Carta a las Iglesias AÑO XX, Nº453-454, 1-31 de julio de 2000

INDICE:

EDITORIAL: El Divino Salvador y la realidad de nuestro mundo

REALIDAD NACIONAL: Dos problemas: seguridad pública y transporte público

COMENTARIOS: Una petición del Papa

MÁRTIRES: Florecillas franciscanas en El Salvador

MONSEÑOR ROMERO: "Nadie sabía nada sobre Monseñor"

IGLESIAS HERMANAS: Carta pastoral de la Iglesia Bautista Emmanuel

TERCER MUNDO: Informe de Naciones Unidas sobre pobreza y desarrollo en el mundo

JUSTICIA: Los poemas del siervo (III) El siervo "postmoderno"

 

 

El Divino Salvador y la realidad de nuestro mundo

Todos los años celebramos la fiesta del Divino Salvador el 6 de agosto, y todos los años jerarcas eclesiales y autoridades civiles pronuncian unas palabras sobre ellas. Muchas veces no pasan de ser rutinarias y festivas. Otras veces -pocas- las dicen con más seriedad.

Unos insisten en el "Divino Salvador", cantan sus glorias y el privilegio de nuestro país de ser el único que lleva ese nombre. Otros insisten en el "mundo", nuestro país, y dicen de él que se le mira muy poco salvado. Así lo hizo el P. Rutilio Grande en agosto de 1977. En presencia de la Conferencia Episcopal, gobierno, militares y diplomáticos dijo que la realidad del país era desastrosa. Sin "unión" y sin "libertad", poco sentido tenía de hablar de "Dios". Eran tiempos recios, de profetas, y esa homilía valiente le costó a Rutilio Grande el cargo de rector del seminario. Años más tarde, la misma hipocresía denunciaba Monseñor Romero. El sacerdote Jaime Paredes lo ha vuelto a decir en los últimos años. Veamos, pues, cómo está ese mudo, para que la Iglesia ayude a su salvación.

1. La situación de El Salvador está empeorando rápidamente. Poco o nada quedan de las esperanzas de los Acuerdos de Paz. El país se parece a un enfermo, sin que se analicen y arranquen las raíces de la enfermedad.

Las fiestas agostinas no son época de masoquismo, pero sí de honradez. En el país, la pobreza, el crecimiento económico, la honradez en puestos públicos, la seguridad personal, la oferta de cultura, de sentido de la vida, de humanización, no va a más sino a menos.

Junto a estos conocidos males aparecen ahora otros, que hacen difícil encontrar solución para aquéllos. Existe una especie de parálisis social, una incapacidad para reaccionar ante los males globales de la corrupción, la mentira, la violencia y la deshumanización. ¡Qué diferencia con hace veinte o treinta años! Ahora, nadie quiere volver a las armas por supuesto, pero de ahí a la insensibilidad de nuestros días va un abismo. Se siente miedo, personal y familiar, pero ese miedo nos repliega sobre nosotros mismos para defendernos en lo posible. Ello nos hace –comprensiblemente– egocéntricos y egoístas, pero no nos saca de nosotros para pensar qué hay que hacer por el país y para decidirnos a hacerlo.

Quizás como válvula de escape a lo anterior, está creciendo la trivialización e infantilización de la existencia. En la vida civil y en la religiosa. Bueno es relajarse viendo deporte y mejor es practicarlo, pero la histeria que se introyecta de modo que la vida del pueblo y su sentido, sus esperanzas y miedos, dependan de una partida de fútbol, eso empobrece. Y más si se usa el lenguaje de "humillados", "machacados", "dolor de patria"... Todo esto toca las fibras menos humanizadoras y creativas de los seres humanos.

Infantilización, también, como lo hemos venido repitiendo en la religiosidad, como si el cristianismo no pudiera sobrevivir sólo con Jesús de Nazaret y sus palabras: "el mandato nuevo es el más antiguo: ámense unos a otros". "No busquen a Dios en lo raro y milagrero, sino en el hambriento, en los niños de la calle, en la mujer oprimida". "Y llámenle simplemente Padre. Parece que eso –y la comunidad que surge alrededor de Jesús de Nazaret– no basta, y que por eso el cristianismo emplea hoy millones de dólares, millones de horas en los medios, innumerables festividades, cantos y rezos que nos hablan de otro Dios, de otro Jesús, de otra María.

2. Si miramos al mundo, la creación de Dios, la situación es escalofriante, como lo muestra el informe del PNUD, que publicamos más adelante. Desde nuestro pequeño país tenemos que mirar al planeta tierra, pues somos corresponsables y cada vez más nuestro destino va unido al de todo el mundo.

Don Pedro Casaldáliga llama al PNUD (Programa de las Naciones Unidas para el Desarrollo) el profeta de nuestro tiempo. Es profeta porque dice la verdad de la realidad, al menos con mayor honradez que otras instituciones, y las dice todos los años, con lo cual podemos juzgar si es verdad o no lo que nos repiten el capitalismo, el neoliberalismo, la privatización, la globalización y demás miembros de la familia del dinero: no hay que preocuparse, poco a poco iremos a mejor.

Y es cierto que en algunas cosas, sobre todo lo que tiene que ver con expectativa de vida, mortalidad infantil, curación de algunas enfermedades el mundo va a mejor. Pero en otras va a peor. A veces a mucho peor. También este año el informe ofrece datos horripilantes. "Las 200 personas más ricas del planeta poseen bastante más dinero que los 582 millones de habitantes de los 43 países más pobres". Otro dato escalofriante. En el mundo hay 34 millones de personas portadoras del virus del sida, y de ellas el 71% viven en Africa. En esa zona el sida está hoy 3 veces más extendido de lo que pensaban los analistas hace unos pocos años. En algunos de esos países africanos la mitad de los jóvenes pueden morir de sida.

A estos dos datos se pudieran añadir muchos otros, pero basten dos reflexiones. La primera es que el planeta ha fracasado. Lo reconocen a su modo los directores de la gran banca mundial, aunque siempre prometen reformas para avanzar. Si se nos permite decirlo en forma casi ridícula no lloran cuando habla, de los horrores de este mundo. Y no ofrecen austeridad –empezando por ellos– para hacer más posible la mesa compartida. Pero siempre queda algún profeta que habla claro y fuerte. Sesudos analistas criticarán o pulirán las palabras que vamos a citar de Pedro Casaldáliga, pero no convencerán. Son un grito desgarrador, claro y lúcido.

"Sigo apostando por un tipo de socialismo. Si no se socializa la tierra para trabajarla y vivir, si no se socializan la salud, la educación, la ciencia y las comunicaciones, no hay democracia. Estados Unidos no es un país democrático aunque haya dos partidos, porque su sistema margina a millones de personas dentro y fuera de sus fronteras. Sin socializar y compartir los bienes básicos, no habrá democracia. Sólo con igualdad en dignidad, derechos y oportunidades, habrá justicia y podremos vivir en paz".

Estas palabras dicen, sin rodeos ni tapujos, cómo está nuestro mundo. Pero don Pedro añade otras, más emotivas y personales, para apuntar no sólo al sufrimiento que genera la pobreza, sino al sufrimiento producido por el desprecio dentro de la familia humana. Que el sida se concentre en Africa, por ejemplo, es un mal, pero no acaba de estremecernos, porque está en el continente africano. Sí le estremece a don Pedro la injusticia y la crueldad secular en contra de Africa:

"Me gustaría ir a morir a Africa. Es un continente mártir, olvidado, despreciado, una víctima de la humanidad entera. Nuestras sociedades blancas y la Iglesia colaboraron a producir esta miseria. Quisiera contribuir a saldar la gran deuda que tenemos con los pueblos africanos".

* * *

Nuestro mundo no sólo es eso. Cada día millones de hombres y mujeres deciden seguir viviendo, cuidando de sus hijos, buscando trabajo a como dé lugar... Cada día muchos hombres y mujeres se entregan generosamente a los demás, pobres, excluidos, víctimas sin pedir nada para sí... Hay también quienes escondidamente estudian soluciones para las enfermedades, la pobreza... Hay profetas que siguen predicando la verdad. Y hay evangelizadores que siguen anunciando una buena noticia.

La esperanza, pues, nunca muere del todo. A veces florece de manera inesperada. Ese es el milagro del Divino Salvador. Y no se nos ocurre tarea más importante para las iglesias que el fomentar esa esperanza.

 

 


 

 

Dos problemas: seguridad pública y transporte público

Los desafíos de la seguridad pública

No hay día en que los medios no pongan en evidencia los graves problemas de seguridad pública que vive la sociedad salvadoreña. La tristeza por el asesinato de un ser querido, la incertidumbre sobre el secuestro de un miembro de la familia, el despavorido llamado de una persona que acaba de ser asaltada, son las imágenes más comunes que llenan las pantallas de televisión y las páginas de los periódicos locales. Ante esta situación, contrasta el desconsuelo de las familias enlutadas, el sentimiento de impotencia de una sociedad aterrorizada con la ineficacia de las instituciones encargadas de la seguridad ciudadana. Y es que, en buena medida, la gravedad de la crisis actual es resultado de la incompetencia, falta de responsabilidad y prepotencia con las que se ha tratado el tema de la seguridad pública en El Salvador.

Desde la administración del presidente Calderón Sol se escuchó la voz de alarma de varias instituciones de la sociedad civil sobre el auge de la delincuencia y el problema de seguridad ciudadana en general. Sin embargo, en aquel entonces, se prefirió tapar la realidad para "no afectar la imagen del país en el exterior", como se decía en ese momento, o, simplemente, se quiso soslayar el problema, mediante la propuesta de medidas de reformas a las leyes de combate del crimen y la promoción, por el "buen oficio" de un sector de la prensa, de la instauración de la pena capital.

Al final, la hipocresía de las autoridades ante un tema tan complejo contribuyó a agravar el problema. Hoy, se han incrementado los hechos de delincuencia común y organizada. Por lo menos es lo que percibe buena parte de la población, según los últimos sondeos de opinión pública. La situación es tan alarmante que las "autoridades de la imagen" tuvieron que reconocer el problema e, incluso, pedir ayuda del exterior para fortalecer las unidades de investigación del crimen y establecer medidas como la del "fiscal sin rostro".

Como resultado de las sucesivas denuncias sobre la infiltración del crimen organizado en la Policía Nacional Civil (PNC), las autoridades han implementado una comisión de depuración cuya misión debe llevar a un saneamiento de la PNC. De paso, se reformó la Ley de Carrera Policial y Orgánica de la PNC, elevándola a la categoría de Ley de la República para dar una mayor agilidad de las instancias internas encargadas de velar por el cumplimiento del régimen disciplinario por parte de los policías. Así, en opinión del ministro de seguridad, "la conducta del policía va a ser juzgada a partir de robustez moral de prueba, y no jurídica, que es como está ahora".

Por otra parte, el patrón de conducta violento que conoce la sociedad salvadoreña demanda más que decisiones coyunturales para publicitar las acciones de la presidencia o de la institución policial. Se debe iniciar una reflexión seria sobre los patrones de conducta social que reproducen la violencia en las relaciones sociales de los individuos. Y ésta es una tarea en la que debe involucrarse toda la sociedad.

Asimismo, se debe combatir la impunidad. La sensación que se tiene del desempeño de las instituciones estatales es la asombrosa impunidad de la que gozan ciertos delincuentes "de cuello blanco", como lo reconoce el Fiscal General de la República. En efecto, no deja de ser risible que las autoridades se rasguen las vestiduras frente al secuestro de prominentes personas públicas, o de grandes empresarios, cuando sus investigaciones, tanto en materia de tráfico de drogas como de los secuestros, no pasan de la exhibición pública de unos presuntos delincuentes que en ningún momento representan las esferas más altas de la jugosa actividad del crimen organizado. Así, por ejemplo, no se molestan en investigar los nexos de los secuestradores y el paradero de las grandes sumas exigidas a las familias de las víctimas. Esta actitud sólo puede interpretarse que como incompetencia y, o complicidad.

El reordenamiento de San Salvador

Los problemas del transporte público son graves, sobre todo en el área metropolitana de San Salvador. Según datos manejados por la alcaldía capitalina, por la Oficina de Planificación del área Metropolitana de San Salvador (ambos de 1999) y por el Viceministerio de Vivienda y Desarrollo Urbano (1995), en el desarrollo acelerado de la problemática vial en el centro capitalino, no sólo ha influido la negligencia de las autoridades en la aplicación de los reglamentos y disposiciones legales pertinentes. También se debe tomar en cuenta que el desproporcionado crecimiento del comercio informal, fuente casi exclusiva de ingresos para la mayoría de los vendedores de la zona, ha encontrado en determinados sectores de la capital un sitio relativamente favorable para su asentamiento y desarrollo.

Basta con revisar los estudios existentes para darse cuenta de que ahí, donde se concentra el 90% de los autobuses que circulan en el área metropolitana (un perímetro de más de 30 manzanas en el que convergen hasta 636 unidades de transporte en horas críticas), es también donde se concentra la totalidad de vendedores informales de la capital (más de 4,000 personas), y del cual un 54% se ha tomado las calles y aceras. Detrás de esta realidad se encuentra el hecho de que para una parte de la población de los municipios aledaños al de San Salvador, el microcentro constituye un atractivo núcleo de actividades económicas y comerciales. Al contrario de lo que muchas personas creen, hay aproximadamente 13 mil personas que habitan y no sólo transitan en este lugar. Un 95% de las casas que todavía están en pie se encuentran habitadas. En horas pico, el número de personas que sube y baja de los autobuses puede oscilar entre los 8,000 y los 10,000 usuarios. Estas cifras no pueden ser ignoradas a la hora de pensar en el reordenamiento de los recorridos de las rutas de autobuses en el centro.

En este sentido, al problema del transporte se añade un matiz que tarde o temprano deber ser encarado por las autoridades que participan en su solución: la reacción de los usuarios del sistema ante las medidas que buscan reducir el tránsito de unidades de transporte. Evidentemente, el centro de San Salvador es y ha sido un sitio de dimensiones estrechas. Pero puede que ahora quienes realizan allí sus actividades no lo vean así de pequeño y, por lo tanto, no les parezca del todo positivo que se les prive de los medios que les permiten transportarse en un lugar que representa una amenaza a la seguridad del peatón promedio. A esto hay que agregar las pobres políticas de control del tráfico vehicular en el área. Serviría de muy poco retirar al 60% de las rutas de buses de las calles de San Salvador como se ha manejado, si se toma en cuenta que quedaría por resolver otro problema de proporciones preocupantes: el de la circulación diaria del 90% de los taxis y el 70% de los automóviles que se tienen registrados para toda el área metropolitana, que también se produce en el área del microcentro.

Así, mientras no se posea en el corto o mediano plazo un plan para despejar las calles de ventas minoristas, de delimitación efectiva de áreas para parqueo, de construcción de vías de transporte alternas y de garantías para la seguridad de quienes viven y se desplazan por el centro de San Salvador, muy poco podrá aportar el retiro progresivo de los buses al problema del transporte urbano en San Salvador. Los estudios están ahí, sus resultados son iluminadores y no dejan lugar a muchas dudas con respecto a lo que se debe hacer y a la urgencia con que se debe empezar a trabajar. Entretanto, los acuerdos al respecto han sido pocos y la voluntad para llevarlos a la práctica todavía está por verse. Superar los obstáculos que suelen interponer los empresarios de transporte será una de las metas que las autoridades deberán mantener con firmeza si quieren llevar a buen término los esfuerzos hasta ahora registrados. Pero lo que debe patentizarse lo más pronto posible es la forma como cada uno de los elementos que definen el perfil del problema de transporte va a ser concatenado en una estrategia integral para su tratamiento y solución a largo plazo.

 

 

 


 

 

Una petición del Papa

José M. Tojeira

En el marco del Año Jubilar, y entre otras muchas actividades, Juan Pablo II ha hecho una petición que nos invita a reflexionar. Ha solicitado la disminución de las penas a los presos. En realidad esta llamada a la generosidad con quienes han recibido un castigo social no debería extrañarnos en este momento, pues la tradición del jubileo bíblico tiene como elemento característico la liberación de los encarcelados. En Lc 4 Jesús identifica con su persona el año de gracia del Señor en el que según el profeta Isaías se les anuncia a "los cautivos su libertad".

Dado el ambiente de violencia que existe en El Salvador se puede preguntar uno si esta recomendación general del Papa tiene o no aplicabilidad en nuestra tierra. Los partidarios de la justicia como venganza dirían inmediatamente que no. La ofensa de la delincuencia es demasiado constante y demasiado impune -dirían- como para que empecemos a perdonar a gente. Sin embargo creo que esa postura no está suficientemente reflexionada. En nuestras cárceles hay personas que llevan muchos años presas y que ha dado muestras de tener capacidad de reinserción. Personas que trabajan, que son o se han vuelto pacíficas, y que no tienen intención de delinquir cuando salgan de nuevo a la calle. Personas que necesitan apoyo y que podrán encontrarlo en un derecho de gracia. Así, algún tipo de indulto aplicable a cierto tipo de reos con condenas largas y con determinado comportamiento, suavizando incluso la legislación vigente, tendría una serie de beneficios para el país que quiero ahora enumerar.

En primer lugar mostraría un camino de reconciliación social. Muchos de los delincuentes que están en nuestras cárceles no ha sido tratados bien por la sociedad en la que vivieron y delinquieron. La marginación, el alcoholismo o el abandono de sus padres, el maltrato infantil grave (que afecta a más del 70% de los niños en algunos sectores de la población) fueron en muchos lugares el abono donde creció la planta de la delincuencia. Y frente a ese maltrato, ni las instituciones estatales ni las privadas hicieron lo suficiente, estando de alguna manera en deuda con esta gente. Perdonar ahora, con algunas condiciones de tiempo de la condena cumplida y con adecuado comportamiento, es una manera de tender una mano desde la sociedad y desde el Estado a quienes ha sido marginados en muchas ocasiones de la protección y ayuda a la que todos tenemos derecho.

En segundo lugar, en este tiempo en que la justicia se puede confundir con la venganza, la reducción de condenas expresaría la intencionalidad profunda de todo tipo de castigo legal: la rehabilitación del delincuente y la protección de la sociedad. Si el delincuente da muestras duraderas de arrepentimiento y cambio de conducta, la mano de la sociedad debe extenderse y abrir camino a la reinserción social.

En tercer lugar una reducción de penas nos podría ayudar a reflexionar sobre el estado de justicia en El Salvador. Para nadie es un secreto que la impunidad para cierto tipo de delitos y personas es frecuente en el país, desde la evasión del impuesto sobre la renta a otros delitos más violentos y menos "elegantes". La frase de Mons. Romero, comparando a la justicia con la serpiente, que sólo muerde el pie del que anda descalzo, sigue teniendo un triste componente de realidad en nuestro país. Los Embajadores saben que en las recepciones que dan en sus embajadas tienen con frecuencia que estrechar manos de verdaderos delincuentes. Aunque, por supuesto, no los sean todos ni la mayoría de los que asisten a dichas fiestas. Que los pobres carguen con el mayor rigor de la justicia mientras ciertos personajes permanecen en una especie de limbo supralegal no es lo mejor ni para el desarrollo institucional del país ni para la comprensión de lo que podríamos llamar una justicia pacificadora.

Y finalmente responderíamos a la cultura de la violencia con la generosidad de quienes creemos en la paz construida sobre la justicia. A fin de cuentas quienes saben ser generosos hacen siempre más por la paz que quienes quieren imponer la justicia con violencia. Baste con comparar a Francisco de Asís con el inventor de la guillotina.

 

 


 

 

Florecillas franciscanas en El Salvador

En el número 451 de Carta a las Iglesias publicamos la lista que la conferencia Episcopal envió al Vaticano con los nombre de los mártires salvadoreños. La lista no es completa, y no aparece en ella, entre otros el franciscano fray Cosme Spessotto, asesinado el 14 de abril de 1980. De hecho la comunidad franciscana ya abrió oficialmente el proceso de beatificación y canonización el 14 de junio de este año. A continuación ofrecemos un bello relato de Dagoberto Gutiérrez sobre fray Cosme, aparecido en Co-Latino el 7 de junio.

 

Fray Cosme Spessotto: de Italia a San Juan Nonualco

Una historia de fe, de amor y de sangre

Dagoberto Gutiérrez

Las calles de San Juan Nonualco tenían gente esperando, el calor se asomaba a las esquinas, hombres y mujeres miraban la calle que venía de San Pedro, pero nada indicaba que viniera nadie. En todas las casas se platicaba del nuevo cura, decían que era italiano, que era alto y delgado. Las puertas estaban entreabiertas como queriendo ver el reverbero de la calle, los perros nerviosos presentían algo y se miraban unos a otros. De repente toda la gente se movió hacia la carretera divisando una nube de polvo, levantada, sin duda, por viajeros presurosos.

Usando la mano de visera, los mas jóvenes adelantaban información y decían: es un grupo pequeño, parecen cargar algo, vienen hombres y mujeres. Los que esperaban empezaron a ver un caballo blanco que lentamente se fue acercando al pueblo y era grande, pesado y tranquilo. El jinete era también grande, vestía un jubón café que le llegaba hasta el tobillo, las sandalias cubrían los pies grandes y blancos, mientras una cuerda, también café, amarraba la sotana por la cintura dejando caer la cuerda en un costado.

* * *

Se trataba de un franciscano que entró al pueblo montado en el caballo blanco mirando a todos los lados y siendo mirado también de todos los lados. Eran las 11 de la mañana del mes de julio de 1953. Fray Cosme Spessotto, que así se llamaba, llegó a la galera que hacía de iglesia en San Juan Nonualco y empezó, de inmediato, a disponer lo necesario para construir una iglesia que estuviera a la altura de la feligresía nonualca. Y, sin saberlo, empezó a construir también una historia de fe, de amor y de sangre.

Acomodó en algún lugar su novedosa cocina Italiana y colgó de un horcón una lámpara COLEMAN que en la noche daba una luz de escándalo, anunciando con su luz, que Fray Cosme había llegado a su casa.

Febrilmente Cosme empezó a trabajar con la tenacidad de las abejas y la firmeza de un disciplinado franciscano; San Juan Nonualco y su párroco fueron pronto, como el brazo y el abrazo, como la mirada y la pupila, como el pálpito que se anuncia y el corazón que lo siente. Los cantones vieron llegar las sandalias de luz en el polvo de los caminos, las quebradas guardaron el eco de su voz sonora y aquel hombre de frente grande y despejada, de cara grande, de orejas grandes, de boca grande, con un labio inferior carnoso se hizo parte de la vida cotidiana del pueblo.

Con los años una campana traída de Italia llenó todo el pueblo de sonido. El metal inundó todos los rincones y todos los días a las 12 del mediodía y a las 6 de la tarde, el badajo anunciaba el Ave María. Esa campana tenía cuerda y tenía teclas.

El Padre Cosme se hizo sonido diario para el pueblo que amaba, y en una motocicleta Vespa visitaba casas, socorría enfermos, daba esperanzas y cultivaba poderes. Don Humberto Contreras siempre le ayudó desde un principio. Supo descubrir en el italiano alto, delgado y de ojos claros al hermano humilde de San Francisco de Asís, signo y símbolo de ternura y de firmeza. Pero Cosme también buscó la ayuda internacional, y de Europa llegaron para San Juan Nonualco materiales, máquinas y esperanzas. Un espíritu poderoso aleteaba sobre el pueblo, una voz tonante enérgica y fiel resonaba en cada esquina, en cada corazón y en cada calle.

Cosme sabía, desde luego, encontrar la fuerza local que siempre existe, y logró que Doña Rosa Minero donara el terreno donde se levantó después la Escuela Parroquial que se levanta hoy, con jubileo y frescura en el 2000.

Una noche de estrellas Fray Cosme siente la tormenta en sus entrañas. Había casado a 20 parejas y sintió un gran cansancio inusual. A las 10 de la noche estallaron sus intestinos y supo, así, que la amibiasis es un amor eterno en nuestras tierras.

La nueva iglesia fue levantándose, paso a paso, hasta que finalmente la cruz en la torre se elevó con brillos sobre la ciudad. Una verja la protege en el centro del pueblo, sencilla, humana y terrenal. Como un cielo en la tierra, la iglesia celeste testimonia lo que se puede hacer con la voluntad.

* * *

A finales de los años 60 el Padre Cosme encontró las primeras pintas en las paredes de la ciudad y una madrugada sonaron disparos frenéticos hacia Zacatecoluca. Todo el país se levantaba con la fuerza de la lucha de clases inevitable, sus feligreses eran desaparecidos, la Guardia Nacional no daba cuenta de campesinos capturados. El Padre Cosme empezó a defender, como buen pastor, a sus ovejas sufrientes.

Su sotana café y sus lentes grandes empezaron a visitar cuarteles del ejército, comandancias locales, Policía Nacional y Guardia Nacional. Aquel Italiano enérgico y aquellas sandalias sencillas se encontraron, de pronto, en el remolino más encendido de nuestra historia en las puertas de una guerra que estallaba, en las garras de una oligarquía que mataba y en la fuerza de un pueblo que se armaba.

A su iglesia llegaba el dolor, la denuncia, la información y el miedo, y en su trabajo pastoral en la ciudad y en el campo se encontraba con el fuego inclemente de la represión sangrienta y la rosa fragante de la resistencia tenaz. El pastor se decidió por la justicia del evangelio, y desde el púlpito su voz tonante pedía justicia a los bandos enfrentados. Pero exigía respeto y reclamaba libertad para los prisioneros.

Una mañana de marzo del año 80 a la iglesia llego una carta amenazándolo a muerte. El pueblo todo se sintió amenazado y el miedo creciente mordió el espíritu. Cosme hizo un TESTAMENTO DE FE que heredó a San Juan Nonualco. De manera definitiva expresó: "Personas fanáticas me van a asesinar, de antemano los perdono". "Morir mártir es una gracia que no merezco". Y fiel hasta el final con su pueblo decía: "espero seguir ayudándolos desde el cielo".

En la tarde del 14 de junio de 1980 una lluvia cayó sobre el pueblo, el calor se abrazó con el frescor. Antes de una misa que sería concelebrada y a las 7 de la noche Fray Cosme oraba de rodillas frente al altar, sus ojos café claro miraban con fe y confianza, sus manos juntas clamaban por su pueblo y su vida aleteaba afanosa en toda la iglesia. Cuatro disparos resonaron en el templo. Cosme se desplomó suavemente como quien se duerme en el rezo y su cuerpo largo, de luz y de eternidad, sus ojos cerrados y su brazo extendido entraron a la historia del pueblo que le hizo suyo.

Hombres como peluca con pistola en mano, caminando tranquilos hacia las cercanías de la Guardia Nacional fueron vistos por ojos del pueblo y seguidos hasta su guarida. 20 años pasan rápidamente, como segundos en fuga. Fray Cosme es santificado por su pueblo. Su voz sigue sonando, sus sandalias siguen levantando el polvo del camino y la campana de su espíritu llama todos los días a levantarse y a caminar, a ser valiente, a tener fe, a ser fuerte en el amor y en la justicia.

 

 


 

 

"Nadie sabía nada sobre Monseñor"

Carmen María

Hace poco me invitó un amigo mío a compartir con su grupo de pastoral en la Iglesia Don Rúa la experiencia de Monseñor Romero. Le expliqué que hay muchas personas que, además de conocerle mejor, compartieron con él muchos momentos. Esas personas podían dar un mejor testimonio de Monseñor, mientras que yo le conozco sólo a través de las memorias de otros, y también, como dice el Evangelio,"por sus frutos les conocerán". "Si con estas limitaciones, les dije, desean que les cuente cómo siento a Romero desde mi experiencia particular, me dará mucho gusto hablarles".

Antes de contar lo que pasó debo confesar que me da mucha alegría y cierto orgullo que me inviten hablar de Monseñor Romero. Me da gusto saber que hay gente que quiere mantenerle presente y que desea apoyarse en su palabra para tener luz en la Iglesia y en la vida de hoy.

Me preparé para hablar a un grupo pequeño, pues me dijeron que debía entrar por el sótano. Mi sorpresa fue grande cuando llegué y vi que el sótano estaba lleno a reventar con hermanos y hermanas que vestían chalecos rojos con una paloma blanca en la espalda, cantaban y aplaudían fervorosamente. En cuanto llegué, una señora me recibió efusivamente, me dio un beso en cada mejilla, me invitó a tener gozo en el Señor, y me pidió que pasara adelante.

He de decir con toda honestidad que me asusté. Yo había prestado algunos materiales para desarrollar un pequeño taller. Llevaba fotocopias de fotografías de Monseñor en diferentes lugares y con varias personas, algunos textos de sus homilías y otras del Evangelio, como el Sermón del Monte, porque pensaba mostrar justamente cómo Monseñor Romero actuó de acuerdo al mandato de Jesús, haciendo y compartiendo desde el amor y desde la experiencia de los pobres y necesitados.

Entonces, alguien se acercó y me dijo. "Mirá, queremos que hables cómo fue Romero como obispo. Aquí nadie sabe nada, nada de él". "¿Nada?" pregunté. "¡No! Nada, nada". Bueno, mandé al bolsón mis hojitas para el taller y simplemente abrí el librito publicado para la celebración del XX Aniversario, titulado "Monseñor Romero. Su vida, su testimonio y su palabra".

Como contando un cuento, les fuí diciendo dónde nació, quiénes eran sus padres, cómo ingresó al seminario, cómo se ordenó, y, poco a poco, cómo fue su actuar con el pueblo que le tocó pastorear. Hubo mucha atención y silencio, pero no cualquier silencio. Lo sentí como congelado e incluso incrédulo, cuando decía que Monseñor Romero fue fiel a la verdad, a la justicia, a la paz, y sobre todo que amó profundamente a los pobres, que le dolía profundamente ver cómo eran asesinados y desaparecidos, que oía y acompañaba a muchas madres, que procuró una oficina jurídica que defendiera los derechos humanos. Pero lo que realmente sorprendió a muchos es que les dijera que Monseñor Romero fue un hombre de mucha oración, y que hubo noches que no durmió, pidiendo a Dios que le iluminara para saber qué decir en sus homilías, por lo que sin lugar a dudas podemos asegurar que fue el Buen Pastor que quiso reunir a sus ovejas en El Salvador.

Era verdad que no conocían nada de Monseñor. Varios manifestaron que era primera vez que oían hablar de él, y se veía que lo decían sinceramente. Otros dijeron que lo único que sabían o habían oído era que había sido un hombre manipulado por los comunistas, que era un hombre confrontativo y político, guerrillero. Alguien me cuestionó: "¿cómo se puede comparar a Romero con Jesús?". Una señorita dijo con fuerza: "Yo no creo en nadie, ni siquiera en María. Yo sólo creo en Jesús". Yo me limité a felicitarla y a invitarla a mantener esa fidelidad, ya que con su fe puede mover montañas. "Nada más, le dije, que para llegar frente a ellas es bueno seguir las huellas de otros que creyeron en Jesús como Monseñor Romero".

En honor a la verdad la primera sensación del encuentro no me gustó, me resultó poco agradable. Concluimos con una oración que fue también muy diferente a otras experiencias mías. Todos los presentes se tomaron de las manos. Uno pidió que se arrodillaran, otro que apagaran las luces, que cerráramos los ojos. Antes de entonar una canción, mitad cantada y mitad gutural, alguien empezó a llamar al Espíritu Santo y a pedirle que se manifestara y que llenara o se vaciara sobre los que allí estábamos. Quizás para otras personas esto puede ser maravilloso, pero a mí no me gustó. Era una expresión muy"espiritual", pero -con todo respeto- a mí me pareció manipuladora de los que estaban allí y manipuladora de Dios.

Hoy, viendo hacia atrás, pienso de distinta forma. Fue un encuentro que me puede dar esperanza a mí y a otros muchos en la Iglesia. El que haya cada vez más grupos de cristianos salvadoreños y en el mundo que quieran conocer sobre nuestros mártires, que busquen conocer a Romero y que lo hagan con honestidad, hablando con verdad sobre lo que saben y no saben de él, que estén en búsqueda de la memoria, que se impacten y que no sólo cuestionen a otros sino a sí mismos, es razón para que nazca la esperanza.

Debo, pues, dar gracias a Dios por este momento. Creo sinceramente que Dios quiere que hablemos y que mantengamos presente a Monseñor Romero, que lo conozcan las nuevas generaciones, que su palabra ilumine, que haya más personas que encuentren en él la actuación de Jesús. Y sobre todo que seamos muchos los que podamos conocer los frutos de su amor: paz, verdad, justicia y esperanza.

* * *

La virgen María

"María es la expresión de la necesidad de los salvadoreños. María es la expresión de la angustia de los que están en la cárcel. María es el dolor de las madres que han perdido a sus hijos y nadie les dice dónde está. María es la ternura que busca angustiada una solución. María está en nuestra patria como en un callejón sin salida, pero esperando que Dios ha de venir a salvarnos. Ese fue su oficio: encarnar a Cristo en la historia" (Homilía del 24 de diciembre, 1978).

"Allí estuviera sentada en las bancas de la catedral, como una de estas mujeres que me escuchan, y yo no la distinguiría. Pero su corazón, lleno de este carisma profético, absorbía las palabras del gran Profeta, Jesucristo, su Hijo, para realizarlas con el amor, la fe, la caridad, con la valentía y la entereza con que un seglar tiene que ser profeta también en el ambiente en que le toca vivir" (20 de julio, 1979).

"Ofrezcamos a María, Nuestra Señora del Carmen, más que vestir un escapulario, a veces sólo por rutina. Si lo vestimos como una convicción de nuestra alianza con María ¡magnífico! Pero no tomemos el escapulario sólo como un pasaporte; que el que muera con él se va a salvar. ¡Mentira! Si no hace la voluntad del Padre, aunque diga ‘Señor, Señor’, no se salvará. La misión profética de María me la enseñará. Y entonces sí, su santo escapulario será una consigna de mi encadenamiento, de mis compromisos, no tanto con Ella, que también Ella es esclava del Señor, sino con el Señor" (15 de julio, 1979).

Monseñor Romero

 

 

 


 

 

CARTA PASTORAL DE LA IGLESIA BAUTISTA EMMANUEL

1. En ocasión de nuestro 36 Aniversario de fundación, como fruto de nuestra reflexión en la Palabra de Dios, queremos compartir con todos los sectores del pueblo salvadoreño, nuestra Palabra Pastoral. "Ve y clama estas palabras hacia el Norte y di: Ve y vuélvete pueblo mío rebelde -dice Jehová-, no haré caer mi ira sobre ti, porque yo soy misericordioso y no guardaré para siempre mi enojo". Jeremías 3:12

2. Nuestra visión del país desde la fe. Compartimos con muchos sectores de la sociedad, la preocupación y consternación por la situación que vive nuestro país, situación que a nuestro juicio es una crisis de pecado e iniquidad, marcada por graves problemas que mantienen a la mayoría de la población en tensión y verdadera zozobra, y en un círculo vicioso que está alcanzando un nivel realmente pernicioso.

a) La violencia generalizada es, como nunca, la peor desgracia nacional que en los últimos años abate a nuestra población. La fiscalía General de la República reportó un total de 96.776 denuncias de delitos en el año 99, mientras de enero a marzo del dos mil se cuentan 25,360 denuncias de hechos delictivos.

b) La inseguridad resulta una espiral en constante ascenso, producto de la delincuencia común, el crimen organizado, con su secuela de extorsiones y secuestros; que no sólo afecta la inversión productiva, sino que confisca un bien elemental, como es la seguridad ciudadana. Además del gasto en el presupuesto nacional para seguridad, habrá que agregar los 120 millones de colones al año que gastan las empresas por su seguridad y los 7.5 millones de colones que erogan al año las familias por servicios de seguridad y vigilancia privada.

c) El desempleo es no sólo la negación de un derecho fundamental, sino un fenómeno que cada vez añade miles de hermanos y hermanas a la franja de miserables en extrema pobreza. Desde 1995, se estima que unas 700 empresas constructoras han sufrido quiebra mientras más de 300 talleres de calzado han sido cerrados en Santa Ana, y 37 pequeñas empresas de la industria del cuero y derivados han dejado de operar. La indigencia, la prostitución, el narcotráfico, negocios reñidos con la moral, la delincuencia y el crimen organizado, ocupan de modo nefasto y humillante a parte de los sin empleo.

d) La crisis económica deteriora día a día las precarias condiciones de vida de los salvadoreños, mediante el incremento del precio de la canasta básica y los servicios básicos de energía y agua, al mismo tiempo que se incrementan los impuestos. Es cierto que el gobierno muestra cifras macro-económicas positivas, pero éstas no corresponden a las críticas condiciones de vida de la mayoría de nuestra población.

Los problemas señalados, no existen por sí mismos; persisten en nuestro país otras problemáticas que constituyen las causas a la base de esta crisis de iniquidad y pecado, abominable a los ojos de nuestro Dios. No sólo es el pecado personal, es también el pecado social-estructural, el que nos somete como nación a una situación de incertidumbre y desesperanza.

a) La injusticia y desigualdad social siguen siendo dos obstáculos graves para construir ese país promisorio del que se habla. Todos admitimos que la injusticia fue una de las causas principales del pasado conflicto en los años 80's; sin embargo, no vemos esfuerzos serios a favor de la equidad y la justicia social.

b) El pecado de la codicia y la ambición de poder son las trampas de siempre, en las que no sólo son atrapadas las voluntades, sino que quedan atrapadas las posibilidades de caminar a soluciones amplias y felices para todos y todas los salvadoreños.

c) La corrupción y la impunidad son dos manchas oscuras en nuestro país, en las que se esconden grupos y gentes mezquinas, responsables de tantos delitos y crímenes.

Frente a estas problemáticas, no vemos claras intenciones para su real solución, las medidas adoptadas no siempre se orientan al problema de fondo. La crisis es tal que ya no puede ser ocultada con maquillajes.

3. Dios quiere sanar y restaurar a El Salvador. Como Iglesia Cristiana Evangélica tenemos la plena convicción de fe que Dios quiere sanar y restaurar la vida, la armonía, la fraternidad, la seguridad y la justicia a toda la nación. Pedimos a los tres Organos del Estado: al Gobierno Central, a la Asamblea Legislativa, a la Corte Suprema de Justicia, a las Gremiales Empresariales, de trabajadores, de profesionales y cooperativas, a las diferentes concertaciones sociales, a los partidos políticos, a las Iglesias y al pueblo en general:

a) La implementación urgente de medidas de justicia social. Este es tiempo de jubileo, es tiempo de resarcir deudas y entre éstas la deuda social. Por si fuera poco el Dr. David Ferranti -Vicepresidente para América Latina y El Caribe del Banco Mundial- expresó: "La necesidad de escuchar las voces de los pobres en relación con sus necesidades". Por eso proponemos:

- La ejecución de un Plan Nacional de Inversión en el Sector Agrario, que ayude a generar empleo y reactive las empresas agropecuarias.

- Frente al problema de la inseguridad, se deberán crear consejos ciudadanos-municipales para velar por la seguridad ciudadana integral.

- Que se aumente la inversión en el sistema de salud pública, para un servicio más eficiente, más humano y justo, aceptamos las palabras del señor Presidente: "Mientras yo sea presidente, siempre habrá servicios de salud gratuitos para todo el que no lo puede pagar".

- Que se fortalezca el sistema de Educación, volviéndose más eficiente, más democrático y más accesible a los sectores de escasos recursos, incluyendo programas de cultura, arte y deportes para la juventud, los niños y las niñas.

b) Volver y Retomar el Diálogo por un Proyecto Amplio de Nación, de clara vocación democrática, popular, nacional e incluyente. Con la participación de todos los sectores del país, de modo que como Salvadoreños construyamos la sociedad democrática que El Salvador necesita. No se trata de arreglos parciales según se presentan los problemas, se trata de reabrir la oportunidad histórica de reconstruir nuestro país con visión de futuro.

c) Trabajar y ejecutar una gestión de Estado Concertada. Los Tres Organos del estado -Ejecutivo Legislativo y Judicial- deberán trabajar de manera integrada por el bien común del país, por el irrestricto respeto y aplicación de los derechos constitucionales. Que la gestión pública no sea objeto de usufructo a favor de grupos privilegiados, a favor de intereses partidistas o para beneficios familiares y personales.

4. Un llamado y propuesta a las Iglesias hermanas protestantes, evangélicas y católicas a:

a) Promover y realizar una Cruzada nacional por la Paz contra la violencia. Que esta sociedad no siga desestimando el legado de paz de nuestro Señor Jesús en los Evangelios: "La paz os dejo, mi paz os doy, yo no os la doy como el mundo la da," San Juan Cap. 15.27 (a)

b) A predicar la enseñanza evangélica de vivir el amor al prójimo y la práctica de la misericordia y la solidaridad con el vecino y con el necesitado.

c) Asumir como espacio de Misión y de Acción pastoral, a los pobres, a los marginados y excluidos, en medio de quienes está presente Cristo El Señor.

d) A contribuir con la enseñanza y práctica de los valores del Evangelio, a la crisis moral y de valores; y de igual forma contribuir a la formación ético-moral de los jóvenes, los niños y niñas en el país.

"Lávense y límpiese, quiten la iniquidad de todas sus obras delante de mis ojos. Dejen de hacer el mal, aprendan a hacer el bien. Busquen el juicio, hagan justicia al huérfano, amparen a la viuda. Vengan luego, y estemos a cuenta dice el Señor, Si sus pecados fueran rojos como la grana, como la nieve serán emblanquecidos". Isaías 1. 16-18 (a)

 

CONSEJO PASTORAL Y CUERPO DE DIACONOS

 

 


 

 

Informe de Naciones Unidas sobre pobreza y desarrollo en el mundo

El 29 de junio se hizo público el Informe del Programa de Naciones Unidas para el Desarrollo (PNUD). En Costa Rica lo presentó Elena Martínez, directora del PNUD para América Latina, y en Europa Jacques Chirac, presidente de Francia.

En el editorial hacemos una reflexión sobre cómo está nuestro mundo, el mundo de Dios. Ahora ofrecemos un breve resumen del informe, algunas reacciones y tres de los problemas fundamentales que aborda: el sida, la educación y la situación de la mujer. Los datos están tomados de El País, Le Monde, La Prensa Gráfica.

Ante todo hay que aclarar que el informe no usa el ingreso económico como único y fundamental criterio para medir pobreza y desarrollo, sino un consolidado de cinco cosas: el analfabetismo, la malnutrición de los niños, la muerte a temprana edad, la mala atención de salud y el escaso acceso a agua potable. Según eso clasifica a 174 países en tres grandes categorías: alto, medio y bajo.

Este año, en el nivel de máximo desarrollo humano aparece Canadá, por séptimo año consecutivo, seguido de Noruega y Estados Unidos. El segundo grupo comienza en la posición número 47, ocupada por Saint Kitts Nevis, y termina en la posición 139, asignada al Congo. En el tercer grupo están sobre todo los países africanos subsaharianos.

Los números del informe aturden, y el lector salvadoreño podrá preguntarse, además, para qué tanto número sobre tantas cosas y tantos países. Pero no hay que olvidar que es responsabilidad de todos conocer cómo está la familia humana. El Salvador está hacia la mitad del segundo grupo, en el número 104, con lo cual podremos hacernos una idea de cómo estarán unos 3.000 millones de seres humanos que están peor.

Luces, sombras y opciones

a) El informe señala avances. Desde 1960 se ha reducido a la mitad la tasa de mortalidad infantil; la esperanza de vida ha aumentado en 16 años; se ha reducido en un tercio la malnutrición; tres cuartas partes de las familias rurales tienen acceso a agua potable, en comparación con la décima parte en la generación anterior; la tasa de escolaridad ha aumentado en el 50% y el analfabetismo se ha reducido a la mitad. Todos estos son avances importantes sobre todo en los países subdesarrollados.

b) La aberración. 1,000 millones de personas viven bien o muy bien en los países ricos, pero 1,200 millones tienen que sobrevivir con menos de un dólar diario en el mundo pobre. Y también crece la pobreza en el mundo rico: en Estados Unidos el porcentaje por debajo de la línea de pobreza es del 17%, y le siguen Irlanda y Reino Unido.

Las 200 personas más ricas del planeta poseen más de lo que poseen 582 millones de habitantes de los 43 países más sudesarrollados. Esos países atraen sólo el 0,4% del total mundial de inversiones extranjeras.

790 millones de personas "no están adecuadamente alimentadas". El analfabetismo o la falta de acceso al agua potable afectan a 1.000 millones. 250 millones de niños son explotados laboralmente. 100 millones de menores viven en la calle. Sólo en Filipinas hay 766.000 niños empleados precariamente como criados. 30.000 niños en el mundo mueren cada día por enfermedades evitables. Dos países aún no han ratificado la Convención de Derechos del Niño: Somalia e -increíblemente, añadimos- Estados Unidos.

La ayuda bilateral de los países ricos a los pobres para salud, educación y abastecimiento de agua y saneamiento sólo alcanza el 8,3% de la ayuda oficial al desarrollo, cuando la Cumbre Mundial de Copenhague en 1995 había fijado un 20%. Como ya se dijo hace dos años, ha disminuido la voluntad política de ayuda al desarrollo.

c) Para erradicar la extrema pobreza el informe propone estas seis opciones. 1. La potenciación integral de mujeres y hombres. 2. La promoción de la igualdad de género y el adelanto de la mujer y el fin de la discriminación contra las niñas. 3. Crecimiento económico que beneficie directamente a los pobres. 4. Gestión de la globalización con mayor preocupación por la equidad general. 5. Buen régimen de gobierno. 6. Ayudas especiales a los países que enfrentan extremas pobrezas.

Reacciones

"Erradicar la pobreza es la tarea del Siglo XXI", Elena Martínez. En la presentación del Informe del PNUD, Elena Martínez afirmó que "erradicar la pobreza es la tarea central del siglo XXI", y es tarea de todos."En este mundo global, la responsabilidad ya no es únicamente de los estados. La responsabilidad de los derechos humanos también debe ser asumida por empresas multinacionales, organismos internacionales y no gubernamentales y medios de comunicación".

Dijo también que el documento plantea vincular derechos y desarrollo humano. Para ello se requiere de la transformación de las siete plagas mundiales y sustituirlas por las siete libertades fundamentales de las personas. Hay que librarse de la discriminación, la miseria, el temor, la injusticia y violaciones al Estado de derecho, la censura y la explotación laboral. Hay que sustituirlos por igualdad, vida y trabajo dignos, acceso a servicios básicos, participación social y seguridad.

Por último, la democracia es necesaria. "En ausencia de la democracia, no existen garantías de que los gobiernos respondan a las necesidades de las sociedad. Pero este marco legal no está limitado exclusivamente a las elecciones pluripartidistas, ya que éstas pueden producir gobiernos que toleren violaciones a los derechos humanos". Para evitarlo se requiere velar por los derechos de las minorías, crear espacios políticos para la sociedad civil y separar los poderes del Estado.

"Humanizar la globalización", Jacques Chirac. Por su parte, Jacques Chirac dijo en la presentación del informe: "Tenemos que tomar medidas para humanizar inmediatamente la globalización económica; si no, tendremos graves problemas... La globalización tiene indiscutibles ventajas, pero también muchos peligros". El principal es que un país quede "excluido del sistema económico global". En segundo lugar, la degradación del ecosistema y, por último "el aumento de la criminalidad internacional, que aprovecha las nuevas tecnologías y las facilidades que ofrece la globalización de la economía".

En materia de ayuda al desarrollo "el esfuerzo de Francia, como el de los demás países, es muy insuficiente", aunque constituye la segunda cooperación en monto del mundo, por detrás de Japón, y por delante de Estados Unidos. Insistió en que esta ayuda es insuficiente para paliar la situación en la que se encuentra "la mitad de la humanidad, que sólo cuenta con dos dólares por día", cosa que calificó de "honestamente inaceptable, porque es un verdadero problema de conciencia humana".

Propuso "recuperar" la sensibilidad de hace unos años, cuando se exigía destinar al desarrollo de los países del Tercer Mundo un mínimo del 0,7% del producto interior bruto de los países desarrollados. Nadie o casi nadie ha cumplido con ese compromiso. "Después de diez años, no constatamos que el problema disminuya. Estamos ante un proceso sumamente peligroso, aunque no creo que sea irreversible".

Centro América

Veamos unos pocos datos datos. Costa Rica ocupa el número 47entre los 174 países clasificados (el año pasado ocupaba el 45). El Salvador ocupa el número 104 (cinco lugares después de China). Honduras ocupa el 111. De los países cercanos, México aparece en la posición 55, y Cuba en la 56. Como ejemplo lejano Bolivia ocupa la posición 114.

Analizando casos concretos, según el informe Nicaragua se hunde en la pobreza. Es uno de los países con mayor pobreza extrema y general en el mundo. Aparece con una "pobreza extrema" del 29% y con "pobreza general" del 50% de la población, cifras sólo superadas en Centroamérica por Honduras, que oscila entre el 47% de pobreza "extrema" y el 67% de "pobreza general". En cuanto a la esperanza de vida, el 7% de la población no aspira a llegar a los 15 años y el 12% no llegará a los 40.

Entre los indicadores de pobreza identificados por Naciones Unidas se encuentra la elevada tasa de analfabetismo en adultos mayores de 15 años, que corresponde al 37% de la población. En el segmento de mujeres entre 15 y 24 años, el analfabetismo afecta al 32%.

Por último, el informe denuncia que los escasos fondos destinados para la reducción de la pobreza se pierden en gestiones burocráticas o se desvían hacia otras manos.

Sobre El Salvador, no ofrecemos datos del informe. El lector podrá leer algunos datos en la Carta Pastoral de la Iglesia Buatista Enmanuel que publicamos en este mismo número, y además conoce la realidad por experiencia cotidiana. Sin embargo, he aquí una visión panorámica de la situación económica en la primera mitad del año 2000.

La situación no ha mejorado, a pesar de lo que afirma el gobierno. Al revisar los indicadores de corto plazo del Banco Central de Reserva llaman la atención los siguientes comportamientos: la reducción del crecimiento económico, un incremento de las tasas de inflación, un deterioro de la balanza de pagos, una reducción de las Reservas Internacionales Netas (RIN) y un incremento del saldo de la deuda externa e interna. No se supera, pues, la fase de lento crecimiento, mientras que la estabilidad macroeconómica parece cada vez más frágil, aun sin considerar nuevos efectos inflacionarios que resultarían de medidas como la reducción del subsidio al consumo de la energía eléctrica y la incorporación del Impuesto al Valor Agregado (IVA) a la distribución de agua potable y a las medicinas, por ejemplo.

La conclusión es que durante los primeros meses del 2000 se han revelado con claridad señales que apuntan hacia una reducción de las tasas de crecimiento económico, una pérdida de los logros más significativos en materia de estabilidad económica (reducción de las tasas de inflación y saldos positivos de la balanza de pagos) y una profundización de las tendencias desequilibrantes preexistentes (ampliación de los déficit de balanza comercial y sector público). Y todo esto sin mencionar la violencia, el desencanto... En el país número 104 del mundo, la mayoría de la población sólo ve una salida: salir de él, emigrar.

 

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"Sigo apostando por un tipo de socialismo. Si no se socializa la tierra para trabajarla y vivir, si no se socializan la salud, la educación, la ciencia y las comunicaciones, no hay democracia. Estados Unidos no es un país democrático aunque haya dos partidos, porque su sistema margina a millones de personas dentro y fuera de sus fronteras. Sin socializar y compartir los bienes básicos, no habrá democracia. Sólo con igualdad en dignidad, derechos y oportunidades, habrá justicia y podremos vivir en paz". Pedro Casaldáliga.

"Me gustaría ir a morir a Africa. Es un continente mártir, olvidado, despreciado, una víctima de la humanidad entera. Nuestras sociedades blancas y la Iglesia colaboraron a producir esta miseria. Quisiera contribuir a saldar la gran deuda que tenemos con los pueblos africanos". Pedro Casaldáliga.

 

 

 

 


 

 

Africa se muere de sida

El último informe de las Naciones Unidas indica que en los países más afectados por el sida pueden morir más de la mitad de los jóvenes. El reciente informe de Onusida (el programa mundial de la ONU para el sida) para el año 2000 es una llamada angustiada a los países ricos para que ayuden a acabar con la epidemia, que afecta gravemente al Africa subsahariana. Si la comunidad internacional no aligera la deuda externa de los países africanos, "la pobreza seguirá atizando las llamas de la epidemia del sida".

A excepción de los países desarrollados y de algunos otros, en los que se ha podido estabilizar la epidemia, la situación es más catastrófica que nunca. En todo el mundo, 34,3 millones de personas, adultos y niños, son portadoras del virus. La mayor parte de ellas (71%) viven en Africa subsahariana. En los países más afectados, un tercio de los jóvenes que hoy tienen 15 años (15% de los adultos infectados, por lo menos) morirá de la enfermedad.

La epidemia está en pleno apogeo en Africa. "Los cálculos más recientes de Onusida y la Organización Mundial de la Salud indican que, sólo en 1999, fueron infectadas con el VIH 5,4 millones de personas más"; de ellas, 4 millones sólo en Africa subsahariana. Con algunas excepciones alentadoras, como Senegal y Uganda, existe un "efecto de aceleración". Africa occidental, donde las cifras de seropositivos son mucho más bajas (en general, inferiores al 3% de los adultos), sufre un aumento en países como Costa de Marfil o Nigeria. El informe destaca la situación especialmente preocupante de las mujeres jóvenes. "Los niveles de infección son cinco veces más elevados que entre los varones".

"Asia mantiene el VIH a raya, pero ¿por cuánto tiempo?". Los índices de infección son escasos en comparación con las cifras de Africa. Sólo Camboya, Birmania y Tailandia tienen una incidencia superior al 1%. En India sólo son seropositivos 3 de cada 1.000 habitantes, pero el número de personas que viven con el virus es 3,7 millones.

La situación en el continente americano está llena de contrastes. En el norte la epidemia está controlada, pero hay dos problemas: 1) las cifras siguen siendo elevadas entre los que se pinchan y 2) hay indicios de incremento entre los homosexuales. Onusida insiste en que "el VIH está diezmando las poblaciones del Caribe. Algunos de estos países se encuentran ante epidemias mucho más graves que cualquier otro país, con la excepción de Africa subsahariana". Haití y las Bahamas son los más afectados, con el 5% y el 4% de casos, respectivamente, en la población adulta. Latinoamérica presenta una situación muy heterogénea, con los índices de infección más elevados "en el lado caribeño" y niveles más bajos en los países andinos.

El temor de Onusida respecto a los países de Europa del este y Asia central es que el VIH se extienda a toda velocidad entre los toxicómanos que se inyectan. Se cree que 130.000 rusos son seropositivos; se pinchan entre uno y dos millones y medio.

Si esta tragedia humana no fuera suficiente para buscar soluciones, los expertos de Onusida recuerdan el enorme tributo demográfico y económico que se paga por el sida. Los sectores de la educación, la agricultura y la sanidad sufren repercusiones devastadoras. El sida "perjudica al mundo económico", debido al absentismo, el descenso de la productividad y al aumento de las horas extraordinarias. A pesar de todo esto, Onusida insiste en que "el mundo no es impotente ante la epidemia" y que "los países que la enfrentaron hace años empleando métodos sólidos recogen hoy los frutos". Está aún por ver si con más recursos controlará la epidemia, sobre todo en Africa.

Entrevista con Peter Piot, director ejecutivo de Onusida

- Como director ejecutivo de Onusida, ¿se esperaba un informe tan alarmante?

- Las cifras confirman que el sida constituye una crisis del desarrollo. Es importante recordar que, en 1991, las previsiones para el 2000 eran de que en Africa subsahariana habría 9 millones de personas infectadas y 5 millones de muertos desde el inicio de la epidemia. Pero se quedaron cortos. La realidad es tres veces mayor. La situación en Africa austral empeora sin cesar y las consecuencias demográficas, sociales y económicas a largo plazo son enormes. Pero hay buenas noticias en Uganda y Zambia.

-¿Cómo frenar esta situación?

-Nuestra estrategia consiste en seguir negociando con la industria farmacéutica para mejorar el acceso a los fármacos, movilizar los recursos de los países involucrados e intentar aligerar la deuda externa de Africa.

-¿Qué va a hacer Onusida para aliviar la deuda?

-Los países subdesarrollados, que soportan el 95% de la carga del sida, tienen una inmensa deuda externa. El pago de esa deuda representa, para los países africanos, una suma cuatro veces mayor que su presupuesto para educación y salud. Por consiguiente, es fundamental aligerar la deuda para aligerar la epidemia. En la práctica significa convencer a los organismos económicos internacionales que incorporen a sus análisis las consecuencias socioeconómicas del sida.

EDUCACIÓN: el 47% de los niños del tercer mundo abandonan la escuela por presiones familiares

Los esfuerzos por extender la educación básica -clave para romper el fatal vínculo entre ignorancia y miseria- chocan con el enorme abandono prematuro de la escuela: unos 150 millones de menores, según la ONU, de los cuales el 60% son niñas, especialmente en zonas rurales. Naciones Unidas no cree en una solución sólo financiera, sino también en lograr la cooperación de los padres, pues muchas familias ven la escuela como una carga insostenible e incluso como no deseable para las niñas.

Al menos un 47% de los niños abandonan la escuela por presiones familiares, según la Unicef, pues su trabajo es imprescindible para la supervivencia familiar. Unos 250 millones de menores de entre 5 y 14 años forman parte, según la Organización Internacional del Trabajo (OIT), de la mano de obra de los países pobres: la mitad trabaja a tiempo completo, y el resto se las apaña para combinarlo con la asistencia a clase.

En Asia trabajan tres de cada cinco niños, y uno de cada tres en Africa. En este continente, la explotación laboral del menor está más extendida que en otras zonas: un 41%, frente al 21% de Asia y al 17% de Latinoamérica. El deterioro educacional causado por esta situación es dramático: en un país como Chad, un alumno tarda, en caso de terminar la primaria, el triple de años que un alumno del mundo desarrollado.

Un cúmulo de factores explica estas presiones familiares. En el caso de las niñas, en muchas culturas se concibe como más rentable para ellas un matrimonio conveniente, y la asistencia a clase se ve como una pérdida no sólo de tiempo, sino incluso como un caso moral. En Africa o sur de Asia, el 50% de las niñas nunca van a clase. En áreas africanas devastadas por el sida la vigilancia paterna sobre las niñas se convierte en opresión educativa: las mantienen en casa so pretexto de protegerlas contra violaciones -no son infrecuentes las agresiones sexuales de profesores y compañeros- e impedir que se contagien como otros miembros de la familia. Y luego está el factor económico. Las cuotas son un duro golpe. En algunos países el alumno debe ir y venir a clase cargando con el pupitre que el padre ha fabricado, en vista de la carencia de material escolar.

Se han logrado éxitos en la implicación de los padres, mediante programas de educación básica de adultos, en países como Egipto, donde hay 4,2 millones de niños sin escolarizar y 350.000 abandonos al año. Bangladesh o China, a la par que han visto disminuir su crecimiento demográfico, también han obtenido progresos en ese campo.

Si se lograra que las niñas -y las mujeres- completasen su educación básica, el grado de instrucción repercutiría beneficiosamente también en la economía familiar. Al retrasar el matrimonio, la tasa de natalidad bajaría, la mortalidad infantil se vería contenida por el mayor discernimiento de las madres a la hora de medicar a sus hijos; se frenaría el riesgo de contraer el sida, y las mujeres encontrarían mejores oportunidades.

En medio de los problemas, hay avances, como en el caso de Uganda. La guerra civil terminó en 1986, aunque la paz no ha llegado del todo. El país tiene una renta per cápita inferior a 350 dólares. Al menos una décima parte de los 20 millones de habitantes son seropositivos. Uganda se ha convertido, por voluntad del Gobierno, en campo de pruebas de vacunas y terapias antisida, y la Administración ha emprendido continuas campañas en favor del preservativo y contra la promiscua vida sexual. Hay localidades en las que el sida ha matado a gran parte de la generación paterna, con lo que los niños están al cuidado de los abuelos.

En ese contexto, la educación básica es un reto decisivo. En 1996 se lanzó el Plan de Educación Primaria Universal con la meta de la plena escolarización fijada para 2003. Según la Asociación para el Desarrollo de la Educación en Africa, el 36% de los ugandeses es analfabeto (mujeres, el 47%). La tasa de escolarización en enseñanza primaria es, no obstante, del 85%, y el Ministerio dedica el 64% a la educación básica.

El esfuerzo empieza a dar frutos. El Gobierno insiste en implicar a las comunidades locales. Se ha combinado un programa de descentralización de servicios públicos -incluidas las escuelas- con la llamada a que los padres se involucren en los gastos educativos. En 1997, el 87% de los padres se quejaba de que no podía enviar a sus hijos al colegio por no poder afrontar los gastos de uniforme y material docente. Hoy, el Gobierno entrega cemento, clavos, madera, duralita a las comunidades locales, y éstas gestionan la construcción. Iglesias y ONGs colaboran estrechamente. Sin embargo, el camino no está plenamente enderezado. En 1996 había 37 alumnos por cada maestro, y hoy son 63, y existen clases de 150. Por tanto, faltan escuelas. Y subsiste el problema de la desigualdad de sexos y del abandono prematuro. Las niñas son sólo el 47% de los escolares, y un 15% de alumnos deja antes de tiempo los estudios.

El mundo oprimido de las mujeres

Los derechos humanos de las mujeres se violan en tres esferas según el informe del PNUD: "discriminación en cuanto a oportunidades económicas, políticas y sociales; desigualdad en la vida familiar, incluso en el matrimonio y en la adopción de decisiones sobre la reproducción; y violencia basada en el género, desde el hogar a la comunidad, por parte del Estado y en los conflictos armados".

"Entre los peores peligros personales están los que sufren las mujeres". El informe señala la violación como arma de guerra; el 1,2 millones de mujeres y niñas obligadas a la prostitución; la mutilación genital que sufren dos millones cada año; y la violencia doméstica en todas las sociedades, ricas y pobres. "Una de cada tres mujeres ha sido víctima de violencia en una relación íntima" (en Bangladesh, el 47%). Además, el informe denuncia el homicidio de mujeres por cuestiones de "honor": 1.000 mujeres murieron por ese motivo el año pasado en Pakistán y 22 en Jordania en 1998.

De los 900 millones de analfabetos que hay en el mundo 600 son mujeres. El absentismo escolar se ceba en las niñas de los países pobres: las familias prefieren que trabajen en casa o que se preparen para el matrimonio.

(En el anterior número de Carta a las iglesias ofrecimos un informe de la violencia doméstica que sufren mujeres y niñas).

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El sida en El Salvador

De acuerdo al Ministerio de Salud, de 1984 a 1998 ha habido 2,544 casos de Sida, 74.8% en varones y 25.2% en mujeres. Además, se han detectado 2,469 portadores del VIH. Desde 1988 hay una tendencia general al aumento. Estas cifras son ya epidemiológicamente significativas, aunque adolecen de grandes limitantes y difícilmente pueden ser un reflejo fiel de la realidad. Lo más probable es que la expansión del sida sea mayor.

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La educación en El Salvador

Según el informe del Banco Interamericano del Desarrollo (BID) de julio del dos mil, la desigualdad en la educación, sigue creciendo y especialmente en El Salvador. De los 19 países latinoamericanos El Salvador ocupa el lugar número 15 en años promedio de escolaridad: 6.5, en comparación con los 10.4 de Argentina, en primer lugar y los 5.4 de Guatemala, en último lugar. Ocupa el último lugar en el número de los "sin educación". La asistencia escolar por edad, entre los 7 a los 21 años, es menor en todas las edades que el promedio en América Latina. Por último, entre la generación joven hay una gran brecha educativa entre ricos y pobres: El Salvador ocupa el último lugar.

 

 


 

 

Los poemas del siervo (III)

El siervo "postmoderno"

José Ignacio González Faus

Tercer Canto (Isaías 50)

4. Mi Señor Yahvé me ha dado una lengua de iniciado

para saber decir al abatido una palabra de aliento.

Cada mañana me espabila el oído para que escuche como los iniciados.

5. Mi Señor Yahvé me abrió el oído: yo no me resistí ni eché atrás.

6. Ofrecí la espalda a los que me apaleaban,

las mejillas a los que mesaban mi barba;

no me tapé el rostro ante ultrajes ni salivazos.

7. Mi Señor Yahvé me ayuda, por eso no siento los ultrajes.

Por eso endurecí mi rostro como el pedernal

Sabiendo que no quedaría defraudado.

8. Tengo cerca a mi defensor ¿quién pleiteará contra mí?

¿Alguien tiene algo contra mí? Acérquese, comparezcamos juntos.

9. El Señor me ayuda ¿quién me condenará?

Todos se consumirán como un vestido y los roerá la polilla.

Lo primero que llama la atención es que en este canto ya no habla el Señor. Habla sólo el Siervo. Como si ocurriera algo de aquello que san Ignacio de Loyola describía como "esconderse la divinidad". Pero la palabra del Siervo tiene una referencia de fondo que es la acción del Señor. Es fácil distinguir esa referencia por medio de la expresión "mi Señor Yahvé", que es nueva y que marca claramente tres estrofas en el poema (vv 4, 5 y 7). Continúa la situación de crisis aludida en el canto anterior, que ahora parece convertida en crónica

Esta acción del Señor es doble y divide al poema en dos partes desiguales: la primera (v. 4) coincide con la primera estrofa, y afecta a la misión del Siervo al que capacita para mantenerse en medio de lo que -por comparación con los poemas anteriores- parece un cambio de objetivos, y hoy quizá llamaríamos "un cambio de táctica". La segunda parte abarca todo el resto del poema y se refiere a la persona misma del servidor. Ambas están unidas por un denominador común: la "terquedad" (o fidelidad) del Siervo.

Finalmente, aunque los temas son los mismos de los poemas anteriores (en sustancia: la misión-vocación del Siervo, y su persona), están tratados en este canto con un cambio radical de lenguajes, que es lo que mejor nos acerca a la enseñanza del poema. Parece probable que ese nuevo lenguaje surgiera de hecho ante la decepción de los judíos una vez repatriados a Jerusalén, tras una espera tan larga y tan ansiosa.

En efecto: en contraposición a lo que, en cantos anteriores, era "implantar el derecho y liberar a los cautivos", encontramos ahora la "palabra de aliento" a los abatidos. En contraposición a lo que antes aparecía como promesa en la que "esperan las islas", aparece ahora una "escucha experimentada". En contraposición a la "lengua afilada y la espada" aparecen la "lengua de iniciado y el oído abierto". El Siervo se ha vuelto más experimentado, más maduro. Y en una situación en la que –dicho con nuestro lenguaje– no parece posible el "cambio estructural" porque lo que domina son las agresiones y los ultrajes, sabe el servidor que siguen siendo posibles la escucha y el aliento a los abatidos, pero manteniendo enhiesta "la gran utopía de la fraternidad"

Este paso a unos objetivos aparentemente más modestos es lo que me he permitido calificar como "postmodernidad" del Siervo de Yahvé, que parecía tan utópico y tan "moderno" en el primer Canto. Pero, a diferencia de nuestra postmodernidad, el Siervo no parece dispuesto a renunciar a su misión: no se va a "echar atrás", sino más bien va a "endurecer su rostro" (vv. 5 y 7). Y la fuerza para esa obstinación incomprensible viene dada por las mismas razones con que el Siervo superó su hundimiento en el Canto anterior: la confianza en la cercanía y la ayuda del Señor, que le capacita para plantar cara a una situación humanamente desolada. Si se quiere otra imagen gráfica y actual de ese cambio de objetivos, pensemos en la admirable tenacidad de las madres argentinas de la Plaza de mayo, cuanto ya no podían recobrar a sus hijos desaparecidos. Y luego de pensar en ellas, de verlas dar vueltas en silencio semana tras semana y año tras año, apliquémosles el verso final de este canto: los dictadores, los pinochetistas, los neoliberales... "se consumirán como un vestido y los roerá la polilla".

Por todo esto, más que con nuestra modernidad-postmodernidad, el paralelismo debería hacerse entre estos cantos y la trayectoria histórica de Jesús de Nazaret. Al impulso –y al éxito– inicial de Jesús, comenzó a seguirle una temporada "de nubes" provocada por la no conversión del pueblo, la hostilidad de los poderes religiosos y la incomprensión de los discípulos. Ante esos indicios, los evangelios testifican que Jesús se retiraba a orar y acabó en un cierto cambio de táctica: menos predicaciones masivas, menos curaciones que eran malentendidas, algunas salidas "al extranjero" para ocultarse, más dedicación a formar los discípulos, lenguaje en parábolas... Pero todos estos cambios, en modo alguno apartaron a Jesús de su entrega al Reinado de Dios, al que sigue sirviendo obstinadamente y con el rostro endurecido, hasta el momento en que se decide a "subir a Jerusalén" buscando una clarificación de las cosas, que le llevará a un final como el que vamos a ver en el canto siguiente. En medio de esos cambios, la trayectoria de Jesús habrá sido –como la del Siervo– una trayectoria de fidelidad. El Siervo se ha vuelto más experimentado. En una situación en la que no parece posible el cambio siguen siendo posibles la escucha y el aliento.