UCA

Universidad Centroamericana José Simeón Cañas



Carta a las Iglesias

© 1996 UCA Editores



Carta a las Iglesias, servicio informativo del Centro de Pastoral

de la UCA, año XVI, No. 355, 1-15 de junio de 1996





                LA REALIDAD HA TOMADO LA PALABRA

                     A OSCURAS Y A LA DERIVA

     

     Se acaban de cumplir dos años del segundo gobierno

arenero. Ha habido muchos discursos, pero lo más importante

es que la realidad ha tomado la palabra. Se ha hablado de dos

años de gobierno, pero de hecho se ha hablado de toda una

época que termina. Si dos años no son muchos en la

historia de un pueblo, veinte o treinta, la época que va

desde los setenta hasta el día de hoy, si es un

período significativo. Y lo es, no sólo por su

duración, sino por la densidad de lo que ha ocurrido.

     Dirán algunos que el período terminó en

1992 con el fin de la guerra y el comienzo de los acuerdos de paz,

pero eso no es exacto, pues la post-guerra ha estado muy ligada a

la guerra. Los acuerdos de paz parecían ser lo que

había que lograr para finalizar definitivamente la guerra y

para enderezar el rumbo del país. Y, en efecto, en los

últimos tres años muchos han querido interpretar su

cumplimiento como termómetro. Pero, aunque en parte

sí se han cumplido, los acuerdos no se han cumplido,

ciertamente, a cabalidad, ni son, sobre todo, el termómetro

para medir cómo está el país, la vida de cinco

o seis millones de salvadoreños.

     La sensación que ahora existe es que, cumplidos o no

los acuerdos, algo muy importante ha terminado en el país.

Después de cambios y de hechos muy importantes, toma de

conciencia de las mayorías, organización popular,

años de represión y de guerra, mártires y

caídos, firma de acuerdos, presencia de Naciones Unidas y

muchas otras cosas, hay la sensación de que ha terminado un

ciclo en el que, de diversas maneras, se ha querido cambiar este

país. Y la pregunta es si y en qué hemos cambiado. 

     Algunos cambios no se pueden negar, pero tampoco se puede

ocultar que prosigue la pobreza y la injusticia, aunque no falten

palabras para desviar la atención. Así como durante

la guerra se usaron muchas palabras para encubrir los hechos y la

barbarie, formulándolos elegantemente como "defensa de la

democracia y del mundo occidental" (defensa hasta de "la santa

religión católica", decían algunos),

así ahora se usan palabras, que, si no pueden ocultar los

hechos del todo, sí fungen como cantos de sirena para

desviarnos de la realidad, nuevas palabras, por cierto, que

aparecen casi a diario y se sustraen a la verificación.

Así nos dicen que la solución está en el

neoliberalismo, la modernización, la globalización,

la privatización... 

     Pues bien, aunque no sabemos qué ocurrirá, si es

claro que estas palabras, nuevas o antiguas, no comunican ya verdad

ni esperanza. Se ha acabado un ciclo de nuestra historia, y no

sabemos a dónde vamos. Eso lo  hace inocultable el

análisis de la sección sobre realidad nacional, la

encuesta de la UCA y las palabras de Mons. Rosa Chávez esta

quincena, de todo lo cual damos cuenta en este mismo número

de Carta a las Iglesias.

     Visto todo en conjunto, las últimas dos o tres

décadas no han sido capaces de resolver la pobreza de una

manera digna y eficaz, lo cual es reconocido por casi todos, ni

tampoco se ha resuelto su raíz: la injusticia (de lo cual ya

casi no se habla). Y como esta falta de soluciones persiste

después de tantos años y de tantos y tan diversos

intentos de solución, a la pobreza material se ha

añadido la pobreza del espíritu, que no por ser menos

visible es menos real. En palabras graves de Mons. Rosa, en la

actualidad sufrimos de dos graves males: "estamos a oscuras y vamos

a la deriva". En el país falta luz y liderazgo.

                                

                              * * *

     

     Esto lo dijo Mons. Rosa refiriéndose también a

la Iglesia, y sobre ello queremos hacer ahora algunas reflexiones.

Es muy claro que la Iglesia no tiene medios materiales para

terminar con la pobreza, el desempleo, la injusticia, la

corrupción, la violencia, el terrorismo... Pero puede tener,

porque los ha tenido, modos de orientar al país, de exigir

con vigor y sin componendas a los responsables y de animar a los

débiles. 

     Han pasado ya casi veinte años, pero sigue siendo

válido lo que dijo Mons. Romero al comienzo de su

homilía en el funeral del P. Alfonso Navarro, segundo

sacerdote asesinado:



     "Cuentan que una caravana, guiada por un beduino del

     desierto, desesperaba sedienta y buscaba agua en los

     espejismos del desierto. Y el guía les

     decía: "no por allí, por acá". Y

     así varias veces hasta que hastiada aquella

     caravana sacó una pistola y disparó sobre

     el guía que, agonizante ya, todavía

     tendía la mano para decir: "no por allí,

     sino por aquí". Y así murió

     señalando el camino".



     En su día, el mensaje de estas palabras era que la

represión y la violencia no eran el camino, y también

quedaba muy claro el paralelismo con el relato del beduino: se mata

a quien apunta en la dirección correcta, al P. Alfonso

Navarro y, más tarde, al mismo Monseñor Romero. Hoy

el problema más grave no es la represión del tipo de

entonces, ni se mata ya a sacerdotes, pero el mensaje de la

parábola sigue siendo urgente y, sobre todo, su presupuesto:

la Iglesia debe ser como el beduino que apunta en la

dirección correcta, no debe desentenderse de esa tarea, ni

debe llevarla a cabo como cosa subsidaria, sino como cosa central,

aunque ello le cueste hostigamientos, ataques, ser mal vista por

los poderosos de toda índole. Y, por cierto, ése es

su modo específico de meterse en política.

     ¨Y qué puede hacer la Iglesia? Digamos sólo una

cosa, que quizás es la más urgente en estos momentos:

predicar y proclamar que no se puede trivializar lo humano, que no

podemos vendernos por un plato de lentejas (un viaje a Miami o a

Disneylandia para unos, las migajas del rebalse neoliberal para

otros), que es un crimen despojar de los valores de su

espíritu a un país que ya es pobre de medios

materiales.

     La Iglesia, en base a la experiencia de estos años y en

base al evangelio de Jesús, puede y debe predicar que la

comunidad humaniza más  que el individualismo del

"sálvese quien pueda", la generosidad más que el

egoísmo (presupuesto lógico de todos los sistemas

económicos que nos han propuesto), el recuerdo de nuestro

mayores (lo malo para no repetirlo y, sobre todo, lo bueno para

proseguirlo) más que el olvido, la verdad más que el

encubrimiento o el desentenderse de ella (¨qué ha quedado

del Informe de la Comisión de la verdad?). 

     La Iglesia debe predicar que humaniza más la

compasión y la misericordia hacia las víctimas que

abandonarlas (y, por supuesto, que producirlas), el compromiso, con

riesgos, que la indiferencia post-moderna, la esperanza que el

desencanto. 

     La Iglesia debe predicar que más humaniza la fe en

Jesús de Nazaret que todos los sucedáneos

esotéricos y estrafalarios de esa fe. En nombre de ese

Jesús debe predicar que "es más feliz el que da que

el que recibe". Y si alguien dice que todo esto es utopía,

entonces la Iglesia debe predicar que humaniza más la

utopía , con todo el realismo necesario, que el romo

pragmatismo.

     Humanizar es hoy la tarea fundamental de la Iglesia, y con

ello da luz y ánimo a las mayorías del país.

Para ello necesita credibilidad, la que se consigue

encarnándose en la realidad del pueblo, no en la

excepción o la anécdota de unos pocos acaudalados; la

que se consigue enfrentándose contra los poderes del mundo,

con la verdad de la palabra, y dejándose enseñar por

los pequeños. La credibilidad de quien predica con el

ejemplo.

     La tarea es urgente. "Se está perdiendo la oportunidad

de ser el referente que fuimos en el pasado", reconoce con honradez

Mons. Rosa. Pero termina con una nota de esperanza: lo que puede

cambiar al país y lo que puede ayudar a la iglesia en su

misión de liderazgo es "la riqueza humana del pueblo

salvadoreño". Y si alguien duda de esa riqueza, que lea

más adelante lo que cuenta la señora Mercedes

Sánchez, de 85 años. El relato es una verdadera

parábola de este pueblo salvadoreño.





    El segundo año de gobierno de Armando Calderón

Sol

                                

Dos años sin gobierno

     

     El primero de junio, el Presidente Calderón Sol

leyó un discurso a la nación en ocasión del

segundo aniversario de su mandato presidencial. Como siempre, la

retórica y la demagogia no faltaron. Sí se

echó de menos una necesaria dosis de autocrítica que

todo gobierno que se respete a sí mismo y a los ciudadanos

que dice representar debería hacer prevalecer.

También hizo falta realismo en los redactores del discurso

presidencial, lo cual salta a la vista: en el marco de un acelerado

empobrecimiento de los sectores populares y el rebrote de

prácticas terroristas en el seno de los grupos de derecha,

sostener que el país ve avanzando en el fortalecimiento de

las instituciones democráticas o que existe un compromiso

por parte del gobierno en fortalecer el desarrollo social son

afirmaciones sin base en la realidad.

     Es bien poco lo que Calderón Sol pudo ofrecer como

frutos positivos en sus dos años de gestión, y esto

explica por qué tuvo que recurrir a la demagogia y la

retórica, y por qué fue tan poco autocrítico

con un desempeño a todas luces ineficiente y débil.

Siendo realistas, en los dos últimos años, El

Salvador ha ido a la deriva.  

     El gobierno se ha visto sometido a las presiones de los grupos

empresariales más poderosos -en fuerte pugna entre

sí-, lo cual se ha traducido en improvisaciones y cambios de

marcha en la conducción de la economía. Asimismo, en

la pugna existente entre los grupos empresariales ha predominado el

sector financiero, el cual ha logrado ampararse bajo la sombra del

Estado, dejando a la zaga a los sectores agropecuario e industrial.

Mientras los grupos financieros van devorando la economía

del país, los sectores populares han resentido durante estos

dos años el impacto de las medidas neoliberales que,

desordenadamente, ha ido implementando el gobierno. Como resultado

de ello, las bases para alcanzar un desarrollo económico y

social con equidad se hacen cada vez más remotas.

     En resumen, durante los dos años de gestión de

Calderón Sol los pobres de El Salvador se han hecho

más pobres, el que nace pobre sigue condenado a morir pobre,

y nuevos pobres se han sumado a los miles de salvadoreños

que tienen que luchar por sobrevivir miserablemente. Más

aún, en los dos últimos años El Salvador ha

carecido de una dirección clara como nación. El

país ha ido a la deriva, dando giros inesperados de un lado

hacia otro, sometido a los intereses particulares que han logrado

imponerse en el seno del equipo asesor de Calderón Sol. Han

sido dos años en los que el país ha estado en manos

de un grupo de poder sin capacidad de gobernar.

Desempeño político del gobierno 

     

     El desempeño político del gobierno se ha

caracterizado por acentuar las tendencias y los rasgos de grave

ineficiencia gubernamental y de severa pérdida de

legitimidad ya evidenciados claramente desde su primer año

de administración. Ha habido, en este sentido, una peligrosa

y consistente continuidad en aquellas acciones gubernamentales

negativas que justifican la pérdida del apoyo y de la

confianza ciudadana.

     Por lo demás, en el apartado político del

discurso, Calderón Sol únicamente hizo una vaga y

retórica referencia al marco de transición

política por el que atraviesa el país. Además,

el tono del discurso fue marcadamente acrítico y se quiso

presentar como éxitos de la gestión política

un proceso guiado por la inercia de las reformas institucionales

impulsadas por los Acuerdos de Paz más que por la decidida

voluntad del ejecutivo para profundizar el marco de convivencia

democrática.

     En realidad, la reforma política general -electoral,

judicial, etc.- ha registrado algunos avances importantes, en

contra y a pesar de la voluntad gubernamental, pero estos avances

todavía son insuficientes para transformar verdaderamente de

manera democrática a nuestro régimen político.

Sin duda, es en la actual coyuntura en donde está pesando

tanto ese déficit democrático, pues el pluralismo,

aunque no garantizado plenamente, ofrecería posibilidades

para soluciones concertadas.

     Así, la principal crítica al desempeño

político de la actual administración arenera es la

falta de definición de una visión estratégica

de nación por parte del Ejecutivo, que establezca las

prioridades nacionales en los ámbitos económico,

social y político junto a los respectivos mecanismos para

alcanzarlas.

     Esa tarea urgente de conducción concertada del

país que se le exige al Presidente ofrece, sin embargo,

mayores dificultades de las que a simple vista podrían

sospecharse. Hacer entrar en razón a los distintos grupos de

interés en torno a un programa de prioridades y metas de

alcance y vocación nacional no es una empresa fácil.

No obstante, se trata de un reto impostergable e ineludible. Si el

presidente es incapaz de realizar esa tarea, otros, sin duda, lo

harán y quizás lleguen al extremo de valerse de

mecanismos autoritarios y excluyentes.



Evaluación de la población 

     

     Según una encuesta del IUDOP, el 36.1 por ciento de los

salvadoreños califica de mala o muy mala la actuación

del Presidente Armando Calderón Sol en sus dos años

de gestión. En la consulta se pidió a los

salvadoreños que, en una escala del 0 al 10, asignaran una

nota al gobierno por su trabajo general en estos dos años y

los entrevistados contestaron calificando con un promedio de 5.12

puntos a la segunda administración del partido ARENA. 

     A los ciudadanos salvadoreños se les preguntó si

han notado cambios positivos en el país durante estos dos

años. Los resultados revelan que 46 de cada 100 ciudadanos

consideran que sí ha habido cambios positivos en este lapso

de tiempo, mientras que 51 de esos 100 piensan que no han habido

transformaciones positivas.

     Los logros identificados fueron muy diversos, pero no todos

los ciudadanos pudieron identificarlos: el 30.9 por ciento dijo que

el gobierno no tiene logro alguno, mientras que el 17.6 por ciento

se abstuvo de responder a la pregunta. Los aspectos reconocidos

como positivos son: el arreglo de las calles y parques (16.7 por

ciento), el cumplimiento de los Acuerdos de Paz (8.2 por ciento) y

el mejoramiento en los servicios públicos (7.3 por ciento),

entre otras respuestas.

     En la otra cara de la moneda, al calificar al gobierno de

manera negativa, los salvadoreños mostraron un nivel de

acuerdo mucho mayor. El 71.2 por ciento de los ciudadanos

afirmó que sí ha habido cambios negativos en el

país desde que entró la actual administración,

mientras que el 25.3 por ciento sostuvo que no han habido aspectos

de deterioro.

     Según los resultados del sondeo, los fracasos

atribuidos al gobierno en estos dos años se concentran en la

situación económica y en la crisis de seguridad

pública. El 28.2 por ciento piensa que el principal fallo

del Ejecutivo es la inflación, el 19.4 por ciento sostiene

que el gobierno no ha sido capaz de detener la delincuencia y el

10.4 por ciento cree que el mayor fracaso del gobierno es la falta

de empleo, entre otros errores.

     En resumen, la opinión de los salvadoreños sobre

los dos años de gobierno de Armando Calderón Sol

sigue siendo bastante negativa. Aunque en comparación con la

evaluación de hace un año, las opiniones parecen

haber mejorado muy levemente, la valoración en conjunto

sigue señalando más fracasos que éxitos. Es

más, pareciera que la población critica con mayor

intensidad la manera en que se está conduciendo

económicamente el país en estos dos años. La

mayoría de la población piensa que el país no

va por un buen camino y piden al gobierno acciones en el campo

económico y en el de la delincuencia. El gobierno de

Calderón Sol continúa siendo mal visto por la

mayoría de los ciudadanos.



             **********************************



En recuadro



"El vínculo esencial entre política económica

y social, lo constituye la inversión en las personas, pues

esto permitirá mejorar sus habilidades, conocimientos y

productividad, lo cual a su vez aumentará sus oportunidades

y las posibilidades de que El Salvador se inserte en la

economía mundial", Armando Calderón Sol, Presidente

de la República .





"Calderón Sol nos ha dado la pauta de lo que los

salvadoreños debemos hacer y trabajar, en la

conformación de un esfuerzo común de todos los que

estamos dispuestos a consolidar la democracia", Juan Duch, Diputado

de ARENA

     

       

"El discurso ha sido totalmente demagógico... Las medidas

son de carácter populista. Habría que ver el impacto

que van a generar en la sociedad", Miguel Espinal, Diputado del

MRSC.      





"Estamos en un momento en que todos los sectores necesitan romper

el círculo vicioso en que ha caído la

economía", Orlando Quinteros, Diputado del FMLN.





"Los del FMLN son unos inadaptados todavía al proceso

democrático, pero en la asamblea legislativa les vamos a

ayudar a retomar el camino. Hablaron públicamente de aceptar

la democracia, pero hoy demostraron que no están de acuerdo.

Debieron estar presentes", Gloria Salguero Gross, Presidenta de la

Asamblea Legislativa.







                CARCELES Y "LOTERIA DE LA MUERTE"

               EN EL ABISMO DE LA DESHUMANIZACION

                                   

     Nuevamente, la crítica situación carcelaria en

el país ha vuelto a ser noticia y ha puesto de manifiesto la

imperante necesidad de adoptar medidas urgentes para solucionarla.

De lo contrario, se podrán revivir aquellas escenas que hace

más de dos años nos impactaron a todos: personas

masacradas, despedazadas entre sí y sus cadáveres

lanzados a los camiones que los conducirían a la fosa del

cementerio. 

     En estos días, los reclusos que se encuentran en el

penal de Santa Ana han amenazado con realizar acciones de protesta

por la situación en que se encuentran destacando entre ellas

una huelga de hambre y, sobre todo, la "ruleta de la muerte".

Así -ojalá no ocurra- los noticieros de

televisión, la prensa escrita y la radio nos pudieran estar

bombardeando, con lujo de macabros detalles, sobre  la forma

cómo se lleva a cabo el sorteo diario entre los internos

para ahorcar a uno de ellos en las puertas de las celdas. Eso

tendría lugar si, para el 18 de junio, no se ha agilizado el

trámite de sus procesos judiciales y mejorado las

condiciones en que se encuentran, sobre todo en lo que toca al

hacinamiento y la mala alimentación.

     Los síntomas de esta grave "enfermedad" que aqueja a la

sociedad salvadoreña no son nuevos, pues estas y otras

acciones de las personas privadas de su libertad se realizan desde

hace mucho tiempo. Sin embargo, no se ha hecho nada concreto y

efectivo por superar esta alarmante situación. Ahora, como

siempre y en el último momento, algunos funcionarios

están poniendo el "grito en el cielo" y lanzando "patadas de

ahogado" para buscar un remedio inmediato y superficial que evite

nuevas rebeliones, el derramamiento de sangre y la muerte

escandalosa al interior de esos centros mal llamados de

"readaptación".

     Varios son los males que expresa con macabra claridad esta

situación. El primero es la irresponsabilidad. El gobierno

no se hace cargo de la situación, entre ellos se culpan

mutuamente y proponen salidas coyunturales e inmediatistas sin ir

a las causas profundas de los problemas. O se contentan con

palabras vacías: "El Ejecutivo ha creado nuevos mecanismos

de cooperación interinstitucional, a fin de que el sistema

nacional de justicia adquiera un mayor grado de eficiencia", dijo

hace un año Calderón Sol. 

     El segundo mal son las medidas precipitadas y aun absurdas,

como la  aprobación de la "ley transitoria de emergencia

contra la delincuencia y el crimen organizado", soluciones

cosméticas éstas que se encuentran muy lejos de

resolver la crisis en las cárceles, pues no dan una

respuesta acertada a lo que en realidad está sucediendo. No

atacan las causas de la problemática en esos sitios que,

hasta ahora, siguen siendo importantes focos de violencia: la que

se vive cotidianamente entre las mismas personas detenidas, la que

se ejerce de parte de los vigilantes en contra de ellas y de los

familiares que las visitan, la que se produce cuando se rebelan

para protestar por las condiciones en que se encuentran y la que

generan al salir, desadaptadas y sin oportunidades para insertarse

en una sociedad que las rechaza.

     El tercer es el pesudodramatismo de los medios que parecen

buscar morbosidad y negocio.

     Si se pone junto todo esto, la situación de las

cárceles, la amenaza de la "lotería de la muerte", no

sólo es síntoma de lo mal que estamos, sino que nos

pone en la pendiente de una increíble

deshumanización. A los salvadoreños nos están

acostumbrado a que cualquier barbarie es posible, y a que todo siga

igual.



IDHUCA







                                

Cómo está el país y la

arquidiócesis

Monseñor Rosa Chávez en la tradición de

la verdad



     Las páginas centrales de esta Carta a las

     Iglesias se han convertido en las últimas

     semanas en una especie de galería de obispos

     de nuestro tiempo: Monseñor Romero, don

     Pedro Casaldáliga, don Samuel Ruiz... Hoy

     las dedicamos a Monseñor Gregorio Rosa

     porque mantiene viva entre nosotros la

     tradición de nuestros mayores. En esta

     primera quincena de junio, sobre todo, ha dicho

     verdades importantes y claras sobre el país

     y también sobre la arquidiócesis y

     por ello ha sido atacado por el Diario de Hoy

     "Diablo de hoy", lo llamó con gracejo y

     enojo Mons. Rivera. Dada la coyuntura de los dos

     años de gobierno,  las palabras de Mons.

     Rosa han sido especialmente objetivas y, por ello,

     críticas. A continuación vamos a

     citar y comentar, ligeramente editadas, sus

     homilías y conferencias de prensa de esta

     quincena.



                    LA SITUACION DEL PAIS

                              

Tras dos años de nuevo gobierno el país va mal



     En su homilía del 2 de junio Mons. Rosa

describió cómo está nuestro país.

Es un país "que clama por el auténtico

desarrollo humano al que tiene derecho. El primer derecho

humano es el derecho a la vida. Pero no basta con estar en

contra del aborto, porque también existe el derecho a

una vida digna, es decir, a tener asegurado el pan, el

trabajo, la educación, la salud, la vivienda y el

derecho a la convivencia democrática en justicia, paz

y libertad". Y refutando el engaño que se suele

esconder tras el lenguaje técnico, añadió

que el país "espera ansioso noticias estimulantes que

vayan más allá de los índices

macroeconómicos".

     Con verdad y suponemos que con algo de ironía le

recordó al presidente de la república la visita

de Juan Pablo II el 8 de febrero, cuando el mismo presidente

reconoció que el Papa "le insistió en la

urgencia de combatir la extrema pobreza". Y así fue, en

efecto. El Papa repitió que "la auténtica paz es

inseparable de la justicia". Pues bien, en la visita todo

fueron obsequios, arreglo de catedral, papamóvil,

abrazos del presidente al Santo Padre. Lo que Mons. Rosa se

pregunta ahora es qué ha hecho el presidente contra la

pobreza, cuatro meses después de ido el papa.



Violencia e inseguridad: el negocio de secuestrar a sacerdotes



     Cualquier cosa, aun la más alucinante, puede ser

normal en el país, y ahora se ha puesto de moda

secuestrar a sacerdotes, pero no como antes para intimidar

políticamente a la Iglesia, sino para que las

diócesis paguen rescate por ellos. Esto sucedió

con el Padre Cándido, secuestrado en Santiago

María, Usulután, y ésta fue la

reflexión de Mons. Rosa:



     "Quizá la formulación más acertada

     es la que escuché de labios de varios amigos: "si

     esto pasa con los ministros de Dios, que están

     dedicados al servicio del pueblo, es que ya no se respeta

     a nadie". Sí, la situación es muy grave,

     sobre todo en los departamentos de San Vicente y

     Usulután, donde el robo y la extorsión son

     el pan de cada día. Las víctimas no se

     atreven a denunciarlo por temor a represalias".



     En este contexto recordó las siguientes palabras

del mensaje de los obispos en vísperas de la visita del

Santo Padre a El Salvador:



     "Somos un país que firmó la paz, pero que

     no vive la experiencia cotidiana de la paz. Un

     país que firmó la paz, pero que no

     está reconciliado. Un país agobiado por la

     extrema pobreza, el desempleo creciente y el alto costo

     de la vida. Y quizá lo más grave: somos un

     país que está a punto de perder la

     esperanza en un futuro mejor".



Contra el amarillismo periodístico y la mentira oficial



          

     En la segunda semana de junio, el Diario de Hoy

denunció la existencia de un supuesto plan de acciones

ilegales de tipo terrorista promovido por las principales

gremiales del país para impedir el proceso de

privatización de empresas como ANTEL. Las autoridades

gubernamentales se apresuraron a dar a conocer el plan y lo

denunciaron.  A todo esto respondió Mons. Rosa dos

cosas. 



     En primer lugar, "el presunto plan terrorista para

impedir la privatización, del cual es acusado el sector

sindicalista, es un hecho propagandístico del

gobierno", a lo que añadió irónicamente

que "si las autoridades tienen capacidad para resolver este

hecho, deberían tenerla para resolver otros que afectan

a la mayoría de la población". En segundo lugar,

dijo que lo que hay es temor a la verdad. "Hechos relevantes

ocupan las primeras páginas de las noticias y luego

desaparecen misteriosamente". Con eso se refería a la

explosión de un coche bomba en una zona exclusiva

residencial de San Salvador y a otra explosión en la

aseguradora SISA, ambos hechos relacionados con el ex-

presidente Alfredo Cristiani, ya que la primera fue cerca de

su residencia y la segunda en una empresa de su propiedad.

     Por último denunció el amarillismo de los

medios al dar noticias sobre la aparición del

Anticristo: "esta actitud nos da la ocasión para pedir

a los medios de comunicación social que sepan medir su

responsabilidad al hacer cierto tipo de periodismo".



Los problemas de fondo



     Vamos ahora a enumerar simplemente y sin comentarios los

problemas de fondo que, una vez más, denunció

Mons. Rosa el 9 de junio y al día siguiente en

declaraciones a periodistas españoles.



     "El espíritu de los Acuerdos de paz se ha

revertido ante la instalación de la violencia... Hoy

todo mundo anda desconcertado porque como que las fieras se

vuelven a soltar; necesitamos llegar a compromisos

básicos y sobre qué fundamentos queremos

construir un país en democracia".

     "Falta coherencia para tratar los problemas reales de la

sociedad por las maniobras de distracción que se

están utilizando. Aunque en toda sociedad es

común utilizar fenómenos de distracción,

es muy peligroso la forma de hacerlo. Algo está pasando

y no se ve que se quiera llegar a la verdad. Se debe llegar a

la verdad, le cueste a quien le cueste y afecte a quien

afecte".

     "El sensacionalismo y el amarillismo no son la mejor

manera de colaborar en favor de la salud mental y espiritual

de la familia salvadoreña".

     "Hermanos que viven entre cuatro cartones y cuatro

láminas es la situación habitacional en la que

están en el país miles de salvadoreños.

Es éste un drama sumamente angustioso, producto de los

gobiernos carentes de políticas sociales en favor de la

vivienda digna para todos".

     "El cierre de varias escuelas para convertirlas en

centros de reclusión es lo más trágico y

absurdo de una sociedad. Este hecho representa un fracaso en

el plan de readaptación de menores en la sociedad. La

acción debe ser al contrario, es decir, por cada

escuela construída, una cárcel cancelada".

     "En el país se está instalando nuevamente

la violencia. Hay elementos que alientan la violencia, como

los medios de comunicación que exacerban la

situación, pero las raíces se encuentran

también en la injusticia estructural, la

corrupción, la impunidad y el encubrimiento".

     "El drama de El Salvador hoy es que vive en una especie

de guerra no declarada, y aunque el país logró

firmar unos acuerdos de paz no ha conseguido la

reconciliación. Hay un clima de frustración,

extrema pobreza y vacío de liderazgo. Este país

ha firmado la paz, pero no está reconciliado, nos

encontramos en una situación de empantanamiento, sin un

proyecto político social y la aplicación

estricta de una política económica neoliberal

agrava aún más la pobreza".



     (Estas declaraciones de tanta gravedad fueron

corroboradas por el director del Instituto de Derechos Humanos

de la UCA, Benjamín Cuellar. La  situación de

guerra de la que habla Mons. Rosa es "difusa, confusa e

incluso más sucia que la del pasado". En cualquier

caso, "la violencia reinante no es fortuita". A medida que se

acerquen las elecciones es posible que lleguemos a estados de

violencia política. Podríamos llegar "a

situaciones peligrosas y del pasado, ahora con un nuevo

soporte: la nueva institucionalidad del país").





              LA SITUACION DE LA ARQUIDIOCESIS

                              

     En la reunión ya mencionada con periodistas

españoles ----reunión que duró hora y

media y en la que Mons. Rosa comentó y se

centró, sobre todo, en la situación del

país- respondió también a preguntas sobre

la situación de la Iglesia. Esas declaraciones fueron

transmitidas por la agencia ACAN-EFE y publicadas, entre

nosotros, el día 13, por el Diario de Hoy. Veamos

primero lo que dicen dichas declaraciones, que citamos

según el cable de ACAN-EFE. Dice así el texto:



     "En este marco la Iglesia salvadoreña ha entrado

en un proceso de desaceleración y vive una "noche

oscura", de la que saldremos, pero no se sabe cuándo...

Hay un vacío de liderazgo en la Iglesia y faltan voces

que orientan al pueblo... Se está perdiendo la

oportunidad de ser el referente que fuimos en el pasado ante

la opinión pública".

     "Al actual arzobispo de San Salvador, el español

Fernando Sáenz Lacalle, le falta todavía sabor

a pueblo, un baño de multitud, ver las cosas desde el

lado de la gente que más sufre... El sabor a pueblo ni

se improvisa, ni se compra en un supermercado". En este

sentido Rosa Chávez confía en un posible cambio

de actitud del arzobispo, que sólo se ha movido por el

ámbito universitario y por el de la Obra. Puede ser

sólo una cuestión de tiempo.



     El Diario de Hoy publicó estas declaraciones con

mala intención, no para exponer honradamente las

diferentes posturas en la Iglesia -"Fricción en

Iglesia", reza el titular-, lo cual es inocultable, sino para

atacar y desacreditar a Mons. Rosa, como lo hace siempre que

puede. Y así los subtítulos rezan "El obispo

Rosa Chávez lanzó duras críticas al

Arzobispo Sáenz. Líderes eclesiásticos y

laicos en desacuerdo con los comentarios".  

     Al día siguiente,14 de junio, el mismo Diario de

Hoy tuvo que publicar una entrevista a Mons. Rosa

Chávez. En lo fundamental, se puede resumir de la

siguiente manera: Monseñor reafirma que siempre ha sido

leal a su arzobispo, y nunca ha entrado en

contradicción con él. Por otra parte, reconoce

que ambos son personalidades, estilos y temperamentos

diferentes. Sí dijo que Mons. Saénz está

en un proceso, necesario para todos, al comentar la

trayectoria y el cambio de Mons. Romero, cómo fue

entrando e contacto con un pueblo que vivía una gran

angustia". Reafirmó que en el país hay falta de

liderazgo y que también los dirigentes eclesiales

tienen una actitud un tanto pasiva. Dicho en positivo: 



     "Siento que al país se le debe dar esperanza

     porque en este momento anda como a la deriva... La

     Iglesia debe estar presente en un país que

     firmó la paz impulsando el esfuerzo de

     reconciliación".



     Estas son las declaraciones sobre el país y la

Iglesia que han causado revuelo estos días. En su

conjunto son declaraciones fuertes, pero son verdaderas, y

son, sobre todo, necesarias, pues ni gobernantes, ni

políticos ni otros jerarcas quieren sacar a luz la

verdad, sino encubrirla. Pero, aun dentro de la

profecía, Mons. Rosa ha apuntado también a la

utopía:



     "A pesar de este cuadro general negativo la

     situación todavía puede encauzarse, dada la

     riqueza humana del pueblo salvadoreño, de la

     existencia de algunas voces en favor de los pobres dentro

     de la Conferencia Episcopal y de que incluso empiezan a

     detectarse cambios de actitud en la sensibilidad de la

     clase dirigente".



     "Un aspecto clave para la solución de la crisis

     que El Salvador atraviesa es comenzar a desarrollar

     programas de educación para la paz, no sólo

     en los colegios, sino también la educación

     dirigida a la sociedad en su conjunto. Este es el camino

     para conseguir una verdadera reconciliación

     nacional".

     "En el pasado viaje de Juan Pablo II a El Salvador se

     pudo apreciar un cambio de actitud al visitar por

     decisión propia la tumba de monseñor

     Romero. Creo que el Papa está convencido que

     Romero fue un mártir. La causa para su

     canonización sigue en marcha. Se está

     terminando la fase del proceso diocesano y "estamos

     empeñados en llevar a cabo una campaña de

     petición de firmas, ya que en este aspecto nos

     habíamos dormido". (Tristemente, el último

     editorial de ORIENTACION, con la ligereza

     teológica a la que nos tiene acostumbrados, se

     pronuncia en contra de tales campañas para recoger

     firmas). 



                            * * *

                              

     ¨Qué decir de todo esto? Tratemos de sintetizar.

En primer lugar, Mons. Rosa está prosiguiendo la

tradición de Mons. Romero y Mons. Rivera,

tradición de la verdad y de la denuncia

profética. En segundo lugar, sus denuncias tienen que

molestar -al Diario de Hoy y grupos afines de poder-, pero no

porque las haga en forma incorrecta, sino porque dicen la

verdad y "las tinieblas odian la luz". En tercer lugar, de la

manera más leal y delicada posible, saca a luz la

dispersión y tensión en la Iglesia (palabras que

preferimos a las de división o fricción), con la

esperanza de que el pueblo salvadoreño vuelva a

reunificarla, a hacer de ella -como en tiempos recientes- un

pueblo de Dios, un cuerpo eclesial. Y finalmente, Mons. Rosa

se exige a sí mismo y nos exige a todos dar luz y

esperanza a este pueblo a oscuras y desencantado, tarea que

hay que hacer decididamente y sin que valga ninguna excusa

para no hacerlo. Es la utopía.



     En estos días, Monseñor Rosa está en

Alemania recogiendo un premio por la paz. Desde aquí le

felicitamos por ello y le agradecemos sobre todo por mantener

viva la tradición de la arquidiócesis.



Citas de Monseñor Rosa Chávez:



En el país ya no se respeta a nadie.



Lo más grave es que somos un país que

está a punto de perder la esperanza en un futuro mejor.



Lo que hay es temor a la verdad.



Parece como que las fieras se vuelven a soltar.



Algo está pasando y no se ve que se quiera llegar a la

verdad.

Hermanos que viven entre cuatro cartones y cuatro

láminas...



Lo más absurdo es que quieran convertir escuelas en

cárceles.



La Iglesia salvadoreña vive una noche oscura. Hay un

vacío de liderazgo en la Iglesia.



Al actual arzobispo le falta todavía "sabor a pueblo".

Eso se consigue en un proceso. Puede ser sólo una

cuestión de tiempo.



Al país se le debe dar esperanza porque en este momento

anda como a la deriva.



A pesar de este cuadro general negativo la situación

todavía puede encauzarse, dada la riqueza humana del

pueblo salvadoreño.







Meditación sobre  la misión, martirio y memoria



                                Don Pedro Casaldáliga

                                                            

     Nuestra América Latina ha sido definida como "el

continente de la muerte y de la esperanza". De hecho, nuestros

pueblos y nuestras Iglesias han pasado y pasan "por la gran

tribulación". Somos hijos e hijas, herederos de

mártires, testigos de testigos. Ustedes podrían

dar testimonio. Del martirio me viene la vocación

misionera y una cierta pasión en la causa del Reino y

en sus causas, por convivencias o relación con tantos

mártires en Brasil, en Centroamérica, en toda la

Patria Grande.



Algunas verdades que van a la raíz



     Quisiera subrayar algunas peculiaridades del martirio en

nuestra América, recordar algunas verdades de

raíz y alertar sobre tres tentaciones de actualidad

(neoliberal o post-moderna).



     *Entre nosotros se ha ensanchado el concepto de martirio.

Nuestros mártires lo son por el Reino, más que

por una estricta confesión puntual de la fe cristiana,

aunque evidentemente una cosa no excluye la otra. Se ha

llegado a decir que "probablemente tienen más similitud

los mártires latinoamericanos con el martirio de

Jesús, que los mártires del Imperio Romano, de

las guerras de religión. Porque nuestros

mártires han seguido a Jesús en la solidaridad

transformadora con los pobres y en el desenmascaramiento

profético de la opresión y de la

idolatría" (Javier Jiménez Limón).

     *La causa mayor del Reino se ha desglosado y

especificado, además, en las causas concretas por las

que ellas y ellos han dado la vida: los derechos humanos, la

solidaridad, los pueblos indígenas, la tierra.

     *Son vidas por la vida: solidaridad total. Esa

solidaridad que bien podría ser el nuevo nombre de la

misión. Como es también, según el Papa

Juan Pablo II, el nuevo nombre de la paz. El mismo día

de su muerte, Monseñor Oscar Romero me escribió:

"Alegres de correr como Jesús los mismos riesgos, por

identificarnos con las causas justas de los

desposeídos".

     *Muchos de ellos eran gentes de pastoral, misioneros y

misioneras que vinieron de afuera. Cruzaron "las fronteras" y

demostraron, como diría san Pablo, que no sólo

querían dar Evangelio y vida, sino que estaban

dispuestos a dar la vida. En otras palabras, ir a la

misión debe equivaler a ir al martirio cuando llegue la

hora. (1 Tes 2, 8).

     *Esta es una tradición muy latinoamericana. Desde

Valdivieso a Romero, por citar nombres de obispos, se muere

por el pobre, por el excluido, por el "otro". 

     *Ser cristiano es ser testigo: "Ustedes serán mis

testigos", dice por todo programa Jesús a la primera

comunidad. En ella ser seguidor de Jesús, ser

evangelizador y ser testigo eran sinónimos. Testigo y

mártir son sinónimos también. La

"testimonialidad" hasta las últimas consecuencias

debería ser nota esencial de nuestra misión.

     *Si asumimos la causa de Jesús y las causas por la

causa de nuestros mártires, no nos faltarán

ocasiones de dar testimonio y quizás "el" testimonio

final. Un testimonio actualizado, histórico y hasta

político. La sinagoga, los saduceos, Pilatos o la

dictadura militar y los escuadrones, hoy pueden ser otros. Si

abrimos los ojos del análisis y de la fe descubrimos

fácilmente la idolatría imperante, el verdugo

actual, las causas de la vida que más urge, donde

"aprieta" el Reino, donde debemos "echar raíces en los

intereses de los pobres", según la palabra de

Monseñor Romero.

     *Esta testimonialidad es -de acuerdo a Jon Sobrino- "la

principal fuente de la credibilidad de la Iglesia". La

Evangelii Nuntiandi (n. 41) nos recuerda que nuestros

contemporáneos escuchan más a los testigos que

a los maestros. La Asociación de Teólogos del

Tercer Mundo, en su asamblea de 1976, pedía "hacer del

compromiso el primer acto de la teología". Este

testimonio comprometido debería ser también el

primer acto de la misión. Hay que "practicar" al Dios

que anunciamos, diría Gustavo Gutiérrez.

     *La sangre de los mártires es una sangre

vocacional. Tiene el poder de credibilidad, de enganchar a

otros testigos. La juventud, sobre todo, se convence por la

radicalidad del testimonio. Debemos recoger, venerar y

"exponer" esa sangre como el gran atractivo evangélico

para la pastoral vocacional. La sangre de los mártires

es semilla de misioneros. Quien ha sido capaz de pasar

generosamente "la frontera" de la muerte estimula a pasar

otras fronteras.



     Y ahora quiero alertar sobre tres tentaciones que nos

acechan, muy particularmente en esa área crucial de la

vocación: la misión, el compromiso mayor.

     

     La tentación de renunciar a la memoria, que

sería renunciar a la fe. Los imperios colonizadores,

los verdugos y la macrocultura neoliberal, se dedican a borrar

la memoria de los pueblos y de las víctimas. Nosotros,

en cambio, somos el pueblo de la memoria: "Recuerda, Israel".

"Hagan esto en memoria mía". Un pueblo y una Iglesia

que olvidara a sus mártires no merecían

sobrevivir. Recordando, eso sí, que el único

modo coherente de hacer memoria de nuestros mártires y

del mártir mayor, Jesús es asumir sus causas, la

causa del Reino. 



     La tentación de renunciar a la cruz, que

sería renunciar al amor, se traduce en las mil

justificaciones de la "realización personal", "el

cultivo del cuerpo", "la familia y la patria", "la seguridad".

Un cierto "hedonismo cristiano, eclesial", que repercute

fuertemente en los seminarios y congregaciones, entre los

jóvenes, en la falta de vocaciones para la frontera y

la periferia de la misión, en las opciones solamente

temporales.

     Se están celebrando los 50 años de la

Segunda Guerra Mundial y, entre otros nombres, se evoca la

figura del teólogo famoso por su heroísmo, por

su evangélico y por ser mártir de la

resistencia, Dietrich Bonhoeffer. Dietrich empieza su libro El

precio de la Gracia con estas palabras: "La gracia barata es

el enemigo mortal de nuestra Iglesia. Hoy combatimos en favor

de la gracia cara". "Lejos de nosotros gloriarnos a no ser en

la cruz de nuestro Señor Jesucristo", escribió

san Pablo. Ella sigue siendo la redención.



     La tentación de renunciar a la utopía, que

sería renunciar a la esperanza. Nosotros somos

testigos, no de la muerte y punto, sino de la muerte y de la

resurrección; testigos pascuales, diáconos y

diaconisas de la gran "vigilia del sábado". "Esperamos

contra toda esperanza" porque podemos esperar. Caídas

todas las utopías, permanece en pie la utopía

del Reino de Dios, que engloba y plenifica todas las

utopías legítimas de la humanidad. Sin la

utopía de la esperanza pascual, no hay misión

posible. Cuando para ellos es "el final de la historia", para

nosotros sigue empezando, llegando, el Reino. 

     Un viejo salvadoreño, al recibir la noticia del

martirio de su quinto hijo mártir, exclamó: "A

los pobres siempre nos queda el perdón y la esperanza".

La verdadera misión evangelizadora es siempre

simultáneamente memoria, cruz y esperanza: memoria,

anuncio, cruz, compromiso, esperanza, celebración.

Todos nuestros mártires, en cierta medida, nos

sustituyeron. Ahora somos nosotros quienes debemos

sustituirlos en la misión.



     Padre nuestro de los mártires, ruega por nosotros.





En recuadro

Un pueblo y una Iglesia que olvidara a sus mártires no

merecían sobrevivir.





La tentación de la "realización personal", "el

cultivo del cuerpo", "la familia y la patria", "la seguridad",

de un cierto "hedonismo cristiano, eclesial" 





 "A los pobres siempre nos queda el perdón y la

esperanza". 









                              

             "Honrarás a tu padre y a tu madre"

                                 

                      Mercedes Sánchez



     Vengo de gozar y de sufrir cositas, pero me ayuda Dios y la

Virgen Santísima. Ya voy por los 85 años. En

septiembre, el 8, los ajusto. Tuve 12 hijos y se me murieron 5. Me

quedan 3 varones y 4 hembras.



     Yo he trabajado todo el tiempo. Porque mi madrecita me

decía: "Hija, hay que trabajar para ganarse la vida". Las

manos me hacen fastidio si no hago oficio, porque ella así me

crió. Cuando yo estaba más potente, nadie me

detenía. Hacía trabajos de varón. Yo con mi

esposo hacíamos milpa maicilleras, chapodábamos, todos

en la casa trabajábamos. La gente se admiraba de verme

cómo agarraba yo mi cuma. Hacíamos carboneras. 



          ¨Considera usted que no cuesta? Arregla uno el pante todo

alrededor. En medio y encima van los ripios, como les

decíamos a los pedacitos. Poníamos monte y basura

alrededor. Cuando ya está bien alto, con el canasto se trepan

los ripios. Se deja una boca. Nada de madera se desperdicia.

Entonces se enciende y eso es temeroso. Ya cuando termina, con una

fuerza de tierra se va apagando. Bien tilosos salíamos.

Trabajo duro, de madrugar. Con unas rajas de ocote nos

alumbrábamos en la noche. Y era bien poco lo que

ganábamos. Entonces no valía el carbón; hoy si

vale.

 

     También estuve en los cortes de café. Todos los

años íbamos, desde bien bicha. Me trepaba en los

palos, como, digamos, esos mirtos, para alcanzar las ramas

más altas. Iba poniendo los granos en mi bolsa  de manta dril

y con lo la pita la amarraba, y push, caía para abajo. Esas

bolsas de manta aguantaban hasta 5,6 medios de maíz y bien se

la llevaba cualquier persona de un lado para otro. Después

metíamos la carga en los costales que nos daban en las

fincas. Todavía, ya abuela, mis nietos me invitaban: "mire,

mamita Menche, venga a cortar". Pero ya no estoy igual de potente.



     Estos mis hijos no saben de ruinas. Las ruinas, sobre todo, han

sido las guerras. Pero la primera ruina que recuerdo fue cuando

estalló el Boquerón. El Boquerón queda de la

calle Victoria para arriba, en Santa Tecla. Yo estaba como de 6

años cuando aventó fuego y agua. Eso fue terrible.

Estábamos juntas dos hermanas. Teníamos la mesa

servida; los demás iban a venir a comer. Antes se

servía la mesa: se ponía un jarro (porque antes

así se decía: "jarro") y de ahí el que

quería se servía su tacita de café. 



     A las 6 de la tarde fue el gran zamacón. Corrimos donde

mi mamá y la agarramos de las naguas. Las paredes

hacían posh para un lado y posh para otro. Hubo gran

desbarrancazón de casas débiles. Los temblores eran

enormes y toda la gente en Santa Tecla estaba rezando, llorando y

cantando. Entonces la Virgen del Carmen se vio en el fuego, arriba

del cerro, y caíamos embrocadas mirando cosas tan palpables.

Y algunos dicen que son visiones.    El cerro siguió

aventando fuego y los palos quedaron peloncitos. Fue algo admiroso.



     Muchos sufrimientos he pasado. Pero hoy estoy tranquila.

Ahí ando de un lado para otro, pero no me falta nada. En

veces estoy con uno de mis hijos, en veces estoy con otro. Donde

estoy me vienen a visitar los otros hijos. Estuve donde aquella hija

que vive tan largo; allá treparon aquel barranco por irme a

ver. Si no me traen una cosa, me traen otra. Mis hijos siempre me

vienen a dejar unos centavitos. 



     Fui a San Salvador, caché mis dos vestidos, Dios se los

pague. Caí enferma, me dieron medicina, Dios se los pague. A

todos les voy logrando. También estuve mes y 10 días

donde la otra hija. Si algo no me parece, me les voy. Ya saben lo

que es esta jincha. Y como tengo nietos en barbaridad, no me falta

donde quedarme. Hasta una sobrina, que tiene un puesto en el

mercado, me buscó para que me fuera con ella. Me dijo: "Mire,

tía, véngase para acá. Yo puedo estar

despachando y usted sentada con su bordoncito. Mejor, así van

a tener más miedo los mañosos."



     Pero, de mis hijos, María, Victoria (la que vive en

Colón), Julio y Juan son los que más ven por

mí. Allá donde estaba antes, donde la otra hija,

tienen televisor. Aquel animal lo tienen prendido toda la noche. Y

yo para eso no sirvo. El gran frío y la gran llovedera, y

ellos ahí desvelándose. Una nieta me dijo: "Mire,

mamita, yo sólo brava la veo." "Así soy yo", le

decía. Hasta que me decidí a agarrar camino. "Me voy

donde la María -les dije-; allá, si tienen voluntad,

me van a ver, y si no, que sea lo que Dios quiera". 



     Todos asustados: "huy, se va a aquel rincón tan feyo".

Porque ahora aquí hay pasos, pero antes no había donde

pasar. Hoy brinco, y se oyen las risadas de mis nietos cuando salto

las planchas. "Ya no se va a ir de aquí, primero Dios", me

dice la María, porque aquí ya  no está tan

fácil agarrar camino. Ya no me dan las canillas. Puedo bajar

hasta la pila, bien despacito, pero después no puedo trepar.

Los bichos me jalan el agua para bañarme. Dos cantaradas me

ha traído hoy, porque con una dicen que sólo se

alborota la calor. No hay remedio: que se les haga el yugo

sólo a ellos.



     El año pasado tuvimos aquí a Nuria, la

española. Con ella platicábamos y nos íbamos

con los bichos a andar por los frutales. Toda chigˆirosa me

llevó en foto, con mi pañal en la cabeza.

También venía Luis y me decía: "Buenos

días, abuelita. ­Qué me gusta platicar con usted!

Usted es pícara: dice que es sorda, y oye."



     Así es que aquí me voy a quedar. En San Salvador

es muy bonito, pero sólo gente alentada puede vivir

allí. Así como yo, no. Aquí salgo a andar por

ratitos como que si ni tal.









                 Construyendo nuestro sueño

                                 

                                                                  

Elsa Támez

                                                             

                                                             

     La realidad de la mujer en la Iglesia es la que todos

vemos. La mayoría de las iglesias están

compuestas por mujeres. La base es, pues, de mujeres, pero el

liderazgo está compuesto por varones. Vemos con buenos

ojos que en los últimos años las mujeres han

tomado conciencia de su importancia como sujeto, portadoras de

una buena nueva, de una manera nueva de relacionarse, una

visión distinta y mejor para nuestra sociedad.

     

     Hay nuevos caminos que se están construyendo, y

puede haber esperanza, ya que las mujeres reclaman, las de

base, las católicas, por ejemplo, por qué las

mujeres no están el frente en las iglesias. Incluso el

tema de la ordenación sacerdotal, que ha sido

tabú por mucho tiempo, ya en varias mujeres

teólogas se empieza a cuestionar. 



     Sería muy simplista decir que aquí, en

nuestras culturas, antes de la venida de los europeos no

había una posición de superioridad del

varón sobre la mujer, y que fue traído todo de

occidente o por la conquista. Yo pienso que muchas culturas del

mundo han sido patriarcales. Lo que hizo la conquista, el

occidente, es reforzar muchísimo más de lo que

había una valoración del varón sobre la

mujer, y un machismo en ese sentido.



     La mujer no es que ya sea "protagonista" allá 

donde está. Eso sí, hay un grupo, cada vez mayor,

de mujeres conscientes, pero todavía hay muchas mujeres

que no son conscientes de su situación de desventaja.

Entonces, pienso que la tarea es seguir adelante, y no

sólo despertando la conciencia de la sociedad

asimétrica en las mujeres, sino también en los

hombres. Hay que ir trabajando juntos, porque me parece que la

sociedad pierde muchísimo cuando no se toma en serio los

aportes de la mujer, pues ella tiene mucho para contribuir. Y

es problema de la sociedad, como hemos dicho muchas veces, no

cuestión de mujeres. Entonces hombres y mujeres juntos

debemos trabajar. Pienso que las teorías de

género debemos estudiarlas bien a fondo y analizar bien

las distintas dimensiones de la vida, las ciencias. Las

teorías de género deben manejarlas tanto mujeres

como hombres.

     

     El diálogo entre hombres y mujeres está

mucho mejor que antes, ¨no?, Hay muchos varones cada vez

más sensibles a la problemática de la mujer. Yo

tengo esperanza. Ahora, sobre todo, en que una el movimiento

popular está en receso, los movimientos de mujeres

siguen adelante, junto con los movimientos indígenas y

de negros. Es una oportunidad para escuchar los distintos

sujetos, para ver qué de nuevo aportan.



     El proyecto "Un Millón de Mujeres" es una

campaña del Seminario Bíblico Latinoamericano,

donde soy rectora. Estamos en conversaciones con el gobierno

para pasar a ser Universidad Bíblica Latinoamericana, y

estamos en el proceso de construcción del edificio con

una idea nueva. Sugerimos que sea una construcción hecha

por todo el mundo, desde abajo. Es una expresión para

reflexionar todos lo que es Teología Bíblica. Y

también se da la posibilidad de abrir un espacio a la

mujer, al recoger sus nombres, recuperando su memoria

histórica, de toda la historia donde han hecho grandes

contribuciones, y también recuperar a la mujer

cotidiana, que vive a nuestro alrededor, en nuestra familia.



     Sobre nuestro aporte teológico, creo que estamos

contribuyendo al pensamiento teológico, viéndolo

de otra manera, desafiándolo. Pensamos que el discurso

teológico cristiano ha sido elaborado por varones, con

categorías construídas siglos atrás, es,

pues, bastante patriarcal. Entonces, estamos proponiendo

construir el discurso, o mejor dicho reconstruirlo, con miras

a la mayor participación o reflejo de las mujeres como

sujetos de producción teológica.

     Tenemos, también, que buscar nuevas

hermenéuticas, pues la Biblia es un libro escrito en un

ambiente patriarcal y refleja esas categorías. Un Dios,

concebido como Dios de la Vida, de la Justicia, no

podría estar de acuerdo con la marginación de un

sector de la humanidad. Entonces, con nuevas

hermenéuticas podemos encontrar nuevas imágenes

de Dios, más inclusivas.

     

     Por lo que toca al ecumenismo, más que dialogarlo

lo vivimos. A las católicas, protestantes o de otras

culturas nos une una preocupación, que podría ser

la violación contra la mujer, por ejemplo. Entonces

ahí compartimos nuestra experiencia, espiritualidad

desde las distintas prácticas de fe, y se vive un

ecumenismo que realmente se enriquece mutuamente. En eso hay

mucho por hacer.





Elsa Támez en la actualidad es rectora del Seminario

Bíblico  Latinoamericano en San José de Costa

Rica.