UCA

Universidad Centroamericana José Simeón Cañas



Carta a las Iglesias

© 1996 UCA Editores





          La independencia y las palabras del arzobispo

                    sobre el derecho laboral





La utopía de la Independencia



  Estamos en pleno mes de septiembre, mes de la Independencia.

Está claro que en el espíritu de la mayoría de

los que pusieron todo su afán en conseguir ésta se

daba la voluntad de salir de una situación de esclavitud

para entrar en una nueva de libertad y de creación de un

continente realmente nuevo en el que se diesen unas estructuras

cada vez más fraternales y solidarias y en el que se

abriesen camino la justicia y la paz propias de pueblos

autónomos y de grandes valores como son nuestros pueblos

latinoamericanos.



  Es sin embargo patente que independencia no ha significado, al

menos en muchos casos, vida según las propias

autodeterminaciones en provecho del bien común del propio

pueblo ni mucho menos vida según los propios valores

culturales, humanos y religiosos. Por otra parte, no es la primera

vez que se da esta realidad. Ya en el mundo bíblico podemos

constatarla.



Una reflexión bíblica sobre la Independencia



  Los grupos que vivieron la experiencia de liberación del

dominio egipcio y sintieron el llamado a ir formando un nuevo

pueblo con un estilo de vida alternativo al de otros pueblos, un

estilo de vida comunitario y fraternal, cuando alcanzaron cierta

autonomía y formaron un único pueblo, continuamente

cayeron en la tentación de la injusticia y de la

insolidaridad entre los mismos miembros del pueblo; esto

llevó a muchos profetas a denunciar dicha situación

en tiempo de David y Salomón en Jerusalén.



  En los momentos más gloriosos de la historia del pueblo

de Israel, cuando parecía que se había alcanzado el

máximo de independencia y que por tanto se podía

organizar la vida del propio pueblo siguiendo la propia fe y los

propios valores culturales y humanos, también se dieron

situaciones de grave ambición, de agresividad contra los

prójimos más débiles y de sacrificio de

éstos en el altar del ídolo de la riqueza. Profetas

como Amós e Isaías tuvieron que hacer frente a tales

situaciones.



  Lo mismo ocurrió al regreso de la gran crisis del exilio

en Babilonia y la consecución de la autonomía en

tierra judía; a pesar del gran esfuerzo hecho por los

profetas, los expertos en la ley, los levitas y otros,

siguió dándose la explotación del obrero, la

violencia entre hermanos, la insolidaridad con el pobre, tanto

así que un profeta, Isaías 58, tuvo que denunciar con

fuerza tales caídas como algo contrario al Dios que es

defensor del huérfano, del pobre, del inmigrante, de la

viuda, del asalariado.



  Un último ejemplo es el de la caída en la

corrupción y en la violencia asesina de los sucesores

(monarquía hasmonea) de quienes habían puesto todo su

esfuerzo y habían entregado su vida en la lucha contra los

opresores helenistas (los macabeos), para crear un nuevo

país independiente y con unas estructuras diferentes a las

de los grandes imperios violentos.



¿Independencia en El Salvador?

  En nuestros días, en El Salvador, es mucho decir que

estemos viviendo en una auténtica independencia. En muchos

hechos de la vida nacional, social, económica y religiosa

tenemos que seguir hablando de dependencia: multinacionales que

dominan nuestra economía, empresas coreanas que se rigen por

sus leyes feroces en las maquilas, precios del café

impuestos por los imperios de turno, ideologías y maneras de

actuar religiosas no propias de nuestra cultura y de nuestra manera

de vivir la fe. ¿Se da una independencia total y para todos?



Monseñor Sáenz habla sobre algunos tipos de

dependencia



  En este contexto se puede leer lo dicho por el arzobispo de San

Salvador en la conferencia de prensa que pronunció

después de la primera misa dominical del mes. En ella

defendió a las obreras de la industria maquiladora y el

derecho de todos los trabajadores a tener "acceso a los medios de

producción".



  La semana anterior, el empresario coreano de Industrias Gabo

había cerrado la fábrica sin previo aviso,

marchándose del país y dejando sin pagar a más

de 400 empleadas. Monseñor Sáenz aprovechó la

oportunidad que le ofrecía la conferencia de prensa para

exigir el cumplimiento estricto del Código Laboral en el

país. Agregó, además, que "es posible que a

veces las cosas legales no sean tan justas". En tal caso, dijo, les

toca a "los laicos (...) trabajar duro para que todas las leyes

sean perfectamente acordes con la justicia".



  Si la mencionada conferencia de prensa fuese en estos

días, posiblemente el arzobispo de San Salvador

profundizaría más en su defensa de las obreras de la

insdustria maquiladora. Efectivamente, otra empresa maquiladora

coreana, Imacasa, ha cerrado las puertas sin previo aviso y de

nuevo se ha cerrado el trabajo a unas 200 personas más.

Tanto en un caso como en otro la razón parece ser que estas

dos empresas eran de las pocas en que se había conseguido un

nivel de sindicalización, de la que Juan Pablo II, en

Laborem exercens, 20, dice que es "un elemento indispensable de la

vida social, especialmente en las sociedades modernas

industriales".



¿Basta con cumplir el Código de Derecho Laboral?



  En realidad lo más común en las maquilas es que ni

se llega a cumplir con las leyes. El pan amargo de cada día

para muchas trabajadoras sabe a despidos sin indemnización,

a supresión del derecho a organizarse, a pruebas de

embarazo, a tiempo extra sin pagar, a hostigamiento físico

y verbal. Pero, además, como advierte el arzobispo, puede

abrirse una brecha entre lo que es legal y lo que es justo o moral.

Actualmente, es legal pagar el sueldo mínimo de 1150 colones

a los trabajadores, aunque éste no llegue a cubrir ni una

tercera parte de lo necesario para llenar la canasta básica

de una familia pobre. En realidad, lo justo es que, si el

empresario puede pagar más, está obligado a hacerlo.

Como escribió el papa actual, "una justa remuneración

por el trabajo de la persona adulta que tiene responsabilidades

familiares será aquélla que sea suficiente para

fundar y mantener dignamente una familia y asegurar su futuro"

(Juan Pablo II, Laborem exercens, 19c).



El acceso necesario y justo a los medios de producción



  Y no basta con el salario justo. Como afirmó

Monseñor Sáenz con referencia a las recientes tomas

de tierras en el país, hay necesidad de que "todos los

trabajadores tengan acceso a los medios de producción".

Según la doctrina social católica, la propiedad es

derecho de todos. No es legítimo que algunos ejerzan este

derecho de tal forma que excluyan a otros de la propiedad, como

ocurre en realidad en nuestro país. El derecho de

particulares a la peropiedad privada se subordina al derecho de

todos a disfrutar de la creación que Dios ha destinado para

todos.



  En la primera gran encíclica social, Rerum novarum, el

papa León XIII insistía en el derecho que tiene todo

trabajador a una tierra para cultivar. En la Mater et magistra

(1961), Juan XXIII repitió que no se trata sólo de

afirmar el derecho a la propiedad sino que "hoy, más que

nunca, hay que defender la necesidad de difundir la propiedad

privada", ampliando el acceso a bienes de consumo, vivienda y

propiedad productiva. El papa recordó, al mismo tiempo, que

el Estado mismo debe administrar los bienes de producción

"cuando éstos llevan consigo tal poder económico, que

no es posible dejarlo en manos de personas privadas sin peligro del

bien común " (Mater et magistra, 115-116). Este es un

criterio clave para estos tiempos de privatización.



  El principio de "acceso a los medios de producción"

resulta muy relevante para "la ética maquiladora"

también. En palabras del concilio Vaticano II se debe decir

que "se tiene que promover la activa participación de todos

en la gestión de la empresa" (Gaudium et spes, 68;

véase Mater et magistra, 91-92). Por su parte, Juan Pablo II

especifica la necesidad de que "toda persona, basándose en

su propio trabajo, tenga pleno título a considerarse al

mismo tiempo copropietario de esa especie de gran taller de trabajo

en el que se compromete con todos". La dignidad humana exige que

toda persona se sienta trabajando en "algo propio", no en un

negocio ajeno. Por eso, el papa elogia propuestas "que se refieren

a la copropiedad de los medios de trabajo, a la

participación de los trabajadores en la gestión y/o

en los beneficios de la empresa, al llamado accionariado del

trabajo y otras semejantes" (Laborem exercens, 14-15). Para todo

ello como dice Juan Pablo II en Laborem exercens, 20, es necesaria

la existencia de las organizaciones sindicales "como elemento

indispensable de la vida social, especialmente en las sociedades

modernas industriales".



La Iglesia debe seguir apoyando la auténtica Independencia



  De todo esto estamos muy lejos, sin duda. Sin embargo, la Iglesia

puede ayudar mucho para iluminar el camino a recorrer y para evitar

que algunos, que ya tienen más de su cuota necesaria de

propiedad productiva, distorsionen el mensaje evangélico,

sirviendo a sus propios intereses. En esta línea, el

arzobispo ha brindado un aporte muy oportuno en estos días

en que conmemoramos la Independencia y la Utopía de la

creación de un país humano, justo, fraternal y

solidario.





               Continúa la crisis en ARENA.

                Maquilas y condiciones laborales







La renuncia de Domenech



     Desde hace un buen rato ARENA ha venido mostrando que su

unidad no es tan sólida como el discurso anticomunista o las

campañas publicitarias hicieron creer. Ahora, como en

ningún otro momento en la historia de la institución,

los intereses encontrados que cohabitan en su interior han salido,

con inusitadas crudeza y virulencia, a la luz pública. En el

ojo de la tormenta está Juan José Domenech, quien se

ha visto forzado a presentar su renuncia a la presidencia del COENA

en virtud de su presunta complicidad en hechos criminales de

mediana y gran envergadura.



     De pronto, pareciera como si Domenech se hubiese quedado solo,

como si hubiese sido abandonado. Paradójicamente, quien dijo

"cobarde jamás seré, los tengo bien puestos", quien

tuvo en sus manos las riendas del partido político

más fuerte del país, es alguien que clama por

lástima, alguien que, por aquello de los estereotipos del

macho, anunció su retiro del COENA ante un grupo de mujeres

del partido. Vaya ineptitud política. Con ese gesto,
Domenech -aclamado por las mujeres areneras como "Conejo", una y

otra vez- no sólo puso en práctica un mecanismo de

presión política que mostró su debilidad e

incompetencia, sino que contribuyó a alimentar la

percepción de que ARENA está mal por dentro y que sus

dirigentes no tienen capacidad de conducir la institución.



     Domenech ofreció una prueba más de que el

partido está dividido; y lo hizo con una falta de tacto

sólo esperable de alguien que se comporta en política

como un comerciante. Ha sido la falta de tino en sus diversas

actividades lo que llevó a Domenech a ser foco de

atención pública. Imposible no seguirle la pista a

una figura política de su jerarquía de la que se

sospecha no paga IVA, maltrata a los periodistas, aparece implicado

en la negociación ilícita de un vehículo o

enfrenta una demanda judicial en Guatemala por narcotráfico.

Son tan notorias y regulares sus actividades fuera de orden que no

se requiere de ninguna estrategia de desprestigio, especialmente

diseñada en su contra, para sacarlas a la luz

pública.



     Su falta de tacto y su ambición desmesurada han puesto

a Domenech en serios aprietos. Pero también han puesto en

serios aprietos al partido, que, si bien ha tolerado a miembros

ambiciosos y/o ineptos políticamente, ello ha sido bajo el

entendido que éstos atenderían el llamado al orden y

a la moderación cuando así fuese requerido.



     Estamos ante una medida de saneamiento institucional que

responde más a los intereses internos del partido y de los

grupos que lo controlan que a un compromiso real de la derecha con

la justicia y la legalidad. De no ser porque poderosos intereses

económicos y políticos así lo exigen,

seguramente Domenech no se hubiera visto forzado a presentar su

renuncia y continuaría gozando del amparo partidario. Con

todo, no deja de ser importante que las actividades ilícitas

de una figura tan importante en las filas de la derecha sean objeto

de debate público. Es una forma eficaz de combatir la

prepotencia, la matonería y la impunidad.



     ARENA debe poner sus barbas en remojo. El partido se ha

debilitado con los escándalos de corrupción y de

tráfico de influencias que han perseguido a sus miembros

durante los dos últimos años. Los problemas que lo

han sacudido durante las semanas recién pasadas debilitan

aceleradamente su imagen como partido fuerte y capaz de impulsar un

proceso de desarrollo nacional. Sus miembros más

lúcidos debieran reflexionar seriamente acerca de si todos

estos conflictos y pugnas internas no son síntomas de una

necesidad impostergable de renovación y de

democratización internas.



Maquilas y legislación laboral



     De las propuestas presentadas a la Asamblea Legislativa para

reglamentar y controlar la operación de las maquilas en el

país -entre ellas la de obligar a las maquiladoras a

presentar una fianza para cubrir las indemnizaciones y salarios de

los trabajadores en caso del cierre o quiebra de la empresa- la

única que hasta la fecha ha sido aprobada es la que se

corresponde al Decreto Ejecutivo número 37: la

formación de una Comisión de Tratamiento y

Prevención de Conflictos, que integrada por representantes

de los ministerios de Trabajo, Economía, sector laboral y

empresarios operará en las zonas francas para resolver a

corto plazo los conflictos que se presenten en ellas.



     Aunque alentadora, la formación de tal Comisión

aún no da señales que permitan afirmar que su

operatividad pase del nivel puramente formal y logre obtener

resultados reales y concretos. Las anteriores experiencias de

formación de comisiones, donde ha imperado la defensa de los

propios intereses sobre la necesidad del diálogo y la

concertación, hacen patente que su creación

podría obedecer más a un interés de dar largas

a los problemas y evitar que las denuncias de las trabajadoras

salieran a la luz pública, quedándose éstas al

interior de la comisión, que a un afán real de

concretar soluciones. En este sentido, el abocarse a este mecanismo

tendría una doble utilidad: hacer gala de que en el

país se responde desde las pautas de una democracia, pese a

que este ejercicio democrático sea totalmente inocuo e

ineficaz, y al mismo tiempo preservar el estado actual de cosas.

Verificación internacional de las condiciones laborales en

las maquilas



     En este contexto, en el cual la operación de las

maquilas se ha mantenido incólume de sanciones y

reformulaciones gracias a la protección del sector

gubernamental, los esfuerzos más prometedores para cambiar

la situación han venido del extranjero, del Departamento de

Trabajo de Estados Unidos y de organizaciones internacionales

relacionadas con la industria de la confección y los

derechos humanos. Esto, como es de esperar si se consideran las

líneas ideológicas del partido en el poder y su

prurito de conceder mayor importancia a los indicadores

económicos que a las condiciones reales, ha sido condenado

inmediatamente como intervencionismo internacional y como una

conjura extranjera para acabar con las fuentes de empleo que la

industria de la maquila proporciona a El Salvador. Para el gobierno

y los empresarios, el interés que se oculta en las denuncias

a nivel internacional de graves violaciones a los derechos de los

trabajadores salvadoreños en las maquilas es el de cerrar

compañías con el fin de repatriar a las

fábricas a sus lugares de origen, principalmente Estados

Unidos.



     La demonización de las dos comisiones que han visitado

el país para verificar las condiciones laborales in situ (la

primera en noviembre del año pasado y la segunda en los

primeros días de este mes) se basa en dos presupuestos. El

primero, en el país las anomalías en las maquilas no

dejan de ser más que "violaciones normales" -tal como

expresó el Ministro de Trabajo, Eduardo Tomasino-, por lo

que lo único que se perseguirían serían "fines

políticos" de desprestigiar al país y al gobierno

frente a la inversión extranjera; el segundo, los asuntos

internos deben de ser manejados internamente, se cuenta con la

capacidad necesaria como para solucionar los conflictos sin

recurrir a la ayuda o el apoyo foráneo.



     Con respecto al primer supuesto, hay que admitir que la

última visita de los delegados del Departamento de Trabajo

de Estados Unidos se enmarca dentro del actual contexto electoral

de esta nación. Por ello, el emprender una campaña de

verificación del cumplimiento de los derechos laborales en

aquellos países donde se elaboran artículos para

compañías estadounidenses, es plausible de ser

interpretado como una estrategia del equipo de Bill Clinton que

tiene por objetivo el atraer votantes para su reelección. En

este sentido, sí podría hablarse de algún fin

político en las visitas de las comisiones, pero de

aquí no puede seguirse que efectivamente se busque cerrar

fuentes de empleo o aislar al país de la inversión

extranjera.



     Por otro lado, el calificar de "normales" a las violaciones

de los derechos laborales -aparte de ser ofensivo en sí

mismo puesto que ningún tipo de irrespeto a los derechos de

la persona es "normal", ni mucho menos tolerable- es insostenible

cuando la tendencia de los empresarios de las maquilas a abandonar

el país sin indemnizar o cancelar los salarios de los

trabajadores, lejos de disminuir, aumenta constantemente.



     En lo que toca al segundo supuesto, por la misma índole

del funcionamiento de las maquilas, la solución de los

conflictos que se suscitan a su interior sólo puede llevarse

a buen término mediante una negociación que supere

las fronteras de la nación que las acoge. Cuando ni los

dueños de las maquilas ni los propietarios de las empresas

que contratan sus servicios son nacionales, es evidente que la

única manera de obligarlas a cumplir con los derechos

laborales es respaldando la legislación de la nación

anfitriona con una legislación internacional que controle

sus operaciones, sea cual sea el país a donde lleguen para

utilizar su mano de obra.



     De lo contrario, y tal como ya ha sido verificado en El

Salvador, la alternativa de los empresarios maquiladores y las

compañías que los contratan frente a los problemas

que se deriven de irrespetar tal o cual derecho laboral será

la de trasladarse a otro país con legislaciones más

permisivas o gobiernos menos preocupados por hacerlas cumplir.



     Por lo tanto, aun cuando los sindicatos nacionales de las

maquilas estuvieran fortalecidos y poseyeran habilidad

política, aun cuando el gobierno se mostrara más

interesado en el bien de sus ciudadanos que en las exigencias de

las empresarios extranjeros, aun cuando existiera una

legislación nacional robusta, de no existir un acuerdo

internacional que vele por la eticidad y responsabilidad del

comportamiento de las empresas internacionales es vano esperar

condiciones dignas de trabajo o, mucho menos, impedir la

volatilidad que hasta la fecha sigue caracterizando a las maquilas.







  Entrevista con Monseñor Cabrera, Obispo de Santiago de

María





¿Cómo ve el país? ¿Cuáles son los

problemas más graves?



  La situación del país la veo -así lo siento,

lo pienso- más grave que en tiempo de la guerra.

Según los medios de comunicación, hay más

muertos ahora que en el período de la guerra; y eso es

preocupante. La violencia, el crimen organizado, las extorsiones,

los secuestros, los asaltos son cosas que ya rebalsan y necesitan

una pronta solución. Creo que la Iglesia puede jugar un gran

papel en esta situación, iluminando y dando esperanzas al

pueblo, pero también analizando las causas que producen la

violencia. Ha aumentado tanto la pobreza que ya no es necesario

denunciarla, porque se denuncia por sí misma, y

también el desempleo; hay mucha gente sin trabajo. Mi gran

temor es que se produzca una explosión social, que El

Salvador se convierta en un país ingobernable. Eso me

preocupa muchísimo. Y creo que toda las fuerzas vivas del

país, incluyendo la Iglesia, tenemos que hacer algo para

solucionar este gravísimo problema.



¿Cuáles son las esperanzas que usted vislumbra?



  Yo pienso que tenemos que ser optimistas. Como cristianos que

creemos en Jesucristo, que es el Señor, que está por

encima de todos los poderes del mal, creo que nuestra misión

es infundir esperanzas a nuestro pueblo. Yo pienso que, a pesar de

que los obstáculos son grandes y los problemas complejos y

gravísimos, tienen solución. Creo que la

solución sería buscar una concertación

nacional, un proyecto de nación, en el que estén

involucradas todas las fuerzas vivas del país y en el que

jugaría un papel decisivo la misma empresa privada, con

sensibilidad social. Deben ser tenidos en cuenta los sindicatos,

los obreros, los campesinos, la misma Iglesia. Creo que la

solución hay que buscarla en un proyecto de nación.

Este podría dar respuesta al problema gravísimo que

a todos nos afecta, a ricos y pobres, ya que nadie, ni los ricos ni

los pobres, se va a sentir seguro en este país.



A su juicio, ¿cuáles son los signos de esperanza que

tenemos?



  Yo veo signos de esperanza en el aspecto eclesiástico. En

algunos obispos inquietos, que tienen conciencia de estos

problemas, pero también en el clero joven. Hay muchos

sacerdotes en el país que están preocupados por los

problemas de nuestra nación. Yo por mi parte, por ejemplo,

he tenido aquí en Santiago de María contacto con las

"maras". Es interesante lo que dicen los jóvenes: que ellos

han tomado esa opción porque se sienten en una sociedad que

los rechaza, que los margina; las "maras", pues, son como una

señal de protesta frente a esta sociedad que los margina.

También he notado en estos jóvenes, apertura. Como

que están esperando que alguien, sobre todo la Iglesia, les

tienda la mano para sentirse alguien en esta sociedad. Veo por

tanto signos de esperanza. Aquí en mi diócesis

tenemos un plan de pastoral. La ventaja que yo tengo en Santiago de

María es que el clero es homogéneo, está

compuesto por una mayoría de jóvenes y todos tenemos

más o menos criterios comunes en nuestro trabajo pastoral;

además los veo muy inquietos por trabajar en una

evangelización integral, como lo está pidiendo el

mismo Papa Juan Pablo II.

¿Qué cree Usted que puede sugerir la Conferencia

Episcopal?



  En primer lugar me parece que la Conferencia Episcopal

debería analizar con calma y con seriedad la

situación del país, que no es ya solamente una

situación grave, sino dramática y explosiva. Es

urgente también que la Conferencia Episcopal asuma la

realidad nacional del país, que es gravísima, y que

estudie las soluciones que podrían darse para solucionar los

graves problemas de El Salvador.



¿Dónde y cómo cree Usted que se está

manteniendo la tradición de Monseñor Romero y

Monseñor Rivera?



  Creo que ha habido una ruptura en la tradición de la

Arquidiócesis, como si se quisiera olvidar la imagen de

Mons. Romero, de Mons. Rivera Damas, de Mons. Luis Chávez y

González; y creo que eso no debería ser así.

Más bien habría que recoger la rica herencia que esos

tres grandes arzobispos dejaron y continuarla. Obviamente el papel

del obispo consiste en corregir lo malo que pueda haber, pero sobre

todo orientar, mejorar lo que el anterior ha dejado. Porque ninguno

de nosotros, obispos o sacerdotes, hemos comenzado a hacer; siempre

ha habido otros que han trabajado. Creo que un pastor debe recoger

todo lo bueno que han sembrado otros y mejorarlo. Pienso que

debemos tener esperanza. Así como se aprende a ser padre de

familia, a ser esposo, también se aprende a ser sacerdote y

a ser obispo. Uno siempre comienza metiendo las patas, pero si uno

no se arriesga, nunca hará nada de valor en la vida.



Voy a hacerle una pregunta un poco atrevida. A su juicio

¿hacia dónde va la Iglesia?



  Hay algo que me preocupa y que me produce temor. Siento que ha

disminuido el interés por los pobres. Y no debemos olvidar

que la opción por los pobres no es algo propio de un grupo,

como se afirma a veces, sino que es una opción que la

Iglesia hizo en el Concilio Vaticano II y que aparece

clarísimamente en el Catecismo de la iglesia

católica. Este afirma, y estoy de acuerdo, que la

opción por los pobres no es exclusiva ni excluyente; pero

todos, los ricos, los de clase media, los mismos pobres, los

sacerdotes, las religiosas, los obispos, todos los bautizados deben

convertirse a los pobres si quieren ser auténticamente

cristianos. Olvidar a los pobres, por tanto, es, según el

evangelio y el mismo magisterio de la Iglesia, traicionar la

misión de la misma Iglesia.



¿Qué me puede decir sobre su diócesis?



  Dicen que Santiago de María es la diócesis

más bonita. Tiene un clima agradable, una ciudad tranquila

que se presta a la contemplación y al estudio, un clero

joven dinámico, que vive en mucha comunión y

comunicación entre sí y con el obispo. Yo estoy

contentísimo en Santiago de María y ojalá el

Señor me conceda morir aquí en Santiago de

María y que aquí me entierren.



¿Cómo cree usted que se debe formar un seminarista en

El Salvador, al final de siglo en relación a la injusticia,

la secularización, las sectas, etc.?



  Me parece que en primer lugar un seminarista tiene que estar bien

formado en la fe. Eso es muy importante, porque nosotros somos

anunciadores de la salvación de Jesucristo y tenemos que

hacer una opción por los pobres desde la fe, como la hizo

Monseñor Romero. No olvidemos que al pobre sólo se le

puede amar desde la fe. Porque en todos nosotros existe el

egoísmo y el egoísmo nos impide el abrirnos a los

demás, abrirnos a los pobres. Y ese egoísmo solamente

lo puede arrancar de nosotros Jesucristo. Y a Jesucristo

sólo llegamos por la fe. Yo admiro mucho a Monseñor

Romero. Monseñor Romero fue un hombre que corrió el

destino de los pobres, pero desde el Evangelio, desde la fe. Un

hombre de profunda fe. Así pues, el seminarista necesita una

formación profunda en la fe, con todo lo que esto implica,

pero una fe encarnada en la realidad del país. Como dice

Pablo VI tan bellamente en su famoso documento Evangelii Nuntiandi

-algunos dicen que es el documento más hermoso que

publicó Pablo VI, por el equilibrio que guarda el

Pontíficie cuando habla de la evangelización- la

evangelización para ser completa tiene que ser inmanente, es

decir, histórica, en la historia, pero, al mismo tiempo,

transcendente. Creo que por ahí debe caminar, orientarse la

formación de los futuros sacerdotes.



Parece claro que en el Seminario hay problemas ¿qué  me

puede decir sobre eso?



  Los problemas del Seminario me parecen sumamente graves. Creo que

ha llegado el momento de tomar decisiones radicales. Como obispo me

estoy planteando en este momento si vale la pena seguir apoyando el

Seminario San José de la Montaña o mandar a mis

seminaristas a otro seminario o fundar mi propio seminario. En

realidad son muy pocos los formadores y es imposible que tres

sacerdotes puedan tener contacto personal, comunicación

personal, con cada seminarista. Yo pienso que lo ideal es que cada

obispo tenga su propio seminario, porque los muchachos se pueden

formar mejor en pequeños grupos, por el contacto personal

que pueden tener con los formadores y con el obispo. Juan Pablo II,

cuando habla de evangelización, habla también de

evangelización personalizada, fruto del contacto de persona

a persona. Y este contacto de pesona a persona es indispensable en

la formación de los futuros pastores.



¿Cómo lo ve usted? ¿Qué haría?

¿Estaría de acuerdo en tener una especie de

descentralización en la formación de los

seminaristas?



  Lo ideal sí sería que cada obispo tenga su propio

seminario o que haya algun seminario más en el país,

para que los obispos tengan otra alternativa. Yo creo que esto es

cristiano y que enriquecería a la misma Iglesia. Me parece

que la formación, para que sea efectiva en los seminaristas,

es preferible que sea en pequeños grupos. Yo me estoy

cuestionando a fondo este problema y tengo que tomar una

decisión uno de estos días.



¿Eso haría? ¿Sacaría a sus muchachos?



  Sí, depende. Si veo que el Seminario San José de

la Montaña no toma medidas radicales para la

formación de los muchachos, me veré obligado a

sacarlos. Y esto es lo que me estoy planteando en estos momentos.



¿Que pueden ofrecernos hoy los mártires del país

y cómo mantenerlos vivos?



  Me parece una gran ingratitud querer olvidar a aquéllos

que dieron su sangre por el evangelio. Como seres humanos

podrían haberse equivocado en algunas cosas pero eso no

tiene gran importancia. Lo importante es la intención

sincera que ellos tuvieron de dar su vida por la fe, por el

evangelio. Mártir, como tú sabes, significa ser

testigo. En ese sentido todos somos mártires. Todos seremos,

dice Jesús, signos de contradicción. Por el hecho

mismo de ser cristianos nos convertimos en signos de

contradicción. Los mártires nos enseñan que

tenemos que estar dispuestos a anunciar el evangelio en su

integralidad, corriendo los riesgos que esto conlleva. Yo creo que

el olvido de aquellos mártires que dieron su vida por el

evangelio sería una pérdida, sería algo que

causaría daño a la Iglesia misma. Creo también

que debemos tener muy en cuenta a los mártires

anónimos, aquellos campesinos, catequistas, obreros, de

todos los grupos cristianos, ya que de todos los grupos han salido

mártires aquí en nuestro país. A ellos

también hay que recordarlos con cariño, con amor y

recoger esa herencia rica que nos dejaron. Aunque no se llegue a

canonizarlos, nunca debemos olvidarlos y siempre debemos tener en

cuenta el testimonio que nos dejaron.





                ¿Una Iglesia cerca de los pobres?





  El Arzobispo de Sevilla (España), Carlos Amigo Vallejo,

en la actualidad miembro de la Comisión Pontificia para

América Latina, estuvo durante los primeros días del

presente mes visitando diversas iglesias y universidades de Nueva

York, Honduras, Costa Rica, México, Puerto Rico y El

Salvador, para poder de esta manera conocer mejor la realidad de la

Iglesia en América.



  A El Salvador llegó el lunes para impartir conferencias

a sacerdotes, religiosas y seminaristas sobre el documento de Juan

Pablo II "Vida consagrada". Además visitó,

acompañado por Monseñor Sáenz Lacalle, en

Catedral, la tumba de Monseñor Romero, asesinado el 24 de

marzo de 1980, y, en la Universidad Centroamericana José

Simeón Cañas (U.C.A.), las tumbas de los seis

sacerdotes jesuitas asesinados el 16 de noviembre de 1989,

así como la llamada Sala de los Mártires del Centro

Monseñor Romero, en la que se conservan recuerdos de la

muerte y de la vida de algunos de los innumerables testigos

martiriales de El Salvador y de otros países de

Centroamérica.



  En el contexto de este viaje Monseñor Amigo habló

de muchas realidades importantes como la de las grandes diferencias

existentes entre los diversos países de América en lo

que se refiere a la realidad social, eclesial, económica,

política, aun teniendo presente que se dan algunos problemas

comunes a todos ellos.



  Es interesante recoger aquí algunas de sus declaraciones.

En un continente en el que los poderes económicos y

políticos de las naciones suelen hacer loas continuas al

neoliberalismo como si éste fuera la solución a todos

los problemas, el Arzobispo de Sevilla afirmó que "la

pobreza económica no suele ir nunca sola ya que junto a

ésta se dan otros muchos tipos de pobreza como son el

desarraigo familiar y cultural. Insistió en que "la pobreza

es el principal problema de América Latina" y que la Iglesia

de esta región "nos está dando un buen ejemplo porque

es una Iglesia que quiere estar muy cerca de los pobres".

Constató finalmente que entre los problemas comunes de las

naciones latinoamericanas está el del respeto de los

derechos humanos, entre ellos el del trabajo, así como el de

la excesiva dependencia del exterior de la Iglesia Católica

en lo que se refiere a la colaboración pastoral.



  Sin ningun triunfalismo por supuesto, esta visita a nuestros

países y estas declaraciones del Arzobispo de Sevilla sobre

los mismos nos ayudan a reflexionar y a seguir

clarificándonos y aceptando el reto como Iglesia

latinoamericana, en la linea de los grandes momentos de

Medellín y Puebla, de analizar la realidad, de juzgarla

desde la palabra de Dios y de buscar la transformación de

las estructuras de mal, de pecado y de injusticia que se dan en

dicha realidad.



        EN TORNO A LA PRIMERA MISA DE FLAVIO Y MARGARITO

                                

      Un día en la vida de la Iglesia de los Pobres





     La expectación sobre la primera misa de Flavio y

Margarito había comenzado muchos días antes. El

día 31 de agosto estaba apartado desde meses antes para la

ordenación. Esta no se pudo realizar por motivos ajenos a

ellos, pero, como no podían dejarnos esperando, celebraron

la primera misa aquí en la UCA. Nosotras estábamos al

tanto de todos los detalles: a quiénes invitaron,

comunidades, padres concelebrantes; qué recuerdo se iba a

dar; quiénes tocarían y cantarían en la misa.

Hasta conocíamos qué parte de una homilía de

Monseñor Romero escucharíamos.



     Un cuarto de hora antes de las cinco, los buses de Sacacoyo

y San Jacinto ya habían llegado y también el bus

procedente de Guatemala. Nosotras, con gran previsión,

llegamos a tiempo para tomar asiento pues sabíamos que la

capilla se iba a llenar muy pronto. Vimos a Flavio y Margarito

saludando a toda la gente, a señoras, niños,

jóvenes, todos presentes para verlos en su primera misa. Lo

que esperábamos era verlos con alba, a ellos que no hace

mucho venían a la biblioteca de teología a prestar

libros o material catequético o simplemente a saludarnos.



     Las palabras de introducción estuvieron a cargo del P.

Castillo y fueron muy emotivas para todo los que conocen a Flavio

y Margarito. Después Fito hizo mención de todos los

que estaban presentes, comunidades, personas especiales y

finalmente de todos los que colaboraron para que se llevara a cabo

la misa y la cena que tuvimos después en la cafetería

de la UCA.



     Comenzaron a entrar todos los padres que concelebraban. Eran

bastantes y no alcanzaron los bancos destinados para ellos.

Finalmente vimos entrar a Flavio y Margarito, vestidos ya de

sacerdotes, y nos vinieron a la mente muchos recuerdos. Nos

llamó la atención que sus albas eran iguales, pero lo

bonito era que tenían el rostro de Monseñor Romero

bordado. Algo especial que expresa lo que ellos sienten por

Monseñor.



     La misa se desarrolló muy ordenada y con mucho

significado: las lecturas, el evangelio y las peticiones. Las

palabras del P. Sobrino sobre lo que significa ser sacerdote en

estos días fueron escuchadas con mucha atención por

todos y en especial por Flavio y Margarito, que querían oir

sus palabras en este día tan especial.



     En la misa, el primero en hablar fue Margarito. Recordamos en

ese momento que cuando conocimos a Margarito no hablaba mucho: lo

mirábamos serio, aunque pronto, contagiado por el clima de

amistad del Centro Monseñor Romero, empezó a venir ya

sonriente a la biblioteca. Con gran agradecimiento habló de

su paso por la UCA, de cuando eran estudiantes, de lo que

aprendieron en las comunidades en que estuvieron y de cómo

siempre le acompañaría el compromiso de todo lo

vivido y lo aprendido en estas tierras. Sentimos la emoción

de sus palabras.



     Después le tocó el turno a Flavio. Siempre lo

recordamos cuando venía contento, con una broma a

contagiarnos con su alegría. A él no tuvimos que

hacerlo hablar pues desde el principio fue muy comunicativo y

atento con nosotras. También escuchamos sus palabras durante

la misa. Estaba emocionado al recordar su estancia en la UCA y todo

lo aprendido, no sólo para el examen del P. Sobrino, como

dijo él, sino para practicarlo en el diario vivir de un

sacerdote que se debe a su pueblo y a su gente.



     La eucaristía estuvo presidida por Flavio, ya que

Margarito presidiría la del día siguiente en

Sacacoyo. No perdimos ni una palabra de lo que dijeron pues era la

primera vez que los oíamos como sacerdotes. Y fue una

sensación muy bonita que no se puede describir, sino

solamente vivir. Pensamos que eso mismo sintió toda la gente

que los conoce, y sobre todo sus familias, que saben que sus hijos

son muy queridos aquí en El Salvador tanto o más que

en su tierra de origen, Nicaragua y Guatemala.



     Finalmente oímos las palabras de su provincial, el P.

Adrián, y el comunicado de la Comunidad Formativa de

Teología, de los Padres Paulinos. María Julia

Hernández, de Tutela Legal, también expresó su

apoyo a los religiosos paulinos que han sufrido persecución

por parte del gobierno y aprovechó para mostrar su

preocupación por las listas de amenazados por los

escuadrones de la muerte, pidiendo al P. Rodolfo Cardenal que

siguiera fiel en su misión a pesar de estas amenazas.



     Además del recuerdo en la cabeza y en el corazón

nos llevamos otro recuerdo de la misa: una fotografía de

Monseñor Romero. Al P. Castillo se le miraba muy contento

cuando, con su simpatía andaluza, dijo: "esto funciona".

Luego Fito nos invitó a disfrutar de una comida en la

cafetería: refrescos en bolsa muy helados, pan dulce y una

sabrosa hamburguesa.



     Disfrutamos de un ambiente de fiesta con las vejigas, los

gallardetes, los arreglos en las mesas. Muchos encendieron las

candelas porque hacía un poco de frío y así

esperaban calentarse mientras les servían la comida. El

conjunto Sierra Madre, que ya había tocado en la misa, nos

alegró con las canciones que nos gustan a todos.



     Al ver repartir la comida pensamos cuánta gente

ayudó a prepararla, cuántas personas

desinteresadamente colaboraron con las hamburguesas, con el

refresco, el pan dulce, el arreglo de la cafetería...

Sabíamos que todo esto había sido posible por un

interés común: hacer que esta primera misa de Flavio

y Margarito fuera inolvidable.



     Y lo mejor fue que la gente de las comunidades, la gente pobre

salvadoreña, disfrutó con la eucaristía y con

la comida. Además muchas personas visitaron la Sala de los

Mártires y salieron muy emocionadas. Y dijeron: "el 15 de

noviembre no faltaremos".



                                 Rosa María, Mayra y Edith

                                                                 

                                                                 

        La experiencia de una primera misa en El Salvador





     Espontáneamente, en la sacristía, lo

comenté a un compañero mientras nos

despojábamos del alba tras la celebración: Esto es

otra misa, otra Iglesia y, desde luego, otro Dios.



     Otra misa, porque la revolución de Jesús que

sustituye el altar por la mesa, aquí era una realidad. Tras

el altar todos se sitúan en fila, unos tras otro,

detrás del sacerdote, y éste como mediador de todos,

cara solamente al Dios. En la mesa todos se sitúan en

círculo, para encontrarse, para comunicarse, para comer

juntos, para recordar la propia historia (nosotros, la de

Jesús) y, desde ella, para sentirse dinamizados en la lucha

por la Vida. Aquí estábamos alrededor de una mesa: la

palabra espontánea, el canto alegre, los cohetes

recordándonos la fiesta, el pan multiplicándose entre

las manos de todos...



     Otra Iglesia, la del pueblo de Dios, sencillo y pluriforme;

la que sitúa la hermandad como categoría fundamental

y que, por ello mismo, impide y denuncia los pedestales. La que

muestra su perplejidad, con toda sencillez y transparencia, ante

las decisiones de la "otra" Iglesia que habla de "extranjeros" y

"de evitar conflictos con la autoridad". Y que lo hace,

precisamente, porque, en lo más profundo, se siente no como

"otra", sino como la única Iglesia que, porque se la quiere,

duele.



     Otro Dios, desde luego. El de la vida. El que resulta

inseparable del empeño por vivir plenamente todo lo que

somos. No el Dios celoso que hay que aplacar con ritos y plegarias,

sino el Dios amigo, historia viva en nuestra historia y que, como

ella, es fraternidad, dolor, fiesta y, sobre todo, desde muy

aquí, utopía...

                                          Carlos Domínguez







    Comunicado de la Comunidad Formativa de Teología,

             Congregación de la Misión





Hermanas y hermanos, buenas noches:



Reunidos en esta capilla, que, sin duda, tiene un gran significado

para todos y todas por el testimonio martirial que nos dejaron los

que aquí descansan. Movidos por ese espíritu y el de

muchos que no conocemos, queremos compartir con ustedes algunos

hechos acontecidos en los últimos dos años y que nos

han afectado como Comunidad Formativa de Teología.



     El 29 de julio de 1995, hace ya más de un año,

tres hermanos de nuestra comunidad fueron expulsados por las

autoridades municipales de Sacacoyo y del Ministerio del Interior

debido a su compromiso coherente con los empobrecidos de aquel

lugar. Aunque reconocemos que en este trabajo pastoral hubo fallas

humanas, también existió un compromiso de crear

conciencia de la realidad que vive el pueblo pobre y de llamar a

las cosas por su nombre. Luego de este hecho, un nuevo equipo se

hizo presente para continuar el trabajo pastoral iniciado; pero, a

los pocos días, las autoridades del municipio se mostraron

negativas ante la presencia de éstos, hasta el punto que

intentaron expulsarlos porque se sentían interpelados.



     Además, al igual que los religiosos y religiosas

extranjeros, hemos tenido problemas en los trámites de

Migración para obtener la residencia temporal,

específicamente dos hermanos que desde hace cinco meses no

obtienen respuesta alguna a su petición.



     Junto a estos hechos, nos hacemos solidarios con los hermanos

del Seminario Mayor San José de la Montaña, los

cuales fueron expulados por querer continuar con la

tradición de la Iglesia salvadoreña de las
últimas décadas. Esto es preocupante, ya que cambia

el curso de la formación de los futuros servidores del

pueblo.



     Ante éstos y otros acontecimientos, manifestamos

nuestra preocupación, puesto que no hemos tenido el apoyo de

nuestro Pastor. Creemos que una prueba de ello, es haber negado la

ordenación presbiteral de nuestros hermanos Margarito

Hernández y Flavio Pereira, aduciendo que esto podría

entorpecer las buenas relaciones Iglesia-Estado.



     Según la tradición profética, se nos

invita a una denuncia de las injusticias y el anuncio de una buena

noticia, especialmente a los más pobres. Como cristianos no

podemos quedar callados ante la realidad social de nuestro pueblo

salvadoreño.



     Finalmente, nos anima el acontecimiento que en su

compañía hoy estamos celebrando, ya que son ustedes

quienes nos dicen "cómo debe ser la Iglesia y cuál es

la misión que debe dar al mundo", según palabras de

Monseñor Romero.



     Retomamos el lema dejado por San Vicente de Paúl:



     "He sido enviado a evangelizar a los Pobres" (Lc, 4,18)





Atentamente,



Comunidad Formativa de Teología, Congregación de la

Misión, Padres Paulinos.

San Salvador, 31 de agosto de 1996.





              "Obsidiana": piedra para la esperanza



     Los Acuerdos de paz propiciaron la reinserción a la

vida civil de los excombatientes y señalaron que ya era

tiempo de reconstruir. Los mismos actores de la guerra

colaborarían directamente con la planificación del

desarrollo de los asentamientos humanos y la edificación de

las viviendas.



     El proceso de reinserción de los ex combatientes de la

antigua guerrilla, aun con sus complejidades y sus dificultades, ha

caminado ayudado por el empuje y el esfuerzo de la solidaridad

internacional y por las comunidades mismas. Este es el caso del

proyecto de viviendas "Obsidiana", impulsado y ejecutado gracias a

la Fundación Salvadoreña de Desarrollo y Vivienda

Mínima (FUNDASAL) y a la generosa ayuda del gobierno de

Alemania.



     El proyecto "Obsidiana" concluyó con la entrega de

casas del último proyecto llevado a cabo en la Comunidad

"Buena Vista", municipio de Nueva Concepción, Chalatenango.

Las soluciones habitacionales benefician en su conjunto a unas 30

mil personas de 72 comunidades de zonas ex conflictivas en 9

departamentos.



     La construcción de los diferentes asentamientos ha sido

producto de la participación "activa y decidida" de los

beneficiarios, quienes participaron desde el diseño de las

casas y el transporte del material, hasta la construcción de

sus habitaciones.



La participacion: un camino



     El diseño y la construcción combinados con las

necesidades vitales de los habitantes llevó en muchos casos

a tener que priorizar entre "la milpita" y "la casita", dos

realidades vitales para el habitante del campo. La opción

entre cuidar la milpa y asistir a las reuniones para decidir la

construcción de las casas llevaba a dos caminos distintos.

Muchos se inclinaron por aquello de "barriga llena de frijoles,

corazón contento", aunque vivieran en una "champa". La

rebusca de una tortilla con frijoles para los cipotes alejaba de

pensar en una "casa digna".



     Muchas veces las reuniones debían esperar, aunque la

plata ya estuviera allí y FUNDASAL estuviera dispuesta a

colaborar directamente en la construcción de las viviendas.

Luego de varios intentos, de explicaciones y motivaciones, poco a

poco las reuniones, esos "cabildos", fueron dando frutos. La

experiencia pasada debía rememorarse: si para hacer la

guerra tuvieron que organizarse, para los asentamientos

también debían hacerlo. La organización

debía dar paso a la participación y finalmente a la

"toma de decisiones".



     La participación de los mismos beneficiarios, "la

gestión directa de la comunidad" y la experiencia

organizativa abría la posibilidad de una verdadera

"reinserción". Las construcciones comenzaron, los terrenos

baldíos, lodosos y pedregosos se fueron transformando en

zanjas, paredes, techos..., Casas.



Guadalupe: la voz de la comunidad



     "No ha sido fácil, no es fácil", dijo a la

concurrencia Ana Guadalupe Erazo, dirigente comunal, al referirse

a la conclusión del proyecto "Obsidiana". Después con

voz de mando dijo "vienen otras luchas...nuevas luchas".



     Las palabras de Guadalupe sonaron a agradecimiento a quienes

colaboraron en el proyecto, reflejando en el fondo una voz que

hablaba por un colectivo. Una conciencia colectiva fluía de

su interior. A pesar de las dificultades para reinsertarse hablaba

como si el primer paso se hubiese dado ayer. Como el horizonte

lleno de cerros que tenía enfrente y como la tormenta que

caía a sus espaldas -en otros cerros- Guadalupe entre lluvia

y horizonte significaba la esperanza. Sus palabras eran

motivación, empuje y esperanza. En palabras de Silvio

Rodríguez dijéramos: "Te convido a creerme cuando

digo futuro".



     La voz de aquella mujer daba frutos de esperanza, incluso

hasta el viento calmó su fuerza. Invitó y

recordó a todos que era un paso para concluir la

reinserción a la vida civil. "Nuevas luchas" significa, como

dijo, que los nuevos asentamientos humanos con las soluciones

habitacionales deben dar inicio al desarrollo, pero no sólo

de las comunidades de los ex combatientes, sino también de

las comunidades cercanas.



     Ya no es el reto de sobrevivencia, sino más bien el

reto de que "hombro a hombro" se construye el desarrollo.



     Después de que Guadalupe terminó de hablar, un

viento fresco se coló por todos lados. La piedra "Obsidiana"

labrada por las comunidades sigue invitando a un futuro de

esperanza.



                                                Marco Tulio Ramos