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Universidad Centroamericana José Simeón Cañas



El seminario San José de la Montaña

© 1996 UCA Editores


 

 



El seminario San José de la Montaña



	En estas fiestas agostinas el seminario San José de la Montaña es noticia, y 

no muy agradable. La historia viene de lejos pero estos días ha saltado a los medios. Sin 

poder garantizar la exactitud de los detalles, dice un vespertino que han sido expulsados varios 

seminaristas, que el problema está en que con el nuevo rector se quiere imponer una 

línea del Opus contraria a la línea anterior, que sería de la 

teología de la liberación. El ambiente se ha enrarecido al punto de que el rector 

recibe anónimos...



	Por su parte, los obispos están reunidos -y divididos- sobre el asunto. Algunos 

quieren sacar a sus seminaristas del seminario porque les parece que la formación actual 

no es la adecuada por conservadora. Por su lado, otro obispo -según dicen- ha dicho que 

él "no impone las manos sobre guerrilleros"... Y cuando escribimos estas 

líneas (el 20 de julio) persiste la división y la expectación de lo que va a 

pasar.



	Más allá de estas cosas, que pueden ser más o menos exactas, el 

problema es inocultable. De lejos viene el que haya división dentro de la Conferencia 

Episcopal con respecto al seminario y al modo de llevarlo. Con Monseñor Rivera se 

mantenía un cierto equilibrio, pero al año de su muerte y con un nuevo arzobispo 

se retiró del cargo al Padre Coto, sacerdote amigo que viene a la UCA a recordar a los 

mártires y fiel a la trayectoria de los anteriores arzobispos. En un gesto de honradez 

reconoció públicamente que en la Iglesia salvadoreña actual existe 

confusión y falta de liderazgo. Por otra parte, el nuevo rector, según lo que de 

él se dice, tiene una dirección muy distinta y aun contraria. En 

conclusión, también en el seminario se ha roto la tradición 

arquidiocesana. Entre los seminaristas, hay desde perplejidad y miedo hasta desilusión e 

indignación. Unos han abandonado el seminario por propia iniciativa, otros han sido 

expulsados, y nadie parece saber qué es lo que va a pasar.



	Como se ve, estamos ante un problema grave, aunque no es la primera vez que ocurre. En 

1972, la Conferencia Episcopal pidió a los padres de la Compañía de 

Jesús que abandonaran la dirección del seminario. Muchas razones y 

contrarrazones se puedieran aducir para ello, pero la fundamental era clara: formadores y 

seminaristas quedaron impactados por el espíritu nuevo de Medellín, y la 

mayoría de los obispos no pudieron entenderlo entonces. Y éste es 

también ahora el problema de fondo.



	Más allá de anécdotas, existe entre muchos seminaristas un 

interés por formarse para nuestro tiempo, nuestra sociedad, nuestros problemas. Algunos 

obispos entienden esta preocupación tan obvia, pero otros parecen no entenderla. Y 

entonces vienen las acusaciones de que los seminaristas son partidarios de la teología de 

la liberación, de la Iglesia popular, de la Iglesia de los pobres... Y lo dicen sin sospechar, 

al parecer, que "liberación", "pueblo", "pobres" son 

realidades esenciales al mensaje evangélico. Y mientras no se acepte esto, habrá 

problemas al interior de la Iglesia, se seguirán manteniendo sospechas sobre las 

"comunidades" y explotarán problemas como el del seminario. Y lo que es 

realmente grave, nada de esto favorece a un país, pobre y desorientado como el nuestro.



* * *



	Ojalá se solucionen los problemas del seminario de la mejor manera posible. Y 

para ello quizás puedan ayudar algunas reflexiones.



	Un joven de hoy que quiere ser sacerdote tiene que conocer la realidad de nuestro mundo 

y saber analizarla desde la teología y también desde las ciencias sociales. Dicho 

con sencillez, no se hace ningún favor ni a la Iglesia ni al país con una 

teología anquilosada, fundamentalista, que no supere un catecismo glorificado. EL 

pueblo salvadoreño necesita ser iluminado también teológicamente. Lo 

necesita la llamada gente sencilla, y lo necesitan los profesionales con hábitos 

intelectuales más críticos. Fomentar la apertura mental en los seminaristas es, 

pues, necesario, aunque ofrezca riesgos y haya que hacerlo de la mejor manera posible. Que a 

esta actitud mental se la llame teología de la liberación o no, es secundario. Pero 

ojalá tengamos seminaristas con la mente lúcida de un Gustavo Gutiérrez 

o de un Ignacio Ellacuría.



	Un joven seminarista debe tener la ilusión de servir al reino de Dios, a que haya 

vida en nuestro país y a que la vida alcance para todos. Y que la Iglesia sea la servidora 

de este ideal de Dios, como nos lo dijo el concilio Vaticano II, Medellín y Puebla. Que a 

esta Iglesia se le llame o no Iglesia de los pobres o Iglesia popular, es, de nuevo, secundario. Pero 

si en un país pobre y popular, y si en el evangelio los pobres ocupan el lugar central, -

como ortodoxamente lo proclama Puebla (véase n. 196,1141s)- la Iglesia no puede 

menos de comunicar esa predilección. Y no debe comunicar que es una Iglesia que se 

encuentra como en su casa entre los poderosos, como si para no caer en la Iglesia popular debiera 

ser una Iglesia antipopular.



	Un joven seminarista debe ser un seguidor de Jesús, pero del Jesús de 

Nazaret, el que pasó haciendo el bien, consolando a los afligidos, defendiéndolos 

de sus opresores, crucificado por el poder religioso y político de su tiempo, y resucitado 

por el Padre, quien hace así justicia a una víctima. Y, como todos, un seminarista 

debe estar abierto al misterio de Dios, del Dios de Jesús, del Dios de los pobres y de las 

víctimas. Bien sabemos que sin experiencia de Dios no hay vida cristiana ni vida 

sacerdotal. Pero esa experiencia debe cultivarse bien, en medio de y en relación con las 

realidades de nuestro mundo. Hay que buscar y encontrar a Dios allá donde él 

dijo que estaba: en los pobres de este mundo.



	Nada de lo que acabamos de decir es fácil, pero es la tarea fundamental de toda 

vida cristiana y de un seminario. Hacer problema de si los seminaristas leen un libro de 

teología de la liberación o el periódico Sentir con la Iglesia, es una 

pequeñez, aunque produce tristeza oír que lo hacen casi a escondidas. No 

están ahí los problemas.



* * *



	Como hemos dicho otras veces, escribimos estas cosas sine ira et studio y con ganas de 

ayudar. Pero además, las escribimos por el cariño que tenemos a ese gran 

caserón por el que han pasado tantos y tantos seminaristas y sacerdotes 

salvadoreños.



	En el seminario San José de la Montaña enseñó el P. 

Rutilio Grande, Ignacio Ellacuría, Juan Ramón Moreno, Amando 

López... En ese mismo seminario estudiaron los Padres Alfonso Navarro, Octavio Ortiz, 

Ernesto Barrera, Rafael Palacios, Alirio Macías, Manuel Reyes, Ernesto Abrego, y 

estudió también el obispo Joaquín Ramos. Y en el seminario San 

José de la Montaña puso su curia arzobispal Monseñor Romero -aunque la 

nunciatura y varios obispos protestasen entonces- y allí se juntaba a platicar y rezar con 

los seminaristas todas las semanas.



	San José de la Montaña no es, pues, un seminario cualquiera. La memoria 

de todos los mártires que hemos citado -y quizás se nos olvida alguno- exige de 

todos seriedad en la búsqueda de soluciones, y que éstas produzcan sacerdotes 

entregados a los pobres y su liberación, a la construcción de una Iglesia cristiana 

y salvadoreña, a hacer presente en nuestro mundo al Dios de Jesús.







La transición en El Salvador, los problemas de los estudiantes de Medicina de la

UES y los incrementos en las tarifas telefónicas



La transición en la encrucijada

		En nuestro país, la transición se halla en una encrucijada: el 

cumplimiento de los Acuerdos de Paz fue pensado como un requisito imprescindible para 

avanzar hacia nuevas metas en la democratización social y política del 

país, pero a estas alturas ni se cumplieron a cabalidad todos los compromisos adquiridos 

en Chapultepec y Nueva York ni la democratización social y política parecen ir 

en la mejor dirección. Y, lo que es peor, no hay un horizonte normativo, ético y 

político, que no sólo vaya marcando el rumbo a seguir, sino que permita evaluar 

los aciertos y desaciertos del proceso.

	La democratización política ya ha comenzado a mostrar sus 

límites más insuperables: una población que se debate en la miseria 

difícilmente puede estar interesada en la política en sentido amplio, esto es, en un 

compromiso con el bien común, el respeto a las leyes y la responsabilidad social. Pero no 

sólo eso: la formación de un sistema político mínimamente 

pluralista no es suficiente para superar los vicios de una clase política acostumbrada a 

traficar y a lucrarse con el poder que le ha sido conferido por los electores.

	No puede haber democratización política, por ejemplo, cuando los 

funcionarios públicos de alto rango se eligen en función de los intereses 

partidarios y no en función del bien común. En este sentido, el reparto de cargos 

que han venido haciendo durante los últimos años ARENA (Fiscalía 

General), el PCN (Corte de Cuentas) y el PDC (Procuraduría General) levanta serias 

dudas sobre el rol de nuestros partidos políticos y nuestro parlamento en el avance de la 

democratización política.

	Más aún, componendas de esa naturaleza levantan la duda de si no 

estamos retrocediendo en materia política o si acaso, aunque no sea más 

reconfortante, nuestra clase política se ha quedado estancada en patrones de 

comportamiento no sólo arcaicos, sino proclives a la corrupción, el 

tráfico de poder e influencias y el chantaje.

	Tampoco puede haber democratización política cuando desde el gobierno 

se difunden señales inequívocas de intolerancia hacia la libertad de 

expresión y hacia el derecho de los periodistas a guardar el secreto de sus fuentes. La 

semana recién pasada tuvimos una muestra bochornosa de esta intolerancia, cuando fue 

detenido el Director del Colatino, Francisco Elías Valencia, a quien judicialmente se le 

ha querido obligar a que revele sus fuentes de información acerca de presuntos actos de 

corrupción en la Policía Nacional Civil. Si se añade a este sombrío 

panorama la inmovilidad de la sociedad civil, puesta de manifiesto en su debilidad organizativa y 

en su fragmentación, la situación se vuelve más preocupante. Sin una 

sociedad civil fuerte, organizada y con capacidad de movilización y de presión, 

los derroteros del país se vuelven más inciertos. En un escenario en el que 

prevalecen comportamientos políticos arcaicos y en el que la prepotencia gubernamental 

se oculta cada vez menos, es importante que la sociedad civil cobre protagonismo y haga 

resistencia a los peligros de una involución autoritaria en ciernes.

	La amenaza de esta involución no debería tomarse a la ligera, como si 

fuese producto de mentes enfermizas o bandera de lucha de los "enemigos" de la paz 

y la democracia. Lo alcanzado hasta ahora en el país no garantiza que no pueda emerger 

un autoritarismo de nuevo tipo que dé al traste con lo poco bueno que hemos alcanzado.



El conflicto entre los estudiantes de medicina de la UES y el Ministerio de Salud



	Los conflictos entre los estudiantes de medicina de la Universidad Nacional y las 

autoridades del Ministerio de Salud vienen desde agosto del año pasado, fecha en que se 

anuncia la decisión de desmonopolizar las plazas para médicos internos del 

sistema hospitalario, plazas que hasta ese momento habían sido patrimonio único 

de los estudiantes de la nacional. Este mes, un nuevo conflicto se ha hecho presente. Su 

raíz se halla en un acuerdo supuestamente firmado en marzo de este año por el 

Ministerio de Salud y los decanos de las facultades de medicina (entre ellos Rolando Espinoza de 

la Universidad Nacional), en el que se decide modernizar las instituciones hospitalarias a 

través de limitar las fechas de asignación de plazas a una sola: a principios de 

enero, en lugar de enero y julio como se venía realizando. Para los estudiantes de 

medicina, tal acuerdo rompe con los que se habían firmado en agosto del año 

pasado para resolver la anterior crisis. Curiosamente, Rolando Espinoza, ante el descontento de 

los estudiantes de medicina, afirma que "no ha estado, no está, ni podrá 

estar nunca de acuerdo con las medidas tomadas por el Ministerio de Salud" en lo referente 

al cambio de fecha de asignación de las plazas, pese a que su firma aparece en el acta 

donde se decide tal cambio.

	Además de la razón expuesta, los estudiantes alegan que al vencer los 

contratos en julio de este año y al no poderse renovar, el Hospital Rosales está 

pasando por una falta de personal médico que ha aumentado la mortalidad entre los 

pacientes ingresados. Como respuesta a ello, la Directora del Hospital Rosales, Mabel Fisher, 

afirmó, el 6 de julio, que el vacío de médicos internos se supliría 

mediante la contratación de aproximadamente 20 médicos residentes, lo que 

hasta la fecha de este escrito no se ha hecho realidad. Luego de varias amenazas, y en un marco 

de inflexibilidad de las posiciones, los estudiantes de medicina iniciaron una huelga el 10 de julio 

en el Hospital Rosales.

	Las medidas adoptadas por el Ministerio de Salud, tanto este año como el anterior, 

no muestran más que la absoluta falta de planificación lúcida en la 

administración del sistema hospitalario del país. El haber decidido trasladar la 

fecha de contratación de médicos internos a enero, cuando los contratos 

vencían en julio, no puede ser considerado más que como una torpeza 

imperdonable, ya que se deja sin recursos humanos a un servicio de por sí deficiente. 

Además, no es claro cómo se modernizará el servicio hospitalario 

mediante un simple cambio de fechas; ello debería ir orientado más bien a elevar 

el presupuesto asignado y mejorar, como condición ineludible, el servicio que se presta 

en él. En este sentido, la medida ha tendido más a propiciar lo contrario.

	En lo que respecta a la actitud de los estudiantes de medicina, es difícil creer que 

tengan algún interés por el bienestar de sus pacientes o del sistema hospitalario 

en general cuando realizan huelgas y paros como primera opción para hacer oír 

sus demandas. Que las autoridades de la Universidad Nacional en lugar de proponer formas de 

presión que no perjudiquen a los pacientes apoyen incondicionalmente las demandas de 

los estudiantes, es signo de su poca o nula independencia. De ninguna manera el interés 

particular de unos pocos, o el interés de una institución por no crear conflictos a 

su interior, puede anteponerse a los intereses de la población salvadoreña que 

acude a los servicios de salud pública.



Nuevas tarifas telefónicas



	Según anuncia la Administración Nacional de Telecomunicaciones 

(ANTEL), a partir de agosto entrará en vigencia una nueva tabla de tarifas cuyas 

características más notorias son un incremento de las tarifas locales y una 

disminución de algunas internacionales. El hecho de que esta medida se adopte 

precisamente en el momento en que se han dado los primeros pasos para proceder a la 

privatización de ANTEL revela, entre otras cosas, que existe una clara política de 

ampliación de los ingresos de ANTEL, cuya motivación podría ser el 

logro de una situación financiera atractiva para posibles inversores, aun cuando ello 

suponga mayores costos para los usuarios.

	De esta forma, la privatización de las telecomunicaciones amenaza con 

convertirse en un descontrolado incremento de las tarifas, pues la propuesta tarifaria supone 

fuertes incrementos en las llamadas locales, precisamente las que representan la mayor parte de 

las llamadas efectuadas en el sistema nacional.

	El ajuste tarifario de ANTEL tiene dos implicaciones fundamentales: una 

reducción de tarifas internacionales sólo para el volumen de llamadas menos 

numerosas (todo el mundo menos Centroamérica y Panamá) y un aumento de 

tarifas para el volumen de llamadas más numerosas (nacionales). En consecuencia, lo que 

se esta promoviendo es un traslado de los costos telefónicos desde los consumidores de 

llamadas internacionales hacia los consumidores de llamadas locales.

	En definitiva, contrariamente a lo esperado, las tarifas telefónicas locales se 

incrementarán aún más con la privatización. Dada la mayor 

participación de las llamadas locales en el mercado nacional el ajuste tarifario y, muy 

probablemente, la privatización misma, causará un importante incremento del 

costo de las telecomunicaciones e impactará de esa manera también sobre el 

ritmo inflacionario.





Parábola

Carmen González Huguet



Como una astilla,

como la viruta,

como el humilde aserrín

del taller de su padre,

se apareció en la vida.



Al principio, casi no ocupó sitio.

Pero creció, como un arroyo,

como un río.

Y como los ríos, se marchó a recorrer países

a enrrumbarse para dar con el mar.

A cumplir su destino de río hecho ya hombre.



Porque este era un río muy especial.

Un río destinado a saciar la sed de muchos

y a protestar con sus repuntas contra la injusticia y la infamia.



Y el río fue creciendo, creciendo,

reposado, sereno,

hasta que un día la muerte

se acercó a sus orillas

salpicando de sangre las aguas impolutas.



El río no podía quedarse indiferente.

Porque toda sangre vertida lo hería y le pesaba.



Y se hizo ancho y profundo

para extender el agua de su palabra viva.



Su voz llenó los surcos y floreció la tierra,

granada en frutos altos que abatieron las balas

y el río se dolía de tanta ingratitud,

de tanta saña y mortandad,

de tanta infamia.



Y con su olas, chocando con las piedras

hablaba y reclamaba por los muertos.

Se encrespaba, crecía y batía los puentes

con su ira desatada.



Hasta que un día,

con una sola bala,

mataron a aquel río que saciaba la sed de tantos.



El río se encontró con el mar

que lo estaba esperando

con los brazos abiertos.



Pero los de la bala no pensaron

que aquello no acabaría con el agua. No hay poder que recoja la inmensidad vibrante

del agua de su palabra viva derramada,

que hoy sigue como antes,

saciándonos la sed,

hasta que todos

lleguemos, como él,

a descurir el mar de amor

que continúa esperando-







Veinte años de recuerdos martiriales

Mons. Angelelli en Argentina, y Joao Burnier en Brasil



	Hace veinte años, con una semana de diferencia, fueron asesinados el Padre Joao 

Penido Burnier, caído a los pies de don Pedro Casaldáliga, y Mons. Angelelli, 

obispo argentino. En esta Carta a las Iglesias los queremos recordar y juntarlos a 

Monseñor Romero y a todos los mártires latinoamericanos. Publicamos unos 

textos actuales de don Pedro Casaldáliga y otros textos, añejos ya, del obispo 

Angelelli.



Romería de los mártires, Brasil



	La Prelatura de Sao Félix de Araguaia va a clausurar las celebraciones de los 25 

años de su erección en la Romería de los Mártires de la 

"Comunidad" Latinoamericana, en Ribeirao Cascalheira, los días 27 y 28 de 

julio de este año de 1996. En este año conmemoramos los 20 años del 

martirio del Padre Joao Penido Burnier, asesinado a mis pies por la policía militar cuando 

los dos intentábamos liberar a dos campesinos que estaban siendo torturados por la 

policía.



	Todos los amigos y amigas que nos vienen acompañando a lo largo de estos 

años pueden tomar nota y marcar las fechas en la agenda. Las celebraciones de la 

Romería empezarán el 27 por la tarde y terminarán el 28 con el almuerzo 

comunitario.



	Estamos reestaurando el Santuario. Hemos pedido a cada país de América 

Latina y el Caribe la fotografía de un mártir del país respectivo para que 

ese Santuario sea de verdad de los mártires de la "caminhada" 

latinoamericana. De la caminhada, porque son mártires recientes y testigos de sangre de 

esas Causas que conforman la caminhada de nuestros pueblos y de nuestras iglesias en el proceso 

de la gran Liberación.



	Digo que celebramos esa romería dentro de este panorama de vida y muerte que nos 

circunda. Los mártires, nuestros mártires, son aquéllos, aquéllas 

que se niegan a este presente de muerte y dan la vida por un futuro mejor, de vida. No son seres 

para-la-muerte, son "vocacionados" a la muerte-para-la-vida.



	Con ocación del COMLA V (Congreso Misionero Latino Americano) que 

celebramos en Belo Horizonte en el pasado mes de julio, yo tuve que exponer la experiencia de 

la "Memoria y estímulo misionero a partir de los mártires de la caminhada 

de la Patria Grande". En esa comunicación subrayaba yo los siguientes aspectos:



	El nuevo Testamento nos presenta a los evangelizadores primeros como 

"testigos". "Seréis mis testigos", les pide Jesús. Y ya 

sabemos que "testigo" hasta las ultimas consecuencias, equivale a mártir. El 

Apocalipsis evoca a la comunidad de los seguidores de Jesús como aquélla que 

ha pasado por "la gran tribulación y ha lavado sus vestiduras en la Sangre del 

Cordero".



	Nuestra América, en las últimas décadas, ha sido bautizada como 

"el continente de la muerte y la esperanza". Nuestros pueblos y nuestras Iglesias han 

pasado multitudinariamente por la gran tribulación. Y somos hijos e hijas de 

mártires, testigos de testigos. Una "nube" de testigos nos precede y nos 

envuelve. Podríamos citarlos en una enumeración escalofriante. Hay calendarios, 

agendas, libros colectivos o monográficos, vídeos, films, fechas consagradas, 

romerías- que recogen esa memoria -verdadera "anámnesis" que 

quiere y debe impedir cualquier tipo de "amnesia". u







Carta abierta a nuestros mártires



Pedro Casaldáliga



	Tengo muchos mártires, y con ocasión de la gran Romería de los 

Mártires de la Caminhada Latinoamericana, en el año de Gracia de 1996...



	Os escribo a todos vosotros y vosotras que habéis dado la vida por la Vida, a lo largo 

y ancho de Nuestra América, en las calles y en las montañas, en los talleres y en 

los campos, en las escuelas y en las iglesias, bajo la noche o a la luz del sol. Por vosotros y 

vosotras, sobre todo, Nuestra América es el Continente de la muerte con esperanza.



	Os escribo en nombre de todos nuestros pueblos y de nuestras iglesias que os deben el coraje 

de vivir, defendiendo su identidad, y la terca voluntad de seguir anunciando el Reino, contra el 

viento y la marea del antirreino neoliberal y a pesar de las corrupciones de nuestros gobiernos o 

de las involuciones de nuestras propias claudicaciones. Creemos que mientras haya martirio 

habrá credibilidad, mientras haya martirio habrá esperanza.



	Vosotros, vosotras, lavasteis las vestiduras de vuestros compromisos en la sangre del 

Cordero. Y vuestra sangre en su sangre sigue lavando también nuestros sueños, 

nuestras fragilidades y nuestros fracasos. Mientras haya martirio habrá 

conversión, mientras haya martirio habrá eficacia. El grano de maíz 

muriendo se multiplica.



	Os escribo contra la prohibición de los poderes de las dictaduras -militares, 

políticas o económicas-, y contra la cobardía olvidadiza de nuestras 

propias Iglesias. Bien que ellos quisieran imponerse una amnistía y una 

reconciliación que sería claudicación. Inútilmente. Sabéis 

perdonar, pero queréis vivir. No permitiremos que se apague el grito supremo de vuestro 

amor, no dejaremos que se infecunde vuestra sangre.



	Tampoco nos contentaremos, superficiales o irresponsables, con exponer vuestros posters y 

cantaros en una romería o lloraros en una dramatización. Asumiremos vuestras 

vidas y vuestras mentes asumiendo vuestras Causas. Esas Causas concretas por las que vosotros 

y vosotras habéis dado la vida y la muerte. Esas Causas, tan divinas y tan humanas, que 

desglosan en conyuntura histórica y en caridad eficaz la Causa mayor del Reino, por la 

que se dio la vida y la muerte y por lo cual resucitó el primogénito de entre los 

muertos, Jesús de Nazaret, el Crucificado-Resucitado para siempre.



	Os recordamos uno a uno, una a una, y no decimos ahora ninguno de vuestros claros 

nombres, para decirnos a todos y a todas en un solo golpe de voz, de amor y de compromiso: 

¡nuestros mártires! Mujeres, hombres, niños, ancianos, indígenas, 

campesinos, obreros, estudiantes, madres de familia, abogados, maestras, militantes y agentes de 

pastoral, artistas y comunitarios, pastores, sacerdotes, catequistas, obispos- Nombres conocidos y 

ya incorporados a nuestro martirologio o nombres anónimos pero grabados en el santoral 

de Dios. Nos sentimos herencia vuestra, Pueblo testigo, Iglesia martirial, diáconos en 

marcha por esa larga noche pascual del Continente, tan tenebrosa todavía, pero tan 

invenciblemente victoriosa. No cederemos, no nos venderemos, no renunciaremos a ese 

paradigma mayor de vuestras vidas que fue el paradigma del propio Jesús y que es el 

sueño del Dios vivo para todos sus hijos e hijas de todos los tiempos y de todos los 

pueblos, en todos los mundos, hacia el mundo único y pluralmente fraterno: el Reino, el 

Reino, ¡su Reino!



	Con San Romero de América y con todos vosotros y vosotras, y unidos a la voz y al 

compromiso común de todos los hermanos y hermanas de solidaridad que nos 

acompañan, nos declaramos "alegres de correr como Jesús (como vosotros y 

vosotras) los mismos riesgos, por identificarnos con las Causas de los 

desposeídos". En este mundo prostituido por el mercado total y por el bienestar 

egoísta, os lo juramos con humildad y decisión: "¡Lejos de nosotros 

gloriarnos a no ser en la cruz de nuestro Señor Jesucristo" y en vuestras cruces 

hermanas de la suya! Con El y con vosotros y vosotras seguiremos cantando la 

Liberación. Por El y por vosotros y vosotras sabremos jubilosamente que nos toca 

resucitar "aunque nos cueste la vida". u







Veinte años del martirio de Monseñor Enrique Angelelli



	Desde Córdoba, Argentina, acabamos de recibir la siguiente carta.



Queridos amigos y amigas:



	El próximo 4 de agosto, se cumplen 20 años del martirio y 

resurrección de nuestro querido Mons.Enrique Angelelli. Por tanto en la semana que va 

del 29 de julio al 4 de agosto nos encontraremos en Córdoba, Argentina junto a varios 

obispos latinoamericanos que ya han comprometido su participación. Entre ellos 

estará don Samuel Ruiz, don M. Medina, don Pedro Casaldáliga, Mons. Hesayne 

y Pagura-

	Quisiéramos contar con la presencia de tantos compañeros de camino, que 

van aportando su granito de arena en hacer un mundo más humano, justo y solidario. Es 

por eso que quisiéramos invitarlos a venir a compartir este acontecimiento con nosotros. 

Como les va a ser difícil llegar hasta nosotros les pedimos que nos tengan presentes, que 

recuerden y hablen de Angelelli y que nos haga llegar un mensaje suyo, algunas palabras que 

alienten nuestro caminar y nuestro compromiso.



Los saludamos con mucho afecto,

Comisión de Homenaje a Mons. Angelelli



*  *  *



	Aquí en El Salvador sabemos muy bien lo importante que es recordar a los 

mártires y por ello nos unimos a la celebración de la muerte y la vida de Enrique 

Angelelli. Sabemos también que lo más importante es mantenerlos vivos y, para 

ello, contar su historia y darles a conocer. Eso es lo que vamos a hacer brevemente.



El martirio: no fue accidente, sino asesinato



	Los titulares de primera página de la prensa riojana informaban, entre el 5 y el 7 de 

agosto de 1976: "Falleció en accidente monseñor Enrique Angelelli", 

"Incesante desfile en el velatorio", "Imponente marco en las exequias de 

Enrique Angelelli- Congoja popular".

	Diez años más tarde, el 19 de junio de 1986, el Juez de Instrucción, 

Dr. Aldo F. Morales, resolvía "declarar que la muerte de Monseñor Enrique 

Angelelli no obedeció a un accidente de tránsito, sino a un homicidio 

fríamente premeditado y esperado por la víctima".

	Los diez años transcurridos y el cambio de las condiciones políticas, de la 

Argentina, permitieron conocer la verdad, intuida por el pueblo riojano desde el primer momento 

pero ocultada, como es obvio, por los ejecutores del asesinato y sus ideólogos, así 

como por el silencio de encumbrados miembros de la Jerarquía de la Iglesia 

Católica Argentina.

	¿Quién fue Enrique Angelelli? ¿Qué hizo durante su vida para convertirse en 

blanco del terrorismo de estado? Quizás pueda resumirse en estas palabras:



El obispo Angelelli se convirtió en baluarte de la defensa de los pequeños y 

humildes. La única voz que todavía podía ser levantada en aquellos 

momentos de represión en Argentina. Las amenazas de muerte fueron tantas que tuvo 

que empezar a preparar a sus sacerdotes para la posibilidad de sacrificios supremos. Esto fue 

lo que de hecho sucedió, primero asesinaron a un militante laico, después a 

otros dos Padres de Chamical, Gabriel y Carlos de Dios.



Dejó el testimonio de un obispo profundamente sensible a los sufrimientos y 

esperanzas del pueblo. Solía decir que era preciso tener un oído para Dios y 

otro para el pueblo, para poder anunciar el evangelio.



	Angelelli, como Monseñor Romero, fue un obispo de carne y hueso. 

"Sí, tengo mucho miedo, pero no se puede ocultar el mensaje debajo de una 

cama", dijo en junio de 1976. Pero se mantuvo firme hasta el final. Una semana antes de 

ser asesinado, el 27 de julio, Angelelli escribió al Nuncio, al Cardenal Primatesta y a 

Mons. Zazpe, adjuntándoles copia del informe sobre el asesinato de dos sacerdotes.

	Al primero le contaba que "a los 8 días del asesinato de los sacerdotes, acaban 

de asesinar a un laico apostólico: Wenceslao Pedernera. Parece que sigue la escalada. 

Amenazan a las religiosas; espero que no se cobren ninguna víctima. "Cruzados de 

la Fe" siguen eufóricos; tienen respaldo oficial".

	Al Cardenal Primatesta le informaba que "me he negado a que se interrogue a 

miembros de la Iglesia mientras no tengamos garantías de que se quiere buscar la 

verdad".

	A Mons. Zazpe le agradecía lo hecho por "la Ejecutiva" porque 

"así iremos construyendo la 'Comunión episcopal' y tomando 

evangélicamente los problemas argentinos y los ad intra Ecclesiam"- Y agregaba : 

"Para tu información, lamentándolo, no asistió ningún 

hermano Obispo al sepelio de mis curas asesinados. Fue una lástima y como tal se lo 

comenté a los participantes".

	Ocho días después se sellaría el destino de este obispo 

profundamente comprometido con su pueblo y preocupado por la suerte de sus curas, religiosas y 

laicos, que eran víctimas de la persecución. Para él no fue una sorpresa. 

En una reunión con sus sacerdotes en Chamical, mientras se realizaba el novenario por 

los curas asesinados, les dijo:



"Son varios los que tienen que morir, entre ellos estoy yo", y dibujando una 

espiral que marcó con dos cruces, para señalar el lugar de los curas asesinados, 

se ubicó en el centro, afirmando que "el círculo se iba cerrando". 

A sus sacerdotes les había dicho: "La mano viene dura y el que quiere irse que 

se vaya". El por su parte ya había jugado su destino: "Si me matan, es 

porque para el Señor mi obra ya está terminada". u







Historias salvadoreñas	La historia al haz del suelo

El espíritu de las leyes (según don Venancio)



	Voy a contarle la historia de la vida; y esa es la historia de las leyes, de los gobiernos que las 

pusieron y de los que las vivimos. Desde la edad de 5 años tengo historia positiva hasta 

este día. La ley entonces era que el que se desertaba de un cuartel, era fusilado. 

Había sanción de eso, y todavía la oigo, la tengo en la cabeza. 

Después quitaron esa ley y pusieron otra: 200 golpes con una verga de toro. Primero era 

la fusilación; después fue la verga de toro. Quitaron la verga, pusieron la 

bartolina. Al que cometía una falta lo metían en una animala como refrigeradora 

con clavos. Ahí no se podían menear. Después pusieron el 

plantón. Lo dejaban afuera, en el sol, por las horas que el guardia o el juez habían 

dicho. Al terminar el plantón, venían las flexiones. Todas las que mandara el 

juez. Si no aguantaba, era castigado. Esto era porque cada gobierno imponía su ley. 

Nadie me enseñó, sino que la cabeza es la que era buena. Yo sé lo que 

hacían los gobiernos con las leyes. Cada gobierno impuso su ley. La fiscalía y el 

Ministerio de Justicia, esos mandan.



	Así camina también la Iglesia. Los papas mandan a los arzobispos, obispos, 

párrocos- Y cada Padre impone su ley. Los santos papas han sido como los gobiernos, 

que cada uno impone su ley, y nadie se les opone mientras estén en el puesto.



	Eso se hizo bien palpable cuando perdió Palomo y ganó Sánchez. 

Pidió que sus propiedades no fueran atropelladas, allá por Jiquilisco, San Marcos. 

Yo trabajaba en una gallera que ellos tenían. Antes no habíamos tenido 

problemas, aunque las chiviadas siempre han estado prohibidas. Pero esta tarde, como a las 6, la 

guardia se pasó la línea, dentró y agarró gente. Los comisionados 

lo llevaban sin cordillera, sin zapatos- Los llevaron de cantón en cantón, a 

manera de escarmiento.



	Para mí como que no han habido autoridades, porque ellos no se molestaban por 

mí. Yo he tenido conocimiento de respetar desde el más chiquito hasta el 

más grande. A mí nunca me han ahuevado, aunque digan lo que digan.



	Una vez andaba buscando una partida de mi hijo y vide un conocido que llevaban con la 

capucha bien trabada. Lo tenían en jabón. "Retírese", me 

gritó el guardia cuando llegué a buscarlo al cuartel. "Yo doy razón 

de él -dije, sin dejarme del guardia. Lo conozco desde bicho, cuando andaba 

chuloncito". "¿Y ya era mañoso?", dijo el juez, porque el cipote ya se 

había declarado culpable. "Si a usted le ponen la capucha, se hace cargo de lo que 

no debe", le dije al juez. En ese tiempo, cualquiera al que le ponían la capucha se 

hacía cargo de lo que no debía. Quedamos en discusiones con un guardia. Pero 

como yo era el niño bonito del alcalde, me dijo que lo disculpara y soltó al 

muchacho. De todas maneras, al guardia lo cambiaron y lo mandaron para Estanzuela. Como en 

Estanzuela sólo bravos vivían, en un cine le quitaron la mano al baboso, por 

andar agarrando a los que nada deben.



	Allá en Estanzuela había un inspector Saravia que mató a mucha 

gente por gusto. Luis Saravia terminó seco en la cárcel por matar a un muchacho 

que nada debía. Otros dos jueces, por hacer acusaciones falsas, se desbarrancaron los dos. 

Se creyeron que porque eran jueces se iban a librar. Cuando la ley los avanza, se van al plato. Si 

usted quiere ver a un vivo arruinado, póngale un tonto a la cola. Porque hay vivos tontos 

y tontos vivos.



	Cuando estaba cipote así como ése, a toda la gente se le hacía 

bendito entero. Hoy, si usted regaña a un niño, lo puteya, le van a poner queja al 

tata. Hoy son libres. Y más libres son los viejitos.



	Aunque libre, yo no estoy ignorante del gobierno de los papas. Pero como no me opongo, no 

me tocan. Hago lo que se necesita. Antes hacía de todo: armador, carpintero, agricultor, 

chalán- Ahora me siento inválido. No tengo valor de nada. Sólo esta hija 

se ha hecho cargo de mí.



	En otro tiempo yo andaba imponiendo la bestia del alcalde. Era el niño bonito, pero 

por mi trabajo. Bien recibido y respetado en todos los cuarteles. Cuando llevaban a un conocido 

mío, allá iba yo a verlo. Compraba un racimo de guineos de a medio y se lo 

llevaba. Una vez resultó que yo pasaba a cada ratito frente a los guardias. Entraba y 

salía del cuartel, hasta que me dijo el Coronel: "A vos te gusta la carrera, 

¿verdad?". Yo le respondí: "Es que me dan lástima". 

Ahí los tenían encadenados, sin comer. Martínez organizó todo 

eso.



	En veces, cuando publicaban bandos, me los enseñaban antes. A ver si le faltaba tal 

cosa o la otra. Siempre ponían "por orden del gobierno". Y ellos eran el 

gobierno. Ellos inventaban las leyes, los bandos. Con un tambor los anunciaban. Ceto se llamaba 

el músico. Sonaba el tambor y la gente temblaba como si fuera el juicio final. 

"¡Achís, ya van a dar bandos!", decían.



	Todo era para sacar pisto poniendo multas cada nada. Pero a mí nunca me multaron 

porque era amigo de las autoridades. Visitaba cuarteles, alcaldías. Desde San Miguel 

hasta el Azacualpa.



	Los del Ministerio de Hacienda siempre andaban buscando chicheras. A veces hasta donde 

no había. Una vez el sargento le cayó a un vecino. El cipote tenía el 

puño de maíz ahí tirado, secando, y llegan ellos y dicen que es chichera. 

No hallaron ni olla ni canoa, sino que sólo el puño de maíz seco. Yo me 

fui donde el juez y conseguí que le pusieran 25 pesos de multa, sin importar el delito. 

Pero el alcalde los avanzó en la jugada.Ni la peseta se hartó el desgraciado. Por 

andar de vivos se jodieron. A las cinco de la tarde los tenía vencidos. No hay que dejarse 

aterrar por un cuento. Nunca me he afligido, porque nunca he dado motivos. Si no ofrece, yo no 

saco las uñas. Pero si se ofrece las saco, y se desengañan.



	Yo no digo lo que me han dicho, sino lo que he visto. Asuntos de cuentos no me gustan. En 

los juzgados me he desengañado yo, y no se me olvida lo que viví. Aunque ahora 

ya nadie puede tocarme, porque como un niño, el viejito no permite ninguna ley.



	Yo le doy el consejo, y yo me quedo sin él. u



J. L. R.







La formación teológica de los laicos





"Dar prioridad pastoral a la adecuada formación de los catequistas, en 

diferentes institutos, cuidando de su especialización en función de las 

diversas situaciones, edades y áreas que cubren los catequizados" (Puebla 

n.1002)



	Desde hace más de año y medio, en el Colegio católico de Santa 

Inés, ubicado en la ciudad de Santa Tecla, y gracias a la generosidad de las Religiosas 

Salesianas que lo dirigen, todos los sábados, de 2 a 5 de la tarde, funciona una 

ESCUELA DE TEOLOGIA VICARIAL.



	La responsabilidad de dicho centro teológico es compartido por el Centro 

Monseñor Romero de la UCA y el Consejo de la Vicaría Monseñor 

Tomás Pineda Saldaña, de la Arquidiócesis de San Salvador.



	Asisten a esta formación en la fe, alrededor de un centenar de laicos, entre agentes de 

pastoral, catequistas y colaboradores de algún movimiento apostólico, 

pertenecientes a las diversas parroquias de la Vicaría de Santa Tecla, y también a 

determinadas religiosas de varias congregaciones.



Semilla que da fruto



	Actualmente, en nuestra Arquidiócesis, donde han tenido cabida santos, profetas y 

mártires, funcionan ya cinco Escuelas Vicariales de Teología debido al impulso 

creyente del Equipo promotor y coordinador del Centro Monseñor Romero de la UCA.



	El desarrollo de estos verdaderos centros de luz teológica, según el Equipo 

de la UCA, ha ocurrido de la siguiente manera:

	Debido a una experiencia formativa de hace unos tres años, la Parroquia de San 

Bartolo solicitó asesoramiento al Centro Monseñor Romero, y así 

surgió en la Vicaría de Ilopango la primera Escuela Teológica, impulsada 

por el Vicario y los párrocos, con el aval entusiasta de Mons. Rivera. Un año 

después surgieron dos Escuelas Teológicas más en las Vicarías de 

Mexicanos y Santa Tecla. Y hace un año aproximadamente, con metodología 

diferente, se promocionaron las Escuelas Teológicas para campesinos en las 

Vicarías de Ateos y Zaragoza.



	En conjunto se puede decir que la Escuela de Teología Vicarial surge de la necesidad 

de conocimiento religioso de las comunidades y de los laicos para realizar su trabajo de 

evangelización.



Mujeres, laicas, comprometidas y entusiastas de la teología



	El entusiasmo no está sólo en los organizadores, sino en los estudiantes. 

Gloria, Julia y Eva son colaboradoras eficaces en la parroquia de Cristo Resucitado situada en la 

Colonia Quezaltepec de Santa Tecla, con el padre jesuita Rodolfo Cardenal y la hermana 

responsable Juanita Martha Saravia. Con ellas hemos hablado y esto es lo que nos dicen:



	"Ahora estamos más seguras", comenta Julia. "Además, 

habla Gloria, tenemos buen equipo de profesores". "Aunque el estudio 

teólogico implica sacrificio y entrega", añade Eva.



	Estas mujeres, activas, responsables saben muy bien el papel que han de desempeñar 

ellas y ellos, los laicos y las laicas, en la construcción de la Iglesia de los pobres y la 

sociedad fraterna en nuestro país salvadoreño. Dirigen comunidades y coordinan 

talleres bíblicos, por lo que consideran muy valioso el aporte que les da la 

teología para poder cumplir eficazmente.



La importancia de la teología para un país nuevo



	A medida que avanza la conversación, las tres se van animando. Están 

convencidas de que los conocimientos bíblicos, doctrinales y eclesiales, sirven para la 

adquisición de una mayor conciencia de la entrega que los cristianos debemos de tener en 

servir a la causa del necesitado.



	"Con estos estudios, siguen diciendo, vemos que para ser buen cristiano, 

además de rezar, debemos luchar por la justicia y la paz, así como defender los 

derechos humanos de los pobres".



	"Gracias a que podemos llevar la teología que aprendemos a nuestras 

comunidades se está dando en nuestros ambientes parroquiales, comunidades y 

movimientos, un cambio, una conversión hacia la opción preferencial por los 

pobres. Buscan, por ello, los cristianos de base, conocer más a nuestros mártires 

Monseñor Romero, el Padre Rafael Palacios y otros".



	"En la medida en que los laicos estudiamos la teología, la Iglesia va 

cambiando. Se hace más encarnada, más liberadora, más igualitaria y 

comunitaria. Se van así superando estructuras y mentalidades eclesiales de signo 

piramidal. La prueba, es que nuestra parroquia, podemos decir que está en manos de los 

laicos y de la mujer. Gracias por supuesto a los dirigentes y al P. Cardenal".



Con la fe y la teología emerge una alternativa



	Tanto Eva como Julia y Gloria, tienen sus respectivas familias. Consideran que la 

teología también les ayuda a cumplir mejor con las responsabilidades de madres 

y esposas, al mismo tiempo que las proyecta al compromiso con la Iglesia y la sociedad.



	Consideran, pues, que si a nivel de institución, la Iglesia está retrocediendo, 

"debemos los laicos esforzarnos más por hacer avanzar el sentido profético 

que legaron nuestros mártires". 

	"Entre el clero hay sectores bien definidos a favor de la igualdad y la acogida a los 

humildes, y por ello algunos son amenazados. Pero otros, en cambio, se ufanan en su poder de 

vicarios o párrocos, haciendo gala de que ellos son los que mandan. Con los estudios 

religiosos, los laicos podemos contribuir, además, a lograr que algunos sectores del clero 

acepten mejor el evangelio del amor, la justicia y la igualdad".





Prioridad de la formación



	Pero volviendo con el Equipo de la UCA, promotor de las Escuelas de Teología, en 

colaboración con las Vicarías. Ellos hablan de que en una Asamblea Pastoral 

realizada en la Arquidiócesis en 1976, se hizo la opción por la formación 

de los agentes de pastoral.



	Mons. Romero, luego, siempre apoyó entusiasmadamente esta iniciativa formativa.



	Además en el año 82, dicen, hubo una jornada de tres días, donde se 

tomó el compromiso prioritario de la formación integral.



	Mons. Rivera, en el Plan Pastoral Quinquenal, aprobado y elaborado durante su mandato, 

retomó y amplió esta aspiración esencial de la Iglesia: la 

formación teológica de los laicos. Parte del clero asumió entusiasta este 

proyecto.



	Por ello, en las Escuelas Teológicas que promueve o colabora la UCA, no se hace 

acepción de personas o grupos. Está abierta a todo tipo de individuos, 

comunidades y movimientos apostólicos, que quieran adquirir una verdadera y seria 

formación teológica.



	El Equipo de la UCA, pretende servir al clero diocesano o religioso, y a un laicado maduro

en su afán de vivir responsablemente la comunión con la Iglesia.



	Seguimos, pues, fieles a la trayectoria de la Arquidiócesis.



*  *  *



	En un mundo en crisis por un sistema neoliberal destructor y explotador de los oprimidos; en 

una América Latina, incapaz de salir de la dominación imperial y de la pobreza; 

en un país salvadoreño donde la violencia, la corrupción, la impunidad y 

la explotación se levanta sobre los acuerdos esperanzadores de la paz; el aporte liberador 

de Jesucristo es esencial; máxime cuanto que las izquierdas y otros sectores 

políticos, sociales y económicos no encuentran alternativa viable.



	Los laicos cristianos, bien formados teológicamente, pueden ser fundamentales en 

los aportes necesarios para encontrar viabilidad en el logro de la nueva sociedad solidaria. Esta 

alternativa, no surgirá como antaño de élites pensantes y políticas, 

sino que ahora la esperanza está en experiencias de base, en donde los cristianos laicos 

que optan por los pobres forman ya parte de los Agentes históricos del futuro cambio, 

aún a pesar de los sectores espiritualistas y fundamentalistas, tanto en la Iglesia como 

otras denominaciones evangélicas. u



Pedro Serrano







Meditación sobre Jesús y el Espíritu (III)

"Supervivencia y austeridad compartida"



	¿Qué diría y haría hoy Jesús? ¿Cuál es hoy la 

utopía del Espíritu de Jesús? Muchas cosas, por supuesto, pero nos 

vamos a concentrar en lo que nos parece ser lo más necesario, por más hiriente, 

en nuestro mundo: la vida como fuerza de supervivencia y la dignidad humana como 

civilización de la pobreza. Esta es la utopía que aparece en el seguimiento de 

Jesús.



La "supervivencia"



	Durante siglos hemos confesado al Espíritu como "Señor y dador de 

vida". Pues bien, hoy esperamos que sea "Señor y dador de 

supervivencia". Ante todo, usamos el término supervivencia en sentido estricto: 

grave y creciente dificultad de poder satisfacer las necesidades básicas de la vida 

cotidiana (y nada digamos en tiempos de represión y guerra); grave peligro de caer en 

resignación, desesperanza y desencanto (despúes de procesos como el 

salvadoreño); imperiosa necesidad de fuerza y ánimo para superar ambas cosas, 

tener un mínimo de vida y de dignidad.

	Si extrañan estas palabras, por parecer que empequeñecen al Espíritu, 

recordemos lo que hemos dicho con frecuencia, y que permanece como lección no 

aprendida en nuestra civilización. Y ésta es que lo seres humanos nos dividimos 

en dos grupos: aquellos que dan -damos- la vida por supuesto y aquellos que lo que no dan por 

supuesto es precisamente la vida. Es cierto que existe algo común a todos los humanos, 

pero la diferencia es también innegable. Por ello mucho de la memoria y de la 

imaginación que ejercita el Espíritu tiene que ver directamente con la 

supervivencia, y por ello pedimos que el Espíritu sea "Señor y dador de 

supervivencia".

	Para suavizar esta sorpresa será bueno recordar que en el mundo de la pobreza se ha 

creado un lenguaje novedoso y escandaloso, en comparación con el de otros mundos. 

Aquí entre nosotros han fraguado expresiones como "el pueblo crucificado" 

no sólo el pueblo de Dios; "El Dios menor", no sólo el Dios mayor; 

"la civilización de la pobreza", no la del bienestar; "la 

civilización del trabajo", no la del capital- Y Monseñor Romero 

llamó máximo a lo que es "mínimo": la vida.

	Y es que el no dar la vida por supuesto lo cambia todo, también el lenguaje, los 

conceptos, la teología. Si no recuedo mal, comentaba Bloch que Freud elevó la 

libido a instinto fundamental, porque en su sociedad los seres humanos ya tenían el 

estómago lleno. Y en un artículo reciente, breve y bello, cuenta J. I 

González Faus el siguiente diálogo que Simone Weil tuvo con Simone de 

Beauvoir:



La primera vez que las dos se encontraron, Simone Weil le dijo que la tarea histórica 

del momento era "la revolución que daría de comer a todo el 

mundo". La de Beauvoir objetó perentoria que el problema no era dar de comer 

a los hombres, sino darles un sentido para su existencia. Y sigue contando: "ella me 

hizo callar diciendo: 'bien se ve que tú nunca has pasado hambre'. Nuestras relaciones 

se detuvieron aquí. Comprendí que me había catalogado como una 

'pequeña burguesa espiritualista', y me irrité, porque- me creía ya 

liberada de mi clase, y no quería ser más que yo misma".



	La supervivencia parece ser poca cosa para fungir como la imaginación del 

Espíritu, pero lo es prácticamente todo para las mayorías de este mundo. 

Suena mejor decir que el Espíritu es "dador de vida" que "Jesús 

vino a traer vida, y vida en abundancia"; pero con estas frases tan bellas no se comunica 

suficientemente lo urgente que es la vida para las mayorías pobres, el drama diario que 

significa conseguirla y la crueldad de una humanidad que no quiere pensar en términos 

de vida de las mayorías.



La "austeridad compartida"



	Lo dicho sobre la supervivencia puede expresarse de manera positiva -aunque suene 

todavía más escandoloso- en formulación de Ignacio Ellacuría, 

que la mantuvo hasta el final de su vida: lo que hoy está imaginando el Espíritu 

es una "civilización de la pobreza".

	No se defiende aquí, por supuesto, ningún pauperismo, pero se insiste en dos 

cosas. La primera es que la actual civilización genera pobreza, y por ello, 

dialécticamente, "en un mundo configurado percaminosamente por el dinamismo 

capital-riqueza, es menester suscitar un dinamismo diferente que lo supere 

salvíficamente". En otras palabras, los males de la actual civilización 

provienen de ser una civilización de la riqueza- pecado, y ello "se agrava 

más porque el Primer Mundo se dice cristiano, fruto de la civilización cristiana, 

misionero del evangelio que llevó al Tercer Mundo como un ingrediente más de 

la colonización".

	La segunda cosa, la que ahora más nos interesa recalcar, es que se trata de crear 

"no sólo un orden económico mundial nuevo, sino una civilización 

nueva". Y es que el problema no es sólo la posibilidad de vida para las 

mayorías, sino también la posibilidad de civilización, es decir, de un 

modo de vida realmente humano y fraterno, en el que podrá "florecer el 

espíritu, la inmensa riqueza espiritual y humana de los pobres y los pueblos del tercer 

mundo, hoy ahogada por la miseria y por la imposición de modelos culturales 

más desarrollados en algunos aspectos, pero no por eso más plenamente 

humanos".

	Esa civilización de la pobreza es lo que hoy está imaginando el 

espíritu de Jesús, y de ello hay ya gérmenes -imperfectos y muchas veces 

fallidos, ciertamente- que pudiéramos llamar "los dones del Espíritu 

Santo" en el mundo de hoy. Son los mejores logros del pueblo y de la Iglesia: 

organización pupular, ensayos de economía popular y comunitaria, 

construcción de una Iglesia de los pobres. Y son valores más afines a la 

civilización de la pobreza que a los de la riqueza: el espíritu de comunidad contra 

del individualismo aislacionista, que fácilmente degenera en alienación;la 

apertura en contra del etnocentrismo cruel, que degenera en desentendimiento del sufrimiento de 

los otros; la creatividad en contra de la limitación servil, que fácilmente degenera 

en pérdida de identidad propia; el compromiso en contra de la mera tolerancia, que 

degenera en indiferencia; la fe en contra del burdo positivismo y pragmatismo, que degenera en 

sinsentido de la vida- Y, sobre todo, la decisión y las ganas de vivir, la lucha por la vida: 

la esperanza, en una palabra.

	El Espíritu sigue siendo, en definitiva, la fuerza necesaria para vivir y sobrevivir, 

para conseguir el pan nuestro de cada día- Sigue, pues, presente como 

"vendaval" en los grandes acontencimientos y como la "brisa", casi 

imperceptible, en el sobrevivir. Sigue siendo vendaval y fuerza para que lleguemos a ser una 

familia humana.

	Ellacuría llamaba a esto "la civilización de la pobreza". 

Nosotros, menos audaces, la llamamos "la civilización de la austeridad 

compartida". u



Jon Sobrino.