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El desarrollo

Una vez establecida, el paso siguiente fue asegurar la supervivencia de la UCA. Durante unos dos años, hasta principios de 1968, los esfuerzos se concentraron en reunir los fondos necesarios para adquirir un terreno donde establecerla de forma permanente. En 1967, la matrícula subió a 541 estudiantes y al año siguiente a 719. De un día para otro, los salesianos pidieron los locales. Entonces, la UCA encontró cobijo en el Colegio Externado de San José, donde funcionó con inconvenientes para ambas instituciones.

Los fondos recogidos y otras gestiones financieras permitieron adquirir el terreno de veinte manzanas, al sur poniente de la capital, donde está en la actualidad. Con un préstamo a un banco local se construyeron los dos primeros edificios, destinados, a mediano plazo, a los laboratorios. Mientras tanto, se elaboró el plan maestro de construcción urbanística. En 1968, se diseñaron los edificios, se adjudicaron los contratos de construcción y esta dio comienzo. En 1969, la UCA se trasladó a su nuevo campus.

El rápido crecimiento de la matrícula (1,031 estudiantes, a comienzos de 1969), el nuevo campus y los dos primeros edificios animaron a las autoridades a emprender un programa amplio de expansión. Dado que ninguna fuente de financiamiento local proporcionaría los recursos necesarios, en condiciones favorables de largo plazo y bajo interés, la UCA consideró la posibilidad de hacer un préstamo al Banco Interamericano de Desarrollo (BID), que ya había contribuido a financiar la Universidad de El Salvador. El Consejo Nacional de Planificación Económica del país (Conaplan) ayudó a preparar el proyecto.

La preparación llevó varios meses de intenso trabajo para satisfacer las exigencias del banco, en especial las proyecciones financieras de la UCA. El documento muestra una clara conciencia de que la Universidad debía insistir en la investigación e influir en la sociedad, pero todo ello en el contexto del desarrollismo. El Conaplan consideró que el proyecto era una “alta prioridad”, el Banco Central de Reserva lo respaldó y los técnicos del BID se mostraron satisfechos e impresionados. Así, el préstamo se firmó el 27 de octubre de 1970.

El plan de desarrollo de la UCA incluía la urbanización del campus; la construcción y equipamiento de ocho edificios, entre ellos dos de aulas, denominados “A” y “B”, dos para profesores, la administración central y el núcleo de lo que sería la Biblioteca “P. Florentino Idoate, S.J.”; equipo para laboratorios; aumento del personal académico y administrativo; especialización de futuros profesores en el exterior; asistencia financiera para los estudiantes; y asistencia técnica en áreas especializadas. La intención del plan era levantar la infraestructura básica de la UCA, incluyendo el desarrollo físico, que tuvo lugar entre 1971 y 1974, aunque no de manera exclusiva. El plan general preveía cuatro edificios adicionales: un tercer edificio para profesores, el Edificio de Aulas “C”, el centro comunitario, la administración central y uno de aulas grandes, que podrían convertirse en auditorio.

La arquitectura de esta primera etapa no satisfizo a todos. Hubo malestar creciente por la existencia de espacios semicerrados, propios de otros ambientes, y por no aprovechar los elementos naturales —luz, aire y perspectiva—. Esto se corrigió en la segunda etapa de expansión, después de acaloradas discusiones. Los edificios de esta fase, la cual se puede identificar con facilidad, incorporaron los elementos antes ausentes y reflejan más fielmente el ideal universitario de la UCA. Desde otro punto de vista, la arquitectura del campus es flexible, permitiendo usos diversos y adaptaciones, y sobre todo facilitando la integración de la comunidad universitaria, pues el diseño obliga a la interdisciplinariedad. Desde el principio, se evitó la construcción de edificios para una determinada facultad.

La segunda etapa de desarrollo físico comenzó en 1978, cuando se firmó el segundo préstamo del Banco Interamericano de Desarrollo. La Junta de Directores empleó mucho tiempo estudiando y discutiendo los anteproyectos de construcción. Pidió a los diseñadores familiarizarse con el funcionamiento de la UCA, consultó a los futuros usuarios de los edificios y se asesoró con una comisión de obras físicas, la que después se convirtió en la Oficina Ejecutora de Proyectos. Así, se construyeron las aulas magnas I y II, los nuevos edificios de profesores “A” y “B”, los laboratorios de ingeniería y la Dirección de Informática (antes, Centro de Cómputo). A mediados de 1979, se construyeron los edificios de Rectoría, imprenta y auditorio, y se remodeló la administración central. En 1983, con el remanente del préstamo no gastado en el plazo previsto y autorizado por el banco, se añadió un tercer edificio, junto a los laboratorios de ingeniería, se remodelaron los laboratorios y el estacionamiento principal, se levantó el muro perimetral y se adquirió el campo experimental. Asimismo, se invirtió en equipo, material bibliográfico y en la especialización de docentes en el exterior. De esta forma, la UCA quedó preparada para atender cómodamente a unos siete mil estudiantes.


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