Carta a las Iglesias AÑO XXII, Nº491-492, 1-28 de febrero, 2002

Rutilio y Romero

 

INDICE

EDITORIAL: Rutilio y Romero. Fuentes de esperanza

REALIDAD NACINAL: Desliz autoritario de la policía

ROMERO-RUTILIO: Rutilio Grande visto por Oscar Romero

COMUNIDADES CRISTIANAS: Juan y Agustín, pequeños profetas

ECONOMIA MUNDIAL: Porto Alegre. II foro social mundial

 

 

 

Rutilio y Romero. Fuentes de esperanza

 

"¿De dónde sacan ustedes esperanza?". Es la pregunta que he escuchado con frecuencia a los que vienen de fuera, cuando ven personas y grupos, campesinos y solidarios, que no han tirado la toalla, por así decirlo, sino que siguen trabajando. Y además, no se les mira tristes. Y no les falta razón a quienes preguntan por la esperanza, pues pobreza, injusticia, mentira y desencanto campean en nuestro país y en nuestro mundo, sin que se vea vea remordimiento o conversión en los oasis de abundancia.

Es cierto que, a veces, la esperanza es distorsionada, como si se tratase de optimismo %temperamento que tiene sus ventajas, pero nada más. A veces es tergiversada, como si fuese producto del autoengaño y del engaño mayor que constantemente nos quieren introyectar: todo irá, sustancialmente, bien. Además, la esperanza siempre está amenazada, pues un mundo mezquino mata las ilusiones y expectativas más sanas y generosas, y premia las actitudes más viciadas y egoístas. Dicho todo esto, sin embargo, la esperanza es la realidad más anhelada en el mundo de los pobres, y la más necesaria. "Si nos quitan la esperanza, nos han quitado todo", repite machaconamente Don Pedro Casaldáliga.

Esperanza sin ingenuidad

Lo más claro de la esperanza es que no puede ser ingenua. Maldad y males son evidentes. Aquí en el país, a pesar de los acuerdos de paz, aumenta la pobreza, la corrupción, el egoísmo aberrante de gobiernos y políticos, y nos encaminamos cada vez hacia el autoritarismo policial, es decir, de quienes se quieren imponer con armas. Y el planeta está pasando por momentos graves: en Palestina barbarie, en Afganistán Estados Unidos gasta 30 millones de dólares al día en su guerra contra el terrorismo, con lo cual serán ya de 4000 a 4500 millones de dólares en 5 meses de guerra.

De Africa llega la siguiente noticia escalofriante: "Abuso de niñas a cambio de galletas. Cientos de menores africanos denuncian abuso sexual por parte de empleados de ONG’s y de Fuerzas de paz de la ONU". Pero lo peor es que estas menores y mujeres aceptan ser violadas porque no tienen otra forma de comer. "En esta comunidad nadie puede tener acceso a la comida sin antes tener relaciones sexuales. Dicen ‘Un kilo por sexo’. Si no tienes una esposa, una hermana o una hija para ofrecer a los trabajadores de la ONG, es difícil tener acceso a la ayuda. Si ves a una mujer llevando comida sobre la cabeza, ya sabes cómo la ha conseguido" (tomado de El País, 1 de marzo).

En la Iglesia las cosas no son tan graves, pero tampoco sobra el ánimo. Falta un norte que marque el camino, un ideal que aglutine, una causa por la que merezca la pena comprometerse y sufrir. Y sobra el centralismo, verticalismo, machismo, miedo sobre todo. Rutilio decía que muchas veces "el horizonte eclesial se miraba turbio". Y Rahner hablaba de "invierno eclesial".

En conclusión, no es fácil tener esperanza ante el hecho fundamental de que "el mal, el pecado tiene poder". Al decir esto no queremos ser profetas de calamidades, de los que se quejaba Juan XXIII, sino honrados con la realidad, encarnados en los sufrimientos y angustias de nuestro mundo, sobre todo de los que más sufren, que dijo el Concilio. Ojalá estar en ese mundo genere compasión y misericordia, pero ciertamente causa indignación. Y bien puede paralizar la esperanza.

Rutilio y Romero: el amor, fuente de esperanza

Si lo dicho es verdad, se comprende la pregunta con que comenzábamos: de dónde sacar esperanza. Y se comprende que la esperanza tiene que estar emparentada con alguna fuerza capaz de superar los obstáculos y de superar sobre todo el absurdo de que el mal tiene poder. Así lo podrá constatar el lector en este número.

Podrá leer pequeñas historias de campesinos, de Juan, que arregla las calles del cantón, en contra de muchos, o de Agustín, que se enfrenta a un sacerdote porque quiere rifar un Cristo para pagar instrumentos acústicos en lugar de ayudar a una anciana en silla de ruedas. Pequeñas cosas indudablemente, pero cosas que son victoria contra el egoísmo, que muestran fortaleza y sobre todo amor. También podrá leer sobre las marchas por la paz de 80,000 personas en Porto Alegre, enfrentándose al capitalismo de Davos y New York. Con ello, hombres y mujeres de muchas partes y creencias, intentan cambiar las estructuras. Y aunque las formas sean menos entrañables y más adustas, bien pueden expresar amor a los miles de millones de pobres del planeta. Todas estas cosas generan esperanza, pero es importante saber por qué. En nuestra opinión, porque en definitiva muestran que el amor, el bien, tiene más fuerza que el mal.

Y según esto terminamos con la fuente más viva de esperanza: los mártires. Los de nuestros días son, por definición, quienes han mostrado el amor mayor. En El Salvador, marzo es mes de mártires. Los más conocidos son Rutilio y Romero, a la cabeza de muchos otros y otras. Quizás nadie sepa explicar adecuadamente por qué, aunque psicólogos habrá que nos iluminen en la tarea, pero el hecho es claro y contundente: los mártires son capaces de que superemos no sólo el egoísmo, sino también la resignación y el desencanto. Nos mueven a superar el carpe diem, el "vivamos al día lo mejor que podamos", es decir, a superar la banalización de la existencia. Nos mueven a no volver la vista atrás y dejar el arado, es decir, a no quedarnos paralizados ante el mal. Y allí donde podemos seguir trabajando, luchando y comprometiéndonos con la justicia, allí donde no decae la misericordia ante las víctimas, pase lo que pase, allí hay esperanza. Y ello es así en presencia del amor, el de campesinos, solidarios en Porto Alegre, mártires. La esperanza no se basa en los logros, aunque estos producen ilusión y ayudan a seguir caminando, sino que, formalmente, como se decía antes, proviene del amor. Aun en medio de la maldad y del poder del mal, hay seres humanos que no pueden ser de otra manera. No saben exactamente a dónde van, ni qué conseguirán, ni saben si por ser así, amorosos, consecuentemente compasivos, profetas defensores del pobre, les privarán de la vida. Pero son los que generan esperanza.

Como estamos en mes de mártires, se nos permitirá %y perdonará% que recordemos un ejemplo entrañable de un lado, y cruel del otro: el P. Kolbe. En Auschwitz preso niega a preso, pero el Padre Kolbe rompe esa norma: preso ofrece su vida por otro preso, para él desconocido… En el momento decisivo, da un paso adelante y pide ocupar el lugar de un padre de familia condenado a muerte. Movido a sorpresa y respeto por todo ello, uno de aquellos feroces vigilantes nazis exclama emocionado: "Este cura es verdaderamente un hombre decente". Lo mismo que el centurión romano que asiste sobrecogido a la pasión del Señor en la cruz del Gólgota: "realmente este hombre era justo". Pero además el Padre Kolbe alienta la esperanza y evita la desesperación de los otros condenados en la celda de castigo.

El ejemplo es poderoso, a la vez cruel y entrañable. Pero lo importante es la conclusión: generar esperanza no es fácil pero es posible. Así lo hicieron los mártires. Simplemente amaron a sus hermanos y hermanas hasta el final. Por eso Rutilio y Romero mantienen hasta el día de hoy la esperanza, y ésa es la respuesta más radical a la pregunta con que comenzamos. No se puede probar, pero algo se puede verificar. Recordando sus vidas, releyendo sus palabras, escuchando su profecía, admirándose de su utopía, guardando reverencialmente silencio ante sus muertes, nace y renace una y otra vez la esperanza.

Jon Sobrino

 


 

 

Desliz autoritario de la policía

El día 13 de febrero ocurrieron dos hechos que llevan a reflexionar sobre cómo anda la institucionalidad del país: la captura, por presuntos agentes de policía, del diputado Orlando Arévalo y la posterior irrupción violenta de miembros del Grupo de Reacción Policial en el recinto legislativo. En la captura a punta de pistola del diputado Arévalo se abusó de la fuerza, y también se bordeó la ilegalidad pues la Fiscalía General de la República ni siquiera estaba enterada de dicha captura. Al parecer, fue una decisión tomada por el director de la Policía Nacional Civil, Mauricio Sandoval. El desenlace de la detención del diputado fue la irrupción de los agentes policiales en la Asamblea Legislativa, quienes de paso maltrataron a los periodistas que pretendían obtener declaraciones de Arévalo en los momentos que era escoltado hacia la Asamblea.

A muchos %incluidos algunos diputados% lo ocurrido les pareció algo sin importancia. Quenes mayor dignidad mostraron fueron los diputados Schafik Handal y Horacio Ríos, quienes exigieron el retiro inmediato de los policías. La prensa hizo mofa de la cólera de Handal y el presidente de la junta directiva de la Asamblea, Walter Araujo, fue captado por un fotógrafo en plena risa cuando escuchaba los reclamos de Ciro Cruz Zepeda por el operativo policial en la Asamblea Legislativa.

Risas y mofa: ésa ha sido la reacción de muchos ante lo sucedido en la Asamblea Legislativa y con el diputado Arévalo. No ha faltado quien ha dicho que este último se tiene bien merecido el trato recibido, por andar de revoltoso. Tampoco ha faltado quien ha dicho que no vale la pena poner en cuestión la jefatura de un hombre con tantos méritos como Mauricio Sandoval por un diputado de poca monta como Orlando Arévalo. Más en general, varios han sido de la opinión de que los diputados no merecen ningún respeto y que, por consiguiente, la indignación de políticos como Schafik Handal y Horacio Ríos no tiene ningún fundamento. Otros, desde los medios, clamaron contra lo que a su juicio era lo verdaderamente grave: el maltrato de la policía a los periodistas que daban seguimiento a la captura del diputado.

¿Qué es lo más grave en todo este embrollo? No el maltrato a los periodistas por parte de la policía, con todo lo condenable que ello pueda ser, sino la irrupción violenta de la policía en la Asamblea y la captura cuasi ilegal y con violencia de un diputado que no representaba amenaza alguna para sus captores. Si se tolera el allanamiento discrecional de la policía en un lugar como el recinto legislativo, se estará abriendo las puertas a la irrupción ilegal de la policía en cualquier espacio de la vida nacional, sin más respaldo que las ganas de su director para hacerlo. Si no se respeta la investidura de un diputado, en lo sucesivo cualquier otro diputado podrá ser sometido a los vejámenes de unos policías que "obedecen" órdenes superiores.

Obviamente, El Salvador no es un modelo de desarrollo institucional. Falta mucho por hacer para que la democratización del país ofrezca resultados favorables para la mayor parte de la población. No obstante, señalar lo que falta no significa restar valor a lo que se ha conseguido, aunque sea mínimo, en materia de desarrollo institucional y democratización. Precisamente, es el afianzamiento de esos mínimos el requisito básico para avanzar hacia unos máximos deseables para una convivencia social justa y pacífica.

Pues bien, con los sucesos del 13 de febrero, son esos mínimos los que han sido sacudidos y puestos en cuestión. Una policía que invade la Asamblea Legislativa y que violenta la dignidad de uno de sus diputados pone en tela de juicio la legalidad básica del país, es decir, la legalidad que delimita los derechos y deberes de las diferentes instancias del Estado. Un jefe de policía que cree que puede estar por encima de esa legalidad básica no hace bien a una sociedad que quiere exorcizar el fantasma del autoritarismo. Lo mismo dígase de un ministro de Gobernación que hace todo lo posible por justificar a ese jefe de policía o de un presidente de la República que lo respalda abiertamente, sin reparar en los daños que con ello pueda hacerse a la institucionalidad del país.

Se ha querido excusar %medios de comunicación incluidos% el desatino de Mauricio Sandoval por sus "éxitos" en el combate al crimen, como si el costo de tener un jefe de policía eficiente fuera soportar sus desmanes autoritarios. Craso error. Sus logros en el combate del crimen no lo eximen de rendir cuentas por sus violaciones a la legalidad básica del país.

CIDAI

 

Información y verdad

La persistente atención al FMLN de parte de los grandes periódicos del país, en torno al tema de las serias irregularidades habidas en las últimas elecciones internas nos pueden servir como punto de partida para reflexionar sobre la información que recibimos los salvadoreños en el día a día noticioso.

Que ha habido irregularidades parece del todo cierto. Lo que no es evidente es que las mismas anulen las elecciones (como no anularon las elecciones generales del 94 las irregularidades que también entonces se dieron, aunque fueran menos publicitadas). Que el FMLN debería hacer un análisis serio de las mismas irregularidades y tomar medidas disciplinarias contra quienes las ocasionaron también es evidente.

Pero lo que no es del todo limpio es la pasión de los grandes medios por tratar el tema. Hay problemas semejantes, o al menos de repercusión parecida para la democracia, que apenas reciben tratamiento en los períodos. Apenas se le da espacio a que ARENA afirme que siempre será un partido vertical, o que siga cantando que El Salvador será la tumba donde los rojos parecerán. Los manejos del PCN reciben censura ocasional y generalmente centrada en los escándalos de tipo personal de sus miembros, pero no se le critica que como partido sea uno de los focos de corrupción política más importantes del país.

Al FMLN además se le critica casi exclusivamente aquello que lo presenta como un partido dividido. Pero no deja de ser llamativo que los grandes medios apenas critiquen al FMLN por la falta de identidad y coherencia con sus propios postulados políticos. Un partido que dice defender los intereses del pueblo y que ni siquiera ha planteado con fuerza la necesidad de pagar un treceavo mes salarial a los trabajadores. Que no ha podido defender los intereses de los mismos con un mínimo de eficacia, aunque sea sentando el debate sobre el tema, cuando éstos han sido despedidos. Que ha sido incapaz de enfrentar al ministro del trabajo cuando éste miente diciendo que algunas maquilas han indemnizado a sus trabajadores cuando en realidad no lo han hecho. Que ni siquiera ha llamado una vez, en los casi cuatro años de vigencia de la ley de privatización de pensiones, al Superintendente de la misma para preguntarle por qué no se obedece a la ley mencionada que exige un reglamento que incluya en las pensiones a los campesinos y a las trabajadoras del hogar.

En otras palabras, quienes critican al FMLN no quieren que el FMLN funcione bien, sencillamente quieren destruirlo. Mientras que cuando critican a Arena, por cierto con mucha mayor suavidad, lo único que desean es que ésta funcione bien. Que en el corazoncito de los Dutriz, los Altamirano o los Eserski, funcione este tipo de sentimiento me parece muy bien, porque cada uno tiene derecho a tener sus gustos políticos, que en este grupo probablemente son también gustos económicos. Pero que traduzcan sus gustos personales a la política informativa de los medios no puede catalogarse sino como una deformación de la verdad. Porque los medios aunque sean privados, no están al servicio de intereses particulares. Por su propia esencia, medios de comunicación masiva, prestan un servicio de tipo social que les compromete más con la sociedad que con los dueños de los periódicos.

Este problema viene de antiguo en El Salvador. Y aunque hay que reconocer avances, en algunos temas los grandes medios siguen siendo profundamente irresponsables. Uno de ellos, no el único, es el FMLN. Más grave todavía, a mi juicio, es la incapacidad de los grandes medios a la hora de reconocer históricamente que las víctimas de la guerra en El Salvador, especialmente las víctimas inocentes, han sido los más radicales factores de la paz y de su proceso previo en El Salvador.

Que cuando estamos celebrando el aniversario de los diez años de los tratados de paz se nos presente a los firmantes de los tratados como los únicos protagonistas de la paz, no deja de ser una vergüenza. Que a los diez años no se haya mencionado con seriedad, ni se haya hecho un análisis responsable en los medios, del papel que Monseñor Rivera jugó en el proceso de paz sólo es muestra de la pequeñez personal de las familias arriba mencionadas. O tal vez de la banalidad de los periodistas, no lo sé.

José M. Tojeira

 


 

 

Rutilio Grande visto por Oscar Romero

Miguel Cavada Diez

Ahora que celebramos el vigésimo quinto aniversario del asesinato de Rutilio Grande y los dos campesinos que lo acompañaban, se nos ocurre que sea Monseñor Romero quien nos diga quién fue Rutilio. ¡Quién mejor que él para presentar a Rutilio Grande!

"Lo siento como un hermano"

Monseñor presenta a Rutilio Grande como un hermano en la homilía del funeral:

Si fuera un funeral sencillo hablaría aquí, queridos hermanos, de unas relaciones humanas y personales con el Padre Rutilio Grande, a quien siento como un hermano. En momentos muy culminantes de mi vida, él estuvo muy cerca de mí y esos gestos jamás se olvidan (14 de marzo de 1977).

Las vidas de Oscar Romero y Rutilio Grande se encontraron en 1967. Romero venía de San Miguel donde ejerció el trabajo pastoral durante veinte años, llegó a la capital para ocupar el puesto de secretario de la Conferencia Episcopal. Rutilio Grande era formador en el Seminario San José de la Montaña. Romero se quedó a vivir en el Seminario y es allí donde entabló amistad con Rutilio Grande. Una amistad tan fuerte que lo llevó a reconocerlo no como un amigo sino como un hermano.

Es importante caer en la cuenta que Oscar Romero y Rutilio Grande se conocen justo un año antes de Medellín (1968), fecha que marcó el inicio de la conversión de la Iglesia latinoamericana y de cambios profundos: la opción por los pobres.

Medellín no fue asimilado por igual por Oscar Romero y por Rutlio Grande. Sabemos que a Monseñor Romero le costó aceptar los cambios y opciones de la Iglesia plasmados en Medellín. Para Rutilio Grande, por el contrario, supusieron un reto. Años más tarde Rutilio Grande asistiría al IPLA en Ecuador para actualizar la pastoral de acuerdo a las nuevas opciones de Medellín. A pesar de ello, es claro que estas dos formas de asimilar Medellín no ensombrecieron la amistad de ambos.

Monseñor Romero dice en las palabras citadas que Rutilio Grande estuvo presente en momentos muy importantes de su vida. Podemos pensar que uno de estos momentos fue su consagración episcopal el 21 de junio de 1970. Monseñor Romero pidió a Rutilio Grande que fuera el maestro de ceremonias en dicha consagración. Existe una fotografía de dicha ceremonia en la que aparece Monseñor Romero flanqueado por Monseñor Chávez y González y Monseñor Rivera. Junto a ellos camina Rutilio Grande. Esa fotografía es histórica. En ella están tres generaciones de obispos que condujeron la Iglesia por los caminos del evangelio, acompañados precisamente por quien con su muerte marcó y selló el compromiso de la Iglesia arquidiocesana con los pobres.

"Aquel corazón bueno"

Con estas palabras recuerda Monseñor Romero a Rutilio Grande unos meses después de su asesinato: "aquel corazón bueno que recordamos con cariño: el Padre Grande y sus colaboradores" (19 de junio de 1977).

Monseñor Romero, en una homilía que tuvo en El Paisnal, ofrece un pequeño bosquejo del nacimiento y la vocación de Rutilio Grande, haciendo una comparación con la biblia:

Aquí también en un hogar, en un pueblito como el de Belén de Judea, nace Rutilio Grande con las señales de un predilecto, de un elegido por Dios en su mismo pueblo, y viene Dios y lo unge como a David. Y podemos decir, desde aquel día el Espíritu de Yahvé posaba sobre él, como dice la Biblia del jovencito David. Es aquel hombre que llevó de aquí el amor a su pueblo. Aquel hombre que vivió este paisaje que estamos viviendo en este momento, aquel hombre que, como los niños de hoy, del Paisnal, sintió lo polvoriento de estas calles, lo triste de esa pobreza, las dificultades de vivir en un pueblecito apartado y, sin embargo, aquí la riqueza moral de nuestro pueblo, la riqueza de ese hombre donde él aprendió a rezar, donde él aprendió a ver a Dios y amar al prójimo, donde Monseñor Chávez y González en una visita pastoral lo encuentra entre los muchachitos de la catequesis y le pregunta: "¿quieres ser sacerdote?". Y se lo lleva para el seminario (5 de marzo de 1978).

Rutilio nació en El Paisnal el 5 de julio de 1928 y fue asesinado camino de su pueblo natal el 12 de marzo de 1977. Tenía 49 años cuando lo mataron. Monseñor Romero recordando a Rutilio nos dice que la grandeza del hombre no consiste en ir a la ciudad, en tener dinero y poder, en acumular privilegios, en ser alguien "importante", sino que la grandeza de la persona consiste es ser más humano. ¿Y en qué consiste ser más humano? Monseñor Romero nos habla de Rutilio para explicarlo: amar al pueblo pobre.

Y para que vean, hermanos, la grandeza del hombre no es ir a la gran ciudad, no es el tener títulos, riquezas, dinero; la grandeza del hombre está en ser más humano. Por eso, cuando Rutilio llega a la plenitud de la humanidad suya, lo encontramos de vuelta para El Paisnal. En vísperas de un día de la fiesta patronal del pueblito viene para acá, con el cariño del hombre que ha crecido en su corazón, pasando por universidades y por libros y estudios, aquel hombre ha comprendido que la verdadera grandeza donde lo ha conducido toda su inteligencia, su vocación, todo, no está en haberse ido de aquí para ser más rico en otro pueblo, sino en volver a su pueblo, amando a los suyos. Esto es la verdadera grandeza (5 de marzo de 1978).

"Una antorcha en lo alto"

En en el texto anterior, Monseñor Romero hace referencia a un hecho muy importante en la vida de Rutilio Grande. El 24 de septiembre de 1972, Rutilio se hizo cargo de la Parroquia de Aguilares. Allí junto con un equipo de compañeros emprendió una experiencia de pastoral rural en la que Rutilio hace realidad lo que Medellín dice en sus documentos: una Iglesia comprometida con los pobres, los campesinos y campesinas de Aguilares.

Monseñor Romero señala que la experiencia de evangelización en Aguilares es una "antorcha en lo alto" (19 de junio de 1977), un ejemplo a seguir. De hecho, con su palabra y los gestos proféticos Oscar Romero hizo de toda la arquidiócesis una antorcha que iluminó, inspiró y dio esperanza a muchas personas. Monseñor Romero califica la novedosa experiencia pastoral de Rutilio Grande como "un movimiento atrevido de un evangelio más comprometido":

Hermanos, quiero agregar una palabra de ánimo y de orientación: mucho ánimo, no decaiga vuestro espíritu. Aguilares, en la arquidiócesis de San Salvador, tiene ya un significado muy singular, desde que cae abatido por las balas el Padre Grande, con sus dos queridos campesinos… Hermanos, porque yo creo que hemos mutilado mucho el evangelio. Hemos tratado de vivir un evangelio muy cómodo, sin entregar nuestra vida. Solamente de piedad. Pero he aquí que en Aguilares se inicia un movimiento atrevido de un evangelio más comprometido" (19 de junio de 1977).

"Un peregrino campesino, hermano entre los pobres"

En la homilía del primer aniversario de su asesinato, Monseñor Romero nos presenta a Rutilio como un campesino que camina entre campesinos, hermano de los pobres. ¡Qué mejor título y honor que éste: hermano de los pobres! Monseñor comprendió a fondo la vida de Rutilio, por eso es que salió de sus labios este hermoso título. No podía ser menos. El texto que sigue es extenso, pero está hablando de las opciones más profundas de Rutilio Grande: la opción por los pobres. Rutilio Grande fue seguidor de Jesús, nos dice Monseñor Romero, pero de un Jesús "vivido en el pueblo":

Aquí están compañeros del Padre Grande que conocieron a fondo aquella alma religiosa que, empapada del espíritu de San Ignacio de Loyola, sabe preguntarse ante el Cristo crucificado que ha muerto por mí: ¿qué he hecho por Cristo? ¿qué hago por Cristo? ¿qué debo hacer por Cristo? Y me parece que la vida de este religioso cristiano es precisamente la respuesta a estas preguntas: ¿qué debo hacer por Cristo? Así se explica una inspiración de una vida consagrada a Dios que lo haya hecho incansable por esos caminos polvorientos, con su alforja, como un peregrino campesino, llegar a las casitas humildes y sentirse hermano entre los pobres. Entre los campesinos sentirse el hombre más encarnado porque llevaba a Cristo en su corazón como buen jesuita, a vivir y a sentir a Cristo… que no se aprende únicamente en el retiro espiritual sino conviviendo aquí donde Cristo es carne que sufre, aquí donde Cristo es cosa, donde Cristo es persecución, donde Cristo es hombres que duermen en el campo porque no pueden dormir en su casa, donde Cristo es enfermedad que sufre por consecuencia de tantas intemperies y de tantos sufrimientos, aquí es Cristo con su cruz a cuestas, no meditado en una capilla junto al viacrucis, sino vivido en el pueblo, es Cristo con su cruz camino del Calvario. Este es el Cristo que se encarnó en este religioso, en este jesuita seguidor de Jesús (5 de marzo de 1978).

"Nuestro primer mártir"

Finalmente, Monseñor Romero nos presenta a Rutilio Grande como "nuestro primer mártir" (9 de marzo de 1980). "Su tumba es gloria de la Iglesia" (5 de marzo de 1978). No es fácil que la jerarquía de la Iglesia reconozca a un sacerdote asesinado como mártir. La prudencia y los cánones pueden más que la evidencia de los hechos. Monseñor Romero nos sorprendió a todos cuando de forma clara y natural nos dice que Rutilio Grande es un mártir porque murió como murió Jesús por defender la vida de los pobres. Monseñor Romero se dejó cuestionar e impactar por Rutilio Grande cuando lo vio "ungido con el aceite del martirio, con su propia sangre como me pareció aquella noche cuando lo vi en la iglesia de Aguilares, tendido, muerto" (5 de marzo de 1978).

A Monseñor Romero no se le pasa por alto que junto a Rutilio Grande también fueron asesinados dos campesinos que lo acompañaban: Manuel Solórzano y Nelson Rutilio Lemus. Monseñor Romero presenta este hecho como un símbolo con mucho significado. Rutilio Grande no muere sólo, muere junto a dos campesinos. De este modo, la muerte de Rutilio Grande es el símbolo de una Iglesia que opta por los pobres.

El amor verdadero es el que trae a Rutilio Grande en su muerte con dos campesinos de la mano. Así ama la Iglesia, muere con ellos y con ellos se presenta a la trascendencia del cielo. Los ama y es significativo que mientras el Padre Grande caminaba para su pueblo, a llevar el mensaje de la misa y de la salvación, allí fue donde cayó acribillado. Un sacerdote con sus campesinos, camino a su pueblo para identificarse con ellos, para vivir con ellos, no una inspiración revolucionaria, sino una inspiración de amor (14 de marzo de 1977).

En los días previos al primer aniversario del asesinato de Rutilio Grande, Monseñor Romero nos dice que tenemos "la obligación" de recordar a los mártires:

Tenemos, hermanos, la obligación de recoger el recuerdo de nuestros queridos colaboradores, y, si han muerto bajo un signo martirial, recoger también su ejemplo de entereza, de valor, para que esa voz que quisieron acallar con la violencia no se muera, sino que siga siendo el grito de Jesucristo: No teman a los que sólo pueden matar el cuerpo pero dejan vibrando la palabra y el mensaje eterno del evangelio (26 de febrero de 1978).

El mismo recordaba a Rutilio cada año al aproximarse la fecha del aniversario, como podemos comprobar en las homilías del 5 de marzo de 1978, 11 de marzo de 1979, 16 de marzo de 1980 y en la última homilía de Monseñor Romero en catedral el 23 de marzo de 1980. En esa ocasión Monseñor Romero hace referencia al tercer aniversario y nos dice que si se quiere ser fiel a Jesús se encuentra "lo que el Padre Grande encontró", la persecución y el martirio. Un día después fue él mismo quiera caía abatido por las balas precisamente por la misma causa por la que mataron a Rutilio Grande, por fidelidad a Jesús y al pueblo pobre.

"Su memoria es esperanza para nuestro pueblo" (5 de marzo de 1978), dice Monseñor Romero al concluir la homilía del primer aniversario de Rutilio. Sin duda lo fue para él. La vida y testimonio de Rutilio Grande inspiró y animó a Monseñor Romero. En varias ocasiones en las homilías le agradece su testimonio y anima al pueblo a seguirlo.

Rutilio Grande, el hermano de Monseñor Romero y hermano de los pobres, un corazón bueno, una antorcha en lo alto, nuestro primer mártir. Esta es la presentación que de Rutilio Grande nos hace Monseñor Romero.

 

 


 

 

Esperanza desde las comunidades

Los papás de Octavio Ortiz

Recientemente estuve en mi tierra, El Salvador, y al regresar a Europa pude encontrarme en el mismo avión, con un compañero. En el trayecto me hablaba de un "gran desaliento existente" entre los compañeros sacerdotes, un cierto "bajar la guardia" ante los acontecimientos que enfrenta nuestro pueblo. No hay duda de que la situación social, política, económica y hasta religiosa no está bien y puede llenarnos de mucho pesimismo.

Pero yo pensaba en mi interior en la riqueza, llena de luz y de esperanza, que había experimentado el 19 de enero recién pasado. Fui con un grupo de amigos y amigas de Quezaltepeque a Cacaopera, Morazán. Allá se haría la dedicación de una "Capilla Memorial" en memoria del Padre Octavio Ortiz y de todos los mártires de Cacaopera. El padre Octavio fue asesinado, junto a cuatro jóvenes, el 20 de enero de 1979 en "El Despertar", San Antonio Abad. Desde esa fecha hasta 1990 todos los hermanos varones del padre Octavio fueron asesinados o cayeron en la lucha por la libertad de su pueblo, al igual que muchos hermanos y hermanas de Cacaopera y del departamento de Morazán. Derramaron su sangre con la esperanza de un país mejor. En las paredes de la "Capilla Memorial" estaban escritos los nombres de todos los mártires. Han sido recogidos por el papá y la mamá del padre Octavio Ortiz, las hijas que les sobreviven, las viudas de sus hijos, las Comunidades Eclesiales de Base de El Salvador, la Fundación Hermano "Mercedes Ruiz" y algunos grupos de solidaridad de Estados Unidos.

Alejandro Ortiz, papá de Octavio, y su esposa, Exaltación Luna, pasaron muchos años en los refugios en Honduras, regresaron a El Salvador hace ya algunos años y se incorporaron de nuevo, con alegría y entusiasmo, a los quehaceres pastorales en las comunidades. Ahí en ese mismo lugar donde nacieron todos su hijos e hijas, tierras abandonadas por los años de guerra y de persecución, ahora han levantado esa Capilla Memorial. Se yergue como signo de esperanza tras la persecución y el martirio, como palabra profética venida de un pueblo profético. Es una palabra que quiere humanizar la realidad y dar esperanza para los momentos de desesperanza. Es una expresión de fe y de lucha cuando se instala la duda o el conformismo y una luz que brilla en medio de las tinieblas y que se muestra a las demás comunidades para que no se dejen vencer. Es una presencia hermosa de ese Reino de Dios que ahora nos toca anunciar y vivir desde nuestra propia condición humana y desde nuestra propia realidad de peregrinos.

Cuando el padre Octavio fue asesinado, dijo Monseñor Romero: "El Padre Ortiz conservó su sencillez de campesino, sabía que la grandeza del hombre no es de apariencias, sino la verdad. Sus padres: don Alejandro Ortiz y doña Exaltación Luna, ambos también gloriosos de su estilo campesino, están aquí entre nosotros... Yo tuve la dicha de ser el Obispo que lo consagró sacerdote. ¡Es la primicia de mi episcopado!".

En esos días de enero, otros hermanos y hermanas se desplazaron al cantón "Cutumay y Camones", Santa Ana, para hacer memoria y recoger el ejemplo y testimonio de la hermana Silvia Arriola, asesinada junto a otros compañeros y compañeras el 17 de enero de 1981. Todos ellos y todas ellas son riqueza de una herencia que ahora llevamos y que debemos hacer fructificar. Se presentan ante nosotros para que no caigamos en el desaliento en medio de las pruebas, para que podamos continuar en este camino en el seguimiento de Jesús.

He aquí una pequeña y grande razón para decir a mis hermanos y hermanas, que la desesperanza o el desaliento no deben anidar en nuestros proyectos y caminares. Gracias a ellos y a ellas puedo decir: "Seguimos nuestra lucha para que haya libertad, justicia y paz en nuestra tierra y para que todos y todas podamos vivir en la verdad".

Presbítero Luis Alonso Coto

 

Juan y Agustín, pequeños profetas

El mundo está pavimentado de mediocridad. El conformismo se convierte en ley. La falta de reacción ante el consumismo, el individualismo, el aprovechamiento en favor propio hace que un sistema que promueve el lucro salvaje y la exclusión de personas sea considerado como el orden que Dios estableció. Y ante la ausencia de profetismo de una Iglesia que cada día mas se subordina a este sistema y considera su papel dentro de la libre competencia con otras denominaciones, Dios hace surgir pequeños profetas. Son personas desconocidas que revelan lo que se puede hacer en medio del conformismo.

La historia de Juan. En un cantón de Usulután los pocos metros pavimentados de calles existentes estaban arruinados. Las empresas, que con su gran maquinaria pasaron un día por ahí y prometieron arreglarlas, desaparecieron y trabajan ahora lucrativamente en otro lugar. La gente profería quejas y lamentos, pero el conformismo las ahogaba.

Juan, un miembro de la comunidad eclesial de base, se decidió, junto con su familia, a hacer algo. Empezó a arreglar un primer bache y pidió ayuda para arreglar las calles. Lo dijo a la comunidad y pidió colaboración, cemento, arena. Hasta hizo un cartel grande pidiendo ayuda. Eso sí, ¡Juan trabaja gratis! Al principio alguna gente quería ayudar con dinero, pero Juan no lo aceptaba. "Denme un mozo o cemento", decía.

Y empezaron las críticas. Unos decían: "eso le toca a la empresa", pero Juan les respondía: "he esperado junto a ustedes a la empresa más de un año, y ya ven". Una sorbetera con su carretón decía que arreglar la calle es cosa del alcalde, pero Juan le contestaba: "que yo sepa, el alcalde no pasa aquí empujando un carretón con sorbetes. Son las ruedas de su carretón las que se arruinan". Tampoco la directiva, a quien Juan no había pedido permiso, le apoyaba. Decían que estaba arruinando la gestión ante la empresa. Nada de esto desanimó a Juan y siguió arreglando bache tras bache. Entonces comenzaron las murmuraciones: que si el alcalde o la comunidad eclesial de base le pagaban a Juan por lo que estaba haciendo.

Pero surgieron también otras voces: la directiva tenía la obligación de hacer lo que hacía Juan. Y la conclusión fue que la directiva tomó cartas en el asunto y puso mozos y materiales para arreglar la calles.

La historia de Agustín. En otra comunidad el sacerdote decidió comprar aparatos de sonido a un elevado precio. Después de la compra les dijo a los feligreses que tenían que pagarlo entre todos, y se les asignó cuotas fijas y actividades.

En la primera actividad estaban rifando un gran Cristo. "¿Quién da más? ¡El Cristo es grande!". Agustín se levantó y pidió la palabra:" No sé lo que pasa aquí. ¿Quién decidió comprar estos aparatos? ¿Estos aparatos a este precio tan grande son lo más urgente? Yo no estoy de acuerdo con ese precio. ¿Y que estamos haciendo? Rifando un Cristo. ¿No saben que el Cristo crucificado es otro? Ahí está en la puerta de la Iglesia". Y Agustín señalaba con el dedo a una señora en silla de ruedas. "Propongo que lo que recaudamos en la subasta lo demos a esta señora".

Hubo silencio y hubo consternación, hubo acuerdos y desacuerdos. La conclusión fue intermedia: la mitad para los aparatos y la mitad por la señora en silla de ruedas. Después llovieron las criticas: que si no era el momento oportuno, las palabras adecuadas. Otros decían: "¿Quién es éste?" "¿estaba borracho?". "Dicen que es loco". "Es de la CEB’s". Algo parecido decían de Jesús, pero una cosa se ganó: el sacerdote no volverá a comprar sin consultar a la comunidad. Y quizás se consiguió algo más importante: que Cristo no es objeto de rifas ni subastas.

 

 


 

 

Porto Alegre. II Foro Social Mundial

El Salvador es un pequeño país con grandes problemas. Para resolverlos hay que trabajar desde dentro. Pero es también verdad que los problemas mayores, estructurales, se generan muchas veces lejos de nuestras fronteras y desde allí se nos imponen soluciones, pensadas ante todo para beneficio de los grandes que están afuera. Por eso es importante saber aquí qué es lo que se está cocinando fuera.

El foro del capitalismo y el foro social. Desde hace 32 años las potencias económicas del mundo se han reunido en Davos, Suiza, para imponer el neoliberalismo y la globalización del capital. Este año, por primera vez, se han reunido en Nueva York del 31 de enero al 4 de febrero. Y allí estaban también, protestando y acosados por la policía, 30 mil manifestantes.

Lo nuevo es que ahora hay una alternativa. En Porto Alegre, y por los mismos días, se ha celebrado el El II Foro Social Mundial. Se hicieron presentes 80 mil personas de 150 países, más de 5.000 organizaciones de la sociedad civil, 3.500 periodistas, 467 diarios, 195 revistas, 188 estaciones de radio y 110 canales de televisión. El foro se celebra en el Sur, donde viven los colonizados y oprimidos, más concretamente en Porto Alegre, aunque hay un acuerdo para que en 2004 la sede sea India.

Si el primer Foro de Porto Alegre representó el rechazo al intento de imponer un "pensamiento único" y se propuso la alternativa de una globalización solidaria, este segundo Foro ha representado el rechazo a tener que elegir entre dos fundamentalismos belicistas: entre Bush y Bin Laden. Lo que hay que hacer es buscar alternativas viables a la opresión y la pobreza generada por la política económica neoliberal. El lema sigue siendo "Un mundo nuevo es posible". La asamblea final redobló su compromiso contra la deuda externa, la guerra y la agenda económica de las corporaciones transnacionales.

Sobre la importancia para el tercer mundo de este segundo Foro, basten dos citas. Hassan Barghouthi, director del Centro Democracia y Derechos de los Trabajadores de Palestina, dijo: "es el comienzo de un movimiento internacional contra la guerra, contra la Organización Mundial de Comercio y contra la política de Estados Unidos. Estamos defendiendo nuestros derechos y nuestra dignidad, y ya no nos callaremos". Los delegados de Africa estaban contentos: "En comparación con el año pasado, hubo más participación de Africa, que logró hablar por todo el continente, en lugar de que sólo lo hiciesen las ONG del norte".

El principal evento interno del Foro fue la conferencia "Un mundo sin guerras es posible". La intervención más importante fue la de Noam Chomsky. Se centró en la crítica a los proyectos imperiales norteamericanos y su carácter belicista. Después fueron presentadas propuestas de paz para Palestina, Colombia, Chiapas y el País Vasco, por comités de paz de esos países.

En veintisiete mesas redondas se trataron diversos problemas del mundo actual: comercio, identidad cultural, soberanía, discriminación racial y de género, lo que es una clara muestra de que en Porto Alegre, no en Davos, discute la humanidad sus grandes problemas. En cualquier caso, el Foro Social Mundial se consolida como el único foro de trascendencia internacional, independiente de Estados Unidos y orientado a la construcción de un modelo alternativo de un mundo solidario, humanista, internacional.

¿Qué es lo que, en definitiva, está en juego en estos foros? "Los pueblos de Porto Alegre y los pueblos de Davos-Nueva York se baten por la globalización", dice Leonardo Boff. ¿Qué globalización? "Los poderosos, y por eso son poderosos, se apropiaron de la palabra globalización y le impusieron un significado que sirve a sus intereses. Es el proceso mundial de homogeneización del modo de producción capitalista, de globalización de los mercados y de las transacciones financieras, del entrelazamiento de las redes de comunicación y del control mundial de las imágenes y de las informaciones. La lógica que la preside es la competición de todos contra todos. O usted está en el mercado competitivo, vence y existe, o usted es derrotado, desiste e inexiste. Entre las víctimas de esta lógica se encuentra casi la mitad de la humanidad. ¿Puede ser humano un proyecto global que elimina a los humanos?". Frente a esta crueldad sólo la alternativa de Porto Alegre posee dignidad ética.

Un nuevo espíritu, una nueva civilización. Porto Alegre no fue sólo un acontecimiento político, sino que apuntó a una nueva civilización, capaz de crear una nueva ética humana. Eso es lo que se presentó en el seminario sobre "Etica y educación para otra globalización" ante un auditorio de 2 mil personas.

Leonardo Boff habló sobre la "Cultura para la Paz", la superación de una cultura de violencia y depredación, donde la guerra y los enfrentamientos parecieran ser la única manera de resolver los conflictos, alentando la capacidad de solidaridad que hay en cada persona y fomentando las características sociales y cooperativas de los seres humanos.

Moema Viezzer desarrolló cuatro aspectos de la nueva civilizacion: la necesidad de crear sociedades sustentables; la importancia de aprender a comunicarse con la tierra como un ser vivo; prácticas innovadoras que superen el consumismo y valoren la producción sin hacer violencia a la naturaleza; la búsqueda de un ser superior, pero contra todo fundamentalismo.

Edmond Sullivan, insistió en que el proceso de transformación educativa necesita la vida espiritual. Esto no significa necesariamente adoptar una religión institucionalizada, sino cultivar valores espirituales que fomentan la generosidad y la gracia, algo que parece olvidado en el mundo actual, individualista y ávido de riquezas.

Por último Frei Betto señaló que el neoliberalismo quiere poner fin a la historia y que los pueblos pierdan su memoria. Es esencial educar en la escuela para una recepción activa de los medios, analizando sus mensajes, en especial la publicidad, y que se traten temas fundamentales para la vida de todos, como son el dolor, la muerte, los afectos, la sexualidad, el racismo, el fracaso, las relaciones de género y la experiencia de Dios.

"Los países ricos hemos incumplido todas las promesas"

Como colofón a Porto Alegre, Federico Mayor Zaragoza, ex-director de la UNESCO de 1987 a 1999, organizó a finales de febrero en Barcelona un foro mundial de redes de la sociedad civil denominado Ubuntu (en suajili, comunidad, armonía), para coordinar esfuerzos hacia una globalización solidaria. Entre los participantes estaban Noam Chomsky, Rigoberta Menchú, Danielle Mitterrand, Mário Soares y alrededor de 80 ONG’s. Reproducimos la entrevista que concedió a El País el 28 de febrero.

P. ¿Es el foro de redes una posdata de Porto Alegre?

R. Porto Alegre ha sido una respuesta clara de la sociedad civil, y culmina un proceso solidario iniciado en Seattle y prolongado en varias cumbres; en la de Génova quedó demostrado que la violencia sólo engendra violencia, y de ahí que el movimiento encarase Porto Alegre para encauzar propuestas pacíficas de ordenamiento democrático del planeta. Pero Porto Alegre, como todo, acaba olvidándose. Por eso Ubuntu aspira a constituirse en un foco que mantenga una coordinación de esa corriente de vida. Y Ubuntu tiene ventajas: puede representar, mediante Internet, a los millones y millones de personas que no tienen acceso a la red. El movimiento mundial por otra globalización es muy diverso, pero puede reflexionar sobre qué tienen en común las organizaciones que lo integran. Y, sobre todo, puede y debe elaborar propuestas.

P. Pero parece que Estados Unidos, tras el 11 de septiembre, no está por la labor de oír propuestas que no sean de apoyos bélicos.

R. Ese endurecimiento viene de antes: desde los años ochenta Estados Unidos se ha negado a firmar o ratificar acuerdos internacionales que podrían desembocar en un mundo más democrático, y cortó los fondos para instituciones como la Unesco. Y con la desaparición de la URSS, queda clara la ambición de poder omnímodo del G-7 [los países más industrializados]. Incluso el Fondo Monetario Internacional o el Banco Mundial se han revelado instrumentos del G-7. Pero creo que ahora, tras el 11 de septiembre, no podemos consentir que una potencia hable de democracia moral y que en realidad quiera que el planeta funcione como una oligocracia internacional. El mejor tributo que podemos rendir a las víctimas de Nueva York es precisamente hacer visible la realidad de un mundo que quiere cambiar.

P. ¿Hay cabida para un cambio de rumbo socioeconómico?

R. Es el momento. Estamos sumergidos, desde el 11 de septiembre, en una economía de guerra. Y lo terrible es que no hay economía de guerra sin guerra. Todos, poderosos o no, sabemos que la guerra no arregla nada. Hoy el distendimiento no es sólo posible, sino una exigencia ética. Hay que volver al espíritu lúcido que hizo que, al acabar la II Guerra Mundial, todos los países decidieran trabajar juntos. Los países ricos hemos incumplido todas las promesas de desarrollo que hicimos a los países pobres. La ONU debe ser el instrumento de regeneración de ese fracaso.

P. ¿Es regenerable una ONU maniatada?

R. La ONU, evidentemente, requiere una refundación: debe ver reforzados incluso sus mecanismos militares para garantizar el cumplimiento de la justicia. La ONU debe poder hacer realidad la abolición de la pena de muerte, la constitución de un Tribunal Internacional, y el respeto a los acuerdos internacionales en materia de medio ambiente: Estados Unidos tiene que cambiar su oposición sistemática a todos esos objetivos. La ONU debe poder coordinar el esfuerzo colectivo de una auténtica política mundial de desarrollo, focalizada en un plan estricto. No se trata de ser utópicos, sino de ver que el fracaso del siglo XX ha sido precisamente el de la fuerza. Alardeamos del progreso técnico, pero realmente un 40% de la humanidad no ha podido nunca hacer una llamada telefónica. Ubuntu señala que, si hablamos de globalidad, ya estamos mirando a los demás y hablando con la gente. Democracia es tener en cuenta a los demás. Internet nos da esa oportunidad, porque puede ser un foro de foros, algo que acabe con el silencio y permita ver que, como se dijo colectivamente en Porto Alegre, otro mundo es posible.

Terminemos por donde comenzamos. En El Salvador no hay foros internacionales. Por tiempo inmemorial nos ha llegado la imposición de Davos, Nueva York, el capitalismo en muchas de sus formas, y es importante analizar %también desde ahí% lo que ocurre diariamente en la economía, las finanzas, la política, los medios del país. Y es importante adherirnos a los otros foros, los de la solidaridad mundial, Porto Alegre, Seattle... Y ojalá lo hagan también los cristianos y las Iglesias.