Carta a las Iglesias AÑOXXII, Nº499-500, 1-30 de junio

Indice

 

 

 

 

 

Número 500 de Carta a las Iglesias

 

El lector tiene en sus manos el número 500 de Carta a las Iglesias. Todo comenzó hace 21 años, en julio de 1981, y quisiera contar brevemente cómo fue.

Monseñor Romero había sido asesinado y no resonaba ya su palabra dominical. El silencio se cernía sobre El Salvador, sobre los pobres, sus sufrimientos y la opresión en que vivían, y también sobre su fe, sus luchas y sus esperanzas –y ese silencio llegó hasta Europa. Seguían allí, animosos, grupos solidarios, pero echaban en falta la palabra de Monseñor. Era la palabra "limpia y clara como el agua que baja de los montes" –como decía Rutilio Grande de la palabra de Dios.

Pues bien, en aquellos años también estaba en Europa Ignacio Ellacuría, exiliado desde noviembre de 1980. Le llegó la sensación de orfandad que producía aquel silencio mencionado, y no lo pensó dos veces. Nos escribió a la UCA animándonos a que de alguna forma escribiésemos y difundiésemos la verdad de la Iglesia salvadoreña. Personalmente me vino a la mente lo que solía decir Karl Rahner: "la realidad forcejea por tomar la palabra". Eso es lo que ocurría con la sufrida realidad salvadoreña y buscaba una voz. Por eso, aquí en la UCA nos pareció una seria obligación moral dar palabra a la realidad.

Sin saber exactamente a dónde ibamos, con la modestia de recursos de todo tipo, decidimos comenzar, pues lo único que no podíamos hacer era guardar silencio. Discutimos sobre el nombre de la nueva publicación, y, si mal no recuerdo, a Nacho Martín-Baró se le ocurrió el de "Carta a las Iglesias". "Carta", es decir contar las cosas importantes que deben ser conocidas, también lejos de nuestras fronteras. Si se quiere, ganar la batalla al silencio y a la manipulación oficial. "A las Iglesias", aunque no sólo a ellas, sino a cualquier ser humano de buen corazón, para hacerles presente al Cristo de hoy, salvadoreño y crucificado, y pedirles su amor y creatividad para bajarlo de la cruz. Y para ofrecerles también la realidad de los pobres de este mundo, de las comunidades y los mártires, de obispos como Romero, sacerdotes como Rutilio, religiosas como Ita, Maura, Dorothy y Jean. Pedíamos, con sinceridad, solidaridad. Y ofrecíamos, con alegría, fe, esperanza y caridad.

Así comenzó "Carta a las Iglesias". En su gran primera época lo fundamental fue dar palabra a las comunidades, su sufrimiento, su persecución, su martirio y su esperanza. Algunas veces nos decían que estábamos escribiendo "El Nuevo Testamento de la Iglesia salvadoreña". Terminado el conflicto bélico, con altibajos, hemos pretendido mantener lo central de aquella tradición. En nuestra opinión, sigue siendo necesaria, en definitiva, porque proviene del mismo Jesús, y por que está siendo sustituida por la proliferación de otras formas de ser Iglesia con el peligro de hacernos olvidar lo mejor de la Iglesia salvadoreña e incluso de infantilizar.

En la intención, al menos, este es el servicio que queremos prestar: mantener vivo y salvadoreño al Jesús de Nazaret, que pasó haciendo el bien, crucificado por defender a los pobres y resucitado por el Padre. Mantener vivo al Vaticano II ("los gozos y esperanzas, las tristezas y angustias de los pobres") y a Medellín ("en los pobres está Dios, y en ellos hay que servirle"). Mantener vivo -con todo lo que haya que actualizar, e historizar- lo más nuestro: la pléyade de mártires y testigos con San Romero de América a la cabeza.

Las cosas nunca salen bien del todo, por supuesto, por eso también esta Carta a las Iglesias tiene muchas limitaciones. Pero en una de ellas –actual– no quisiéramos caer: movernos según sople el viento de la moda. Pensamos sinceramente que Jesús de Nazaret más se sigue pareciendo al que predicó Rutilio en Apopa que al Cristo etéreo, intemporal, poco salvadoreño, de muchos cantos de nuestros días.

Para terminar, es obligado el agradecimiento. A Christian Aid, CAFOD y Fastenopfer, instituciones que han hecho posible esta publicación con sus recursos y su cariño humano. A los lectores, con sus comentarios, apoyo y críticas. Y al pueblo salvadoreño que sigue dando que hablar en sus sufrimientos y esperanzas. Eso es lo que quiere recoger Carta a las Iglesias.

Jon Sobrino

 

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Nuevo rebrote de dengue

En 2000, la epidemia de dengue segó la vida de una treintena de personas, fundamentalmente niños. El Ministerio de Salud fue duramente criticado por la tardanza e ineficacia de las medidas adoptadas. El sistema nacional de salud colapsó. Este año, ante el rebrote del virus en la zona central del país, las autoridades de Salud han decretado estado de emergencia en cuatro departamentos. Los diputados de derecha de la Asamblea han decretado estado de calamidad pública, autorizando al Ejecutivo para utilizar a su antojo fondos extraordinarios y así combatir la mortal enfermedad.

Ya han muerto cinco niños y el virus amenaza con cobrar más fuerza que hace dos años, como han señalado algunos sectores cercanos al sector salud. Sin embargo, hay realidades que, desde hace mucho, se mantienen invariables en el país: el sistema nacional de salud, con todos sus componentes, sigue siendo inoperante, ineficiente e incapaz de cubrir las demandas de la población.

No sólo eso. Las autoridades del ramo siguen manteniendo un discurso que legitima la baja inversión pública y defiende la privatización de los servicios de salud, en consonancia con los organismos internacionales. De ponerse en práctica estas medidas, los más pobres serían los más afectados y se renuncia al principio de atención comunitaria de salud. Adicionalmente, siguen imperando en el país condicionantes sociales y naturales que agravan la situación en tiempo de epidemia. Por tanto, aunque se trata de un nuevo rebrote de dengue, salen a la luz serias y viejas deficiencias.

Quizá sea la cuestión política el mayor obstáculo para resolver el problema. La tardanza en la reforma del sistema nacional de salud obedece a la pugna entre diversos intereses. Unos defienden la descentralización de los servicios, el consenso, el combate a la corrupción y una mayor cobertura nacional; otros proponen eliminación de subsidios y privatizaciones disfrazadas de concesiones. Se trata de distintas ópticas y lecturas de la realidad. En términos generales, los sucesivos gobiernos de ARENA, comprometidos con la agenda de las privatizaciones y otras medidas de orientación neoliberal, han tratado de reducir a su mínima expresión la participación del Estado en los sectores sociales, lo cual resulta escandaloso ante las crecientes demandas irresueltas.

En esta lógica, la salud es concebida como una mercancía y, por ende, como una fuente de lucro. Por esta razón, la privatización de la salud persigue abrir a las fuerzas del mercado un servicio que, por su mismo carácter, debe extenderse a todas las franjas poblacionales, sin menoscabo de su calidad. Por otro lado, la enfermedad es entendida como una anomalía estrictamente biológica, deslindándola del entorno sociocultural. Esta perspectiva determinista, fatalista y por demás ilusoria, explicaría las lapidarias palabras del ministro de salud, José López Beltrán, refiriéndose al dengue: "tendremos que vivir con esa lacra".

El mismo obstáculo se ha impuesto en el dilema del presidente Flores en el momento de aceptar la ayuda de médicos cubanos que se ofrecieron desde la remota Angola para unirse al combate del dengue. La ciudadanía apoyó la ayuda de los médicos cubanos; pero, una vez más, los criterios políticos primaron en la toma de decisiones de los gobernantes salvadoreños.

En caso de epidemias, la cuestión socioeconómica ha sido un difícil enemigo a superar. Los estudios han demostrado que los hogares pobres y hacinados son los más propensos a enfermedades. Las condiciones de insalubridad han contribuido a la facilidad de propagación de los virus. Por tanto, proseguirá el binomio pobreza-enfermedad, y mientras no se alcance una base social más equitativa seguirá habiendo más víctimas mortales.

A esto se suma un problema de actitudes y de valores. Hay en El Salvador una escasa cultura de prevención y de colaboración ciudadana. Con razón, una de las críticas, acertadas, de las autoridades de salud ha sido, precisamente, la poca colaboración de los ciudadanos durante las campañas de fumigación y verificación de incidencia larvaria. En este punto, la organización ciudadana ha sido una de las grandes ausentes.

Adicionalmente, prevalece en el país una cultura de desinformación y desconocimiento generalizados sobre cuestiones prácticas sobre comportamientos de los virus y síntomas de las enfermedades, lo cual habría incidido en la disminución de muertes y el tratamiento inmediato de víctimas. En este sentido, las autoridades de salud han reaccionado tardíamente con campañas, no sólo de concientización, sino de difusión en comunidades marginales, áreas densamente pobladas y zonas ya identificadas por la alta incidencia larvaria.

Por último, está el factor ambiental. El desordenado crecimiento urbano ha socavado ininterrumpidamente las reservas forestales y los mantos acuíferos salvadoreños. Es determinante que la falta de agua en algunos sectores de San Salvador –que, además, concentran grandes masas poblacionales– ha limitado grandemente un tratamiento eficaz de los potenciales criaderos de zancudos.

Por todo lo anterior, del rebrote de dengue no pudo haberse esperado más que muertes, escasa colaboración ciudadana y una débil respuesta institucional. Ciertamente, parece que la presencia del virus ha tendido a disminuir, pero eso no se ha debido a una eficiente labor gubernamental, sino al ciclo mismo del virus y a la paulatina toma de conciencia de la ciudadanía que parece despertar ante la muerte de los infantes inocentes.

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El dengue y las Iglesias

Iglesia Católica. El arzobispo Fernando Sáenz Lacalle hizo un llamado a la población para que colabore con el Ministerio de Salud e instó a tomar medidas de precaución. En todas la iglesias católicas el domingo 16 fue leída una carta para que todos los católicos participen en la campaña. Por lo que toca a la venida de médicos cubanos, no quiso pronunciarse, aunque consideró que habrá sus razones políticas para que el gobierno no los deje entrar.

Iglesia Episcopal. Anunció que entregará gratis "abate" para combatir al zancudo propagador del dengue y que pone a disposición de la ciudadanía su clínica de asistencia. El abate es un químico para evitar que se reproduzca el zancudo. Los interesados pueden retirar bolsitas con abate en los templos de la Iglesia Episcopal o en la oficina diocesana.

Iglesia Luterana. Es la iglesia que ha tomado una postura más clara sobre el asunto de los médicos cubanos. Ha pedido al gobierno aceptar la ayuda de los médicos que vienen de Cuba. El obispo Medardo Gómez aclaró que no es lo mismo traer médicos cubanos que están en Miami, pues éstos no tienen la vivencia del dengue y están acostumbrados a otro ambiente. "Nosotros reconocemos que el país con mayor experiencia contra el dengue es Cuba y para tener este conocimiento hay que vivir en un lugar que es azotado por esta epidemia". De ahí que los médicos que residen en Cuba son los que conocen más de la enfermedad.

Criticó que el gobierno salvadoreño haya declarado tardíamente la emergencia, "pero, como no se trata solamente de cuestionar, proponemos que se acepte la ayuda cubana, y que se dejen de lado las banderas políticas o altercados que hayan tenido ambas naciones". Añadió que "hay que deponer cualquier resabio egoísta personal o de compromiso político, para dar una buena batalla contra la enfermedad, que no se quede sólo en resultados inmediatos, y tropezar de nuevo con la misma piedra".

"Como Iglesia Cristiana le pedimos al gobierno que no espere más muertos y que permita a los experimentados médicos cubanos se unan a la batalla contra la muerte. Un solo niño o niña víctima mortal del dengue ya sería más que suficiente para decretar emergencia".

 

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Dios quiere que la gente coma

9; Siglos antes de Jesús, hacia el año 750, reinaba en Israel Jeroboam II, y con él las injusticias, la miseria y el hambre. En ese contexto el libro del Deuteronomio hace una declaración de principios de parte de Dios: "que no haya ningún pobre en tu tierra" (Dt 15, 4). Y como para el pobre comer es siempre un problema el texto dice poco antes que "vendrá el emigrante, el huérfano y la viuda que están en tus ciudades, y se saciarán" (Dt 14, 29). Así puede describirse la utopía de Dios: "que todo el mundo coma".

Y también la de Jesús. Jesús dedica su vida a defender al pobre y por ello hace de la comida y el pan algo central. Come con pecadores y publicanos (Mc 2, 15-17), gesto que no se reduce al puro comer, pero que lo incluye. Hace poco caso de las abluciones rituales religiosas antes de la comida (Mc 7, 2-5; Mt 15, 2), instituciones humanas aquéllas y voluntad divina ésta. Multiplica los panes para recalcar que al hambriento hay que darle de comer, y el relato dice explícitamente que "comieron y fueron saciados" (Mc 6, 30-44; Mc 8, 1-10; Mt 15, 32-39). Ante las masas hambrientas dice a sus discípulos: "dénles de comer" (Mc 6, 37). En la oración más específica suya, Jesús les enseña a pedir el pan. Y en el juicio final quien ha dado de comer al hambriento ha encontrado a Dios (Mt 25, 35.40).

Murió el Señor y ascendió a los cielos, pero a sus discípulos les quedó muy claro el mandato y la utopía de Jesús: comer juntos y compartir los bienes. Se dice que "todo lo tenían en común" (Hech 2, 42-47), con lo que se quiere recalcar el cumplimiento de la esperanza del Deuteronomio: "No habrá ya pobres entre ustedes".

Veinte siglos después: 800 millones pasan hambre

Muchos siglos después, ahora con toda suerte de recursos y adelantos increíbles, sigue habiendo hambre en el mundo. Y no sólo eso. Se están batiendo records por su masividad y por la crueldad que supone, pues hoy puede ser eliminada. Comer sigue siendo la utopía. Las cifras hablan por sí solas. Una persona muere cada cuatro segundos por desnutrición. Con motivo de la inauguración de la Cumbre Mundial de la Alimentación, celebrada en Roma del 11 al 13 de junio, Kofi Annan dijo: "No hay tiempo que perder y es necesario pasar a las acciones concretas y no hacer sólo promesas". Así de claro. ¿La razón? "24.000 personas mueren diariamente a causa de la plaga de la desnutrición", algo que afecta a 800 millones de personas, 300 de los cuales son niños". Y lo más grave es la actitud mundial ante esta tragedia.

a) Según la Organización de la ONU para la Agricultura y la Alimentación (FAO), para paliar el hambre es necesaria una inversión anual adicional en los países pobres de unos 20.000 millones de dólares, pero la propuesta no sería sometida a votación en la Cumbre.

b) Aunque parezca increible, existe escaso interés en los países ricos en la erradicación del hambre. Lo muestra el incumplimiento de las promesas que hicieron hace seis años, durante la anterior Cumbre Mundial de la FAO. Su director, Jacques Diouf, ha denunciado la falta de palabra de los países más ricos para la reducción del hambre. Más aún, "los actos de estos estados han contradicho a las palabras. Se hizo un compromiso solemne de rebajar a 400 millones los hambrientos en el mundo. Pero la voluntad política y los recursos financieros no han estado a la altura de la solidaridad humana".

c) La ayuda de los países e instituciones y financieras institucionales en la última década disminuyó en un 50% para la agricultura, que es el "medio de existencia del 70% de los pobres del mundo, ya que es fuente de empleos e ingresos". Por este motivo "el número de personas mal alimentadas ha bajado sólo en seis millones al año, en lugar de los 22 que son necesarios para lograr en 2015 el objetivo fijado en 1996. A este ritmo, vamos con 45 años de retraso". Intermon-Oxfam es más pesimista: "Si el ritmo de reducción de la desnutrición no se acelera, la población más necesitada continuará pasando hambre durante cien años más, por lo que "el objetivo previsto para el año 2015 no se alcanzaría hasta el siglo XXII".

d) El "terrorismo del hambre" no moviliza al planeta, pero ni siquiera produce sonrojo, aunque "el incumplimiento de este objetivo debería llenarnos, a cada uno de nosotros, de vergüenza", dijo Kofi Annan. Jacques Diouf añadió que "la lucha contra el hambre ha sido un fracaso colectivo". Y no interesa. Un matutino salvadoreño dedica estos días de 30 a 40 páginas al mundial de futbol. A la cumbre sobre el hambre dedicó dos tercios de página, y la mitad de ese espacio con fotos de presidentes de gobierno sonriendo, sin que nadie sepa por qué sonreían.

El sentimiento general ante esta nueva maxicumbre es de escepticismo. Planteada en términos actuales, la batalla contra el hambre se dirige a un nuevo fracaso. Así opina Jeremy Rifkind, presidente de la Foundation in Economics Trends, de Washington. El problema radica en los hábitos alimentarios de los países ricos, lo que Rifkind denomina "la sociedad de la hamburguesa". La demanda de carne en esos países ha determinado el uso masivo de tierras cultivables para la alimentación del ganado y no de los humanos. Según datos que publica en el semanario italiano L'Espresso, el 36% de los cultivos en todo el mundo se dedican a las plantas forrajeras. La cifra se dispara al 70% en Estados Unidos. De esta forma se produce una situación macabra. Más de 800 millones de seres humanos se ven condenados al hambre en el Tercer Mundo porque el grano que serviría para alimentarles se destina a nutrir animales con destino a los mataderos del mundo rico.

 

Indignación: Basura tóxica transgénica para el Tercer Mundo

Para mayor crueldad, en estos días han aparecido otras dos noticias. En calidad de ayuda para paliar el hambre de los más necesitados de América Latina, están llegando alimentos genéticamente modificados, de absoluta prohibición en Estados Unidos, Europa, Japón y otros países, por su alta peligrosidad. Se trata de alimentos con componentes de maíz Starlink, cuya producción, distribución y consumo fue prohibido en los países desarrollados a fines de julio del 2001. Este "regalo tóxico" fue denunciado hace pocos días por el Foro Boliviano sobre Medio Ambiente y Desarrollo. El laboratorio independiente Genetic ID de Iowa alertó sobre los componentes de dichos alimentos. La donación estadounidense también contenía otros tipos de maíz producidos por la Compañía Monsanto, que no cuentan con la aprobación de la Unión Europea para ser comercializados en su territorio, por considerarlos no aptos para el consumo humano. En conclusión, se regala basura tóxica. Originalmente este tipo de maíz transgénico se encontró en "tacos" elaborados por la multinacional Kraft en Estados Unidos. Tras los estudios y la orden de suspensión del uso de dicho maíz, no se supo qué se hizo con miles de toneladas de ese transgénico.

Bolivia no es el único destino de esta "ayuda tóxica" en América Latina. También lo es Guatemala y Nicaragua. En todas las muestras analizadas de productos llegados a través de los programas de ayuda, se encontró la presencia de transgénicos, especialmente en la ayuda destinada a madres embarazadas y niños preescolares.

Los posibles efectos del consumo de estos productos son náuseas y reacciones alérgicas graves, seguido de un estado de coma y luego, en algunos casos, daño cerebral, falla renal y la muerte.

Las preguntas son inevitables. ¿Por qué se envían productos transgénicos a América Latina, Africa y Asia? ¿Qué intereses económicos hay de por medio? ¿Qué intereses étnicos hay en este tráfico de transgénicos? ¿Hay alguna posibilidad de detener esta "ayuda"? ¿Estamos en condiciones de crear y alimentar un banco de semillas nativas, en pos de la seguridad y soberanía alimentaria de nuestros pueblos?

 

Trabajo infantil en los países mas pobres: las cifras de la vergüenza

Otra noticia dramática es sobre el trabajo infantil. Sigue existiendo en gran escala y es mucho más grave de lo que parece. Se estima que 246 millones de niños y niñas, de entre 5 y 17 años, están involucrados en el trabajo infantil. De éstos, 179 millones se encuentran expuestos a las peores formas de trabajo infantil, que ponen en peligro su integridad física, mental o moral, señala la Organización Internacional del Trabajo (OIT).

En un informe preparado por la OIT para la Conferencia Internacional del Trabajo, del 3 al 20 de junio, se hace especial mención de los 8.400.000 niños y niñas que se encuentran atrapados en lo que se ha dado en llamar las "formas incuestionablemente peores del trabajo infantil", como son la esclavitud, la trata de niños y niñas, el reclutamiento forzoso, la prostitución, la pornografía y otras actividades ilícitas.

El trabajo infantil que hay que eliminar se ubica en las tres siguientes categorías: 1) Un trabajo realizado por un niño que no alcance la edad mínima especificada por la legislación nacional o las normas internacionales y que impiden su pleno desarrollo. 2) Un trabajo que suponga un peligro para el bienestar físico, mental o moral del niño, y 3) Las formas incuestionablemente peores de trabajo infantil, ya mencionadas.

El trabajo infantil afecta sobre todo a las regiones más pobres y atrasadas del planeta. De los 211 millones de niños de 5 a 14 años que trabajan, 127.3 millones se encuentran en Asia y Pacífico (60%); 48.4 millones en Africa subsahariana (23%); 17 millones en América Latina y el Caribe (8%); 13.4 millones en Oriente Medio (6%) y Africa del Norte, y 2.4 millones en los países en transición (ex socialistas) (1%). Los países industrializados cuentan con 2.5 millones (1%) de niños que trabajan.

El trabajo infantil está ligado al sector informal de la economía. Los medios de información ponen énfasis en los niños y niñas de la calle, en quienes laboran para las empresas maquiladoras que subcontratan las transnacionales y en quienes participan en actividades relacionadas con el comercio sexual para turistas extranjeros, pero estos grupos son numéricamente pequeños. El grueso de niños y niñas económicamente activos –el 70 por ciento– trabaja en el sector agropecuario, por lo general en pequeñas parcelas pero también en grandes plantaciones. Unos 111 millones de menores de 15 años realizan trabajos peligrosos y deberían "ser retirados inmediatamente de este tipo de trabajo".

El panorama de América Latina y el Caribe es desolador. En Brasil, siete millones de niños y niñas están obligados a trabajar para subsistir. En Brasil, Colombia y Ecuador, el 20% de las niñas de 10 a 14 años laboran como domésticas, siendo el porcentaje aún más alto en las zonas rurales. Más de dos millones de niños y niñas de 5 a 15 años trabajan en la agricultura en Guatemala, Honduras, Nicaragua y Panamá. En actividades mineras laboran 500.000 niños en el Perú y 13.500 en Bolivia. En los países más pobres y más grandes del Caribe (Belice, Guyana y Surinam) el trabajo infantil es un problema creciente.

El trabajo infantil tiene causas múltiples y complejas, pero en última instancia apuntan a la injustas estructuras sociales, económicas y políticas.

 

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"Tengo que rebuscarme"

Entrevista con Rufina González (23 de junio de 2002)

"Fíjense si no son dignos de malos corazones estos datos estadísticos: el 60 por ciento de la población urbana, en las ciudades, tiene un ingreso personal entre 42 y 140 colones mensuales. Lo cual quiere decir que un millón y medio, casi, de habitantes en la ciudades cuenta para vivir apenas con 1.40 ó lo más 4.60 colones. ¿Creen ustedes que una persona puede vivir diariamente con 1 colón y 40 centavos? ¡Esa es la situación!" (2 de septiembre de 1979).

Veintitrés años después de este comentario de Monseñor Romero, la situación ha cambiado, cómo no, pero en lugar de mejorar, estamos peor. Las estadísticas actuales nos dicen que más de tres millones de salvadoreñas y salvadoreños "viven" en la pobreza o en extrema pobreza. Una de cada cinco personas sobrevive con un dólar diario. Otra vez resuena la pregunta de Monseñor Romero: "¿Creen ustedes que una persona puede vivir diariamente con un dólar?"

En esta ocasión, hemos querido acercarnos a una familia pobre de El Salvador, para que, más allá de los números de las estadísticas, sea una mujer del pueblo la que con su propia voz nos describa la situación de pobreza y la lucha diaria por la sobrevivencia. Rufina González vive en Ataco y está al frente de un hogar de siete personas: su mamá Ricarda de 79 años, sus hijas Silvia Esmeralda de 21, Cecilia Elizabeth de 19, César Alfredo de 16 y Enilda Yamilet de 14, y sus nietos Luis Ricardo de 6 y Gerardo José de 2 años, ambos hijos de Silvia.

La casa de Rufina es de una sola pieza. Dos paredes son de ladrillos, que logró levantar con el dinero que consiguió vendiendo charamuscas, queso, tortillas y cigarros en las fincas por la temporada de cortas de café. Para las otras paredes ya no le ajustó: una es de láminas y la otra pared es de "descotillados" (madera). El suelo es de tierra. La cocina está dentro de la casa, en una esquina. El mayor espacio lo ocupan tres camas. Sobre ellas la ropa. Una mesa, un par de sillas y los útiles de cocina, es todo lo que hay. En el centro un altar con los cuadros de San Judas Tadeo, San Cayetano, el Cristo de Esquipulas y el Corazón de María.

¿A quién le tiene más devoción, Rufina?

A todos, porque, con fe, los santos nos protegen.

¿Cómo le hace para sobrevivir?

Mi hija Silvia me ayuda un poco, porque ella es alfabetizadora del PAEBA y le pagan 400 colones al mes; aunque ahora todavía le deben el mes de mayo. Hay atraso. También el papá de mis hijos más pequeños me ayuda con la cuota alimenticia, son 200 colones al mes. Bueno, hay meses que le tengo que estar recordando. "Si no es para mí, le digo, es para tus hijos".

¿Y con eso le alcanza para dar de comer a tantos?

¡Qué va!

¿Entonces?

Me voy a San Salvador a trabajar de doméstica. La última vez, desde junio hasta octubre del año pasado trabajé en una casa en Lourdes, me pagaban 700 colones al mes. Pero ya no he vuelto porque tengo que dejar el hogar y mi mamá ya está mayor.

¿Y ahora cómo hace para sacar adelante a la familia?

Voy a lavar ajeno. A una amiga le lavo todas las semanas. Ella es considerada conmigo, porque me paga 5 dólares, y otra gente sólo 3 dólares me paga por lavar un gran puño de ropa, ¿sabe? Lavo desde las 8 de la mañana hasta la 1 de la tarde. También, esa amiga que le digo, a veces me pide que le cuide sus niños, y entonces me paga 20 dólares, pero eso no es de todos los días.

¿Y con eso le alcanza para todos sus gastos?

No, sólo me ajusta para la comida.

¿Comen los tres tiempos?

Sí, en el desayuno, café con pan. En el almuerzo, sopa de mora o algotra cosa. Y en la cena, frijoles fritos con crema.

¿Todos los días lo mismo?

El desayuno y la cena, sí. Siempre lo mismo. El almuerzo veo cómo le hago para variar: unas veces hago arroz con sopa de frijoles.

¿Nunca comen carne?

De vez en cuando comemos pollo.

¿Cada cuánto tiempo es "de vez en cuando"?

Yo trato la manera que sea una vez a la semana.

¿Han pasado hambre?

Para serle sincero, hambre no pasamos porque yo me movilizo para ver cómo se logra algo. Por ejemplo, ahora mi hijo ha ido a buscar "papelitos".

¿"Papelitos", eso qué es?

&#Es la hoja de una planta, otros le dicen San Nicolás. Se parece a la mora. Nace ahora, cuando entra el "invierno". A los tres aguajes, ya se encuentra. Con los papelitos hago ticucos. A veces hago 75 o 100 tamales ticucos. Los vendo a colón. Se venden rápido, viera que a la gente le gustan.

¿Y en otras épocas del año, qué otras ventas hace?

Vendo pasteles de masa con papa, a tres por el colón. A veces vendo tortillas o vamos por leña y vendemos manojos de leña a colón. Tengo que rebuscarme por ver cómo hago, pero no nos acostamos sin comer algo.

¿Y cuando alguien de la familia se enferma, cómo hacen?

Estos niños me han salido enfermos de bronquios. Les curamos con bolsitas de pulmosina o té de manzanilla. Por cada consulta el doctor pide 6 dólares. A veces, vamos a la Clínica popular que cobran 15 colones por la consulta y regalan la medicina. Pero una vez se puso grave en la noche y una amiga me ayudó para pagar la consulta del doctor.

¿Y la ropa?

Para comprar ropa tampoco me alcanza. Lo que tenemos es regalado.

¿Qué otros gastos tiene?

Cada mes tengo que pagar 35 colones de agua. Luz no pago porque no tengo. Sólo me alcanzó para instalar el foco aquí dentro, pero la compañía pide 500 colones por instalar el contador. Por eso no tengo energía eléctrica, compramos candelas y gas para el candil.

¿Cómo se siente?

A veces me siento mal, porque los niños me piden un colón y no tengo para darles. Me da lástima. Pero le doy gracias a Dios que vamos saliendo, porque entre los pobres hay otros más pobres. Otra vez que venga con más tiempo vamos a los cantones, y ahí platicamos con la gente. Viera que lástima da ver tantos niños llenos de parásitos. En los cantones hay mucha pobreza.

Hablé cerca de dos horas con Rufina. Me cuenta que participa en un Comité de Mujeres, se reúne todos los miércoles a las 5 y media. Le pregunto que de dónde saca el tiempo para dedicarlo a la comunidad. "El tiempo uno lo hace", me dice. Muchas son las conclusiones que podemos sacar de esta entrevista, con ella hemos querido añadir lo que no dicen los números de las estadísticas. Que detrás de cada cifra hay una persona que diariamente se "rebusca" por doblegar el hambre. Un empeño y una lucha que no vemos en las autoridades, quizá porque para ellos, o ellas, el hambre no es una amenaza cotidiana, es sólo un número de sus informes.

Miguel Cavada Diez

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Declaraciones de Mons. Rosa

Después de que firmamos la paz en 1992 aumentó la extrema pobreza, aumentó el desempleo y es pavoroso el clima de inseguridad que sufren los ciudadanos.

El actual sistema económico funciona fabricando más pobres. El tema de la pobreza es un tema de actualidad, y también el de la justicia, y el de la ética. Por eso, el combate contra la pobreza se ha convertido en un asunto prioritario de nuestra agenda eclesial. Hasta dónde se llegue, es ya otra cuestión, pero al menos se ha logrado focalizar la atención sobre ello, porque no se puede negar que la pobreza ha aumentado, y la exclusión es un tema nuevo y que, por lo tanto, hay gente que nunca va a conseguir entrar en la sociedad.

Creo que esta situación ha relanzado a la Iglesia de América Latina después de un tiempo de ensimismamiento, como de cierto desconcierto ante esa globalización omnipresente. Si algo está claro es que la realidad es demasiado brutal como para quedarse encerrado en la sacristía.

En América Latina, salvo el caso de Chile, se tomó la opción del "perdón y olvido", no revolvamos el pasado, ya está superado, miremos hacia el futuro. Pero, como ha insistido el Papa, no hay perdón que no pase por la verdad y por la justicia. Esta claridad doctrinal despeja cualquier duda, porque antes había en la Iglesia como dos visiones: una que prefería "no abrir las heridas", dejar el pasado en paz..., y otra que reclamaba curar bien las heridas para que cicatricen de verdad. Hoy ya está claro que se impone lo segundo, aunque ello suponga pasar por ese momento duro de la verdad y la justicia.

La tarea es compartir lo que somos, lo que creemos y lo que tenemos. La exclusión es un fenómeno chocante, desafiante, y ahí tenemos el gran grito de Dios en este momento para los cristianos: "¿Dónde está tu hermano?" Eso hace que la Iglesia se vuelva a poner en camino y el evangelio sea una respuesta al mundo de hoy, que no tiene futuro si no aprende a compartir.

Declaraciones a Vida Nueva, a comienzos de junio.

 

 

 

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La santidad cristiana

"Sean misericordiosos como el Padre es misericordioso"

Carlos Ayala Ramírez

La canonización del padre Pío de Pietrelcina (fraile del pueblo y taumaturgo), del hermano Pedro de San José de Betancur (ejemplo de misericordia y solidaridad con los más débiles), del beato Juan Diego (vidente y mensajero de la Virgen de Gudalupe) y del fundador del Opus Dei, Padre José María Escrivá (promotor de la santificación del trabajo ordinario en medio del mundo), han puesto nuevamente a reflexionar sobre el sentido y necesidad de la santidad cristiana. Y surgen preguntas: ¿por qué canoniza la Iglesia? ¿cómo se canoniza a un santo? ¿en qué consiste la santidad? Veámoslo.

¿Por qué canoniza la Iglesia? En los comienzos los santos eran proclamados por la vox populi (aclamación popular). Para evitar abusos los obispos tomaron la responsabilidad de declarar a los santos en sus diócesis. Entonces se les asignaba un día de fiesta, generalmente el aniversario de su muerte. A los cristianos y cristianas que sobresalieron por la claridad de sus virtudes y por la radicalidad en el seguimiento de Cristo, se les proponía para ser imitados (ejemplos de vida cristiana), venerados (pueden recibir culto público) e invocados (intermediarios junto a Dios en favor de quien les invoque).

Hay tres pasos en el proceso oficial de la causa de los santos: el reconocimiento de que practicó virtudes heroicas (hombres y mujeres venerables); la realización de un milagro, obtenido por la intercesión del siervo o sierva de Dios, después de su muerte (beatificación), que no es requerido si la persona ha sido reconocida mártir, y, la canonización que declara que al beato le corresponde el título de Santo porque participa de la santidad de Dios.

Estas son algunas preguntas que se hace la gente, pero lo más importante es saber en qué consiste la santidad cristiana. Todos los santos y santas de la Iglesia practicaron una vida cristiana de perfección, a la cual todos estamos llamados por el mismo Jesús cuando dijo: "sean perfectos como el Padre es perfecto" (Mt 5, 48). Pero, de nuevo, ¿en qué consiste esa perfección que lleva a la santidad?

En el Antiguo Testamento, el llamado que hace Dios al pueblo israelita a ser santo (Lv 11, 45) se hace en el contexto de un Dios que ha escuchado el clamor del pueblo e interviene para liberarlo (Ex 2, 23-25). Es decir, "Yahvé santifica a su pueblo liberándolo de la opresión. A su vez esta nación libre, compuesta por personas cuyo derecho a la vida y a la justicia es respetado, deben santificar, deben hacer que otros entren a la esfera de lo santo. Para ello es necesario que cumplan los preceptos indicados por el Señor. En la santidad de los creyentes se muestra la santidad de Yahvé" (G. Gutiérrez, El Dios de la vida, p.76). El pueblo de Israel se conocía como santo por ser el pueblo de Dios. La santidad de Dios identificaba la superación de toda forma de opresión. Las criaturas son santas en cuanto están en relación con un Dios que escucha el clamor de un pueblo oprimido, y en cuanto ponen en práctica los mandamientos que defienden la libertad conquistada y las nuevas relaciones de convivencia: no robar, no matar, no mentir, no jurar en falso, no cometer adulterio, no acumular.

Esta presencia santa de Dios, atenta al clamor del oprimido, que mueve hacia la liberación como consecuencia de un amor misericordioso, se hace especialmente visible en Jesús de Nazaret. Volvamos al texto de Mateo 5, 48. El significado de la perfección divina mateana se plantea al interior de un discurso que comienza con las bienaventuranzas (parte esencial del mensaje cristiano), continúa con la posición de Jesús ante la ley y culmina con el amor a los enemigos como signo de filiación divina. En este marco la perfección que lleva a la santidad está centrada en la alegría de los desposeídos ante la promesa de heredar la tierra, en la búsqueda de la paz, en la lucha por la justicia del Reino de Dios a pesar de la persecución, en combatir el mal con el bien, la violencia con la no violencia. En una palabra, la cualidad propia de la perfección o santidad divina es, como afirma el paralelo de Lucas (6, 35-36), la misericordia (cfr. Cuaderno de Cristianismo y Justicia, No.102).

La santidad de la misericordia conlleva una sensibilidad fundamental hacia el sufrimiento presente y pasado del otro (que clama al cielo), implica una compasión que busca justicia para la víctima, es la santidad de la unidad inseparable del amor a Dios y al prójimo expresado en la parábola del buen samaritano, es la santidad de los "ojos abiertos" al sufrimiento (cfr. J. Metz, La compasión. Un programa universal del cristianismo. Revista Latinoamericana de Teología, No.55).

Y esta santidad es necesaria. Un mundo que cierra sus ojos y su corazón a las 24 mil personas que mueren cada día por desnutrición en el planeta, a los 800 millones de hambrientos, a los 160 millones que no tienen empleo, a las víctimas de la guerra y de los terrorismos. Un mundo que hace resurgir las posturas racistas y xenófobas, que obliga a trabajar a por lo menos 250 millones de menores. Un mundo así, necesita de referentes que le indiquen la posibilidad de una nueva convivencia humana, de una nueva humanidad sensible ante el sufrimiento. Los hombres y mujeres que tienen hambre y sed de justicia, compasión, un corazón limpio, que promueven la paz y son perseguidos por causa de la justicia, son, los santos y santas que necesita el mundo de hoy.

La santidad, según el sentir popular. Decíamos que, originalmente, los santos eran aclamados por el pueblo. Si bien hoy estamos muy lejos de que sea así, bueno es, cuando menos, escuchar lo que la gente piensa sobre cuándo puede ser considerada santa una persona. Me limito ahora a recoger y ordenar algunas de sus expresiones escuchadas estos días:

Una persona es santa cuando...

• se compromete con Dios y con el prójimo

• entrega su amor a los demás sirviéndoles

• da testimonio de la ley de Dios con sus actos

• trabaja por el pueblo y por realizar la obra de Dios en la tierra

• está ungido por el Espíritu de Dios y se entrega sin límite

• se entrega a la causa de los pobres

Los santos nos interpelan en...

• nuestro egoísmo

• nuestra incapacidad para amar

• la prepotencia de los poderosos

• nuestro conformismo y pasividad

• nuestra falta de compromiso con los pobres

• nuestra falta de autenticidad

Los santos nos inspiran a...

• ser verdaderos seres humanos

• encarnarnos en la realidad

• solidarizarnos con los débiles

• involucrarnos en los problemas de los demás

• vivir los valores del Evangelio

• vivir según el Espíritu de Jesús

• hacer una opción preferencial por los pobres, como Monseñor Romero

• ser fiel testigo de la Buena Noticia de Jesús.

 

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UNA SANTA NICA

Sor María Romero, salesiana

En medio de santos y santas conocidos, de canonizaciones multitudinarias con cientos de miles de gentes, el día 14 de abril, en forma más callada, más amigable y cristiana, fue beatificada una religiosa salesiana, no muy conocida en el mundo, pero sí en Nicaragua y Costa Rica. Mezclaba lo antiguo y lo nuevo con el atractivo de la sencillez y de la bondad, y con el sello inocultable de un inmenso amor a los pobres de este mundo. Bien pudiéramos decir –si se nos permite el lenguaje– que la beatificción de Sor María "cayó bien" a quienes la conocieron. La recuerdan con cariño, y con agradecimiento. "Hacía muchos favores" –"milagros" decían algunos–, aunque ella quitaba toda importancia a esos comentarios. Cuando le pedían oraciones, decía: "Ustedes deben rezar". A nosotros nos evoca al Jesús que simplemente pasó haciendo el bien, y fue amigo de pobres y débiles, y acogió a pecadores.

Sor María nació en Granada, Nicaragua, en 1902 y murió en las Peñitas, León, en 1977. Estudió en el colegio de las hijas de María Auxiliadora. El 8 de diciembre de 1915 al llegar a cuarto grado, entró a formar parte de las Hijas de María. Recordando aquellos felices tiempos, decía en el lenguaje de esos años: "fue uno de los días más felices de mi vida, tenía una dicha inmensa, me sentía toda de Dios". En 1921 ingresó en el noviciado de la Congregación de María Auxiliadora en San Salvador.

* * *

Sor María fue, ante todo, "amiga de los pobres". Baste un testimonio, el de la señora Digna Fe Varela. "Cuando llegué a la Casa de María Auxiliadora por el año 1969, empecé a convivir con una religiosa, que con su vida, plasmaba el evangelio en "Obras Sociales" hacia los más pobres entre los pobres. Aquel mandato evangélico de "amar a Dios sobre todas las cosas y a tu prójimo como a ti mismo", lo vivía sor María Romero en forma plena y sencilla en un 100%. Ella tenía una profunda sensibilidad por los más pobres y necesitados, en quienes veía a un Cristo roto, maltratado hambriento y desnudo".

No todo fue fácil. En 1931 fue trasladada al colegio María Auxiliadora en San José donde el contexto era conflctivo. Había gran mayoría de campesinos, obreros y artesanos que, por estar desprotegidos, eran presa fácil de la explotación. Los padres de familia, de posición económica elevada, se molestaron cuando en el colegio se empezaron a recibir "alumnas descalzas y con los brazos y cuellos desnudos". Sus hijas debían mezclarse con estas niñas pobres y recibir con ellas la misma educación. Allí es donde sor María se convirtió en "Sor María de los pobres". Comenzaron, entonces, las desaprobaciones, burlas, desprecios, palabras ofensivas, a veces directas y otras indirectas. Lo más triste es que lo sufrió de parte de las mismas hermanas gran número de veces. Todo lo soportaba y quedaba tranquila.

Sor María nunca teorizó su entrega al nivel sociológico ni siquiera teológico. Llevó a cabo lo que hoy se llamaría la doctrina social de la Iglesia, más allá de ideologías, movida únicamente por el valor de la caridad, de la humildad de la fe y en sintonía con las directrices de la Iglesia universal y local. Su vida teologal maduró de tal forma, que la capacitó para proponer a todos sus destinatarios el misterio de la eucaristía como un misterio que es trascendente, sí, pero también "presencia", la más cercana y real, la más poderosa y transformadora del ser humano.

Así, su amor a Jesús lo concretizó en sus muchos proyectos y obras sociales y sobre todo, en el empeño por tratar del mejor modo a ricos y pobres, como a otros "cristos" a los que hay que curar, sanar, levantar, alimentar, etc. En sus largos años en Costa Rica fundó numerosas obras sociales para los pobres: comedores, trabajo con las mujeres de zonas pobres de San José, fiestas para niños, escuela de orientación social, consultorio médico, hogar para jóvenes, escuela de promoción social, consultas o consejerías, ejercicios espirituales...

Para quienes la conocieron, "su mayor atracción era su misma vida, su fe y gran amor a Dios y al prójimo. Cuando la conocí –dice una testigo–, percibí que no era una persona perfecta, tenía sus escapes de impaciencia, pero pude ver cómo poco a poco fue adquiriendo gran paciencia y amabilidad. La obra social y el trabajo con los más pobres no es siempre fácil, conlleva mucho sacrificio y una dosis extraordinaria de amor sobrenatural".

Sor María solía decir: "Algunos piensan que hay que enseñar al pobre a trabajar, en lugar de darle. Estoy de acuerdo, cuando esto se puede, pero mientras tanto, mientras aprende y consigue trabajo, mientras empieza a ganar, no se puede dejar que muera de hambre" . Y decía también: "Siento un dolor inmenso cuando veo faltar a la pobreza entre nosotras, cuando hay tantas necesidades en los pobres. Mientras se mantenga la pobreza todo irá bien".

La labor de sor María Romero desbordaba su capacidad humana: era mujer, religiosa, sin recursos económicos y no siempre ni en todo comprendida y secundada por sus mismas hermanas y algunas superioras inmediatas de su época. Sólo un amor extremado al Señor, reforzado por una fe que podríamos calificar de "ciega", un celo desmedido por la salvación integral de la juventud y los destinatarios, un apasionado ardor en su vida de caridad y entrega, pudieron llevarla a esa fidelidad a la palabra de Jesús: "lo que hicieres a uno de mis hermanos más pequeños a mi me lo hicisteis". Logró así dar a través de las Obras Sociales una respuesta concreta y acorde a las necesidades del tiempo que le tocó vivir dentro de la realidad socio eclesial en San José de Costa Rica.

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Decía el filósofo Ernst Bloch que, para funcionar bien, la sociedad necesita de líderes, maestros, médicos y cantores o poetas. Añadimos que necesita también de gente buena, santos y santas, canonizados o no. Abundan más de lo que parece, de vez en cuando se dan a conocer, como esta nica simpática, sencilla, amable, capaz de detenerse en el lado positivo de las personas y de las cosas, sor María Romero.

* * *

Entonces, el Rey dirá a los que están a la derecha: Bendecidos por mi Padre, vengan a tomar posesión del Reino que está preparado para ustedes desde el principio del mundo. Porque tuve hambre y ustedes me alimentaron; tuve sed y ustedes me dieron de beber. Estuve sin hogar y ustedes me recibieron en su casa. Estuve falto de ropas y me vistieron. Estuve enfermo y fueron a visitarme. Estuve en la cárcel y me fueron a ver (Mt 34-36).

 

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La honradez de los obispos norteamericanos

El 13 de junio se reunió en Dallas la conferencia Episcopal de Estados Unidos –288 obispos– para tratar el problema de la pedofilia de los sacerdotes. Una primera gran novedad es que fue abierta al público por primera vez desde 1919. El asunto es escabroso y las soluciones "perfectas" no son fáciles. Pero algo muy importante ocurrió que no suele ser habitual en ese tipo de reuniones, y eso es lo que queremos comentar: los obispos mostraron una gran honradez y voluntad de verdad, antes que cualquier otra cosa, aunque ello fuera difícil y penoso. Ese tono de honradez comenzó con el discurso inaugural del presidente de la Conferencia Wilton Gregory.

1. Aceptó en nombre de todos los obispos la responsabilidad de la jerarquía eclesiástica en la crisis de pederastia que vive la Iglesia católica norteamericana y pidió públicamente disculpas y perdón por el "enorme sufrimiento" causado a cientos de familias. En otras palabras, pidió perdón por lo que habían hecho los sacerdotes y también por la responsabilidad de los obispos.

El número de sacerdotes implicados en delitos de pederastia habla de las proporciones del escándalo: 866 han sido formalmente acusados en las últimas cuatro décadas, y otros 570 fueron suspendidos o expulsados, 225 de los cuales lo han sido desde que en enero salió a la luz pública el caso de un cura de Boston que abusó de 130 menores, la mayoría niños. Los abogados de las víctimas sostienen que la cifra real de acusados sobrepasa los 1.500, pero muchos afectados aún no han entablado denuncias. Hay 300 demandas en curso y otras centenares en vías de entablarse. La diócesis con más casos es la de Kentucky, con 122 demandas. Le sigue Boston, con 73, New Hampshire, 41; Rhode Island, 38, y California, 25. Hay investigaciones abiertas en 40 de los 50 Estados.

2. La razón aducida, una y otra vez, hasta ahora por la jerarquía eclesiástica para no haber actuado antes con decisión ha sido el desconocimiento que existía años atrás sobre la enfermedad de la pederastia y la creencia de que con arrepentimiento, oraciones y terapia de rehabilitación, los ofensores podían reintegrarse al ministerio. Ahora, con decisión, el obispo Gregory pidió a las víctimas que sigan denunciando las atrocidades ante la Iglesia y ante las autoridades civiles, y emplazó a los sacerdotes y a los propios obispos que hayan abusado de menores a que se autodenuncien para "que puedan vivir en paz con sus conciencias". Calificó de "imprudentes" las decisiones de varios obispos que habían encubierto a los depredadores sexuales opacando con ello las buenas obras de una mayoría. "Decisiones, dijo, que nos han enfurecido a todos".

3. El obispo enfatizó la necesidad de resolver "de una vez por todas" el abuso sexual entre el clero, comprometiéndose a establecer la protección de los menores como la principal prioridad de la Iglesia. El "de una vez por todas" no es retórica. El problema se podría haber resuelto hace casi dos décadas, como admitía el obispo Gregory al entonar el mea culpa. La pederastia se trató en secreto en la asamblea de la Conferencia Episcopal de 1985 y, en aquel momento, la jerarquía de la Iglesia católica de Estados Unidos ordenó un estudio en el que participaron psiquiatras y sacerdotes, cuyas conclusiones fueron la base de una nueva política en 1992. Pero, según reconoció el obispo Gregory, los cinco principios que se desprendieron de ese estudio no se llevaron a la práctica debidamente. De hecho, los han incumplido 111 diócesis de las 178 de la Iglesia católica latina (hay otras 18 diócesis que pertenecen a la Iglesia católica oriental). Eso significa que la mayoría de los obispos presentes en la asamblea de Dallas han encubierto de una u otra forma a sacerdotes pederastas a lo largo de los años.

4. Como queda dicho, la Asamblea fue abierta, y además en ella se hicieron presentes víctimas de abusos sexuales años atrás. Reproducir sus testimonios no es agradable, pero es útil conocerlos un mínimo. Entre todos los testimonios, propuestas y peticiones fue una foto la que sacudió las opiniones –y quizá las conciencias– de los prelados, que al inicio de la conferencia se inclinaban por hacer excepciones con los pederastas "acusados una sola vez". La foto era de un adolescente víctima de los repetidos abusos de un sacerdote, que acabó suicidándose años después. La imagen circuló por todo el salón de conferencias, y arrancó lágrimas a muchos obispos.

Por su parte Craig Martin, hablando desde el estrado, relató su trauma. Comenzó parafraseando la letra de una canción de Simon & Garfunkel: "Hola obscuridad, mi vieja amiga". Su alma, dijo, estaba aún herida por las violaciones de un sacerdote al que él admiraba. Los hechos ocurrieron durante excursiones de pesca. Martin criticó duramente a los obispos por haberle dado la espalda.

Siguieron testimonios de Paula González, sometida a abusos cuando tenía 12 años por un seminarista amigo de la familia. El de Martin Bland, al que le rechazaron en el seminario cuando delató abusos sufridos: "Me negaron ejercer mi vocación y, sin embargo, mantuvieron a quien abusó de mi". David Clohessy, director de la Asociación Nacional de Supervivientes de Abusos del Clero relató historias de víctimas a las que el trauma las había llevado a las calles, la cárcel o el suicidio.

El debate en la asamblea ha girado en torno a si se debe o no suspender o expulsar a un sacerdote que haya sido acusado una sola vez. El sector más conservador, aferrado a la noción de que el arrepentimiento mueve montañas, opina que se le debe dar una segunda oportunidad para evaluar si se trató de un hecho aislado o un patrón de conducta. La mayoría de los católicos de Estados Unidos –un 80% de 65 millones– está a favor de la llamada 'tolerancia cero', es decir, no se deben tolerar 'grados' de pederastia ni permitir excepciones.

Las decisiones tendrán alcance nacional y deberán ser aprobadas en última instancia por el Vaticano. La pregunta que se hacen las organizaciones católicas laicas es quién va a supervisar ahora a los obispos, quién les va a disciplinar si son ellos los que ostentan el poder de decisión final. Varios representantes laicos plantearon ante la asamblea episcopal la necesidad de que la política de 'tolerancia cero' se extienda también a los obispos negligentes. La decisión final de destituir a un obispo ha estado siempre en manos del Papa. Por esa razón, uno de los feligreses que subió ayer al podio dijo a los obispos: "Siento hacerles esta pregunta, sabiendo que no les va a gustar, pero, ¿confía el Vaticano en ustedes?".

El Papa ha destituido ya a cuatro obispos en los últimos seis meses, acusados de abusar de menores, lo que ha supuesto un duro golpe a la ya debilitada credibilidad de las decenas de obispos que trasladaron de parroquia a los pederastas. A ello se ha sumado la expulsión o separación de 225 sacerdotes acusados de abuso sexual desde que se desató el escándalo.

De la recuperación de la credibilidad depende el futuro de la Iglesia católica en Estados Unidos. No sólo la imagen, la crisis de fe entre los feligreses y la de vocaciones están en juego. También lo está el patrimonio con el que está haciendo frente a los cientos de demandas. El monto es de 1.000 millones de dólares hasta el momento, y aún quedan pendientes más de tres centenares de demandas y otras 400 que están en vías de entablarse. La preocupación por el dinero ha quedado, sin embargo, en un segundo plano. Ni siquiera se mencionó en el discurso del presidente de la Conferencia Episcopal. Más bien insistió en que "los fallos del pasado no se pueden repetir. Es necesaria la reconciliación para sanar las profundas heridas en la Iglesia. Nosotros, que hoy pedimos perdón, debemos dar el ejemplo perdonando", afirmó el obispo Gregory.

Tras escuchar los dramáticos testimonios de varias víctimas, la asamblea acordó por 239 votos a 13 la suspensión inmediata de los sacerdotes acusados de pederastia, conocida como política de tolerancia cero. El sínodo dio un paso sin precedentes comprometiéndose a cambiar el rumbo de la Iglesia católica estadounidense, a renovar sus estructuras, crear mecanismos para proteger a los menores y purgar a los abusadores, y a enterrar la cultura de secretismo.

"De ahora en adelante ningún sacerdote que se sepa que haya abusado de menores trabajará en la Iglesia católica de Estados Unidos", declaró el presidente de la Conferencia Episcopal. Al final aprobaron la purga inmediata de los pederastas, de casos pasados, presentes y futuros. Dependiendo de la gravedad de sus acciones, los sacerdotes serán expulsados, o apartados totalmente del contacto "cara a cara" con el público en monasterios u otras instituciones, donde puedan "cumplir penitencia", subrayó el obispo de Washington, Theodore McCarrick.

El obispo de Filadelfia, Anthony Bevilacqua, explicó la razón por la que acabaron optando por una fórmula mixta, expulsión-suspensión: "Tenemos que actuar con la misma compasión que Jesucristo, tenemos que perdonar." Las medidas decepcionaron a las organizaciones de víctimas, que esperaban la expulsión del sacerdocio, no sólo apartarlos del ejercicio del ministerio, en todos los casos.

Para que la propuesta sea aprobada y tenga carácter vinculante en todas las diócesis de Estados Unidos requiere el visto bueno del Vaticano. Algunos dudan de que el Vaticano aprobará las conclusiones. Otros, como el cardenal de Los Ángeles, Mahony, piensa que sí.

El otro punto de controversia –la purga de los obispos responsables por omisión de mantener a los pederastas–, no fue incluido en el documento final, a pesar de que así lo habían pedido todos los laicos que intervinieron en la conferencia y muchos de los obispos, al admitir la "erosión de credibilidad" y subrayar la necesidad de crear algún sistema de supervisión. El hecho de que los obispos ni siquiera lo hayan considerado para debate les ha valido críticas. Sí se han comprometido a denunciar a los pederastas ante la justicia, y a establecer mecanismos de seguimiento. El obispo de cada diócesis tendrá que presentar un informe anual al público y habrá comités integrados por laicos. Cada diócesis desarrollará también su propia política de información cumpliendo el compromiso de transparencia, según establece el artículo seis. Tampoco habrá más cláusulas de confidencialidad para zanjar demandas.

El estatuto aprobado ayer tiene una vigencia de dos años. Es el comienzo de una era en que, por primera vez, la Iglesia católica va a estar tutelada por la sociedad.

Las cadenas de televisión retrasmitieron en directo la mayor parte de la sesión maratoniana, intercalándola con las opiniones de representantes de los 65 millones de católicos que hay en este país y con las encuestas que reflejaban el apoyo a la política de tolerancia cero.

Dado como son las cosas en la Iglesia, todo este proceso, triste y penoso, deja al menos la lección de mayor transparencia y honradez.

 

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Invasión y masacre en el Congo

Nos piden que difundamos la noticia y así lo hacemos. La población civil de la región oriental de la República Democrática del Congo (RCD) está sufriendo una verdadera masacre y la violación masiva de sus derechos más fundamentales ante la indiferencia de la comunidad internacional y la complicidad interesada de algunos países occidentales que se benefician de lo que allí está sucediendo. La razón última es la explotación de las minas de diamantes, oro y, sobre todo, coltan, mineral escaso y muy apreciado por las industrias armamentistas, espaciales y de telefonía móvil. Ingentes cantidades de estos preciados recursos son transportados diariamente a Ruanda, cuyo Gobierno los vende a compañías norteamericanas, alemanas, holandesas y belgas. (Según informe de la ONU, publicado el 12 de Abril de 2001).

Desde hace unas semanas, el RCD/Goma y sus aliados ruandeses han intensificado las tácticas represivas contra la población indefensa, especialmente en Kivu Sur y Katanga Oriental. Cada vez son más frecuentes los asesinatos, las violaciones y asaltos sexuales, los secuestros, los arrestos arbitrarios y el despojo de la propiedad privada de la población indefensa, que se ve forzada a abandonar sus hogares y adentrarse en la selva. Además de la represión, se ha desencadenado una persecución en toda regla contra quien se atreve a levantar la voz, sobre todo defensores de los derechos humanos, y los sacerdotes y laicos católicos y de otras confesiones.

Las autoridades militares del RCD en Katanga han amenazado de muerte al obispo y al clero de la diócesis de Kalemie. El pasado día 6 de mayo, el comandante de brigada Eric Ruhorimbere dijo a un sacerdote local en presencia del Gobernador de la zona y de otros testigos: "Con las cartas pastorales de su obispo y sus homilías en las iglesias, ha llegado la hora de que mueran como murió Kataliko". Mons. Kataliko, arzobispo de Bukavu, murió en Roma en octubre del 2000 de un infarto después de haber permanecido siete meses secuestrado por el ejército ruandés. Ya al tiempo de su muerte repentina se habló de que podría haber sido provocada por un veneno de acción retardada que se le habría administrado durante su cautiverio; las palabras del comandante Ruhorimbere parecen indicar que las sospechas no carecían de fundamento. También Mons. Munzihirwa, antecesor de Mons. Kataliko al frente de la diócesis de Bukavu, murió en 1996 asesinado por soldados ruandeses y del RCD.

El 14 de mayo le tocó el turno a la ciudad mártir de Kisangani, al norte de los territorios ocupados por el RCD y las fuerzas ruandesas. Con el pretexto de un amotinamiento, los militares desencadenaron una serie de represalias que se cobraron más de 200 víctimas. Aunque la mayoría de los muertos fueron soldados amotinados y policías, también fueron asesinados unos 50 civiles que nada tenían que ver con la rebelión. Se están descubriendo cadáveres en fosas comunes más los innumerables que descienden por el río Congo.

Partidarios y miembros del RCD aprovecharon la ocasión para atacar a la población y saquear sus casas. Los mandos han hecho lo mismo para responsabilizar de lo sucedido a las asociaciones civiles y eclesiales defensoras de los derechos humanos y les han ordenado suspender sus actividades. Algunos de sus miembros han sido detenidos, torturados o asesinados y otros muchos han tenido que esconderse.

Numerosos representantes de la sociedad civil y de la Iglesia congoleñas están dispuestos a continuar jugándose la vida denunciando las matanzas y abusos que se están perpetrando contra la sufrida población de su país.

COMITES DE SOLIDARIDAD CON AFRICA NEGRA

26 de Junio de 2002

 

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Carta de un obispo a Bush

Señor Presidente:

Cuente la verdad al pueblo, Sr. Presidente, sobre el terrorismo. Si los mitos acerca del terrorismo no son destruidos, entonces la amenaza continuará hasta destruirnos por completo. La verdad es que ninguna de nuestros millares de armas nucleares pueden protegernos de esa amenaza. Ni el sistema de "guerra en las estrellas" –no importa cuán técnicamente avanzado sea ni cuántos trillones de dólares se hayan gastado en él– podrá protegernos de un arma nuclear traída en un barco, avión o auto alquilado. Ni siquiera ningún arma de nuestro vasto arsenal, ni siquiera un centavo de los US$ 270.000.000.000.000. Esos mismos doscientos setenta billones de dólares gastados por año en el llamado "sistema de defensa" puede evitar una bomba terrorista. Esto es un hecho militar.

Como teniente coronel retirado y frecuente conferencista en asuntos de seguridad nacional, siempre cito el salmo 33: "Un rey no está a salvo por su poderoso ejército, así como un guerrero no está a salvo por su enorme fuerza". La reacción obvia es: ¿Entonces, qué podemos hacer? ¿No existe nada que podamos hacer para garantizar la seguridad de nuestro pueblo? Existe. Pero para entender eso, precisamos saber la verdad sobre la amenaza.

Sr. Presidente, usted no contó al pueblo americano la verdad sobre por qué somos el blanco del terrorismo cuando explicó por qué bombardearíamos Afaganistán y Sudán. Usted dijo que somos blanco del terrorismo porque defendemos la democracia, la libertad y los derechos humanos del mundo. ¡Qué absurdo, Sr. Presidente!

Somos blanco de los terroristas porque, en la mayor parte del mundo, nuestro gobierno defendió la dictadura, la esclavitud y la explotación humana.

Somos blancos de los terroristas porque somos odiados. Y somos odiados porque nuestro gobierno ha hecho cosas odiosas. ¿En cuántos países agentes de nuestro gobierno depusieron a líderes popularmente elegidos, sustituyéndolos por dictadores militares, marionetas deseosas de vender a su propio pueblo a corporaciones norteamericanas multinacionales?

Hicimos eso en Irán cuando los marines y la CIA derrocaron a Mossadegh porque él tenía la intención de nacionalizar el petróleo. Y lo sustituimos por el Sha Reza Palhevi, y armamos, entrenamos y pagamos a su odiada guardia nacional –la Savak– que esclavizó y embruteció al pueblo iraní para proteger el interés financiero de nuestras compañías de petróleo. Después de eso, ¿será difícil imaginar que existan en Irán personas que nos odien?

Hicimos lo mismo en Chile, hicimos lo mismo en Vietnam. Más recientemente intentamos hacerlo en Iraq. Y claro, cuántas veces hicimos eso en Nicaragua y en otras repúblicas de América Latina.

Una vez tras otra hemos destituido líderes populares que deseaban que las riquezas de su tierra fueran repartidas entre el pueblo que las generó. Nosotros los reemplazamos por tiranos asesinos que venderían a su propio pueblo para que, mediante el pago de abultadas propinas para engordar sus cuentas particulares, las riquezas de su propia tierra pudieran ser tomadas por la Dominó Sugar, la united Fruit Company, la Folgers. Y por ahí va todo.

En cada país, nuestro gobierno obstruyó la democracia, sofocó la libertad y pisoteó los derechos humanos. Es por eso que somos odiados en todo el mundo. Es por eso que somos el blanco de los terroristas. El pueblo de Canadá disfruta de la democracia, la libertad y los derechos humanos, así como el pueblo de Noruega y Suecia. ¿Usted escuchó hablar de embajadas canadienses, noruegas o suecas siendo bombardeadas?

Nosotros no somos odiados porque practicamos la democracia, la libertad o los derechos humanos. Somos odiados porque nuestro gobierno niega esas cosas a los pueblos de los países del tercer mundo, cuyos recursos son codiciados por nuestras corporaciones multinacionales.

Ese odio que sembramos se volvió en contra nuestra para asombrarnos en forma de terrorismo y, en el futuro, el terrorismo nuclear. Una vez dicha la verdad sobre por qué existe la amenaza y una vez entendida, la solución se torna obvia.

Nosotros necesitamos cambiar nuestras costumbres. Librémonos de nuestras armas nucleares (unilateralmente si es preciso) y mejorará nuestra seguridad. Alterar drásticamente nuestra política exterior la asegurará. En lugar de enviar a nuestros hijos e hijas a todo el mundo para matar árabes de modo que podamos tener el petróleo que existe debajo de sus arenas, deberíamos mandarlos para que reconstruyan sus infraestructuras, proveerlos de agua limpia y alimentar a sus niños hambrientos.

En vez de continuar matando diariamente a millares de niños iraquíes con nuestras sanciones económicas, deberíamos ayudar a los iraquíes a reconstruir sus plantas de energía eléctrica, sus estaciones de tratamiento de agua, sus hospitales, y todas las otras cosas que destruimos y les impedimos reconstruir con sanciones económicas. En lugar de entrenar terroristas y escuadrones de la muerte, deberíamos cerrar la Escuela de las Américas. En vez de sostener las revueltas, la desestabilización, el asesinato y el terror alrededor del mundo, deberíamos abolir la CIA y dar el dinero que ella gasta a agencias de asistencia.

Resumiendo, deberíamos ser buenos en lugar de malos. Y de serlo, ¿quién iría a intentar detenernos? ¿Quién nos iría a odiar. ¿Quién nos iría a querer bombardear? Esa es la verdad, Sr. Presidente. Eso es lo que el pueblo norteamericano precisa escuchar.

El autor de esta carta, Robert Bowan voló en 101 misiones de combate en Vietnam. Actualmente es obispo de la United Catholic Church en Melbourne Beach, Florida.