UCA

Universidad Centroamericana José Simeón Cañas



Carta a las Iglesias

© 1998 UCA Editores


Carta a las Iglesias, AÑO XVIII, Nº 394, 16­31 de enero de 1998

Juan Pablo II y Fidel Castro: Un encuentro y una esperanza

La visita de Juan Pablo II a Cuba y su encuentro con Fidel Castro ha sido un acontecimiento histórico, impensable hace sólo unos pocos años. Tampoco ha acontecido al acaso. Ha estado bien preparado, tanto por lo que toca al fondo de los problemas (lo que se expresaba en la absoluta libertad con que habló Juan Pablo II y la absoluta normalidad con que escuchaba Fidel Castro), como por lo que toca a la organización externa: las eucaristías, la música de coros impresionantes, la participación multitudinaria. Aunque alguna prensa así lo ha querido presentar, en nada se parecía aquello a "una Iglesia salida de las catacumbas". Y, sin embargo, han tenido que pasar cuarenta años para que ocurra este encuentro. Los personajes centrales, Juan Pablo II y Fidel Castro, han aportado su personalidad carismática y sus firmes convicciones. Pero, en definitiva, ha sido el dinamismo histórico el que se ha impuesto: hay algo de "fatalismo" o, mejor dicho, de "providencia" en ver a Juan Pablo y a Fidel Castro darse la mano y sonreír.

* * *

Las cosas comenzaron de manera muy distinta. En 1959 ni la revolución ni la Iglesia cubana estaban preparadas para lo que iba a ocurrir. La Iglesia cubana era hija de su tiempo, y no tenía un Vaticano II -y menos un Medellín- para entender siquiera qué tiene que ver la fe cristiana con una revolución social. Como en muchas otras, también en la Iglesia cubana la fe miraba al más allá, y en el más acá se contentaba con la caridad y la ayuda social. Que Dios quisiera una transformación radical del mundo de pobreza y sus estructuras injustas no entraba en el horizonte. Por su parte, tampoco la revolución entendió lo religioso como dimensión esencial del ser humano, que va más allá de la organización eclesiástica y sus intereses muchas veces mundanos. También hija de su tiempo, comprendió la religión como la presentaban los manuales dogmáticos marxistas: opio del pueblo y anticientífica. Surgió, pues, un conflicto que se expresó pronto al nivel ideológico, pero que se convirtió en conflicto de poderes entre la Iglesia católica, la institución más antigua de Cuba, y el nuevo poder revolucionario. Poco a poco hubo cambios. En la Iglesia se empezó a notar, aunque levemente, el influjo de Medellín. Así, un año después de éste, en 1969, denunció por primera vez "la injusta situación de bloqueo" contra Cuba de parte de Estados Unidos que había comenzado ocho años antes. En 1986 el Encuentro Nacional Eclesial Cubano (ENEC) hizo una presentación serena de la situación nacional y eclesial, y reconoció lo que son valores de la revolución y de la sociedad socialista, viendo en ellos la acción de Dios, aunque eso no quitó agudeza a la denuncia. En 1993 los obispos señalaron que "deberían erradicarse algunas políticas irritantes".

También hubo cambio de parte de Fidel Castro, y el desencadenante fue también Medellín, con la teología de la liberación y los cristianos comprometidos que dieron su vida por la justicia: la religión no tenía ya por qué ser opio del pueblo, los cristianos habían mostrado que amaban a los pobres y se comprometían con su liberación. Su Dios es un Dios de justicia... (Cuando haya más perspectiva histórica se agradecerá a Medellín, a la teología de la liberación y a los mártires, el haber desbloqueado el camino a Dios a muchos que buscaban la justicia, camino bloqueado a veces por la Iglesia). Esto se fue traduciendo en mayor libertad religiosa, sancionada en el IV Congreso del partido comunista en 1991.

Junto a estos cambios internos, se dieron cambios en la geopolítica mundial: con la caída del Este una Cuba socialista llegó a ser simplemente inviable. En esta situación -curiosamente- Fidel Castro necesita del Papa, y para la Iglesia es ésta una ocasión única de mostrar su liderazgo y su poder en el mundo.

* * *

En el aeropuerto Fidel Castro mostró respeto y admiración por el Papa, y agradeció su venida. La ocasión se convertía en la mejor plataforma -mejor, incluso, que Naciones Unidas- para denunciar con fuerza el bloqueo económico. Los ojos de todo el mundo estaban en La Habana, y el Papa (alabado por los países occidentales por su decidido anticomunismo) estaba a favor de Castro en el asunto del bloqueo. En la respuesta, Juan Pablo mostró respeto a Fidel Castro, y anunció, como en germen, lo que desarrolló después: "que Cuba se abra al mundo y que el mundo se abra a Cuba".

En los días siguientes sus palabras fueron subiendo de tono. En presencia de altos gobernantes el Papa denunció los males del país. Exigió libertad a la población, observancia de los derechos humanos, libertad para los presos políticos, derecho de los padres a la educación. Exigió cambios radicales en la familia con una durísima condena del aborto; para terminar con el ateísmo de estado... No cabe duda de que el Papa dijo con su valentía acostumbrada -y con la libertad que le había asegurado Fidel Castro- todo lo que veía mal en Cuba. (De hecho no ha hablado con esa dureza a otros líderes de Occidente, responsables también de graves males).

Esas denuncias fueron las más repetidas, pero también hubo otras en dirección contraria. Una de ellas, importante, dijo a la juventud no caer en la pseudocultura que ofrecen de fuera y lleva al consumismo y la trivialización de la existencia. Otra, la que más repitió, es la condena del bloqueo económico de Estados Unidos. En el aeropuerto dijo al despedirse que es "injusto e inmoral". Por último Juan Pablo II hizo una denuncia universal del neoliberalismo capitalista, que subordina la persona humana a las fuerzas ciegas del mercado, gravando desde sus centros de poder a los países pobres con cargas insoportables. Y denunció también que a estos países se les impongan programas económicos insostenibles, que enriquecen a unos pocos a costa del empobrecimiento de muchos.

El Papa habló, pues, a todos con toda claridad. Para muchos cubanos su presencia y su palabra fue una catarsis y un signo de esperanza. Sin embargo, no generó un ambiente tenso. Fidel Castro -se puede discutir si por devoción o por necesidad- se comportó todo el tiempo con Juan Pablo II con exquisita corrección y con afabilidad, y en la misa de La Habana parecía disfrutar dando y recibiendo la paz de obispos, religiosas y laicos. Juan Pablo II, por su parte, se mostró también respetuoso con los personajes y símbolos de la revolución. Al final de la misa tuvo el gesto inusual de bajar a saludar a Fidel. Y en el aeropuerto caminaron juntos hasta el avión.

* * *

¿Quién ganó? Esa es la pregunta que se oye estos días, pero, aunque comprensible y aunque ambos son personajes a quienes les gusta ganar, la pregunta es improcedente. La pregunta es más bien qué ganó el pueblo cubano, los hombres y mujeres que viven, esperan y sufren en Cuba, y qué ha ganado el mundo de los pobres en los cinco continentes. Más de fondo, la pregunta es cómo utilizar este encuentro para poner al mundo en una dirección más humana y justa. Terminamos con estas reflexiones.

En Cuba ya se han dado algunos pasos en el camino de la reconciliación, pero ésta no debiera ser entendida como reparto de poder entre Iglesia y revolución, sino como convergencia de los mejores ideales y de los logros revolucionarios, y de lo mejor de la Iglesia, que es el Evangelio de Jesús y sus testigos en la historia. No es un presidente y un papa lo que está en juego, sino lo que ambos pueden simbolizar de bueno y humanizante.

Quizás extrañe que hablemos así de las posibilidades de una revolución, pero sería miope no hacerlo. La democracia, la libertad ciudadana y otros logros que el Papa exigió, en su día fueron logros revolucionarios (aunque la Iglesia, hasta prácticamente el Vaticano II haya condenado las revoluciones o las haya mirado con desconfianza). La idea socialista (no el leninismo político), el compartir justamente los bienes, "la prioridad del trabajo sobre el capital" (repetido por Juan Pablo II) históricamente son frutos de ideas y revoluciones socialistas. Y también sería injusto olvidar los logros de Cuba en el campo social, salud, educación, superiores a los de todos los países de América Latina... No hay que repetir, ni olvidar, los fallos, algunos de ellos terribles, del socialismo real, incluido el cubano. El papa los acaba de denunciar con toda claridad (y el aparato del mundo occidental bien se encarga de recordarlos). Pero sería injusto y empobrecedor ignorar lo que hay de mística en la idea socialista, si en verdad se busca reconciliación en Cuba, y si se buscan soluciones humanas para nuestros países. Ojalá Juan Pablo hubiese hecho alguna alusión a los logros cubanos.

La Iglesia, por su parte, tiene mucho que aportar. Puede ofrecerse como lugar de encuentro de todos: cristianos, hombres y mujeres de otras religiones, abundantes en Cuba, no creyentes. Pero sobre todo puede ofrecer la mística del Evangelio, de la honradez y de la verdad, de la compasión y la misericordia, de la acogida al otro, aunque sea diferente. Utopía, claro está, pero ése es el verdadero y auténtico poder de la Iglesia. Y si reconoce, sin masoquismos, pero con honradez, sus propias limitaciones y pecados, ahora y a lo largo de la historia, como los debe reconocer la revolución, se hará más fácil la reconciliación.

En Cuba parece que ya se ha superado la "demonización" del otro, pero quizás hay que superar todavía indicios de maniqueísmo, como si todo lo bueno estuviese en una parte y todo lo malo en otra. Cómo superen los revolucionarios ese maniqueismo, es cosa suya. Pero los cristianos creemos que toda la creación, no sólo la Iglesia, es obra de Dios; que en todas partes, no sólo en la Iglesia, hay semillas suyas (como decían los primeros cristianos).

Desde la fe en Jesús la reconciliación es necesaria y es posible. Es encontrarse todos en la verdad, en la justicia, en la compasión y en el gozo de Dios. Y poniendo en medio de todo ello a los pobres de este mundo.


Bases para el Plan de Nación

Presentamos a los lectores de Carta a las Iglesias extractos del documento "Bases para el Plan de Nación", elaborado por la Comisión Nacional de Desarrollo. En posteriores entregas, aparecerán análisis y evaluaciones sobre el documento.

II. Introducción

La Transición Nacional. El Salvador está inmerso en un proceso de transición que tiene como punto de partida el Acuerdo de Paz y como meta histórica la plena democratización del país. Este proceso es multifacético y se manifiesta en diversos niveles de la realidad: el nivel político, el nivel cultural y educativo, el nivel socio­económico, el nivel de la participación ciudadana y el nivel institucional del Estado.

La transición nacional requiere, entonces, recomposiciones y acciones en todos estos niveles, para lograr que la sociedad vaya reconociendo su auténtica y profunda realidad, a modo de avanzar de manera cada vez más consciente hacia la sociedad integrada que es el único escenario posible de la estabilidad, la paz y el desarrollo.

III. Visión del País

Aspiramos a un país moderno en el que todos los habitantes tengan cubiertas sus necesidades básicas; en el que se multipliquen y aseguren opciones de presente y de futuro para nuestros hijos y para las generaciones sucesivas. Necesitammos un país en el que se desate y aproveche toda la energía individual y colectiva de la población; un país en el que todos nos sintamos seguros y contribuyamos decididamente a vivir una nueva cultura de honradez, responsabilidad, productividad, solidaridad, tolerancia, humanismo y respeto a las leyes. Queremos también un país limpio y verde; un país abierto, sin fronteras y decidido a impulsar la integración centroamericana. Queremos, en resumidas cuentas, un país del que todos podamos sentirnos orgullosos.

IV. Concepto de Desarrollo

Concebimos el desarrollo como: a) un proceso amplio de carácter social, político, cultural y económico; b) un proceso participativo cuya sostenibilidad se basa en el crecimiento económico vigoroso y equilibrado; c) un proceso que promueva la realización plena de todos los salvadoreños y su bienestar material y anímico; d) un proceso que despliegue, en todos los sectores, la capacidad de producir, expandir y usar adecaudamente la riqueza material y cultural; e) un proceso que desarrolle el desafío de calidad y el espíritu de excelencia, en el marco de políticas equilibradas en el orden poblacional y en el orden territorial; f) un proceso que trascienda el horizonte del presente vinculando su efectividad con la salvaguarda de los derechos de las generaciones futuras.

V. Lo que el país necesita

Una sociedad sin marginación para erradicar efectivamente la pobreza. Debemos construir una economía incluyente que potencie toda forma de actividad productiva independientemente de su tamaño y ubicación geográfica; que lleve a un desarrollo territorial equilibrado, donde las distintas regiones y zonas del país confluyan en el esfuerzo común; a una sociedad en la que tanto hombres como mujeres compartan los mismos derechos y disfruten de igualdad de condiciones para su autorrealización; a una sociedad participativa, en la cual las funciones y decisiones estén adecuadas y democráticamente repartidas.

Una sociedad participativa, con autoestima e identidad cultural basada en el sentimiento de pertenencia. Hay que desplegar en el país una sociedad donde la mayoría de la población pueda participar activamente en las bases y frutos del crecimiento; una sociedad donde la participación política del ciudadano sea cotidiana y la democracia impregne realmente todo el hacer social.

Una sociedad segura, fundada en el Estado de Derecho y con un sistema judicial efectivo. Es necesario asegurar que todos los habitantes tengan garantizadas las condiciones para el pleno goce de sus derechos humanos, el libre aprovechamiento de las oportunidades derivadas del desarrollo nacional y el cumplimiento de las responsabilidades, dentro del marco de la ley.

Una sociedad con una economía integradora y competitiva, con más y mejores oportunidades de trabajo. La sociedad salvadoreña requiere de una economía sólida y productiva, que funcione de manera incluyente y equilibrada, con estabilidad y crecimiento sostenido.

Una sociedad sin fronteras, que permita la efectiva inserción del país en el mundo. Una sociedad comprometida con la gestión racional del medio ambiente. Una sociedad con firmes estructuras familiares, interactuando a partir de valores fundamentales para la convivencia pacífica.

VI. Los compromisos

Políticos. a) Consolidación sucesiva de la democracia. b) Representatividad política.

El desarrollo de nuestra democracia demanda no sólo el perfeccionamiento del sistema electoral, sino la búsqueda de mecanismos de participación ciudadana que estimulen el ejercicio permanente de la voluntad popular. La Constitución contempla ya el recurso de la consulta popular directa, restringido al tema de la unificación centroamericana. Es conveniente analizar y consensuar la ampliación de dicho mecanismo de consulta a otros casos en que la expresión específica de la voluntad soberana contribuya a ir consolidando los necesarios cambios institucionales en el país, en la vía de la estabilidad y el desarrollo. Este mecanissmo político es capaz de servir a dos propósitos fundamentales: intensificar el ejercicio democrático y permitir a las instancias gubernamentales un recurso de soporte a sus decisiones que tienen más complejidad estructural.

Educativos y culturales. a) Nuevas bases culturales. b) Integración de estructuras familiares.

La sociedad debe comprometerse profundamente con el destino de la familia. Esto tiene que ver con aspectos legales, institucionales y sociales. En tal sentido un acuerdo nacional no puede dejar de contener compromisos en esta área. Entre algunos de los aspectos por considerar están: la adecuación del marco legal a la realidad social, el tratamiento del trabajo infantil, la creación de espacios para la convivencia y recreación familiar, la generalización de la participación de los padres en el proceso educativo y el estímulo a familias bien organizadas.

Socioeconómicos. a) Para un nuevo compromiso productivo nacional. b) Definición de áreas prioritarias de desarrollo.

El país no puede continuar transitando sin una apuesta estratégica en torno a su base productiva. Los salvadoreños debemos acordar sobre qué áreas, sectores o actividades vamos a impulsar nuestro desarrollo; sobre qué ejes vamos a sustentar nuestro crecimiento y acumulación interna, así como nuestra inserción al mercado internacional.

Participación ciudadana. Fortalecimiento de niveles de organización y participación

En toda democracia funcional hay sujetos que activan el desenvolvimiento de la realidad. Los principales son los partidos políticos y los grupos de presión ciudadana. Estos últimos representan los diversos intereses que existen en la sociedad y su sano desarrollo es indispensable para el buen funcionamiento democrático. El reconocimiento, el estímulo y el fomento de la actividad de dichos grupos, dentro del marco de la ley, deben formar parte del acuerdo nacional.

Institucionales. Modernización de la Administración Pública.

La administración pública debe hacerse mucho más eficiente, y por consiguiente debe dejar de concebirse como una instancia que primordialmente existe para proveer empleo. Se requiere una reforma estructural del sistema de la administración pública.

VII. Propuesta Metodológica

Objetivos. El documento "Bases para el Plan de Nación" es, en primer lugar, un instrumento de trabajo para propiciar una visión compartida acerca de los principales desafíos que debemos enfrentar para hacer de El Salvador un país próspero, en el que toda la población pueda disfrutar de los beneficios del desarrollo.

Las Bases pretenden también trazar una dirección que inspire y mueva al país en torno a un proyecto común de desarrollo integral. En función de tal objetivo, las Bases para el Plan de Nación constituyen una herramienta útil para buscar entendimientos y acuerdos básicos de largo alcance entre los sectores políticos y económicos que tienen mayor responsabilidad y capacidad de decisión en nuestro país.

Complementariamente, las Bases para el Plan de Nación tienen como propósito facilitar una consulta amplia en la que se manifieste la conciencia nacional, el dinamismo participativo y la voluntad de compromiso social imprescindibles para lograr el desarrollo integral de El Salvador.

VIII. Reflexión final

A veces, el encerramiento en el pequeño mundo de nuestra propia realidad, de nuestros intereses o de nuestros problemas, nos impide escuchar a otras personas, o entender lo que ellas están diciendo, o aceptar que pueden tener ideas válidas y útiles.

Otras veces, por la reiteración en el uso indebido de las palabras, extraviamos el sentido de lo que queremos decir; o, simplemente, ignoramos este sentido y nos mantenemos, como en la caverna de Platón, confundiendo las sombras con las realidades.

Cuando algo de esto ocurre, nos agotamos en un choque estéril contra el dinamismo de la realidad histórica, nos alejamos de la verdad, desperdiciamos el inmenso potencial de transformación subyacente en la sociedad y nos privamos de la fuerza, de la capacidad de inspiración y del resorte de motivación que tienen las ideas más valiosas y depuradas que hemos recibido como herencia cultural.

Este es el caso de la idea de "nación" y la manera en que hemos extraviado o desnaturalizado su verdadero significado.

Extractado por CIDAI


In memoriam. P. Fernando Azuela, S. J.

En 1990, pocas semanas después del asesinato de los jesuitas de la UCA, el P. Fernando Azuela, jesuita mexicano, vino al Centro Monseñor Romero de la UCA a sustituir al P. Juan Ramón Moreno. Se encargó de la dirección del Profesorado en Ciencias Religiosas y Morales. También dio Ejercicios Espirituales y fue asesor de las Comunidades de Vida Cristiana.

El 12 de enero, inesperadamente, falleció a causa de una caída. En agradecimiento y homenaje a su persona, publicamos una poesía que escribió en 1993. Refleja, a la vez, hondos sufrimientos de los que estuvo transida su vida, y la inmensa paz que comunicó a todos los que le rodearon.

¡Hagamos la luz!

Fernando Azuela, S.J

"Te entiendo, te comprendo",

palabras de buena voluntad,

ingenua cercanía,

cuando el dolor faltaba,

cuando la noche apenas existía.

Hoy todo ha cambiado:

Jesús de nuevo se ha encarnado

y ha asumido el desplome de todos los humanos,

para decir con ellos:

"Es de muerte la agonía de mi ánimo quebrado…"

Te entiendo, te comprendo,

hombre que te ves sin ayer,

sin hoy y sin mañana,

con vacío en el pasado,

con vacío en el presente que se escapa,

y vacío en el futuro privado de esperanza.

Te entiendo, te comprendo,

mujer que has olvidado que existe la sonrisa

y sólo vas sumando tus penas a las de otros;

que ves al mundo en guerras, en luto, en carestía…;

que no crees ya en el amor,

pues tanto mal misterioso y tanto desamor

han matado en tu alma la alegría.

Te entiendo, te comprendo,

mas quiero que juntos volvamos a la luz,

¡que hagamos luz!

recuperando el millón de chispas

que otrora iluminaron el sendero,

acumulando el polvo de estrellas infinitas

con que Dios, Padre tierno,

colmó nuestro destierro.

Con fe empecinada

quitemos nubarrones,

saquemos del ojo las escamas

y, abriendo nuestros poros ampliamente,

seamos sensibles al Dios que nos penetra,

que está aquí, compañero en la prueba,

sembrador de una tierra

con presagios seguros de cosecha.

Porque está aquí ciertamente

ofreciéndonos todavía su sol

y el calor de muchas manos amigas;

porque nos sigue diciendo "levántate y anda",

en tantos que nos gritan ¡resucita! ¡contigo estoy!

(sorpresa cotidiana,

mirada de ternura ­¡contigo estoy!­

que eleva nuestra altura…)

"Te entiendo", pues, y "te comprendo"

nos diremos mutuamente

y descubriremos en nuestra voz, su voz…,

en nuestra compañía, su aliento,

en nuestra amistad, su amor…


Sínodo de Roma.

Monseñor Romero y su beatificación

El sínodo terminó con optimismo. "Los resultados han sido mejores de lo que esperábamos", decían varios obispos, lo que contrasta con el escepticismo y poco entusiasmo que mostraron cuando llegaron a Roma. En conjunto, el neoliberalismo y el ordenamiento mundial fue enjuiciado duramente porque genera nuevos tipo de pobreza y produce involución social. Sobre la organización eclesial se ha lanzado la idea de concebir la parroquia como "comunidad de comunidades". Y se ha tratado de potenciar a los laicos. Todo esto aparecerá de una u otra forma en el documento final que aprobará al Papa. Ahora mencionamos sólo dos cosas de significado para nosotros.

Las 76 proposiciones presentadas al Papa han sido aprobadas por la casi totalidad de los 216 votantes. Pero, aunque la oposición fue pequeña, dos proposiciones fueron aprobadas con 21 y 16 votos en contra, cifra comparativamente alta. Una de las proposiciones es la que trata de "la superación de los problemas económicos". Obtuvo 186 votos a favor, 21 en contra y 9 en blanco. En ella los obispos sugirieron, entre otras cosas, "que se sostenga el proceso de integración de todos los pueblos de América, promoviendo un nuevo y justo orden internacional".

La otra proposición es sobre las pequeñas comunidades eclesiales, en que se engloban las comunidades cristianas de base y se reitera su importancia para la evangelización y la vida eclesial. Obtuvo 195 votos a favor, 16 en contra y 5 en blanco. Otra propuesta, con cierta oposición, ha sido la referente a los "movimientos eclesiales", que tuvo 199 votos a favor, 12 en contra y 5 en blanco, y la de "las culturas indígenas", con 200 votos a favor, 11 en contra y 5 en blanco. Según los analistas la gran ausente ha sido la teología de la liberación. Al parecer, para el oficialismo eclesial todavía está bajo sospechas.

Romero y su beatificación. Otro asunto importante fue la solemne mención de Monseñor Romero en el aula, pero ello también mostró diferentes actitudes entre el actual arzobispo de San Salvador, Fernando Saénz Lacalle, y su obispo auxiliar, Gregorio Rosa Chávez, como lo han notado varios comentaristas. El enviado de Vida Nueva comenta el diferente modo de hablar, de uno y otro, sobre la canonización de Mons. Romero. "Mientras Sáenz pidió prudencia y no "canonizar" a monseñor Romero antes de que lo haga la Iglesia, el auxiliar Rosa Chávez destacó el martirio y testimonio de Romero".

"La Iglesia en El Salvador ha sido bendecida por la gracia del martirio. Entre esos testigos de Cristo, el más conocido es monseñor Oscar Arnulfo Romero", dijo Mons. Rosa Chávez. Agregó que en el caso de Monseñor Romero, "la Providencia ha dejado huellas muy claras para quien busca con sinceridad la verdad de su vida y de su muerte. En efecto, monseñor Romero nos dejó su diario, espejo fiel de su corazón de pastor. Nos dejó también apuntes de su último retiro espiritual, donde hace la ofrenda de su vida al recibir la noticia de que se enfrenta a un inminente peligro de muerte. Y por si esto fuera poco, el Señor le concedió la gracia de derramar su sangre en el momento en que se disponía a ofrecer el pan y el vino del sacrificio del altar. Por eso, como en los tiempos antiguos de la Iglesia, queremos hacer el acta de los mártires, para no olvidar este testimonio".

Por su parte, el arzobispo entregó a los participantes en el Sínodo un comunicado en el que informa sobre la causa de beatificación de monseñor Oscar Arnulfo Romero. Mons. Sáenz Lacalle dijo que el 1 de noviembre de 1996 presidió el solemne acto de clausura de la fase diocesana del proceso de beatificación y que, en estos momentos, esta documentación la estudia la Sagrada Congregación para las Causas de los Santos. Asimismo, el actual arzobispo pidió a los obispos sinodales no desfigurar "la imagen de mi ilustre predecesor. Puedo asegurarles que su efectiva y heroica preocupación por los pobres estaba unida a una recta doctrina y a una sincera piedad". También solicitó que "no se organicen actividades que pudieran dificultar, más que facilitar, la marcha de la causa de beatificación" y explicó que "se dificultaría esta buena marcha si, por un afecto mal entendido o por un deseo de manipulación de su persona, se organizasen actividades en las que se le tributase culto público, adjudicándole títulos -de santo o de mártir- antes de la esperada declaración pontificia".


El Mozote. Celebrar la vida

El sábado 13 de diciembre celebramos el XVI aniversario de la Masacre. De la plaza del mero Mozote bajamos a Jocote Amarillo, una pequeña comunidad en plena reconstrucción. A la par de la tarima, puesta en un lugar precioso y lleno de sombra, habían colocado una cruz con los nombres de más de ochenta masacrados del propio lugar.

A partir de las ocho de la mañana las mujeres de la misma comunidad empezaban a poner sus ventecitas para atender a la gente que poco a poco estaba llegando. Al final se reunió un mar de gente de San Salvador, Usulután, Zacacoyo, Ciudad Barrios… y de más allá de nuestras fronteras. Las comunidades locales de Morazán tampoco fallaron a la cita anual. Con las mantas que hacían referencia a la historia martirial de nuestro pueblo y con la música de "los Torogoces" y de "Los sueños de Morazán" se creó un ambiente propicio para conmemorar lo que fue una de las masacres más repugnantes.

A las diez y treinta de la mañana se pudo dar inicio a la celebración eucarística, compartida con mucha emoción por todos los asistentes y cuatro sacerdotes. Un conjunto musical de la misma comunidad acompañaba de manera excelente los cantos de la misa. Durante la homilía el sacerdote calificó la masacre de El Mozote como un atentado grosero contra la vida humana y nos invitó a que hiciéramos aún más esfuerzos para vivir como hermanos con este profundo respeto mutuo que entre hermanos no puede faltar.

María Julia Hernández, directora de Tutela Legal, que compartió la homilía durante la misa, manifestó su inconformidad con la ley de la amnistía que vino a obstaculizar el proceso de esclarecimiento y de justicia de ésta y de otras masacres. No obstante, dijo, el derecho internacional nos da todas las posibilidades para seguir avanzando. Con mucha claridad planteó tres cosas que son de fondo:

1. La verdad acerca de EL Mozote no sólo debe ser esclarecida, sino también reconocida. Con la verdad hay que enfrentarse. Esto es bajo todo punto de vista lo más saludable.

2. A los responsables se les debe aplicar la justicia.

3. Es igualmente necesario que se reparen los daños causados a los familiares de las víctimas.

Sólo entonces puede haber condiciones para hablar de perdón y de reconciliación.

Un momento emocionante durante la misa fue la ofrenda. Los pobladores trajeron símbolos de vida al altar. Donde tanto abundó la muerte ahora renace la vida. Con participaciones de uno y de otro llegamos al final de la celebración. Y con eso ya se hizo mediodía, tiempo oportuno para un fresco y un panzote.

Los torogoces, Los sueños de Morazán (todos familiares jóvenes del Torogoz Sebastián). Y unos miembros del conjunto musical "Sierra Madre" asumieron en su totalidad el acto cultural. Pudieron mantener la atención de la gente que vibraba con sus cantos y sus mensajes. Algunos hermanos y hermanas de comunidades visitantes tuvieron también una destacada participación.

El acto conmemorativo se concluyó a eso de las cuatro con una ofrenda floral. Una larguísima procesión se dirigió, cantando y gritando consignas, a la plaza del mero Mozote donde se construyó un pequeño monumento en honor a los masacrados. Varios depositaron sus flores al pie del monumento que representa la familia. Pusimos punto final con un Padre nuestro y un último grito muy desde lo hondo de nuestros corazones: MOZOTE, ¡NUNCA MAS! Y leímos este fax que nos acababa de llegar del Padre Esteban Velázquez:

"Alégrense Rufina, Juan Bautista, Pedro, Irma, Bernardino y todas las víctimas del mundo, ignoradas por este sistema de muerte. No teman porque su Padre, único dueño del cielo y tierra, ha decidido entregarles el reino que les pertenece: la nueva humanidad transformada.

Alégrense porque del costado abierto de sus hijos crucificados no sólo brota sangre sino también agua y espíritu. Y si en esa fuente masacrada renuevan las energías de su amor solidario, nos arrastrarán a todos con ustedes en una marcha imparable hacia el futuro de la única historia que merece ser vivida: la historia de la resurrección gloriosa de los crucificados y humildes de la tierra.

El Espíritu les cubrirá con su fuerza y hará, a través de ustedes, que esta tierra, patria chiquita nuestra (la patria de Paquito Cutumay, de Serapio, de Menche), tierra y patria todavía resecas y estériles, a pesar de los acuerdos de paz, dé a luz una criatura nueva que llevará por nombre, por fin y para siempre: El Salvador liberado y resucitado".

"Ellos no han muerto. Están con nosotros, con ustedes y con la humanidad entera".

Palabras ante el monumento, 11 de diciembre de 1991


El cuerno del Jubileo. Carta de Pedro Casaldáliga (II)

Letanía de esperanzas

"Hacer un mundo donde quepan todos los mundos", como pide el subcomandante Marcos; "distribuir la tierra", como pide el documento del Pontificio Consejo de Justicia y Paz. El mismísimo Director General del FMI, Michel Camdessus, confiesa que "hemos pasado de un fundamentalismo del Estado a un fundamentalismo del mercado". Y, en un encuentro realizado en la sede del Pontificio Consejo de Justicia y Paz, insistía en la necesidad de "reinventar el Estado", ese Estado que el neoliberalismo viene pulverizando.

Grandes desafíos se le plantean al nuevo milenio. En la efectivización de los derechos humanos y de los apenas incipientes derechos de los pueblos; en las relaciones interculturales e inter-religiosas; en la economía sustentable; en el respeto eficaz a la ecología; en la distribución equitativa de las cargas y las riquezas; en la reformulación de los organismos mundiales que constituyen el gobierno de facto del mundo…

Es hora de revisar, de hacer examen de conciencia y de pedir perdón; pero con propósito de la enmienda. Ha sido noticia best-seller el libro de L. Accatoli "Todos los mea culpa de Juan Pablo II": el Papa pide perdón 94 veces. No falta quien reacciona definiendo esa petición como un "mea culpa por la mitad", si se repiten en la actualidad gestos dictatoriales o inmisericordes, o si se estigmatiza irresponsablemente al Consejo Mundial de Iglesias y a la teología de la liberación. Ni se trata de esperar 500 años para pedir perdón; ni sería correcto insistir en que son solamente algunos "bautizados que no vivieron su fe", eximiendo a la Iglesia como institución (al papado, los episcopados, las congregaciones romanas, las órdenes y congregaciones religiosas, el derecho canónico, la teología, la pastoral…). Por otro lado, "pedir perdón por los hechos de la historia es un absurdo", según los conservadores. Uno piensa que es lo menos que a estas alturas del jubileo podemos hacer. Nada nos disculpa. El cardenal Primatesta, la mayor autoridad eclesiástica de Argentina durante la dictadura militar, cerrando el paso a cualquier posible excusa de sus hermanos en el episcopado, rompió con esta confesión pública: "ninguno de nosotros puede afirmar que desconocía lo que estaba pasando".

En medio de esta noche neoliberal, están rompiendo muchas estrellas de creatividad alternativa en el mundo entero. Como réplica de vida a un sistema de muerte que no puede ser el destino de la humanidad, frente al anunciado "fin de la historia", nosotros queremos anunciar el fin del neoliberalismo; porque Dios es Dios y la Humanidad es hija suya. Soñamos porque vivimos: "cuando ya no se sueña se está muerto", dictaminaba Freud. Y, como cristianos en jubileo, soñamos ya para este mundo de tierra y de historia, porque Dios lo ha hecho su tierra e historia suya: "la verdadera causa de nuestras desgracias debemos buscarla en la desencarnación del Verbo", proclamaba Bernanos.

Cito a continuación una letanía esperanzadora -verdaderos clamores del cuerno del Jubileo- de sueños e iniciativas alternativas con rasgos tan nuestros.

A mediados de marzo último, treinta personalidades, provenientes de todas partes del mundo, tuvieron la iniciativa de crear un Foro Mundial de las Alternativas (FMA), mientras el Foro de Davos movilizaba a los millonarios del mundo en torno a programas de globalización desbocada. El documento del FMA se titula proféticamente: "Es tiempo de revertir el curso de la historia", y propone hacerlo: poniendo la economía al servicio de los pueblos; derribando el muro entre el norte y el sur, rechazando el poder idolátrico del dinero; reconstruyendo y democratizando el Estado; volviendo a nuclear los valores colectivos; "mundializando las luchas sociales", despertando la esperanza de los pueblos; haciendo converger "las luchas, los saberes, las alternativas, los corazones". "Un tiempo de un pensamiento creador y universal se abre ante nosotros", afirma el documento. "El tiempo de la acción ya ha comenzado. Hoy es menester crear una red de personas comprometidas, de organizaciones populares, de centros comunales, de centros de estudio"… Después de los treinta primeros firmantes del FMA, va creciendo la lista de adhesiones en el mundo entero.

Xavier Gorostiaga observa oportunamente que "la nueva visión que subyace en el desarrollo alternativo es la integración de utopías parciales, múltiples y acumulativas, basadas en proyectos endógenos locales y en una amplia alianza de valores éticos y de valores comunes frente a las amenazas colectivas". Es "la globalización desde abajo".

Del 30 de octubre al 2 de noviembre, bajo el lema "Por la Humanidad, contra el Neoliberalismo", en Porto Alegre, Brasil, se realizó el VI Encuentro del Frente de Organizaciones Comunales (FCOC).

La Orden de los Abogados de Brasil y la Comisión Nacional de Derechos Humanos promovió en Brasilia, en el mes de septiembre, la primera Conferencia Internacional de Derechos Humanos, anticipándose al 50° aniversario de la Declaración Universal de los mismos, acontecimientos en 1948.

"La tribu de la tierra" fue el título del encuentro celebrado en Florencia en abril, "contra la perversidad de una 'englobalización' del cielo y de la tierra, en una única cultura, teología, economía, política".

Paralelamente al 49° congreso de Latinoamericanistas, se celebró en Quito, en el mes de julio, el Coloquio Internacional de Pueblos Indígenas y Estado en América Latina. El Coloquio reclamaba, en última instancia, con el más pleno de los derechos: "respeto y reconocimiento, no pedimos más". Es bueno no olvidar, para nuestro compromiso, que estamos en pleno decenio internacional de los Pueblos Indígenas (1994-2004), así proclamado por la ONU en 1993. En Cochabamba, Bolivia, del 24 al 30 de agosto, se reunieron 120 teólogos indígenas, representantes de 40 pueblos, juntamente con otros compañeros/compañeras de la causa, para el III Encuentro Latinoamericano de Teología India, con el tema "Sabiduría indígena, fuente de esperanza". Y en Kandy, Sri Lanka, entre febrero y marzo últimos, se celebró también un encuentro claretiano internacional sobre el "servicio misionero de la palabra y diálogo de religiones".

La alcaldía de Barcelona, España, ha lanzado ya la programación del Forum Universal de las Culturas, a realizarse en el año 2004, en la Ciudad Condal, bajo los auspicios de la Unesco, con el lema "Culturas para la Paz": "las naciones, las regiones, las religiones, las artes, los deportes y las ciencias buscan juntos la Cultura de la Paz".

Por iniciativa del Congreso de Venezuela y del Parlamento Latinoamericano, en julio pasado se realizó en Caracas un Encuentro Internacional sobre la Deuda Externa. El documento del encuentro denuncia la deuda no sólo como un problema económico, político y social, sino también como un problema ético porque a) muchas veces ha sido contraída violando la legalidad de los países, tanto de los acreedores como de los deudores; b) disminuye la capacidad de demanda al interior y aumenta el desempleo y la pobreza; c) limita la autonomía de los Estados; d) engorda el capital financiero especulativo; e) obliga a vender activos estratégicos del Estado. Por eso, el encuentro convoca a una estrategia común contra la deuda y pide al Parlamento Latinoamericano que plantee ese problema ante la Unión Internacional de Justicia. Declara a los países acreedores como deudores en el terreno de la ecología. Se compromete a apoyar la iniciativa de Juan Pablo II, que declara el año 2000 como Jubileo en materia de deuda extrema. Y propone la creación de un forum de deudores…

Fundalatín, Fundación Latinoamericana por los Derechos Humanos y el Desarrollo Social, celebró en octubre, también en Venezuela, un Encuentro Ecuménico "Etica y democracia", previo y alternativo a la VIII Cumbre Iberoamericana de Jefes de Estado y de Gobierno. En Oslo, Noruega, en el mes de octubre, se celebraba la Conferencia Internacional sobre el trabajo infantil. Y en este mes de enero, en Manila, Filipinas, se realiza la Marcha Mundial contra la explotación laboral de la infancia, con la participación de 450 entidades de 86 países. En el mundo hay nada menos que 250 millones de niños y niñas de entre 5 y 14 años forzados a trabajar.

En Cartagena, Colombia, en noviembre, se celebró el Primer Foro de la sociedad Civil del Gran Caribe, para debatir, sobre todo, el papel de la sociedad civil en los procesos de la verdadera integración regional.

Con ocasión del 30° aniversario de la muerte del Che se han realizado varios encuentros internacionales acerca de su memoria y de su mensaje. Entre ellos el seminario internacional "siglo XXI: legado y vigencia de la obra del Che", en Cuba, en el mes de septiembre, para subrayar la solidaridad, el antiimperialismo y la ética del Che ante los retos del tercer milenio y frente al dominio transnacional de la desinformación y de la globalización. Sami Naïr, profesor de ciencias políticas en la Universidad de París VIII, subrayaba que "la mayor originalidad en la mitología del Che es que transforma una historia factual en una toma de posición ética contra la injusticia en el mundo". Ustedes recuerdan, ¿no?, amigos, amigas, que el propio Che confesaba que "el verdadero revolucionario es guiado por grandes sentimientos de amor".

Está tomando cuerpo la propuesta del economista norteamericano Tobin, premio Nobel de economía, para el desarme del poder financiero. La llamada Tasa Tobin (un 0'1% sobre las transacciones hechas en los mercados financieros), impuesto pues sobre el capital, recaudaría 166 mil millones de dólares por año: dos veces la suma necesaria para erradicar la miseria extrema hasta principios de siglo. (Continuará).


Juan Pablo II y Fidel Castro en el aeropuerto de la Habana

Discurso de Fidel Castro

Santidad:

La tierra que Usted acaba de besar se honra con su presencia. No encontrará aquí aquellos pacíficos y bondadosos habitantes naturales que la poblaban cuando los primeros europeos llegaron a esta isla. Los hombres fueron exterminados casi todos por la explotación y el trabajo esclavo que no pudieron resistir; las mujeres, convertidas en objeto de placer o esclavas domésticas, como también los que murieron bajo el filo de espadas o víctimas de enfermedades desconocidas que importaron los conquistadores. Algunos sacerdotes dejaron testimonios desgarradores de su protesta contra tales crímenes.

A lo largo de siglos, más de un millón de africanos cruelmente arrancados de sus lejanas tierras, ocuparon el lugar de los esclavos indios ya extinguidos. Ellos hicieron un considerable aporte a la composición étnica y a los orígenes de la actual población de nuestro país, donde se mezclaron la cultura, las creencias y la sangre de todos los que participaron en esta dramática historia. La conquista y colonización de todo el hemisferio se estima que costó la vida de setenta millones de indios y la esclavización de dos millones de africanos. Fue mucha la sangre derramada y muchas las injusticias cometidas, gran parte de las cuales, bajo otras formas de iluminación y explotación, después de siglos de sacrificios y de luchas aún perduran.

Cuba, en condiciones extremadamente difíciles, llegó a constituir una nación. Luchó sola con insuperable heroísmo por su independencia. Sufrió por ello, hace exactamente cien años, un verdadero holocausto en los campos de concentración, donde murió una parte considerable de su población, fundamentalmente mujeres, ancianos y niños. Crimen de los colonialistas, que no por olvidado en la conciencia de la humanidad dejó de ser monstruoso. Usted, hijo de Polonia y testigo de Oswiecim, lo puede comprender mejor que nadie.

Hoy, santidad, tenemos enfrente el genocidio, pretendiendo rendir por hambre, enfermedad y asfixia económica total a un pueblo que se niega a someterse a los dictados y al imperio de la más poderosa potencia económica, política y militar de la historia. Mucho más poderosa que la antigua Roma, que durante siglos hizo devorar por las fieras a los que se negaban a renegar de su fe. Como aquellos cristianos atrozmente calumniados para justificar los crímenes, nosotros, tan calumniados como ellos, preferiremos mil veces la muerte, antes que renunciar a nuestras convicciones. Igual que la Iglesia, la revolución tiene también muchos mártires.

Santidad, pensamos igual que usted en muchas importantes cuestiones del mundo de hoy, y ello nos satisface grandemente. En otras, nuestras opiniones difieren, pero rendimos culto respetuoso a la convicción profunda con que usted defiende sus ideas.

En su largo peregrinaje por el mundo Usted ha podido ver con sus propios ojos mucha injusticia, desigualdad, pobreza; campos sin cultivar y campesinos sin alimentos y sin tierra; desempleo, hambre, enfermedades, vidas que podrían salvarse y se pierden por unos centavos; analfabetismo, prostitución infantil, niños trabajando desde los seis años o pidiendo limosnas para poder vivir; barrios marginales donde viven cientos de millones en condiciones infrahumanas; discriminación por razones de raza o de sexo; etnias enteras desalojadas de sus tierras y abandonadas a su suerte; xenofobia, desprecio hacia otros pueblos, culturas destruidas o en destrucción; subdesarrollo, préstamos usurarios, deudas incobrables e impagables; intercambio desigual, monstruosas e improductivas especulaciones financieras; un medio­ambiente que es destrozado sin piedad, y tal vez sin remedio; comercio inescrupuloso de armas, con repugnantes fines mercantiles; guerras, violencia, masacres, corrupción generalizada, drogas, vicio y consumismo enajenante que se impone como modelo idílico a todos los pueblos.

Ha crecido la humanidad, sólo en este siglo, casi cuatro veces. Son miles de millones los que padecen hambre y sed de justicia. La lista de calamidades económicas y sociales del hombre es interminable. Sé que muchas de ellas son motivo de permanente y creciente preocupación de su Santidad.

Viví experiencias personales que me permiten apreciar otros aspectos de su pensamiento. Fui estudiante de colegios católicos, hasta que me gradué de bachiller. Me enseñaban entonces, que ser protestante, judío, musulmán, indú, budista, animista o partícipe de otras creencias religiosas, constituía una horrible falta, digna de severo e implacable castigo. Más de una vez, incluso, en algunas de aquellas escuelas para ricos y privilegiados, entre los que yo me encontraba, se me ocurrió preguntar por qué no había allí niños negros, sin que haya podido olvidar las respuestas nada persuasivas que recibía. Años más tarde el Concilio Vaticano II, convocado por el Papa Juan XXIII, abordó varias de estas delicadas cuestiones.

Conocemos los esfuerzos de su Santidad por predicar y practicar los sentimientos de respeto hacia los creyentes de otras importantes e influyentes religiones que se han extendido por el mundo. El respeto hacia los creyentes y no creyentes es un principio básico que los revolucionarios cubanos inculcamos a nuestros compatriotas. Esos principios han sido definidos y están garantizados por nuestra constitución y nuestras leyes. Si alguna vez han surgido dificultades no ha sido nunca culpa de la revolución. Albergamos la esperanza de que algún día en ninguna escuela de cualquier religión en ninguna parte del mundo, un adolescente tenga que preguntar por qué no hay en ella un solo niño negro, indio, amarillo o blanco.

Santidad, admiro sinceramente sus valientes declaraciones sobre lo ocurrido con Galileo, los conocidos errores de la Inquisición, los episodios sangrientos de las cruzadas, los crímenes cometidos durante la conquista de América y sobre determinados descubrimientos científicos, no cuestionados hoy por nadie, que en su tiempo fueron objeto de tantos prejuicios y anatemas. Hacía falta para ello la inmensa autoridad que Usted ha adquirido en su Iglesia.

¿Qué podemos ofrecerle en Cuba, Santidad? Un pueblo con menos desigualdades, menos ciudadanos sin amparo alguno, menos niños sin escuelas, menos enfermos sin hospitales, más maestros y más médicos por habitantes que cualquier otro país del mundo que su Santidad haya visitado. Un pueblo instruido al que Usted puede hablarle con toda la libertad que desee hacerlo y con la seguridad de que posee talento, elevada cultura política, convicciones profundas, absoluta confianza en sus ideas y toda la conciencia y el respeto del mundo para escucharlo.

No habrá ningún país mejor preparado para comprender su feliz idea, tal como nosotros la entendemos, y tan parecida a la que nosotros predicamos: de que la distribución equitativa de las riquezas y la solidaridad entre los hombres y los pueblos deben ser globalizadas.

¡Bienvenido a Cuba!

Discurso del Papa

Hermanos en el Episcopado,

Excelentísimas autoridades,

Miembros del cuerpo diplomático,

Amadísimos hermanos y hermanas de Cuba:

Doy gracias a Dios, Señor de la historia y de nuestro destino, que me ha permitido venir hasta esta tierra calificada por Cristóbal Colon como "la más hermosa que ojos humanos han visto". Al llegar a esta Isla donde fue plantada hace ya más de 500 años la cruz de Cristo, cruz celosamente conservada hoy como un tesoro en el templo parroquial, en el extremo oriental del país, saludo a todos con particular devoción y gran afecto.

Ha llegado el feliz día, tan largamente deseado, en que puedo corresponder a la invitación que los obispos de Cuba me formularon hace ya algún tiempo, invitación que el señor Presidente de la República me hizo también y que reiteró personalmente en el Vaticano con ocasión de su visita el mes de noviembre de 1996.

Me llena de satisfacción visitar esta nación, estar entre ustedes y poder compartir así las jornadas llenas de fe, de esperanza y de amor. Me complace dirigir mi saludo, en primer lugar, al señor Presidente Dr. Fidel Castro Ruz, que ha tenido el gesto de venir a recibirme, al cual deseo manifestar mis gracias por sus palabras de bienvenida. Expreso igualmente mi reconocimiento a las demás autoridades aquí presentes, así como al cuerpo diplomático, y a los que han ofrecido su ayuda y cooperación para preparar esta visita pastoral.

Saludo entrañablemente a mis hermanos en el episcopado, en particular al señor Cardenal Jaime Ortega Alamino, Arzobispo de la Habana y a cada uno de los demás obispos cubanos, así como a los que han venido de otros países para participar en los actos de esta visita pastoral y así renovar y fortalecer, como tantas veces, los estrechos vínculos de comunión y afecto de sus iglesias particulares con la Iglesia que está en Cuba. Con este saludo, mi corazón se abre también con gran afecto a los queridos sacerdotes, diáconos, religiosos, religiosas, catequistas y fieles, a los que me llevan al Señor, como pastor y servidor de la Iglesia universal. En todos ellos veo la imagen de esta iglesia local, tan amada y siempre presente en mi corazón, sintiéndome muy solidario y cercano a sus aspiraciones y legítimos deseos. Quiera Dios, que esta visita que hoy comienza, sirva para animarlos a todos. El empeño de poner su propio esfuerzo para alcanzar estas expectativas, con el concurso de cada cubano y la ayuda del Espíritu santo.

Ustedes son y deben ser los protagonistas de su propia historia personal y nacional. Así mismo, saludo cordialmente a todo el pueblo cubano, dirigiéndome a todos, sin excepción, mujeres, ancianos y jóvenes, adolescentes y niños, a las personas que no encontraré y a las que no podrán acudir por diversos motivos a las diferentes celebraciones.

Con este viaje apostólico, vengo en nombre del Señor, para confirmarlos en la fe, animarlos de la esperanza, alentarlos en la caridad, para compartir su profundo espíritu religioso, sus afanes, alegrías y sufrimientos, celebrando como miembros de una gran familia el misterio del amor divino y hacerlo presente, más profundamente, en la vida y en la historia de este noble pueblo sediento de Dios, de valores espirituales que la Iglesia en estos cinco siglos de presencia en la isla no ha dejado de dispensar. Vengo como peregrino del amor, de la verdad, de la esperanza, con el deseo de dar un nuevo impulso a la labor evangelizadora, que, aun en medio de dificultades, esta iglesia local mantiene con vitalidad y dinamismo apostólico caminando hacia el tercer milenio cristiano.

En el cumplimiento del ministerio no he dejado de anunciar la verdad sobre Jesucristo, el cual nos ha revelado la verdad sobre el hombre, su visión del mundo, la grandeza de su destino y su inviolable dignidad. A este respecto, el servicio al hombre es el camino de la Iglesia.

Hoy vengo a compartir con ustedes mi condición profunda de que el mensaje del evangelio conduce al amor, a la entrega, al sacrificio y al perdón, de modo que, si un pueblo recorre este camino, es un pueblo con esperanza de un futuro mejor. Por eso, ya desde los primeros momentos de mi presencia entre ustedes, quiero decir con la misma fuerza del inicio de mi pontificado "no tengan miedo de abrir sus corazones a Cristo, dejen que entre en sus vidas, en sus familias, en la sociedad, para que así todo sea renovado". La Iglesia permite señalar colocando su extensión a todos: personas, familias, pueblos, para que siguiendo fielmente a Cristo encuentren el sentido pleno de sus vidas, se pongan al servicio de sus semejantes, transformen las relaciones familiares, laborales, sociales, lo cual redundará siempre en beneficio de la patria, de la sociedad.

La Iglesia en Cuba ha anunciado siempre a Jesucristo, aunque en ocasiones ha tenido que hacerlo con escasez de sacerdotes y en circunstancias difíciles. Quiero expresar mi reconocimiento a tantos creyentes cubanos por su fidelidad a Cristo, a la Iglesia, al papa. Así como por el respeto demostrado hacia las tradiciones religiosas, más cada día, aprendidas de los mayores, y por el valor y perseverante espíritu de entrega que han testimoniado en medio de sus sufrimientos y anhelos. Todo ello se ha visto recompensado, en muchas ocasiones, con la solidaridad mostrada por otras comunidades eclesiales de América y del mundo entero. Hoy, consciente, la Iglesia en Cuba desea poder disponer del espacio necesario para seguir sirviendo a todos en continuidad con la misión y enseñanzas de Jesucristo.

Amados hijos de la iglesia católica en Cuba. Sé bien cuánto han esperado el momento de mi visita y saben cuánto he deseado venir. Por eso acompaño con la oración mis mejores votos, para que esta tierra pueda ofrecer a todos una atmósfera de libertad, de confianza recíproca, de justicia social y de paz duradera. Que Cuba se abra con todas sus magnificas posibilidades al mundo y que el mundo se abra a Cuba, para que este pueblo, que como todo hombre y nación busca la verdad, que trabaja por salir adelante, en la carrera de la concordia y la paz, pueda mirar al futuro con esperanza.

Con la confianza puesta en el Señor y sintiéndome muy unido a los amados hijos e hijas de Cuba, agradezco de corazón esta calurosa acogida con la que se inicia mi visita pastoral que encomiendo a la maternal protección de la santísima Virgen de la Caridad del Cobre. Bendigo de corazón a todos, de modo particular a los pobres, a los enfermos, los marginados y a cuantos sufren en el cuerpo y en el espíritu.

¡Alabado sea Jesucristo! Muchas gracias.


Iglesia y revolución en Cuba

Historia de desencuentro y encuentro

Ofrecemos una breve historia de los relaciones entre la Iglesia y la revolución. En conjunto el proceso toma la dirección de un encuentro después de un desencuentro radical. Veamos momentos importantes de esa historia

Según fuentes de la Iglesia católica, ocho sacerdotes se sumaron a las fuerzas insurgentes que lucharon contra la tiranía batistiana. El compromiso más consecuente fue el del P. Guillermo Sardiñas, que llegó a ser oficial del Ejército Rebelde, desarrollando su trabajo pastoral entre los campesinos de la Sierra Maestra. Al triunfo de la revolución, se le otorgó el grado de Comandante. Sardiñas murió en 1964, a los 47 años, y ejerció siempre como sacerdote sin dejar de usar nunca su uniforme verde olivo.

En la noche del 28 de noviembre de 1959, la Iglesia católica cubana convocó al pueblo a un Congreso Católico, que consistió en una misa en la Plaza de la Revolución. Buscó ser una masiva demostración de fe cuando se iniciaban las tensiones de las autoridades católicas con el gobierno revolucionario. Asistieron unas cien mil personas, incluido el propio Fidel. Las palabras del obispo de Matanzas, Alberto Martín Villaverde, dan el tono del momento: "En este siglo sólo existen dos filosofías: la filosofía del materialismo y la filosofía del reino de Dios. Se predicó el materialismo y se sembró el odio; nosotros predicamos el reino de Dios y sembramos el amor… El pueblo católico de Cuba se ha reunido en este grandioso Congreso para decirle al mundo que ya hemos escogido".

La circular colectiva del Episcopado, del 7 de agosto de 1960, marca una ruptura con el proceso revolucionario. Después de saludar las "medidas de carácter social" de la revolución los obispos se centran en "un problema de extraordinaria gravedad que ninguna persona de buena fe puede negar en este momento, y es el creciente avance del comunismo en nuestra patria". Y añaden: "En los últimos meses el Gobierno de Cuba ha establecido estrechas relaciones comerciales, culturales y diplomáticas con los gobiernos de los principales países comunistas, y en especial con la Unión Soviética... Nos preocupa este punto muy hondamente, porque el catolicismo y el comunismo responden a dos concepciones del hombre y del mundo totalmente opuestas, que jamás será posible conciliar… Condenamos, en efecto, el comunismo, en primer lugar, porque es una doctrina esencialmente materialista y atea, y porque los gobiernos que por ella se guían figuran entre los peores enemigos que ha conocido la Iglesia y la humanidad en toda su historia".

En 1986, la Iglesia cubana rompió un silencio de años: "La iglesia Católica en Cuba ha hecho una clara opción por la seriedad y la serenidad en el tratamiento de las cuestiones, por el diálogo directo y franco con las autoridades de la nación, por el no empleo de las declaraciones que puedan servir a la propaganda en uno u otro sentido y por mantener una doble y exigente fidelidad: a la Iglesia y a la Patria. A esto se debe, en parte, el silencio, que ciertamente no ha sido total, de la Iglesia, tanto en Cuba como de cara al continente, en estos últimos 25 años".

Fidel Castro hizo alusión a temas religiosos en un discurso en La Demajagua del 10 de octubre de 1968. Sus palabras dan el tono de aquellos años: "El odio de los enemigos crece a medida que la revolución se fortalece… ¿A qué grados llegan? A increíbles grados en todos los órdenes. Llegan, incluso a extraordinarios ridículos. Recientemente leíamos un cable que hablaba de un cura español que organizaba en Miami rezos contra la revolución. Incluso daba misas y rogativas para que los dirigentes revolucionarios nos muriéramos en un accidente o asesinados, como requisito para aplastar la revolución… Eso, desde luego, denota que a la contrarrevolución le va quedando toda la gusanera beata y ridícula que se reúne a hacer misas. ¡Vaya espíritu religioso el de esos creyentes! ¡Vaya espíritu religioso el de ese cura que da misas para que asesinen o para que muera la gente!… Nuestros milicianos no rezaron oraciones contra los mercenarios y no sé cuántas cosas más. Venían en nombre de Dios, con cura y todo, a asesinar a mujeres campesinas, a asesinar niños y niñas, a destruir las riquezas de este país".

Durante casi dos años, seminaristas y sacerdotes jóvenes cubanos cumplieron su servicio militar en la UMAP junto a otros muchos "diferentes" (indeseables), entre ellos el cantautor Pablo Milanés y el hoy cardenal de La Habana, Jaime Ortega. Desde 1979 -y ya desaparecida la UMAP- los seminaristas combinaron, como el resto de los jóvenes, el estudio con el trabajo agrícola. "Todas las demás instituciones del país lo hacen y no queremos que el seminario sea una excepción, porque el trabajo manual tiene un valor formativo que redunda en bien del futuro sacerdote y porque con ese trabajo queremos dar un modesto apoyo al desarrollo del país", dijo en 1981 el obispo Pedro Meurice, Presidente entonces de la Conferencia Episcopal.

Los obispos denunciaron la "injusta situación de bloqueo" que sufría Cuba desde 1961 por primera vez en 1969, en un comunicado. Retomando a Medellín, se refirieron al bloqueo, aunque sin nombrar a Estados Unidos. "¿Quién de nosotros ignora las dificultades de toda índole que entorpecen el camino que debe conducir al desarrollo? Dificultades internas, pero, en no menor proporción, dificultades externas. ¿No es éste el caso del bloqueo económico a que se ha visto sometido nuestro pueblo, cuya prolongación automática acumula graves inconvenientes a nuestra Patria? Los obispos volverán sobre el tema sólo 23 años después, en octubre de 1992, cuando "rechazan" el "recrudecimiento del embargo económico de Estados Unidos contra nuestro país, promovido por la Ley Torricelli". Todo embargo es "una medida de fuerza que participa, en cierto modo, de la violencia de la guerra" y que, al afectar el comercio de productos esenciales para los pueblos, es "éticamente inaceptable". En 1996 criticaron la ley Helms-Burton porque "amenaza con alejar la probabilidad de hallar medios pacíficos que conduzcan a la reconciliación de todos los cubanos".

En 1992, y desde "muy arriba" la revolución hizo reformas trascendentales a la Constitución de 1976. Desaparecieron varios artículos sobre el ateísmo confesional del Estado. Un cambio drástico sufrió el artículo 41, que suponía la legalidad de la discriminación por razones religiosas: "La discriminación por motivo de raza, color, sexo u origen nacional está proscrita y es sancionada por la ley". Pero desde 1992, se añade: "la discriminación por motivo de raza, color de la piel, sexo, origen nacional, creencias religiosas...".

En 1971, Fidel Castro visitó Chile -gobernaba Salvador Allende- y se reunió con un grupo de sacerdotes con los que compartió estas ideas: "Yo les digo que hay diez mil veces más coincidencias del cristianismo con el comunismo que las que puede haber con el capitalismo, aunque por motivaciones diferentes, las actitudes y la conducta ante la vida que propugnamos son muy similares". A dirigentes de iglesias cristianas en Jamaica les dijo en 1977: "Hay que trabajar juntos para que cuando la idea política triunfe, la idea religiosa no esté apartada, no aparezca como enemiga de los cambios. No existen contradicciones entre los propósitos de la religión y los propósitos del socialismo. Deberíamos hacer una alianza estratégica entre la religión y el socialismo, entre la religión y la revolución".

En 1986 la iglesia cubana culminó cinco años de reflexión colectiva con el Encuentro Nacional Eclesial Cubano (ENEC). En aquel momento había en Cuba 200 sacerdotes, 300 religiosas. En el discurso inaugural del Presidente de la Conferencia Episcopal hay humildad: "El ENEC no debe pasar a la historia como un juicio, que pertenece sólo a Dios. No es seguro que un hombre o una institución o un sistema puedan cambiar desde fuera el rumbo de otro mediante la fuerza o mediante la condena. Todavía pesan en la memoria el recuerdo costoso de épocas en que pretendimos combatir el error mediante la Inquisición, y no dio resultado. después, mediante el anathema sit y no dio resultado. Luego, mediante el Indice, y no dio resultado. Después, mediante el Santo Oficio, y no dio resultado. Finalmente, mediante la apologética, y tampoco dio resultado". Hay realismo: "Nadie encontrará en el Documento el espíritu de revancha, el resentimiento y la recriminación, las ganas de insistir en las heridas o el vocabulario férreo del hijo mayor de la parábola. Tampoco encontrará la estrategia fría, ni la doblez de intenciones, ni el cálculo egoísta, ni los compromisos falsos ni las formas prepotentes. Tampoco el angelismo cándido, el triunfalismo vacío, el acomodamiento insincero o el optimismo simplista del que se pone algodones en los oídos para encubrir nuestros propios errores y para desconocer los errores de los demás". Hay espíritu positivo: "Los cubanos, por nuestro carácter, somos capaces de construir cualquier cosa en común; y en común vamos a construir este camino del Espíritu, felicitándonos por tantas cosas que salen bien en nuestra Patria y preguntándonos qué podemos humildemente hacer para que las que salen mal salgan bien".

En el mismo documento los católicos cubanos reconocían los siguientes valores de la revolución: "La acción de Dios en la historia de los hombres se realiza no sólo a través de la Iglesia y de los cristianos... La sociedad socialista nos ha ayudado a tener una mayor valoración de la persona humana; a adquirir una mayor conciencia de la dimensión social del pecado, en especial frente a las distintas formas de injusticia y desigualdad (racial, económica, etc.). Nos ha enseñado a dar por justicia lo que antes se daba por caridad; a apreciar mejor el trabajo, no sólo como factor de producción, sino también como elemento de desarrollo de la persona; a comprender la necesidad de cambios estructurales para una mejor distribución de los bienes y de los servicios (educación, asistencia médica, etc.); a propiciar una mayor entrega personal y ayuda solidaria a los demás".

El libro "Fidel y la religión", de 1985, que recoge una extensa entrevista del fraile dominico brasileño Frei Betto a Fidel Castro, ha sido publicado en 28 países y traducido a más de 20 idiomas. En ocasión del décimo aniversario de su publicación en Cuba, Frei Betto dijo que era un libro escrito por todos los religiosos cubanos que durante tantos años, y a pesar de todo tuvieron "fe en que el cristianismo y la revolución son compatibles". En otro libro Frei Betto hace una sugerente caracterización de la revolución cubana, constatando la impronta que los jesuitas dejaron en Fidel y Raúl Castro, alumnos en sus colegios. De la influencia de los jesuitas "hay ciertos aspectos preponderantes de la Revolución Cubana, como el voluntarismo, el sentido ético, el verticalismo de las instituciones, el espíritu de sacrificio en el trabajo, la obediencia a las decisiones superiores y la disposición misionera abierta al ascenso internacional".

Las posiciones oficiales del Partido Comunista de Cuba en relación con la religión expresan una evolución. En el I y en el II Congreso del PCC (1975 y 1980) se establece la tarea de la difusión sistemática del "ateísmo científico". En el I aparecen como realidades antagónicas la religión y la revolución. En el II, y por influencia de lo que está ocurriendo en América Latina, se considera a los religiosos revolucionarios como aliados estratégicos. En esta ocasión se define la "libertad de conciencia" como "el derecho de los ciudadanos a profesar cualquier religión o creencia religiosa, o a no profesar ninguna". En ese derecho se incluye "la práctica del culto de preferencia del creyente". En el III Congreso (1986) ya no se menciona el ateísmo científico y al hablar de la religión se hace referencia a los cristianos latinoamericanos que "desde su fe" se han comprometido con las luchas de liberación. El IV Congreso (1991) dio un paso decisivo: excluyó de los estatutos del PCC el que las creencias religiosas fueran un obstáculo para la militancia en el Partido. En el reciente V Congreso (octubre 1997) el tema no fue abordado.

En 1995 los comunistas estudiaron un documento del Comité Central que analiza el actual "renacer" religioso. "El incremento de las prácticas religiosas, en el que se aprecia actualmente una tendencia a la estabilidad, no constituye un problema para la Revolución, siempre que corresponda a la profesión honesta de cualquier fe religiosa, cuyos principios, no sólo formalmente sostenidos, sino consecuentemente observados en el comportamiento personal y social, promuevan el amor al prójimo, el desinterés, la protección al más débil o desvalido, la unidad de la familia, la justicia social, las virtudes morales y ciudadanas, el amor y el sacrificio por la patria. Los que no actúen así, niegan no sólo a su pueblo, sino a fu fe".

En su Mensaje titulado "El amor todo lo espera", del 8 de septiembre de 1993, los obispos cubanos señalaban que, a la par de los cambios económicos, "deberían erradicarse algunas políticas irritantes". Señalaban cinco:

1. El carácter excluyente y omnipresente de la ideología oficial, que conlleva la identificación de términos que no pueden ser unívocos, tales como: Patria y socialismo, Estado y Gobierno, autoridad y poder, legalidad y moralidad, cubano y revolucionario. Este papel, centralista y abarcador de la ideología, produce una sensación de cansancio ante las repetidas orientaciones y consignas.

2. Las limitaciones impuestas, no sólo al ejercicio de ciertas libertades, lo cual podría ser admisible conyunturalmente, sino a la libertad misma. Un cambio sustancial de esta actitud garantizaría, entre otras cosas, la administración de una justicia independiente, lo cual nos encaminaría, sobre bases estables, hacia la consolidación de un estado de pleno derecho.

3. El excesivo control de los Organos de Seguridad del Estado que llega a veces, incluso, hasta la vida estrictamente privada de las personas. Así se explica ese miedo que no se sabe bien a qué cosa es, pero que se siente, como inducido bajo un velo de inasibilidad.(?)

4. El alto número de prisioneros por acciones que podrían despenalizarse unas y reconsiderarse otras, de modo que se pusiera en libertad a muchos que cumplen condenas por motivos económicos, políticos u otros similares.

5. La discriminación por ideas filosóficas, políticas o de credo religioso, cuya efectiva eliminación favorecería la participación de todos los cubanos sin distinción en la vida del país".

Sobre la escasa o nula presencia de sacerdotes católicos en las muy empobrecidas zonas rurales de la Cuba pre-revolucionaria y las particularidades de la práctica de los protestantes, dice Fidel Castro en el libro "Fidel y la religión": "Yo observé siempre que las iglesias evangélicas se habían propagado más bien en sectores humildes de la población, como regla, y también observaba en ellos una práctica de la religión más militante. Observaba más disciplina en las iglesias evangélicas, dentro de sus concepciones, dentro de sus estilos, sus métodos, su forma de práctica religiosa. No había muchos, pero el que pertenecía a tal escuela, a tal iglesia evangélica -a una o a la otra de las muchas que existen- era, por lo general, consecuente con sus sentimientos y sus concepciones religiosas, mucho mas que los católicos; eran más disciplinados".

Sobre su religiosidad o falta de religiosidad personal Fidel Castro ha dado muy pocas pistas en escasas ocasiones. He aquí dos. En los días de 1985 en que Frei Betto lo entrevistó sobre el tema de la religión, Fidel le obsequió a Betto un afiche de los primeros años de la revolución en el que le puso esta dedicatoria: "Aún no lo ha logrado, pero si alguien puede hacer de mí un creyente es Frei Betto".

En una entrevista de mediados de 1996 con el periodista Dan Rather, de la cadena estadounidense CBS, Fidel dijo: "No, yo no rezo. El rezo mío fue muy mecánico… Me recuerdo de aquello de Voltaire que dice que el hombre hizo a Dios a su imagen y semejanza. Dios debe ser mucho mejor de lo que somos nosotros. No va a traer al mundo unas criaturas para después condenarlas al infierno por algunas pequeñas faltas. No permitiría los sufrimientos en este mundo. ¿Para qué, por qué? No hay un explicación cabal, total, del origen del universo, el origen de la materia. No se sabe lo que ha pasado, no se sabe siquiera si el tiempo existe. Estamos ante problemas muy difíciles de comprender, pero todo lo que se ha convertido en un cuerpo de doctrina religiosa no me persuade".

Cuando el periodista le preguntó cuál era la esencia de su credo político y cómo le gustaría ser recordado, Fidel no dudó: "Un socialista. Alguien que quería una sociedad más justa, más igualitaria, más honorable, una mejor sociedad. Como tantos hombres que la han querido a lo largo de la historia, Cristo entre ellos".

(Textos tomados de la revisto ENVIO, Managua)

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La definitiva luz verde para que el gobierno cubano invitara finalmente a Juan Pablo II a visitar la isala, la encendieron dos hechos. El 18 de octubre de 1996 el Cardenal Roger Etchegaray, Presidente de la Comisión Pontificia Justicia y Paz, hizo unas declaraciones de dureza poco habitual, consideradas declaración oficial del Vaticano, condenando las medidas de bloqueo de Estados Unidos contra Cuba como "inaceptables". Explícitamente, Etchegaray criticó la Ley Helms­Burton como medida "extraterritorial y jurídicamente discutible". Una semana después, el Cardenal Jean Louis Tauran, especie de Ministro de Relaciones Exteriores del Vaticano, visitó Cuba. Y en Cuba reiteró las condenas vaticanas al embargo contra Cuba. "El aislamiento y los bloqueos no son métodos adecuados para las relaciones internacionales ­dijo Tauran­. No nos gusta la política de imperios. Siempre hemos sido fieles a los principios del derecho internacional, la no interferencia en los asuntos internos y la solidaridad entre los pueblos". Tauran afirmó en esta ocasión que el Vaticano "hará todo lo posible por ayudar a Cuba" a superar su crisis. El otro hecho que prendió la luz verde fue la cordial acogida con la que Juan Pablo II recibió al Presidente Fidel Castro el 19 de noviembre en audiencia privada. En esta visita, Fidel agradeció a las autoridades vaticanas su posición contra la Ley Helms­Burton.


Noticias eclesiales

Juan Pablo II. Rapidez y seriedad en los procesos de nulidad matrimonial. El papa Juan Pablo II pidió el 17 de enero ante la Rota Romana que las causas de nulidades matrimoniales "sean concluidas con la seriedad y la rapidez que exige su propia naturaleza". Pidió también a los miembros de la Rota que afronten con caridad y equidad el "angustioso y dramático problema" de aquellos católicos que deseen volver a casarse después de que el primer matrimonio fracasara "y no por culpa suya".

"No está ausente de mi ánimo de pastor el angustioso y dramático problema que viven aquellos fieles cuyos matrimonios han naufragado, y no por su culpa, y que antes de obtener una eventual sentencia eclesiástica que declare legítimamente la nulidad llevan a cabo nuevas uniones que ellos desean bendecidas y consagradas delante del ministro de la Iglesia... Ninguna norma procesal meramente formal debe representar un obstáculo a la solución, en caridad y equidad, de tales situaciones: el espíritu y la letra del vigente código canónico van en esta dirección... Es necesario que las causas matrimoniales sean concluidas con la seriedad y la rapidez que exige su propia naturaleza". Anunció que ha nombrado una comisión para que revise las actuales normas del proceso de nulidad matrimonial y prepare otras.

Vaticano. Invasiones de tierras y reforma agraria. El Vaticano considera que la invasión de haciendas improductivas promovidas por campesinos brasileños, que luchan por la reforma agraria, es positiva en cuanto acelera el proceso de distribución de tierras. En el documento "Para una mejor distribución de la tierra: el desafío de la reforma agraria", divulgado el 13 de enero, dice lo siguiente:

"Las invasiones no están de acuerdo con la convivencia civil, pero son una forma de hacer que la reforma agraria sea realizada con más rapidez. La ocupación de tierras es una señal alarmante que exige una respuesta a nivel político y social, que exige soluciones eficaces y justas".

El documento critica duramente la concentración de tierras y afirma que la reforma agraria es un necesario instrumento de "desarrollo económico y social. Representa no sólo un instrumento de justicia distributiva y de crecimiento económico sino también un acto de gran sabiduría política". Es la única respuesta "posible y concretamente eficaz, es la respuesta de la ley al problema de la ocupación de las tierras".

México. Iglesia católica apoya a obispos de Chiapas. La iglesia Católica mexicana ha reiterado su respaldo a los obispos de Chiapas y a todos los que trabajan con indígenas. El 11 de enero el arzobispo de México, Norberto Rivera Carrera dijo: "Los obispos de México les hemos manifestado a los obispos Samuel Ruiz García, Raúl Vera López, y a todos los obispos que se dedican a trabajar en favor de los indígenas, que tienen el apoyo de los obispos y los fieles para seguir trabajando por la paz y la dignificación de los más pobres, y los que están excluidos de la sociedad".

De esta manera refutó las acusaciones de la Séptima Región Militar en Tuxtla Gutiérrez, capital de Chiapas, que vincularon el viernes pasado a Don Samuel con la guerrilla zapatista. "La verdad nos hará libres, se han hecho acusaciones por todas partes y la autoridad debe aclarar qué razón y fundamento tienen las diversas acusaciones que se hacen", comentó Mons. Rivera Carrera. Señaló que no es mediante la calumnia como se resolverán los problemas que se viven en Chiapas, estado convulsionado en el que se han desplazado ya al menos 10.000 indígenas.

Por su parte, también el nuncio, Justo Mullor, expresó su apoyo a don Samuel y descartó que vaya a ser removido de ese puesto. Además elogió su labor pastoral, al presidir la Comisión Nacional de Intermediación.

México. Iglesia denuncia acción del ejército y no renuncia a mediar en el conflicto. La Iglesia asegura que no renunciará a la mediación en el conflicto armado en Chiapas. Los obispos hicieron también un llamamiento a las autoridades para que replanteen el papel del Ejército en la zona, al considerar que su presencia puede provocar rechazo y violencia. El presidente de la Conferencia Episcopal, Martín Rábago, calificó de "muy grave" lo ocurrido el 12 de enero en el municipio de Ocosing. Unos treinta policías dispersaron a tiros una manifestación de indígenas prozapatistas, con un saldo de un muerto y dos heridos.

Algunos representantes políticos y empresariales han pedido que los religiosos se retiren, pero Mons. Martín Rábago afirmó que la Iglesia católica proseguirá con su labor en la negociaciones de paz para buscar soluciones al conflicto entre el Ejercito Zapatista y el Gobierno.

Juan Pablo II. Condena de embargo a Cuba e Irak, y masacre de Chiapas. El 10 de enero Juan Pablo II elogió en su discurso al cuerpo diplomático la continuación del proceso democrático en Latinoamérica, reiteró su condena a la reciente matanza de Chiapas y pidió el fin de embargos como el de Irak y Cuba. "No lejos de aquí un pueblo entero es víctima de un aislamiento que lo pone en condiciones de supervivencia aleatoria: me refiero a nuestros hermanos del Irak, sometidos a un embargo despiadado. Los débiles e inocentes no deberían pagar por errores de los que son responsables, y ruego a fin de que este país pueda recuperar su dignidad, conozca un desarrollo normal y esté también en condiciones de restablecer relaciones fructíferas con otros países, en el marco del derecho internacional y de la solidaridad mundial".

Juan Pablo II. Nueva llamada a cese de masacres en Argelia y Ruanda. Durante una audiencia pública ante unas diez mil personas que llenaban la sala Nervi del Aula Pablo VI, el Papa dijo que "el odio continúa ensangrentando la amada tierra africana. En Argelia no cesan las matanzas y en Ruanda cinco misioneras de la Congregación de las Hijas de la Resurrección, así como dos colaboradores laicos, han sido asesinados en la diócesis de Nyundo, y otras dos religiosas han resultado gravemente heridas".

Viena. Polémica por cartas de Ratzinger contra el movimiento "Nosotros somos iglesia". Dos cartas del prefecto de la Congregación Vaticana de la Fe, cardenal Joseph Ratzinger, en las que critica la iniciativa popular "Nosotros somos Iglesia", han generado una nueva controversia en la Iglesia católica en Austria. Las cartas, mantenidas hasta ahora en secreto y que el semanario austríaco "Profil" publicó en su edición del 12 de enero, van dirigidas al jefe de la Conferencia Espiscopal Austríaca, obispo Johann Weber, y en ellas Ratzinger le exige que marginara al grupo "Nosotros somos Iglesia" en la Asamblea Ecuménica celebrada en junio pasado en Graz.

Los dirigentes de dicho grupo calificaron las dos cartas de "triste prueba de la desintegración de un sistema autoritario que intenta salvarse tan sólo a través de meras prohibiciones y el frío ejercicio del poder". El grupo "Nosotros somos Iglesia" ve confirmada sus sospechas de que el Vaticano no quiere que se planteen públicamente temas como las estructuras democráticas, los derechos de la mujer y una imagen positiva de la sexualidad.

Vaticano. Revocan excomunión del teologo Tissa Balasuriya. El 16 de enero se dio a conocer que la Santa Sede ha revocado la excomunión a Tissa Balasuriya, teólogo y religioso de Sri Lanka, declarada a causa de ciertas tesis sostenidas en su libro "La Virgen y la liberación humana". El subdirector de la Sala de Prensa, Ciro Benedettini, ha especificado, al confirmar la noticia, que "Balasuriya ha firmado un acto de conciliación", sin suministrar ninguna información adicional al respecto.