales, incluimos por facilidad de exposición a las organizaciones no gubernamentales. De allí que se imponga la necesidad de analizar, al menos, los factores más relevantes. Entre los factores de carácter exógeno de mayor impacto está el fenómeno de la globalización y las acciones de los programas de ajuste estructural que lo preceden, las cuales, si bien dejan como resultado un incremento en términos absolutos del número de pobres, también generan un espacio económico y social para el surgimiento y desarrollo de las organizaciones económicas populares en los Estado naciones. Pero en la medida en que el fenómeno es mundial, también se abren posibilidades para una globalización de dichas organizaciones, lo cual, visto de manera optimista, podría conducir, en un futuro mediato, a una economía mundial de carácter dual. Por un lado, estaría el mundo de las empresas transnacionales, los sujetos reales de la globalización tradicional y, por el otro, el mundo de las organizaciones económicas populares, donde los ex pobres serían los sujetos de la globalización alternativa. Aunque esto puede parecer poco serio, existe ya entre los países del mundo capitalista y del subdmundo capitalista, de manera embrionaria, lo que se ha denominado "comercio alternativo". En el primer mundo, esta modalidad se fundamenta en el llamdo þconsumidor conscienteþ, que privilegia los productos þlimpiosþ, es decir, aquellos que no contaminan el medio ambiente y son producidos por organizaciones económicas populares. En este respecto, se abre un nuevo espacio para las actividades de nuestro Comité de Defensa del Consumidor, ya que así como cuestiona el uso y consumo de ciertos productos, también podría promover entre los consumidores el concepto del "consumidor consciente" y luego promocionar el consumo de aquellos productos de las organizaciones económicas populares. Así, por ejemplo, debería de promocionar productos tales como el café Chambita, las confecciones Jaraguá de la Comunidad Segundo Montes, los camarones y la sal de Sisiguayo, los zapatos de San Antonio Los Ranchos, las artesanías de Guarjila, etc. Desde la perspectiva de la filosofía moral se presenta también como una responsabilidad ciudadana: el qué, el cómo y el cuánto consumir, lo cual potencia a las organizaciones económicas populares, pues ofrece un fundamento ético filosófico para un consumo alternativo, el cual exige a su vez una producción alternativa. O dicho en otros términos, la mejor forma para solidarizarnos con los pobres es optar preferentemente por aquellos productos de las organizaciones económicas populares. Repárese que hablamos de una opción preferente, suponer otra cosa no sólo sería un absurdo, sino también imposible, dados los límites de la oferta de la producción popular. Entre los factores endógenos cabría mencionar dos. El primero hace referencia a la competencia capitalista y el segundo a la crisis económico financiera por la que atraviesan en la actualidad las organizaciones económicas populares, en particular las agrarias. A estas alturas es obligado preguntarse por los problemas que presenta la competencia capitalista. La pregunta es más importante en cuanto que la competencia se considera más una solución que un problema. Aparentemente resuelve la ineficiencia de las empresas, al punto que el mercado pareciera decir -por boca de sus apóstoles- "dejen que las mercancías vengan a mí". Pese a ello, la competencia es un problema por una razón simple: la competencia capitalista podría acabar con los gérmenes de la nueva economía popular como estrategia económica alternativa, reduciéndola a una modalidad del sector informal (no organizado) y ya sabemos lo que éste da de sí. En este momento, los esfuerzos productivos de las comunidades son incipientes, algunos están en gestación o capacitan a su personal, otros ya han superado las debilidades de la producción pero aún no dominan las técnicas de la comercialización, otros en cambio se encuentran en fase de consolidación. Es evidente, pues, que se encuentran en condiciones de extrema desigualdad. Por lo tanto, pretender competir en estas circunstancias sería ilusorio y, si se llegara a intentar, los proyectos estarían condenados al fracaso. Cuando El Salvador lanzó su procedo de industrialización en base a la sustitución de importaciones, usó una consigna que decía: "Consuma y use lo que El Salvador produce". Independientemente de los efectos que pudo haber tenido tal campaña de concientización, lo cierto es que evidenciaba la necesidad sentida por la emergente fracción industrial de que se consumieran aquellas manufacturas producidas nacionalmente. La necesidad que se presenta a la producción de los sujetos de la nueva economía popular es similar, ya que la realización de la producción, o sea, su venta, es condición necesaria para continuar con el ciclo productivo. De no realizarse lo producido, no tiene ningún sentido seguir produciendo y si no se sigue produciendo, no es posible conservar los puestos de trabajo, ni los ingresos de los trabajadores. En consecuencia, que los miembros de la comunidades consuman o demanden aquellos productos que ofrecen las mismas comunidades es de su propio interés, ya que de esa manera posibilitan vender lo que producen, que continúe el ciclo productivo, que se conserven sus empleos y, consecuentemente, sus ingresos. Comprender este argumento sencillo es la primera condición para hacer frente a la competencia capitalista. Este debiera ser el punto de partida para motivar a los miembros de las comunidades por parte de sus dirigentes, de los promotores de las organizaciones no gubernamentales y de todos aquellos cuya voz incide en ellos. Evidentemente, esto no basta, pero es importante, en cuanto que consumir es un acto cultural. Las prácticas de consumo en el sistema capitalista están determinadas por la manipulación de la conciencia a través de la publicidad. En las comunidades, por lo tanto, se debe realizar un trabajo concientizador similar, aunque con fines diferentes. Se trata de una concientización liberadora, mientras que en el capitalismo se trata de una concientización alienante, o si prefiere, de una deformación de la conciencia. El otro factor endógeno es la crisis económica financiera de las organizaciones económicas populares en el agro. Al escribir estas líneas el tema es debatido por los integrantes del Foro para la Defensa y Recuperación del Sector Agropecuario y el gobierno. Si el gobierno tuviera una visión de largo plazo, comprendería fácilemente que resulta menos costoso para la sociedad como un todo asumir las deudas bancaria y agraria de los beneficiarios de las distintas fases de la reforma agraria y de los del programa de transferencia de tierra, que cargar con los costos sociales, políticos y económicos futuros. Estos costos provendrían del hundimiento en la miseria de estos sectores, al ser despojados de la tierra o al negarles acceso al financiamiento. Dado que las las organizaciones económicas populares tienen relaciones muy estrechas con las organizaciones no gubernamentales, es preciso reflexionar sobre las actitudes, las visiones y los compromisos de éstas últimas con las primeras. El asistencialismo y el paternalismo de los promotores ante los sujetos pobres bloquea el desarrollo de éstos como sujetos y genera dependencia. Otra actitud perjudicial es la sustitución, que menosprecia la capacidad real y potencial de los pobres. Cuando el promotor los sustituye, los pobres dejan de ser sujetos de sus proyectos. El oportunismo convierte a los beneficiarios en mero pretexto del cual se aprovechan algunos miembros de las organizaciones no gubernamentales. Estas actitudes, obviamente, imposibilitan una real estrategia anti-pobreza. ¨Cuál debe de ser, entonces, la actitud apropiada? La solidaridad y el acompañamiento, que reconocen la sujetualidad de los pobres, estimulan la participación y la auto-gestión, utilizan los recursos de manera eficiente, posibilitan recuperar la dignidad y la auto-estima de los pobres, propician el desarrollo de sus capacidades potenciales y estimulan y potencian nuevos valores, tales como la unidad, la cooperación, etc. Ciertamente, dependiendo de cuál sea la visión que tengan las organizaciones no gubernamentales, así serán los resultados que buscarán obtener. Si se trata de una visión conservadora, es obvio que, sencillamente, buscará legitimar el status quo y los resultados benéficos para los pobres, de existir, serían ínfimos. Si visión predominante es anti-modelo, habrá conciencia de los impactos negativos del neoliberalismo en el empleo y, por lo tanto, buscará promover proyectos que lo generen. Aunque se puede conseguir algo, esta no es una alternativa eficaz, eficiente y sostenible. Los resultados de estas dos visiones son limitados, debido a la estrechez de su enfoque. Otra alternativa es partir de las experiencias exitosas de los pobres, rescatando la novedad: su organización, su concepción de las carencias -como los derechos humanos que les han sido negados-, la gestación de valores nuevos -la solidaridad y la cooperación activas- y una mayor conciencia de su dignidad y autoestima. Los pobres, por medio de sus organizaciones económicas populares, no sólo han disminuido su nivel de pobresa, sino que también han potenciado sus capacidades, consiguiendo satisfacer otras necesidades. La sistematización de estas experiencias y la visión de totalidad permiten una promoción humana transformativa, la cual va de lo microestablecido a lo macroalternativo. Un tercer elemento clave para que el trabajo de las organizaciones no gubernamnetales sea fructífero tiene que ver con el tipo de compromiso contraído con los sujetos. Los compromisos pueden ser políticos, religiosos o puramente humanos (solidarios). Los dos primeros, obviamente, son interesados y, en consecuencia, podrían condicionar su apoyo y su trabajo a la consecución de determinados fines políticos o religiosos. De allí que el tipo de compromiso requerido por una auténtica estrategia anti- pobreza debe privilegiar lo solidario. ¨Por qué acompañar y apoyar los esfuerzos, las iniciativas y los proyectos de los pobres? Sencillamente, porque ellos también son seres humanos a quienes les han sido negados sus derechos. Por lo tanto, la mejor forma de humanizarnos es posibilitar la humanización de los pobres. Este planteamiento no excluye o descalifica a las organizaciones no gubernamentales comprometidas política o religiosamente, pero destaca que su compromiso con los pobres no debe de ser mediatizado por lo político partidario o por lo religioso confesional. En consecuencia, las organizaciones no gubernamentales u otras instituciones contribuirán a resolver los problemas de la pobreza en la medida en que apoyen y acompañen, que asuman las realidades exitosas de los pobres y busquen, a partir de ellas, contribuir a desarrollar una experiencia alternativa y, finalmente, que su compromiso sea eminentemente humano, solidario. 6. Reflexión final La preocupación fundamental de estas páginas no es buscar la forma para þmejor insertarnosþ o þparticipar con ventaja en la globalización. De ello se ocupan quienes piensan que eso es posible. El propósito de este artículo es desvelar la realidad esencial de la globalización para comprender mejor sus manifestaciones fenoménicas y, a partir de allí, señalar que si bien la globalización promete a quienes creen en ella, no es irremediable ser sus víctimas. Se quiere afirmar confiadamente que no todo es negro en el horizonte para los sectores populares tal como pudiera parecer a primera vista. Apariencia que ha llevado a más de alguno de los antiguos señores de los antiguos soñadores combativos a perder la esperanza, sucumbiendo ante las þtentacionesþ del sistema. La preocupación se centra en la pobreza y la marginación social de las mayorías populares. De ahí el interés por mostrar la existencia de alternativas, incluso en el interior del sistema. Esas alternativas podrían convertirse en solución permanente para los pobres de este mundo. Claro está, para ello es preciso empujar el carro de la historia por el sendero que lleva hacia la construcción de un proyecto económico alternativo que beneficie a los sectores populares. Este proyecto no podrá ser realidad a base de voluntarismos, pero requiere de mucha voluntad, sobre todo cuando parece que sólo convence a unos cuantos y es más rentable -al menos la rentabilidad política parece mayor- propugnar por un proyecto de nación, fundamentado en el interés nacional y cuyos ejes serían la concertación y la "reconciliación" nacional. Un proyecto de esta naturaleza es atractivo y si no fuera porque existen las clases sociales antagónicas -las que poseen difentes intereses económicos, que se traducen en visiones de la sociedad y del mundo y en acciones políticas diferentes-, todo estaría bien. El gran problema radica en que no es posible concertar mejores condiciones de vida para la mayoría de la población, para los pobres por ejemplo, a costa de disminuir las ganancias de los empresarios capitalistas, ya que éstas no son negociables. Los acuerdos de paz son un buen ejemplo. Se negociaron muchos aspectos supraestructurales, incluso la Fuerza Armada, pero a duras penas se habló del tema económico. Por eso es preferible no hacerse ilusiones y ser realistas auténticos, algo muy distinto del falso realismo pragmático. Si se persiste en un proyecto de nación fundamentado en el desarrollo con equidad, los dueños del capital dirán que es preciso tener paciencia, que el desarrollo provendrá como fruto del "rebalse" y mientras éste llega, es necesaria la reconciliación social, porque la economía para crecer necesita de un clima de tranquilidad y de estabilidad política y social. ¨Y mientras tanto? Aun suponiendo que tal afirmación tuviera alguna dosis de verdad, que se mueran los pobres! Siendo así las cosas, ¨por qué no enfocar nuestra atención y nuestros esfuerzos en las experiencias populares ya existentes y tratar de colaborar para que éstas se consoliden y desarrollen, de modo que exista una alternativa real y concreta, a partir de la cual avanzar hacia un proyecto alternativo de sociedad?